domingo, 13 de noviembre de 2011

LA SALA DEL IMPERIO ROMANO (HISTORIA DEL IMPERIO ROMANO -1 )

LA SALA DEL IMPERIO ROMANO (HISTORIA DEL IMPERIO ROMANO-1)

En las entradas siguientes se apreciará la entrada de “La sala del Imperio Romano”, una sala muy amplia que puede llevar muchas horas para ver, pero antes de disfrutar de esta visita y ese paseo por el Impero Romano, conozcamos la historia del mismo. Advierto que he tenido un problema con el portapapeles y la exposición de los textos me sale un poco desordenada:




----------------------------ROMA----------------------------


ROMA: ANTECEDENTES Y COETANEOS


Para entender la historia de la civilización romana, conviene tener presente las nociones básicas de la civilización Griega (Helénica), así como las principales instituciones de la civilización etrusca, que son sus antecedentes inmediatos.

Por otra parte, la historia de Roma no se explica sin la existencia de la civilización de Cartago (Púnica), referencia continua y continuada de la expansión romana por el Mediterráneo, hasta la definitiva confrontación de ambos imperios y la desaparición del cartaginés.

La leyenda y la verdad
Virgilio, Tito Livio y Cicerón nos han transmitido la historia legendaria de la fundación de Roma.

Lo que pudo ser la verdad histórica se ha de deducir de un conjunto de datos más o menos comprobados: Esta verdad, oculta bajo la leyenda, es muy difícil de delimitar.

Gracias a las excavaciones de los arqueólogos, es posible considerar ahora los orígenes de Roma del siguiente modo.

En las colinas del Lacio existía una serie de aldeas ocupadas, bien por elementos autóctonos (¿civilización apenínica?), bien por elementos indoeuropeos (se encuentran, en efecto, mezclados los dos ritos mortuorios: Inhumación en cuclillas e incineración).

Se puede admitir que los pastores indoeuropeos, establecidos en el monte Palatino, dominaron a los indígenas del Aventino (los sabinos de la leyenda), y que este dualismo inicial fuese el origen de la futura división de los romanos en patricios y plebeyos.

Sea como fuere, lo cierto es que las aldeas del Lacio fueron agrupadas en una confederación -como hacían los etruscos- en el siglo VII a. de J.C.

Es posible que, precisamente por instigación de los mismos etruscos, fueran trazados los muros que rodeaban las siete colinas y que constituyeron la primera muralla de Roma. De este modo, habría que situar la creación de Roma hacia el año 600 a. de J.C.

La suerte de esta ciudad -quizás aún sin nombre cuando los etruscos reunieron las aldeas de las colinas- es debida, indiscutiblemente, a su situación: El estuario del Tíber atrae a los comerciantes, y el puente Sublicio, que permite cruzar dicho río, atrae a los pastores, deseosos de hallar una vía trashumante que les sirva de paso entre el norte y el sur de esta región.

Desde el siglo VII a. de J.C., los mercaderes orientales también se interesan por el mercado romano: Es el principio de un fabuloso destino. Junto con las mercancías, penetran en el Lacio los dioses y los ritos de Oriente. Ya veremos luego lo compleja que es la religión romana primitiva.

Antes de los etruscos, los pastores indoeuropeos instalados en el monte Palatino tienen una organización social parecida a la de los aqueos (quizás hasta a la de los celtas); es decir, a la de otras ramas arias vecinas.

Después de la unificación etrusca -que corresponde en la leyenda a los tres últimos reyes de Roma-, las instituciones se transforman: La división aristocrática de los individuos en razas, fratrías, tribus, etc., se reemplaza por una división censataria; es decir, se tiene en cuenta la fortuna, en vez del nacimiento.

Los etruscos introducen una nueva magistratura y unas nuevas costumbres religiosas, a la vez que contribuyen a establecer los complejos fundamentos de la gran sociedad romana futura.


------------------------LOS ETRUSCOS------------------------


LOS ETRUSCOS


En el siglo VIII a. de J.C. aparece bruscamente en la Toscana una brillante civilización que ejercerá gran influencia cultural sobre los pueblos del Lacio, y particularmente sobre Roma: la civilización de los etruscos.




---------------------ITALICA PREETRUSCA---------------------


La Península Itálica antes de los etruscos


Principales etapas de la prehistoria itálica
Antes de 2500 a. de J.C. las civilizaciones prehistóricas de la Península Itálica son pobres y no pueden compararse con las brillantes civilizaciones de la Europa occidental.

En la Edad del Cobre (hacia 2500 a. de J.C.) sin duda había, en el norte de la Península Itálica, hombres que enterraban a sus muertos en posición yacente o en cuclillas, y que vivían de la ganadería.

Hacia el año 2000 a. de J.C. aparecieron los primeros elementos de esta civilización indígena, llamada apenínica. A estos primeros habitantes de la Península Itálica, los antiguos les dieron el nombre de ligures.

Después de 1500 a. de J.C., en la Edad del Bronce, llegan a la Península Itálica los indoeuropeos (rama italocelta).

Construyen las primeras aldeas sobre zampeado (los terramares) e incineran a sus muertos (campos de urnas). Por el mismo período se practica en el sur de la Península Itálica el rito de la incineración (aún no explicado de modo satisfactorio por los historiadores).

Hacia el año 1000 a. de J.C., una segunda oleada de pueblos incineradores se asienta a ambos lados de los Apeninos. Esta civilización es conocida especialmente por la estación de Vilanova, cerca de Bolonia, y se llama, por ello, civilización vilanoviana.

Los recién llegados, que conocen el uso del hierro, expulsan a los habitantes de los terramares de la llanura del Po y se asientan allí, así como en Etruria y en el Apenino, donde toman los nombres de umbros, lucanos, samnitas, etc.

El apogeo de la civilización vilanoviana se sitúa por los alrededores del año 700 a. de J.C.

Al final de la Edad del Bronce, aproximadamente al mismo tiempo, unos pueblos que habían sido rechazados de los Balcanes por los indoeuropeos invaden la costa adriática de la Península Itálica: son los ilirios (que ocupan también la costa dálmata, al otro lado del Adriático).

En el siglo VII, finalmente, los etruscos se asientan en la Toscana.




-----SICILIA, CERDEÑA, CÓRCEGA: DEL NEOLÍTICO A LOS ETRUSCOS-----


EL MUNDO MEDITERRANEO PREETRUSCO


Sicilia
Nos interesa a partir de la Edad de Piedra pulimentada (neolítico), hacia el año 3000 a. de J.C.

En ella se distinguen:

- Un período llamado presículo (cuchillos de piedra, cerámica adornada con incisiones, inhumación en cuclillas).

- Más tarde, un período sículo, hacia el año 2000 a. de J.C. (tumbas colectivas con bóveda, llamadas tumbas de forno, cerámica roja).

- Hacia 1400-1200 a. de J.C., otro segundo período sículo, muy próspero, caracterizado por la influencia micénica.


Cerdeña
Entra en la historia en la Edad del Cobre habiendo recibido la influencia del Occidente español y del Oriente.

En ella se dan, a partir del II milenio a. de J.C., dos categorías de monumentos: construcciones megalíticas (dólmenes), semejantes a los dólmenes de las civilizaciones atlánticas (influencia española), y torres de pisos, con falsa bóveda, llamadas nuragas, contemporáneas de la civilización micénica.

El pueblo sardo tenía, al parecer, una vida religiosa muy desarrollada, ya conocida, posiblemente, por los antiguos romanos.

Córcega
La prehistoria corsa es una ciencia reciente; hace sólo treinta años se ignoraba casi todo de ella.

Las huellas más antiguas de civilización humana se remontan al IV milenio a de J.C. Desde el año 3000 a. de J.C. aparecen los megalitos (menhires-estelas), que pronto se transforman en estatuas megalíticas.

En el II milenio a. de J.C., la isla es invadida por los torreanos, pueblo al que ahora se identifica con uno de los Pueblos del Mar, los sardanios, que invadieron Egipto en el siglo XII a. de J.C.

Las primeras relaciones con el continente (la Península Itálica) se produjeron hacia el año 1000 a. de J.C.; los micenios crearán sus primeras factorías poco después (en la Odisea hay una descripción del golfo donde viven los lestrigones que trae a la memoria, inevitablemente, el golfo de Bonifacio).

Finalmente, recordemos que hacia el siglo XI a. de J.C. los fenicios establecieron factorías en Europa, y que, hacia el siglo VIII a. de J.C., los griegos fundaron colonias en el sur de la Península Itálica y en Sicilia: la colonia griega más antigua es la de Pitecusa (Ischia), fundada hacia 770 a. de J.C.




----------------LOS ORÍGENES DE LOS ETRUSCOS----------------


Hipótesis sobre los orígenes


Han sido formuladas varias hipótesis acerca del origen de este pueblo.

- Para los antiguos, los etruscos venían de Asia Menor (de Lidia), conducidos por un tal Tirrenio, hijo de un rey lidio: Habrían salido de Esmirna y desembarcado en la Península Itálica hacia el siglo XIII a. de J.C.

- Algunos historiadores modernos han querido ver en los etruscos un pueblo indígena establecido en la Península Itálica antes de la llegada de los indoeuropeos, y que había despertado a la civilización, después de los siglos de barbarie, en el siglo VII a. de J.C. (aunque queda sin explicar por qué no se ha encontrado ninguna señal precursora de esta civilización etrusca: es difícil creer que haya salido de la nada).

- También se ha pensado que los etruscos procedían del norte y que eran parientes de los recios (Retia o Recia corresponde, más o menos, en la actualidad, al norte de Lombardía, al Tirol y a los Grisones).

- Un reciente descubrimiento prehistórico en Córcega ha suscitado de nuevo el problema del origen oriental de los etruscos: una estatua semejante a las imágenes de los guerreros sardanios (uno de los Pueblos del Mar), que habían invadido Egipto hacia el 1300 a. de J.C.

Si los Pueblos del Mar vinieron a Occidente, pudieron muy bien llegar a la Península Itálica; los etruscos descenderían, por tanto, de uno de esos pueblos (los tursa).

Tal vez la verdad del origen de la civilización etrusca esté, precisamente, en la confluencia de todas esas tesis.

La aportación oriental parece ahora cierta, y ello da un nuevo brillo a la "leyenda de los tirrenos". Pero, ¿quiénes eran los tirrenos?





------------------LA CIVILIZACIÓN ETRUSCA------------------


EXPANSIÓN DE LA CIVILIZACIÓN ETRUSCA


Al no conocer la historia de los etruscos, su cultura nos ha sido revelada gracias a los numerosos testimonios descubiertos por la arqueología.

A partir del siglo VI a. de J.C., la cultura etrusca es obra de unos grupos de guerreros que instalan pequeños puestos fortificados en la cumbre de las colinas, desde donde dominan a los indígenas vencidos.

De la fusión entre conquistadores y conquistados nacen algunas ciudades, entre las que destacan: Tarquinii (Tarquinia), Veii (Veyes), Clusium, Perusia (Perusa), Volsinia (Orvieto) y Volaterrae (Volterra).

Estas ciudades, independientes unas de otras, formaban una confederación bastante flexible que dominaba el país.

El Imperio etrusco se ensanchó hasta la desembocadura del Tíber (según la tradición, hubo reyes etruscos en Roma desde 616 hasta 510 a. de J.C., fecha del establecimiento de la república).

Los etruscos intentaron progresar hacia el sur (fundación de Capua, hacia 524 a. de J.C.) y hacia el norte (toma de Bolonia, en 525 a. de J.C.). En el mar se enfrentaron con los focenses, cuya flota derrotaron frente a Aleria (Córcega), y se establecieron en esta isla. Mantuvieron muy buenas relaciones con Cartago.

Sin duda faltó poco para que toda la Península Itálica cayera en manos de los etruscos. Y podemos preguntarnos si, en este caso, habría existido la civilización romana.

Hacia el año 500 a. de J.C., los griegos de Cumas favorecen una rebelión de los pueblos del Lacio, los latinos, contra sus dominadores, los etruscos.

Entonces empieza a declinar el Imperio y la civilización etrusca:
- su flota es destruida, en 474 a. de J.C., por los siracusanos;
- Campania cae en manos de los samnitas (hacia 440 a. de J.C.);
- los galos los expulsan, hacia 400 a. de J.C., de la llanura del Po.

Los etruscos se convierten en vasallos de Roma hacia el año 300 a. de J.C.



---------------LA CIVILIZACIÓN ETRUSCA: ARTE---------------


CIVILIZACIÓN ETRUSCA


La cerámica toscana se caracteriza por el bucchero (tierra negra, mate, con apariencia de metal).

Pero el arte más brillante de los etruscos es la pintura; las composiciones que adornan los sepulcros son de una rara riqueza.

En cuanto a la orfebrería etrusca, está especialmente representada por las joyas, cuya adelantada técnica aún admira a los modernos artesanos. Uno de los objetos que se encuentra con más frecuencia es el espejo tallado.



--------------------EL ALFABETO ETRUSCO--------------------


EL IDIOMA ETRUSCO


La lengua etrusca se habló, y seguramente se escribió, hasta los comienzos del Imperio romano: las excavaciones han sacado a luz millares de inscripciones (cerca de 10.000) en las que se utiliza un alfabeto derivado del alfabeto griego.

El alfabeto etrusco más antiguo ha sido hallado en una tumba de Marsiliana de Albegna, grabado sobre una tablilla de marfil; data de los alrededores del año 700 a. de J.C. y consta de 26 letras.

Al conocer el alfabeto, podemos leer el etrusco. Pero somos incapaces de traducirlo (sólo recientemente se han dilucidado las reglas de la lengua etrusca).

Después de numerosos esfuerzos, han podido ser leídas algunas palabras: clan (hijo), sec o sex (hija), puia (mujer), ati (madre), lupuce (está muerto), nefls (¿sobrino materno?).




-----------------LA CIVILIZACIÓN: RELIGIÓN-----------------


RELIGIÓN ETRUSCA


El culto a los muertos
El gran dios etrusco se llama Vertumno: cambia de apariencia según las estaciones y es un dios "naturalista".

Pero su panteón es dominado por una tríada: Tinia, Uni, Menrva (se la relaciona con la tríada romana: Júpiter, Juno, Minerva).

Las distintas ciudades etruscas parecen haber venerado, particularmente, a ciertas divinidades que se pueden relacionar con las divinidades griegas (Turms = Hermes, Maris = Ares, Turán =Afrodita, Herakles, etc.).

Con su culto a los muertos, los etruscos impresionan la imaginación de los antiguos.

Creen en la otra vida y construyen en las rocas suntuosos sepulcros, decorados interiormente con notables pinturas y esculturas que nos ilustran sobre su género de vida.

Sus creencias tienen un carácter macabro: los muertos, a su llegada a los infiernos, son derribados a golpes por el anciano Caronte, quemados por el demonio Mantus y atormentados por el demonio Tuculcha (pico de águila, orejas de asno, cabellera de serpientes).

Para escapar a estos tormentos, los muertos salen de sus sepulcros y acosan a los vivos, quienes los apaciguan haciendo combatir a los gladiadores, cuya sangre, al correr sobre las tumbas, calma las almas de los difuntos.

También se han podido reconstruir algunos elementos de la cosmología etrusca.

La adivinación
Los etruscos vivían en un universo de terror.
Temerosos y supersticiosos, intentaban protegerse del mal observando los presagios.

Los libros sagrados, relacionados con personajes míticos (Tages, un niño con sabiduría de anciano; la ninfa Begoé), enseñaban el arte de leer los presagios, de trazar los límites de un campo para preservarlo del granizo y de los enemigos, y de interpretar el retumbar del trueno (brontoscopia).

Los arúspices leían el porvenir en las entrañas (particularmente el hígado) de las víctimas sacrificadas a los dioses. No se puede dudar del origen babilónico de estos ritos.






----------------ASCENSIÓN Y CAÍDA DE CARTAGO----------------


LOS MAGÓNIDAS


De 535 a 450 a. de J.C., una sola familia cartaginesa tuvo en sus manos el destino de la ciudad: la familia de los Magónidas.

La llegada de los griegos a Sicilia provocó un retroceso de los cartagineses, que compartieron la isla con los recién llegados.

Pero la verdadera rival de Cartago en el Mediterráneo fue Roma, que pretendía anexionarse Sicilia.

A raíz de un conflicto entre las ciudades de Mesina (apoyada por Roma) y Siracusa (apoyada por Cartago) estalló la primera guerra púnica (264-241 a de J.C.), seguida de la segunda (219-202 a. de J.C).

Delenda est Cartago. La frase de Catón se vio cumplida en el año 146; de la ciudad sólo quedaban ruinas.




------------------------LA RELIGIÓN ------------------------


LA INFLUENCIA RELIGIOSA EXTRANJERA: SINCRETISMO PÚNICO


Los cartagineses habían conservado algunos elementos fundamentales de la religión cananea.

Se han estudiado algunos de sus ritos, que son muy semejantes a los descritos en los textos religiosos de Ras-Shamra que se remontan al II milenio a. de J.C.

En los numerosos templos, llenos de exvotos, estelas, objetos culturales de oro, etc., los sacerdotes (kohen) y las sacerdotisas, cuyo traje consistía en un vestido de lino transparente, celebraban un culto que aún no conocemos bien.

Ignoramos si celebraban fiestas rituales, como en Fenicia; pero, en cambio, sabemos que los sacrificios tenían una tarifa (cosa que no es de extrañar de unos descendientes de los fenicios), que determinaba las aportaciones respectivas del sacerdote y del laico que ofrecía el sacrificio.

Los principales actos rituales eran:
- el holocausto (ofrenda completamente consumida por el fuego),
- el sacrificio expiatorio (muy parecido al de los hebreos) y
- la comunión.

Hay que citar aparte los sacrificios humanos, como, por ejemplo, la ofrenda del primogénito, de origen cananeo: Los niños, ofrecidos a Baal, eran quemados, y sus cenizas conservadas en urnas que se han encontrado en extensos cementerios.

Principales divinidades cartaginesas
- Tanit es la Gran Diosa (en fenicio, Elat; Tanit es nombre de origen africano). Forma, indiscutiblemente, junto con Baal Hamón, la cabeza del panteón cartaginés.

- Baal Hamón, equivalente masculino de Tanit. Los griegos lo identifican con Zeus.

Es un dios de carácter solar, que los romanos adoraron más tarde con el nombre de Saturno (especialmente en Dugga, cerca de Constantina). Los primogénitos de Cartago se inmolaban a Baal Hamón.

- Eshmún: Su templo estaba situado en una colina de la ciudad (Byrsa). Los antiguos lo identificaron después con Esculapio.

- Melkart, era el Gran Dios tirio (Baal Melkart), identificado más tarde, por ciertas tradiciones, con Herakles.

También, la mayoría de los dioses fenicios, ( Astarté, Safon, etc.) eran adorados por los cartagineses.




---------------------LAS INSTITUCIONES---------------------


LAS INSTITUCIONES


Desconocemos los aspectos primitivos de las mismas.

Desde el siglo IV a. de J.C. existen en Cartago dos asambleas (un Senado , de 300 miembros, y un Consejo, compuesto por senadores) y dos magistrados supremos elegidos cada año (los sufetes).

A los generales los elige la asamblea de ciudadanos (distinta del Senado), que zanja eventualmente los desacuerdos que pudiera haber entre el Senado y los sufetes. Los autores antiguos admiraban esta constitución y la comparaban con la de Esparta.

La sociedad era muy abierta: Una sociedad de mercaderes y de navegantes, en la que las mujeres disfrutaban de los mismos derechos que los hombres y donde la monogamia era la norma matrimonial.

La población de Cartago, durante la tercera guerra púnica, llegó a centenares de miles de habitantes. No había exclusivismos frente a los extranjeros, que obtenían fácilmente la nacionalidad cartaginesa.

El régimen también era benigno para los esclavos (casamiento reconocido por la ley y posibilidad de manumisión).

La riqueza de la ciudad proviene de su actividad comercial. Exporta vino, cereales, aceite de oliva, púrpura y objetos manufacturados (ebanistería muy reputada, cerámica, tejidos bordados, perfumes, joyas, vajilla, amuletos).

Había hombres de negocios cartagineses en todos los puertos del Mediterráneo; estaban encargados de todas las transacciones comerciales.

La prosperidad de Cartago era tal que apenas exigían impuestos (sólo se cobraban en alguna circunstancia excepcional).

En cambio, los puertos controlados por los cartagineses exigían unos derechos enormes a los barcos extranjeros, hecho que también contribuía a enriquecer sus ciudades.




-------------EL EJÉRCITO CARTAGINENSE (PÚNICO)-------------


EL EJÉRCITO Y LA MARINA


El ejército púnico (cartaginense) hizo temblar a Roma.

Se componía de una infantería ligera, armada de espadas cortas y de hondas (bolas de barro cocido); una caballería, muy bien instruida por Aníbal, y montada en caballos pequeños (los actuales caballos árabes de Numidia).

Además contaba con carros de guerra, que en el siglo III a. de J.C. se reemplazaron por elefantes (un centenar en línea, arremetiendo contra el enemigo), y una artillería provista de catapultas y de balas de hierro.

La flota púnica, heredera de la flota fenicia, estaba compuesta de millares de barcos pertenecientes a armadores y transformables en navíos de guerra (o en transportes de tropas, si llegaba el caso).

Estos barcos iban propulsados a remo o a vela (popa levantada, proa terminada en un espolón que servía para perforar el casco de los navíos enemigos). La flota de guerra constaba de cien a doscientas galeras, propulsadas por dos o tres filas de remeros.

Los cartagineses del siglo IV a. de J.C. fueron los precursores de los grandes navegantes de los siglos XV y XVI.

Efectuaron dos grandes periplos. El primero, realizado por un tal Himilcón, que pasó el estrecho de Gibraltar y seguramente llegó hasta Irlanda, es poco conocido.

El segundo, inmortalizado en bronce en el templo de Baal, fue obra del rey Hannón (de la familia de los Magónidas), quien, después de establecer colonias púnicas en Marruecos, cruzó Gibraltar y bajó hacia el sur, hasta el golfo de Guinea.

Batalla de Palermo.




---------------------LAS ARTES PÚNICAS---------------------


LAS ARTES PÚNICAS


Poco sabemos de la arquitectura cartaginesa. Los autores antiguos, sin embargo, nos han recordado que los monumentos oficiales y los templos eran particularmente ricos y majestuosos.

La ornamentación, por lo que se deduce de algunos elementos que sobrevivieron a las destrucciones romanas y que han sido encontrados por los arqueólogos, no parece que fuera muy original.

Cuando los cartagineses no quemaban a sus muertos, los enterraban en unas cámaras funerarias bastante profundas, con el cuerpo envuelto en un sudario y colocado en un ataúd (sarcófago) de madera o, excepcionalmente, de piedra o de mármol.

Si no nos queda prácticamente nada de la arquitectura y de la escultura púnicas, los arqueólogos, en cambio, han descubierto más de un millar de cipos (pequeños ex-votos funerarios) y millares de estelas que llevan una inscripción dedicatoria o una ornamentación grabada. La ornamentación de las estelas tiene generalmente un signo simbólico llamado signo de Tanit y que tal vez fue tomado de los egipcios.

Entre los demás símbolos encontrados, figuran: el caduceo, el ídolo en forma de botella, el disco coronado por una media luna, el planeta Venus, etcétera. Algunas estelas llevan también dibujos animalísticos (animales de sacrificio) e incluso representaciones humanas.

Pero la cerámica cartaginesa es la artesanía mejor conocida de esta civilización. Su exportación era importante, y se han descubierto muestras de alfarería púnica por todo el Mediterráneo.

El barro cocido no sólo servía para hacer vasijas; se ha encontrado un gran número de pequeños recipientes para poner aceite en el que se mojaba una mecha (lámparas cartaginesas), estatuillas (de 10 a 20 cm de altura), que generalmente representaban siluetas femeninas y, finalmente, las máscaras, producción típicamente púnica y muy original.

Ignoramos cómo era el mobiliario cartaginés; pero las joyas (brazaletes, collares, colgantes, sortijas, etc.), así como la cristalería y los marfiles, son muy abundantes.



----------------ASCENSIÓN Y CAÍDA DE CARTAGO----------------


LOS MAGÓNIDAS


De 535 a 450 a. de J.C., una sola familia cartaginesa tuvo en sus manos el destino de la ciudad: la familia de los Magónidas.

La llegada de los griegos a Sicilia provocó un retroceso de los cartagineses, que compartieron la isla con los recién llegados.

Pero la verdadera rival de Cartago en el Mediterráneo fue Roma, que pretendía anexionarse Sicilia.

A raíz de un conflicto entre las ciudades de Mesina (apoyada por Roma) y Siracusa (apoyada por Cartago) estalló la primera guerra púnica (264-241 a de J.C.), seguida de la segunda (219-202 a. de J.C).

Delenda est Cartago. La frase de Catón se vio cumplida en el año 146; de la ciudad sólo quedaban ruinas.




------------------------La religión ------------------------


La influencia religiosa extranjera: Sincretismo púnico


Los cartagineses habían conservado algunos elementos fundamentales de la religión cananea.

Se han estudiado algunos de sus ritos, que son muy semejantes a los descritos en los textos religiosos de Ras-Shamra que se remontan al II milenio a. de J.C.

En los numerosos templos, llenos de exvotos, estelas, objetos culturales de oro, etc., los sacerdotes (kohen) y las sacerdotisas, cuyo traje consistía en un vestido de lino transparente, celebraban un culto que aún no conocemos bien.

Ignoramos si celebraban fiestas rituales, como en Fenicia; pero, en cambio, sabemos que los sacrificios tenían una tarifa (cosa que no es de extrañar de unos descendientes de los fenicios), que determinaba las aportaciones respectivas del sacerdote y del laico que ofrecía el sacrificio.

Los principales actos rituales eran:
- el holocausto (ofrenda completamente consumida por el fuego),
- el sacrificio expiatorio (muy parecido al de los hebreos) y
- la comunión.

Hay que citar aparte los sacrificios humanos, como, por ejemplo, la ofrenda del primogénito, de origen cananeo: Los niños, ofrecidos a Baal, eran quemados, y sus cenizas conservadas en urnas que se han encontrado en extensos cementerios.

Principales divinidades cartaginesas
- Tanit es la Gran Diosa (en fenicio, Elat; Tanit es nombre de origen africano). Forma, indiscutiblemente, junto con Baal Hamón, la cabeza del panteón cartaginés.

- Baal Hamón, equivalente masculino de Tanit. Los griegos lo identifican con Zeus.

Es un dios de carácter solar, que los romanos adoraron más tarde con el nombre de Saturno (especialmente en Dugga, cerca de Constantina). Los primogénitos de Cartago se inmolaban a Baal Hamón.

- Eshmún: Su templo estaba situado en una colina de la ciudad (Byrsa). Los antiguos lo identificaron después con Esculapio.

- Melkart, era el Gran Dios tirio (Baal Melkart), identificado más tarde, por ciertas tradiciones, con Herakles.

También, la mayoría de los dioses fenicios, ( Astarté, Safon, etc.) eran adorados por los cartagineses.




---------------------Las instituciones---------------------


Las instituciones


Desconocemos los aspectos primitivos de las mismas.

Desde el siglo IV a. de J.C. existen en Cartago dos asambleas (un Senado , de 300 miembros, y un Consejo, compuesto por senadores) y dos magistrados supremos elegidos cada año (los sufetes).

A los generales los elige la asamblea de ciudadanos (distinta del Senado), que zanja eventualmente los desacuerdos que pudiera haber entre el Senado y los sufetes. Los autores antiguos admiraban esta constitución y la comparaban con la de Esparta.

La sociedad era muy abierta: Una sociedad de mercaderes y de navegantes, en la que las mujeres disfrutaban de los mismos derechos que los hombres y donde la monogamia era la norma matrimonial.

La población de Cartago, durante la tercera guerra púnica, llegó a centenares de miles de habitantes. No había exclusivismos frente a los extranjeros, que obtenían fácilmente la nacionalidad cartaginesa.

El régimen también era benigno para los esclavos (casamiento reconocido por la ley y posibilidad de manumisión).

La riqueza de la ciudad proviene de su actividad comercial. Exporta vino, cereales, aceite de oliva, púrpura y objetos manufacturados (ebanistería muy reputada, cerámica, tejidos bordados, perfumes, joyas, vajilla, amuletos).

Había hombres de negocios cartagineses en todos los puertos del Mediterráneo; estaban encargados de todas las transacciones comerciales.

La prosperidad de Cartago era tal que apenas exigían impuestos (sólo se cobraban en alguna circunstancia excepcional).

En cambio, los puertos controlados por los cartagineses exigían unos derechos enormes a los barcos extranjeros, hecho que también contribuía a enriquecer sus ciudades.




-------------El ejército Cartaginense (púnico)-------------


El ejército y la marina


El ejército púnico (cartaginense) hizo temblar a Roma.

Se componía de una infantería ligera, armada de espadas cortas y de hondas (bolas de barro cocido); una caballería, muy bien instruida por Aníbal, y montada en caballos pequeños (los actuales caballos árabes de Numidia).

Además contaba con carros de guerra, que en el siglo III a. de J.C. se reemplazaron por elefantes (un centenar en línea, arremetiendo contra el enemigo), y una artillería provista de catapultas y de balas de hierro.

La flota púnica, heredera de la flota fenicia, estaba compuesta de millares de barcos pertenecientes a armadores y transformables en navíos de guerra (o en transportes de tropas, si llegaba el caso).

Estos barcos iban propulsados a remo o a vela (popa levantada, proa terminada en un espolón que servía para perforar el casco de los navíos enemigos). La flota de guerra constaba de cien a doscientas galeras, propulsadas por dos o tres filas de remeros.

Los cartagineses del siglo IV a. de J.C. fueron los precursores de los grandes navegantes de los siglos XV y XVI.

Efectuaron dos grandes periplos. El primero, realizado por un tal Himilcón, que pasó el estrecho de Gibraltar y seguramente llegó hasta Irlanda, es poco conocido.

El segundo, inmortalizado en bronce en el templo de Baal, fue obra del rey Hannón (de la familia de los Magónidas), quien, después de establecer colonias púnicas en Marruecos, cruzó Gibraltar y bajó hacia el sur, hasta el golfo de Guinea.

Batalla de Palermo.




---------------------Las artes púnicas---------------------


Las artes púnicas


Poco sabemos de la arquitectura cartaginesa. Los autores antiguos, sin embargo, nos han recordado que los monumentos oficiales y los templos eran particularmente ricos y majestuosos.

La ornamentación, por lo que se deduce de algunos elementos que sobrevivieron a las destrucciones romanas y que han sido encontrados por los arqueólogos, no parece que fuera muy original.

Cuando los cartagineses no quemaban a sus muertos, los enterraban en unas cámaras funerarias bastante profundas, con el cuerpo envuelto en un sudario y colocado en un ataúd (sarcófago) de madera o, excepcionalmente, de piedra o de mármol.

Si no nos queda prácticamente nada de la arquitectura y de la escultura púnicas, los arqueólogos, en cambio, han descubierto más de un millar de cipos (pequeños ex-votos funerarios) y millares de estelas que llevan una inscripción dedicatoria o una ornamentación grabada. La ornamentación de las estelas tiene generalmente un signo simbólico llamado signo de Tanit y que tal vez fue tomado de los egipcios.

Entre los demás símbolos encontrados, figuran: el caduceo, el ídolo en forma de botella, el disco coronado por una media luna, el planeta Venus, etcétera. Algunas estelas llevan también dibujos animalísticos (animales de sacrificio) e incluso representaciones humanas.

Pero la cerámica cartaginesa es la artesanía mejor conocida de esta civilización. Su exportación era importante, y se han descubierto muestras de alfarería púnica por todo el Mediterráneo.

El barro cocido no sólo servía para hacer vasijas; se ha encontrado un gran número de pequeños recipientes para poner aceite en el que se mojaba una mecha (lámparas cartaginesas), estatuillas (de 10 a 20 cm de altura), que generalmente representaban siluetas femeninas y, finalmente, las máscaras, producción típicamente púnica y muy original.

Ignoramos cómo era el mobiliario cartaginés; pero las joyas (brazaletes, collares, colgantes, sortijas, etc.), así como la cristalería y los marfiles, son muy abundantes.



----------------------HISTORIA DE ROMA----------------------


SINTESIS HISTORICA DE ROMA


Virgilio, Tito Livio y Cicerón han contado la historia legendaria de la fundación de Roma.

Los albanos y la leyenda
Una vez terminada la guerra de Troya, Eneas, uno de los hijos de Príamo, llegado después de un largo periplo a la desembocadura del Tíber, se casa con Lavinia, hija del rey del Lacio, se alía con el corinto Evandro y funda la ciudad de Lavinium. Su hijo Ascanio, llamado también Iulo, funda la ciudad de Alba Longa, al pie de los montes Albanos.

Después de él se suceden dos reyes albanos. El último de ellos, Procas, era padre de dos hijos: Amulio y Numitor. Numitor, el mayor, sucedió a su padre; pero Amulio le destronó, usurpándole el trono y, para acabar con la descendencia de Numitor, convirtió a la hija de éste, Rhea-Silvia, en una vestal (las vestales estaban obligadas al celibato).

Sin embargo, el dios Marte (dios de los combates), enamorado de Silvia, se unió a ella y de esta unión nacieron dos gemelos: Rómulo y Remo.



-----------------------RÓMULO Y REMO-----------------------


RÓMULO Y REMO: LOS PRIMEROS REYES


Amulio mandó arrojar al Tíber a dos recién nacidos, Rómulo y Remo, fruto de la unión entre Marte y Silvia; pero el río, en crecida en aquel momento, los depositó en la orilla, donde fueron recogidos por una loba, que los amamantó en la gruta de Lupercal.

Allí los recogieron Fáustulo y Larencia, una pareja de pastores que los crió en una cabaña. Llegados a la edad adulta, los dos gemelos dieron muerte a su tío Amulio, repusieron en el trono de Alba a su abuelo y decidieron fundar una ciudad en el monte Palatino.

Para saber quién sería el fundador, consultaron los presagios. Ganó Rómulo (que había visto doce buitres, mientras que su hermano sólo vio seis).

A causa de ello disputaron, y Rómulo mató a Remo (según otra tradición, Remo se burló de su hermano franqueando los límites de la ciudad futura, y Rómulo le mató, diciendo: "así perecerá todo aquel que franquee mis murallas").

El límite de la ciudad que había de dominar el mundo fue trazado por un arado arrastrado por una vaca blanca y un toro blanco.

Para poblar su ciudad, Rómulo abrió en el Capitolio un asilo sagrado, donde se refugiaban los esclavos, los fugitivos, etc., y organizó el rapto de las jóvenes sabinas durante una fiesta celebrada en honor del dios subterráneo Consus.

Después de una rápida guerra, Rómulo y el rey sabino Tito Tacio decidieron reinar juntos sobre sus dos pueblos reunidos.

Después, Tacio, moriría asesinado, y Rómulo, ahora único rey de Roma, desaparecería misteriosamente, arrebatado por una nube durante una revista militar. A partir de entonces, los romanos le veneraron como a un dios y le denominaron, en lo sucesivo, Quirino.

Los reyes de Roma
Después de Rómulo se sucedieron seis reyes: Numa Pompilio (de origen sabino), que organizó la religión aconsejado por la ninfa Egeria; Tulo Hostilio, que guerreó contra la ciudad de Alba Longa (combate entre los Horacios, por Roma, y los Curiacios, por Alba); y Anco Marcio, que construyó el puerto de Ostia y el famoso puente Sublicio, sobre el Tíber (puente enteramente de madera, y que sólo podía ser reparado con herramientas de madera).

Los tres reyes últimos son etruscos:
- Tarquino I, que importa a Roma las insignias de los magistrados etruscos y construye el templo de Júpiter Capitolino, un circo y una gran cloaca (la Cloaca Maxima);
- Servio Tulio, que rodea la ciudad de una muralla, la divide en cuatro barrios y reparte la población en cinco clases sociales, según su fortuna;
- Tarquino el Soberbio, que impone su tiranía al Lacio.

La violación de la romana Lucrecia por el hijo de Tarquino, desencadena una revolución encabezada por Lucio Junio Bruto, que acaba con la monarquía etrusca e instaura la República (510 a. de J.C.).



--------------------LA REPÚBLICA ROMANA--------------------


CAÍDA DE LOS REYES Y COMIENZOS DE LA REPÚBLICA (509-275 A. DE J.C.)


En el año 509 a. de J.C., Roma se libera del dominio de los etruscos, que marchan hacia la decadencia.

De aquí en adelante es una ciudad soberana, vinculada a su libertas, cuyo símbolo S.P.Q.R. (Senatus populusque romanus: el Senado y el pueblo romano), indica que el poder pertenece a los ciudadanos y no ya al detestado rey que la República ha suprimido.

En efecto, el fin de los Tarquinos, que trataban de apoyarse en el pueblo, significa la victoria de la clase rica, puesto que los patricios monopolizan las magistraturas y el Senado, y Roma conocerá en consecuencia sangrientas luchas sociales.

En el interior, después de haber expulsado a los Tarquinos, la república romana hace sus primeras armas.

El periodo se distingue por la oposición social, política y económica entre los patricios, herederos legítimos de los cultos indoeuropeos y que eran los únicos que tenían el privilegio de conversar directamente con Júpiter mediante la interpretación del lenguaje de los pájaros (auspicios), y los plebeyos, que tal vez descendían de las comunidades indígenas dominadas por los pastores indoeuropeos.

Los plebeyos, tras largas luchas políticas, consiguieron tener, en un principio, unos protectores oficiales: Los tribunos de la plebe (494-493 a. de J.C.).

Más tarde, una legislación escrita que concernía al derecho de propiedad (la Ley de las XII tablas y los decenviros, 451-449 a. de J.C.) y, finalmente, el derecho de acceder a las diferentes magistraturas y, en último lugar, al consulado (367 a. de J.C.).

La verdadera igualdad política no se obtuvo hasta 321 a. de J.C., después del desastre de Caudio, y la igualdad religiosa en el año 300 a. de J.C. (acceso de los plebeyos al sacerdocio). Los grandes hombres de este periodo fueron Cincinato, Decio y Camilo.

En el exterior, el ejército romano conquista la Península Itálica: poco a poco, los latinos (493 a. de J.C.), los etruscos (Camilo vence en Veyes, en 395 a. de J.C.), los samnitas, los ecuos y los volscos, son dominados.

Pero estas conquistas no se llevan a cabo sin derrotas. La guerra contra los montañeses samnitas duró 50 años y se caracterizó por el desastre de Caudio (las horcas caudinas, 321 a. de J.C.): Los romanos, vencidos, desarmados y desnudos, pasaron bajo el yugo (especie de puerta formada por una lanza atravesada sobre otras dos).

Finalmente, en 283-282 a. de J.C., las coaliciones del Lacio fueron vencidas definitivamente. La conquista de la Península Itálica central había sido precedida por una invasión gala (derrota del Allia, en 390 a. de J.C., y conquista de Roma por los galos).

El final de este periodo se caracteriza por la lucha contra Tarento, que tenía a sueldo a Pirro, rey del Epiro, vencedor en Heraklea (280 a. de J.C.) y en Ausculum (279 a. de J.C.).

Estas victorias, de las que Pirro salió más debilitado que los vencidos, no fueron decisivas, y el rey del Epiro, derrotado finalmente en Benevento (275 a. de J.C.), retornó a Grecia.




--------------------¡AY DE LOS VENCIDOS!--------------------


LAS GUERRAS INTERIORES: AFIRMACIÓN PENINSULAR


Inmediatamente después de su independencia, Roma no era más que una pequeña ciudad del Lacio, rodeada de vecinos indóciles.

En el año 494 a. de J.C., el dictador Postumio derrotó a los latinos en el lago Regilo, siéndoles impuesta una alianza.

Los etruscos seguían siendo peligrosos, pero los griegos de Cumas y los latinos los habían rechazado por tierra y por mar (con ayuda de Siracusa en el año 474 a. de J.C.) forzándoles a replegarse hacia Toscana. La potencia marítima de los etruscos había sido vencida.

Roma guerreó contra los volscos, en el sur del Lacio, y los equos, que procedían de los Apeninos. Luego acometió contra la fortaleza etrusca de Veyes, a veinte kilómetros de su ciudad.

Después de diez años de sitio, Camilo se apoderó de la plaza (395 a. de J.C.) dando a su patria el dominio de la Etruria Meridional.

Roma había de pasar, sin embargo, por una terrible prueba, la invasión de los galos. Procedentes de Europa Central, los celtas habían ocupado la Galia, Península Ibérica y el sur de Germania.

Alcanzaron su apogeo en la época llamada de "la Tène" (del nombre de una de sus localidades, situada en la orilla del lago Neuchâtel).

Armados de espada, escudo y casco puntiagudo, sometidos a un aristocracia guerrera, y amantes la belleza y el lujo, los celtas, federados en bandas conquistadoras, arrebataron a los etruscos la llanura del Po, y atravesaron los Apeninos y la débil Etruria.

Pronto se encontraron a las puertas de Roma. Espantosos de contemplar, pintados de rojo, encogiendo de terror el corazón de sus enemigos con el grito salvaje que lanzaban antes de atacar, se precipitaron contra las legiones romanas (381 a. de J.C.). Estas huyeron en desorden y la población abandonó la ciudad.

Destruyendo y asesinando a los escasos habitantes que quedaban, los galos dejaron que los más aptos se refugiaran en el Capitolio. Pusieron sitio a la ciudadela y una noche intentaron apoderarse de ella por sorpresa; pero los gansos consagrados a Juno lanzaron tal clamor que los defensores se despertaron y rechazaron el ataque.

Sin embargo, transcurridos siete meses, los romanos tuvieron que pedir la paz. Breno, el jefe de los bárbaros, exigió entonces, para marcharse, una considerable cantidad de oro.

Pero habiendo impuesto, para pesar el metal precioso, una balanza falseada a su favor, colocó su espada sobre el platillo, pronunciando la famosa frase "Vae victis", ¡Ay de los vencidos!

Los invasores galos no seguían en sus conquistas ninguna línea estratégica; cargados de un pesado botín, se retiraban para ir a buscar fortuna a otro lugar, mientras una parte de ellos se establecía en la llanura del Po.

La epopeya céltica continuó en el siglo siguiente, con la invasión de Tracia y Macedonia. Delfos fue saqueada en 279 a. de J.C.

Sus bandas llegaron incluso a devastar el Asia Menor, donde los fieros guerreros de piel blanca, los gálatas, formaron un reino independiente.




----------------------GUERRAS SAMNITAS----------------------


LAS GUERRAS SAMNITAS


El héroe que habían salvado el Capitolio, Marco Manlio, demasiado favorable a los campesinos pobres, irritó a los patricios, que le acusaron de aspirar a la tiranía y le condenaron a ser arrojado desde lo alto de una roca: La Roca Tarpeya que estaba cerca del Capitolio.

La ciudad se había recuperado y había reconstruido nuevas casas sobre sus ruinas, y, como si la prueba la hubiera fortalecido, comenzó de nuevo su lenta expansión. En el año 338 a. de J.C., los latinos sublevados fueron definitivamente sometidos y su liga disuelta. Los colonos romanos serían sus vigilantes.

Aprovechándose de las consecuencias de la invasión céltica, que había debilitado también a Etruria, Roma llevó a cabo la conquista del país. Cerveteri, Tarquinia, Arezzo, Vulci, Volsinias se rindieron una tras otra (de 300 a 265 a. de J.C.).

Al mismo tiempo, los romanos, cada vez más ambiciosos y ávidos de conquistas, invadieron la Campania, donde chocaron con los rudos montañeses samnitas que habían ocupado la llanura. Fueron necesarias tres guerras para triunfar. en 321 a. de J.C., las legiones romanas, cercadas junto al desfiladero de las Horcas Caudinas, tuvieron que rendirse y desfilar bajo el humillante yugo.

Los encarnizados y oscuros combates (Alejandro había muerto poco después de su prodigiosa aventura), concluyeron con la victoria de Roma en Sentino (295 a. de J.C.) sobre una coalición de samnitas, galos y etruscos.

Los fanáticos montañeses de la "legión del lino" se dejaron matar. Roma había llegado al Adriático y dominaba toda la Italia central. Entonces se volvió hacia el sur, que estaba repartido entre las ciudades griegas.




----------------------GUERRAS PÍRRICAS----------------------


LOS ELEFANTES DE PIRRO


Desde hacía un siglo, griegos y cartagineses se enfrentaban en Sicilia. Dionisio, tirano de Siracusa, había resistido a Cartago. Tarento estaba amenazada por la presión de los pueblos de Apulia.

Envidiosas de su riqueza, las ciudades griegas del sur aceptaron la alianza romana. Todas las fuerzas de Grecia habían sido dirigidas hacia Oriente como consecuencia de la expedición de Alejandro Magno, y no podían acudir en ayuda de las ciudades hermanas de Italia.

Tarento quiso resistir. Era una gran metrópoli, orgullosa de su industria, de su comercio y de su arte. Para defenderse, apeló a Pirro, rey de Epiro, un príncipe montañés embebido por la Ilíada, que, por su sangre macedónica, soñaba con renovar las hazañas de Alejandro.

Pirro desembarcó en el año 280 a. de J.C. y combatió contra los romanos, que por primera vez se encontraron frente a una formidable máquina de guerra: Los elefantes. Estos, cargando contra las legiones, las pusieron en fuga.

Al año siguiente, el rey de Epiro alcanzó una nueva victoria, pero por dos veces, a pesar del triunfo, sufrió gravísimas pérdidas y, aunque sabía vencer al enemigo, no sabía sacar después una ventaja inmediata.

Roma recibió entonces una ayuda inesperada: Cartago quería apoderarse de Siracusa, y la ciudad siciliana recurrió a Pirro, que marchó contra los cartagineses, volviendo después a Italia.

Pero esta vez los romanos, habiéndose acostumbrado a los elefantes, aplastaron al ejército del rey de Epiro, en Benevento, en el año 275 a. de J.C.

Pirro, lleno de amargura, volvió a partir para Grecia, donde encontró la muertes tres años después, en Argos, en circunstancias oscuras. Antes de abandonar Sicilia había dicho: "¡Qué hermoso campo de batalla dejamos a los cartagineses y a los romanos!"

Tarento se rindió en el año 272 a. de J.C. Roma reinaba ya en la Italia meridional: Sicilia estaba muy cerca. Hasta aquel momento, Roma y Cartago habían mantenido buenas relaciones, confirmadas por cuatro tratados de alianza. Pero los aliados iban a transformarse ahora en enemigos implacables.




----------------EXPANSION Y GUERRAS PUNICAS----------------


LA CONQUISTA DEL MEDITERRANEO (260-120 a. de J.C.)


La política exterior y el éxito de las legiones romanas dominan esta época, particularmente caracterizada por las guerras contra Cartago (las tres guerras púnicas).

La primera guerra púnica empieza en 264 a. de J.C.. Su causa es la rivalidad que enfrenta en Sicilia a Roma y Cartago.

Las victorias navales de Miles (264 a. de J.C.) y de las islas Egates (241 a. de J.C.), proporcionan a los romanos el dominio de dicha isla, a pesar de los éxitos cartagineses en tierra firme, debidos al genio militar de Amílcar Barca (hacia 247 a. de J.C.).

En 238 a. de J.C., Roma se hace dueña de Cerdeña y Córcega. La segunda guerra púnica empieza en 219 a. de J.C. Fue buscada por el cartaginés Aníbal, uno de los más grandes capitanes de la Antigüedad.

Este, partiendo de Hispania, atravesó los Pirineos y los Alpes con un ejército temible (80.000 infantes, los jinetes númidas -Numidia es la actual Argelia- y 37 elefantes), e infligió a Roma una serie de aplastantes derrotas:
- en las riberas del Trebia (afluente del Po), en 218;
- cerca del lago Trasimeno, en 217 a. de J.C. (contra Flaminio),
- finalmente, en Cannas (Apulia), el 2 de agosto de 216 a. de J.C. (contra Varrón y Paulo Emilio). En seguida, reconquistó Sicilia, y tomó Capua en 210 a. de J.C.

Pero Roma salió al fin victoriosa de esta "guerra inexpiable" gracias a las maniobras de desgaste dirigidas por el cónsul Fabio Cunctátor (Fabio el Contemporizador). Sicilia fue reconquistada en 210-205 a. de J.C. (muerte de Arquímedes en el sitio de Siracusa, en 212 a. de J.C.).

Los hermanos Escipión acosaron a los cartagineses en Hispania y el hijo de uno de ellos, Publio Cornelio Escipión, de sólo veinticuatro años de edad, reconquistó la Hispania del sur (Andalucía) y, después de la victoria de Metauro (207 a. de J.C.), obtenida por los cónsules romanos, llegó a Africa en 204 a. de J.C..

Aliado con el númida Masinisa, Escipión el Africano aplastó a Aníbal en la batalla de Zama, en 202 a. de J.C.: Cartago se convirtió en vasallo de Roma.

La tercera guerra púnica fue desencadenada, en 149 a. de J.C., por Catón, obsesionado por su odio a Cartago (acababa todos sus discursos con la misma frase: Delenda est Carthago: "Cartago debe ser destruida").

Pretextando una violación del tratado de 201 a. de J.C., los romanos desembarcaron en Africa al mando de Escipión Emiliano (no hay que confundirlo con el vencedor de Zama), hijo de Paulo Emilio. Después de un asedio que duró tres años, Cartago cayó, en 146 a. de J.C., en manos de los romanos.

Fue completamente arrasada, y sus habitantes, asesinados o desterrados. Paralelamente, los romanos acabaron la conquista de Hispania (Escipión Emiliano aniquiló la última resistencia en Numancia, en 133 a. de J.C.) y, traspasando los Pirineos, se instalaron en Provenza.

La conquista romana también se llevó a cabo hacia el este: ocupación de Macedonia (Filipo V de Macedonia fue derrotado en Cinoscéfalos, en 197 a. de J.C., y Perseo en Pidna, en 168 a. de J.C., y se conquistó definitivamente el país en 148 a. de J.C.). Luego, Grecia entera y, el reino asiático de Pérgamo (129 a. de J.C.), cayeron también en manos de las legiones romanas.

Consecuencias de estas conquistas
La Roma victoriosa imita a la Grecia vencida (nacimiento de la literatura latina). Por otra parte, los pequeños propietarios -la clase media romana-, arruinados y diezmados, desaparecen. Sólo quedan en Roma ricos y pobres.

Los Gracos (Tiberio y Cayo Graco, que ocupan el poder de 133 a 121 a. de J.C.) intentan en vano establecer una ley agraria para reconstituir la clase social de los pequeños agricultores, indispensable para el equilibrio político de la república.

Pero, asesinados ambos, su intento de establecer una república popular en Roma, fracasa.




-------------------PRIMERA GUERRA PÚNICA-------------------


LAS GUERRAS EXTERIORES


La guerra, llamada púnica porque los latinos denominaban "puni" a los cartagineses, estalló cuando los romanos, habiendo desembarcado en Sicilia, se apoderaron de Mesina y amenazaron a las demás ciudades griegas, Siracura y Agrigento, que solicitaron la ayuda de Cartago, su tradicional enemiga.

En el año 262 a. de J.C., Hierón, tirano de Siracusa, negoció con Roma, y Agrigento fue conquistada después de un largo asedio (262 a. de J.C.), entregando un riquísimo botín. En aquel momento, Cartago parecía invencible debido a su dominio en el mar.

En sesenta días, los arsenales de Campania construyeron una flota de guerra de 150 quinquerremes (con cinco filas de remeros) y 20 trirremes, bajo la dirección de los siracusanos, que enseñaron a los romanos cómo abordar las naves enemigas mediante "ganchos".

En el año 260 a. de J.C., el cónsul Duilio alcanzó ante Milas la primera victoria naval de la historia de Roma; las proas de los navíos apresados adornaron la llamada Columna rostral del Foro. Los romanos quisieron entonces llevar la guerra a Africa, y el cónsul Régulo desembarcó en el cabo Bon.

Pero Cartago ocupaba una posición inexpugnable y el ejército cartaginés, confiado a un espartano, Jantipo, derrotó a las legiones, haciendo prisionero a Régulo y a 5.000 de sus hombre (255 a. de J.C.).

Para colmo de desgracias, la flota romana, sorprendida por una tempestad, sufrió un desastre sin precedentes: Las naves naufragaron y miles de hombres murieron ahogados. La urbe demostró una vez más aquello de lo que era capaz ante la adversidad, reconstruyendo en tres meses su marina y su tripulación.

Los marinos, no pudiendo ser instruidos en las naves, los fueron en las playas. La guerra pareció cristalizarse en largos años de lucha sin resultados notables, hasta que, en 241 a. de J.C., los romanos alcanzaron ante las islas Egadas una decisiva victoria naval que obligó a Cartago a aceptar la paz.

Abandonó Sicilia y se comprometió a pagar una fuerte indemnización. Roma ocupó Córcega y Cerdeña, aprovechándose de la rebelión de los mercenarios cartagineses.

Mientras tanto, habiendo franqueado los Apeninos las bandas galas, fue proclamada una movilización general, y los invasores fueron aplastados en el cabo Telamón (255 a. de J.C.). Esta vez los romanos se propusieron resolver definitivamente el problema galo: Ocuparon la llanura del Po (Galia Cisalpina), donde instalaron colonias. Desde los Alpes hasta Sicilia, Italia era romana.

Cartago se vio obligado a reprimir una terrible revuelta de sus mercenarios, a los que no había pagado. Amílcar Barca dirigió la "guerra implacable" que provocó crueldades y represiones increíbles. Después preparó el desquite contra Roma conquistando el sur de la Península Ibérica, donde será fundada por Asdrúbal Cartago Nova (la actual Cartagena).

El país, rico en minas y muy poblado, serviría de base para empresas contra Roma. Amílcar murió cerca de Alicante en el año 229 a. de J.C., siendo sucedido por su yerno Asdrúbal, quien, asesinado en 221 a. de J.C., dejó el mando a su cuñado, hijo de Amílcar: Aníbal.

Dos años después, Roma reprochaba a Cartago haber violado los acuerdos sobre sus respectivas "zonas de influencia", conquistando Sagunto, en Hispania. Comenzaba así la guerra a muerte.



--------------------ANÍBAL EN LOS ALPES--------------------


ELEFANTES EN LOS ALPES


Aníbal tenía 25 años, los que le hacía tan joven como Alejandro. Tenía, como éste, el genio de la guerra. De cultura griega, había estudiado a los estrategas helenistas. Tito Livio diría de él:

No existía general en el que los soldados tuvieran mayor confianza y que les infundiera mayor ardor. Tenía la mayor audacia para afrontar cualquier peligro: El cansancio no era capaz de abatir su cuerpo ni de doblegar su ánimo.


Quería golpear a Roma en el corazón mismo de su poderío, y renovar de manera duradera la efímera empresa de los galos. Partiendo en 218 a. de J.C., atravesó Hispania, conquistando para Cartago la parte septentrional, y penetró en las Galias.

Su ejército estaba compuesto por 90.000 infantes, 12.000 jinetes y un centenar de elefantes.

En septiembre, los cartagineses atacaron los Alpes. Antes, habían tratado de atraerse a los celtas para que le indicasen los pasos más accesibles a los enormes animales.

Pero los indígenas no se dejaron convencer fácilmente, y los cartaginenses se encontraron solos ante aquella terrible prueba: Durante los 17 días de la travesía, la mitad de los hombres y de los animales murieron por causa del frío.

Cuando llegaron a la llanura del Po, los galos, maltrechos por la reciente conquista romana, les ayudaron y les proporcionaron 10.000 hombres.

Asustado, el Senado romano preparó un inmenso ejército, cuyo mando confió a Escipión, el primero de los que habían de dar gloria a esta ilustre familia.

Los cartagineses vencieron en Tesino y Trebia, y liberaron los Apeninos; a Aníbal no le quedaba más que un solo elefante, sus soldados habían quedado reducidos a algunos millares, y él había perdido un ojo en combate; pero su genio compensaba las pérdidas.



---------------------TRASIMENO Y CANNAS---------------------


PUNOS EN ITALIA


Gracias a un sutil juego de maniobras, Aníbal atrajo a un segundo ejército romano a las orillas del lago Trasimeno (217 a. de J.C.). La derrota de las legiones, en las que por primera vez militaban esclavos, fue tan completa que casi ningún soldado se salvó, y su jefe, el cónsul Flaminio, estuvo entre los caídos.

Roma fue víctima del pánico, pero, como siempre, volvió a encontrar en el peligro las razones para sacar fuerzas de flaqueza. Nombró un dictador, Quinto Fabio Máximo, que pasó a la historia con el nombre de Cunctator (el Contemporizador). Este evitó hábilmente las batallas en campo abierto, debilitando al adversario con continuas escaramuzas.

Pero los caprichos de la política romana condujeron a la sustitución de Fabio por Varrón, un plebeyo demagogo que, para satisfacer a sus electores, buscó un éxito rápido. Su ejército, cuatro veces superior en número al del general cartaginés, atacó a éste en Cannas.

Pero Aníbal, con un golpe maestro de estrategia militar (fingió ceder en el centro, atrayendo a los romanos entre sus dos alas reforzadas que se cerraron sobre ellos como un cepo), logró una nueva victoria: 45.000 romanos resultaron muertos y 20.000 fueron hechos prisioneros. Varrón, huyendo de la muerte, pidió indulgencia al pueblo romano (216 a. de J.C.).

La urbe parecía condenada, y una parte de Italia se sublevó. Siracusa volvió a aliarse con Cartago.

En Hispania, Escipión resistió; Aníbal negoció con Filipo de Macedonia, decidido a intervenir para expulsar a los romanos de Iliria, donde fijaron un protectorado en el 229 a. de J.C.



----------------------VICTORIA ROMANA----------------------


LA UNIÓN SAGRADA


En Roma, todos los partidos se unieron ante el peligro; los tribunos de la plebe presidían los comicios en ausencia de los cónsules y de los pretores. Fueron formadas 23 legiones, aumentadas con aliados fieles, mercenarios y esclavos, hasta un total de 200.000 hombres.

Aníbal no se atrevió a atacar la ciudad, por falta de material de asedio. Sin duda, contaba con una insurrección general en Italia. Capua se entregó a él con sus riquezas, e igualmente todas las ciudades del sur. Reconquistada, Capua fue duramente castigada por los romanos (210 a. de J.C.).

Se combatió en todos los frentes: En Siracura, donde Arquímedes hizo prodigios con sus máquinas y sus espejos solares que incendiaban las naves a distancia (pero la ciudad cayó en manos de los romanos en 211 a. de J.C. y Arquímedes fue muerto por un soldado).

En Hispania, donde los dos hermanos Escipión fueron mantenidos en jaque y después muertos por el hermano de Aníbal, Asdrúbal (211 a. de J.C.); en Grecia, donde la flota romana contuvo a los macedonios gracias al apoyo de Esparta, de los etolios y de Pérgamo.

El joven Publio Cornelio Escipión, que había sucedido a su padre y a su tío, se apoderó de Cartagena (209 a. de J.C.), pero no pudo impedir que Asdrúbal se uniera a Aníbal en Italia, aunque allí fue derrotado en Metauro en 207 a. de J.C.

El cónsul Claudio Nerón hizo arrojar la cabeza de Asdrúbal al campamento de su hermano.

Finalmente, Escipión desembarcó en Africa y obtuvo la alianza del rey númida Masinisa, y en el año 202 a. de J.C., en Zama, Escipión venció a Aníbal que había sido llamado de Italia.

La paz fue dura: Cartago, que tuvo que desarmarse por tierra y por mar, pagar una enorme indemnización (10.000 talentos) y renunciar a sus posesiones exteriores se convirtió en un estado vasallo.

Pero Aníbal no se dio por vencido, siendo amenazado por sus compatriotas con ser entregado a los romanos, acabó por refugiarse en Siria. Roma era ahora dueña del Mediterráneo occidental.




--------------------DELENDA EST CARTAGO--------------------


EL FIN DEL IMPERIO CARTAGINÉS


En el momento mismo en que Corinto era aniquilada, Cartago sufría la misma suerte.

Catón, comprendiendo que ésta era siempre un peligro amenazador para Roma, convenció al Senado con sus discursos, que concluían siempre con el famoso "Delenda est Cartago" (Cartago ha de ser destruida), para emprender la tercera guerra púnica.

Para no romper los tratados de paz se encontró un pretexto: El rey de Numidia, Masinisa, no cesaba de ensanchar su territorio (la actual Argelia) a expensas de los cartagineses. Estos, exasperados, le declararon la guerra, y Roma los acusó de violar el tratado del 201 a. de J.C.

Cuatro legiones desembarcaron en Africa y los cartagineses se sometieron, pero, una vez que hubieron entregado las armas, los romanos ordenaron al pueblo que abandonaran la ciudad y que se retiraran al interior.

Reducido a la desesperación el pueblo se rebeló y optó por la guerra a ultranza; demolieron las casas, utilizaron las vigas para construir máquinas de guerra, las mujeres se cortaron los cabellos para hacer cuerdas (149 a. de J.C.).

El impulso fue tal que la ciudad resistió durante tres años. En el 146 a. de J.C., después de un terrible asalto, Cartago fue completamente destruida. Su territorio fue declarado maldito y formó la provincia de Africa, con Utica como capital.

Final en Hispania y la Galia
La codicia de los gobernadores provocó poco a poco una revuelta general en Hispania, donde un pastor, Viriato, jefe de la rebelión, resistió durante nueva años (147-139 a. de J.C.).

Viriato fue asesinado y la lucha final se desarrolló alrededor de Numancia, destruida después de un asedio atroz dirigido por Escipión Emiliano, el vencedor de Cartago (133 a. de J.C.).

La inestabilidad de los diferentes pueblos de la Península Ibérica indujo a los romanos a unir directamente la provincia a Italia.

Por otra parte, las legiones romanas, llamadas por Marsella contra los montañeses vecinos, ocuparon el sur de la Galia, fundaron Aix (125 a. de J.C.), y después se volvieron contra los alóbroges, apoyados por Bituito, rey de los arvernos, y por sus 200.000 soldados.

Cerca de Montelimar, sus hordas indiciplinadas fueron exterminadas y Roma situó puestos avazados desde Lyon a Tolosa.

En lo sucesivo, los romanos, que reinaban desde Asia Menor hasta el Atlántico (las famosas Columnas de Hércules), pudieron decir con orgullo "Mare Nostrum" (nuestro mar), refiriéndose al Mediterráneo.




--------------------GUERRAS MACEDÓNICAS--------------------


GUERRAS MACEDÓNICAS


Fueron necesarios tres siglos para que la pequeña ciudad del Lacio se convirtiera en la capital de Occidente.

Pero será irresistiblemente arrastrada hacia Oriente, no como consecuencia de un plan idealista sistemáticamente concebido -el pueblo estaba cansado de guerras interminables-, sino con una seria de campañas preventivas que pusieron de manifiesto la debilidad de las monarquías helenísticas.

Además, la aristocracia había tomado gusto al éxito, a los enormes botines, mientras que los plebeyos, los "hombres nuevos", veían en las nuevas conquistas la oportunidad de enriquecerse y de traspasar sus límites.

El primer enemigo era Filipo V de Macedonia, que había apoyado a Aníbal. Filipo gobernaba sobre una Grecia indócil, convulsionada por luchas sociales. En el año 200 a. de J.C., el Senado le declaró la guerra.

Después de dos años de lucha incierta, el cónsul Flaminio, que se había erigido en libertador de los griegos, logró vencer en Cinocéfalos, en Tesalia (197 a. de J.C.). La legión superó a la falange, demasiado pesada.

Roma proclamó solemnemente en Corinto la independencia de las ciudades griegas, que se desbordaron de entusiasmo. Después la llegó el turno al rey de Siria, Antíoco III, que había acogido a Aníbal; quiso dominar el Egipto de los Tolomeos e intrigó en Grecia contra Roma, Rodas y Pérgamo.

Por fin, se aprestó a entregar a Aníbal. Este buscó refugio junto a Prusias, rey de Bitinia, en la costa del mar Negro, pero los romanos, implacables, le persiguieron, y el héroe que había hecho temblar a sus enemigos, se envenenó (183 a. de J.C.).

Sin embargo, la amistad entre Grecia y Roma había terminado. La anarquía de sus ciudades, sus agitaciones, su decadencia irritaron a los romanos, y Catón el Censor destacó la perniciosa influencia de los griegos degenerados.

Estos comprendieron que su independencia era en realidad una tutela, porque los comisarios del Senado romano intervenían en todas partes. Roma apoyaba a los ricos, mientras que los pobres volvían sus esperanzas hacia el rey de Macedonia.



------------------LA CONQUISTA DE ORIENTE------------------


HACIA EL LEJANO ORIENTE


En el año 179 a. de J.C., el hijo de Filipo V, Perseo, subió al trono ávido de venganza. Pérgamo dio la señal de alarma a Roma, que, esta vez, no se contentó con una simple intervención.

Después de numerosos fracasos, el cónsul Paulo Emilio venció a Perseo en Pidna (168 a. de J.C.). El rey desfilará en el cortejo triunfal del vencedor y morirá en prisión dos años después. Macedonia quedó desmembrada en cuatro partes.

En Epiro, que se había sublevado, los romanos desencadenaron la represión y vendieron a 150.000 hombres como esclavos. El terror reinó en Grecia, que tuvo que entregar rehenes. El rey de Pérgamo, que se había vuelto sospechoso, fue humillado, como Prusias de Bitinia, que fue a Roma a someterse con la cabeza rapada.

Antíoco de Siria invadió Egipto, pero recibió la orden de abandonar el país. Como pidió tiempo para reflexionar, el pretor Popilio trazó un círculo a su alrededor exigiéndole que le diera una respuesta antes de matarlo.

Antíoco se inclinó, diciendo: "Haré lo que quiera el pueblo romano". Grecia había quedado destruida: Oro, estatuas, cuadros, vasos de plata, un botín fantástico acompañó el triunfo de Paulo Emilio, cuyo desfile duró tres días.

Sin embargo, no se produjo ninguna anexión. El Senado parecía temer aún el nuevo poder de los generales y de los financieros, la influencias nefastas de Oriente.

Aquellos viejos conservadores temían lo desconocido, la corrupción, la costumbre de saqueo de los ejércitos. Catón clamó contra el lujo y los cultos orientales. Por otra parte, Roma estaba comprometida en la obra de pacificación a llevar a cabo en Occidente.

Hacía falta enviar legiones contra los celtas de la llanura del Po, contra los ligures de los Apeninos que fueron deportados en masa, y surgieron nuevas colonias: Bolonia, Parma, Módena, Lucca. En Córcega, en Cerdeña, en Hispania, se realizaron campañas contras las incesantes revueltas.

Pero, finalmente, la política se inclinó hacia Oriente y el helenismo. Los hombres de negocios estaban ávido de sacar partido de nuevas provincias, y el viejo Catón, vencido por el ambiente general, se dedicó a traficar con los esclavos.

Una sublevación de Macedonia (149 a. de J.C.) proporcionó un buen pretexto: El país se convirtió en provincia romana (148 a. de J.C.). Los griegos se rebelaron a su vez, pero fueron sometidos: Corinto fue incendiada, su territorio declarado maldito, y millares de hombres sufrieron la deportación.

Grecia fue incorporada a Macedonia en el año 146 a. de J.C. En el 133 a. de J.C., el rey de Pérgamo dejó en herencia su estado a Roma, que creó la provincia de Asia (126 a. de J.C.).



----------------Ascensión y caída de Cartago----------------


Los Magónidas


De 535 a 450 a. de J.C., una sola familia cartaginesa tuvo en sus manos el destino de la ciudad: la familia de los Magónidas.

La llegada de los griegos a Sicilia provocó un retroceso de los cartagineses, que compartieron la isla con los recién llegados.

Pero la verdadera rival de Cartago en el Mediterráneo fue Roma, que pretendía anexionarse Sicilia.

A raíz de un conflicto entre las ciudades de Mesina (apoyada por Roma) y Siracusa (apoyada por Cartago) estalló la primera guerra púnica (264-241 a de J.C.), seguida de la segunda (219-202 a. de J.C).

Delenda est Cartago. La frase de Catón se vio cumplida en el año 146; de la ciudad sólo quedaban ruinas.




------------------------La religión ------------------------


La influencia religiosa extranjera: Sincretismo púnico


Los cartagineses habían conservado algunos elementos fundamentales de la religión cananea.

Se han estudiado algunos de sus ritos, que son muy semejantes a los descritos en los textos religiosos de Ras-Shamra que se remontan al II milenio a. de J.C.

En los numerosos templos, llenos de exvotos, estelas, objetos culturales de oro, etc., los sacerdotes (kohen) y las sacerdotisas, cuyo traje consistía en un vestido de lino transparente, celebraban un culto que aún no conocemos bien.

Ignoramos si celebraban fiestas rituales, como en Fenicia; pero, en cambio, sabemos que los sacrificios tenían una tarifa (cosa que no es de extrañar de unos descendientes de los fenicios), que determinaba las aportaciones respectivas del sacerdote y del laico que ofrecía el sacrificio.

Los principales actos rituales eran:
- el holocausto (ofrenda completamente consumida por el fuego),
- el sacrificio expiatorio (muy parecido al de los hebreos) y
- la comunión.

Hay que citar aparte los sacrificios humanos, como, por ejemplo, la ofrenda del primogénito, de origen cananeo: Los niños, ofrecidos a Baal, eran quemados, y sus cenizas conservadas en urnas que se han encontrado en extensos cementerios.

Principales divinidades cartaginesas
- Tanit es la Gran Diosa (en fenicio, Elat; Tanit es nombre de origen africano). Forma, indiscutiblemente, junto con Baal Hamón, la cabeza del panteón cartaginés.

- Baal Hamón, equivalente masculino de Tanit. Los griegos lo identifican con Zeus.

Es un dios de carácter solar, que los romanos adoraron más tarde con el nombre de Saturno (especialmente en Dugga, cerca de Constantina). Los primogénitos de Cartago se inmolaban a Baal Hamón.

- Eshmún: Su templo estaba situado en una colina de la ciudad (Byrsa). Los antiguos lo identificaron después con Esculapio.

- Melkart, era el Gran Dios tirio (Baal Melkart), identificado más tarde, por ciertas tradiciones, con Herakles.

También, la mayoría de los dioses fenicios, ( Astarté, Safon, etc.) eran adorados por los cartagineses.




---------------------Las instituciones---------------------


Las instituciones


Desconocemos los aspectos primitivos de las mismas.

Desde el siglo IV a. de J.C. existen en Cartago dos asambleas (un Senado , de 300 miembros, y un Consejo, compuesto por senadores) y dos magistrados supremos elegidos cada año (los sufetes).

A los generales los elige la asamblea de ciudadanos (distinta del Senado), que zanja eventualmente los desacuerdos que pudiera haber entre el Senado y los sufetes. Los autores antiguos admiraban esta constitución y la comparaban con la de Esparta.

La sociedad era muy abierta: Una sociedad de mercaderes y de navegantes, en la que las mujeres disfrutaban de los mismos derechos que los hombres y donde la monogamia era la norma matrimonial.

La población de Cartago, durante la tercera guerra púnica, llegó a centenares de miles de habitantes. No había exclusivismos frente a los extranjeros, que obtenían fácilmente la nacionalidad cartaginesa.

El régimen también era benigno para los esclavos (casamiento reconocido por la ley y posibilidad de manumisión).

La riqueza de la ciudad proviene de su actividad comercial. Exporta vino, cereales, aceite de oliva, púrpura y objetos manufacturados (ebanistería muy reputada, cerámica, tejidos bordados, perfumes, joyas, vajilla, amuletos).

Había hombres de negocios cartagineses en todos los puertos del Mediterráneo; estaban encargados de todas las transacciones comerciales.

La prosperidad de Cartago era tal que apenas exigían impuestos (sólo se cobraban en alguna circunstancia excepcional).

En cambio, los puertos controlados por los cartagineses exigían unos derechos enormes a los barcos extranjeros, hecho que también contribuía a enriquecer sus ciudades.




-------------El ejército Cartaginense (púnico)-------------


El ejército y la marina


El ejército púnico (cartaginense) hizo temblar a Roma.

Se componía de una infantería ligera, armada de espadas cortas y de hondas (bolas de barro cocido); una caballería, muy bien instruida por Aníbal, y montada en caballos pequeños (los actuales caballos árabes de Numidia).

Además contaba con carros de guerra, que en el siglo III a. de J.C. se reemplazaron por elefantes (un centenar en línea, arremetiendo contra el enemigo), y una artillería provista de catapultas y de balas de hierro.

La flota púnica, heredera de la flota fenicia, estaba compuesta de millares de barcos pertenecientes a armadores y transformables en navíos de guerra (o en transportes de tropas, si llegaba el caso).

Estos barcos iban propulsados a remo o a vela (popa levantada, proa terminada en un espolón que servía para perforar el casco de los navíos enemigos). La flota de guerra constaba de cien a doscientas galeras, propulsadas por dos o tres filas de remeros.

Los cartagineses del siglo IV a. de J.C. fueron los precursores de los grandes navegantes de los siglos XV y XVI.

Efectuaron dos grandes periplos. El primero, realizado por un tal Himilcón, que pasó el estrecho de Gibraltar y seguramente llegó hasta Irlanda, es poco conocido.

El segundo, inmortalizado en bronce en el templo de Baal, fue obra del rey Hannón (de la familia de los Magónidas), quien, después de establecer colonias púnicas en Marruecos, cruzó Gibraltar y bajó hacia el sur, hasta el golfo de Guinea.

Batalla de Palermo.




---------------------Las artes púnicas---------------------


Las artes púnicas


Poco sabemos de la arquitectura cartaginesa. Los autores antiguos, sin embargo, nos han recordado que los monumentos oficiales y los templos eran particularmente ricos y majestuosos.

La ornamentación, por lo que se deduce de algunos elementos que sobrevivieron a las destrucciones romanas y que han sido encontrados por los arqueólogos, no parece que fuera muy original.

Cuando los cartagineses no quemaban a sus muertos, los enterraban en unas cámaras funerarias bastante profundas, con el cuerpo envuelto en un sudario y colocado en un ataúd (sarcófago) de madera o, excepcionalmente, de piedra o de mármol.

Si no nos queda prácticamente nada de la arquitectura y de la escultura púnicas, los arqueólogos, en cambio, han descubierto más de un millar de cipos (pequeños ex-votos funerarios) y millares de estelas que llevan una inscripción dedicatoria o una ornamentación grabada. La ornamentación de las estelas tiene generalmente un signo simbólico llamado signo de Tanit y que tal vez fue tomado de los egipcios.

Entre los demás símbolos encontrados, figuran: el caduceo, el ídolo en forma de botella, el disco coronado por una media luna, el planeta Venus, etcétera. Algunas estelas llevan también dibujos animalísticos (animales de sacrificio) e incluso representaciones humanas.

Pero la cerámica cartaginesa es la artesanía mejor conocida de esta civilización. Su exportación era importante, y se han descubierto muestras de alfarería púnica por todo el Mediterráneo.

El barro cocido no sólo servía para hacer vasijas; se ha encontrado un gran número de pequeños recipientes para poner aceite en el que se mojaba una mecha (lámparas cartaginesas), estatuillas (de 10 a 20 cm de altura), que generalmente representaban siluetas femeninas y, finalmente, las máscaras, producción típicamente púnica y muy original.

Ignoramos cómo era el mobiliario cartaginés; pero las joyas (brazaletes, collares, colgantes, sortijas, etc.), así como la cristalería y los marfiles, son muy abundantes.


----------------------HISTORIA DE ROMA----------------------


SINTESIS HISTORICA DE ROMA


Virgilio, Tito Livio y Cicerón han contado la historia legendaria de la fundación de Roma.

Los albanos y la leyenda
Una vez terminada la guerra de Troya, Eneas, uno de los hijos de Príamo, llegado después de un largo periplo a la desembocadura del Tíber, se casa con Lavinia, hija del rey del Lacio, se alía con el corinto Evandro y funda la ciudad de Lavinium. Su hijo Ascanio, llamado también Iulo, funda la ciudad de Alba Longa, al pie de los montes Albanos.

Después de él se suceden dos reyes albanos. El último de ellos, Procas, era padre de dos hijos: Amulio y Numitor. Numitor, el mayor, sucedió a su padre; pero Amulio le destronó, usurpándole el trono y, para acabar con la descendencia de Numitor, convirtió a la hija de éste, Rhea-Silvia, en una vestal (las vestales estaban obligadas al celibato).

Sin embargo, el dios Marte (dios de los combates), enamorado de Silvia, se unió a ella y de esta unión nacieron dos gemelos: Rómulo y Remo.



-----------------------RÓMULO Y REMO-----------------------


RÓMULO Y REMO: LOS PRIMEROS REYES


Amulio mandó arrojar al Tíber a dos recién nacidos, Rómulo y Remo, fruto de la unión entre Marte y Silvia; pero el río, en crecida en aquel momento, los depositó en la orilla, donde fueron recogidos por una loba, que los amamantó en la gruta de Lupercal.

Allí los recogieron Fáustulo y Larencia, una pareja de pastores que los crió en una cabaña. Llegados a la edad adulta, los dos gemelos dieron muerte a su tío Amulio, repusieron en el trono de Alba a su abuelo y decidieron fundar una ciudad en el monte Palatino.

Para saber quién sería el fundador, consultaron los presagios. Ganó Rómulo (que había visto doce buitres, mientras que su hermano sólo vio seis).

A causa de ello disputaron, y Rómulo mató a Remo (según otra tradición, Remo se burló de su hermano franqueando los límites de la ciudad futura, y Rómulo le mató, diciendo: "así perecerá todo aquel que franquee mis murallas").

El límite de la ciudad que había de dominar el mundo fue trazado por un arado arrastrado por una vaca blanca y un toro blanco.

Para poblar su ciudad, Rómulo abrió en el Capitolio un asilo sagrado, donde se refugiaban los esclavos, los fugitivos, etc., y organizó el rapto de las jóvenes sabinas durante una fiesta celebrada en honor del dios subterráneo Consus.

Después de una rápida guerra, Rómulo y el rey sabino Tito Tacio decidieron reinar juntos sobre sus dos pueblos reunidos.

Después, Tacio, moriría asesinado, y Rómulo, ahora único rey de Roma, desaparecería misteriosamente, arrebatado por una nube durante una revista militar. A partir de entonces, los romanos le veneraron como a un dios y le denominaron, en lo sucesivo, Quirino.

Los reyes de Roma
Después de Rómulo se sucedieron seis reyes: Numa Pompilio (de origen sabino), que organizó la religión aconsejado por la ninfa Egeria; Tulo Hostilio, que guerreó contra la ciudad de Alba Longa (combate entre los Horacios, por Roma, y los Curiacios, por Alba); y Anco Marcio, que construyó el puerto de Ostia y el famoso puente Sublicio, sobre el Tíber (puente enteramente de madera, y que sólo podía ser reparado con herramientas de madera).

Los tres reyes últimos son etruscos:
- Tarquino I, que importa a Roma las insignias de los magistrados etruscos y construye el templo de Júpiter Capitolino, un circo y una gran cloaca (la Cloaca Maxima);
- Servio Tulio, que rodea la ciudad de una muralla, la divide en cuatro barrios y reparte la población en cinco clases sociales, según su fortuna;
- Tarquino el Soberbio, que impone su tiranía al Lacio.

La violación de la romana Lucrecia por el hijo de Tarquino, desencadena una revolución encabezada por Lucio Junio Bruto, que acaba con la monarquía etrusca e instaura la República (510 a. de J.C.).



--------------------LA REPÚBLICA ROMANA--------------------


CAÍDA DE LOS REYES Y COMIENZOS DE LA REPÚBLICA (509-275 A. DE J.C.)


En el año 509 a. de J.C., Roma se libera del dominio de los etruscos, que marchan hacia la decadencia.

De aquí en adelante es una ciudad soberana, vinculada a su libertas, cuyo símbolo S.P.Q.R. (Senatus populusque romanus: el Senado y el pueblo romano), indica que el poder pertenece a los ciudadanos y no ya al detestado rey que la República ha suprimido.

En efecto, el fin de los Tarquinos, que trataban de apoyarse en el pueblo, significa la victoria de la clase rica, puesto que los patricios monopolizan las magistraturas y el Senado, y Roma conocerá en consecuencia sangrientas luchas sociales.

En el interior, después de haber expulsado a los Tarquinos, la república romana hace sus primeras armas.

El periodo se distingue por la oposición social, política y económica entre los patricios, herederos legítimos de los cultos indoeuropeos y que eran los únicos que tenían el privilegio de conversar directamente con Júpiter mediante la interpretación del lenguaje de los pájaros (auspicios), y los plebeyos, que tal vez descendían de las comunidades indígenas dominadas por los pastores indoeuropeos.

Los plebeyos, tras largas luchas políticas, consiguieron tener, en un principio, unos protectores oficiales: Los tribunos de la plebe (494-493 a. de J.C.).

Más tarde, una legislación escrita que concernía al derecho de propiedad (la Ley de las XII tablas y los decenviros, 451-449 a. de J.C.) y, finalmente, el derecho de acceder a las diferentes magistraturas y, en último lugar, al consulado (367 a. de J.C.).

La verdadera igualdad política no se obtuvo hasta 321 a. de J.C., después del desastre de Caudio, y la igualdad religiosa en el año 300 a. de J.C. (acceso de los plebeyos al sacerdocio). Los grandes hombres de este periodo fueron Cincinato, Decio y Camilo.

En el exterior, el ejército romano conquista la Península Itálica: poco a poco, los latinos (493 a. de J.C.), los etruscos (Camilo vence en Veyes, en 395 a. de J.C.), los samnitas, los ecuos y los volscos, son dominados.

Pero estas conquistas no se llevan a cabo sin derrotas. La guerra contra los montañeses samnitas duró 50 años y se caracterizó por el desastre de Caudio (las horcas caudinas, 321 a. de J.C.): Los romanos, vencidos, desarmados y desnudos, pasaron bajo el yugo (especie de puerta formada por una lanza atravesada sobre otras dos).

Finalmente, en 283-282 a. de J.C., las coaliciones del Lacio fueron vencidas definitivamente. La conquista de la Península Itálica central había sido precedida por una invasión gala (derrota del Allia, en 390 a. de J.C., y conquista de Roma por los galos).

El final de este periodo se caracteriza por la lucha contra Tarento, que tenía a sueldo a Pirro, rey del Epiro, vencedor en Heraklea (280 a. de J.C.) y en Ausculum (279 a. de J.C.).

Estas victorias, de las que Pirro salió más debilitado que los vencidos, no fueron decisivas, y el rey del Epiro, derrotado finalmente en Benevento (275 a. de J.C.), retornó a Grecia.




--------------------¡Ay de los vencidos!--------------------


Las guerras interiores: Afirmación peninsular


Inmediatamente después de su independencia, Roma no era más que una pequeña ciudad del Lacio, rodeada de vecinos indóciles.

En el año 494 a. de J.C., el dictador Postumio derrotó a los latinos en el lago Regilo, siéndoles impuesta una alianza.

Los etruscos seguían siendo peligrosos, pero los griegos de Cumas y los latinos los habían rechazado por tierra y por mar (con ayuda de Siracusa en el año 474 a. de J.C.) forzándoles a replegarse hacia Toscana. La potencia marítima de los etruscos había sido vencida.

Roma guerreó contra los volscos, en el sur del Lacio, y los equos, que procedían de los Apeninos. Luego acometió contra la fortaleza etrusca de Veyes, a veinte kilómetros de su ciudad.

Después de diez años de sitio, Camilo se apoderó de la plaza (395 a. de J.C.) dando a su patria el dominio de la Etruria Meridional.

Roma había de pasar, sin embargo, por una terrible prueba, la invasión de los galos. Procedentes de Europa Central, los celtas habían ocupado la Galia, Península Ibérica y el sur de Germania.

Alcanzaron su apogeo en la época llamada de "la Tène" (del nombre de una de sus localidades, situada en la orilla del lago Neuchâtel).

Armados de espada, escudo y casco puntiagudo, sometidos a un aristocracia guerrera, y amantes la belleza y el lujo, los celtas, federados en bandas conquistadoras, arrebataron a los etruscos la llanura del Po, y atravesaron los Apeninos y la débil Etruria.

Pronto se encontraron a las puertas de Roma. Espantosos de contemplar, pintados de rojo, encogiendo de terror el corazón de sus enemigos con el grito salvaje que lanzaban antes de atacar, se precipitaron contra las legiones romanas (381 a. de J.C.). Estas huyeron en desorden y la población abandonó la ciudad.

Destruyendo y asesinando a los escasos habitantes que quedaban, los galos dejaron que los más aptos se refugiaran en el Capitolio. Pusieron sitio a la ciudadela y una noche intentaron apoderarse de ella por sorpresa; pero los gansos consagrados a Juno lanzaron tal clamor que los defensores se despertaron y rechazaron el ataque.

Sin embargo, transcurridos siete meses, los romanos tuvieron que pedir la paz. Breno, el jefe de los bárbaros, exigió entonces, para marcharse, una considerable cantidad de oro.

Pero habiendo impuesto, para pesar el metal precioso, una balanza falseada a su favor, colocó su espada sobre el platillo, pronunciando la famosa frase "Vae victis", ¡Ay de los vencidos!

Los invasores galos no seguían en sus conquistas ninguna línea estratégica; cargados de un pesado botín, se retiraban para ir a buscar fortuna a otro lugar, mientras una parte de ellos se establecía en la llanura del Po.

La epopeya céltica continuó en el siglo siguiente, con la invasión de Tracia y Macedonia. Delfos fue saqueada en 279 a. de J.C.

Sus bandas llegaron incluso a devastar el Asia Menor, donde los fieros guerreros de piel blanca, los gálatas, formaron un reino independiente.




----------------------GUERRAS SAMNITAS----------------------


LAS GUERRAS SAMNITAS


El héroe que habían salvado el Capitolio, Marco Manlio, demasiado favorable a los campesinos pobres, irritó a los patricios, que le acusaron de aspirar a la tiranía y le condenaron a ser arrojado desde lo alto de una roca: La Roca Tarpeya que estaba cerca del Capitolio.

La ciudad se había recuperado y había reconstruido nuevas casas sobre sus ruinas, y, como si la prueba la hubiera fortalecido, comenzó de nuevo su lenta expansión. En el año 338 a. de J.C., los latinos sublevados fueron definitivamente sometidos y su liga disuelta. Los colonos romanos serían sus vigilantes.

Aprovechándose de las consecuencias de la invasión céltica, que había debilitado también a Etruria, Roma llevó a cabo la conquista del país. Cerveteri, Tarquinia, Arezzo, Vulci, Volsinias se rindieron una tras otra (de 300 a 265 a. de J.C.).

Al mismo tiempo, los romanos, cada vez más ambiciosos y ávidos de conquistas, invadieron la Campania, donde chocaron con los rudos montañeses samnitas que habían ocupado la llanura. Fueron necesarias tres guerras para triunfar. en 321 a. de J.C., las legiones romanas, cercadas junto al desfiladero de las Horcas Caudinas, tuvieron que rendirse y desfilar bajo el humillante yugo.

Los encarnizados y oscuros combates (Alejandro había muerto poco después de su prodigiosa aventura), concluyeron con la victoria de Roma en Sentino (295 a. de J.C.) sobre una coalición de samnitas, galos y etruscos.

Los fanáticos montañeses de la "legión del lino" se dejaron matar. Roma había llegado al Adriático y dominaba toda la Italia central. Entonces se volvió hacia el sur, que estaba repartido entre las ciudades griegas.




----------------------Guerras pírricas----------------------


Los elefantes de Pirro


Desde hacía un siglo, griegos y cartagineses se enfrentaban en Sicilia. Dionisio, tirano de Siracusa, había resistido a Cartago. Tarento estaba amenazada por la presión de los pueblos de Apulia.

Envidiosas de su riqueza, las ciudades griegas del sur aceptaron la alianza romana. Todas las fuerzas de Grecia habían sido dirigidas hacia Oriente como consecuencia de la expedición de Alejandro Magno, y no podían acudir en ayuda de las ciudades hermanas de Italia.

Tarento quiso resistir. Era una gran metrópoli, orgullosa de su industria, de su comercio y de su arte. Para defenderse, apeló a Pirro, rey de Epiro, un príncipe montañés embebido por la Ilíada, que, por su sangre macedónica, soñaba con renovar las hazañas de Alejandro.

Pirro desembarcó en el año 280 a. de J.C. y combatió contra los romanos, que por primera vez se encontraron frente a una formidable máquina de guerra: Los elefantes. Estos, cargando contra las legiones, las pusieron en fuga.

Al año siguiente, el rey de Epiro alcanzó una nueva victoria, pero por dos veces, a pesar del triunfo, sufrió gravísimas pérdidas y, aunque sabía vencer al enemigo, no sabía sacar después una ventaja inmediata.

Roma recibió entonces una ayuda inesperada: Cartago quería apoderarse de Siracusa, y la ciudad siciliana recurrió a Pirro, que marchó contra los cartagineses, volviendo después a Italia.

Pero esta vez los romanos, habiéndose acostumbrado a los elefantes, aplastaron al ejército del rey de Epiro, en Benevento, en el año 275 a. de J.C.

Pirro, lleno de amargura, volvió a partir para Grecia, donde encontró la muertes tres años después, en Argos, en circunstancias oscuras. Antes de abandonar Sicilia había dicho: "¡Qué hermoso campo de batalla dejamos a los cartagineses y a los romanos!"

Tarento se rindió en el año 272 a. de J.C. Roma reinaba ya en la Italia meridional: Sicilia estaba muy cerca. Hasta aquel momento, Roma y Cartago habían mantenido buenas relaciones, confirmadas por cuatro tratados de alianza. Pero los aliados iban a transformarse ahora en enemigos implacables.




----------------EXPANSION Y GUERRAS PUNICAS----------------


LA CONQUISTA DEL MEDITERRANEO (260-120 a. de J.C.)


La política exterior y el éxito de las legiones romanas dominan esta época, particularmente caracterizada por las guerras contra Cartago (las tres guerras púnicas).

La primera guerra púnica empieza en 264 a. de J.C.. Su causa es la rivalidad que enfrenta en Sicilia a Roma y Cartago.

Las victorias navales de Miles (264 a. de J.C.) y de las islas Egates (241 a. de J.C.), proporcionan a los romanos el dominio de dicha isla, a pesar de los éxitos cartagineses en tierra firme, debidos al genio militar de Amílcar Barca (hacia 247 a. de J.C.).

En 238 a. de J.C., Roma se hace dueña de Cerdeña y Córcega. La segunda guerra púnica empieza en 219 a. de J.C. Fue buscada por el cartaginés Aníbal, uno de los más grandes capitanes de la Antigüedad.

Este, partiendo de Hispania, atravesó los Pirineos y los Alpes con un ejército temible (80.000 infantes, los jinetes númidas -Numidia es la actual Argelia- y 37 elefantes), e infligió a Roma una serie de aplastantes derrotas:
- en las riberas del Trebia (afluente del Po), en 218;
- cerca del lago Trasimeno, en 217 a. de J.C. (contra Flaminio),
- finalmente, en Cannas (Apulia), el 2 de agosto de 216 a. de J.C. (contra Varrón y Paulo Emilio). En seguida, reconquistó Sicilia, y tomó Capua en 210 a. de J.C.

Pero Roma salió al fin victoriosa de esta "guerra inexpiable" gracias a las maniobras de desgaste dirigidas por el cónsul Fabio Cunctátor (Fabio el Contemporizador). Sicilia fue reconquistada en 210-205 a. de J.C. (muerte de Arquímedes en el sitio de Siracusa, en 212 a. de J.C.).

Los hermanos Escipión acosaron a los cartagineses en Hispania y el hijo de uno de ellos, Publio Cornelio Escipión, de sólo veinticuatro años de edad, reconquistó la Hispania del sur (Andalucía) y, después de la victoria de Metauro (207 a. de J.C.), obtenida por los cónsules romanos, llegó a Africa en 204 a. de J.C..

Aliado con el númida Masinisa, Escipión el Africano aplastó a Aníbal en la batalla de Zama, en 202 a. de J.C.: Cartago se convirtió en vasallo de Roma.

La tercera guerra púnica fue desencadenada, en 149 a. de J.C., por Catón, obsesionado por su odio a Cartago (acababa todos sus discursos con la misma frase: Delenda est Carthago: "Cartago debe ser destruida").

Pretextando una violación del tratado de 201 a. de J.C., los romanos desembarcaron en Africa al mando de Escipión Emiliano (no hay que confundirlo con el vencedor de Zama), hijo de Paulo Emilio. Después de un asedio que duró tres años, Cartago cayó, en 146 a. de J.C., en manos de los romanos.

Fue completamente arrasada, y sus habitantes, asesinados o desterrados. Paralelamente, los romanos acabaron la conquista de Hispania (Escipión Emiliano aniquiló la última resistencia en Numancia, en 133 a. de J.C.) y, traspasando los Pirineos, se instalaron en Provenza.

La conquista romana también se llevó a cabo hacia el este: ocupación de Macedonia (Filipo V de Macedonia fue derrotado en Cinoscéfalos, en 197 a. de J.C., y Perseo en Pidna, en 168 a. de J.C., y se conquistó definitivamente el país en 148 a. de J.C.). Luego, Grecia entera y, el reino asiático de Pérgamo (129 a. de J.C.), cayeron también en manos de las legiones romanas.

Consecuencias de estas conquistas
La Roma victoriosa imita a la Grecia vencida (nacimiento de la literatura latina). Por otra parte, los pequeños propietarios -la clase media romana-, arruinados y diezmados, desaparecen. Sólo quedan en Roma ricos y pobres.

Los Gracos (Tiberio y Cayo Graco, que ocupan el poder de 133 a 121 a. de J.C.) intentan en vano establecer una ley agraria para reconstituir la clase social de los pequeños agricultores, indispensable para el equilibrio político de la república.

Pero, asesinados ambos, su intento de establecer una república popular en Roma, fracasa.




-------------------PRIMERA GUERRA PÚNICA-------------------


LAS GUERRAS EXTERIORES


La guerra, llamada púnica porque los latinos denominaban "puni" a los cartagineses, estalló cuando los romanos, habiendo desembarcado en Sicilia, se apoderaron de Mesina y amenazaron a las demás ciudades griegas, Siracura y Agrigento, que solicitaron la ayuda de Cartago, su tradicional enemiga.

En el año 262 a. de J.C., Hierón, tirano de Siracusa, negoció con Roma, y Agrigento fue conquistada después de un largo asedio (262 a. de J.C.), entregando un riquísimo botín. En aquel momento, Cartago parecía invencible debido a su dominio en el mar.

En sesenta días, los arsenales de Campania construyeron una flota de guerra de 150 quinquerremes (con cinco filas de remeros) y 20 trirremes, bajo la dirección de los siracusanos, que enseñaron a los romanos cómo abordar las naves enemigas mediante "ganchos".

En el año 260 a. de J.C., el cónsul Duilio alcanzó ante Milas la primera victoria naval de la historia de Roma; las proas de los navíos apresados adornaron la llamada Columna rostral del Foro. Los romanos quisieron entonces llevar la guerra a Africa, y el cónsul Régulo desembarcó en el cabo Bon.

Pero Cartago ocupaba una posición inexpugnable y el ejército cartaginés, confiado a un espartano, Jantipo, derrotó a las legiones, haciendo prisionero a Régulo y a 5.000 de sus hombre (255 a. de J.C.).

Para colmo de desgracias, la flota romana, sorprendida por una tempestad, sufrió un desastre sin precedentes: Las naves naufragaron y miles de hombres murieron ahogados. La urbe demostró una vez más aquello de lo que era capaz ante la adversidad, reconstruyendo en tres meses su marina y su tripulación.

Los marinos, no pudiendo ser instruidos en las naves, los fueron en las playas. La guerra pareció cristalizarse en largos años de lucha sin resultados notables, hasta que, en 241 a. de J.C., los romanos alcanzaron ante las islas Egadas una decisiva victoria naval que obligó a Cartago a aceptar la paz.

Abandonó Sicilia y se comprometió a pagar una fuerte indemnización. Roma ocupó Córcega y Cerdeña, aprovechándose de la rebelión de los mercenarios cartagineses.

Mientras tanto, habiendo franqueado los Apeninos las bandas galas, fue proclamada una movilización general, y los invasores fueron aplastados en el cabo Telamón (255 a. de J.C.). Esta vez los romanos se propusieron resolver definitivamente el problema galo: Ocuparon la llanura del Po (Galia Cisalpina), donde instalaron colonias. Desde los Alpes hasta Sicilia, Italia era romana.

Cartago se vio obligado a reprimir una terrible revuelta de sus mercenarios, a los que no había pagado. Amílcar Barca dirigió la "guerra implacable" que provocó crueldades y represiones increíbles. Después preparó el desquite contra Roma conquistando el sur de la Península Ibérica, donde será fundada por Asdrúbal Cartago Nova (la actual Cartagena).

El país, rico en minas y muy poblado, serviría de base para empresas contra Roma. Amílcar murió cerca de Alicante en el año 229 a. de J.C., siendo sucedido por su yerno Asdrúbal, quien, asesinado en 221 a. de J.C., dejó el mando a su cuñado, hijo de Amílcar: Aníbal.

Dos años después, Roma reprochaba a Cartago haber violado los acuerdos sobre sus respectivas "zonas de influencia", conquistando Sagunto, en Hispania. Comenzaba así la guerra a muerte.



--------------------Aníbal en los Alpes--------------------


Elefantes en los Alpes


Aníbal tenía 25 años, los que le hacía tan joven como Alejandro. Tenía, como éste, el genio de la guerra. De cultura griega, había estudiado a los estrategas helenistas. Tito Livio diría de él:

No existía general en el que los soldados tuvieran mayor confianza y que les infundiera mayor ardor. Tenía la mayor audacia para afrontar cualquier peligro: El cansancio no era capaz de abatir su cuerpo ni de doblegar su ánimo.


Quería golpear a Roma en el corazón mismo de su poderío, y renovar de manera duradera la efímera empresa de los galos. Partiendo en 218 a. de J.C., atravesó Hispania, conquistando para Cartago la parte septentrional, y penetró en las Galias.

Su ejército estaba compuesto por 90.000 infantes, 12.000 jinetes y un centenar de elefantes.

En septiembre, los cartagineses atacaron los Alpes. Antes, habían tratado de atraerse a los celtas para que le indicasen los pasos más accesibles a los enormes animales.

Pero los indígenas no se dejaron convencer fácilmente, y los cartaginenses se encontraron solos ante aquella terrible prueba: Durante los 17 días de la travesía, la mitad de los hombres y de los animales murieron por causa del frío.

Cuando llegaron a la llanura del Po, los galos, maltrechos por la reciente conquista romana, les ayudaron y les proporcionaron 10.000 hombres.

Asustado, el Senado romano preparó un inmenso ejército, cuyo mando confió a Escipión, el primero de los que habían de dar gloria a esta ilustre familia.

Los cartagineses vencieron en Tesino y Trebia, y liberaron los Apeninos; a Aníbal no le quedaba más que un solo elefante, sus soldados habían quedado reducidos a algunos millares, y él había perdido un ojo en combate; pero su genio compensaba las pérdidas.



---------------------TRASIMENO Y CANNAS---------------------


PUNOS EN ITALIA


Gracias a un sutil juego de maniobras, Aníbal atrajo a un segundo ejército romano a las orillas del lago Trasimeno (217 a. de J.C.). La derrota de las legiones, en las que por primera vez militaban esclavos, fue tan completa que casi ningún soldado se salvó, y su jefe, el cónsul Flaminio, estuvo entre los caídos.

Roma fue víctima del pánico, pero, como siempre, volvió a encontrar en el peligro las razones para sacar fuerzas de flaqueza. Nombró un dictador, Quinto Fabio Máximo, que pasó a la historia con el nombre de Cunctator (el Contemporizador). Este evitó hábilmente las batallas en campo abierto, debilitando al adversario con continuas escaramuzas.

Pero los caprichos de la política romana condujeron a la sustitución de Fabio por Varrón, un plebeyo demagogo que, para satisfacer a sus electores, buscó un éxito rápido. Su ejército, cuatro veces superior en número al del general cartaginés, atacó a éste en Cannas.

Pero Aníbal, con un golpe maestro de estrategia militar (fingió ceder en el centro, atrayendo a los romanos entre sus dos alas reforzadas que se cerraron sobre ellos como un cepo), logró una nueva victoria: 45.000 romanos resultaron muertos y 20.000 fueron hechos prisioneros. Varrón, huyendo de la muerte, pidió indulgencia al pueblo romano (216 a. de J.C.).

La urbe parecía condenada, y una parte de Italia se sublevó. Siracusa volvió a aliarse con Cartago.

En Hispania, Escipión resistió; Aníbal negoció con Filipo de Macedonia, decidido a intervenir para expulsar a los romanos de Iliria, donde fijaron un protectorado en el 229 a. de J.C.




































----------------------Victoria romana----------------------


La Unión Sagrada


En Roma, todos los partidos se unieron ante el peligro; los tribunos de la plebe presidían los comicios en ausencia de los cónsules y de los pretores. Fueron formadas 23 legiones, aumentadas con aliados fieles, mercenarios y esclavos, hasta un total de 200.000 hombres.

Aníbal no se atrevió a atacar la ciudad, por falta de material de asedio. Sin duda, contaba con una insurrección general en Italia. Capua se entregó a él con sus riquezas, e igualmente todas las ciudades del sur. Reconquistada, Capua fue duramente castigada por los romanos (210 a. de J.C.).

Se combatió en todos los frentes: En Siracura, donde Arquímedes hizo prodigios con sus máquinas y sus espejos solares que incendiaban las naves a distancia (pero la ciudad cayó en manos de los romanos en 211 a. de J.C. y Arquímedes fue muerto por un soldado).

En Hispania, donde los dos hermanos Escipión fueron mantenidos en jaque y después muertos por el hermano de Aníbal, Asdrúbal (211 a. de J.C.); en Grecia, donde la flota romana contuvo a los macedonios gracias al apoyo de Esparta, de los etolios y de Pérgamo.

El joven Publio Cornelio Escipión, que había sucedido a su padre y a su tío, se apoderó de Cartagena (209 a. de J.C.), pero no pudo impedir que Asdrúbal se uniera a Aníbal en Italia, aunque allí fue derrotado en Metauro en 207 a. de J.C.

El cónsul Claudio Nerón hizo arrojar la cabeza de Asdrúbal al campamento de su hermano.

Finalmente, Escipión desembarcó en Africa y obtuvo la alianza del rey númida Masinisa, y en el año 202 a. de J.C., en Zama, Escipión venció a Aníbal que había sido llamado de Italia.

La paz fue dura: Cartago, que tuvo que desarmarse por tierra y por mar, pagar una enorme indemnización (10.000 talentos) y renunciar a sus posesiones exteriores se convirtió en un estado vasallo.

Pero Aníbal no se dio por vencido, siendo amenazado por sus compatriotas con ser entregado a los romanos, acabó por refugiarse en Siria. Roma era ahora dueña del Mediterráneo occidental.




--------------------Delenda est Cartago--------------------


El fin del imperio cartaginés


En el momento mismo en que Corinto era aniquilada, Cartago sufría la misma suerte.

Catón, comprendiendo que ésta era siempre un peligro amenazador para Roma, convenció al Senado con sus discursos, que concluían siempre con el famoso "Delenda est Cartago" (Cartago ha de ser destruida), para emprender la tercera guerra púnica.

Para no romper los tratados de paz se encontró un pretexto: El rey de Numidia, Masinisa, no cesaba de ensanchar su territorio (la actual Argelia) a expensas de los cartagineses. Estos, exasperados, le declararon la guerra, y Roma los acusó de violar el tratado del 201 a. de J.C.

Cuatro legiones desembarcaron en Africa y los cartagineses se sometieron, pero, una vez que hubieron entregado las armas, los romanos ordenaron al pueblo que abandonaran la ciudad y que se retiraran al interior.

Reducido a la desesperación el pueblo se rebeló y optó por la guerra a ultranza; demolieron las casas, utilizaron las vigas para construir máquinas de guerra, las mujeres se cortaron los cabellos para hacer cuerdas (149 a. de J.C.).

El impulso fue tal que la ciudad resistió durante tres años. En el 146 a. de J.C., después de un terrible asalto, Cartago fue completamente destruida. Su territorio fue declarado maldito y formó la provincia de Africa, con Utica como capital.

Final en Hispania y la Galia
La codicia de los gobernadores provocó poco a poco una revuelta general en Hispania, donde un pastor, Viriato, jefe de la rebelión, resistió durante nueva años (147-139 a. de J.C.).

Viriato fue asesinado y la lucha final se desarrolló alrededor de Numancia, destruida después de un asedio atroz dirigido por Escipión Emiliano, el vencedor de Cartago (133 a. de J.C.).

La inestabilidad de los diferentes pueblos de la Península Ibérica indujo a los romanos a unir directamente la provincia a Italia.

Por otra parte, las legiones romanas, llamadas por Marsella contra los montañeses vecinos, ocuparon el sur de la Galia, fundaron Aix (125 a. de J.C.), y después se volvieron contra los alóbroges, apoyados por Bituito, rey de los arvernos, y por sus 200.000 soldados.

Cerca de Montelimar, sus hordas indiciplinadas fueron exterminadas y Roma situó puestos avazados desde Lyon a Tolosa.

En lo sucesivo, los romanos, que reinaban desde Asia Menor hasta el Atlántico (las famosas Columnas de Hércules), pudieron decir con orgullo "Mare Nostrum" (nuestro mar), refiriéndose al Mediterráneo.




--------------------Guerras macedónicas--------------------


Guerras macedónicas


Fueron necesarios tres siglos para que la pequeña ciudad del Lacio se convirtiera en la capital de Occidente.

Pero será irresistiblemente arrastrada hacia Oriente, no como consecuencia de un plan idealista sistemáticamente concebido -el pueblo estaba cansado de guerras interminables-, sino con una seria de campañas preventivas que pusieron de manifiesto la debilidad de las monarquías helenísticas.

Además, la aristocracia había tomado gusto al éxito, a los enormes botines, mientras que los plebeyos, los "hombres nuevos", veían en las nuevas conquistas la oportunidad de enriquecerse y de traspasar sus límites.

El primer enemigo era Filipo V de Macedonia, que había apoyado a Aníbal. Filipo gobernaba sobre una Grecia indócil, convulsionada por luchas sociales. En el año 200 a. de J.C., el Senado le declaró la guerra.

Después de dos años de lucha incierta, el cónsul Flaminio, que se había erigido en libertador de los griegos, logró vencer en Cinocéfalos, en Tesalia (197 a. de J.C.). La legión superó a la falange, demasiado pesada.

Roma proclamó solemnemente en Corinto la independencia de las ciudades griegas, que se desbordaron de entusiasmo. Después la llegó el turno al rey de Siria, Antíoco III, que había acogido a Aníbal; quiso dominar el Egipto de los Tolomeos e intrigó en Grecia contra Roma, Rodas y Pérgamo.

Por fin, se aprestó a entregar a Aníbal. Este buscó refugio junto a Prusias, rey de Bitinia, en la costa del mar Negro, pero los romanos, implacables, le persiguieron, y el héroe que había hecho temblar a sus enemigos, se envenenó (183 a. de J.C.).

Sin embargo, la amistad entre Grecia y Roma había terminado. La anarquía de sus ciudades, sus agitaciones, su decadencia irritaron a los romanos, y Catón el Censor destacó la perniciosa influencia de los griegos degenerados.

Estos comprendieron que su independencia era en realidad una tutela, porque los comisarios del Senado romano intervenían en todas partes. Roma apoyaba a los ricos, mientras que los pobres volvían sus esperanzas hacia el rey de Macedonia.



------------------La conquista de Oriente------------------


Hacia el lejano Oriente


En el año 179 a. de J.C., el hijo de Filipo V, Perseo, subió al trono ávido de venganza. Pérgamo dio la señal de alarma a Roma, que, esta vez, no se contentó con una simple intervención.

Después de numerosos fracasos, el cónsul Paulo Emilio venció a Perseo en Pidna (168 a. de J.C.). El rey desfilará en el cortejo triunfal del vencedor y morirá en prisión dos años después. Macedonia quedó desmembrada en cuatro partes.

En Epiro, que se había sublevado, los romanos desencadenaron la represión y vendieron a 150.000 hombres como esclavos. El terror reinó en Grecia, que tuvo que entregar rehenes. El rey de Pérgamo, que se había vuelto sospechoso, fue humillado, como Prusias de Bitinia, que fue a Roma a someterse con la cabeza rapada.

Antíoco de Siria invadió Egipto, pero recibió la orden de abandonar el país. Como pidió tiempo para reflexionar, el pretor Popilio trazó un círculo a su alrededor exigiéndole que le diera una respuesta antes de matarlo.

Antíoco se inclinó, diciendo: "Haré lo que quiera el pueblo romano". Grecia había quedado destruida: Oro, estatuas, cuadros, vasos de plata, un botín fantástico acompañó el triunfo de Paulo Emilio, cuyo desfile duró tres días.

Sin embargo, no se produjo ninguna anexión. El Senado parecía temer aún el nuevo poder de los generales y de los financieros, la influencias nefastas de Oriente.

Aquellos viejos conservadores temían lo desconocido, la corrupción, la costumbre de saqueo de los ejércitos. Catón clamó contra el lujo y los cultos orientales. Por otra parte, Roma estaba comprometida en la obra de pacificación a llevar a cabo en Occidente.

Hacía falta enviar legiones contra los celtas de la llanura del Po, contra los ligures de los Apeninos que fueron deportados en masa, y surgieron nuevas colonias: Bolonia, Parma, Módena, Lucca. En Córcega, en Cerdeña, en Hispania, se realizaron campañas contras las incesantes revueltas.

Pero, finalmente, la política se inclinó hacia Oriente y el helenismo. Los hombres de negocios estaban ávido de sacar partido de nuevas provincias, y el viejo Catón, vencido por el ambiente general, se dedicó a traficar con los esclavos.

Una sublevación de Macedonia (149 a. de J.C.) proporcionó un buen pretexto: El país se convirtió en provincia romana (148 a. de J.C.). Los griegos se rebelaron a su vez, pero fueron sometidos: Corinto fue incendiada, su territorio declarado maldito, y millares de hombres sufrieron la deportación.

Grecia fue incorporada a Macedonia en el año 146 a. de J.C. En el 133 a. de J.C., el rey de Pérgamo dejó en herencia su estado a Roma, que creó la provincia de Asia (126 a. de J.C.).




-----------------------CRISIS CIVILES-----------------------


CRISIS Y GUERRAS CIVILES (120-27 a. de J.C.)


La situación política va a ser, durante un siglo, desastrosa.

En Roma se enfrentan dos partidos: El popular (apoyado muy frecuentemente por los caballeros o equites) y el senatorial, partidario de una política firme y nacionalista, dirigida por la aristocracia.

Esta rivalidad toma, en ciertos momentos, el aspecto de una verdadera guerra civil. Es la época de las conjuraciones, los complots, las proscripciones y las matanzas; sin duda, el período más desastroso de la república romana. ¡Y esto durará 100 años!

Por esta época aparece en el horizonte de Roma la estrella de Julio César. Aliado de Pompeyo y Craso (primer triunvirato, 60 a. de J.C.), pero alejado de los asuntos políticos porque está ocupado en la conquista de la Galia (68-51 a. de J.C.), la ambición de Julio César es la de reorganizar el Estado romano con la energía de un militar habituado al triunfo.

Vencedor de su antiguo compañero Pompeyo (Farsalia, 48; Tapso, 46, y Munda, 45 a. de J.C.), emprende la instauración de la monarquía en Roma. Pero es asesinado, en el año 44 a. de J.C., por sus adversarios.

La república queda acéfala: Antonio (principal general de César), Octavio (su sobrino) y Lépido forman entonces el segundo triunvirato (43 a. de J.C.) y se reparten este Imperio sin emperador que es el mundo romano:
- Lépido se hace olvidar en Africa;
- Antonio conquista Oriente, en donde cae bajo la influencia de la reina Cleopatra;
- Octavio se revela como un jefe hábil y firme a la cabeza de las legiones de Occidente, derrota a Antonio en Actium (31 a. de J.C.) y, ya único dueño del mundo romano, se convierte, en 27 a. de J.C., en emperador, en Augusto.

Con la instauración de esta nueva función (el principiat, y no la dignidad imperial), acaba el período republicano de la historia romana.




-------------------------LOS GRACOS-------------------------


EL DESCALABRO DE LOS GRACOS


Tiberio Graco
Elegido tribuno en 133 a. de J.C., un joven noble, Tiberio Graco, nieto por parte de madre de Escipión el Africano, quiso abrir una era de reformas.

El ager publicus, es decir, las tierras vueltas al dominio público después de ser confiscadas por el Estado romano conquistador, había sido ocupado, en contra de la ley, por grandes propietarios.

Tiberio Graco preparó un proyecto que limitaba a 12 hectáreas por persona las parcelas de ager publicus. Los acaparadores tenían que restituir el exceso, que sería repartido en parcelas de siete hectáreas y media, reservadas a los pobres.

De esta forma se reconstruiría una clase de pequeños propietarios, elemento seguro de estabilidad. Orador apasionado (hablaba de "aquellos que se llaman dueños del mundo y no poseen ni un terruño"), Tiberio hizo que la ley fuera aprobada.

Cargados de odio, los grandes propietarios terratenientes compraron a un tribuno, Octavio, el cual opuso su veto; Tiberio lo destituyó y al año siguiente Graco se hizo reelegir, lo que era contrario a la tradición, pero él estaba interesado en poner en práctica su generosa obra.

Los nobles lo acusaron de aspirar a la soberanía y, provocando un motín, lo mataron en el Capitolio. La ley no fue abolida, pero sus efectos quedaron muy limitados.

Cayo Graco
Diez años después, en el 123 a. de J.C., el hermano mayor de Tiberio, Cayo Graco, elegido a su vez tribuno, se propuso hacer triunfar la reforma. Aleccionado por la trágica experiencia de su hermano, quiso reforzar su posición y ampliar las alianzas:

- Suprimió a los senadores el derecho a tomar asiento en los tribunales encargados de juzgar asuntos de corrupción y delitos públicos, sustituyéndolos por representantes de la clase ecuestre.

- Enfrentando a las dos clases de ricos, las debilitó. Mediante la ley frumentaria, concedió a la plebe una cuota mensual de trigo a precio mínimo.

- Por último, volvió a proponer enérgicamente la división y la distribución de las tierras comunales usurpadas; nuevas colonias agrícolas iban a surgir en Italia y en las provincias.

Los adversarios de Cayo Graco utilizaron todos los métodos contra él, incluidos la demagogia y la superioridad de la ofertas en las ventas en pública subasta.

Cayo quería también -y el futuro le dio la razón- extender el derecho de ciudadanía (la igualdad de derechos) a todos los latinos e incluso a los itálicos; pero, prudentemente, se limitó a los latinos.

El partido conservador, especulando con el egoísmo de la plebe romana, hizo que le proyecto fuera rechazado. Cayo Graco tuvo que abandonar Roma para fundar él mismo una colonia cerca de Cartago.

Sus enemigos, teniendo el camino libre, lo acusaron de haber violado la interdicción que declaraba maldita esta tierra, y no fue reelegido tribuno. Cayo Graco defendió su obra, pero el Senado provocó un motín contra él.

Entonces se refugió en el Aventino, poco más allá del Tíber. Perseguido, hizo que un esclavo suyo lo matara en un bosque sagrado (121 a. de J.C.). En Roma tuvo lugar el exterminio del partido popular (3.000 partidarios fueron asesinados).

La reforma agraria fue progresivamente desmantelada. Sólo los caballeros conservaron los privilegios obtenidos. La violencia, el asesinato y la ilegalidad hicieron su entrada en la política romana.

Gracias a los desórdenes que continuaron enfrentando a los ricos contra los pobres, algunos ambiciosos, apoyándose en las fuerzas armadas, sintieron que su hora había llegado.



----------------------MARIO: EL ORDEN----------------------


MARIO Y LA REFORMA MILITAR


El Senado se vio desacreditado por una serie de reveses en Africa, donde un príncipe númida, Yugurta, había destronado al nieto de Masinisa, aliado de Roma. Yugurta hizo asesinar a unos comerciantes romanos y el Senado le declaró la guerra.

Arrogante y sagaz, Yugurta resistió victoriosamente, compró cómplices y hasta se atrevió a ir a Roma, de la que diría:

¡Ciudad venal, no te falta más que un comprador!

En el 109 a. de J.C. derrotó a una legión. El cónsul Metelo y su lugarteniente Mario consolidaron la situación, pero Mario no se contentó con este éxito.

Nacido en Arpino, en el Lacio, en el seno de una familia acomodada, había ingresado siendo muy joven en el ejército y, durante el sitio de Numancia, había ganado ascensos, medallas, y también cicatrices que le cubrían todo el cuerpo. Nombrado gobernador de la Hispania Ulterior, se casó a su regreso con una mujer de la familia patricia Julia, futura tía de Julio César, que nacería en el año 100 a. de J.C.

Siempre había estado protegido por el poderoso Metelo, quien le llevó a Africa como legado. Mario le pidió autorización para ir a Roma y proponer su candidatura al consulado. "Espera a que mi hijo tenga la edad", le respondió el orgulloso Metelo, afectado por las pretensiones de aquel "burgués" de origen modesto.

Pero Mario se hizo elegir por el partido popular (107 a. de J.C.) y obtuvo también el mando del ejército de Africa, a expensas de su protector.

Antes de partir, llevó a cabo una amplia reforma militar: Las legiones fueron abiertas a los proletarios, hasta entonces excluidos; el ejército de ciudadanos se transformaba así en un ejército profesional.

Mario mejoró también el armamento y la organización, dividiendo la legión en cohortes, unidades tácticas que agrupaban tres manípulos.

En dos años derrotó a Yugurta (105 a. de J.C.), que murió de hambre en la prisión Tuliana.

El triunfo de Mario fue acompañado por su reelección como cónsul; parecía el único capaz de salvar a Italia de una nueva y terrible amenaza: La invasión de los cimbros y de los teutones, germanos del Báltico que habían asolado la provincia romana de la Galia, aniquilando algunas legiones en Orange (105 a. de J.C.). La devastación de Hispania los disuadió, y se dividieron en dos bandos.

Mario los exterminó cerca de Aix (102 a. de J.C.) y de Vercelli, en la llanura del Po (101 a. de J.C. Aclamado como salvador, fue reelegido continuamente cónsul (por sexta vez en el año 100 a. de J.C.), uniéndose con los tribunos de la plebe, Saturnino y Glaucio, que se aprovecharon de su confianza y protección para aterrorizar a Roma, donde se sucedieron los levantamientos.

Por orden del Senado, Mario marchó contra sus aliados, que fueron dispersados en una sangrienta batalla. Pero, desprestigiado, sospechoso a los ojos de todos, Mario partió para Oriente.



------------------MARIO: GUERRAS SOCIALES------------------


LAS GUERRAS SOCIALES


Un nuevo drama puso a Roma en peligro: La rebelión de Italia.

Después de la conquista romana, las diversas ciudades y regiones de la península estaban sometidas con regímenes muy variados: Algunas (como el Lazio) gozaban de igualdad de derechos, pero la mayor parte formaba categorías inferiores, estando excluidas de la vida política, aunque sometidas a los impuestos y a las levas militares.

Los magistrados romanos se comportaban frecuentemente como tiranos locales con respecto a los "aliados" (socii, de donde el nombre de la guerra social). Estos estaban además excluidos de la distribución de las tierras después de la desmovilización de los ejércitos.

Un joven noble elegido tribuno, Livio Druso, reanudando el proyecto de Cayo Graco, propuso extender el derecho de ciudadanía a todos los itálicos.

Pero fue asesinado (91 a. de J.C.) y, al año siguiente, los estados aliados, exasperados, se sublevaron, pobres y ricos unidos, formando una confederación y emprendiendo una verdadera guerra de secesión: una guerra encarnizada (90-89 a. de J.C.), acompañada de exterminios, que causó más de 100.000 víctimas.

Mario fue llamado por el Senado, pero los mayores éxitos contra los insurrectos fueron alcanzados por su lugarteniente: Sila. Finalmente, el Senado, para romper la alianza de los adversarios, concedió gradualmente el derecho de ciudadanía a los itálicos leales primero, y después a los que deponían las armas.

Los samnitas fueron los últimos en rendirse. En el año 87 a. de J.C., toda Italia (que respecto de la actual acababa en la línea del río Rubicón) estaba unificada bajo el mismo derecho. Una vez más, la ceguera del Senado había costado cara.



----------------------------SILA----------------------------


SILA CONTRA MARIO


La paz interior era tanto más urgente cuanto que un enemigo amenazaba a Roma en Asia: El rey del Ponto, Mitrídates, coloso medio bárbaro y medio griego, que soñaba con dominar Oriente y Grecia.

Provisto de una gran flota y de un ejército impresionante, exterminó a los romanos de la provincia de Asia, invadió Grecia y ocupó Atenas (88 a. de J.C.).

El senado nombró jefe del ejército al aristócrata Sila. Lucio Cornelio Sila, procedente de una familia arruinada, era un hombre extraño, unas veces arrogante, otras veces servil, capaz de los peores excesos, cruel y vengativo.

Un griego lleno de ironía, dijo de él que se parecía a "una mora pasada por harina", con una tez roja llena de lunares blancos. De sus ojos azules emanaba una luz irresistible; era, además, culto y amante de las artes, revelándose también como un notable jefe militar: Frío, astuto, sumamente valiente y con un gran ascendiente sobre sus hombre.

Pero la agitación continuaba en Roma, donde la guerra civil había provocado la miseria y el alza de los precios. El partido popular alentó una serie de motines y, volviéndose de nuevo a Mario hizo que, mediante un plebiscito, dirigiera la guerra de Oriente.

Sila, que concentraba ya sus legiones en Campania, marchó sobre Roma, franqueó la muralla sagrada y derrotó a los agitadores entre grandes incendios. Mario huyó a Africa (88 a. de J.C.).

Entonces Sila pudo embarcarse, después de haber demostrado cómo se podía asegurar el poder con la ayuda de soldados leales.

Sometió a Grecia, donde fueron confiscadas numerosas obras de arte para enviarlas a Roma, y después se dirigió a Asia. Mitrídates tuvo que negociar, renunciando a Grecia pero conservando su reino (85 a. de J.C.).

¿Por qué se conformó Sila con una victoria incompleta? El hecho es que, en su ausencia, Mario había dado la vuelta a la situación, apoderándose nuevamente de Roma.

Unido al cónsul Cinna, futuro suegro de Julio César, ordenó terribles matanzas, entregando a sus enemigos a los verdugos con un simple gesto. Pero en el año 86 a. de J.C., Mario murió, dejando Italia a Cinna y a su hijo adoptivo.

Sila volvió con sus tropas (83 a. de J.C.) y en un año luchó contra el partido popular y contra los samnitas que todavía no estaban definitivamente sometidos desde la guerra social. En el año 82 a. de J.C., era el dueño de Roma, arrogándose la dictadura.

Se reanudaron de nuevo las matanzas, esta vez contra los demócratas. Los nombres de las víctimas fueron escritos en las listas de proscritos, cuyos bienes, confiscados, sirvieron para recompensar a los soldados, a los partidarios, y los delatores.

De esta forma, Sila distribuyó 120.000 parcelas de tierra. Se ha dicho repetidamente que el dictador había querido restablecer el antiguo régimen aristocrático, devolviendo toda su importancia al Senado y abatiendo a sus adversarios.

De hecho, lo que le preocupaba sobre todo era su poder absoluto. El Senado fue elevado a 600 miembros, 300 de los cuales eran "hombre nuevos" absolutamente afectos a Sila.

Los caballeros perdieron sus cargos judiciales y la percepción de los impuestos de Asia. Los tribunos de la plebe no tenían ya el derecho de veto ni el de proponer leyes.

La censura fue suprimida, así como las distribuciones gratuitas de trigo. Acuñando monedas con su nombre, adoptando el título religioso de Felix (feliz), organizando juegos circenses y adulando al pueblo, Sila se comportó como un monarca oriental. Pero, por razones poco conocidas, se retiró a la vida privada en el año 79 a. de J.C., y murió al año siguiente en Cuma.



--------------------POMPEYO Y ESPARTACO--------------------


ADVENIMIENTO DE POMPEYO. SERTORIO Y ESPARTACO


Noble, rico y valeroso, Pompeyo, antiguo lugarteniente de Sila, se alió hábilmente con el Senado para combatir a un cónsul demagogo, Lépido, que se había unido al partido popular restableciendo las distribuciones gratuitas de trigo.

Después de una breve guerra civil, Pompeyo (79 a. de J.C.) fue encargado de sofocar la revuelta de Sertorio, un compañero de Mario que había sublevado a Hispania poniéndose a la cabeza de los indígenas oprimidos, en los tiempos de Sila, y que parecía invencible con sus guerrillas.

Gracias a una traición (72 a. de J.C.), Pompeyo se libró de él, después de algunos años de guerra, y volvió a Italia para poner fin a la célebre revuelta de Espartaco.

En Capua, un centenar de esclavos de una escuela de gladiadores se habían evadido bajo el mando del tracio Espartaco, incitando a la rebelión a las hordas de esclavos del sur, prisioneros de guerra, terribles combatientes, cansados de la crueldad y de los malos tratos, consiguiendo reunir hasta 100.000 hombre, saqueando, incendiando las granjas y resistiendo a cinco ejércitos romanos.

Espartaco los condujo hacia el norte, donde, atravesando los Alpes, podrían convertirse en hombres libres. Pero ellos prefirieron (¡insensato sueño!) volverse contra Italia; por fin, las tropas de Marco Licinio Craso los aplastaron: 6.000 esclavos murieron crucificados a lo largo del camino que conducía de Capua a Roma. Pompeyo acabó con las últimas bandas que habían logrado huir (71 a. de J.C.).

Apoyándose en la plebe y estableciendo los derechos de los tribunos y de los caballeros ("equites"), los aspirantes a dictadores eran fatalmente arrastrados a romper la resistencia del Senado, que obstaculizaba su camino hacia el poder.

Por otra parte, los patricios estaban desacreditados en aquel momento a causa del grave escándalo de Verres, propretor de Sicilia, que había saqueado la isla como si se tratara de una tierra de conquista. Poniéndose del lado de las víctimas, Marco Tulio Cicerón defendió su causa con tanta elocuencia que Verres se exilió antes de la sentencia (70 a. de J.C.).




----------------------CRASO Y POMPEYO----------------------


CONSULADO DE CRASO Y POMPEYO: MITRÍDATES


Marco Licinio Craso era un antiguo protegido de Sila que había conquistado una gran fortuna gracias a las proscripciones y a un cuerpo de vigilantes reclutados entre los esclavos.

Con su colega Pompeyo tomó el sentido contrario de las reformas de Sila. Los dos cónsules ofrecieron al pueblo "pan y juego" (panem et circenses) para lograr el apoyo de las masas.

Lo mismo que los tribunos, los censores fueron repuestos en sus cargos. Los caballeros recuperan su puesto en los tribunales y, de nuevo, el encargo de la percepción de los impuestos de Sicilia y de Asía, así como sus asientos de honor en el teatro.

A favor de las guerras civiles, bandas de piratas habían formado flotas temibles que saqueaban los barcos de los comerciantes y las costas, llegando incluso en su atrevimiento a desembarcar cerca de Roma.

Pompeyo se hizo conceder poderes extraordinarios y con 500 naves y veinte legiones persiguió a los piratas, matando a millares de ellos y dispersando a los demás en las colonias (67-66 a. de J.C.).

Gran triunfador, no le fue difícil que le fuera asignado el mando de la segunda guerra contra Mitrídates. Los desórdenes de Italia habían envalentonado al rey del Ponto, que reanudó la guerra en el año 74 a. de J.C., aliándose con Sertorio, con los piratas y con Tigranes, rey de Armenia.

El procónsul Lúculo, penetrando hasta Armenia, lo había expulsado de la provincia de Asia (74-68 a. de J.C.). Pero Lúculo, honesto y austero, disminuyendo los impuestos y los tipos de interés, se había atraído la hostilidad de los caballeros y de los publicanos, y Pompeyo ocupó su lugar.

Mitrídates tuvo que huir y se hizo matar por un soldado en Crimea, después de haber probado en vano todos los venenos.

Tigranes tuvo que someterse y Pompeyo reorganizó el Oriente que, en los sucesivo, tuvo siete provincias: Asia, Ponto, Bitinia, Cilicia, Cirenaica y Creta, más una docena de protectorados entre los que estaban Galacia, Capadocia, Armenia, Cólquida y Decápolis de Judea, donde Pompeyo había tomado al asalto Jerusalén.

Cuando volvió a Italia (62 a. de J.C.), Pompeyo celebró un fantástico triunfo, y al año siguiente vistió la clámide (manto de gala) de Mitrídates. Pero durante su ausencia se habían producido graves acontecimientos y otro nombre se hacer oír: El de Julio César.




--------------------------CATILINA--------------------------


LA CONJURACIÓN DE CATILINA


En Roma se había formado un partido revolucionario que agrupaba a los miserables y a los descontentos y que pretendía reanudar los proyectos de los Gracos.

El partido estaba dirigido por un antiguo compañero de Sila, Catilina, "malvado y depravado" -dice Salustio- que reunía a su alrededor "como satélites a todos los hombres reos de maldades y de crímenes".

Para Catilina, la demagogia social era un medio para adueñarse del poder. Craso lo apoyó en la sombra, y habiendo sido descubierta una primera conspiración, hizo enterrar la tentativa.

Catilina presentó su candidatura al consulado en el año 63 a. de J.C., pero fue derrotado por Cicerón, que aparecía como dirigente del partido del orden. Después de un nuevo fracaso, al año siguiente Catilina proyectó asesinar a los cónsules, provocar incendios e imponerse por la fuerza.

Craso rompió las relaciones con él; Julio César, que había tenido cierta participación en la conjuración (también él apoyaba el partido popular) se retiró.

Cicerón abordó a Catilina en pleno Senado, lanzando su célebre frase: ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? Catilina huyó de Roma, sus cómplices fueron asesinados, y él murió en el curso de una batalla.

Cicerón se mostró orgulloso de haber salvado la República (62 a. de J.C.). durante estos acontecimientos, Pompeyo había llegado de Oriente. El Senado y Cicerón temían sus ambiciones; Pompeyo cometió el error de licenciar su ejército, y tuvo que esperar ocho meses para celebrar su triunfo.

Entonces se aproximó a Craso y a César para formar el "primer triunvirato".




------------------------JULIO CÉSAR------------------------


CAYO JULIO CÉSAR


Cayo Julio César, que tenía unos cuarenta años (había nacido en el año 101 a. de J.C., no era muy conocido. Pertenecía a una de la familias patricias más antiguas de Roma, que pretendía descender de Julos, hijo de Eneas.

Sus progenitores habían caído en la miseria y vivían en la Suburra, barrio popular y de mala fama. Su nacimiento fue difícil, habiéndose tenido que recurrir a la operación quirúrgica a la que dio nombre (cesárea).

Culto y elegante, llevaba una vida brillante, estando dotado igualmente de una inteligencia penetrante y de una memoria ilimitada.

Gran admirador de la literatura griega, se complacía en escribir tragedias y poesías. Sobrino de Mario, yerno de Cinna, había sido considerado sospechoso en los tiempos de Sila a causa de sus vinculaciones con el partido popular, habiéndose exiliado a Asia, donde fue hecho prisionero por los piratas.

Vuelto a Roma (77 a. de J.C.) contrajo deudas, y tuvo que esperar casi diez años para hacerse elegir cuestor y entrar en el Senado (68 a. de J.C.).

A los 30 años fue enviado a Hispania. En el año 65 a. de J.C. se convirtió en edil y pidió dinero a Craso para ofrecer al pueblo de Roma fiestas suntuosas; poco después salió elegido pontífice máximo.

Durante este período apoyó de incógnito a Catilina contra el Senado, que empezó a desconfiar de él. En el año 61 a. de J.C. volvió a la Península Ibérica, iniciándose como jefe militar y sofocando diversas revueltas.

El hombre frívolo y corrompido, cargado de deudas, se convirtió en un gran militar y un gran político. Aceptó la alianza de Pompeyo y de Craso (que le condonó las deudas), haciéndose elegir cónsul en 60-59 a. de J.C., poniendo en ridículo a su colega Bíbulo e imponiendo su voluntad. El pueblo, riendo, decía: "¡Es el consulado de Julio y de César!"

Le faltaba, sin embargo, la gloria militar, por lo que se hizo atribuir el proconsulado de la Galia Cisalpina y de la Narbonense. Antes de partir, casó a su hija Julia con Pompeyo en señal de amistad y se llevó consigo al hijo de Craso.

César había pensado combatir, en primer lugar, a los dacios en el Danubio, pero éstos se habían ido a saquear las costas del mar Negro.

Acontecimientos imprevistos vinieron a favorecerle: En la Galia, los secuanos del Jura habían llamado para luchar contra sus vecinos, los eduos del Morvan, a las bandas germánicas de Ariovisto.

Por otra parte los helvecios, amenazados por otros germanos, pidieron a Roma permiso para atravesar la Narbonense y establecerse en Aquitania. César se lo negó.

Intimidados, los helvecios quisieron pasar entonces al norte del Macizo Central, en territorio de los eduos. Estos eran "amigos del pueblo romano". César tenía un buen pretexto para intervenir en la Galia (año 59 a. de J.C.).



------------------JULIO CÉSAR Y LAS GALIAS------------------


LA CONQUISTA DE LAS GALIAS


Toda la parte mediterránea de la Galia, la Narbonense, era provincia romana desde hacía sesenta años. Comprendía el actual Languedoc, la Provenza y el valle del Ródano hasta Viennes.

Marsella, fundada en el siglo VII a. de J.C. por los griegos focenses, había difundido el helenismo por toda la región, y la romanización había sido rápida: Narbona, Aix, Orange, eran otras tantas ciudades romanas.

Más allá se extendía el país de los celtas, descrito por el mismo César en su obra La guerra de las Galias (De bello gallico).

Para conquistar aquel enorme territorio, César sólo disponía de seis legiones (apenas 30.000 hombres). En el año 58 a. de J.C., aniquiló a los helvecios en el Morvan, rechazando después a los germanos más allá del Rin, a Alsacia.

Tras invernar al pie del Jura, atacó a los belgas en el año 57 a. de J.C., y al año siguiente envió al hijo de Craso a someter a los vénetos de Armórica.

Hizo publicar en Roma los dos primeros libros de De bello gallico, lo que le valió quince días de fiestas religiosas.

Sin embargo, tuvo que reprimir una revuelta en el golfo de Morbihan; Aquitania fue a su vez sometida. Más tarde, César se aventuró fuera de la Galia franqueando el Rin sobre un puente construido en diez días, cerca de Bonn, entregándose al saqueo de las tierras de los germanos.

Después atravesó el canal de la Mancha, desembarcando en las costas de la isla de Bretaña, la actual Gran Bretaña. Al año siguiente volvió allí, con fuerzas más abundantes, avanzando hasta el Támesis (54 a. de J.C.).

Pero en la Galia estallaron nuevas revueltas, y las represiones de los romanos, atroces, obligaron a los jefes de las tribus celtas a unirse bajo la autoridad de un joven príncipe de los arvernos, Vercingetórix, guerrero procedente de la región montañosa de la Arvernia.

Vercingetórix había sido hasta entonces aliado de los romanos, habiendo servido seguramente en su ejército. Sin embargo, apelando al sentimiento nacional, apoyándose en la autoridad moral de los druidas, reunió un gran ejército y puso en práctica la táctica de quemar las tierras.

César, después de un encarnizado asedio, se apoderó de Avaricum (Bourges). Luego, quiso asestar el golpe decisivo tomando Gergovia, la capital de los arvernos (52 a. de J.C.), pero fue rechazado con grandes
pérdidas.

Esta derrota de los romanos reforzó la unión de los rebeldes, a los cuales fueron a unirse los deudos, "amigos" de Roma. César tuvo que replegarse hasta el Saona. Su situación era dramática, pero Vercingetórix, demasiado confiado, atacó al ejército romano. Sus tropas fueron destrozadas y el jefe galo cometió un segundo error, dejándose sitiar en Alesia.

César estableció el sitio de una manera que seguiría siendo durante dos siglos un modelo de estrategia militar. Rodeó la ciudad con un doble cerco de fortificaciones de madera y de tierra, uno para bloquearla y el otro para impedir la posible llagada de un ejército de refuerzo que, desalentado y paralizado por las discordias de sus jefes, se dispersó sin intentar nada.

Pronto los sitiados carecieron de agua y de víveres. Vercingetórix, extenuado, salió personalmente de la ciudad para pedir clemencia (52 a. de J.C.). El infortunado galo fue conducido a Roma, donde fue encadenado al carro del vencedor. Arrojado en prisión, fue degollado diez años después.

Sin embargo, César necesitó todavía un año para aplastar los últimos coletazos de la insurrección. Según el mismo vencedor, la Galia había tenido un millón de muertos, y otro millón de hombres fueron convertidos en esclavos.

El botín conseguido fue enorme. Sin embargo, a diferencia de España, el país fue romanizado rápidamente y los vencidos reconocieron la ley romana, adoptaron fácilmente una civilización que seducía a la aristocracia con la superioridad y el esplendor de sus ciudades.

En cuanto a César, que se había igualado a los más grandes capitanes de la Antigüedad, pudo, con un ejército vinculado a él con fanatismo, volver a Italia.




----------------CÉSAR Y LA ANARQUÍA EN ROMA----------------


LA MUERTE DE CRASO


Desde la partida de César, los desórdenes se sucedieron en Roma, donde el tribuno Clodio había instaurado un verdadero terror, asegurándose la popularidad mediante distribuciones gratuitas de trigo.

Los jefes del partido conservador, como Catón de Utica y Cicerón, se vieron condenados al exilio, pero Pompeyo, asustado por los excesos, los hizo llamar (57 a. de J.C.).

Roma se convirtió en campo de batalla entre Clodio y otro demagogo rival, Milón. Inquietos, Pompeyo, César y Craso ratificaron su adhesión a los acuerdos de Luca (56 a. de J.C.): Primer triunvirato.

Por otra parte, envidiosos de los éxitos de César en la Galia, Pompeyo y Craso quisieron también su parte en los laureles.

Reelegidos cónsules, buscaron nuevos escenarios de batalla. Pompeyo envió al procónsul Gabinio para que ocupara Judea, que fue dividida en cinco distritos; después, Gabinio fue a Egipto para restaurar en el trono a Tolomeo Aulete, a quien un usurpador había derrocado.

Craso eligió Siria, donde deseaba alcanzar la fama luchando contra los partos. Pero en el año 53 a. de J.C., sus legiones, cuando atravesaban el desierto de Mesopotamia, fueron asaltadas en Carrhae por los escurridizos jinetes.

Craso se batió en retirada e intentó negociar, pero los partos lo asesinaron a traición y aniquilaron su ejército, haciendo 10.000 prisioneros. Su lugarteniente Casio tuvo que ocuparse de defender Siria.

Muerto Craso, César y Pompeyo quedaron frente a frente. La hija de César, Julia, esposa de Pompeyo, había muerto en el 54 a. de J.C., de manera que todo vínculo familiar entre los dos hombres había quedado roto.

Las bandas de Clodio y de Milón se enfrentaban en Roma en terribles batallas callejeras; después del asesinato de Clodio, sus partidarios incendiaron numerosas casas, una basílica y la Curia (52 a. de J.C.).

Enloquecidos de terror, los senadores nombraron a Pompeyo único cónsul con plenos poderes; el propio Cicerón lo apoyó. Como la sublevación general de la Galia se estaba fraguando, Pompeyo, pensando que César se vería pronto envuelto en un desastre, empezó a verse como el único dueño de la República.




----------------CÉSAR Y EL PASO DEL RUBICÓN----------------


CÉSAR PASA EL RUBICÓN: FARSALIA


César, después de su victoria en la Galia, fue a establecerse en Rávena, en la Galia Cisalpina. Su misión había terminado; sus poderes proconsulares acabaron en el año 50 a. de J.C. Desde aquel momento el deseo de Pompeyo fue verlo volver a Roma sin ejército, sin cargos, como un simple particular: Entonces lo tendría en su poder.

Naturalmente, Cesar, fuertemente rodeado por su ejército, se abstuvo de favorecer el juego de Pompeyo. Hubo largas negociaciones, un ir y venir de mensajeros entre Roma y Rávena. La guerra civil parecía inevitable.

César no disponía más que de una legión (las demás vigilaban la Galia), mientras Pompeyo se jactaba de no tener sino que "dar una patada en la tierra para llenar Italia con su legiones".

César se decidió a marchar sobre Roma: Alea jacta est (la suerte está echada): En enero del año 49 a. de J.C., pasó el Rubicón, límite de la Galia Cisalpina, y después se apoderó de Roma, donde el pánico hizo presa en Pompeyo y en los senadores, que se refugiaron en Grecia.

César fue primero a Hispania para acabar con los núcleos partidarios de Pompeyo; a continuación tomó Marsella, que se había declarado pompeyana, y después desembarcó en Grecia en pleno invierno.

En agosto del año 48 a. de J.C., aniquiló a los pompeyanos en Farsalia (Tesalia). "Golpead a los aristócratas en el rostro", les habían dicho a sus soldados, sabiendo que los jóvenes nobles preferían huir antes que quedar desfigurados.

Pompeyo huyó a Egipto a pedir asilo al joven rey, hijo de Tolomeo Aulete. Pensando en una recompensa, un jefe egipcio hizo asesinar a Pompeyo y los autores presentaron su cabeza a César, que había desembarcado en su persecución. Alejándose, César prorrumpió en llanto por la muerte de su adversario.

El cuadro permite comprobar, a grandes rasgos, los planes de Pompeyo y las intenciones de Julio César.



------------------JULIO CÉSAR Y CLEOPATRA------------------


JULIO CÉSAR Y CLEOPATRA


El joven Tolomeo reinaba junto con su hermana Cleopatra, célebre por su encanto, hecho de belleza y cultura, quien, enormemente ambiciosa, sedujo al vencedor con objeto de reinar sola.

César descansó de la batalla en el lujoso palacio, pero muy pronto tuvo que afrontar nuevos peligros porque la ciudad se sublevó. Salvado gracias a los refuerzos, dio el trono a la reina de la cual tendría un hijo: Cesarión y remontó el Nilo con ella.

Después volvió al ataque: Fue a Asia para combatir contra Farnaces, hijo de Mitrídates, que había sublevado al Ponto contra Roma, y la campaña de César fue tan rápida que pudo escribir al Senado: Veni, vidi, vinci (Llegué, vi, vencí). Esto ocurrió en el 47 a. de J.C.

De vuelta a Roma y proclamado dictador, volvió a partir para Túnez, donde los partidarios de Pompeyo y del Senado habían reunido un ejército al que venció en Tapso (46 a. de J.C.).

Catón de Utica, jefe de los "republicanos", se suicidó, así como Escipión Nasica. César celebró en Roma un cuádruple triunfo (Galia, Egipto, Ponto, Numidia), en el que estuvo presente Vercingetórix, que luego sería degollado, y ofreció al pueblo abundante banquetes.

Fue nombrado dictador para un período de diez años y reelegido cónsul. Al año siguiente, César derrotó en Munda, en Hispania, a los dos hijos de Pompeyo. Parecía que las guerras civiles habían acabado.



----------------DICTADURA Y MUERTE DE CÉSAR----------------


LOS IDUS DE MARZO


Dictador vitalicio (44 a. de J.C.), cónsul, censor, pontífice máximo, investido de los poderes de los tribunos, imperator, César era un verdadero monarca.

Pero supo utilizar su poder absoluto de manera beneficiosa y no sangrienta; perdonó a los vencidos, ofreciéndoles cargos y honores, tal como hizo con el sobrino de Catón -y tal vez hijo ilegítimo del propio César-, Bruto.

En quince meses inició una verdadera obra de reorganización. No olvidó sus simpatías por los pobres ni la ayuda que el partido popular le había prestado contra los patricios.

Ayudó a los endeudados, impidió el arresto personal, y estableció la moratoria en los pequeños alquileres. A los publicanos le fue suprimido el privilegio de la percepción de los impuestos de Asia y de Sicilia, sustituidos por el impuesto directo.

Determinadas leyes limitaron el lujo, mientras que las leyes agrarias, las distribuciones del trigo y la fundación de colonias sacaron de la miseria a miles de familias.

Los gobernadores de las provincias fueron controlados, y los más deshonestos expulsados. Todas las ciudades de Italia pudieron elegir sus magistrados; en Hispania y en la Galia muchos de sus habitantes recibieron el derecho de ciudadanía, y numerosos naturales de las provincias entraron en el Senado.

César no olvidó la política de fusión entre vencedores y vencidos iniciada por Alejandro.

Fue dispuesto un verdadero plan urbanístico para Roma: El ensanche de las murallas, la desviación del Tíber y las grandes obras de construcción cambiaron el aspecto de la Ciudad Eterna. También el calendario fue objeto de la atención de César, con el año de 365 días, bisiesto cada cuatro años.

Cada vez es más evidente que César aspiró a la monarquía. Preparó una gran expedición contra los partos, de los cuales dijo un oráculo que sólo podrían ser vencidos por un rey. Algunos manifestantes adiestrados lo aclamaron con el título de rey, y, durante la fiesta de las Lupercales, el tribuno Marco Antonio, lugarteniente de César, le ofreció por tres veces la corona que el dictador rechazó provocando las reacciones de la multitud.

Ligados a las tradiciones, indignados ante la perspectiva de un reino que iba a sustituir a la vieja República, unos agitadores dirigidos por Casio y por Bruto, fanático atormentado, que a pesar de los beneficios recibidos por César odiaba a éste como un hijo bastardo puede odiar a su padre, prepararon el asesinato: En pleno Senado, en los idus de marzo (día 15 de mes) del 44 a. de J.C., lo acribillaron a puñaladas.

Al reconocer a Bruto entre los agresores, César se cubrió el rostro con la toga, diciendo: ¡También tú, oh Bruto, hijo mío! César cayó a los pies de la estatua de Pompeyo, pero la idea monárquica no cayó con él.




--------------------SEGUNDO TRIUNVIRATO--------------------


MARCO ANTONIO Y OCTAVIO


Marco Antonio supo aprovecharse de la inactividad de los asesinos. Otorgó a César honores divinos y grandiosos funerales, anunciando al pueblo que el desaparecido dejaba su patrimonio a los ciudadanos de Roma; los asesinos huyeron de la ciudad.

Sin embargo, un jovenzuelo débil, sobrino segundo de César, al que había adoptado mediante testamento, Cayo Octavio, con 19 años, hizo su aparición y reclamó su herencia.

Al contrario que Antonio, se mostró dócil hacia el Senado y Cicerón, que hizo que le fueran confiadas dos legiones. Antonio combatió en la Galia Cisalpina a los partidarios de los conjurados y del Senado, y Octavio marchó contra él.

Antonio, vencido, se refugió en la Narbonense con el procónsul Lépido. Pero Octavio, temiendo hacer el juego al Senado, dio un brusco viraje y prefirió aliarse con Antonio y Lépido.

Entró en Roma a la cabeza de sus legiones, se hizo elegir cónsul y selló la alianza proclamando el segundo triunvirato, que concedió todos los poderes a los tres cómplices (43 a. de J.C.).

Como Sila, los triunviros se deshicieron de sus adversarios mediante las listas de proscripción (más de 2.000 individuos). A Cicerón le cortaron la cabeza y las manos; Antonio se acordaba de los violentos discursos, las Filípicas, que el célebre jurista había pronunciado contra él.

Pasando a Grecia, Antonio y Octavio exterminaron a los conjurados que habían dado muerte a César. Casio y Bruto se suicidaron en Filipos en el año 42 a. de J.C.

Después de que una guerra civil había amenazado con romper el acuerdo de los triunviros, éstos se reconciliaron por la paz de Brindisi (40 a. de J.C.), repartiéndose el Imperio:
- Lépido se contentó con Africa,
- Octavio tomó Italia, la Galia e Hispania,
- Antonio recibió Grecia y Oriente.
Este último se casó con Octavia, hermana de Octavio, a pesar de su pasión por Cleopatra.




-----------------MARCO ANTONIO Y CLEOPATRA-----------------


LA LOCURA EGIPCIA


Después de la batalla de Filipos, Marco Antonio fue a Oriente para preparar la guerra contra los partos. Cleopatra, que había recobrado el trono de Egipto después de la muerte de César, encontró de nuevo a Antonio en Cilicia y conquistó sin dificultad al rudo soldado, que la guió a Alejandría.

Ambos se abandonaron a las fiestas y a los placeres de la "vida inimitable", como se llamaba una camarilla compuesta por familiares de la reina y de Antonio, que prodigaba los excesos y las extravagancias.

Pero las necesidades políticas reclamaron a Antonio a Italia y, cuando se enteró de su matrimonio con Octavia, Cleopatra, que acababa de tener dos mellizos de su amante, lloró amargamente su traición. Después de la paz de Brindisi, Antonio se estableció en Grecia con su joven esposa, que no tenía para él el mismo atractivo que Cleopatra.

Puesto que Octavio tenía graves dificultades en Italia, Antonio no dudó en desafiarlo: Devolvió a Octavia a Roma, invitando a la reina de Egipto a que reuniera con él en Siria, desde donde se disponía a marchar contra los partos. Antonio se casó con ella en Antioquía, sin haber repudiado, no obstante, a su mujer.

Pero su campaña fue un desastre: Perdió la mitad de sus tropas, teniendo que contentarse con anexionar Armenia. Olvidándose de los partos, volvió a Alejandría (36 a. de J.C.), y, completamente esclavo de Cleopatra, abandonó los intereses de Roma por los de Egipto: Concedió a Cleopatra la soberanía sobre Chipre, Creta y Fenicia.

El hijo de César, Cesarión, fue asociado al trono de su madre. Antonio ocupó el puesto de príncipe consorte y dispuso principados orientales para los hijos que había tenido con Cleopatra. Ponía así las bases de una Imperio rival de Roma, dando pretextos a Octavio para intervenir.




--------------------------OCTAVIO--------------------------


OCTAVIO EN ITALIA


Inmediatamente después del reparto de Brindisi, Octavio se encontró con graves contratiempos en Occidente. Italia estaba nuevamente agitada y un hijo de Pompeyo, Sexto, que había escapado al desastre de Munda, se había apoderado de Córcega, de Sicilia y de Cerdeña, haciendo padecer hambre a Roma.

Octavio fue derrotado al principio (38-36 a. de J.C.), pero, luego, su lugarteniente Agripa triunfó sobre Sexto Pompeyo.

Considerando que el comportamiento de Lépido pareció equívoco durante el desarrollo del conflicto, Octavio le desposeyó del título de triunviro, dejándole únicamente el de pontífice máximo.

Por otra parte, Octavio reprimió el bandidaje, continuó las grandes obras iniciadas por César, distribuyó tierras a los soldados, y el pueblo lo aclamó con entusiasmo, mientras el Senado romano se inclinado ante el nuevo amo.

A Octavio no le quedaba más que deshacerse de Antonio para colmar sus ambiciones. Hábilmente lo presentó no como un rival personal, sino como un traidor de la causa romana. Unos propagandistas afirmaron que Cleopatra quería conquistar Italia, destruir el Capitolio y sustituir a Roma por Alejandría como primera ciudad del mundo.

En el año 32 a. de J.C., el Senado declaró la guerra a Egipto. Octavio reunió sus legiones; las fuerzas
de Antonio eran considerables: 19 legiones y 800 naves, además de los contingentes de los príncipes y de los reyezuelos de Asia.

El conflicto se hizo "mundial": Roma tenía que reconquistar Asia. Sin embargo, una parte de las tropas que Antonio tenía en Grecia se pasaron al bando de Octavio cuando Agripa hubo atravesado el mar Jónico.

Las fuerzas navales se encontraron a la altura del promontorio de Accio (31 a. de J.C.), y el combate tardó mucho tiempo en decidirse. Antonio había ordenado que, después de la victoria, la flota egipcia se retirase: Quería entrar solo en Roma, sin presentarse como el jefe de una coalición oriental.

Numerosos partidarios de la República se encontraban en sus filas, y él quería pasar por restaurador del régimen contra la dictadura de Octavio.

Cleopatra se vio traicionada de nuevo, olvidada, mientras Antonio triunfaba en Italia, por lo que, durante la batalla, ordenó a sus naves que se dirigieran hacia el sur.

Antonio, presa del pánico, partió en una galera en persecución de la reina, abandonando la flota y las tropas, de manera que Octavio se encontró vencedor sin sufrir grandes pérdidas. Enseguida se atrajo a sus adversarios de Grecia y de Asia y rodeó a Egipto, donde se encontraban Antonio y Cleopatra.




----------------------OCTAVIO VENCEDOR----------------------


AFIRMACIÓN DEL IMPERIO Y EL EMPERADOR


Sabiéndose perdido, Antonio trasformó su círculo de la "vida inimitable" en una sociedad fúnebre donde se bebía en honor de la muerte que se aproximaba.

Cuenta Plutarco que en el curso del último banquete (el ejército de Octavio cercaba ya la ciudad), los invitados oyeron un misterioso cortejo que, precedido de músicos, atravesaba Alejandría en dirección al campamento de los romanos: Era el dios Baco, protector de Antonio, que lo abandonaba.

Cleopatra se había fortificado en un mausoleo a orillas del mar, con sus tesoros y sus seguidores, difundiéndose el rumor de que se había suicidado y de que Antonio se había atravesado con su espada.

Moribundo, dándose cuenta de que la reina estaba todavía viva, el amante fiel se hizo trasladar al mausoleo de Cleopatra para morir entre sus brazos, "como un romano vencido por un romano".

Octavio entró en la ciudad. Parlamentó, hizo promesas y amenazó la vida de los hijos de Cleopatra si ésta se suicidaba.

Lo que quería era ver desfilar en su cortejo triunfal a aquella mujer célebre, la mayor "atracción" que podía ofrecer a la plebe romana. Pero Cleopatra, adivinando sus intenciones, se hizo morder por una serpiente, muriendo "como convenía a la heredera de tantos reyes".

Octavio sometió la tierra de los faraones, la última huella de las grandes civilizaciones antiguas que aún faltaba a su Imperio. Antes de dejar Egipto, hizo matar a Cesarión, hijo de César, que hubiese podido ser un probable pretendiente.

Los hijos de Antonio y de Cleopatra fueron conducidos a Roma, donde fueron acogidos por Octavia. En agosto del año 29 a. de J.C., después de su triunfo, Octavio hizo clausurar el templo de Jano.

Tras un siglo de conquistas y de incesantes guerras civiles, la paz romana comenzaba, finalmente, a reinar en el mundo.



----------------Ascensión y caída de Cartago----------------


Los Magónidas


De 535 a 450 a. de J.C., una sola familia cartaginesa tuvo en sus manos el destino de la ciudad: la familia de los Magónidas.

La llegada de los griegos a Sicilia provocó un retroceso de los cartagineses, que compartieron la isla con los recién llegados.

Pero la verdadera rival de Cartago en el Mediterráneo fue Roma, que pretendía anexionarse Sicilia.

A raíz de un conflicto entre las ciudades de Mesina (apoyada por Roma) y Siracusa (apoyada por Cartago) estalló la primera guerra púnica (264-241 a de J.C.), seguida de la segunda (219-202 a. de J.C).

Delenda est Cartago. La frase de Catón se vio cumplida en el año 146; de la ciudad sólo quedaban ruinas.




------------------------La religión ------------------------


La influencia religiosa extranjera: Sincretismo púnico


Los cartagineses habían conservado algunos elementos fundamentales de la religión cananea.

Se han estudiado algunos de sus ritos, que son muy semejantes a los descritos en los textos religiosos de Ras-Shamra que se remontan al II milenio a. de J.C.

En los numerosos templos, llenos de exvotos, estelas, objetos culturales de oro, etc., los sacerdotes (kohen) y las sacerdotisas, cuyo traje consistía en un vestido de lino transparente, celebraban un culto que aún no conocemos bien.

Ignoramos si celebraban fiestas rituales, como en Fenicia; pero, en cambio, sabemos que los sacrificios tenían una tarifa (cosa que no es de extrañar de unos descendientes de los fenicios), que determinaba las aportaciones respectivas del sacerdote y del laico que ofrecía el sacrificio.

Los principales actos rituales eran:
- el holocausto (ofrenda completamente consumida por el fuego),
- el sacrificio expiatorio (muy parecido al de los hebreos) y
- la comunión.

Hay que citar aparte los sacrificios humanos, como, por ejemplo, la ofrenda del primogénito, de origen cananeo: Los niños, ofrecidos a Baal, eran quemados, y sus cenizas conservadas en urnas que se han encontrado en extensos cementerios.

Principales divinidades cartaginesas
- Tanit es la Gran Diosa (en fenicio, Elat; Tanit es nombre de origen africano). Forma, indiscutiblemente, junto con Baal Hamón, la cabeza del panteón cartaginés.

- Baal Hamón, equivalente masculino de Tanit. Los griegos lo identifican con Zeus.

Es un dios de carácter solar, que los romanos adoraron más tarde con el nombre de Saturno (especialmente en Dugga, cerca de Constantina). Los primogénitos de Cartago se inmolaban a Baal Hamón.

- Eshmún: Su templo estaba situado en una colina de la ciudad (Byrsa). Los antiguos lo identificaron después con Esculapio.

- Melkart, era el Gran Dios tirio (Baal Melkart), identificado más tarde, por ciertas tradiciones, con Herakles.

También, la mayoría de los dioses fenicios, ( Astarté, Safon, etc.) eran adorados por los cartagineses.




---------------------Las instituciones---------------------


Las instituciones


Desconocemos los aspectos primitivos de las mismas.

Desde el siglo IV a. de J.C. existen en Cartago dos asambleas (un Senado , de 300 miembros, y un Consejo, compuesto por senadores) y dos magistrados supremos elegidos cada año (los sufetes).

A los generales los elige la asamblea de ciudadanos (distinta del Senado), que zanja eventualmente los desacuerdos que pudiera haber entre el Senado y los sufetes. Los autores antiguos admiraban esta constitución y la comparaban con la de Esparta.

La sociedad era muy abierta: Una sociedad de mercaderes y de navegantes, en la que las mujeres disfrutaban de los mismos derechos que los hombres y donde la monogamia era la norma matrimonial.

La población de Cartago, durante la tercera guerra púnica, llegó a centenares de miles de habitantes. No había exclusivismos frente a los extranjeros, que obtenían fácilmente la nacionalidad cartaginesa.

El régimen también era benigno para los esclavos (casamiento reconocido por la ley y posibilidad de manumisión).

La riqueza de la ciudad proviene de su actividad comercial. Exporta vino, cereales, aceite de oliva, púrpura y objetos manufacturados (ebanistería muy reputada, cerámica, tejidos bordados, perfumes, joyas, vajilla, amuletos).

Había hombres de negocios cartagineses en todos los puertos del Mediterráneo; estaban encargados de todas las transacciones comerciales.

La prosperidad de Cartago era tal que apenas exigían impuestos (sólo se cobraban en alguna circunstancia excepcional).

En cambio, los puertos controlados por los cartagineses exigían unos derechos enormes a los barcos extranjeros, hecho que también contribuía a enriquecer sus ciudades.




-------------El ejército Cartaginense (púnico)-------------


El ejército y la marina


El ejército púnico (cartaginense) hizo temblar a Roma.

Se componía de una infantería ligera, armada de espadas cortas y de hondas (bolas de barro cocido); una caballería, muy bien instruida por Aníbal, y montada en caballos pequeños (los actuales caballos árabes de Numidia).

Además contaba con carros de guerra, que en el siglo III a. de J.C. se reemplazaron por elefantes (un centenar en línea, arremetiendo contra el enemigo), y una artillería provista de catapultas y de balas de hierro.

La flota púnica, heredera de la flota fenicia, estaba compuesta de millares de barcos pertenecientes a armadores y transformables en navíos de guerra (o en transportes de tropas, si llegaba el caso).

Estos barcos iban propulsados a remo o a vela (popa levantada, proa terminada en un espolón que servía para perforar el casco de los navíos enemigos). La flota de guerra constaba de cien a doscientas galeras, propulsadas por dos o tres filas de remeros.

Los cartagineses del siglo IV a. de J.C. fueron los precursores de los grandes navegantes de los siglos XV y XVI.

Efectuaron dos grandes periplos. El primero, realizado por un tal Himilcón, que pasó el estrecho de Gibraltar y seguramente llegó hasta Irlanda, es poco conocido.

El segundo, inmortalizado en bronce en el templo de Baal, fue obra del rey Hannón (de la familia de los Magónidas), quien, después de establecer colonias púnicas en Marruecos, cruzó Gibraltar y bajó hacia el sur, hasta el golfo de Guinea.

Batalla de Palermo.




---------------------Las artes púnicas---------------------


Las artes púnicas


Poco sabemos de la arquitectura cartaginesa. Los autores antiguos, sin embargo, nos han recordado que los monumentos oficiales y los templos eran particularmente ricos y majestuosos.

La ornamentación, por lo que se deduce de algunos elementos que sobrevivieron a las destrucciones romanas y que han sido encontrados por los arqueólogos, no parece que fuera muy original.

Cuando los cartagineses no quemaban a sus muertos, los enterraban en unas cámaras funerarias bastante profundas, con el cuerpo envuelto en un sudario y colocado en un ataúd (sarcófago) de madera o, excepcionalmente, de piedra o de mármol.

Si no nos queda prácticamente nada de la arquitectura y de la escultura púnicas, los arqueólogos, en cambio, han descubierto más de un millar de cipos (pequeños ex-votos funerarios) y millares de estelas que llevan una inscripción dedicatoria o una ornamentación grabada. La ornamentación de las estelas tiene generalmente un signo simbólico llamado signo de Tanit y que tal vez fue tomado de los egipcios.

Entre los demás símbolos encontrados, figuran: el caduceo, el ídolo en forma de botella, el disco coronado por una media luna, el planeta Venus, etcétera. Algunas estelas llevan también dibujos animalísticos (animales de sacrificio) e incluso representaciones humanas.

Pero la cerámica cartaginesa es la artesanía mejor conocida de esta civilización. Su exportación era importante, y se han descubierto muestras de alfarería púnica por todo el Mediterráneo.

El barro cocido no sólo servía para hacer vasijas; se ha encontrado un gran número de pequeños recipientes para poner aceite en el que se mojaba una mecha (lámparas cartaginesas), estatuillas (de 10 a 20 cm de altura), que generalmente representaban siluetas femeninas y, finalmente, las máscaras, producción típicamente púnica y muy original.

Ignoramos cómo era el mobiliario cartaginés; pero las joyas (brazaletes, collares, colgantes, sortijas, etc.), así como la cristalería y los marfiles, son muy abundantes.



----------------------HISTORIA DE ROMA----------------------


SINTESIS HISTORICA DE ROMA


Virgilio, Tito Livio y Cicerón han contado la historia legendaria de la fundación de Roma.

Los albanos y la leyenda
Una vez terminada la guerra de Troya, Eneas, uno de los hijos de Príamo, llegado después de un largo periplo a la desembocadura del Tíber, se casa con Lavinia, hija del rey del Lacio, se alía con el corinto Evandro y funda la ciudad de Lavinium. Su hijo Ascanio, llamado también Iulo, funda la ciudad de Alba Longa, al pie de los montes Albanos.

Después de él se suceden dos reyes albanos. El último de ellos, Procas, era padre de dos hijos: Amulio y Numitor. Numitor, el mayor, sucedió a su padre; pero Amulio le destronó, usurpándole el trono y, para acabar con la descendencia de Numitor, convirtió a la hija de éste, Rhea-Silvia, en una vestal (las vestales estaban obligadas al celibato).

Sin embargo, el dios Marte (dios de los combates), enamorado de Silvia, se unió a ella y de esta unión nacieron dos gemelos: Rómulo y Remo.



-----------------------Rómulo y Remo-----------------------


Rómulo y Remo: Los primeros reyes


Amulio mandó arrojar al Tíber a dos recién nacidos, Rómulo y Remo, fruto de la unión entre Marte y Silvia; pero el río, en crecida en aquel momento, los depositó en la orilla, donde fueron recogidos por una loba, que los amamantó en la gruta de Lupercal.

Allí los recogieron Fáustulo y Larencia, una pareja de pastores que los crió en una cabaña. Llegados a la edad adulta, los dos gemelos dieron muerte a su tío Amulio, repusieron en el trono de Alba a su abuelo y decidieron fundar una ciudad en el monte Palatino.

Para saber quién sería el fundador, consultaron los presagios. Ganó Rómulo (que había visto doce buitres, mientras que su hermano sólo vio seis).

A causa de ello disputaron, y Rómulo mató a Remo (según otra tradición, Remo se burló de su hermano franqueando los límites de la ciudad futura, y Rómulo le mató, diciendo: "así perecerá todo aquel que franquee mis murallas").

El límite de la ciudad que había de dominar el mundo fue trazado por un arado arrastrado por una vaca blanca y un toro blanco.

Para poblar su ciudad, Rómulo abrió en el Capitolio un asilo sagrado, donde se refugiaban los esclavos, los fugitivos, etc., y organizó el rapto de las jóvenes sabinas durante una fiesta celebrada en honor del dios subterráneo Consus.

Después de una rápida guerra, Rómulo y el rey sabino Tito Tacio decidieron reinar juntos sobre sus dos pueblos reunidos.

Después, Tacio, moriría asesinado, y Rómulo, ahora único rey de Roma, desaparecería misteriosamente, arrebatado por una nube durante una revista militar. A partir de entonces, los romanos le veneraron como a un dios y le denominaron, en lo sucesivo, Quirino.

Los reyes de Roma
Después de Rómulo se sucedieron seis reyes: Numa Pompilio (de origen sabino), que organizó la religión aconsejado por la ninfa Egeria; Tulo Hostilio, que guerreó contra la ciudad de Alba Longa (combate entre los Horacios, por Roma, y los Curiacios, por Alba); y Anco Marcio, que construyó el puerto de Ostia y el famoso puente Sublicio, sobre el Tíber (puente enteramente de madera, y que sólo podía ser reparado con herramientas de madera).

Los tres reyes últimos son etruscos:
- Tarquino I, que importa a Roma las insignias de los magistrados etruscos y construye el templo de Júpiter Capitolino, un circo y una gran cloaca (la Cloaca Maxima);
- Servio Tulio, que rodea la ciudad de una muralla, la divide en cuatro barrios y reparte la población en cinco clases sociales, según su fortuna;
- Tarquino el Soberbio, que impone su tiranía al Lacio.

La violación de la romana Lucrecia por el hijo de Tarquino, desencadena una revolución encabezada por Lucio Junio Bruto, que acaba con la monarquía etrusca e instaura la República (510 a. de J.C.).



--------------------La República Romana--------------------


Caída de los reyes y comienzos de la República (509-275 a. de J.C.)


En el año 509 a. de J.C., Roma se libera del dominio de los etruscos, que marchan hacia la decadencia.

De aquí en adelante es una ciudad soberana, vinculada a su libertas, cuyo símbolo S.P.Q.R. (Senatus populusque romanus: el Senado y el pueblo romano), indica que el poder pertenece a los ciudadanos y no ya al detestado rey que la República ha suprimido.

En efecto, el fin de los Tarquinos, que trataban de apoyarse en el pueblo, significa la victoria de la clase rica, puesto que los patricios monopolizan las magistraturas y el Senado, y Roma conocerá en consecuencia sangrientas luchas sociales.

En el interior, después de haber expulsado a los Tarquinos, la república romana hace sus primeras armas.

El periodo se distingue por la oposición social, política y económica entre los patricios, herederos legítimos de los cultos indoeuropeos y que eran los únicos que tenían el privilegio de conversar directamente con Júpiter mediante la interpretación del lenguaje de los pájaros (auspicios), y los plebeyos, que tal vez descendían de las comunidades indígenas dominadas por los pastores indoeuropeos.

Los plebeyos, tras largas luchas políticas, consiguieron tener, en un principio, unos protectores oficiales: Los tribunos de la plebe (494-493 a. de J.C.).

Más tarde, una legislación escrita que concernía al derecho de propiedad (la Ley de las XII tablas y los decenviros, 451-449 a. de J.C.) y, finalmente, el derecho de acceder a las diferentes magistraturas y, en último lugar, al consulado (367 a. de J.C.).

La verdadera igualdad política no se obtuvo hasta 321 a. de J.C., después del desastre de Caudio, y la igualdad religiosa en el año 300 a. de J.C. (acceso de los plebeyos al sacerdocio). Los grandes hombres de este periodo fueron Cincinato, Decio y Camilo.

En el exterior, el ejército romano conquista la Península Itálica: poco a poco, los latinos (493 a. de J.C.), los etruscos (Camilo vence en Veyes, en 395 a. de J.C.), los samnitas, los ecuos y los volscos, son dominados.

Pero estas conquistas no se llevan a cabo sin derrotas. La guerra contra los montañeses samnitas duró 50 años y se caracterizó por el desastre de Caudio (las horcas caudinas, 321 a. de J.C.): Los romanos, vencidos, desarmados y desnudos, pasaron bajo el yugo (especie de puerta formada por una lanza atravesada sobre otras dos).

Finalmente, en 283-282 a. de J.C., las coaliciones del Lacio fueron vencidas definitivamente. La conquista de la Península Itálica central había sido precedida por una invasión gala (derrota del Allia, en 390 a. de J.C., y conquista de Roma por los galos).

El final de este periodo se caracteriza por la lucha contra Tarento, que tenía a sueldo a Pirro, rey del Epiro, vencedor en Heraklea (280 a. de J.C.) y en Ausculum (279 a. de J.C.).

Estas victorias, de las que Pirro salió más debilitado que los vencidos, no fueron decisivas, y el rey del Epiro, derrotado finalmente en Benevento (275 a. de J.C.), retornó a Grecia.




--------------------¡Ay de los vencidos!--------------------


Las guerras interiores: Afirmación peninsular


Inmediatamente después de su independencia, Roma no era más que una pequeña ciudad del Lacio, rodeada de vecinos indóciles.

En el año 494 a. de J.C., el dictador Postumio derrotó a los latinos en el lago Regilo, siéndoles impuesta una alianza.

Los etruscos seguían siendo peligrosos, pero los griegos de Cumas y los latinos los habían rechazado por tierra y por mar (con ayuda de Siracusa en el año 474 a. de J.C.) forzándoles a replegarse hacia Toscana. La potencia marítima de los etruscos había sido vencida.

Roma guerreó contra los volscos, en el sur del Lacio, y los equos, que procedían de los Apeninos. Luego acometió contra la fortaleza etrusca de Veyes, a veinte kilómetros de su ciudad.

Después de diez años de sitio, Camilo se apoderó de la plaza (395 a. de J.C.) dando a su patria el dominio de la Etruria Meridional.

Roma había de pasar, sin embargo, por una terrible prueba, la invasión de los galos. Procedentes de Europa Central, los celtas habían ocupado la Galia, Península Ibérica y el sur de Germania.

Alcanzaron su apogeo en la época llamada de "la Tène" (del nombre de una de sus localidades, situada en la orilla del lago Neuchâtel).

Armados de espada, escudo y casco puntiagudo, sometidos a un aristocracia guerrera, y amantes la belleza y el lujo, los celtas, federados en bandas conquistadoras, arrebataron a los etruscos la llanura del Po, y atravesaron los Apeninos y la débil Etruria.

Pronto se encontraron a las puertas de Roma. Espantosos de contemplar, pintados de rojo, encogiendo de terror el corazón de sus enemigos con el grito salvaje que lanzaban antes de atacar, se precipitaron contra las legiones romanas (381 a. de J.C.). Estas huyeron en desorden y la población abandonó la ciudad.

Destruyendo y asesinando a los escasos habitantes que quedaban, los galos dejaron que los más aptos se refugiaran en el Capitolio. Pusieron sitio a la ciudadela y una noche intentaron apoderarse de ella por sorpresa; pero los gansos consagrados a Juno lanzaron tal clamor que los defensores se despertaron y rechazaron el ataque.

Sin embargo, transcurridos siete meses, los romanos tuvieron que pedir la paz. Breno, el jefe de los bárbaros, exigió entonces, para marcharse, una considerable cantidad de oro.

Pero habiendo impuesto, para pesar el metal precioso, una balanza falseada a su favor, colocó su espada sobre el platillo, pronunciando la famosa frase "Vae victis", ¡Ay de los vencidos!

Los invasores galos no seguían en sus conquistas ninguna línea estratégica; cargados de un pesado botín, se retiraban para ir a buscar fortuna a otro lugar, mientras una parte de ellos se establecía en la llanura del Po.

La epopeya céltica continuó en el siglo siguiente, con la invasión de Tracia y Macedonia. Delfos fue saqueada en 279 a. de J.C.

Sus bandas llegaron incluso a devastar el Asia Menor, donde los fieros guerreros de piel blanca, los gálatas, formaron un reino independiente.




----------------------Guerras samnitas----------------------


Las guerras samnitas


El héroe que habían salvado el Capitolio, Marco Manlio, demasiado favorable a los campesinos pobres, irritó a los patricios, que le acusaron de aspirar a la tiranía y le condenaron a ser arrojado desde lo alto de una roca: La Roca Tarpeya que estaba cerca del Capitolio.

La ciudad se había recuperado y había reconstruido nuevas casas sobre sus ruinas, y, como si la prueba la hubiera fortalecido, comenzó de nuevo su lenta expansión. En el año 338 a. de J.C., los latinos sublevados fueron definitivamente sometidos y su liga disuelta. Los colonos romanos serían sus vigilantes.

Aprovechándose de las consecuencias de la invasión céltica, que había debilitado también a Etruria, Roma llevó a cabo la conquista del país. Cerveteri, Tarquinia, Arezzo, Vulci, Volsinias se rindieron una tras otra (de 300 a 265 a. de J.C.).

Al mismo tiempo, los romanos, cada vez más ambiciosos y ávidos de conquistas, invadieron la Campania, donde chocaron con los rudos montañeses samnitas que habían ocupado la llanura. Fueron necesarias tres guerras para triunfar. en 321 a. de J.C., las legiones romanas, cercadas junto al desfiladero de las Horcas Caudinas, tuvieron que rendirse y desfilar bajo el humillante yugo.

Los encarnizados y oscuros combates (Alejandro había muerto poco después de su prodigiosa aventura), concluyeron con la victoria de Roma en Sentino (295 a. de J.C.) sobre una coalición de samnitas, galos y etruscos.

Los fanáticos montañeses de la "legión del lino" se dejaron matar. Roma había llegado al Adriático y dominaba toda la Italia central. Entonces se volvió hacia el sur, que estaba repartido entre las ciudades griegas.




----------------------Guerras pírricas----------------------


Los elefantes de Pirro


Desde hacía un siglo, griegos y cartagineses se enfrentaban en Sicilia. Dionisio, tirano de Siracusa, había resistido a Cartago. Tarento estaba amenazada por la presión de los pueblos de Apulia.

Envidiosas de su riqueza, las ciudades griegas del sur aceptaron la alianza romana. Todas las fuerzas de Grecia habían sido dirigidas hacia Oriente como consecuencia de la expedición de Alejandro Magno, y no podían acudir en ayuda de las ciudades hermanas de Italia.

Tarento quiso resistir. Era una gran metrópoli, orgullosa de su industria, de su comercio y de su arte. Para defenderse, apeló a Pirro, rey de Epiro, un príncipe montañés embebido por la Ilíada, que, por su sangre macedónica, soñaba con renovar las hazañas de Alejandro.

Pirro desembarcó en el año 280 a. de J.C. y combatió contra los romanos, que por primera vez se encontraron frente a una formidable máquina de guerra: Los elefantes. Estos, cargando contra las legiones, las pusieron en fuga.

Al año siguiente, el rey de Epiro alcanzó una nueva victoria, pero por dos veces, a pesar del triunfo, sufrió gravísimas pérdidas y, aunque sabía vencer al enemigo, no sabía sacar después una ventaja inmediata.

Roma recibió entonces una ayuda inesperada: Cartago quería apoderarse de Siracusa, y la ciudad siciliana recurrió a Pirro, que marchó contra los cartagineses, volviendo después a Italia.

Pero esta vez los romanos, habiéndose acostumbrado a los elefantes, aplastaron al ejército del rey de Epiro, en Benevento, en el año 275 a. de J.C.

Pirro, lleno de amargura, volvió a partir para Grecia, donde encontró la muertes tres años después, en Argos, en circunstancias oscuras. Antes de abandonar Sicilia había dicho: "¡Qué hermoso campo de batalla dejamos a los cartagineses y a los romanos!"

Tarento se rindió en el año 272 a. de J.C. Roma reinaba ya en la Italia meridional: Sicilia estaba muy cerca. Hasta aquel momento, Roma y Cartago habían mantenido buenas relaciones, confirmadas por cuatro tratados de alianza. Pero los aliados iban a transformarse ahora en enemigos implacables.




----------------EXPANSION Y GUERRAS PUNICAS----------------


LA CONQUISTA DEL MEDITERRANEO (260-120 a. de J.C.)


La política exterior y el éxito de las legiones romanas dominan esta época, particularmente caracterizada por las guerras contra Cartago (las tres guerras púnicas).

La primera guerra púnica empieza en 264 a. de J.C.. Su causa es la rivalidad que enfrenta en Sicilia a Roma y Cartago.

Las victorias navales de Miles (264 a. de J.C.) y de las islas Egates (241 a. de J.C.), proporcionan a los romanos el dominio de dicha isla, a pesar de los éxitos cartagineses en tierra firme, debidos al genio militar de Amílcar Barca (hacia 247 a. de J.C.).

En 238 a. de J.C., Roma se hace dueña de Cerdeña y Córcega. La segunda guerra púnica empieza en 219 a. de J.C. Fue buscada por el cartaginés Aníbal, uno de los más grandes capitanes de la Antigüedad.

Este, partiendo de Hispania, atravesó los Pirineos y los Alpes con un ejército temible (80.000 infantes, los jinetes númidas -Numidia es la actual Argelia- y 37 elefantes), e infligió a Roma una serie de aplastantes derrotas:
- en las riberas del Trebia (afluente del Po), en 218;
- cerca del lago Trasimeno, en 217 a. de J.C. (contra Flaminio),
- finalmente, en Cannas (Apulia), el 2 de agosto de 216 a. de J.C. (contra Varrón y Paulo Emilio). En seguida, reconquistó Sicilia, y tomó Capua en 210 a. de J.C.

Pero Roma salió al fin victoriosa de esta "guerra inexpiable" gracias a las maniobras de desgaste dirigidas por el cónsul Fabio Cunctátor (Fabio el Contemporizador). Sicilia fue reconquistada en 210-205 a. de J.C. (muerte de Arquímedes en el sitio de Siracusa, en 212 a. de J.C.).

Los hermanos Escipión acosaron a los cartagineses en Hispania y el hijo de uno de ellos, Publio Cornelio Escipión, de sólo veinticuatro años de edad, reconquistó la Hispania del sur (Andalucía) y, después de la victoria de Metauro (207 a. de J.C.), obtenida por los cónsules romanos, llegó a Africa en 204 a. de J.C..

Aliado con el númida Masinisa, Escipión el Africano aplastó a Aníbal en la batalla de Zama, en 202 a. de J.C.: Cartago se convirtió en vasallo de Roma.

La tercera guerra púnica fue desencadenada, en 149 a. de J.C., por Catón, obsesionado por su odio a Cartago (acababa todos sus discursos con la misma frase: Delenda est Carthago: "Cartago debe ser destruida").

Pretextando una violación del tratado de 201 a. de J.C., los romanos desembarcaron en Africa al mando de Escipión Emiliano (no hay que confundirlo con el vencedor de Zama), hijo de Paulo Emilio. Después de un asedio que duró tres años, Cartago cayó, en 146 a. de J.C., en manos de los romanos.

Fue completamente arrasada, y sus habitantes, asesinados o desterrados. Paralelamente, los romanos acabaron la conquista de Hispania (Escipión Emiliano aniquiló la última resistencia en Numancia, en 133 a. de J.C.) y, traspasando los Pirineos, se instalaron en Provenza.

La conquista romana también se llevó a cabo hacia el este: ocupación de Macedonia (Filipo V de Macedonia fue derrotado en Cinoscéfalos, en 197 a. de J.C., y Perseo en Pidna, en 168 a. de J.C., y se conquistó definitivamente el país en 148 a. de J.C.). Luego, Grecia entera y, el reino asiático de Pérgamo (129 a. de J.C.), cayeron también en manos de las legiones romanas.

Consecuencias de estas conquistas
La Roma victoriosa imita a la Grecia vencida (nacimiento de la literatura latina). Por otra parte, los pequeños propietarios -la clase media romana-, arruinados y diezmados, desaparecen. Sólo quedan en Roma ricos y pobres.

Los Gracos (Tiberio y Cayo Graco, que ocupan el poder de 133 a 121 a. de J.C.) intentan en vano establecer una ley agraria para reconstituir la clase social de los pequeños agricultores, indispensable para el equilibrio político de la república.

Pero, asesinados ambos, su intento de establecer una república popular en Roma, fracasa.




-------------------Primera guerra púnica-------------------


Las guerras exteriores


La guerra, llamada púnica porque los latinos denominaban "puni" a los cartagineses, estalló cuando los romanos, habiendo desembarcado en Sicilia, se apoderaron de Mesina y amenazaron a las demás ciudades griegas, Siracura y Agrigento, que solicitaron la ayuda de Cartago, su tradicional enemiga.

En el año 262 a. de J.C., Hierón, tirano de Siracusa, negoció con Roma, y Agrigento fue conquistada después de un largo asedio (262 a. de J.C.), entregando un riquísimo botín. En aquel momento, Cartago parecía invencible debido a su dominio en el mar.

En sesenta días, los arsenales de Campania construyeron una flota de guerra de 150 quinquerremes (con cinco filas de remeros) y 20 trirremes, bajo la dirección de los siracusanos, que enseñaron a los romanos cómo abordar las naves enemigas mediante "ganchos".

En el año 260 a. de J.C., el cónsul Duilio alcanzó ante Milas la primera victoria naval de la historia de Roma; las proas de los navíos apresados adornaron la llamada Columna rostral del Foro. Los romanos quisieron entonces llevar la guerra a Africa, y el cónsul Régulo desembarcó en el cabo Bon.

Pero Cartago ocupaba una posición inexpugnable y el ejército cartaginés, confiado a un espartano, Jantipo, derrotó a las legiones, haciendo prisionero a Régulo y a 5.000 de sus hombre (255 a. de J.C.).

Para colmo de desgracias, la flota romana, sorprendida por una tempestad, sufrió un desastre sin precedentes: Las naves naufragaron y miles de hombres murieron ahogados. La urbe demostró una vez más aquello de lo que era capaz ante la adversidad, reconstruyendo en tres meses su marina y su tripulación.

Los marinos, no pudiendo ser instruidos en las naves, los fueron en las playas. La guerra pareció cristalizarse en largos años de lucha sin resultados notables, hasta que, en 241 a. de J.C., los romanos alcanzaron ante las islas Egadas una decisiva victoria naval que obligó a Cartago a aceptar la paz.

Abandonó Sicilia y se comprometió a pagar una fuerte indemnización. Roma ocupó Córcega y Cerdeña, aprovechándose de la rebelión de los mercenarios cartagineses.

Mientras tanto, habiendo franqueado los Apeninos las bandas galas, fue proclamada una movilización general, y los invasores fueron aplastados en el cabo Telamón (255 a. de J.C.). Esta vez los romanos se propusieron resolver definitivamente el problema galo: Ocuparon la llanura del Po (Galia Cisalpina), donde instalaron colonias. Desde los Alpes hasta Sicilia, Italia era romana.

Cartago se vio obligado a reprimir una terrible revuelta de sus mercenarios, a los que no había pagado. Amílcar Barca dirigió la "guerra implacable" que provocó crueldades y represiones increíbles. Después preparó el desquite contra Roma conquistando el sur de la Península Ibérica, donde será fundada por Asdrúbal Cartago Nova (la actual Cartagena).

El país, rico en minas y muy poblado, serviría de base para empresas contra Roma. Amílcar murió cerca de Alicante en el año 229 a. de J.C., siendo sucedido por su yerno Asdrúbal, quien, asesinado en 221 a. de J.C., dejó el mando a su cuñado, hijo de Amílcar: Aníbal.

Dos años después, Roma reprochaba a Cartago haber violado los acuerdos sobre sus respectivas "zonas de influencia", conquistando Sagunto, en Hispania. Comenzaba así la guerra a muerte.



--------------------Aníbal en los Alpes--------------------


Elefantes en los Alpes


Aníbal tenía 25 años, los que le hacía tan joven como Alejandro. Tenía, como éste, el genio de la guerra. De cultura griega, había estudiado a los estrategas helenistas. Tito Livio diría de él:

No existía general en el que los soldados tuvieran mayor confianza y que les infundiera mayor ardor. Tenía la mayor audacia para afrontar cualquier peligro: El cansancio no era capaz de abatir su cuerpo ni de doblegar su ánimo.


Quería golpear a Roma en el corazón mismo de su poderío, y renovar de manera duradera la efímera empresa de los galos. Partiendo en 218 a. de J.C., atravesó Hispania, conquistando para Cartago la parte septentrional, y penetró en las Galias.

Su ejército estaba compuesto por 90.000 infantes, 12.000 jinetes y un centenar de elefantes.

En septiembre, los cartagineses atacaron los Alpes. Antes, habían tratado de atraerse a los celtas para que le indicasen los pasos más accesibles a los enormes animales.

Pero los indígenas no se dejaron convencer fácilmente, y los cartaginenses se encontraron solos ante aquella terrible prueba: Durante los 17 días de la travesía, la mitad de los hombres y de los animales murieron por causa del frío.

Cuando llegaron a la llanura del Po, los galos, maltrechos por la reciente conquista romana, les ayudaron y les proporcionaron 10.000 hombres.

Asustado, el Senado romano preparó un inmenso ejército, cuyo mando confió a Escipión, el primero de los que habían de dar gloria a esta ilustre familia.

Los cartagineses vencieron en Tesino y Trebia, y liberaron los Apeninos; a Aníbal no le quedaba más que un solo elefante, sus soldados habían quedado reducidos a algunos millares, y él había perdido un ojo en combate; pero su genio compensaba las pérdidas.



---------------------Trasimeno y Cannas---------------------


Punos en Italia


Gracias a un sutil juego de maniobras, Aníbal atrajo a un segundo ejército romano a las orillas del lago Trasimeno (217 a. de J.C.). La derrota de las legiones, en las que por primera vez militaban esclavos, fue tan completa que casi ningún soldado se salvó, y su jefe, el cónsul Flaminio, estuvo entre los caídos.

Roma fue víctima del pánico, pero, como siempre, volvió a encontrar en el peligro las razones para sacar fuerzas de flaqueza. Nombró un dictador, Quinto Fabio Máximo, que pasó a la historia con el nombre de Cunctator (el Contemporizador). Este evitó hábilmente las batallas en campo abierto, debilitando al adversario con continuas escaramuzas.

Pero los caprichos de la política romana condujeron a la sustitución de Fabio por Varrón, un plebeyo demagogo que, para satisfacer a sus electores, buscó un éxito rápido. Su ejército, cuatro veces superior en número al del general cartaginés, atacó a éste en Cannas.

Pero Aníbal, con un golpe maestro de estrategia militar (fingió ceder en el centro, atrayendo a los romanos entre sus dos alas reforzadas que se cerraron sobre ellos como un cepo), logró una nueva victoria: 45.000 romanos resultaron muertos y 20.000 fueron hechos prisioneros. Varrón, huyendo de la muerte, pidió indulgencia al pueblo romano (216 a. de J.C.).

La urbe parecía condenada, y una parte de Italia se sublevó. Siracusa volvió a aliarse con Cartago.

En Hispania, Escipión resistió; Aníbal negoció con Filipo de Macedonia, decidido a intervenir para expulsar a los romanos de Iliria, donde fijaron un protectorado en el 229 a. de J.C.



----------------------Victoria romana----------------------


La Unión Sagrada


En Roma, todos los partidos se unieron ante el peligro; los tribunos de la plebe presidían los comicios en ausencia de los cónsules y de los pretores. Fueron formadas 23 legiones, aumentadas con aliados fieles, mercenarios y esclavos, hasta un total de 200.000 hombres.

Aníbal no se atrevió a atacar la ciudad, por falta de material de asedio. Sin duda, contaba con una insurrección general en Italia. Capua se entregó a él con sus riquezas, e igualmente todas las ciudades del sur. Reconquistada, Capua fue duramente castigada por los romanos (210 a. de J.C.).

Se combatió en todos los frentes: En Siracura, donde Arquímedes hizo prodigios con sus máquinas y sus espejos solares que incendiaban las naves a distancia (pero la ciudad cayó en manos de los romanos en 211 a. de J.C. y Arquímedes fue muerto por un soldado).

En Hispania, donde los dos hermanos Escipión fueron mantenidos en jaque y después muertos por el hermano de Aníbal, Asdrúbal (211 a. de J.C.); en Grecia, donde la flota romana contuvo a los macedonios gracias al apoyo de Esparta, de los etolios y de Pérgamo.

El joven Publio Cornelio Escipión, que había sucedido a su padre y a su tío, se apoderó de Cartagena (209 a. de J.C.), pero no pudo impedir que Asdrúbal se uniera a Aníbal en Italia, aunque allí fue derrotado en Metauro en 207 a. de J.C.

El cónsul Claudio Nerón hizo arrojar la cabeza de Asdrúbal al campamento de su hermano.

Finalmente, Escipión desembarcó en Africa y obtuvo la alianza del rey númida Masinisa, y en el año 202 a. de J.C., en Zama, Escipión venció a Aníbal que había sido llamado de Italia.

La paz fue dura: Cartago, que tuvo que desarmarse por tierra y por mar, pagar una enorme indemnización (10.000 talentos) y renunciar a sus posesiones exteriores se convirtió en un estado vasallo.

Pero Aníbal no se dio por vencido, siendo amenazado por sus compatriotas con ser entregado a los romanos, acabó por refugiarse en Siria. Roma era ahora dueña del Mediterráneo occidental.




--------------------Delenda est Cartago--------------------


El fin del imperio cartaginés


En el momento mismo en que Corinto era aniquilada, Cartago sufría la misma suerte.

Catón, comprendiendo que ésta era siempre un peligro amenazador para Roma, convenció al Senado con sus discursos, que concluían siempre con el famoso "Delenda est Cartago" (Cartago ha de ser destruida), para emprender la tercera guerra púnica.

Para no romper los tratados de paz se encontró un pretexto: El rey de Numidia, Masinisa, no cesaba de ensanchar su territorio (la actual Argelia) a expensas de los cartagineses. Estos, exasperados, le declararon la guerra, y Roma los acusó de violar el tratado del 201 a. de J.C.

Cuatro legiones desembarcaron en Africa y los cartagineses se sometieron, pero, una vez que hubieron entregado las armas, los romanos ordenaron al pueblo que abandonaran la ciudad y que se retiraran al interior.

Reducido a la desesperación el pueblo se rebeló y optó por la guerra a ultranza; demolieron las casas, utilizaron las vigas para construir máquinas de guerra, las mujeres se cortaron los cabellos para hacer cuerdas (149 a. de J.C.).

El impulso fue tal que la ciudad resistió durante tres años. En el 146 a. de J.C., después de un terrible asalto, Cartago fue completamente destruida. Su territorio fue declarado maldito y formó la provincia de Africa, con Utica como capital.

Final en Hispania y la Galia
La codicia de los gobernadores provocó poco a poco una revuelta general en Hispania, donde un pastor, Viriato, jefe de la rebelión, resistió durante nueva años (147-139 a. de J.C.).

Viriato fue asesinado y la lucha final se desarrolló alrededor de Numancia, destruida después de un asedio atroz dirigido por Escipión Emiliano, el vencedor de Cartago (133 a. de J.C.).

La inestabilidad de los diferentes pueblos de la Península Ibérica indujo a los romanos a unir directamente la provincia a Italia.

Por otra parte, las legiones romanas, llamadas por Marsella contra los montañeses vecinos, ocuparon el sur de la Galia, fundaron Aix (125 a. de J.C.), y después se volvieron contra los alóbroges, apoyados por Bituito, rey de los arvernos, y por sus 200.000 soldados.

Cerca de Montelimar, sus hordas indiciplinadas fueron exterminadas y Roma situó puestos avazados desde Lyon a Tolosa.

En lo sucesivo, los romanos, que reinaban desde Asia Menor hasta el Atlántico (las famosas Columnas de Hércules), pudieron decir con orgullo "Mare Nostrum" (nuestro mar), refiriéndose al Mediterráneo.




--------------------Guerras macedónicas--------------------


Guerras macedónicas


Fueron necesarios tres siglos para que la pequeña ciudad del Lacio se convirtiera en la capital de Occidente.

Pero será irresistiblemente arrastrada hacia Oriente, no como consecuencia de un plan idealista sistemáticamente concebido -el pueblo estaba cansado de guerras interminables-, sino con una seria de campañas preventivas que pusieron de manifiesto la debilidad de las monarquías helenísticas.

Además, la aristocracia había tomado gusto al éxito, a los enormes botines, mientras que los plebeyos, los "hombres nuevos", veían en las nuevas conquistas la oportunidad de enriquecerse y de traspasar sus límites.

El primer enemigo era Filipo V de Macedonia, que había apoyado a Aníbal. Filipo gobernaba sobre una Grecia indócil, convulsionada por luchas sociales. En el año 200 a. de J.C., el Senado le declaró la guerra.

Después de dos años de lucha incierta, el cónsul Flaminio, que se había erigido en libertador de los griegos, logró vencer en Cinocéfalos, en Tesalia (197 a. de J.C.). La legión superó a la falange, demasiado pesada.

Roma proclamó solemnemente en Corinto la independencia de las ciudades griegas, que se desbordaron de entusiasmo. Después la llegó el turno al rey de Siria, Antíoco III, que había acogido a Aníbal; quiso dominar el Egipto de los Tolomeos e intrigó en Grecia contra Roma, Rodas y Pérgamo.

Por fin, se aprestó a entregar a Aníbal. Este buscó refugio junto a Prusias, rey de Bitinia, en la costa del mar Negro, pero los romanos, implacables, le persiguieron, y el héroe que había hecho temblar a sus enemigos, se envenenó (183 a. de J.C.).

Sin embargo, la amistad entre Grecia y Roma había terminado. La anarquía de sus ciudades, sus agitaciones, su decadencia irritaron a los romanos, y Catón el Censor destacó la perniciosa influencia de los griegos degenerados.

Estos comprendieron que su independencia era en realidad una tutela, porque los comisarios del Senado romano intervenían en todas partes. Roma apoyaba a los ricos, mientras que los pobres volvían sus esperanzas hacia el rey de Macedonia.



------------------La conquista de Oriente------------------


Hacia el lejano Oriente


En el año 179 a. de J.C., el hijo de Filipo V, Perseo, subió al trono ávido de venganza. Pérgamo dio la señal de alarma a Roma, que, esta vez, no se contentó con una simple intervención.

Después de numerosos fracasos, el cónsul Paulo Emilio venció a Perseo en Pidna (168 a. de J.C.). El rey desfilará en el cortejo triunfal del vencedor y morirá en prisión dos años después. Macedonia quedó desmembrada en cuatro partes.

En Epiro, que se había sublevado, los romanos desencadenaron la represión y vendieron a 150.000 hombres como esclavos. El terror reinó en Grecia, que tuvo que entregar rehenes. El rey de Pérgamo, que se había vuelto sospechoso, fue humillado, como Prusias de Bitinia, que fue a Roma a someterse con la cabeza rapada.

Antíoco de Siria invadió Egipto, pero recibió la orden de abandonar el país. Como pidió tiempo para reflexionar, el pretor Popilio trazó un círculo a su alrededor exigiéndole que le diera una respuesta antes de matarlo.

Antíoco se inclinó, diciendo: "Haré lo que quiera el pueblo romano". Grecia había quedado destruida: Oro, estatuas, cuadros, vasos de plata, un botín fantástico acompañó el triunfo de Paulo Emilio, cuyo desfile duró tres días.

Sin embargo, no se produjo ninguna anexión. El Senado parecía temer aún el nuevo poder de los generales y de los financieros, la influencias nefastas de Oriente.

Aquellos viejos conservadores temían lo desconocido, la corrupción, la costumbre de saqueo de los ejércitos. Catón clamó contra el lujo y los cultos orientales. Por otra parte, Roma estaba comprometida en la obra de pacificación a llevar a cabo en Occidente.

Hacía falta enviar legiones contra los celtas de la llanura del Po, contra los ligures de los Apeninos que fueron deportados en masa, y surgieron nuevas colonias: Bolonia, Parma, Módena, Lucca. En Córcega, en Cerdeña, en Hispania, se realizaron campañas contras las incesantes revueltas.

Pero, finalmente, la política se inclinó hacia Oriente y el helenismo. Los hombres de negocios estaban ávido de sacar partido de nuevas provincias, y el viejo Catón, vencido por el ambiente general, se dedicó a traficar con los esclavos.

Una sublevación de Macedonia (149 a. de J.C.) proporcionó un buen pretexto: El país se convirtió en provincia romana (148 a. de J.C.). Los griegos se rebelaron a su vez, pero fueron sometidos: Corinto fue incendiada, su territorio declarado maldito, y millares de hombres sufrieron la deportación.

Grecia fue incorporada a Macedonia en el año 146 a. de J.C. En el 133 a. de J.C., el rey de Pérgamo dejó en herencia su estado a Roma, que creó la provincia de Asia (126 a. de J.C.).
































-----------------------CRISIS CIVILES-----------------------


CRISIS Y GUERRAS CIVILES (120-27 a. de J.C.)


La situación política va a ser, durante un siglo, desastrosa.

En Roma se enfrentan dos partidos: El popular (apoyado muy frecuentemente por los caballeros o equites) y el senatorial, partidario de una política firme y nacionalista, dirigida por la aristocracia.

Esta rivalidad toma, en ciertos momentos, el aspecto de una verdadera guerra civil. Es la época de las conjuraciones, los complots, las proscripciones y las matanzas; sin duda, el período más desastroso de la república romana. ¡Y esto durará 100 años!

Por esta época aparece en el horizonte de Roma la estrella de Julio César. Aliado de Pompeyo y Craso (primer triunvirato, 60 a. de J.C.), pero alejado de los asuntos políticos porque está ocupado en la conquista de la Galia (68-51 a. de J.C.), la ambición de Julio César es la de reorganizar el Estado romano con la energía de un militar habituado al triunfo.

Vencedor de su antiguo compañero Pompeyo (Farsalia, 48; Tapso, 46, y Munda, 45 a. de J.C.), emprende la instauración de la monarquía en Roma. Pero es asesinado, en el año 44 a. de J.C., por sus adversarios.

La república queda acéfala: Antonio (principal general de César), Octavio (su sobrino) y Lépido forman entonces el segundo triunvirato (43 a. de J.C.) y se reparten este Imperio sin emperador que es el mundo romano:
- Lépido se hace olvidar en Africa;
- Antonio conquista Oriente, en donde cae bajo la influencia de la reina Cleopatra;
- Octavio se revela como un jefe hábil y firme a la cabeza de las legiones de Occidente, derrota a Antonio en Actium (31 a. de J.C.) y, ya único dueño del mundo romano, se convierte, en 27 a. de J.C., en emperador, en Augusto.

Con la instauración de esta nueva función (el principiat, y no la dignidad imperial), acaba el período republicano de la historia romana.




-------------------------Los Gracos-------------------------


El descalabro de los Gracos


Tiberio Graco
Elegido tribuno en 133 a. de J.C., un joven noble, Tiberio Graco, nieto por parte de madre de Escipión el Africano, quiso abrir una era de reformas.

El ager publicus, es decir, las tierras vueltas al dominio público después de ser confiscadas por el Estado romano conquistador, había sido ocupado, en contra de la ley, por grandes propietarios.

Tiberio Graco preparó un proyecto que limitaba a 12 hectáreas por persona las parcelas de ager publicus. Los acaparadores tenían que restituir el exceso, que sería repartido en parcelas de siete hectáreas y media, reservadas a los pobres.

De esta forma se reconstruiría una clase de pequeños propietarios, elemento seguro de estabilidad. Orador apasionado (hablaba de "aquellos que se llaman dueños del mundo y no poseen ni un terruño"), Tiberio hizo que la ley fuera aprobada.

Cargados de odio, los grandes propietarios terratenientes compraron a un tribuno, Octavio, el cual opuso su veto; Tiberio lo destituyó y al año siguiente Graco se hizo reelegir, lo que era contrario a la tradición, pero él estaba interesado en poner en práctica su generosa obra.

Los nobles lo acusaron de aspirar a la soberanía y, provocando un motín, lo mataron en el Capitolio. La ley no fue abolida, pero sus efectos quedaron muy limitados.

Cayo Graco
Diez años después, en el 123 a. de J.C., el hermano mayor de Tiberio, Cayo Graco, elegido a su vez tribuno, se propuso hacer triunfar la reforma. Aleccionado por la trágica experiencia de su hermano, quiso reforzar su posición y ampliar las alianzas:

- Suprimió a los senadores el derecho a tomar asiento en los tribunales encargados de juzgar asuntos de corrupción y delitos públicos, sustituyéndolos por representantes de la clase ecuestre.

- Enfrentando a las dos clases de ricos, las debilitó. Mediante la ley frumentaria, concedió a la plebe una cuota mensual de trigo a precio mínimo.

- Por último, volvió a proponer enérgicamente la división y la distribución de las tierras comunales usurpadas; nuevas colonias agrícolas iban a surgir en Italia y en las provincias.

Los adversarios de Cayo Graco utilizaron todos los métodos contra él, incluidos la demagogia y la superioridad de la ofertas en las ventas en pública subasta.

Cayo quería también -y el futuro le dio la razón- extender el derecho de ciudadanía (la igualdad de derechos) a todos los latinos e incluso a los itálicos; pero, prudentemente, se limitó a los latinos.

El partido conservador, especulando con el egoísmo de la plebe romana, hizo que le proyecto fuera rechazado. Cayo Graco tuvo que abandonar Roma para fundar él mismo una colonia cerca de Cartago.

Sus enemigos, teniendo el camino libre, lo acusaron de haber violado la interdicción que declaraba maldita esta tierra, y no fue reelegido tribuno. Cayo Graco defendió su obra, pero el Senado provocó un motín contra él.

Entonces se refugió en el Aventino, poco más allá del Tíber. Perseguido, hizo que un esclavo suyo lo matara en un bosque sagrado (121 a. de J.C.). En Roma tuvo lugar el exterminio del partido popular (3.000 partidarios fueron asesinados).

La reforma agraria fue progresivamente desmantelada. Sólo los caballeros conservaron los privilegios obtenidos. La violencia, el asesinato y la ilegalidad hicieron su entrada en la política romana.

Gracias a los desórdenes que continuaron enfrentando a los ricos contra los pobres, algunos ambiciosos, apoyándose en las fuerzas armadas, sintieron que su hora había llegado.



----------------------Mario: El orden----------------------


Mario y la reforma militar


El Senado se vio desacreditado por una serie de reveses en Africa, donde un príncipe númida, Yugurta, había destronado al nieto de Masinisa, aliado de Roma. Yugurta hizo asesinar a unos comerciantes romanos y el Senado le declaró la guerra.

Arrogante y sagaz, Yugurta resistió victoriosamente, compró cómplices y hasta se atrevió a ir a Roma, de la que diría:

¡Ciudad venal, no te falta más que un comprador!

En el 109 a. de J.C. derrotó a una legión. El cónsul Metelo y su lugarteniente Mario consolidaron la situación, pero Mario no se contentó con este éxito.

Nacido en Arpino, en el Lacio, en el seno de una familia acomodada, había ingresado siendo muy joven en el ejército y, durante el sitio de Numancia, había ganado ascensos, medallas, y también cicatrices que le cubrían todo el cuerpo. Nombrado gobernador de la Hispania Ulterior, se casó a su regreso con una mujer de la familia patricia Julia, futura tía de Julio César, que nacería en el año 100 a. de J.C.

Siempre había estado protegido por el poderoso Metelo, quien le llevó a Africa como legado. Mario le pidió autorización para ir a Roma y proponer su candidatura al consulado. "Espera a que mi hijo tenga la edad", le respondió el orgulloso Metelo, afectado por las pretensiones de aquel "burgués" de origen modesto.

Pero Mario se hizo elegir por el partido popular (107 a. de J.C.) y obtuvo también el mando del ejército de Africa, a expensas de su protector.

Antes de partir, llevó a cabo una amplia reforma militar: Las legiones fueron abiertas a los proletarios, hasta entonces excluidos; el ejército de ciudadanos se transformaba así en un ejército profesional.

Mario mejoró también el armamento y la organización, dividiendo la legión en cohortes, unidades tácticas que agrupaban tres manípulos.

En dos años derrotó a Yugurta (105 a. de J.C.), que murió de hambre en la prisión Tuliana.

El triunfo de Mario fue acompañado por su reelección como cónsul; parecía el único capaz de salvar a Italia de una nueva y terrible amenaza: La invasión de los cimbros y de los teutones, germanos del Báltico que habían asolado la provincia romana de la Galia, aniquilando algunas legiones en Orange (105 a. de J.C.). La devastación de Hispania los disuadió, y se dividieron en dos bandos.

Mario los exterminó cerca de Aix (102 a. de J.C.) y de Vercelli, en la llanura del Po (101 a. de J.C. Aclamado como salvador, fue reelegido continuamente cónsul (por sexta vez en el año 100 a. de J.C.), uniéndose con los tribunos de la plebe, Saturnino y Glaucio, que se aprovecharon de su confianza y protección para aterrorizar a Roma, donde se sucedieron los levantamientos.

Por orden del Senado, Mario marchó contra sus aliados, que fueron dispersados en una sangrienta batalla. Pero, desprestigiado, sospechoso a los ojos de todos, Mario partió para Oriente.



------------------Mario: Guerras sociales------------------


Las guerras sociales


Un nuevo drama puso a Roma en peligro: La rebelión de Italia.

Después de la conquista romana, las diversas ciudades y regiones de la península estaban sometidas con regímenes muy variados: Algunas (como el Lazio) gozaban de igualdad de derechos, pero la mayor parte formaba categorías inferiores, estando excluidas de la vida política, aunque sometidas a los impuestos y a las levas militares.

Los magistrados romanos se comportaban frecuentemente como tiranos locales con respecto a los "aliados" (socii, de donde el nombre de la guerra social). Estos estaban además excluidos de la distribución de las tierras después de la desmovilización de los ejércitos.

Un joven noble elegido tribuno, Livio Druso, reanudando el proyecto de Cayo Graco, propuso extender el derecho de ciudadanía a todos los itálicos.

Pero fue asesinado (91 a. de J.C.) y, al año siguiente, los estados aliados, exasperados, se sublevaron, pobres y ricos unidos, formando una confederación y emprendiendo una verdadera guerra de secesión: una guerra encarnizada (90-89 a. de J.C.), acompañada de exterminios, que causó más de 100.000 víctimas.

Mario fue llamado por el Senado, pero los mayores éxitos contra los insurrectos fueron alcanzados por su lugarteniente: Sila. Finalmente, el Senado, para romper la alianza de los adversarios, concedió gradualmente el derecho de ciudadanía a los itálicos leales primero, y después a los que deponían las armas.

Los samnitas fueron los últimos en rendirse. En el año 87 a. de J.C., toda Italia (que respecto de la actual acababa en la línea del río Rubicón) estaba unificada bajo el mismo derecho. Una vez más, la ceguera del Senado había costado cara.



----------------------------Sila----------------------------


Sila contra Mario


La paz interior era tanto más urgente cuanto que un enemigo amenazaba a Roma en Asia: El rey del Ponto, Mitrídates, coloso medio bárbaro y medio griego, que soñaba con dominar Oriente y Grecia.

Provisto de una gran flota y de un ejército impresionante, exterminó a los romanos de la provincia de Asia, invadió Grecia y ocupó Atenas (88 a. de J.C.).

El senado nombró jefe del ejército al aristócrata Sila. Lucio Cornelio Sila, procedente de una familia arruinada, era un hombre extraño, unas veces arrogante, otras veces servil, capaz de los peores excesos, cruel y vengativo.

Un griego lleno de ironía, dijo de él que se parecía a "una mora pasada por harina", con una tez roja llena de lunares blancos. De sus ojos azules emanaba una luz irresistible; era, además, culto y amante de las artes, revelándose también como un notable jefe militar: Frío, astuto, sumamente valiente y con un gran ascendiente sobre sus hombre.

Pero la agitación continuaba en Roma, donde la guerra civil había provocado la miseria y el alza de los precios. El partido popular alentó una serie de motines y, volviéndose de nuevo a Mario hizo que, mediante un plebiscito, dirigiera la guerra de Oriente.

Sila, que concentraba ya sus legiones en Campania, marchó sobre Roma, franqueó la muralla sagrada y derrotó a los agitadores entre grandes incendios. Mario huyó a Africa (88 a. de J.C.).

Entonces Sila pudo embarcarse, después de haber demostrado cómo se podía asegurar el poder con la ayuda de soldados leales.

Sometió a Grecia, donde fueron confiscadas numerosas obras de arte para enviarlas a Roma, y después se dirigió a Asia. Mitrídates tuvo que negociar, renunciando a Grecia pero conservando su reino (85 a. de J.C.).

¿Por qué se conformó Sila con una victoria incompleta? El hecho es que, en su ausencia, Mario había dado la vuelta a la situación, apoderándose nuevamente de Roma.

Unido al cónsul Cinna, futuro suegro de Julio César, ordenó terribles matanzas, entregando a sus enemigos a los verdugos con un simple gesto. Pero en el año 86 a. de J.C., Mario murió, dejando Italia a Cinna y a su hijo adoptivo.

Sila volvió con sus tropas (83 a. de J.C.) y en un año luchó contra el partido popular y contra los samnitas que todavía no estaban definitivamente sometidos desde la guerra social. En el año 82 a. de J.C., era el dueño de Roma, arrogándose la dictadura.

Se reanudaron de nuevo las matanzas, esta vez contra los demócratas. Los nombres de las víctimas fueron escritos en las listas de proscritos, cuyos bienes, confiscados, sirvieron para recompensar a los soldados, a los partidarios, y los delatores.

De esta forma, Sila distribuyó 120.000 parcelas de tierra. Se ha dicho repetidamente que el dictador había querido restablecer el antiguo régimen aristocrático, devolviendo toda su importancia al Senado y abatiendo a sus adversarios.

De hecho, lo que le preocupaba sobre todo era su poder absoluto. El Senado fue elevado a 600 miembros, 300 de los cuales eran "hombre nuevos" absolutamente afectos a Sila.

Los caballeros perdieron sus cargos judiciales y la percepción de los impuestos de Asia. Los tribunos de la plebe no tenían ya el derecho de veto ni el de proponer leyes.

La censura fue suprimida, así como las distribuciones gratuitas de trigo. Acuñando monedas con su nombre, adoptando el título religioso de Felix (feliz), organizando juegos circenses y adulando al pueblo, Sila se comportó como un monarca oriental. Pero, por razones poco conocidas, se retiró a la vida privada en el año 79 a. de J.C., y murió al año siguiente en Cuma.



--------------------Pompeyo y Espartaco--------------------


Advenimiento de Pompeyo. Sertorio y Espartaco


Noble, rico y valeroso, Pompeyo, antiguo lugarteniente de Sila, se alió hábilmente con el Senado para combatir a un cónsul demagogo, Lépido, que se había unido al partido popular restableciendo las distribuciones gratuitas de trigo.

Después de una breve guerra civil, Pompeyo (79 a. de J.C.) fue encargado de sofocar la revuelta de Sertorio, un compañero de Mario que había sublevado a Hispania poniéndose a la cabeza de los indígenas oprimidos, en los tiempos de Sila, y que parecía invencible con sus guerrillas.

Gracias a una traición (72 a. de J.C.), Pompeyo se libró de él, después de algunos años de guerra, y volvió a Italia para poner fin a la célebre revuelta de Espartaco.

En Capua, un centenar de esclavos de una escuela de gladiadores se habían evadido bajo el mando del tracio Espartaco, incitando a la rebelión a las hordas de esclavos del sur, prisioneros de guerra, terribles combatientes, cansados de la crueldad y de los malos tratos, consiguiendo reunir hasta 100.000 hombre, saqueando, incendiando las granjas y resistiendo a cinco ejércitos romanos.

Espartaco los condujo hacia el norte, donde, atravesando los Alpes, podrían convertirse en hombres libres. Pero ellos prefirieron (¡insensato sueño!) volverse contra Italia; por fin, las tropas de Marco Licinio Craso los aplastaron: 6.000 esclavos murieron crucificados a lo largo del camino que conducía de Capua a Roma. Pompeyo acabó con las últimas bandas que habían logrado huir (71 a. de J.C.).

Apoyándose en la plebe y estableciendo los derechos de los tribunos y de los caballeros ("equites"), los aspirantes a dictadores eran fatalmente arrastrados a romper la resistencia del Senado, que obstaculizaba su camino hacia el poder.

Por otra parte, los patricios estaban desacreditados en aquel momento a causa del grave escándalo de Verres, propretor de Sicilia, que había saqueado la isla como si se tratara de una tierra de conquista. Poniéndose del lado de las víctimas, Marco Tulio Cicerón defendió su causa con tanta elocuencia que Verres se exilió antes de la sentencia (70 a. de J.C.).




----------------------Craso y Pompeyo----------------------


Consulado de Craso y Pompeyo: Mitrídates


Marco Licinio Craso era un antiguo protegido de Sila que había conquistado una gran fortuna gracias a las proscripciones y a un cuerpo de vigilantes reclutados entre los esclavos.

Con su colega Pompeyo tomó el sentido contrario de las reformas de Sila. Los dos cónsules ofrecieron al pueblo "pan y juego" (panem et circenses) para lograr el apoyo de las masas.

Lo mismo que los tribunos, los censores fueron repuestos en sus cargos. Los caballeros recuperan su puesto en los tribunales y, de nuevo, el encargo de la percepción de los impuestos de Sicilia y de Asía, así como sus asientos de honor en el teatro.

A favor de las guerras civiles, bandas de piratas habían formado flotas temibles que saqueaban los barcos de los comerciantes y las costas, llegando incluso en su atrevimiento a desembarcar cerca de Roma.

Pompeyo se hizo conceder poderes extraordinarios y con 500 naves y veinte legiones persiguió a los piratas, matando a millares de ellos y dispersando a los demás en las colonias (67-66 a. de J.C.).

Gran triunfador, no le fue difícil que le fuera asignado el mando de la segunda guerra contra Mitrídates. Los desórdenes de Italia habían envalentonado al rey del Ponto, que reanudó la guerra en el año 74 a. de J.C., aliándose con Sertorio, con los piratas y con Tigranes, rey de Armenia.

El procónsul Lúculo, penetrando hasta Armenia, lo había expulsado de la provincia de Asia (74-68 a. de J.C.). Pero Lúculo, honesto y austero, disminuyendo los impuestos y los tipos de interés, se había atraído la hostilidad de los caballeros y de los publicanos, y Pompeyo ocupó su lugar.

Mitrídates tuvo que huir y se hizo matar por un soldado en Crimea, después de haber probado en vano todos los venenos.

Tigranes tuvo que someterse y Pompeyo reorganizó el Oriente que, en los sucesivo, tuvo siete provincias: Asia, Ponto, Bitinia, Cilicia, Cirenaica y Creta, más una docena de protectorados entre los que estaban Galacia, Capadocia, Armenia, Cólquida y Decápolis de Judea, donde Pompeyo había tomado al asalto Jerusalén.

Cuando volvió a Italia (62 a. de J.C.), Pompeyo celebró un fantástico triunfo, y al año siguiente vistió la clámide (manto de gala) de Mitrídates. Pero durante su ausencia se habían producido graves acontecimientos y otro nombre se hacer oír: El de Julio César.




--------------------------Catilina--------------------------


La conjuración de Catilina


En Roma se había formado un partido revolucionario que agrupaba a los miserables y a los descontentos y que pretendía reanudar los proyectos de los Gracos.

El partido estaba dirigido por un antiguo compañero de Sila, Catilina, "malvado y depravado" -dice Salustio- que reunía a su alrededor "como satélites a todos los hombres reos de maldades y de crímenes".

Para Catilina, la demagogia social era un medio para adueñarse del poder. Craso lo apoyó en la sombra, y habiendo sido descubierta una primera conspiración, hizo enterrar la tentativa.

Catilina presentó su candidatura al consulado en el año 63 a. de J.C., pero fue derrotado por Cicerón, que aparecía como dirigente del partido del orden. Después de un nuevo fracaso, al año siguiente Catilina proyectó asesinar a los cónsules, provocar incendios e imponerse por la fuerza.

Craso rompió las relaciones con él; Julio César, que había tenido cierta participación en la conjuración (también él apoyaba el partido popular) se retiró.

Cicerón abordó a Catilina en pleno Senado, lanzando su célebre frase: ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? Catilina huyó de Roma, sus cómplices fueron asesinados, y él murió en el curso de una batalla.

Cicerón se mostró orgulloso de haber salvado la República (62 a. de J.C.). durante estos acontecimientos, Pompeyo había llegado de Oriente. El Senado y Cicerón temían sus ambiciones; Pompeyo cometió el error de licenciar su ejército, y tuvo que esperar ocho meses para celebrar su triunfo.

Entonces se aproximó a Craso y a César para formar el "primer triunvirato".




------------------------Julio César------------------------


Cayo Julio César


Cayo Julio César, que tenía unos cuarenta años (había nacido en el año 101 a. de J.C., no era muy conocido. Pertenecía a una de la familias patricias más antiguas de Roma, que pretendía descender de Julos, hijo de Eneas.

Sus progenitores habían caído en la miseria y vivían en la Suburra, barrio popular y de mala fama. Su nacimiento fue difícil, habiéndose tenido que recurrir a la operación quirúrgica a la que dio nombre (cesárea).

Culto y elegante, llevaba una vida brillante, estando dotado igualmente de una inteligencia penetrante y de una memoria ilimitada.

Gran admirador de la literatura griega, se complacía en escribir tragedias y poesías. Sobrino de Mario, yerno de Cinna, había sido considerado sospechoso en los tiempos de Sila a causa de sus vinculaciones con el partido popular, habiéndose exiliado a Asia, donde fue hecho prisionero por los piratas.

Vuelto a Roma (77 a. de J.C.) contrajo deudas, y tuvo que esperar casi diez años para hacerse elegir cuestor y entrar en el Senado (68 a. de J.C.).

A los 30 años fue enviado a Hispania. En el año 65 a. de J.C. se convirtió en edil y pidió dinero a Craso para ofrecer al pueblo de Roma fiestas suntuosas; poco después salió elegido pontífice máximo.

Durante este período apoyó de incógnito a Catilina contra el Senado, que empezó a desconfiar de él. En el año 61 a. de J.C. volvió a la Península Ibérica, iniciándose como jefe militar y sofocando diversas revueltas.

El hombre frívolo y corrompido, cargado de deudas, se convirtió en un gran militar y un gran político. Aceptó la alianza de Pompeyo y de Craso (que le condonó las deudas), haciéndose elegir cónsul en 60-59 a. de J.C., poniendo en ridículo a su colega Bíbulo e imponiendo su voluntad. El pueblo, riendo, decía: "¡Es el consulado de Julio y de César!"

Le faltaba, sin embargo, la gloria militar, por lo que se hizo atribuir el proconsulado de la Galia Cisalpina y de la Narbonense. Antes de partir, casó a su hija Julia con Pompeyo en señal de amistad y se llevó consigo al hijo de Craso.

César había pensado combatir, en primer lugar, a los dacios en el Danubio, pero éstos se habían ido a saquear las costas del mar Negro.

Acontecimientos imprevistos vinieron a favorecerle: En la Galia, los secuanos del Jura habían llamado para luchar contra sus vecinos, los eduos del Morvan, a las bandas germánicas de Ariovisto.

Por otra parte los helvecios, amenazados por otros germanos, pidieron a Roma permiso para atravesar la Narbonense y establecerse en Aquitania. César se lo negó.

Intimidados, los helvecios quisieron pasar entonces al norte del Macizo Central, en territorio de los eduos. Estos eran "amigos del pueblo romano". César tenía un buen pretexto para intervenir en la Galia (año 59 a. de J.C.).



------------------Julio César y las Galias------------------


La conquista de las Galias


Toda la parte mediterránea de la Galia, la Narbonense, era provincia romana desde hacía sesenta años. Comprendía el actual Languedoc, la Provenza y el valle del Ródano hasta Viennes.

Marsella, fundada en el siglo VII a. de J.C. por los griegos focenses, había difundido el helenismo por toda la región, y la romanización había sido rápida: Narbona, Aix, Orange, eran otras tantas ciudades romanas.

Más allá se extendía el país de los celtas, descrito por el mismo César en su obra La guerra de las Galias (De bello gallico).

Para conquistar aquel enorme territorio, César sólo disponía de seis legiones (apenas 30.000 hombres). En el año 58 a. de J.C., aniquiló a los helvecios en el Morvan, rechazando después a los germanos más allá del Rin, a Alsacia.

Tras invernar al pie del Jura, atacó a los belgas en el año 57 a. de J.C., y al año siguiente envió al hijo de Craso a someter a los vénetos de Armórica.

Hizo publicar en Roma los dos primeros libros de De bello gallico, lo que le valió quince días de fiestas religiosas.

Sin embargo, tuvo que reprimir una revuelta en el golfo de Morbihan; Aquitania fue a su vez sometida. Más tarde, César se aventuró fuera de la Galia franqueando el Rin sobre un puente construido en diez días, cerca de Bonn, entregándose al saqueo de las tierras de los germanos.

Después atravesó el canal de la Mancha, desembarcando en las costas de la isla de Bretaña, la actual Gran Bretaña. Al año siguiente volvió allí, con fuerzas más abundantes, avanzando hasta el Támesis (54 a. de J.C.).

Pero en la Galia estallaron nuevas revueltas, y las represiones de los romanos, atroces, obligaron a los jefes de las tribus celtas a unirse bajo la autoridad de un joven príncipe de los arvernos, Vercingetórix, guerrero procedente de la región montañosa de la Arvernia.

Vercingetórix había sido hasta entonces aliado de los romanos, habiendo servido seguramente en su ejército. Sin embargo, apelando al sentimiento nacional, apoyándose en la autoridad moral de los druidas, reunió un gran ejército y puso en práctica la táctica de quemar las tierras.

César, después de un encarnizado asedio, se apoderó de Avaricum (Bourges). Luego, quiso asestar el golpe decisivo tomando Gergovia, la capital de los arvernos (52 a. de J.C.), pero fue rechazado con grandes
pérdidas.

Esta derrota de los romanos reforzó la unión de los rebeldes, a los cuales fueron a unirse los deudos, "amigos" de Roma. César tuvo que replegarse hasta el Saona. Su situación era dramática, pero Vercingetórix, demasiado confiado, atacó al ejército romano. Sus tropas fueron destrozadas y el jefe galo cometió un segundo error, dejándose sitiar en Alesia.

César estableció el sitio de una manera que seguiría siendo durante dos siglos un modelo de estrategia militar. Rodeó la ciudad con un doble cerco de fortificaciones de madera y de tierra, uno para bloquearla y el otro para impedir la posible llagada de un ejército de refuerzo que, desalentado y paralizado por las discordias de sus jefes, se dispersó sin intentar nada.

Pronto los sitiados carecieron de agua y de víveres. Vercingetórix, extenuado, salió personalmente de la ciudad para pedir clemencia (52 a. de J.C.). El infortunado galo fue conducido a Roma, donde fue encadenado al carro del vencedor. Arrojado en prisión, fue degollado diez años después.

Sin embargo, César necesitó todavía un año para aplastar los últimos coletazos de la insurrección. Según el mismo vencedor, la Galia había tenido un millón de muertos, y otro millón de hombres fueron convertidos en esclavos.

El botín conseguido fue enorme. Sin embargo, a diferencia de España, el país fue romanizado rápidamente y los vencidos reconocieron la ley romana, adoptaron fácilmente una civilización que seducía a la aristocracia con la superioridad y el esplendor de sus ciudades.

En cuanto a César, que se había igualado a los más grandes capitanes de la Antigüedad, pudo, con un ejército vinculado a él con fanatismo, volver a Italia.




----------------César y la anarquía en Roma----------------


La muerte de Craso


Desde la partida de César, los desórdenes se sucedieron en Roma, donde el tribuno Clodio había instaurado un verdadero terror, asegurándose la popularidad mediante distribuciones gratuitas de trigo.

Los jefes del partido conservador, como Catón de Utica y Cicerón, se vieron condenados al exilio, pero Pompeyo, asustado por los excesos, los hizo llamar (57 a. de J.C.).

Roma se convirtió en campo de batalla entre Clodio y otro demagogo rival, Milón. Inquietos, Pompeyo, César y Craso ratificaron su adhesión a los acuerdos de Luca (56 a. de J.C.): Primer triunvirato.

Por otra parte, envidiosos de los éxitos de César en la Galia, Pompeyo y Craso quisieron también su parte en los laureles.

Reelegidos cónsules, buscaron nuevos escenarios de batalla. Pompeyo envió al procónsul Gabinio para que ocupara Judea, que fue dividida en cinco distritos; después, Gabinio fue a Egipto para restaurar en el trono a Tolomeo Aulete, a quien un usurpador había derrocado.

Craso eligió Siria, donde deseaba alcanzar la fama luchando contra los partos. Pero en el año 53 a. de J.C., sus legiones, cuando atravesaban el desierto de Mesopotamia, fueron asaltadas en Carrhae por los escurridizos jinetes.

Craso se batió en retirada e intentó negociar, pero los partos lo asesinaron a traición y aniquilaron su ejército, haciendo 10.000 prisioneros. Su lugarteniente Casio tuvo que ocuparse de defender Siria.

Muerto Craso, César y Pompeyo quedaron frente a frente. La hija de César, Julia, esposa de Pompeyo, había muerto en el 54 a. de J.C., de manera que todo vínculo familiar entre los dos hombres había quedado roto.

Las bandas de Clodio y de Milón se enfrentaban en Roma en terribles batallas callejeras; después del asesinato de Clodio, sus partidarios incendiaron numerosas casas, una basílica y la Curia (52 a. de J.C.).

Enloquecidos de terror, los senadores nombraron a Pompeyo único cónsul con plenos poderes; el propio Cicerón lo apoyó. Como la sublevación general de la Galia se estaba fraguando, Pompeyo, pensando que César se vería pronto envuelto en un desastre, empezó a verse como el único dueño de la República.




----------------César y el paso del Rubicón----------------


César pasa el Rubicón: Farsalia


César, después de su victoria en la Galia, fue a establecerse en Rávena, en la Galia Cisalpina. Su misión había terminado; sus poderes proconsulares acabaron en el año 50 a. de J.C. Desde aquel momento el deseo de Pompeyo fue verlo volver a Roma sin ejército, sin cargos, como un simple particular: Entonces lo tendría en su poder.

Naturalmente, Cesar, fuertemente rodeado por su ejército, se abstuvo de favorecer el juego de Pompeyo. Hubo largas negociaciones, un ir y venir de mensajeros entre Roma y Rávena. La guerra civil parecía inevitable.

César no disponía más que de una legión (las demás vigilaban la Galia), mientras Pompeyo se jactaba de no tener sino que "dar una patada en la tierra para llenar Italia con su legiones".

César se decidió a marchar sobre Roma: Alea jacta est (la suerte está echada): En enero del año 49 a. de J.C., pasó el Rubicón, límite de la Galia Cisalpina, y después se apoderó de Roma, donde el pánico hizo presa en Pompeyo y en los senadores, que se refugiaron en Grecia.

César fue primero a Hispania para acabar con los núcleos partidarios de Pompeyo; a continuación tomó Marsella, que se había declarado pompeyana, y después desembarcó en Grecia en pleno invierno.

En agosto del año 48 a. de J.C., aniquiló a los pompeyanos en Farsalia (Tesalia). "Golpead a los aristócratas en el rostro", les habían dicho a sus soldados, sabiendo que los jóvenes nobles preferían huir antes que quedar desfigurados.

Pompeyo huyó a Egipto a pedir asilo al joven rey, hijo de Tolomeo Aulete. Pensando en una recompensa, un jefe egipcio hizo asesinar a Pompeyo y los autores presentaron su cabeza a César, que había desembarcado en su persecución. Alejándose, César prorrumpió en llanto por la muerte de su adversario.

El cuadro permite comprobar, a grandes rasgos, los planes de Pompeyo y las intenciones de Julio César.



------------------Julio César y Cleopatra------------------


Julio César y Cleopatra


El joven Tolomeo reinaba junto con su hermana Cleopatra, célebre por su encanto, hecho de belleza y cultura, quien, enormemente ambiciosa, sedujo al vencedor con objeto de reinar sola.

César descansó de la batalla en el lujoso palacio, pero muy pronto tuvo que afrontar nuevos peligros porque la ciudad se sublevó. Salvado gracias a los refuerzos, dio el trono a la reina de la cual tendría un hijo: Cesarión y remontó el Nilo con ella.

Después volvió al ataque: Fue a Asia para combatir contra Farnaces, hijo de Mitrídates, que había sublevado al Ponto contra Roma, y la campaña de César fue tan rápida que pudo escribir al Senado: Veni, vidi, vinci (Llegué, vi, vencí). Esto ocurrió en el 47 a. de J.C.

De vuelta a Roma y proclamado dictador, volvió a partir para Túnez, donde los partidarios de Pompeyo y del Senado habían reunido un ejército al que venció en Tapso (46 a. de J.C.).

Catón de Utica, jefe de los "republicanos", se suicidó, así como Escipión Nasica. César celebró en Roma un cuádruple triunfo (Galia, Egipto, Ponto, Numidia), en el que estuvo presente Vercingetórix, que luego sería degollado, y ofreció al pueblo abundante banquetes.

Fue nombrado dictador para un período de diez años y reelegido cónsul. Al año siguiente, César derrotó en Munda, en Hispania, a los dos hijos de Pompeyo. Parecía que las guerras civiles habían acabado.



----------------Dictadura y muerte de César----------------


Los Idus de Marzo


Dictador vitalicio (44 a. de J.C.), cónsul, censor, pontífice máximo, investido de los poderes de los tribunos, imperator, César era un verdadero monarca.

Pero supo utilizar su poder absoluto de manera beneficiosa y no sangrienta; perdonó a los vencidos, ofreciéndoles cargos y honores, tal como hizo con el sobrino de Catón -y tal vez hijo ilegítimo del propio César-, Bruto.

En quince meses inició una verdadera obra de reorganización. No olvidó sus simpatías por los pobres ni la ayuda que el partido popular le había prestado contra los patricios.

Ayudó a los endeudados, impidió el arresto personal, y estableció la moratoria en los pequeños alquileres. A los publicanos le fue suprimido el privilegio de la percepción de los impuestos de Asia y de Sicilia, sustituidos por el impuesto directo.

Determinadas leyes limitaron el lujo, mientras que las leyes agrarias, las distribuciones del trigo y la fundación de colonias sacaron de la miseria a miles de familias.

Los gobernadores de las provincias fueron controlados, y los más deshonestos expulsados. Todas las ciudades de Italia pudieron elegir sus magistrados; en Hispania y en la Galia muchos de sus habitantes recibieron el derecho de ciudadanía, y numerosos naturales de las provincias entraron en el Senado.

César no olvidó la política de fusión entre vencedores y vencidos iniciada por Alejandro.

Fue dispuesto un verdadero plan urbanístico para Roma: El ensanche de las murallas, la desviación del Tíber y las grandes obras de construcción cambiaron el aspecto de la Ciudad Eterna. También el calendario fue objeto de la atención de César, con el año de 365 días, bisiesto cada cuatro años.

Cada vez es más evidente que César aspiró a la monarquía. Preparó una gran expedición contra los partos, de los cuales dijo un oráculo que sólo podrían ser vencidos por un rey. Algunos manifestantes adiestrados lo aclamaron con el título de rey, y, durante la fiesta de las Lupercales, el tribuno Marco Antonio, lugarteniente de César, le ofreció por tres veces la corona que el dictador rechazó provocando las reacciones de la multitud.

Ligados a las tradiciones, indignados ante la perspectiva de un reino que iba a sustituir a la vieja República, unos agitadores dirigidos por Casio y por Bruto, fanático atormentado, que a pesar de los beneficios recibidos por César odiaba a éste como un hijo bastardo puede odiar a su padre, prepararon el asesinato: En pleno Senado, en los idus de marzo (día 15 de mes) del 44 a. de J.C., lo acribillaron a puñaladas.

Al reconocer a Bruto entre los agresores, César se cubrió el rostro con la toga, diciendo: ¡También tú, oh Bruto, hijo mío! César cayó a los pies de la estatua de Pompeyo, pero la idea monárquica no cayó con él.




--------------------Segundo Triunvirato--------------------


Marco Antonio y Octavio


Marco Antonio supo aprovecharse de la inactividad de los asesinos. Otorgó a César honores divinos y grandiosos funerales, anunciando al pueblo que el desaparecido dejaba su patrimonio a los ciudadanos de Roma; los asesinos huyeron de la ciudad.

Sin embargo, un jovenzuelo débil, sobrino segundo de César, al que había adoptado mediante testamento, Cayo Octavio, con 19 años, hizo su aparición y reclamó su herencia.

Al contrario que Antonio, se mostró dócil hacia el Senado y Cicerón, que hizo que le fueran confiadas dos legiones. Antonio combatió en la Galia Cisalpina a los partidarios de los conjurados y del Senado, y Octavio marchó contra él.

Antonio, vencido, se refugió en la Narbonense con el procónsul Lépido. Pero Octavio, temiendo hacer el juego al Senado, dio un brusco viraje y prefirió aliarse con Antonio y Lépido.

Entró en Roma a la cabeza de sus legiones, se hizo elegir cónsul y selló la alianza proclamando el segundo triunvirato, que concedió todos los poderes a los tres cómplices (43 a. de J.C.).

Como Sila, los triunviros se deshicieron de sus adversarios mediante las listas de proscripción (más de 2.000 individuos). A Cicerón le cortaron la cabeza y las manos; Antonio se acordaba de los violentos discursos, las Filípicas, que el célebre jurista había pronunciado contra él.

Pasando a Grecia, Antonio y Octavio exterminaron a los conjurados que habían dado muerte a César. Casio y Bruto se suicidaron en Filipos en el año 42 a. de J.C.

Después de que una guerra civil había amenazado con romper el acuerdo de los triunviros, éstos se reconciliaron por la paz de Brindisi (40 a. de J.C.), repartiéndose el Imperio:
- Lépido se contentó con Africa,
- Octavio tomó Italia, la Galia e Hispania,
- Antonio recibió Grecia y Oriente.
Este último se casó con Octavia, hermana de Octavio, a pesar de su pasión por Cleopatra.




-----------------Marco Antonio y Cleopatra-----------------


La locura egipcia


Después de la batalla de Filipos, Marco Antonio fue a Oriente para preparar la guerra contra los partos. Cleopatra, que había recobrado el trono de Egipto después de la muerte de César, encontró de nuevo a Antonio en Cilicia y conquistó sin dificultad al rudo soldado, que la guió a Alejandría.

Ambos se abandonaron a las fiestas y a los placeres de la "vida inimitable", como se llamaba una camarilla compuesta por familiares de la reina y de Antonio, que prodigaba los excesos y las extravagancias.

Pero las necesidades políticas reclamaron a Antonio a Italia y, cuando se enteró de su matrimonio con Octavia, Cleopatra, que acababa de tener dos mellizos de su amante, lloró amargamente su traición. Después de la paz de Brindisi, Antonio se estableció en Grecia con su joven esposa, que no tenía para él el mismo atractivo que Cleopatra.

Puesto que Octavio tenía graves dificultades en Italia, Antonio no dudó en desafiarlo: Devolvió a Octavia a Roma, invitando a la reina de Egipto a que reuniera con él en Siria, desde donde se disponía a marchar contra los partos. Antonio se casó con ella en Antioquía, sin haber repudiado, no obstante, a su mujer.

Pero su campaña fue un desastre: Perdió la mitad de sus tropas, teniendo que contentarse con anexionar Armenia. Olvidándose de los partos, volvió a Alejandría (36 a. de J.C.), y, completamente esclavo de Cleopatra, abandonó los intereses de Roma por los de Egipto: Concedió a Cleopatra la soberanía sobre Chipre, Creta y Fenicia.

El hijo de César, Cesarión, fue asociado al trono de su madre. Antonio ocupó el puesto de príncipe consorte y dispuso principados orientales para los hijos que había tenido con Cleopatra. Ponía así las bases de una Imperio rival de Roma, dando pretextos a Octavio para intervenir.




--------------------------Octavio--------------------------


Octavio en Italia


Inmediatamente después del reparto de Brindisi, Octavio se encontró con graves contratiempos en Occidente. Italia estaba nuevamente agitada y un hijo de Pompeyo, Sexto, que había escapado al desastre de Munda, se había apoderado de Córcega, de Sicilia y de Cerdeña, haciendo padecer hambre a Roma.

Octavio fue derrotado al principio (38-36 a. de J.C.), pero, luego, su lugarteniente Agripa triunfó sobre Sexto Pompeyo.

Considerando que el comportamiento de Lépido pareció equívoco durante el desarrollo del conflicto, Octavio le desposeyó del título de triunviro, dejándole únicamente el de pontífice máximo.

Por otra parte, Octavio reprimió el bandidaje, continuó las grandes obras iniciadas por César, distribuyó tierras a los soldados, y el pueblo lo aclamó con entusiasmo, mientras el Senado romano se inclinado ante el nuevo amo.

A Octavio no le quedaba más que deshacerse de Antonio para colmar sus ambiciones. Hábilmente lo presentó no como un rival personal, sino como un traidor de la causa romana. Unos propagandistas afirmaron que Cleopatra quería conquistar Italia, destruir el Capitolio y sustituir a Roma por Alejandría como primera ciudad del mundo.

En el año 32 a. de J.C., el Senado declaró la guerra a Egipto. Octavio reunió sus legiones; las fuerzas
de Antonio eran considerables: 19 legiones y 800 naves, además de los contingentes de los príncipes y de los reyezuelos de Asia.

El conflicto se hizo "mundial": Roma tenía que reconquistar Asia. Sin embargo, una parte de las tropas que Antonio tenía en Grecia se pasaron al bando de Octavio cuando Agripa hubo atravesado el mar Jónico.

Las fuerzas navales se encontraron a la altura del promontorio de Accio (31 a. de J.C.), y el combate tardó mucho tiempo en decidirse. Antonio había ordenado que, después de la victoria, la flota egipcia se retirase: Quería entrar solo en Roma, sin presentarse como el jefe de una coalición oriental.

Numerosos partidarios de la República se encontraban en sus filas, y él quería pasar por restaurador del régimen contra la dictadura de Octavio.

Cleopatra se vio traicionada de nuevo, olvidada, mientras Antonio triunfaba en Italia, por lo que, durante la batalla, ordenó a sus naves que se dirigieran hacia el sur.

Antonio, presa del pánico, partió en una galera en persecución de la reina, abandonando la flota y las tropas, de manera que Octavio se encontró vencedor sin sufrir grandes pérdidas. Enseguida se atrajo a sus adversarios de Grecia y de Asia y rodeó a Egipto, donde se encontraban Antonio y Cleopatra.




----------------------Octavio vencedor----------------------


Afirmación del imperio y el emperador


Sabiéndose perdido, Antonio trasformó su círculo de la "vida inimitable" en una sociedad fúnebre donde se bebía en honor de la muerte que se aproximaba.

Cuenta Plutarco que en el curso del último banquete (el ejército de Octavio cercaba ya la ciudad), los invitados oyeron un misterioso cortejo que, precedido de músicos, atravesaba Alejandría en dirección al campamento de los romanos: Era el dios Baco, protector de Antonio, que lo abandonaba.

Cleopatra se había fortificado en un mausoleo a orillas del mar, con sus tesoros y sus seguidores, difundiéndose el rumor de que se había suicidado y de que Antonio se había atravesado con su espada.

Moribundo, dándose cuenta de que la reina estaba todavía viva, el amante fiel se hizo trasladar al mausoleo de Cleopatra para morir entre sus brazos, "como un romano vencido por un romano".

Octavio entró en la ciudad. Parlamentó, hizo promesas y amenazó la vida de los hijos de Cleopatra si ésta se suicidaba.

Lo que quería era ver desfilar en su cortejo triunfal a aquella mujer célebre, la mayor "atracción" que podía ofrecer a la plebe romana. Pero Cleopatra, adivinando sus intenciones, se hizo morder por una serpiente, muriendo "como convenía a la heredera de tantos reyes".

Octavio sometió la tierra de los faraones, la última huella de las grandes civilizaciones antiguas que aún faltaba a su Imperio. Antes de dejar Egipto, hizo matar a Cesarión, hijo de César, que hubiese podido ser un probable pretendiente.

Los hijos de Antonio y de Cleopatra fueron conducidos a Roma, donde fueron acogidos por Octavia. En agosto del año 29 a. de J.C., después de su triunfo, Octavio hizo clausurar el templo de Jano.

Tras un siglo de conquistas y de incesantes guerras civiles, la paz romana comenzaba, finalmente, a reinar en el mundo.




-----------------------LA PAX ROMANA-----------------------


LA PAZ ROMANA: EL SIGLO DE AUGUSTO
(27 a. de J.C. - 182 d. de J.C.)


Octavio Augusto rechaza el título de dictador y sólo acepta el término -muy republicano- de princeps (príncipe; es decir, "primer hombre del Senado").

Acumula las magistraturas tradicionales (consulado, tribunado, etc.) con las funciones nuevas correspondientes a las nuevas instituciones que pone en vigor, en estrecha relación con el poder central (de hecho, el suyo): Crea los prefectos, los procuradores, los gobernadores de las provincias imperiales y los legados (jefes de las legiones).

Durante el gobierno de Augusto, Roma alcanza la cumbre de su gloria y de su prosperidad.

La vida económica se desarrolla, la ciudad se convierte -según frase de Augusto- en una "ciudad de mármol", cuando antes sólo era una "ciudad de ladrillo", y los escritores del siglo de Augusto (Tito Livio, Ovidio, Horacio, Virgilio) le añaden esplendor.

La expansión romana se hace a expensas de los germanos, hacia el Rin y el Danubio, bajo la dirección de jefes militares como Agripa, Tiberio y Druso.

Las guerras de Germania acaban con la matanza de las legiones del legado Varo (el año 9 d. de J.C.) por el germano Arminio. Cuando, en agosto de 14 d. de J.C., muere Augusto, todo el mundo romano está en paz.

Los dos primeros siglos del Imperio se señalan en el interior por mil intrigas palaciegas, que hacen de este período de la historia romana una novela de costumbres (a veces, de pésimas costumbres).

El poderío del princeps no deja de aumentar, en detrimento de las instituciones republicanas y del Senado romano, que sólo tiende a representar un papel de "comparsería política".

La vida económica es próspera, los impuestos se cobran puntualmente y el acceso al derecho de ciudadanía, concedido a fines de este período para todos los hombres libres del Imperio, realiza la unidad romana.

Se suceden tres dinastías imperiales:

- La familia Julia-Claudia del 14 d. de J.C. al 68 d. de J.C.


Tiberio,
Calígula,
Claudio,
Nerón.

Los Flavios, del 69 al 96 d. de J.C.


Vespasiano,
Tito,
Domiciano.

Los Antoninos, del 96 al 192 d. de J. C.


Trajano,
Adriano,
Antonino Pío,
Marco Aurelio,
Cómodo.


La vida interior se caracteriza por la evolución religiosa del Imperio romano (penetración de las religiones orientales) y, más particularmente, por la aparición del cristianismo, perseguido por los emperadores, pero cuya expansión es irresistible (especialmente en las provincias orientales del Imperio).

Los grandes escritores de esta época son:
- Séneca, Filón de Alejandría (que escribe en griego, para los judíos de la Diáspora),
- los poetas Perseo y Lucano,
- el historiador judío Flavio Josefo (que escribe en griego), Plinio el Viejo, Quintiliano, Plinio el Joven, Tácito, Suetonio,
- el filósofo Epicteto (esclavo griego que vivía en Roma), Juvenal, Aulo Gelio y Luciano.




----------------------Octavio Augusto----------------------


Octavio se convierte en Augusto


Después de la victoria sobre Antonio y de la anexión de Egipto, Octavio llevó a cabo la unificación del mundo mediterráneo.

Comenzaba una nueva era, la era imperial; pero, aunque omnipotente, acordándose de la trágica muerte de César, Octavio se abstuvo de proclamarse rey o dictador.

Respetó en apariencia las instituciones republicanas, aunque estaba convencido de que el principio monárquico y el carácter hereditario del poder eran necesarios para la estabilidad del Imperio.

Adorado en Oriente como un dios, fingió resignar sus poderes en el año 27 a. de J.C. El Senado romano le suplicó que conservara una parte de ellos y le confirió el título de Augusto, reservado a los dioses.

Desde entonces, cambió su nombre y se llamó Imperator César Augusto. Tenía a la sazón 36 años.

El grácil adolescente que se vio designar heredero por César siguió siendo un hombre enfermizo, que cojeaba de la pierna izquierda y que sufría una ligera parálisis en la mano derecha.

Dueño de los tesoros de Egipto, sólo comía pan ordinario, queso, pescado y fruta; desdeñaba el lujo de los nobles, llevando vestidos hechos en casa y prefiriendo una modesta habitación a salas más amplias.

Cuando su residencia, el palacio Hortensio, fue destruida por un incendio, hizo que fuera reconstruida de manera que su propio habitación quedara como antes, pequeña y amueblada con sencillez.

Suetonio nos dice que para sus desplazamientos "iba siempre a pie, haciéndose a veces transportar en una litera descubierta".

Admitía incluso a la gente del pueblo en sus audiencias, mostrándose tan bien dispuesto a recibir sus peticiones, que un día reprendió jocosamente a uno que le planteó la suya con tanta prudencia como si se tratara "de dar una moneda a un elefante".

Augusto se consideró siempre como el primer servidor del Estado: rígidamente fiel a su horario, esclavo del deber, respetuoso y práctico.

Pero estas cualidades burguesas, ciertamente estimables, indudablemente no hubieran bastado para hacer de Octavio un gran estadista, de no haber estado dotado también de una aguda inteligencia.

Más paciente y más astuto que César, habría de triunfar allí donde éste había fracasado. El régimen cuyas bases estableció sería flexible, susceptible de evolución, y lo bastante fuerte para durar cinco siglos y para dejar en la memoria de los hombres un recuerdo imperecedero, tal como lo hicieron todos los fundadores de imperios, algunos de los cuales, como Carlomagno y Otón el Grande, trataron de restaurarlos.




---------------------El poder imperial---------------------


Emperador por aclamación


Además de su propia habilidad, Augusto disponía de una poderosa baza: El fabuloso tesoro tomado a Egipto. Con el oro de los faraones pagó a sus soldados, asegurándose así su valiosa lealtad.

Envió socorros a las provincias devastadas, distribuyó trigo y dinero a trescientos mil padres de familia, y ofreció generosamente juegos y espectáculos a todos. Pero Augusto sabía que si Roma pretendía dominar sus propias provincias, hacía falta que el pueblo se sometiera a la mano de hierro de un Estado autoritario.

Aunque la fachada republicana permanecía intacta, todos sus órganos perdían poco a poco su fuerza. Los comicios conservaron en principio la aprobación de las leyes y la elección de los magistrados, pero en realidad era Augusto el que decidía la elección; las magistraturas fueron mantenidas, pero se convirtieron en ramificaciones del poder imperial.

El Senado romano, reorganizado al arbitrio del emperador, continuó administrando Roma, Italia y una parte de las provincias.

Los dos cónsules vieron reducidas sus funciones a dos o tres meses, y pronto dejaron el puesto a sus sucesores. Continuó habiendo pretores, tribunos, cuestores y ediles, pero convertidos en funcionarios dependientes del Estado.

El nuevo señor de Roma, con el título de emperador, era el jefe del ejército, aun conservando lo esencial del poder consular.

No pudiendo, como patricio que era, ser investido del título de tribuno, recibió sin embargo el "poder tribunicio", que hacía de él un personaje inviolable, permitiéndole incluso oponer su "veto" a las decisiones del Senado.

¿Qué le faltaba ya? Ser pontífice máximo, y puesto que esta sagrada función era vitalicia, Augusto tendría que esperar pacientemente a que muriera su titular, Lépido, para ocupar su puesto.

Pero he aquí que, a ejemplo de Oriente, el pueblo de Roma, agradecido a aquel que era el restaurador del orden, quiso ver en Augusto no ya un hombre superior, sino un dios.

Así, en todas partes se asistió a la construcción de altares dedicados al nuevo emperador, atendidos por nuevos sacerdotes, los augustales, que sacrificaban "a Roma y a Augusto".

El mes de que se cumplía el anirvesario de su triunfo fue llamado Augusto (hoy agosto). Cuando el emperador muriese, el Senado le concedería las honras apoteósicas reservadas sólo a las divinidades. Pero esta apoteosis estaba todavía lejana. Augusto, después de haber reunido en sus manos todos los poderes, organizará la pax romana.




----------------------Plenitud de Roma----------------------


La época de esplendor


La pax romana reinó en el interior de las fronteras: Las provincias, los países tributarios, cansados de tanta sangre, soñaban solamente con la tranquilidad.

Pero Augusto, aunque había cerrado las puertas del templo de Jano, tuvo que ordenar numerosas campaña militares.

La pacificación de Hispania fue llevada a término, quedando dividida en tres provincias: Citerior y Lusitania, provincias imperiales, y Bética (Andalucía), provincia senatorial.

Los pueblos montañeses de los Alpes fueron sometidos, y el trofeo de La Turbie, cerca de Mónaco, celebra aún esta victoria.

Tiberio, yerno del emperador, hizo del Danubio la frontera norte del imperio (Nórica, Panonia, Dalmacia, Mesia). En Africa, Marruecos formó un protectorado gobernado por el príncipe númida Juba II; los etíopes fueron rechazados al sur de la primera catarata del Nilo.

En Asia se firmó la paz con los armenios y los partos; Galacia y Judea fueron anexionadas, siendo administrada ésta por un procurador, poco después del nacimiento de Jesucristo. Quedaba el problema de Germania, que Augusto decidió ocupar hasta el Elba.

Druso, hermano menor de Tiberio, murió en el cumplimiento de su misión (9 a. de J.C.), pero dieciocho años después, Arminio, un jefe germano sometido a la autoridad del imperio, sublevó las tribus contra las guarniciones romanas y atrajo las legiones de Varo hacia bosques impenetrables y cenagosos.

Las legiones fueron totalmente destruidas: Los únicos supervivientes, Varo y algunos centuriones se suicidaron. Cuenta Suetonio que Augusto, al conocer la noticia, experimentó "un dolor tan profundo que durante muchos meses no se cortó la barba ni el cabello...", gritando sin cesar: "Varo, Varo, devuélveme mis legiones".

Tiberio volvió a establecer la frontera en el Rin. Renunciando a la conquista de Germania, el Imperio cometía sin duda un grave error; dejaba sin control la fragua donde se forjaban las invasiones bárbaras.

Poco atraído por las aventuras más allá de las fronteras, Augusto tendió esencialmente a restablecer el orden, la prosperidad y la tradición en todos los campos.

Prohibió los cultos egipcios populares, tales como el de Isis, hizo que se celebraran ceremonias grandiosas en honor de Júpiter y de Juno, y restauró las divinidades agrícolas y familiares.

El régimen predicó un verdadero retorno a la tierra, estimulando la colonización y la formación de un campesinado medio, y los artistas fueron invitados a celebrar el encanto de la vida rural.

Muchos fueron hijos de labradores. Virgilio de Mantua, cuyo padre era granjero, glorificó, aconsejado por Mecenas, la vida agrícola con sus Geórgicas.

Entusiasmado, Augusto le mandó componer la Eneida, epopeya de la fundación de Roma, que debía ser para los romanos lo mismo que la Iliada y la Odisea fueron para los griegos.

Horacio, a quien Mecenas regaló una magnífica villa, se burló en las Sátiras de las locuras de la ciudad, del dinero, de la vanidad social, mientras que sus Odas exaltan la amistad, la sencillez, a los soldados labradores y los méritos de Augusto.

Por el contrario, Tíbulo y Propercio, libertinos antimilitaristas, fueron mal vistos por el emperador. Después de la muerte de Virgilio (19 a. de J.C.), Ovidio quiso convertirse en el gran poeta oficial (los Fastos), pero se vio comprometido en el escándalo de Julia, nieta de Augusto.

En 42 libros, Tito Livio compuso una historia romana que presentaba las sublimes virtudes de los primeros tiempos de la república.

El emperador recurrió tanto a las leyes como a los preceptos morales de los escritores oficiales: Leyes contra el lujo, la corrupción, el adulterio, el celibato, estimulando las familias numerosas. Pero las leyes no podían nada contra la disolución de las costumbres.

La hija de Augusto, Julia, estaba tan corrompida que el emperador la desterró a una isla desierta; su nieta, también llamada Julia, resultó convicta de un delito nada inusual por otra parte, el de adulterio. Mecenas llevó una vida fastuosa en su palacio de piscinas de agua caliente.




-------------------La herencia de Augusto-------------------


Melancolía y soledad


Los últimos quince años de la vida del emperador Augusto transcurrieron en la soledad y en la tristeza: Virgilio, Horacio, Mecenas, el fiel Agripa, habían muerto.

Los problemas de la sucesión le preocupaban. No teniendo herederos directos, había adoptado a los dos niños que su hija Julia había tenido con Agripa, pero habían muerto jóvenes.

Puesto que la gens Julia se había extinguido, el emperador recurrió a la gens Claudia (de donde procede el nombre de dinastía Julio-Claudia desde Augusto hasta Nerón).

Su segunda mujer, Livia, había tenidos dos hijos de su primer matrimonio con Tiberio Claudio Nerón: Tiberio y Druso.

Como este último había muerto en Germania, Tiberio se presentaba como el sucesor, pero tuvo que repudiar a su mujer y casarse con Julia, la hija de Augusto, que se había quedado viuda a la muerte de Agripa.

Sin embargo, cansado de la conducta disoluta de Julia, que le había acusado ante Augusto de conspirar, Tiberio se exilió a Rodas, y no volvió a Roma hasta que el emperador desterró a su hija a una isla desierta.

Desde entonces, Tiberio compartió con su suegro el imperium proconsular y la potestad tribunicia. A los ojos de todos, él sería el heredero del Imperio.

Augusto murió en el año 14 d. de C., a los 76 años de edad. Sus últimas palabras podrían muy bien haber sido las de uno de los poetas escépticos a los que él desdeñaba: "Mi papel ha acabado, batid palmas y despedidme con aplausos".

Su "papel" fue verdaderamente considerable y se pudo hablar del siglo de Augusto como del siglo de Pericles o del de Luis XIV. Augusto había instituido la monarquía, protegido las letras y las artes, y dado al mundo romano la paz y la unidad.

Su obra fue tan sólida que las convulsiones, los crímenes y las conspiraciones que se sucedieron durante su dinastía, no llegaron a poner seriamente en peligro la existencia del Imperio Romano.




--------------------------Tiberio--------------------------


Sombras en el imperio


A sus 56 años, Tiberio era tímido y misántropo, culto y concienzudo, pero amargo y escéptico. Después de una ficción de querer restaurar la República, los senadores le pidieron como un favor "que asumiese él mismo tan penosa y pesada esclavitud".

En la crisis, rápidamente resuelta, se descubrió ya cual habría de ser una de las grandes lagunas del régimen imperial: Olvidando establecer una ley de sucesión fija, Augusto abrió el camino a los más graves abusos, generadores de sangrientas agitaciones.

Al comienzo, Tiberio reinó con prudencia, prosiguió la política de su suegro, consolidó la frontera del Rin, donde alcanzó celebridad su sobrino e hijo adoptivo, Germánico, el hijo de Druso.

Se esforzó por la moderación, pidiendo a los gobernadores de las provincias que "esquilaran las ovejas pero no las desollasen". Impulsó a los nobles al ahorro y disminuyó la frecuencia de los juegos circenses.

Prudente en política, Tiberio se mostró sanguinario en los asuntos de familia: En el año 14 d. de C. hizo matar a su esposa Julia y al último hijo que ésta había tenido con Agripa. Su hija, la segunda Julia, sufrió más tarde la misma suerte.

De los hijos de Augusto, solamente sobrevivió Agripina (la mayor), casada con Germánico. Cuando éste murió en el año 19 d. de C., su mujer acusó a Tiberio de haberlo envenenado, lo que sin duda era una calumnia.

En el año 33 d. de J.C., el emperador se libró de Agripina y del primogénito de Germánico. Cada vez más sospechoso, inquieto por la oposición senatorial, Tiberio dejó que su prefecto pretoriano, Sayano, instaurase un régimen de terror del que fue víctima la aristocracia romana. Sayano, un ambiciosos criminal, acechaba el trono y, denunciado al emperador, fue estrangulado.

Obsesionado por todos estos dramas, Tiberio pasó la mayor parte de su tiempo en el palacio de la isla de Capri. Pero el anciano continuó enviando órdenes de muerte desde su retiro.

Su único hijo había muerto, no quedándole más que su nieto, a quien designó como heredero, conjuntamente con el último hijo de Germánico y de Agripina, Cayo César, a quien los soldados de su padre habían dado el sobrenombre de Calígula ("pequeña cáliga": Sandalia que utilizaban los legionarios romanos).

Tiberio murió en el año 37 d. de J.C. como consecuencia de un síncope. En Roma, la multitud gritó: Tiberius ad Tiberim (¡Tiberio al Tíber!).




--------------------------Calígula--------------------------


Las locuras de Calígula


Calígula, que tenía a la sazón 25 años, no encontró impedimento de hacerse atribuir todos los poderes.

Adoptó al nieto de Tiberio, por precaución, antes de hacerlo asesinar. El pueblo de Roma acogió con entusiasmo el advenimiento de este joven, hijo de un héroe adorado por las multitudes.

Alto y grueso, el nuevo emperador tenía los ojos hundidos, lo que le daba un aire extraviado, y sufría ataques de epilepsia que le hacían perder por algún tiempo el control de sí mismo.

Por este motivo, sus súbditos no tardaron en cambiar de opinión sobre él, pasando a odiar a este desequilibrado que, presa del insomnio, erraba noches enteras por su palacio invocando a gritos la llegada del día.

Al principio de su reinado se había ganado el favor popular por haber promovido amplias distribuciones de dinero y por haber rebajado los impuesto. Pero, en cambio, no dudó en admitir a su mesa a su caballo y nombrarlo senador; se ofrecía a la adoración de las multitudes y exigía que los magistrados le besaron la sandalia.

Pero su locura se hizo poco a poco sangrienta, haciendo morir a todos los que no le eran gratos, recomendando al verdugo que los matara "de modo tal que se sintieran morir". Nos cuenta Suetonio que a sus amantes le susurraba: "A una orden mía, podría caer esta hermosa cabeza".

También le producía placer, después de haber arrojado sestercios desde lo alto de la basílica Julia, contemplar el espectáculo de las luchas que se producían para cogerlos.

Las locuras megalómanas de Calígula cansaron muy pronto a todos, y aunque llegó a decir: "Que me odien con tal que me teman", lo cierto es que, reprimidas sangrientamente, estallaron revueltas por doquier.

Un oficial de la guardia pretoriana puso fin a esta macabra existencia, apuñalando el emperador en el pasadizo secreto que conducía al teatro (41 d. C.).




--------------------------Claudio--------------------------


Claudio y las mujeres


Los pretorianos, que no tenían ninguna intención de asistir a la restauración de la República, descubrieron, escondido en el palacio, a un hermano de Germánico, tío de Calígula, un hombre de 47 años, tartamudo, lunático, ridículo pero culto, especialista en historia de los etruscos y en gramática latina, a quien concedieron el trono a cambio de 15.000 sestercios por soldado.

Pero Claudio, que había simulado la estupidez para salvarse durante los reinados de Tiberio y Calígula, no era un incapaz.

Pronto mostró su autoridad haciendo ajusticiar a los asesinos de su sobrino, eliminando a los que se le oponían en el Senado romano, a los que reemplazó por plebeyos, ennoblecidos, y haciendo accesibles todos los cargos a los que desempeñaban funciones en la Galia o en Hispania.

Se rodeó de libertos griegos inteligentes, como Narciso y Palas. Puesto que Roma se iba extendiendo, agrandó el puerto de Ostia para facilitar el abastecimiento de la ciudad, construyendo también un nuevo acueducto.

Aunque jamás fue soldado, se puso al frente de una expedición destinada a conquistar la Britania (hoy Inglaterra) con cuatro legiones, lo que le valió el título de Britanicus.

Después de dos divorcios, Claudio se casó con Mesalina, que le ponía en ridículo con sus innumerables amantes. Enterado de ello, Claudio hizo matar a sus rivales, y después, aconsejado por Narciso, hizo que su mujer fuera a reunirse con ellos.

Para su desgracia volvió a casarse, esta vez con su sobrina Agripina la Joven, hermana de Calígula. La ambición de esta mujer era desmesurada, sobre todo por lo que refería al porvenir de su hijo Nerón, nacido de un matrimonio anterior.

Claudio era ya sexagenario y débil, por lo que el éxito de los planes de su mujer fue total. Desheredó, en beneficio de Nerón, a su propio hijo Británico. Después, la emperatriz, previendo un posible repudio, no dudó en envenenar a su esposo (54 d. de C.).

Nerón, que tenía sentido del humor, dijo más tarde que los champiñones debían de ser un manjar sobrenatural puesto que habían convertido en dios a un "pobre desgraciado" como Claudio.




---------------------------Nerón---------------------------


La nueva Roma


El joven de 17 años llamado Nerón, reunía todo lo necesario para ser un emperador de talento.

Agripina le había dado los mejores preceptores: Burro y, sobre todo, Séneca, el filósofo. Ambos se esforzaron por reprimir la violencia de su carácter y puede decirse que al comienzo lo lograron.

El joven emperador se comprometió a respetar la clemencia, primera regla de sus educadores, y los cinco primeros años de su reinado fueron los que corresponden a un emperador generoso y prudente.

Pero su madre, irritada por la excesiva influencia de los preceptores ejercían sobre su hijo, intrigó para conducir a Británico hasta la púrpura imperial. Nerón tuvo miedo e hizo asesinar al adolescente.

Desde aquel momento, no se resistió a los atractivos que Roma ofrecía a un joven patricio, ávido de distracciones. Disfrazado, recorría de noche las calles de la capital raptando a los transeúntes, atracando a los que encontraba en su camino, solazándose en las tabernas. Lo hacía con tanto empeño como para dejarse engatusar por una mujer tan hermosa como carente de escrúpulos: Popea.

Esta impulsó a Nerón a repudiar a su mujer, Octavia, hija de Claudio y, temiendo la reprobación de Agripina, consiguió de su amante que hiciese asesinar a la que él solía llamar "la mejor de las madres".

En el año 62 d. de C., Burro murió y Séneca cayó en desgracia. El emperador cedió a sus malos instintos precisamente en el momento en que se apasionaba por la música y la poesía.

Intentó introducir en Italia la práctica griega de los juegos y de los concursos, pero reprobando las condenas a muerte. Pasaba noches enteras tañendo la lira con su maestro, jactándose de sus cualidades de actor y de poeta.

En julio del año 64 d. de C., estalló el famoso incendio de Roma: Durante seis días y seis noches, la ciudad ardió.

Cuando las cenizas se enfriaron, el pueblo acusó a su amo de haberlo provocado él mismo: habían sido vistos esclavos imperiales, blandiendo antorchas, dispersarse por las calles, y había sido visto el mismo Nerón, vestido de actor, cantando acompañándose de la lira un poema que exaltaba la destrucción de Troya.

La acusación era tal vez injustificada, pero, en cualquier caso, el emperador necesitaba un culpable.

En este sentido, como dice Tácito, encontró:

hombres aborrecidos por su infamia y que notoriamente odiaban al género humano.

Eran los cristianos, adeptos a un secta recientemente difundida en Roma, discípulos de un cierto Jesús, condenado a muerte en Jerusalén bajo el reinado de Tiberio. Nerón no tuvo dificultad en arrestar, por incendiarios, a estas pobres gentes insignificantes.

Unos fueron arrojados a las fieras, otros crucificados, otros embadurnados de pez y convertidos en antorchas humanas. Nerón, vestido de auriga, conducía su carro entre la multitud de desocupados, por las calles brillantemente iluminadas con el incendio.

Para el emperador era la oportunidad de reconstruir la ciudad a su gusto, y se reservó un palacio, la Domus Aurea, con su propia estatua de colosal tamaño, un parque inmenso poblado de animales feroces y una rotonda de giraba siguiendo el movimiento del sol.

Sus locuras y crueldades provocaron conspiraciones. En el año 65 d. de C., Nerón ordenó una persecución: Senadores y generales fueron condenados a muerte. Séneca, Petronio (el arbiter elegantiarum, autor de la novela picaresca) y Lucano, gran poeta, fueron obligados a abrirse las venas.

Pero la revuelta se extendía por todas partes, por Judea, por la Galia...; Galba, jefe del ejército romano de Hispania, marchó sobre Roma, donde el Senado romano lo proclamó emperador (68 d. de C.).

Nerón, abandonado por todos, huyó. Quiso envenenarse, pero le faltó el valor; quiso ahogarse en el Tíber, pero tampoco pudo. Entonces buscó refugio en el campo, acompañado por su liberto Epafrodito, quien, cuando el emperador bajó del caballo, extendió ante él su manto rojo, haciéndole avanzar al ritmo de los pasos de su señor.

Sintiendo el galope de sus perseguidores, Nerón cogió un puñal, lamentándose de que "hacía daño"; entonces, su sirviente, para ayudarlo, dirigió su mano hacia la carótida. "¡Qué artista muere conmigo!", exclamó Nerón en su agonía. Fue piadosamente sepultado y, durante mucho tiempo, unas flores frescas adornaron su tumba.




---------------------Cuatro emperadores---------------------


Tetrarquía o anarquía


Después de que las legiones aclamaron al emperador Galba, los romanos se dieron cuenta -dice Tácito- de que "se podía hacer un emperador fuera de Roma". En el año 69 d. de C. se hicieron cuatro, y este espantoso interregno recuerda los períodos más tristes del final de la República.

Exterminado Galba por los pretorianos, le correspondió a Otón, antiguo marido de Popea, vestir la púrpura imperial, mientras que las tropas del Rin aclamaban a Vitelio y las de Oriente a Vespasiano.

Este, de familia modesta, se hallaba ocupado en la represión de la terrible sublevación de Judea. De carácter independiente y muy vinculados a su religión, los judíos soportaban mal del despotismo de los procuradores romanos y, en el año 66, el país se sublevó.

En el año 69, Vespasiano puso sitio a Jerusalén y dejó a su hijo Tito la misión de llevar a término el asedio.

Las tropas del Danubio se pronunciaron a su favor, y después de un combate en las calles de Roma, durante el cual fue incendiado el templo de Júpiter Capitolino, destronaron a Vitelio, arrastrándolo desnudo, descuartizándolo y arrojándolo al Tíber. El Senado romano se aprestó a reconocer a Vespasiano.

Ante la sorpresa general, este burgués provinciano que había conquistado su posición al precio de muchos esfuerzos, leal y concienzudo, poseía las cualidades tradicionales de su clase: Sentido de la economía, amor al trabajo y honestidad.

La corta dinastía que tiene en él su origen (contará con tres emperadores) es conocida en la historia con el nombre de Flavia. Su primera preocupación fue la de sanear las finanzas públicas, llevar el orden al ejército y dar entrada en el Senado a mil familias provincianas que proporcionarían notables cuadros dirigentes.

Tito puso fin en el año 70 al sitio de Jerusalén y llevó a Roma los despojos del Templo. Medio millón de hebreos murieron en la guerra y 100.000 fueron reducidos a la esclavitud.

Los supervivientes que abandonaron Palestina fueron a engrosar las comunidades de la diáspora (dispersión), y el judaísmo solamente sobrevivió en estos pocos grupos reunidos alrededor de las sinagogas.

Un arco de triunfo entre el Foro y el Coliseo celebró la victoria de Tito. Vespasino murió después de diez años de un reinado beneficioso para su pueblo (año 79). En su lecho de muerte, se burló de los honores divinos que se le esteban preparando, diciendo: "Siento que me transformo en un dios".

Tito reinó solamente dos años. Después de las crueldades perpetradas en Palestina, se esperaba de él lo peor. Pero, por el contrario, se mostró muy generoso y proclamó que prefería morir a matar: En efecto, durante su breve reinado no hubo ni una sola ejecución capital. Tito quedó en la memoria de sus súbditos como "la delicia del género humano".

Sin embargo, su imperio fue testigo de una gran catástrofe, la desaparición de dos espléndidas ciudades de Italia, Herculano y Pompeya, engullidas por la erupción del Vesubio el 24 de agosto del 79.

El escritor Plinio el Viejo, que a la sazón mandaba la flota occidental, encontró la muerte mientras rescataba a los supervivientes.

En los años siguientes, la peste diezmó a Roma, llevándose también a la tumba a Tito (año 81), llorando por la ciudad entera, excepto por su hermano, que había de sucederlo.

Domiciano emprendió nuevas conquistas en Britania y en Germania y combatió a los dacios en el Danubio. Promovió grandes construcciones en Roma. Orgulloso y despótico, tuvo que reprimir en el año 88 una revuelta de los legionarios en Germania.

Desde entonces, ejecutó a todos los nobles sospechosos de deslealtad, diezmó el Senado, persiguió a los intelectuales, se proclamó señor y dios, y exterminó sin distinción a hebreos y cristianos.

Su violencia no conoció límites, y hasta sus más allegados se inquietaron; su propia mujer se confabuló con el prefecto pretoriano para que fuera asesinado (año 96), poniendo así fin a la dinastía de los Flavios.




-------------------Emperadores designados-------------------


Los emperadores no hereditarios


A finales del siglo I, la breve dinastía de los Flavios se extinguió con el asesinato de Domiciano, a quien el poder había transformado en un peligroso megalómano (año 96).

Con él desaparecía, por un período de cien años, el principio del carácter hereditario del poder: A partir de entonces, los emperadores buscarán para sucederles al hombre más digno y más capaz. El Senado romano apeló a uno de sus miembros, Nerva.

Este tomó medidas de distensión, trató de restaurar las finanzas públicas, y en su prudencia designó como sucesor a la púrpura imperial al enérgico general de las legiones del Rin: Trajano.

Tras esto, habiendo reinado 16 meses, Nerva murió, no sin haber creado para su sucesor un clima de calma y de prosperidad (año 98).



--------------------------Trajano--------------------------


El mejor de los príncipes


Cuando le llegó la noticia de su ascensión la poder imperial, Trajano se encontraba en Colonia, y, lejos de conmoverse, anunció que volvería a Roma cuando su zona estuviera pacificada, para lo cual necesitó dos años, al término de los cuales asumió su función imperial.

El nuevo señor del Imperio, Trajano había nacido 45 años antes, en Hispania, de una familia de origen romano. Ningún ejemplo mejor que el suyo de las cualidades de las que pudiera vanagloriarse un general imperial.

Vivía junto a sus tropas, participado de sus mismo peligros, y demostró en los combates un valor a toda prueba. Sus costumbres eran sencillas, llegando incluso en su rigor a declarar que "prefería dejar sin castigar a un culpable que condenar a un inocente". Tan compasivo era con los demás como severo consigo mismo.

Con los cristianos dio también prueba de gran moderación. Cuando Plinio el Joven le preguntó qué pensaba hacer con aquellos hombres que cantaban juntos "en honor de Cristo", que se comprometían a no cometer nunca adulterio y que hacían sus comidas en común, Trajano respondió que lo mejor era dejarlos en paz, interviniendo sólo si se negaban públicamente a seguir las leyes romanas.

Tenía fama de ser hombre culto, pues llevaba consigo al célebre retórico Dión Crisóstomo.

Pero un día llegará a confesar no haber comprendido una sola de las palabras pronunciadas por Dión: Se dejaba acunar por su voz argentina, absorto en numerosos pensamientos.

Estas eran las cualidades de aquél a quien el Senado romano designó oficialmente con el título de optimus princeps, el mejor de los príncipes.



------------------Emperador-Administrador------------------


Una buena administración


Militar concienzudo, Trajano era un gran trabajador, que exigía de sus consejeros el mismo esfuerzo.

En materia política era un conservador ilustrado, respetuoso con el Senado, al que pedía consejo en cada ocasión importante, prefiriendo una prudente administración a las grandes reformas.

Sin embargo, quiso atenuar ciertas debilidades del Imperio de las que Augusto, en su tiempo, ya se había ocupado. Se trataba de la despoblación de los campos y de la baja natalidad.

En adelantes, el Estado haría préstamos a los campesino solamente al 5 por 100 de interés (la mitad de la tasa habitual), siendo también creados subsidios familiares, con los fondos producidos por los intereses de dichos préstamos. La capital romana, por otra parte, se encargaría de la educación de 5.000 niños pobres.

Los países sometidos fueron objeto de una gran atención por parte del emperador (quien, sin duda, no olvidaba su origen ibérico).

Quería que fueran prósperos y se relacionó asiduamente con sus administradores, como lo demuestra el intercambio de cartas entre él y Plinio el Joven, gobernador de Bitinia. Enviaba a los senadores a inspeccionar las provincias, exigiendo relaciones detalladas.

No había ciudad, por alejada que estuviera, que no acogiera ingenieros del emperador: Por los cuatro extremos del Imperio se levantaron puertos, acueductos, edificios administrativos. Italia estaba más atendida que los países conquistados, y ( el Forum romano) Roma, como veremos, todavía más que Italia.

En su sencillez, sin embargo, Trajano no dedicó ninguna de estas construcciones a su uso personal, sino que, por el contrario, donó a algunos de sus colaboradores villas de las cuales se habían apropiado sus predecesores.

A los funcionarios que trabajaban junto a él les transmitió su propia austeridad, llegando su escrúpulo hasta el extremo de publicar un presupuesto que sometió al juicio del Senado.

Su reinado se caracterizó después por una medida excepcional y particularmente apreciada: La reducción de los impuestos.

Pero también es verdad que dichas medidas fueron posibles gracias a las reservas de oro que las últimas conquistas del emperador hicieron afluir a las arcas de Roma.




------------------La conquista de la Dacia------------------


La conquista de la Dacia


Trajano conocía el peligro germánico mejor que nadie. Habiendo consolidado la frontera del Rin, necesitaba establecer bases en la del Danubio, el la Dacia (correspondiente a la actual Rumania) que por extenderse hasta el corazón de la sombría Germania constituía una vía de acceso hacia aquellas regiones centrales.

Instalarse sólidamente en aquel país significaba asegurar la protección de la parte oriental del Imperio contra las invasiones. Por otras parte, la Dacia era muy rica en minas de oro y también en otros minerales.

Con su notable capacidad de soldado, Trajano organizó admirablemente su campaña, y la marcha de las legiones romanas hacia la capital, Sarmigezetusa, fue irresistible. El rey Decébalo tuvo que capitular, y su vencedor, tan magnánimo como diplomático, lo repuso en el trono, esperando que se comportaría como un fiel aliado.

Una clemencia tal, nueva en la historia romana, fue mal recompensada, ya que dos años después, en 105, Decébalo se sublevó.

Trajano tuvo que combatir de nuevo, y esta vez el dacio perdió la vida, y su país se vio privado de la libertad de que todavía gozaba.

La Dacia se convirtió en provincia romana, siendo colonizada por antiguos legionarios, y el latín seguirá siendo la base de la actual lengua rumana.

Las minas de oro estaban ya completamente controladas por Roma. El botín reportado por la expedición fue tan abundante que Trajano, respetuoso con las costumbres, ofreció a su pueblo el más fastuoso triunfo que se había visto hasta entonces, una de aquellas lujosas orgías en las que se exaltaba la gloria y la prosperidad de las ciudades.

Durante los 123 días que duraron las fiestas murieron 12.000 fieras y con ellas 10.000 gladiadores. El oro de los dacios permitió la financiación de las más grandes obras de urbanización jamás emprendidas en Roma.

Después de seis años consagrados a su obra pacificadora,la nostalgia de los campos de batalla se apoderó del viejo general Trajano, que quiso reanudar el proyecto de César y de Antonio: Extender las fronteras del Imperio hasta el océano Indico.




-----------------------Hacia Oriente-----------------------


El espejismo de Asia


Para justificar su empresa oriental, el emperador invocó el intolerable dominio ejercido por los partos sobre las rutas comerciales de la seda, hacia China y la India.

Cuando las legiones hubieran dispersado aquellos enjambres de jinetes turbulentos, Roma alcanzaría los ricos confines del mundo. Con su habitual meticulosidad, Trajano preparó la expedición y, en el año 113, embarcaron las tropas.

En una campaña triunfal, Armenia fue sometida después de que el país de los partos hubiera sido invadido y conquistado; las legiones marcharon del Tigris al Eufrates y Babilonia se rindió, así como Tesifonte (Ctesifonte), la capital.

El emperador remontó el Tigris hasta el golfo Pérsico. Jamás ningún general romano se había aventurado tan lejos. Fue construida una flota para el mar Rojo, y el emperador sufrió la desesperación de ser demasiado viejo para lanzarse sobre una nave a la conquista del Extremo Oriente.

Pero estas conquistas se manifestaron poco sólidas: Disturbios y revueltas estallaron en Siria y en Egipto, donde los judíos zelotas se mostraron muy activos. El rey Cosroes volvió a Ctesifonte. Los partos exterminaron las guarniciones romanas, muy exiguas.

Trajano volvió precipitadamente a Babilonia, donde tuvo que hacer frente al enemigo por todas partes. Durante todo un invierno se obstinó en someter a los partos, atrincherados en posiciones inexpugnables. Pero la enfermedad amenazaba la vida del emperador, a quien dos crisis sucesivas le obligaron a reemprender tristemente el camino de Roma.

La muerte lo sorprendió en Asia Menor: Al amanecer, sus restos mortales fueron quemados. Así acabó el que había soñado con imitar al gran Alejandro (año 117).




--------------------------Adriano--------------------------


Adriano y el Helenismo


Sintiendo próximo su fin, Trajano había designado como sucesor a su sobrino Adriano, influido en la elección por su mujer, Plotina, que denotaba una fiel amistad hacia su pariente.

La prudente elección del viejo emperador elevó a la púrpura imperial a uno de los hombres más eminentes que jamás la alcanzaron.

Adriano, que tenía a la sazón 40 años, había nacido, como su tío, en Itálica (Hispania).

Pero llegado a Roma cuando aún era un adolescente, había sido iniciado en todos los refinamientos de la cultura griega: Aquel joven lleno de vida y de curiosidad se interesó por la música, por la pintura y por la poesía, además de haber estudiado matemáticas, medicina y filosofía.

También había aprendido a vestirse bien, a perfumarse, y a disipar con desenvoltura su juventud y su fortuna. Sin embargo, habiendo sido nombrado tribuno en el curso de la campaña contra los dacios, se había comportado con tanto valor que el emperador, entusiasmado, le concedió por esposa a su propia sobrina, pero la unión con la hermosa Vivia Sabina no pasó de ser puramente formal y estéril.

Adriano se convirtió en el colaborador más devoto de Trajano, que después de haberle puesto a prueba durante diez años, le consideró digno de sucederlo. El que se sentó en el trono de César era un hombre apuesto: Alto, de cabellos rizados y con una abundante barba que ocultaba algunas imperfecciones que afeaba la parte inferior de la cara.

Su carácter era complejo, frecuentemente amable, pero algunas veces salvaje, casi cruel. En su refinamiento, amaba el lujo, pero no las orgías a la moda, divertiéndose en compañía de amigos a los que reunía en pequeñas comidas íntimas.

Sus aficiones filosóficas le llevaron hacia el estoicismo de Epicteto. Jamás hubo, sin embargo, un monarca que, consagrándose al bien de su pueblo con tanto ahínco, consiguiese cumplir tan perfectamente su tarea.




-------------------Viajes y organización-------------------


El emperador viajero


Después de Augusto, Adriano fue el gran organizador de la monarquía imperial. El Senado romano, que había cooperado con Trajano, se convirtió en puramente honorífico.

El nuevo emperador habría de recurrir sobre todo a los caballeros (equites) para cubrir las funciones de sus ministerios. El Consejo del príncipe, en efecto, del que formaban parte juristas tan renombrados como Salviano, se transformó en un organismo permanente que juzgaba en última instancia.

El edicto perpetuo reunía todas las actas de los pretores y, así, las leyes acumuladas se podían consultar fácilmente.

La cancillería archivaba la correspondencia imperial, las finanzas fueron centralizadas, los publicanos fueron sustituidos por funcionarios, los procuradores, que percibían los impuestos. Todos los cargos se hicieron accesibles a los simples ciudadanos.

Emperador pacífico que, al contrario que Trajano renunció a las conquistas orientales, Adriano, sin embargo, se hizo igualmente cargo del ejército y de la defensa de las fronteras, sin dejar de viajar y complaciéndose en inspeccionar las provincias más alejadas, en largos periplos que a veces duraban hasta cinco años.

Circulaba como un particular, casi sin escolta, con un séquito compuesto por técnicos, y sorprendió a los gobernadores y a los generales, ocupándose de todos los detalles de su administración: Mandaba construir un nuevo puente, promocionaba a uno, destituía a otro, trasladaba una legión, etc...

La Galia, la más rica y la más tranquila de las posesiones romanas, fue la primera en recibir su visita; después, el emperador vivió en Germania durante un año, inspeccionando los campos, reorganizando el limes -una línea de fortificaciones entre el Rin y el Danubio-, contemplando con inquietud los misteriosos bosques donde se ocultaban los gigantes rubios prestos a caer sobre los soldados de Roma.

A continuación, el emperador descendió por el Rin, penetró en las regiones belgas, visitó Britania -la actual Inglaterra- y, atravesando de nuevo la Galia, se estableció en Hispania -la Península Ibérica-.

Desde allí pasó a Africa y, antes de continuar su viajes hacia el Asia Menor, visitó el país de los faraones.

Pero, durante este viaje, Adriano se vio muy afectado por la misteriosa muerte de su amigo Antinoo, que le acompañaba, y que tal vez se dio muerte voluntariamente para cumplir la voluntad de un oráculo que había afirmado que sólo su desaparición permitiría al emperador realizar su destino.

A partir de entonces, el hombre solitario que tomó el camino de regreso a su capital, no experimentó ya la misma vitalidad, refugiándose en el trabajo para huir de las horas vacías. Escribió, compuso una gramática y algunas poesías. Digno en este aspecto de sus predecesores, se dedicó con entusiasmo a los grandes trabajos urbanísticos.

Después volvió a partir, dirigiendo sus pasos esta vez hacia Grecia, Cartago, y nuevamente Egipto. La paz se vio perturbada entonces por una más de las muchas rebeliones de Judea.

Las legiones tardaron tres años en dominarla: Vencidos por el hambre, por la sed y por las armas, los rebeldes acabaron por sucumbir. Judea, llorando a sus hijos exterminados, o vendidos como esclavos, o dispersos, era un desierto, y de Jerusalén no quedó piedra sobre piedra.

En adelante, los judíos serían un pueblo errante, admitidos en Jerusalén un sólo día al año para gemir ante el Muro de las lamentaciones.

El emperador, enfermo desde hacía años y víctima de espantosos sufrimientos, rechazaba la muerte para no desertar de su puesto, pero, finalmente, expiró a los 62 años. Con él desapareció uno de los personajes más complejos y más atractivos de toda la historia de Roma (año 138).



------------------------Antonino Pío------------------------


Antonino Pío


Adriano eligió como heredero al senador Tito Aurelio Antonino. El título de "Pío" le fue concedido por el Senado después de muerte, y Marco Aurelio, su sucesor, lo definió como "un monstruo de virtud".

Todo el mundo se alegró en Roma, porque todos amaban a aquel hombre de alargado y dulce rostro y tan completamente desinteresado, que su primer gesto de emperador fue el transferir su patrimonio a las arcas del Estado.

Este gran burgués fue tal vez uno de los últimos romanos que creía en los dioses o en todo caso, se comportó como si creyera en ellos. Los veintiún años del reinado de Antonino figuran entre los más felices conocidos por el Imperio.

No contento con sanear las finanzas del Estado y con proseguir la obra de reorganización de Adriano, el emperador suavizó las leyes judiciales hasta tal punto, que los derechos y los deberes de los esposos se hicieron iguales, fue prohibida la tortura y proclamado delito el asesinato de un esclavo.

Al contrario que su predecesor, Antonino no viajó, pero la tranquilidad de que gozaron las provincias romanas fue tal, que los embajadores de los países no sometidos afluían a la capital, suplicando a la Ciudad Eterna que extendiera su benéfica dominación sobre ellos.

A los 74 años, antes de morir, el emperador llamó a su lado a su sobrino Marco Aurelio y, diciéndole sencillamente "Ahora, hijo mío, te toca a ti", se volvió hacia la pared como si fuera a dormir, y exhalo su último suspiro (año 161).




-----------------------Marco Aurelio-----------------------


El emperador filósofo


Marco Aurelio había nacido cuarenta años antes, en Roma, de una familia originaria de Córdoba. "Estoy en deuda con los dioses -dirá- por haber tenido buenos padres, una buena hermana, buenos maestro, buenos aliados y amigos".

De todos los profesores que habían estado cerca de él, sus preferidos fueron lo filósofos, y no solamente apreció la doctrina estoica, sino que quiso ponerla en práctica.

Cuando fue coronado creyó, como buena moralista, más en la fuerza del ejemplo que en la de las leyes. Así, aunque continuó la obra reformadora de Antonino, lo hizo sin convencimiento, buscando más bien influir a sus súbditos con el ejemplo de su virtud ascética.

Las circunstancias, sin embargo, no le fueron favorables: Apenas subido al trono, los britanos y
los germanos, envalentonados por la longanimidad de Antonino, se rebelaron.

Marco Aurelio reprimió la revuelta de los primeros y, empeñado en derrotar a los germanos, envió a Persia a Lucio Vero, que había sido designado anteriormente por Adriano como posible sucesor, recomendándole a la atención de Antonino, conoció en Antioquía a la bella Pantea, que retuvo al general junto a ella.

El prudente Marco Aurelio se contentó con enviar instrucciones precisas a Casio, ayudante de Lucio, que, cumpliéndolas al pie de la letra, luchó contra los partos y arrasó su capital, Ctesifonte (año 165).

Las legiones llevaban consigo la peste y la extendieron por todas las ciudades y por todas las guarniciones: Egipto, Grecia, Italia y la Galia fueron devastadas por la plaga contra la cual todos eran impotentes.

El emperador demostró la grandeza de su estoicismo pasando noches y días en los hospitales. En Roma, 2.000 cadáveres fueron quemados diariamente. Como los campos, igual que las ciudades, quedaron despoblados, el hambre empezó a aparecer.

Tras la prosperidad, la desolación reinó en el Imperio. Por entonces, además, los germanos, los cuados y los marconamnos, que asediaban las fronteras, franquearon el Danubio, amenazaron Verona y devastaron la
llanura del Po (año 167).

El emperador incorporó al ejército gladiadores, bandidos y mercenarios, y se enfrentó personalmente al enemigo, revelándose como un brillante general. En el año 168 se sucedieron nuevas oleadas: los celtas en el Rin, los moros en Hispania, los longobardos en los Alpes.

Durante seis años el emperador luchó contra los bárbaros y en la soledad de los campos escribió su colección de Pensamientos, que, más que sus victorias militares, inmortalizarían sus recuerdos.

Después tuvo que regresar a Roma para castigar a Casio, el antiguo ayudante de Lucio Vero, que se había proclamado emperador. El usurpador fue inmediatamente eliminado (año 175). Marco Aurelio sabía que el peligro germánico acechaba, y, para alejarlo, partió hacia las líneas de combate con su hijo Cómodo.

Fue entonces cuando la muerte le sorprendió en Vindabona, la futura Viena, en el momento en que se disponía a conquistar Bohemia (año 180). Antes, sin embargo, había presentado a las tropas alineadas a su propio hijo como su sucesor, recomendando a todos que extendieran el dominio de Roma hasta el Elba.




---------------------------Cómodo---------------------------


Tras un filósofo, un gladiador


El sucesor de Marco Aurelio, Cómodo, de 19 años, era completamente distinto de su padre. Este apuesto joven, fuerte y batallador, carecía del más mínimo amor por la filosofía, interesándose sólo por las juegos circenses.

Lejos de seguir las instrucciones de Marco Aurelio, se precipitó a ofrecer a los germanos una paz que todos los combatientes romanos consideraron infamante.

En efecto, la situación del enemigo era crítica, y el triunfo parecía ofrecerse a los legionarios imperiales. Cómodo volvió a la capital y se dedicó al aprendizaje que más le cuadraba: El de gladiador.

Rápidamente tuvo oportunidad de afirmar su valor frente a hipopótamos, tigres y elefantes. No faltaron malas lenguas que murmuraron que no se trataba del hijo de Marco Aurelio, sino del hijo...¡de un gladiador!

Los tiempos de Calígula y Nerón parecían haber vuelto. La disolución de las costumbres y el terror fueron los verdaderos soberanos de Roma. Cómodo temía por su vida, y el miedo le impulsó a acentuar el terror.

Durante doce años continuó esta insensata existencia. Después, un prefecto del pretorio, sintiéndose amenazado, decidió hacerlo asesinar. Con la complicidad de una concubina del harén imperial, intentó envenenar al monarca. Pero el veneno se reveló ineficaz y, entonces, un luchador estranguló a Cómodo en el baño.

Así, el 1º de enero del 193, se cerró miserablemente el período de los Antoninos, que suele ser considerado como la edad de oro de la Roma imperial.

Trajano, Adriano, Antonino y Marco Aurelio habían conseguido, gracias a su prudencia y energía, mantener intacto y poderoso el mundo romano, cuyos guías fueron.

La muerte violenta de Cómodo dará la señal de una guerra civil entre los pretorianos de Roma y los ejércitos de las frontera, que anunció la instauración del despotismo militar.




----------------Ascensión y caída de Cartago----------------


Los Magónidas


De 535 a 450 a. de J.C., una sola familia cartaginesa tuvo en sus manos el destino de la ciudad: la familia de los Magónidas.

La llegada de los griegos a Sicilia provocó un retroceso de los cartagineses, que compartieron la isla con los recién llegados.

Pero la verdadera rival de Cartago en el Mediterráneo fue Roma, que pretendía anexionarse Sicilia.

A raíz de un conflicto entre las ciudades de Mesina (apoyada por Roma) y Siracusa (apoyada por Cartago) estalló la primera guerra púnica (264-241 a de J.C.), seguida de la segunda (219-202 a. de J.C).

Delenda est Cartago. La frase de Catón se vio cumplida en el año 146; de la ciudad sólo quedaban ruinas.




------------------------La religión ------------------------


La influencia religiosa extranjera: Sincretismo púnico


Los cartagineses habían conservado algunos elementos fundamentales de la religión cananea.

Se han estudiado algunos de sus ritos, que son muy semejantes a los descritos en los textos religiosos de Ras-Shamra que se remontan al II milenio a. de J.C.

En los numerosos templos, llenos de exvotos, estelas, objetos culturales de oro, etc., los sacerdotes (kohen) y las sacerdotisas, cuyo traje consistía en un vestido de lino transparente, celebraban un culto que aún no conocemos bien.

Ignoramos si celebraban fiestas rituales, como en Fenicia; pero, en cambio, sabemos que los sacrificios tenían una tarifa (cosa que no es de extrañar de unos descendientes de los fenicios), que determinaba las aportaciones respectivas del sacerdote y del laico que ofrecía el sacrificio.

Los principales actos rituales eran:
- el holocausto (ofrenda completamente consumida por el fuego),
- el sacrificio expiatorio (muy parecido al de los hebreos) y
- la comunión.

Hay que citar aparte los sacrificios humanos, como, por ejemplo, la ofrenda del primogénito, de origen cananeo: Los niños, ofrecidos a Baal, eran quemados, y sus cenizas conservadas en urnas que se han encontrado en extensos cementerios.

Principales divinidades cartaginesas
- Tanit es la Gran Diosa (en fenicio, Elat; Tanit es nombre de origen africano). Forma, indiscutiblemente, junto con Baal Hamón, la cabeza del panteón cartaginés.

- Baal Hamón, equivalente masculino de Tanit. Los griegos lo identifican con Zeus.

Es un dios de carácter solar, que los romanos adoraron más tarde con el nombre de Saturno (especialmente en Dugga, cerca de Constantina). Los primogénitos de Cartago se inmolaban a Baal Hamón.

- Eshmún: Su templo estaba situado en una colina de la ciudad (Byrsa). Los antiguos lo identificaron después con Esculapio.

- Melkart, era el Gran Dios tirio (Baal Melkart), identificado más tarde, por ciertas tradiciones, con Herakles.

También, la mayoría de los dioses fenicios, ( Astarté, Safon, etc.) eran adorados por los cartagineses.




---------------------Las instituciones---------------------


Las instituciones


Desconocemos los aspectos primitivos de las mismas.

Desde el siglo IV a. de J.C. existen en Cartago dos asambleas (un Senado , de 300 miembros, y un Consejo, compuesto por senadores) y dos magistrados supremos elegidos cada año (los sufetes).

A los generales los elige la asamblea de ciudadanos (distinta del Senado), que zanja eventualmente los desacuerdos que pudiera haber entre el Senado y los sufetes. Los autores antiguos admiraban esta constitución y la comparaban con la de Esparta.

La sociedad era muy abierta: Una sociedad de mercaderes y de navegantes, en la que las mujeres disfrutaban de los mismos derechos que los hombres y donde la monogamia era la norma matrimonial.

La población de Cartago, durante la tercera guerra púnica, llegó a centenares de miles de habitantes. No había exclusivismos frente a los extranjeros, que obtenían fácilmente la nacionalidad cartaginesa.

El régimen también era benigno para los esclavos (casamiento reconocido por la ley y posibilidad de manumisión).

La riqueza de la ciudad proviene de su actividad comercial. Exporta vino, cereales, aceite de oliva, púrpura y objetos manufacturados (ebanistería muy reputada, cerámica, tejidos bordados, perfumes, joyas, vajilla, amuletos).

Había hombres de negocios cartagineses en todos los puertos del Mediterráneo; estaban encargados de todas las transacciones comerciales.

La prosperidad de Cartago era tal que apenas exigían impuestos (sólo se cobraban en alguna circunstancia excepcional).

En cambio, los puertos controlados por los cartagineses exigían unos derechos enormes a los barcos extranjeros, hecho que también contribuía a enriquecer sus ciudades.




-------------El ejército Cartaginense (púnico)-------------


El ejército y la marina


El ejército púnico (cartaginense) hizo temblar a Roma.

Se componía de una infantería ligera, armada de espadas cortas y de hondas (bolas de barro cocido); una caballería, muy bien instruida por Aníbal, y montada en caballos pequeños (los actuales caballos árabes de Numidia).

Además contaba con carros de guerra, que en el siglo III a. de J.C. se reemplazaron por elefantes (un centenar en línea, arremetiendo contra el enemigo), y una artillería provista de catapultas y de balas de hierro.

La flota púnica, heredera de la flota fenicia, estaba compuesta de millares de barcos pertenecientes a armadores y transformables en navíos de guerra (o en transportes de tropas, si llegaba el caso).

Estos barcos iban propulsados a remo o a vela (popa levantada, proa terminada en un espolón que servía para perforar el casco de los navíos enemigos). La flota de guerra constaba de cien a doscientas galeras, propulsadas por dos o tres filas de remeros.

Los cartagineses del siglo IV a. de J.C. fueron los precursores de los grandes navegantes de los siglos XV y XVI.

Efectuaron dos grandes periplos. El primero, realizado por un tal Himilcón, que pasó el estrecho de Gibraltar y seguramente llegó hasta Irlanda, es poco conocido.

El segundo, inmortalizado en bronce en el templo de Baal, fue obra del rey Hannón (de la familia de los Magónidas), quien, después de establecer colonias púnicas en Marruecos, cruzó Gibraltar y bajó hacia el sur, hasta el golfo de Guinea.

Batalla de Palermo.




---------------------Las artes púnicas---------------------


Las artes púnicas


Poco sabemos de la arquitectura cartaginesa. Los autores antiguos, sin embargo, nos han recordado que los monumentos oficiales y los templos eran particularmente ricos y majestuosos.

La ornamentación, por lo que se deduce de algunos elementos que sobrevivieron a las destrucciones romanas y que han sido encontrados por los arqueólogos, no parece que fuera muy original.

Cuando los cartagineses no quemaban a sus muertos, los enterraban en unas cámaras funerarias bastante profundas, con el cuerpo envuelto en un sudario y colocado en un ataúd (sarcófago) de madera o, excepcionalmente, de piedra o de mármol.

Si no nos queda prácticamente nada de la arquitectura y de la escultura púnicas, los arqueólogos, en cambio, han descubierto más de un millar de cipos (pequeños ex-votos funerarios) y millares de estelas que llevan una inscripción dedicatoria o una ornamentación grabada. La ornamentación de las estelas tiene generalmente un signo simbólico llamado signo de Tanit y que tal vez fue tomado de los egipcios.

Entre los demás símbolos encontrados, figuran: el caduceo, el ídolo en forma de botella, el disco coronado por una media luna, el planeta Venus, etcétera. Algunas estelas llevan también dibujos animalísticos (animales de sacrificio) e incluso representaciones humanas.

Pero la cerámica cartaginesa es la artesanía mejor conocida de esta civilización. Su exportación era importante, y se han descubierto muestras de alfarería púnica por todo el Mediterráneo.

El barro cocido no sólo servía para hacer vasijas; se ha encontrado un gran número de pequeños recipientes para poner aceite en el que se mojaba una mecha (lámparas cartaginesas), estatuillas (de 10 a 20 cm de altura), que generalmente representaban siluetas femeninas y, finalmente, las máscaras, producción típicamente púnica y muy original.

Ignoramos cómo era el mobiliario cartaginés; pero las joyas (brazaletes, collares, colgantes, sortijas, etc.), así como la cristalería y los marfiles, son muy abundantes.



----------------------HISTORIA DE ROMA----------------------


SINTESIS HISTORICA DE ROMA


Virgilio, Tito Livio y Cicerón han contado la historia legendaria de la fundación de Roma.

Los albanos y la leyenda
Una vez terminada la guerra de Troya, Eneas, uno de los hijos de Príamo, llegado después de un largo periplo a la desembocadura del Tíber, se casa con Lavinia, hija del rey del Lacio, se alía con el corinto Evandro y funda la ciudad de Lavinium. Su hijo Ascanio, llamado también Iulo, funda la ciudad de Alba Longa, al pie de los montes Albanos.

Después de él se suceden dos reyes albanos. El último de ellos, Procas, era padre de dos hijos: Amulio y Numitor. Numitor, el mayor, sucedió a su padre; pero Amulio le destronó, usurpándole el trono y, para acabar con la descendencia de Numitor, convirtió a la hija de éste, Rhea-Silvia, en una vestal (las vestales estaban obligadas al celibato).

Sin embargo, el dios Marte (dios de los combates), enamorado de Silvia, se unió a ella y de esta unión nacieron dos gemelos: Rómulo y Remo.



-----------------------Rómulo y Remo-----------------------


Rómulo y Remo: Los primeros reyes


Amulio mandó arrojar al Tíber a dos recién nacidos, Rómulo y Remo, fruto de la unión entre Marte y Silvia; pero el río, en crecida en aquel momento, los depositó en la orilla, donde fueron recogidos por una loba, que los amamantó en la gruta de Lupercal.

Allí los recogieron Fáustulo y Larencia, una pareja de pastores que los crió en una cabaña. Llegados a la edad adulta, los dos gemelos dieron muerte a su tío Amulio, repusieron en el trono de Alba a su abuelo y decidieron fundar una ciudad en el monte Palatino.

Para saber quién sería el fundador, consultaron los presagios. Ganó Rómulo (que había visto doce buitres, mientras que su hermano sólo vio seis).

A causa de ello disputaron, y Rómulo mató a Remo (según otra tradición, Remo se burló de su hermano franqueando los límites de la ciudad futura, y Rómulo le mató, diciendo: "así perecerá todo aquel que franquee mis murallas").

El límite de la ciudad que había de dominar el mundo fue trazado por un arado arrastrado por una vaca blanca y un toro blanco.

Para poblar su ciudad, Rómulo abrió en el Capitolio un asilo sagrado, donde se refugiaban los esclavos, los fugitivos, etc., y organizó el rapto de las jóvenes sabinas durante una fiesta celebrada en honor del dios subterráneo Consus.

Después de una rápida guerra, Rómulo y el rey sabino Tito Tacio decidieron reinar juntos sobre sus dos pueblos reunidos.

Después, Tacio, moriría asesinado, y Rómulo, ahora único rey de Roma, desaparecería misteriosamente, arrebatado por una nube durante una revista militar. A partir de entonces, los romanos le veneraron como a un dios y le denominaron, en lo sucesivo, Quirino.

Los reyes de Roma
Después de Rómulo se sucedieron seis reyes: Numa Pompilio (de origen sabino), que organizó la religión aconsejado por la ninfa Egeria; Tulo Hostilio, que guerreó contra la ciudad de Alba Longa (combate entre los Horacios, por Roma, y los Curiacios, por Alba); y Anco Marcio, que construyó el puerto de Ostia y el famoso puente Sublicio, sobre el Tíber (puente enteramente de madera, y que sólo podía ser reparado con herramientas de madera).

Los tres reyes últimos son etruscos:
- Tarquino I, que importa a Roma las insignias de los magistrados etruscos y construye el templo de Júpiter Capitolino, un circo y una gran cloaca (la Cloaca Maxima);
- Servio Tulio, que rodea la ciudad de una muralla, la divide en cuatro barrios y reparte la población en cinco clases sociales, según su fortuna;
- Tarquino el Soberbio, que impone su tiranía al Lacio.

La violación de la romana Lucrecia por el hijo de Tarquino, desencadena una revolución encabezada por Lucio Junio Bruto, que acaba con la monarquía etrusca e instaura la República (510 a. de J.C.).



--------------------La República Romana--------------------


Caída de los reyes y comienzos de la República (509-275 a. de J.C.)


En el año 509 a. de J.C., Roma se libera del dominio de los etruscos, que marchan hacia la decadencia.

De aquí en adelante es una ciudad soberana, vinculada a su libertas, cuyo símbolo S.P.Q.R. (Senatus populusque romanus: el Senado y el pueblo romano), indica que el poder pertenece a los ciudadanos y no ya al detestado rey que la República ha suprimido.

En efecto, el fin de los Tarquinos, que trataban de apoyarse en el pueblo, significa la victoria de la clase rica, puesto que los patricios monopolizan las magistraturas y el Senado, y Roma conocerá en consecuencia sangrientas luchas sociales.

En el interior, después de haber expulsado a los Tarquinos, la república romana hace sus primeras armas.

El periodo se distingue por la oposición social, política y económica entre los patricios, herederos legítimos de los cultos indoeuropeos y que eran los únicos que tenían el privilegio de conversar directamente con Júpiter mediante la interpretación del lenguaje de los pájaros (auspicios), y los plebeyos, que tal vez descendían de las comunidades indígenas dominadas por los pastores indoeuropeos.

Los plebeyos, tras largas luchas políticas, consiguieron tener, en un principio, unos protectores oficiales: Los tribunos de la plebe (494-493 a. de J.C.).

Más tarde, una legislación escrita que concernía al derecho de propiedad (la Ley de las XII tablas y los decenviros, 451-449 a. de J.C.) y, finalmente, el derecho de acceder a las diferentes magistraturas y, en último lugar, al consulado (367 a. de J.C.).

La verdadera igualdad política no se obtuvo hasta 321 a. de J.C., después del desastre de Caudio, y la igualdad religiosa en el año 300 a. de J.C. (acceso de los plebeyos al sacerdocio). Los grandes hombres de este periodo fueron Cincinato, Decio y Camilo.

En el exterior, el ejército romano conquista la Península Itálica: poco a poco, los latinos (493 a. de J.C.), los etruscos (Camilo vence en Veyes, en 395 a. de J.C.), los samnitas, los ecuos y los volscos, son dominados.

Pero estas conquistas no se llevan a cabo sin derrotas. La guerra contra los montañeses samnitas duró 50 años y se caracterizó por el desastre de Caudio (las horcas caudinas, 321 a. de J.C.): Los romanos, vencidos, desarmados y desnudos, pasaron bajo el yugo (especie de puerta formada por una lanza atravesada sobre otras dos).

Finalmente, en 283-282 a. de J.C., las coaliciones del Lacio fueron vencidas definitivamente. La conquista de la Península Itálica central había sido precedida por una invasión gala (derrota del Allia, en 390 a. de J.C., y conquista de Roma por los galos).

El final de este periodo se caracteriza por la lucha contra Tarento, que tenía a sueldo a Pirro, rey del Epiro, vencedor en Heraklea (280 a. de J.C.) y en Ausculum (279 a. de J.C.).

Estas victorias, de las que Pirro salió más debilitado que los vencidos, no fueron decisivas, y el rey del Epiro, derrotado finalmente en Benevento (275 a. de J.C.), retornó a Grecia.




--------------------¡Ay de los vencidos!--------------------


Las guerras interiores: Afirmación peninsular


Inmediatamente después de su independencia, Roma no era más que una pequeña ciudad del Lacio, rodeada de vecinos indóciles.

En el año 494 a. de J.C., el dictador Postumio derrotó a los latinos en el lago Regilo, siéndoles impuesta una alianza.

Los etruscos seguían siendo peligrosos, pero los griegos de Cumas y los latinos los habían rechazado por tierra y por mar (con ayuda de Siracusa en el año 474 a. de J.C.) forzándoles a replegarse hacia Toscana. La potencia marítima de los etruscos había sido vencida.

Roma guerreó contra los volscos, en el sur del Lacio, y los equos, que procedían de los Apeninos. Luego acometió contra la fortaleza etrusca de Veyes, a veinte kilómetros de su ciudad.

Después de diez años de sitio, Camilo se apoderó de la plaza (395 a. de J.C.) dando a su patria el dominio de la Etruria Meridional.

Roma había de pasar, sin embargo, por una terrible prueba, la invasión de los galos. Procedentes de Europa Central, los celtas habían ocupado la Galia, Península Ibérica y el sur de Germania.

Alcanzaron su apogeo en la época llamada de "la Tène" (del nombre de una de sus localidades, situada en la orilla del lago Neuchâtel).

Armados de espada, escudo y casco puntiagudo, sometidos a un aristocracia guerrera, y amantes la belleza y el lujo, los celtas, federados en bandas conquistadoras, arrebataron a los etruscos la llanura del Po, y atravesaron los Apeninos y la débil Etruria.

Pronto se encontraron a las puertas de Roma. Espantosos de contemplar, pintados de rojo, encogiendo de terror el corazón de sus enemigos con el grito salvaje que lanzaban antes de atacar, se precipitaron contra las legiones romanas (381 a. de J.C.). Estas huyeron en desorden y la población abandonó la ciudad.

Destruyendo y asesinando a los escasos habitantes que quedaban, los galos dejaron que los más aptos se refugiaran en el Capitolio. Pusieron sitio a la ciudadela y una noche intentaron apoderarse de ella por sorpresa; pero los gansos consagrados a Juno lanzaron tal clamor que los defensores se despertaron y rechazaron el ataque.

Sin embargo, transcurridos siete meses, los romanos tuvieron que pedir la paz. Breno, el jefe de los bárbaros, exigió entonces, para marcharse, una considerable cantidad de oro.

Pero habiendo impuesto, para pesar el metal precioso, una balanza falseada a su favor, colocó su espada sobre el platillo, pronunciando la famosa frase "Vae victis", ¡Ay de los vencidos!

Los invasores galos no seguían en sus conquistas ninguna línea estratégica; cargados de un pesado botín, se retiraban para ir a buscar fortuna a otro lugar, mientras una parte de ellos se establecía en la llanura del Po.

La epopeya céltica continuó en el siglo siguiente, con la invasión de Tracia y Macedonia. Delfos fue saqueada en 279 a. de J.C.

Sus bandas llegaron incluso a devastar el Asia Menor, donde los fieros guerreros de piel blanca, los gálatas, formaron un reino independiente.




----------------------Guerras samnitas----------------------


Las guerras samnitas


El héroe que habían salvado el Capitolio, Marco Manlio, demasiado favorable a los campesinos pobres, irritó a los patricios, que le acusaron de aspirar a la tiranía y le condenaron a ser arrojado desde lo alto de una roca: La Roca Tarpeya que estaba cerca del Capitolio.

La ciudad se había recuperado y había reconstruido nuevas casas sobre sus ruinas, y, como si la prueba la hubiera fortalecido, comenzó de nuevo su lenta expansión. En el año 338 a. de J.C., los latinos sublevados fueron definitivamente sometidos y su liga disuelta. Los colonos romanos serían sus vigilantes.

Aprovechándose de las consecuencias de la invasión céltica, que había debilitado también a Etruria, Roma llevó a cabo la conquista del país. Cerveteri, Tarquinia, Arezzo, Vulci, Volsinias se rindieron una tras otra (de 300 a 265 a. de J.C.).

Al mismo tiempo, los romanos, cada vez más ambiciosos y ávidos de conquistas, invadieron la Campania, donde chocaron con los rudos montañeses samnitas que habían ocupado la llanura. Fueron necesarias tres guerras para triunfar. en 321 a. de J.C., las legiones romanas, cercadas junto al desfiladero de las Horcas Caudinas, tuvieron que rendirse y desfilar bajo el humillante yugo.

Los encarnizados y oscuros combates (Alejandro había muerto poco después de su prodigiosa aventura), concluyeron con la victoria de Roma en Sentino (295 a. de J.C.) sobre una coalición de samnitas, galos y etruscos.

Los fanáticos montañeses de la "legión del lino" se dejaron matar. Roma había llegado al Adriático y dominaba toda la Italia central. Entonces se volvió hacia el sur, que estaba repartido entre las ciudades griegas.




----------------------Guerras pírricas----------------------


Los elefantes de Pirro


Desde hacía un siglo, griegos y cartagineses se enfrentaban en Sicilia. Dionisio, tirano de Siracusa, había resistido a Cartago. Tarento estaba amenazada por la presión de los pueblos de Apulia.

Envidiosas de su riqueza, las ciudades griegas del sur aceptaron la alianza romana. Todas las fuerzas de Grecia habían sido dirigidas hacia Oriente como consecuencia de la expedición de Alejandro Magno, y no podían acudir en ayuda de las ciudades hermanas de Italia.

Tarento quiso resistir. Era una gran metrópoli, orgullosa de su industria, de su comercio y de su arte. Para defenderse, apeló a Pirro, rey de Epiro, un príncipe montañés embebido por la Ilíada, que, por su sangre macedónica, soñaba con renovar las hazañas de Alejandro.

Pirro desembarcó en el año 280 a. de J.C. y combatió contra los romanos, que por primera vez se encontraron frente a una formidable máquina de guerra: Los elefantes. Estos, cargando contra las legiones, las pusieron en fuga.

Al año siguiente, el rey de Epiro alcanzó una nueva victoria, pero por dos veces, a pesar del triunfo, sufrió gravísimas pérdidas y, aunque sabía vencer al enemigo, no sabía sacar después una ventaja inmediata.

Roma recibió entonces una ayuda inesperada: Cartago quería apoderarse de Siracusa, y la ciudad siciliana recurrió a Pirro, que marchó contra los cartagineses, volviendo después a Italia.

Pero esta vez los romanos, habiéndose acostumbrado a los elefantes, aplastaron al ejército del rey de Epiro, en Benevento, en el año 275 a. de J.C.

Pirro, lleno de amargura, volvió a partir para Grecia, donde encontró la muertes tres años después, en Argos, en circunstancias oscuras. Antes de abandonar Sicilia había dicho: "¡Qué hermoso campo de batalla dejamos a los cartagineses y a los romanos!"

Tarento se rindió en el año 272 a. de J.C. Roma reinaba ya en la Italia meridional: Sicilia estaba muy cerca. Hasta aquel momento, Roma y Cartago habían mantenido buenas relaciones, confirmadas por cuatro tratados de alianza. Pero los aliados iban a transformarse ahora en enemigos implacables.




----------------EXPANSION Y GUERRAS PUNICAS----------------


LA CONQUISTA DEL MEDITERRANEO (260-120 a. de J.C.)


La política exterior y el éxito de las legiones romanas dominan esta época, particularmente caracterizada por las guerras contra Cartago (las tres guerras púnicas).

La primera guerra púnica empieza en 264 a. de J.C.. Su causa es la rivalidad que enfrenta en Sicilia a Roma y Cartago.

Las victorias navales de Miles (264 a. de J.C.) y de las islas Egates (241 a. de J.C.), proporcionan a los romanos el dominio de dicha isla, a pesar de los éxitos cartagineses en tierra firme, debidos al genio militar de Amílcar Barca (hacia 247 a. de J.C.).

En 238 a. de J.C., Roma se hace dueña de Cerdeña y Córcega. La segunda guerra púnica empieza en 219 a. de J.C. Fue buscada por el cartaginés Aníbal, uno de los más grandes capitanes de la Antigüedad.

Este, partiendo de Hispania, atravesó los Pirineos y los Alpes con un ejército temible (80.000 infantes, los jinetes númidas -Numidia es la actual Argelia- y 37 elefantes), e infligió a Roma una serie de aplastantes derrotas:
- en las riberas del Trebia (afluente del Po), en 218;
- cerca del lago Trasimeno, en 217 a. de J.C. (contra Flaminio),
- finalmente, en Cannas (Apulia), el 2 de agosto de 216 a. de J.C. (contra Varrón y Paulo Emilio). En seguida, reconquistó Sicilia, y tomó Capua en 210 a. de J.C.

Pero Roma salió al fin victoriosa de esta "guerra inexpiable" gracias a las maniobras de desgaste dirigidas por el cónsul Fabio Cunctátor (Fabio el Contemporizador). Sicilia fue reconquistada en 210-205 a. de J.C. (muerte de Arquímedes en el sitio de Siracusa, en 212 a. de J.C.).

Los hermanos Escipión acosaron a los cartagineses en Hispania y el hijo de uno de ellos, Publio Cornelio Escipión, de sólo veinticuatro años de edad, reconquistó la Hispania del sur (Andalucía) y, después de la victoria de Metauro (207 a. de J.C.), obtenida por los cónsules romanos, llegó a Africa en 204 a. de J.C..

Aliado con el númida Masinisa, Escipión el Africano aplastó a Aníbal en la batalla de Zama, en 202 a. de J.C.: Cartago se convirtió en vasallo de Roma.

La tercera guerra púnica fue desencadenada, en 149 a. de J.C., por Catón, obsesionado por su odio a Cartago (acababa todos sus discursos con la misma frase: Delenda est Carthago: "Cartago debe ser destruida").

Pretextando una violación del tratado de 201 a. de J.C., los romanos desembarcaron en Africa al mando de Escipión Emiliano (no hay que confundirlo con el vencedor de Zama), hijo de Paulo Emilio. Después de un asedio que duró tres años, Cartago cayó, en 146 a. de J.C., en manos de los romanos.

Fue completamente arrasada, y sus habitantes, asesinados o desterrados. Paralelamente, los romanos acabaron la conquista de Hispania (Escipión Emiliano aniquiló la última resistencia en Numancia, en 133 a. de J.C.) y, traspasando los Pirineos, se instalaron en Provenza.

La conquista romana también se llevó a cabo hacia el este: ocupación de Macedonia (Filipo V de Macedonia fue derrotado en Cinoscéfalos, en 197 a. de J.C., y Perseo en Pidna, en 168 a. de J.C., y se conquistó definitivamente el país en 148 a. de J.C.). Luego, Grecia entera y, el reino asiático de Pérgamo (129 a. de J.C.), cayeron también en manos de las legiones romanas.

Consecuencias de estas conquistas
La Roma victoriosa imita a la Grecia vencida (nacimiento de la literatura latina). Por otra parte, los pequeños propietarios -la clase media romana-, arruinados y diezmados, desaparecen. Sólo quedan en Roma ricos y pobres.

Los Gracos (Tiberio y Cayo Graco, que ocupan el poder de 133 a 121 a. de J.C.) intentan en vano establecer una ley agraria para reconstituir la clase social de los pequeños agricultores, indispensable para el equilibrio político de la república.

Pero, asesinados ambos, su intento de establecer una república popular en Roma, fracasa.




-------------------Primera guerra púnica-------------------


Las guerras exteriores


La guerra, llamada púnica porque los latinos denominaban "puni" a los cartagineses, estalló cuando los romanos, habiendo desembarcado en Sicilia, se apoderaron de Mesina y amenazaron a las demás ciudades griegas, Siracura y Agrigento, que solicitaron la ayuda de Cartago, su tradicional enemiga.

En el año 262 a. de J.C., Hierón, tirano de Siracusa, negoció con Roma, y Agrigento fue conquistada después de un largo asedio (262 a. de J.C.), entregando un riquísimo botín. En aquel momento, Cartago parecía invencible debido a su dominio en el mar.

En sesenta días, los arsenales de Campania construyeron una flota de guerra de 150 quinquerremes (con cinco filas de remeros) y 20 trirremes, bajo la dirección de los siracusanos, que enseñaron a los romanos cómo abordar las naves enemigas mediante "ganchos".

En el año 260 a. de J.C., el cónsul Duilio alcanzó ante Milas la primera victoria naval de la historia de Roma; las proas de los navíos apresados adornaron la llamada Columna rostral del Foro. Los romanos quisieron entonces llevar la guerra a Africa, y el cónsul Régulo desembarcó en el cabo Bon.

Pero Cartago ocupaba una posición inexpugnable y el ejército cartaginés, confiado a un espartano, Jantipo, derrotó a las legiones, haciendo prisionero a Régulo y a 5.000 de sus hombre (255 a. de J.C.).

Para colmo de desgracias, la flota romana, sorprendida por una tempestad, sufrió un desastre sin precedentes: Las naves naufragaron y miles de hombres murieron ahogados. La urbe demostró una vez más aquello de lo que era capaz ante la adversidad, reconstruyendo en tres meses su marina y su tripulación.

Los marinos, no pudiendo ser instruidos en las naves, los fueron en las playas. La guerra pareció cristalizarse en largos años de lucha sin resultados notables, hasta que, en 241 a. de J.C., los romanos alcanzaron ante las islas Egadas una decisiva victoria naval que obligó a Cartago a aceptar la paz.

Abandonó Sicilia y se comprometió a pagar una fuerte indemnización. Roma ocupó Córcega y Cerdeña, aprovechándose de la rebelión de los mercenarios cartagineses.

Mientras tanto, habiendo franqueado los Apeninos las bandas galas, fue proclamada una movilización general, y los invasores fueron aplastados en el cabo Telamón (255 a. de J.C.). Esta vez los romanos se propusieron resolver definitivamente el problema galo: Ocuparon la llanura del Po (Galia Cisalpina), donde instalaron colonias. Desde los Alpes hasta Sicilia, Italia era romana.

Cartago se vio obligado a reprimir una terrible revuelta de sus mercenarios, a los que no había pagado. Amílcar Barca dirigió la "guerra implacable" que provocó crueldades y represiones increíbles. Después preparó el desquite contra Roma conquistando el sur de la Península Ibérica, donde será fundada por Asdrúbal Cartago Nova (la actual Cartagena).

El país, rico en minas y muy poblado, serviría de base para empresas contra Roma. Amílcar murió cerca de Alicante en el año 229 a. de J.C., siendo sucedido por su yerno Asdrúbal, quien, asesinado en 221 a. de J.C., dejó el mando a su cuñado, hijo de Amílcar: Aníbal.

Dos años después, Roma reprochaba a Cartago haber violado los acuerdos sobre sus respectivas "zonas de influencia", conquistando Sagunto, en Hispania. Comenzaba así la guerra a muerte.



--------------------Aníbal en los Alpes--------------------


Elefantes en los Alpes


Aníbal tenía 25 años, los que le hacía tan joven como Alejandro. Tenía, como éste, el genio de la guerra. De cultura griega, había estudiado a los estrategas helenistas. Tito Livio diría de él:

No existía general en el que los soldados tuvieran mayor confianza y que les infundiera mayor ardor. Tenía la mayor audacia para afrontar cualquier peligro: El cansancio no era capaz de abatir su cuerpo ni de doblegar su ánimo.


Quería golpear a Roma en el corazón mismo de su poderío, y renovar de manera duradera la efímera empresa de los galos. Partiendo en 218 a. de J.C., atravesó Hispania, conquistando para Cartago la parte septentrional, y penetró en las Galias.

Su ejército estaba compuesto por 90.000 infantes, 12.000 jinetes y un centenar de elefantes.

En septiembre, los cartagineses atacaron los Alpes. Antes, habían tratado de atraerse a los celtas para que le indicasen los pasos más accesibles a los enormes animales.

Pero los indígenas no se dejaron convencer fácilmente, y los cartaginenses se encontraron solos ante aquella terrible prueba: Durante los 17 días de la travesía, la mitad de los hombres y de los animales murieron por causa del frío.

Cuando llegaron a la llanura del Po, los galos, maltrechos por la reciente conquista romana, les ayudaron y les proporcionaron 10.000 hombres.

Asustado, el Senado romano preparó un inmenso ejército, cuyo mando confió a Escipión, el primero de los que habían de dar gloria a esta ilustre familia.

Los cartagineses vencieron en Tesino y Trebia, y liberaron los Apeninos; a Aníbal no le quedaba más que un solo elefante, sus soldados habían quedado reducidos a algunos millares, y él había perdido un ojo en combate; pero su genio compensaba las pérdidas.



---------------------Trasimeno y Cannas---------------------


Punos en Italia


Gracias a un sutil juego de maniobras, Aníbal atrajo a un segundo ejército romano a las orillas del lago Trasimeno (217 a. de J.C.). La derrota de las legiones, en las que por primera vez militaban esclavos, fue tan completa que casi ningún soldado se salvó, y su jefe, el cónsul Flaminio, estuvo entre los caídos.

Roma fue víctima del pánico, pero, como siempre, volvió a encontrar en el peligro las razones para sacar fuerzas de flaqueza. Nombró un dictador, Quinto Fabio Máximo, que pasó a la historia con el nombre de Cunctator (el Contemporizador). Este evitó hábilmente las batallas en campo abierto, debilitando al adversario con continuas escaramuzas.

Pero los caprichos de la política romana condujeron a la sustitución de Fabio por Varrón, un plebeyo demagogo que, para satisfacer a sus electores, buscó un éxito rápido. Su ejército, cuatro veces superior en número al del general cartaginés, atacó a éste en Cannas.

Pero Aníbal, con un golpe maestro de estrategia militar (fingió ceder en el centro, atrayendo a los romanos entre sus dos alas reforzadas que se cerraron sobre ellos como un cepo), logró una nueva victoria: 45.000 romanos resultaron muertos y 20.000 fueron hechos prisioneros. Varrón, huyendo de la muerte, pidió indulgencia al pueblo romano (216 a. de J.C.).

La urbe parecía condenada, y una parte de Italia se sublevó. Siracusa volvió a aliarse con Cartago.

En Hispania, Escipión resistió; Aníbal negoció con Filipo de Macedonia, decidido a intervenir para expulsar a los romanos de Iliria, donde fijaron un protectorado en el 229 a. de J.C.



----------------------Victoria romana----------------------


La Unión Sagrada


En Roma, todos los partidos se unieron ante el peligro; los tribunos de la plebe presidían los comicios en ausencia de los cónsules y de los pretores. Fueron formadas 23 legiones, aumentadas con aliados fieles, mercenarios y esclavos, hasta un total de 200.000 hombres.

Aníbal no se atrevió a atacar la ciudad, por falta de material de asedio. Sin duda, contaba con una insurrección general en Italia. Capua se entregó a él con sus riquezas, e igualmente todas las ciudades del sur. Reconquistada, Capua fue duramente castigada por los romanos (210 a. de J.C.).

Se combatió en todos los frentes: En Siracura, donde Arquímedes hizo prodigios con sus máquinas y sus espejos solares que incendiaban las naves a distancia (pero la ciudad cayó en manos de los romanos en 211 a. de J.C. y Arquímedes fue muerto por un soldado).

En Hispania, donde los dos hermanos Escipión fueron mantenidos en jaque y después muertos por el hermano de Aníbal, Asdrúbal (211 a. de J.C.); en Grecia, donde la flota romana contuvo a los macedonios gracias al apoyo de Esparta, de los etolios y de Pérgamo.

El joven Publio Cornelio Escipión, que había sucedido a su padre y a su tío, se apoderó de Cartagena (209 a. de J.C.), pero no pudo impedir que Asdrúbal se uniera a Aníbal en Italia, aunque allí fue derrotado en Metauro en 207 a. de J.C.

El cónsul Claudio Nerón hizo arrojar la cabeza de Asdrúbal al campamento de su hermano.

Finalmente, Escipión desembarcó en Africa y obtuvo la alianza del rey númida Masinisa, y en el año 202 a. de J.C., en Zama, Escipión venció a Aníbal que había sido llamado de Italia.

La paz fue dura: Cartago, que tuvo que desarmarse por tierra y por mar, pagar una enorme indemnización (10.000 talentos) y renunciar a sus posesiones exteriores se convirtió en un estado vasallo.

Pero Aníbal no se dio por vencido, siendo amenazado por sus compatriotas con ser entregado a los romanos, acabó por refugiarse en Siria. Roma era ahora dueña del Mediterráneo occidental.




--------------------Delenda est Cartago--------------------


El fin del imperio cartaginés


En el momento mismo en que Corinto era aniquilada, Cartago sufría la misma suerte.

Catón, comprendiendo que ésta era siempre un peligro amenazador para Roma, convenció al Senado con sus discursos, que concluían siempre con el famoso "Delenda est Cartago" (Cartago ha de ser destruida), para emprender la tercera guerra púnica.

Para no romper los tratados de paz se encontró un pretexto: El rey de Numidia, Masinisa, no cesaba de ensanchar su territorio (la actual Argelia) a expensas de los cartagineses. Estos, exasperados, le declararon la guerra, y Roma los acusó de violar el tratado del 201 a. de J.C.

Cuatro legiones desembarcaron en Africa y los cartagineses se sometieron, pero, una vez que hubieron entregado las armas, los romanos ordenaron al pueblo que abandonaran la ciudad y que se retiraran al interior.

Reducido a la desesperación el pueblo se rebeló y optó por la guerra a ultranza; demolieron las casas, utilizaron las vigas para construir máquinas de guerra, las mujeres se cortaron los cabellos para hacer cuerdas (149 a. de J.C.).

El impulso fue tal que la ciudad resistió durante tres años. En el 146 a. de J.C., después de un terrible asalto, Cartago fue completamente destruida. Su territorio fue declarado maldito y formó la provincia de Africa, con Utica como capital.

Final en Hispania y la Galia
La codicia de los gobernadores provocó poco a poco una revuelta general en Hispania, donde un pastor, Viriato, jefe de la rebelión, resistió durante nueva años (147-139 a. de J.C.).

Viriato fue asesinado y la lucha final se desarrolló alrededor de Numancia, destruida después de un asedio atroz dirigido por Escipión Emiliano, el vencedor de Cartago (133 a. de J.C.).

La inestabilidad de los diferentes pueblos de la Península Ibérica indujo a los romanos a unir directamente la provincia a Italia.

Por otra parte, las legiones romanas, llamadas por Marsella contra los montañeses vecinos, ocuparon el sur de la Galia, fundaron Aix (125 a. de J.C.), y después se volvieron contra los alóbroges, apoyados por Bituito, rey de los arvernos, y por sus 200.000 soldados.

Cerca de Montelimar, sus hordas indiciplinadas fueron exterminadas y Roma situó puestos avazados desde Lyon a Tolosa.

En lo sucesivo, los romanos, que reinaban desde Asia Menor hasta el Atlántico (las famosas Columnas de Hércules), pudieron decir con orgullo "Mare Nostrum" (nuestro mar), refiriéndose al Mediterráneo.




--------------------Guerras macedónicas--------------------


Guerras macedónicas


Fueron necesarios tres siglos para que la pequeña ciudad del Lacio se convirtiera en la capital de Occidente.

Pero será irresistiblemente arrastrada hacia Oriente, no como consecuencia de un plan idealista sistemáticamente concebido -el pueblo estaba cansado de guerras interminables-, sino con una seria de campañas preventivas que pusieron de manifiesto la debilidad de las monarquías helenísticas.

Además, la aristocracia había tomado gusto al éxito, a los enormes botines, mientras que los plebeyos, los "hombres nuevos", veían en las nuevas conquistas la oportunidad de enriquecerse y de traspasar sus límites.

El primer enemigo era Filipo V de Macedonia, que había apoyado a Aníbal. Filipo gobernaba sobre una Grecia indócil, convulsionada por luchas sociales. En el año 200 a. de J.C., el Senado le declaró la guerra.

Después de dos años de lucha incierta, el cónsul Flaminio, que se había erigido en libertador de los griegos, logró vencer en Cinocéfalos, en Tesalia (197 a. de J.C.). La legión superó a la falange, demasiado pesada.

Roma proclamó solemnemente en Corinto la independencia de las ciudades griegas, que se desbordaron de entusiasmo. Después la llegó el turno al rey de Siria, Antíoco III, que había acogido a Aníbal; quiso dominar el Egipto de los Tolomeos e intrigó en Grecia contra Roma, Rodas y Pérgamo.

Por fin, se aprestó a entregar a Aníbal. Este buscó refugio junto a Prusias, rey de Bitinia, en la costa del mar Negro, pero los romanos, implacables, le persiguieron, y el héroe que había hecho temblar a sus enemigos, se envenenó (183 a. de J.C.).

Sin embargo, la amistad entre Grecia y Roma había terminado. La anarquía de sus ciudades, sus agitaciones, su decadencia irritaron a los romanos, y Catón el Censor destacó la perniciosa influencia de los griegos degenerados.

Estos comprendieron que su independencia era en realidad una tutela, porque los comisarios del Senado romano intervenían en todas partes. Roma apoyaba a los ricos, mientras que los pobres volvían sus esperanzas hacia el rey de Macedonia.



------------------La conquista de Oriente------------------


Hacia el lejano Oriente


En el año 179 a. de J.C., el hijo de Filipo V, Perseo, subió al trono ávido de venganza. Pérgamo dio la señal de alarma a Roma, que, esta vez, no se contentó con una simple intervención.

Después de numerosos fracasos, el cónsul Paulo Emilio venció a Perseo en Pidna (168 a. de J.C.). El rey desfilará en el cortejo triunfal del vencedor y morirá en prisión dos años después. Macedonia quedó desmembrada en cuatro partes.

En Epiro, que se había sublevado, los romanos desencadenaron la represión y vendieron a 150.000 hombres como esclavos. El terror reinó en Grecia, que tuvo que entregar rehenes. El rey de Pérgamo, que se había vuelto sospechoso, fue humillado, como Prusias de Bitinia, que fue a Roma a someterse con la cabeza rapada.

Antíoco de Siria invadió Egipto, pero recibió la orden de abandonar el país. Como pidió tiempo para reflexionar, el pretor Popilio trazó un círculo a su alrededor exigiéndole que le diera una respuesta antes de matarlo.

Antíoco se inclinó, diciendo: "Haré lo que quiera el pueblo romano". Grecia había quedado destruida: Oro, estatuas, cuadros, vasos de plata, un botín fantástico acompañó el triunfo de Paulo Emilio, cuyo desfile duró tres días.

Sin embargo, no se produjo ninguna anexión. El Senado parecía temer aún el nuevo poder de los generales y de los financieros, la influencias nefastas de Oriente.

Aquellos viejos conservadores temían lo desconocido, la corrupción, la costumbre de saqueo de los ejércitos. Catón clamó contra el lujo y los cultos orientales. Por otra parte, Roma estaba comprometida en la obra de pacificación a llevar a cabo en Occidente.

Hacía falta enviar legiones contra los celtas de la llanura del Po, contra los ligures de los Apeninos que fueron deportados en masa, y surgieron nuevas colonias: Bolonia, Parma, Módena, Lucca. En Córcega, en Cerdeña, en Hispania, se realizaron campañas contras las incesantes revueltas.

Pero, finalmente, la política se inclinó hacia Oriente y el helenismo. Los hombres de negocios estaban ávido de sacar partido de nuevas provincias, y el viejo Catón, vencido por el ambiente general, se dedicó a traficar con los esclavos.

Una sublevación de Macedonia (149 a. de J.C.) proporcionó un buen pretexto: El país se convirtió en provincia romana (148 a. de J.C.). Los griegos se rebelaron a su vez, pero fueron sometidos: Corinto fue incendiada, su territorio declarado maldito, y millares de hombres sufrieron la deportación.

Grecia fue incorporada a Macedonia en el año 146 a. de J.C. En el 133 a. de J.C., el rey de Pérgamo dejó en herencia su estado a Roma, que creó la provincia de Asia (126 a. de J.C.).




-----------------------CRISIS CIVILES-----------------------


CRISIS Y GUERRAS CIVILES (120-27 a. de J.C.)


La situación política va a ser, durante un siglo, desastrosa.

En Roma se enfrentan dos partidos: El popular (apoyado muy frecuentemente por los caballeros o equites) y el senatorial, partidario de una política firme y nacionalista, dirigida por la aristocracia.

Esta rivalidad toma, en ciertos momentos, el aspecto de una verdadera guerra civil. Es la época de las conjuraciones, los complots, las proscripciones y las matanzas; sin duda, el período más desastroso de la república romana. ¡Y esto durará 100 años!

Por esta época aparece en el horizonte de Roma la estrella de Julio César. Aliado de Pompeyo y Craso (primer triunvirato, 60 a. de J.C.), pero alejado de los asuntos políticos porque está ocupado en la conquista de la Galia (68-51 a. de J.C.), la ambición de Julio César es la de reorganizar el Estado romano con la energía de un militar habituado al triunfo.

Vencedor de su antiguo compañero Pompeyo (Farsalia, 48; Tapso, 46, y Munda, 45 a. de J.C.), emprende la instauración de la monarquía en Roma. Pero es asesinado, en el año 44 a. de J.C., por sus adversarios.

La república queda acéfala: Antonio (principal general de César), Octavio (su sobrino) y Lépido forman entonces el segundo triunvirato (43 a. de J.C.) y se reparten este Imperio sin emperador que es el mundo romano:
- Lépido se hace olvidar en Africa;
- Antonio conquista Oriente, en donde cae bajo la influencia de la reina Cleopatra;
- Octavio se revela como un jefe hábil y firme a la cabeza de las legiones de Occidente, derrota a Antonio en Actium (31 a. de J.C.) y, ya único dueño del mundo romano, se convierte, en 27 a. de J.C., en emperador, en Augusto.

Con la instauración de esta nueva función (el principiat, y no la dignidad imperial), acaba el período republicano de la historia romana.




-------------------------Los Gracos-------------------------


El descalabro de los Gracos


Tiberio Graco
Elegido tribuno en 133 a. de J.C., un joven noble, Tiberio Graco, nieto por parte de madre de Escipión el Africano, quiso abrir una era de reformas.

El ager publicus, es decir, las tierras vueltas al dominio público después de ser confiscadas por el Estado romano conquistador, había sido ocupado, en contra de la ley, por grandes propietarios.

Tiberio Graco preparó un proyecto que limitaba a 12 hectáreas por persona las parcelas de ager publicus. Los acaparadores tenían que restituir el exceso, que sería repartido en parcelas de siete hectáreas y media, reservadas a los pobres.

De esta forma se reconstruiría una clase de pequeños propietarios, elemento seguro de estabilidad. Orador apasionado (hablaba de "aquellos que se llaman dueños del mundo y no poseen ni un terruño"), Tiberio hizo que la ley fuera aprobada.

Cargados de odio, los grandes propietarios terratenientes compraron a un tribuno, Octavio, el cual opuso su veto; Tiberio lo destituyó y al año siguiente Graco se hizo reelegir, lo que era contrario a la tradición, pero él estaba interesado en poner en práctica su generosa obra.

Los nobles lo acusaron de aspirar a la soberanía y, provocando un motín, lo mataron en el Capitolio. La ley no fue abolida, pero sus efectos quedaron muy limitados.

Cayo Graco
Diez años después, en el 123 a. de J.C., el hermano mayor de Tiberio, Cayo Graco, elegido a su vez tribuno, se propuso hacer triunfar la reforma. Aleccionado por la trágica experiencia de su hermano, quiso reforzar su posición y ampliar las alianzas:

- Suprimió a los senadores el derecho a tomar asiento en los tribunales encargados de juzgar asuntos de corrupción y delitos públicos, sustituyéndolos por representantes de la clase ecuestre.

- Enfrentando a las dos clases de ricos, las debilitó. Mediante la ley frumentaria, concedió a la plebe una cuota mensual de trigo a precio mínimo.

- Por último, volvió a proponer enérgicamente la división y la distribución de las tierras comunales usurpadas; nuevas colonias agrícolas iban a surgir en Italia y en las provincias.

Los adversarios de Cayo Graco utilizaron todos los métodos contra él, incluidos la demagogia y la superioridad de la ofertas en las ventas en pública subasta.

Cayo quería también -y el futuro le dio la razón- extender el derecho de ciudadanía (la igualdad de derechos) a todos los latinos e incluso a los itálicos; pero, prudentemente, se limitó a los latinos.

El partido conservador, especulando con el egoísmo de la plebe romana, hizo que le proyecto fuera rechazado. Cayo Graco tuvo que abandonar Roma para fundar él mismo una colonia cerca de Cartago.

Sus enemigos, teniendo el camino libre, lo acusaron de haber violado la interdicción que declaraba maldita esta tierra, y no fue reelegido tribuno. Cayo Graco defendió su obra, pero el Senado provocó un motín contra él.

Entonces se refugió en el Aventino, poco más allá del Tíber. Perseguido, hizo que un esclavo suyo lo matara en un bosque sagrado (121 a. de J.C.). En Roma tuvo lugar el exterminio del partido popular (3.000 partidarios fueron asesinados).

La reforma agraria fue progresivamente desmantelada. Sólo los caballeros conservaron los privilegios obtenidos. La violencia, el asesinato y la ilegalidad hicieron su entrada en la política romana.

Gracias a los desórdenes que continuaron enfrentando a los ricos contra los pobres, algunos ambiciosos, apoyándose en las fuerzas armadas, sintieron que su hora había llegado.



----------------------Mario: El orden----------------------


Mario y la reforma militar


El Senado se vio desacreditado por una serie de reveses en Africa, donde un príncipe númida, Yugurta, había destronado al nieto de Masinisa, aliado de Roma. Yugurta hizo asesinar a unos comerciantes romanos y el Senado le declaró la guerra.

Arrogante y sagaz, Yugurta resistió victoriosamente, compró cómplices y hasta se atrevió a ir a Roma, de la que diría:

¡Ciudad venal, no te falta más que un comprador!

En el 109 a. de J.C. derrotó a una legión. El cónsul Metelo y su lugarteniente Mario consolidaron la situación, pero Mario no se contentó con este éxito.

Nacido en Arpino, en el Lacio, en el seno de una familia acomodada, había ingresado siendo muy joven en el ejército y, durante el sitio de Numancia, había ganado ascensos, medallas, y también cicatrices que le cubrían todo el cuerpo. Nombrado gobernador de la Hispania Ulterior, se casó a su regreso con una mujer de la familia patricia Julia, futura tía de Julio César, que nacería en el año 100 a. de J.C.

Siempre había estado protegido por el poderoso Metelo, quien le llevó a Africa como legado. Mario le pidió autorización para ir a Roma y proponer su candidatura al consulado. "Espera a que mi hijo tenga la edad", le respondió el orgulloso Metelo, afectado por las pretensiones de aquel "burgués" de origen modesto.

Pero Mario se hizo elegir por el partido popular (107 a. de J.C.) y obtuvo también el mando del ejército de Africa, a expensas de su protector.

Antes de partir, llevó a cabo una amplia reforma militar: Las legiones fueron abiertas a los proletarios, hasta entonces excluidos; el ejército de ciudadanos se transformaba así en un ejército profesional.

Mario mejoró también el armamento y la organización, dividiendo la legión en cohortes, unidades tácticas que agrupaban tres manípulos.

En dos años derrotó a Yugurta (105 a. de J.C.), que murió de hambre en la prisión Tuliana.

El triunfo de Mario fue acompañado por su reelección como cónsul; parecía el único capaz de salvar a Italia de una nueva y terrible amenaza: La invasión de los cimbros y de los teutones, germanos del Báltico que habían asolado la provincia romana de la Galia, aniquilando algunas legiones en Orange (105 a. de J.C.). La devastación de Hispania los disuadió, y se dividieron en dos bandos.

Mario los exterminó cerca de Aix (102 a. de J.C.) y de Vercelli, en la llanura del Po (101 a. de J.C. Aclamado como salvador, fue reelegido continuamente cónsul (por sexta vez en el año 100 a. de J.C.), uniéndose con los tribunos de la plebe, Saturnino y Glaucio, que se aprovecharon de su confianza y protección para aterrorizar a Roma, donde se sucedieron los levantamientos.

Por orden del Senado, Mario marchó contra sus aliados, que fueron dispersados en una sangrienta batalla. Pero, desprestigiado, sospechoso a los ojos de todos, Mario partió para Oriente.



------------------Mario: Guerras sociales------------------


Las guerras sociales


Un nuevo drama puso a Roma en peligro: La rebelión de Italia.

Después de la conquista romana, las diversas ciudades y regiones de la península estaban sometidas con regímenes muy variados: Algunas (como el Lazio) gozaban de igualdad de derechos, pero la mayor parte formaba categorías inferiores, estando excluidas de la vida política, aunque sometidas a los impuestos y a las levas militares.

Los magistrados romanos se comportaban frecuentemente como tiranos locales con respecto a los "aliados" (socii, de donde el nombre de la guerra social). Estos estaban además excluidos de la distribución de las tierras después de la desmovilización de los ejércitos.

Un joven noble elegido tribuno, Livio Druso, reanudando el proyecto de Cayo Graco, propuso extender el derecho de ciudadanía a todos los itálicos.

Pero fue asesinado (91 a. de J.C.) y, al año siguiente, los estados aliados, exasperados, se sublevaron, pobres y ricos unidos, formando una confederación y emprendiendo una verdadera guerra de secesión: una guerra encarnizada (90-89 a. de J.C.), acompañada de exterminios, que causó más de 100.000 víctimas.

Mario fue llamado por el Senado, pero los mayores éxitos contra los insurrectos fueron alcanzados por su lugarteniente: Sila. Finalmente, el Senado, para romper la alianza de los adversarios, concedió gradualmente el derecho de ciudadanía a los itálicos leales primero, y después a los que deponían las armas.

Los samnitas fueron los últimos en rendirse. En el año 87 a. de J.C., toda Italia (que respecto de la actual acababa en la línea del río Rubicón) estaba unificada bajo el mismo derecho. Una vez más, la ceguera del Senado había costado cara.



----------------------------Sila----------------------------


Sila contra Mario


La paz interior era tanto más urgente cuanto que un enemigo amenazaba a Roma en Asia: El rey del Ponto, Mitrídates, coloso medio bárbaro y medio griego, que soñaba con dominar Oriente y Grecia.

Provisto de una gran flota y de un ejército impresionante, exterminó a los romanos de la provincia de Asia, invadió Grecia y ocupó Atenas (88 a. de J.C.).

El senado nombró jefe del ejército al aristócrata Sila. Lucio Cornelio Sila, procedente de una familia arruinada, era un hombre extraño, unas veces arrogante, otras veces servil, capaz de los peores excesos, cruel y vengativo.

Un griego lleno de ironía, dijo de él que se parecía a "una mora pasada por harina", con una tez roja llena de lunares blancos. De sus ojos azules emanaba una luz irresistible; era, además, culto y amante de las artes, revelándose también como un notable jefe militar: Frío, astuto, sumamente valiente y con un gran ascendiente sobre sus hombre.

Pero la agitación continuaba en Roma, donde la guerra civil había provocado la miseria y el alza de los precios. El partido popular alentó una serie de motines y, volviéndose de nuevo a Mario hizo que, mediante un plebiscito, dirigiera la guerra de Oriente.

Sila, que concentraba ya sus legiones en Campania, marchó sobre Roma, franqueó la muralla sagrada y derrotó a los agitadores entre grandes incendios. Mario huyó a Africa (88 a. de J.C.).

Entonces Sila pudo embarcarse, después de haber demostrado cómo se podía asegurar el poder con la ayuda de soldados leales.

Sometió a Grecia, donde fueron confiscadas numerosas obras de arte para enviarlas a Roma, y después se dirigió a Asia. Mitrídates tuvo que negociar, renunciando a Grecia pero conservando su reino (85 a. de J.C.).

¿Por qué se conformó Sila con una victoria incompleta? El hecho es que, en su ausencia, Mario había dado la vuelta a la situación, apoderándose nuevamente de Roma.

Unido al cónsul Cinna, futuro suegro de Julio César, ordenó terribles matanzas, entregando a sus enemigos a los verdugos con un simple gesto. Pero en el año 86 a. de J.C., Mario murió, dejando Italia a Cinna y a su hijo adoptivo.

Sila volvió con sus tropas (83 a. de J.C.) y en un año luchó contra el partido popular y contra los samnitas que todavía no estaban definitivamente sometidos desde la guerra social. En el año 82 a. de J.C., era el dueño de Roma, arrogándose la dictadura.

Se reanudaron de nuevo las matanzas, esta vez contra los demócratas. Los nombres de las víctimas fueron escritos en las listas de proscritos, cuyos bienes, confiscados, sirvieron para recompensar a los soldados, a los partidarios, y los delatores.

De esta forma, Sila distribuyó 120.000 parcelas de tierra. Se ha dicho repetidamente que el dictador había querido restablecer el antiguo régimen aristocrático, devolviendo toda su importancia al Senado y abatiendo a sus adversarios.

De hecho, lo que le preocupaba sobre todo era su poder absoluto. El Senado fue elevado a 600 miembros, 300 de los cuales eran "hombre nuevos" absolutamente afectos a Sila.

Los caballeros perdieron sus cargos judiciales y la percepción de los impuestos de Asia. Los tribunos de la plebe no tenían ya el derecho de veto ni el de proponer leyes.

La censura fue suprimida, así como las distribuciones gratuitas de trigo. Acuñando monedas con su nombre, adoptando el título religioso de Felix (feliz), organizando juegos circenses y adulando al pueblo, Sila se comportó como un monarca oriental. Pero, por razones poco conocidas, se retiró a la vida privada en el año 79 a. de J.C., y murió al año siguiente en Cuma.



--------------------Pompeyo y Espartaco--------------------


Advenimiento de Pompeyo. Sertorio y Espartaco


Noble, rico y valeroso, Pompeyo, antiguo lugarteniente de Sila, se alió hábilmente con el Senado para combatir a un cónsul demagogo, Lépido, que se había unido al partido popular restableciendo las distribuciones gratuitas de trigo.

Después de una breve guerra civil, Pompeyo (79 a. de J.C.) fue encargado de sofocar la revuelta de Sertorio, un compañero de Mario que había sublevado a Hispania poniéndose a la cabeza de los indígenas oprimidos, en los tiempos de Sila, y que parecía invencible con sus guerrillas.

Gracias a una traición (72 a. de J.C.), Pompeyo se libró de él, después de algunos años de guerra, y volvió a Italia para poner fin a la célebre revuelta de Espartaco.

En Capua, un centenar de esclavos de una escuela de gladiadores se habían evadido bajo el mando del tracio Espartaco, incitando a la rebelión a las hordas de esclavos del sur, prisioneros de guerra, terribles combatientes, cansados de la crueldad y de los malos tratos, consiguiendo reunir hasta 100.000 hombre, saqueando, incendiando las granjas y resistiendo a cinco ejércitos romanos.

Espartaco los condujo hacia el norte, donde, atravesando los Alpes, podrían convertirse en hombres libres. Pero ellos prefirieron (¡insensato sueño!) volverse contra Italia; por fin, las tropas de Marco Licinio Craso los aplastaron: 6.000 esclavos murieron crucificados a lo largo del camino que conducía de Capua a Roma. Pompeyo acabó con las últimas bandas que habían logrado huir (71 a. de J.C.).

Apoyándose en la plebe y estableciendo los derechos de los tribunos y de los caballeros ("equites"), los aspirantes a dictadores eran fatalmente arrastrados a romper la resistencia del Senado, que obstaculizaba su camino hacia el poder.

Por otra parte, los patricios estaban desacreditados en aquel momento a causa del grave escándalo de Verres, propretor de Sicilia, que había saqueado la isla como si se tratara de una tierra de conquista. Poniéndose del lado de las víctimas, Marco Tulio Cicerón defendió su causa con tanta elocuencia que Verres se exilió antes de la sentencia (70 a. de J.C.).




----------------------Craso y Pompeyo----------------------


Consulado de Craso y Pompeyo: Mitrídates


Marco Licinio Craso era un antiguo protegido de Sila que había conquistado una gran fortuna gracias a las proscripciones y a un cuerpo de vigilantes reclutados entre los esclavos.

Con su colega Pompeyo tomó el sentido contrario de las reformas de Sila. Los dos cónsules ofrecieron al pueblo "pan y juego" (panem et circenses) para lograr el apoyo de las masas.

Lo mismo que los tribunos, los censores fueron repuestos en sus cargos. Los caballeros recuperan su puesto en los tribunales y, de nuevo, el encargo de la percepción de los impuestos de Sicilia y de Asía, así como sus asientos de honor en el teatro.

A favor de las guerras civiles, bandas de piratas habían formado flotas temibles que saqueaban los barcos de los comerciantes y las costas, llegando incluso en su atrevimiento a desembarcar cerca de Roma.

Pompeyo se hizo conceder poderes extraordinarios y con 500 naves y veinte legiones persiguió a los piratas, matando a millares de ellos y dispersando a los demás en las colonias (67-66 a. de J.C.).

Gran triunfador, no le fue difícil que le fuera asignado el mando de la segunda guerra contra Mitrídates. Los desórdenes de Italia habían envalentonado al rey del Ponto, que reanudó la guerra en el año 74 a. de J.C., aliándose con Sertorio, con los piratas y con Tigranes, rey de Armenia.

El procónsul Lúculo, penetrando hasta Armenia, lo había expulsado de la provincia de Asia (74-68 a. de J.C.). Pero Lúculo, honesto y austero, disminuyendo los impuestos y los tipos de interés, se había atraído la hostilidad de los caballeros y de los publicanos, y Pompeyo ocupó su lugar.

Mitrídates tuvo que huir y se hizo matar por un soldado en Crimea, después de haber probado en vano todos los venenos.

Tigranes tuvo que someterse y Pompeyo reorganizó el Oriente que, en los sucesivo, tuvo siete provincias: Asia, Ponto, Bitinia, Cilicia, Cirenaica y Creta, más una docena de protectorados entre los que estaban Galacia, Capadocia, Armenia, Cólquida y Decápolis de Judea, donde Pompeyo había tomado al asalto Jerusalén.

Cuando volvió a Italia (62 a. de J.C.), Pompeyo celebró un fantástico triunfo, y al año siguiente vistió la clámide (manto de gala) de Mitrídates. Pero durante su ausencia se habían producido graves acontecimientos y otro nombre se hacer oír: El de Julio César.




--------------------------Catilina--------------------------


La conjuración de Catilina


En Roma se había formado un partido revolucionario que agrupaba a los miserables y a los descontentos y que pretendía reanudar los proyectos de los Gracos.

El partido estaba dirigido por un antiguo compañero de Sila, Catilina, "malvado y depravado" -dice Salustio- que reunía a su alrededor "como satélites a todos los hombres reos de maldades y de crímenes".

Para Catilina, la demagogia social era un medio para adueñarse del poder. Craso lo apoyó en la sombra, y habiendo sido descubierta una primera conspiración, hizo enterrar la tentativa.

Catilina presentó su candidatura al consulado en el año 63 a. de J.C., pero fue derrotado por Cicerón, que aparecía como dirigente del partido del orden. Después de un nuevo fracaso, al año siguiente Catilina proyectó asesinar a los cónsules, provocar incendios e imponerse por la fuerza.

Craso rompió las relaciones con él; Julio César, que había tenido cierta participación en la conjuración (también él apoyaba el partido popular) se retiró.

Cicerón abordó a Catilina en pleno Senado, lanzando su célebre frase: ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? Catilina huyó de Roma, sus cómplices fueron asesinados, y él murió en el curso de una batalla.

Cicerón se mostró orgulloso de haber salvado la República (62 a. de J.C.). durante estos acontecimientos, Pompeyo había llegado de Oriente. El Senado y Cicerón temían sus ambiciones; Pompeyo cometió el error de licenciar su ejército, y tuvo que esperar ocho meses para celebrar su triunfo.

Entonces se aproximó a Craso y a César para formar el "primer triunvirato".




------------------------Julio César------------------------


Cayo Julio César


Cayo Julio César, que tenía unos cuarenta años (había nacido en el año 101 a. de J.C., no era muy conocido. Pertenecía a una de la familias patricias más antiguas de Roma, que pretendía descender de Julos, hijo de Eneas.

Sus progenitores habían caído en la miseria y vivían en la Suburra, barrio popular y de mala fama. Su nacimiento fue difícil, habiéndose tenido que recurrir a la operación quirúrgica a la que dio nombre (cesárea).

Culto y elegante, llevaba una vida brillante, estando dotado igualmente de una inteligencia penetrante y de una memoria ilimitada.

Gran admirador de la literatura griega, se complacía en escribir tragedias y poesías. Sobrino de Mario, yerno de Cinna, había sido considerado sospechoso en los tiempos de Sila a causa de sus vinculaciones con el partido popular, habiéndose exiliado a Asia, donde fue hecho prisionero por los piratas.

Vuelto a Roma (77 a. de J.C.) contrajo deudas, y tuvo que esperar casi diez años para hacerse elegir cuestor y entrar en el Senado (68 a. de J.C.).

A los 30 años fue enviado a Hispania. En el año 65 a. de J.C. se convirtió en edil y pidió dinero a Craso para ofrecer al pueblo de Roma fiestas suntuosas; poco después salió elegido pontífice máximo.

Durante este período apoyó de incógnito a Catilina contra el Senado, que empezó a desconfiar de él. En el año 61 a. de J.C. volvió a la Península Ibérica, iniciándose como jefe militar y sofocando diversas revueltas.

El hombre frívolo y corrompido, cargado de deudas, se convirtió en un gran militar y un gran político. Aceptó la alianza de Pompeyo y de Craso (que le condonó las deudas), haciéndose elegir cónsul en 60-59 a. de J.C., poniendo en ridículo a su colega Bíbulo e imponiendo su voluntad. El pueblo, riendo, decía: "¡Es el consulado de Julio y de César!"

Le faltaba, sin embargo, la gloria militar, por lo que se hizo atribuir el proconsulado de la Galia Cisalpina y de la Narbonense. Antes de partir, casó a su hija Julia con Pompeyo en señal de amistad y se llevó consigo al hijo de Craso.

César había pensado combatir, en primer lugar, a los dacios en el Danubio, pero éstos se habían ido a saquear las costas del mar Negro.

Acontecimientos imprevistos vinieron a favorecerle: En la Galia, los secuanos del Jura habían llamado para luchar contra sus vecinos, los eduos del Morvan, a las bandas germánicas de Ariovisto.

Por otra parte los helvecios, amenazados por otros germanos, pidieron a Roma permiso para atravesar la Narbonense y establecerse en Aquitania. César se lo negó.

Intimidados, los helvecios quisieron pasar entonces al norte del Macizo Central, en territorio de los eduos. Estos eran "amigos del pueblo romano". César tenía un buen pretexto para intervenir en la Galia (año 59 a. de J.C.).



------------------Julio César y las Galias------------------


La conquista de las Galias


Toda la parte mediterránea de la Galia, la Narbonense, era provincia romana desde hacía sesenta años. Comprendía el actual Languedoc, la Provenza y el valle del Ródano hasta Viennes.

Marsella, fundada en el siglo VII a. de J.C. por los griegos focenses, había difundido el helenismo por toda la región, y la romanización había sido rápida: Narbona, Aix, Orange, eran otras tantas ciudades romanas.

Más allá se extendía el país de los celtas, descrito por el mismo César en su obra La guerra de las Galias (De bello gallico).

Para conquistar aquel enorme territorio, César sólo disponía de seis legiones (apenas 30.000 hombres). En el año 58 a. de J.C., aniquiló a los helvecios en el Morvan, rechazando después a los germanos más allá del Rin, a Alsacia.

Tras invernar al pie del Jura, atacó a los belgas en el año 57 a. de J.C., y al año siguiente envió al hijo de Craso a someter a los vénetos de Armórica.

Hizo publicar en Roma los dos primeros libros de De bello gallico, lo que le valió quince días de fiestas religiosas.

Sin embargo, tuvo que reprimir una revuelta en el golfo de Morbihan; Aquitania fue a su vez sometida. Más tarde, César se aventuró fuera de la Galia franqueando el Rin sobre un puente construido en diez días, cerca de Bonn, entregándose al saqueo de las tierras de los germanos.

Después atravesó el canal de la Mancha, desembarcando en las costas de la isla de Bretaña, la actual Gran Bretaña. Al año siguiente volvió allí, con fuerzas más abundantes, avanzando hasta el Támesis (54 a. de J.C.).

Pero en la Galia estallaron nuevas revueltas, y las represiones de los romanos, atroces, obligaron a los jefes de las tribus celtas a unirse bajo la autoridad de un joven príncipe de los arvernos, Vercingetórix, guerrero procedente de la región montañosa de la Arvernia.

Vercingetórix había sido hasta entonces aliado de los romanos, habiendo servido seguramente en su ejército. Sin embargo, apelando al sentimiento nacional, apoyándose en la autoridad moral de los druidas, reunió un gran ejército y puso en práctica la táctica de quemar las tierras.

César, después de un encarnizado asedio, se apoderó de Avaricum (Bourges). Luego, quiso asestar el golpe decisivo tomando Gergovia, la capital de los arvernos (52 a. de J.C.), pero fue rechazado con grandes
pérdidas.

Esta derrota de los romanos reforzó la unión de los rebeldes, a los cuales fueron a unirse los deudos, "amigos" de Roma. César tuvo que replegarse hasta el Saona. Su situación era dramática, pero Vercingetórix, demasiado confiado, atacó al ejército romano. Sus tropas fueron destrozadas y el jefe galo cometió un segundo error, dejándose sitiar en Alesia.

César estableció el sitio de una manera que seguiría siendo durante dos siglos un modelo de estrategia militar. Rodeó la ciudad con un doble cerco de fortificaciones de madera y de tierra, uno para bloquearla y el otro para impedir la posible llagada de un ejército de refuerzo que, desalentado y paralizado por las discordias de sus jefes, se dispersó sin intentar nada.

Pronto los sitiados carecieron de agua y de víveres. Vercingetórix, extenuado, salió personalmente de la ciudad para pedir clemencia (52 a. de J.C.). El infortunado galo fue conducido a Roma, donde fue encadenado al carro del vencedor. Arrojado en prisión, fue degollado diez años después.

Sin embargo, César necesitó todavía un año para aplastar los últimos coletazos de la insurrección. Según el mismo vencedor, la Galia había tenido un millón de muertos, y otro millón de hombres fueron convertidos en esclavos.

El botín conseguido fue enorme. Sin embargo, a diferencia de España, el país fue romanizado rápidamente y los vencidos reconocieron la ley romana, adoptaron fácilmente una civilización que seducía a la aristocracia con la superioridad y el esplendor de sus ciudades.

En cuanto a César, que se había igualado a los más grandes capitanes de la Antigüedad, pudo, con un ejército vinculado a él con fanatismo, volver a Italia.




----------------César y la anarquía en Roma----------------


La muerte de Craso


Desde la partida de César, los desórdenes se sucedieron en Roma, donde el tribuno Clodio había instaurado un verdadero terror, asegurándose la popularidad mediante distribuciones gratuitas de trigo.

Los jefes del partido conservador, como Catón de Utica y Cicerón, se vieron condenados al exilio, pero Pompeyo, asustado por los excesos, los hizo llamar (57 a. de J.C.).

Roma se convirtió en campo de batalla entre Clodio y otro demagogo rival, Milón. Inquietos, Pompeyo, César y Craso ratificaron su adhesión a los acuerdos de Luca (56 a. de J.C.): Primer triunvirato.

Por otra parte, envidiosos de los éxitos de César en la Galia, Pompeyo y Craso quisieron también su parte en los laureles.

Reelegidos cónsules, buscaron nuevos escenarios de batalla. Pompeyo envió al procónsul Gabinio para que ocupara Judea, que fue dividida en cinco distritos; después, Gabinio fue a Egipto para restaurar en el trono a Tolomeo Aulete, a quien un usurpador había derrocado.

Craso eligió Siria, donde deseaba alcanzar la fama luchando contra los partos. Pero en el año 53 a. de J.C., sus legiones, cuando atravesaban el desierto de Mesopotamia, fueron asaltadas en Carrhae por los escurridizos jinetes.

Craso se batió en retirada e intentó negociar, pero los partos lo asesinaron a traición y aniquilaron su ejército, haciendo 10.000 prisioneros. Su lugarteniente Casio tuvo que ocuparse de defender Siria.

Muerto Craso, César y Pompeyo quedaron frente a frente. La hija de César, Julia, esposa de Pompeyo, había muerto en el 54 a. de J.C., de manera que todo vínculo familiar entre los dos hombres había quedado roto.

Las bandas de Clodio y de Milón se enfrentaban en Roma en terribles batallas callejeras; después del asesinato de Clodio, sus partidarios incendiaron numerosas casas, una basílica y la Curia (52 a. de J.C.).

Enloquecidos de terror, los senadores nombraron a Pompeyo único cónsul con plenos poderes; el propio Cicerón lo apoyó. Como la sublevación general de la Galia se estaba fraguando, Pompeyo, pensando que César se vería pronto envuelto en un desastre, empezó a verse como el único dueño de la República.




----------------César y el paso del Rubicón----------------


César pasa el Rubicón: Farsalia


César, después de su victoria en la Galia, fue a establecerse en Rávena, en la Galia Cisalpina. Su misión había terminado; sus poderes proconsulares acabaron en el año 50 a. de J.C. Desde aquel momento el deseo de Pompeyo fue verlo volver a Roma sin ejército, sin cargos, como un simple particular: Entonces lo tendría en su poder.

Naturalmente, Cesar, fuertemente rodeado por su ejército, se abstuvo de favorecer el juego de Pompeyo. Hubo largas negociaciones, un ir y venir de mensajeros entre Roma y Rávena. La guerra civil parecía inevitable.

César no disponía más que de una legión (las demás vigilaban la Galia), mientras Pompeyo se jactaba de no tener sino que "dar una patada en la tierra para llenar Italia con su legiones".

César se decidió a marchar sobre Roma: Alea jacta est (la suerte está echada): En enero del año 49 a. de J.C., pasó el Rubicón, límite de la Galia Cisalpina, y después se apoderó de Roma, donde el pánico hizo presa en Pompeyo y en los senadores, que se refugiaron en Grecia.

César fue primero a Hispania para acabar con los núcleos partidarios de Pompeyo; a continuación tomó Marsella, que se había declarado pompeyana, y después desembarcó en Grecia en pleno invierno.

En agosto del año 48 a. de J.C., aniquiló a los pompeyanos en Farsalia (Tesalia). "Golpead a los aristócratas en el rostro", les habían dicho a sus soldados, sabiendo que los jóvenes nobles preferían huir antes que quedar desfigurados.

Pompeyo huyó a Egipto a pedir asilo al joven rey, hijo de Tolomeo Aulete. Pensando en una recompensa, un jefe egipcio hizo asesinar a Pompeyo y los autores presentaron su cabeza a César, que había desembarcado en su persecución. Alejándose, César prorrumpió en llanto por la muerte de su adversario.

El cuadro permite comprobar, a grandes rasgos, los planes de Pompeyo y las intenciones de Julio César.



------------------Julio César y Cleopatra------------------


Julio César y Cleopatra


El joven Tolomeo reinaba junto con su hermana Cleopatra, célebre por su encanto, hecho de belleza y cultura, quien, enormemente ambiciosa, sedujo al vencedor con objeto de reinar sola.

César descansó de la batalla en el lujoso palacio, pero muy pronto tuvo que afrontar nuevos peligros porque la ciudad se sublevó. Salvado gracias a los refuerzos, dio el trono a la reina de la cual tendría un hijo: Cesarión y remontó el Nilo con ella.

Después volvió al ataque: Fue a Asia para combatir contra Farnaces, hijo de Mitrídates, que había sublevado al Ponto contra Roma, y la campaña de César fue tan rápida que pudo escribir al Senado: Veni, vidi, vinci (Llegué, vi, vencí). Esto ocurrió en el 47 a. de J.C.

De vuelta a Roma y proclamado dictador, volvió a partir para Túnez, donde los partidarios de Pompeyo y del Senado habían reunido un ejército al que venció en Tapso (46 a. de J.C.).

Catón de Utica, jefe de los "republicanos", se suicidó, así como Escipión Nasica. César celebró en Roma un cuádruple triunfo (Galia, Egipto, Ponto, Numidia), en el que estuvo presente Vercingetórix, que luego sería degollado, y ofreció al pueblo abundante banquetes.

Fue nombrado dictador para un período de diez años y reelegido cónsul. Al año siguiente, César derrotó en Munda, en Hispania, a los dos hijos de Pompeyo. Parecía que las guerras civiles habían acabado.



----------------Dictadura y muerte de César----------------


Los Idus de Marzo


Dictador vitalicio (44 a. de J.C.), cónsul, censor, pontífice máximo, investido de los poderes de los tribunos, imperator, César era un verdadero monarca.

Pero supo utilizar su poder absoluto de manera beneficiosa y no sangrienta; perdonó a los vencidos, ofreciéndoles cargos y honores, tal como hizo con el sobrino de Catón -y tal vez hijo ilegítimo del propio César-, Bruto.

En quince meses inició una verdadera obra de reorganización. No olvidó sus simpatías por los pobres ni la ayuda que el partido popular le había prestado contra los patricios.

Ayudó a los endeudados, impidió el arresto personal, y estableció la moratoria en los pequeños alquileres. A los publicanos le fue suprimido el privilegio de la percepción de los impuestos de Asia y de Sicilia, sustituidos por el impuesto directo.

Determinadas leyes limitaron el lujo, mientras que las leyes agrarias, las distribuciones del trigo y la fundación de colonias sacaron de la miseria a miles de familias.

Los gobernadores de las provincias fueron controlados, y los más deshonestos expulsados. Todas las ciudades de Italia pudieron elegir sus magistrados; en Hispania y en la Galia muchos de sus habitantes recibieron el derecho de ciudadanía, y numerosos naturales de las provincias entraron en el Senado.

César no olvidó la política de fusión entre vencedores y vencidos iniciada por Alejandro.

Fue dispuesto un verdadero plan urbanístico para Roma: El ensanche de las murallas, la desviación del Tíber y las grandes obras de construcción cambiaron el aspecto de la Ciudad Eterna. También el calendario fue objeto de la atención de César, con el año de 365 días, bisiesto cada cuatro años.

Cada vez es más evidente que César aspiró a la monarquía. Preparó una gran expedición contra los partos, de los cuales dijo un oráculo que sólo podrían ser vencidos por un rey. Algunos manifestantes adiestrados lo aclamaron con el título de rey, y, durante la fiesta de las Lupercales, el tribuno Marco Antonio, lugarteniente de César, le ofreció por tres veces la corona que el dictador rechazó provocando las reacciones de la multitud.

Ligados a las tradiciones, indignados ante la perspectiva de un reino que iba a sustituir a la vieja República, unos agitadores dirigidos por Casio y por Bruto, fanático atormentado, que a pesar de los beneficios recibidos por César odiaba a éste como un hijo bastardo puede odiar a su padre, prepararon el asesinato: En pleno Senado, en los idus de marzo (día 15 de mes) del 44 a. de J.C., lo acribillaron a puñaladas.

Al reconocer a Bruto entre los agresores, César se cubrió el rostro con la toga, diciendo: ¡También tú, oh Bruto, hijo mío! César cayó a los pies de la estatua de Pompeyo, pero la idea monárquica no cayó con él.




--------------------Segundo Triunvirato--------------------


Marco Antonio y Octavio


Marco Antonio supo aprovecharse de la inactividad de los asesinos. Otorgó a César honores divinos y grandiosos funerales, anunciando al pueblo que el desaparecido dejaba su patrimonio a los ciudadanos de Roma; los asesinos huyeron de la ciudad.

Sin embargo, un jovenzuelo débil, sobrino segundo de César, al que había adoptado mediante testamento, Cayo Octavio, con 19 años, hizo su aparición y reclamó su herencia.

Al contrario que Antonio, se mostró dócil hacia el Senado y Cicerón, que hizo que le fueran confiadas dos legiones. Antonio combatió en la Galia Cisalpina a los partidarios de los conjurados y del Senado, y Octavio marchó contra él.

Antonio, vencido, se refugió en la Narbonense con el procónsul Lépido. Pero Octavio, temiendo hacer el juego al Senado, dio un brusco viraje y prefirió aliarse con Antonio y Lépido.

Entró en Roma a la cabeza de sus legiones, se hizo elegir cónsul y selló la alianza proclamando el segundo triunvirato, que concedió todos los poderes a los tres cómplices (43 a. de J.C.).

Como Sila, los triunviros se deshicieron de sus adversarios mediante las listas de proscripción (más de 2.000 individuos). A Cicerón le cortaron la cabeza y las manos; Antonio se acordaba de los violentos discursos, las Filípicas, que el célebre jurista había pronunciado contra él.

Pasando a Grecia, Antonio y Octavio exterminaron a los conjurados que habían dado muerte a César. Casio y Bruto se suicidaron en Filipos en el año 42 a. de J.C.

Después de que una guerra civil había amenazado con romper el acuerdo de los triunviros, éstos se reconciliaron por la paz de Brindisi (40 a. de J.C.), repartiéndose el Imperio:
- Lépido se contentó con Africa,
- Octavio tomó Italia, la Galia e Hispania,
- Antonio recibió Grecia y Oriente.
Este último se casó con Octavia, hermana de Octavio, a pesar de su pasión por Cleopatra.




-----------------Marco Antonio y Cleopatra-----------------


La locura egipcia


Después de la batalla de Filipos, Marco Antonio fue a Oriente para preparar la guerra contra los partos. Cleopatra, que había recobrado el trono de Egipto después de la muerte de César, encontró de nuevo a Antonio en Cilicia y conquistó sin dificultad al rudo soldado, que la guió a Alejandría.

Ambos se abandonaron a las fiestas y a los placeres de la "vida inimitable", como se llamaba una camarilla compuesta por familiares de la reina y de Antonio, que prodigaba los excesos y las extravagancias.

Pero las necesidades políticas reclamaron a Antonio a Italia y, cuando se enteró de su matrimonio con Octavia, Cleopatra, que acababa de tener dos mellizos de su amante, lloró amargamente su traición. Después de la paz de Brindisi, Antonio se estableció en Grecia con su joven esposa, que no tenía para él el mismo atractivo que Cleopatra.

Puesto que Octavio tenía graves dificultades en Italia, Antonio no dudó en desafiarlo: Devolvió a Octavia a Roma, invitando a la reina de Egipto a que reuniera con él en Siria, desde donde se disponía a marchar contra los partos. Antonio se casó con ella en Antioquía, sin haber repudiado, no obstante, a su mujer.

Pero su campaña fue un desastre: Perdió la mitad de sus tropas, teniendo que contentarse con anexionar Armenia. Olvidándose de los partos, volvió a Alejandría (36 a. de J.C.), y, completamente esclavo de Cleopatra, abandonó los intereses de Roma por los de Egipto: Concedió a Cleopatra la soberanía sobre Chipre, Creta y Fenicia.

El hijo de César, Cesarión, fue asociado al trono de su madre. Antonio ocupó el puesto de príncipe consorte y dispuso principados orientales para los hijos que había tenido con Cleopatra. Ponía así las bases de una Imperio rival de Roma, dando pretextos a Octavio para intervenir.




--------------------------Octavio--------------------------


Octavio en Italia


Inmediatamente después del reparto de Brindisi, Octavio se encontró con graves contratiempos en Occidente. Italia estaba nuevamente agitada y un hijo de Pompeyo, Sexto, que había escapado al desastre de Munda, se había apoderado de Córcega, de Sicilia y de Cerdeña, haciendo padecer hambre a Roma.

Octavio fue derrotado al principio (38-36 a. de J.C.), pero, luego, su lugarteniente Agripa triunfó sobre Sexto Pompeyo.

Considerando que el comportamiento de Lépido pareció equívoco durante el desarrollo del conflicto, Octavio le desposeyó del título de triunviro, dejándole únicamente el de pontífice máximo.

Por otra parte, Octavio reprimió el bandidaje, continuó las grandes obras iniciadas por César, distribuyó tierras a los soldados, y el pueblo lo aclamó con entusiasmo, mientras el Senado romano se inclinado ante el nuevo amo.

A Octavio no le quedaba más que deshacerse de Antonio para colmar sus ambiciones. Hábilmente lo presentó no como un rival personal, sino como un traidor de la causa romana. Unos propagandistas afirmaron que Cleopatra quería conquistar Italia, destruir el Capitolio y sustituir a Roma por Alejandría como primera ciudad del mundo.

En el año 32 a. de J.C., el Senado declaró la guerra a Egipto. Octavio reunió sus legiones; las fuerzas
de Antonio eran considerables: 19 legiones y 800 naves, además de los contingentes de los príncipes y de los reyezuelos de Asia.

El conflicto se hizo "mundial": Roma tenía que reconquistar Asia. Sin embargo, una parte de las tropas que Antonio tenía en Grecia se pasaron al bando de Octavio cuando Agripa hubo atravesado el mar Jónico.

Las fuerzas navales se encontraron a la altura del promontorio de Accio (31 a. de J.C.), y el combate tardó mucho tiempo en decidirse. Antonio había ordenado que, después de la victoria, la flota egipcia se retirase: Quería entrar solo en Roma, sin presentarse como el jefe de una coalición oriental.

Numerosos partidarios de la República se encontraban en sus filas, y él quería pasar por restaurador del régimen contra la dictadura de Octavio.

Cleopatra se vio traicionada de nuevo, olvidada, mientras Antonio triunfaba en Italia, por lo que, durante la batalla, ordenó a sus naves que se dirigieran hacia el sur.

Antonio, presa del pánico, partió en una galera en persecución de la reina, abandonando la flota y las tropas, de manera que Octavio se encontró vencedor sin sufrir grandes pérdidas. Enseguida se atrajo a sus adversarios de Grecia y de Asia y rodeó a Egipto, donde se encontraban Antonio y Cleopatra.




----------------------Octavio vencedor----------------------


Afirmación del imperio y el emperador


Sabiéndose perdido, Antonio trasformó su círculo de la "vida inimitable" en una sociedad fúnebre donde se bebía en honor de la muerte que se aproximaba.

Cuenta Plutarco que en el curso del último banquete (el ejército de Octavio cercaba ya la ciudad), los invitados oyeron un misterioso cortejo que, precedido de músicos, atravesaba Alejandría en dirección al campamento de los romanos: Era el dios Baco, protector de Antonio, que lo abandonaba.

Cleopatra se había fortificado en un mausoleo a orillas del mar, con sus tesoros y sus seguidores, difundiéndose el rumor de que se había suicidado y de que Antonio se había atravesado con su espada.

Moribundo, dándose cuenta de que la reina estaba todavía viva, el amante fiel se hizo trasladar al mausoleo de Cleopatra para morir entre sus brazos, "como un romano vencido por un romano".

Octavio entró en la ciudad. Parlamentó, hizo promesas y amenazó la vida de los hijos de Cleopatra si ésta se suicidaba.

Lo que quería era ver desfilar en su cortejo triunfal a aquella mujer célebre, la mayor "atracción" que podía ofrecer a la plebe romana. Pero Cleopatra, adivinando sus intenciones, se hizo morder por una serpiente, muriendo "como convenía a la heredera de tantos reyes".

Octavio sometió la tierra de los faraones, la última huella de las grandes civilizaciones antiguas que aún faltaba a su Imperio. Antes de dejar Egipto, hizo matar a Cesarión, hijo de César, que hubiese podido ser un probable pretendiente.

Los hijos de Antonio y de Cleopatra fueron conducidos a Roma, donde fueron acogidos por Octavia. En agosto del año 29 a. de J.C., después de su triunfo, Octavio hizo clausurar el templo de Jano.

Tras un siglo de conquistas y de incesantes guerras civiles, la paz romana comenzaba, finalmente, a reinar en el mundo.




-----------------------LA PAX ROMANA-----------------------


LA PAZ ROMANA: EL SIGLO DE AUGUSTO
(27 a. de J.C. - 182 d. de J.C.)


Octavio Augusto rechaza el título de dictador y sólo acepta el término -muy republicano- de princeps (príncipe; es decir, "primer hombre del Senado").

Acumula las magistraturas tradicionales (consulado, tribunado, etc.) con las funciones nuevas correspondientes a las nuevas instituciones que pone en vigor, en estrecha relación con el poder central (de hecho, el suyo): Crea los prefectos, los procuradores, los gobernadores de las provincias imperiales y los legados (jefes de las legiones).

Durante el gobierno de Augusto, Roma alcanza la cumbre de su gloria y de su prosperidad.

La vida económica se desarrolla, la ciudad se convierte -según frase de Augusto- en una "ciudad de mármol", cuando antes sólo era una "ciudad de ladrillo", y los escritores del siglo de Augusto (Tito Livio, Ovidio, Horacio, Virgilio) le añaden esplendor.

La expansión romana se hace a expensas de los germanos, hacia el Rin y el Danubio, bajo la dirección de jefes militares como Agripa, Tiberio y Druso.

Las guerras de Germania acaban con la matanza de las legiones del legado Varo (el año 9 d. de J.C.) por el germano Arminio. Cuando, en agosto de 14 d. de J.C., muere Augusto, todo el mundo romano está en paz.

Los dos primeros siglos del Imperio se señalan en el interior por mil intrigas palaciegas, que hacen de este período de la historia romana una novela de costumbres (a veces, de pésimas costumbres).

El poderío del princeps no deja de aumentar, en detrimento de las instituciones republicanas y del Senado romano, que sólo tiende a representar un papel de "comparsería política".

La vida económica es próspera, los impuestos se cobran puntualmente y el acceso al derecho de ciudadanía, concedido a fines de este período para todos los hombres libres del Imperio, realiza la unidad romana.

Se suceden tres dinastías imperiales:

- La familia Julia-Claudia del 14 d. de J.C. al 68 d. de J.C.


Tiberio,
Calígula,
Claudio,
Nerón.

Los Flavios, del 69 al 96 d. de J.C.


Vespasiano,
Tito,
Domiciano.

Los Antoninos, del 96 al 192 d. de J. C.


Trajano,
Adriano,
Antonino Pío,
Marco Aurelio,
Cómodo.


La vida interior se caracteriza por la evolución religiosa del Imperio romano (penetración de las religiones orientales) y, más particularmente, por la aparición del cristianismo, perseguido por los emperadores, pero cuya expansión es irresistible (especialmente en las provincias orientales del Imperio).

Los grandes escritores de esta época son:
- Séneca, Filón de Alejandría (que escribe en griego, para los judíos de la Diáspora),
- los poetas Perseo y Lucano,
- el historiador judío Flavio Josefo (que escribe en griego), Plinio el Viejo, Quintiliano, Plinio el Joven, Tácito, Suetonio,
- el filósofo Epicteto (esclavo griego que vivía en Roma), Juvenal, Aulo Gelio y Luciano.




----------------------Octavio Augusto----------------------


Octavio se convierte en Augusto


Después de la victoria sobre Antonio y de la anexión de Egipto, Octavio llevó a cabo la unificación del mundo mediterráneo.

Comenzaba una nueva era, la era imperial; pero, aunque omnipotente, acordándose de la trágica muerte de César, Octavio se abstuvo de proclamarse rey o dictador.

Respetó en apariencia las instituciones republicanas, aunque estaba convencido de que el principio monárquico y el carácter hereditario del poder eran necesarios para la estabilidad del Imperio.

Adorado en Oriente como un dios, fingió resignar sus poderes en el año 27 a. de J.C. El Senado romano le suplicó que conservara una parte de ellos y le confirió el título de Augusto, reservado a los dioses.

Desde entonces, cambió su nombre y se llamó Imperator César Augusto. Tenía a la sazón 36 años.

El grácil adolescente que se vio designar heredero por César siguió siendo un hombre enfermizo, que cojeaba de la pierna izquierda y que sufría una ligera parálisis en la mano derecha.

Dueño de los tesoros de Egipto, sólo comía pan ordinario, queso, pescado y fruta; desdeñaba el lujo de los nobles, llevando vestidos hechos en casa y prefiriendo una modesta habitación a salas más amplias.

Cuando su residencia, el palacio Hortensio, fue destruida por un incendio, hizo que fuera reconstruida de manera que su propio habitación quedara como antes, pequeña y amueblada con sencillez.

Suetonio nos dice que para sus desplazamientos "iba siempre a pie, haciéndose a veces transportar en una litera descubierta".

Admitía incluso a la gente del pueblo en sus audiencias, mostrándose tan bien dispuesto a recibir sus peticiones, que un día reprendió jocosamente a uno que le planteó la suya con tanta prudencia como si se tratara "de dar una moneda a un elefante".

Augusto se consideró siempre como el primer servidor del Estado: rígidamente fiel a su horario, esclavo del deber, respetuoso y práctico.

Pero estas cualidades burguesas, ciertamente estimables, indudablemente no hubieran bastado para hacer de Octavio un gran estadista, de no haber estado dotado también de una aguda inteligencia.

Más paciente y más astuto que César, habría de triunfar allí donde éste había fracasado. El régimen cuyas bases estableció sería flexible, susceptible de evolución, y lo bastante fuerte para durar cinco siglos y para dejar en la memoria de los hombres un recuerdo imperecedero, tal como lo hicieron todos los fundadores de imperios, algunos de los cuales, como Carlomagno y Otón el Grande, trataron de restaurarlos.




---------------------El poder imperial---------------------


Emperador por aclamación


Además de su propia habilidad, Augusto disponía de una poderosa baza: El fabuloso tesoro tomado a Egipto. Con el oro de los faraones pagó a sus soldados, asegurándose así su valiosa lealtad.

Envió socorros a las provincias devastadas, distribuyó trigo y dinero a trescientos mil padres de familia, y ofreció generosamente juegos y espectáculos a todos. Pero Augusto sabía que si Roma pretendía dominar sus propias provincias, hacía falta que el pueblo se sometiera a la mano de hierro de un Estado autoritario.

Aunque la fachada republicana permanecía intacta, todos sus órganos perdían poco a poco su fuerza. Los comicios conservaron en principio la aprobación de las leyes y la elección de los magistrados, pero en realidad era Augusto el que decidía la elección; las magistraturas fueron mantenidas, pero se convirtieron en ramificaciones del poder imperial.

El Senado romano, reorganizado al arbitrio del emperador, continuó administrando Roma, Italia y una parte de las provincias.

Los dos cónsules vieron reducidas sus funciones a dos o tres meses, y pronto dejaron el puesto a sus sucesores. Continuó habiendo pretores, tribunos, cuestores y ediles, pero convertidos en funcionarios dependientes del Estado.

El nuevo señor de Roma, con el título de emperador, era el jefe del ejército, aun conservando lo esencial del poder consular.

No pudiendo, como patricio que era, ser investido del título de tribuno, recibió sin embargo el "poder tribunicio", que hacía de él un personaje inviolable, permitiéndole incluso oponer su "veto" a las decisiones del Senado.

¿Qué le faltaba ya? Ser pontífice máximo, y puesto que esta sagrada función era vitalicia, Augusto tendría que esperar pacientemente a que muriera su titular, Lépido, para ocupar su puesto.

Pero he aquí que, a ejemplo de Oriente, el pueblo de Roma, agradecido a aquel que era el restaurador del orden, quiso ver en Augusto no ya un hombre superior, sino un dios.

Así, en todas partes se asistió a la construcción de altares dedicados al nuevo emperador, atendidos por nuevos sacerdotes, los augustales, que sacrificaban "a Roma y a Augusto".

El mes de que se cumplía el anirvesario de su triunfo fue llamado Augusto (hoy agosto). Cuando el emperador muriese, el Senado le concedería las honras apoteósicas reservadas sólo a las divinidades. Pero esta apoteosis estaba todavía lejana. Augusto, después de haber reunido en sus manos todos los poderes, organizará la pax romana.




----------------------Plenitud de Roma----------------------


La época de esplendor


La pax romana reinó en el interior de las fronteras: Las provincias, los países tributarios, cansados de tanta sangre, soñaban solamente con la tranquilidad.

Pero Augusto, aunque había cerrado las puertas del templo de Jano, tuvo que ordenar numerosas campaña militares.

La pacificación de Hispania fue llevada a término, quedando dividida en tres provincias: Citerior y Lusitania, provincias imperiales, y Bética (Andalucía), provincia senatorial.

Los pueblos montañeses de los Alpes fueron sometidos, y el trofeo de La Turbie, cerca de Mónaco, celebra aún esta victoria.

Tiberio, yerno del emperador, hizo del Danubio la frontera norte del imperio (Nórica, Panonia, Dalmacia, Mesia). En Africa, Marruecos formó un protectorado gobernado por el príncipe númida Juba II; los etíopes fueron rechazados al sur de la primera catarata del Nilo.

En Asia se firmó la paz con los armenios y los partos; Galacia y Judea fueron anexionadas, siendo administrada ésta por un procurador, poco después del nacimiento de Jesucristo. Quedaba el problema de Germania, que Augusto decidió ocupar hasta el Elba.

Druso, hermano menor de Tiberio, murió en el cumplimiento de su misión (9 a. de J.C.), pero dieciocho años después, Arminio, un jefe germano sometido a la autoridad del imperio, sublevó las tribus contra las guarniciones romanas y atrajo las legiones de Varo hacia bosques impenetrables y cenagosos.

Las legiones fueron totalmente destruidas: Los únicos supervivientes, Varo y algunos centuriones se suicidaron. Cuenta Suetonio que Augusto, al conocer la noticia, experimentó "un dolor tan profundo que durante muchos meses no se cortó la barba ni el cabello...", gritando sin cesar: "Varo, Varo, devuélveme mis legiones".

Tiberio volvió a establecer la frontera en el Rin. Renunciando a la conquista de Germania, el Imperio cometía sin duda un grave error; dejaba sin control la fragua donde se forjaban las invasiones bárbaras.

Poco atraído por las aventuras más allá de las fronteras, Augusto tendió esencialmente a restablecer el orden, la prosperidad y la tradición en todos los campos.

Prohibió los cultos egipcios populares, tales como el de Isis, hizo que se celebraran ceremonias grandiosas en honor de Júpiter y de Juno, y restauró las divinidades agrícolas y familiares.

El régimen predicó un verdadero retorno a la tierra, estimulando la colonización y la formación de un campesinado medio, y los artistas fueron invitados a celebrar el encanto de la vida rural.

Muchos fueron hijos de labradores. Virgilio de Mantua, cuyo padre era granjero, glorificó, aconsejado por Mecenas, la vida agrícola con sus Geórgicas.

Entusiasmado, Augusto le mandó componer la Eneida, epopeya de la fundación de Roma, que debía ser para los romanos lo mismo que la Iliada y la Odisea fueron para los griegos.

Horacio, a quien Mecenas regaló una magnífica villa, se burló en las Sátiras de las locuras de la ciudad, del dinero, de la vanidad social, mientras que sus Odas exaltan la amistad, la sencillez, a los soldados labradores y los méritos de Augusto.

Por el contrario, Tíbulo y Propercio, libertinos antimilitaristas, fueron mal vistos por el emperador. Después de la muerte de Virgilio (19 a. de J.C.), Ovidio quiso convertirse en el gran poeta oficial (los Fastos), pero se vio comprometido en el escándalo de Julia, nieta de Augusto.

En 42 libros, Tito Livio compuso una historia romana que presentaba las sublimes virtudes de los primeros tiempos de la república.

El emperador recurrió tanto a las leyes como a los preceptos morales de los escritores oficiales: Leyes contra el lujo, la corrupción, el adulterio, el celibato, estimulando las familias numerosas. Pero las leyes no podían nada contra la disolución de las costumbres.

La hija de Augusto, Julia, estaba tan corrompida que el emperador la desterró a una isla desierta; su nieta, también llamada Julia, resultó convicta de un delito nada inusual por otra parte, el de adulterio. Mecenas llevó una vida fastuosa en su palacio de piscinas de agua caliente.




-------------------La herencia de Augusto-------------------


Melancolía y soledad


Los últimos quince años de la vida del emperador Augusto transcurrieron en la soledad y en la tristeza: Virgilio, Horacio, Mecenas, el fiel Agripa, habían muerto.

Los problemas de la sucesión le preocupaban. No teniendo herederos directos, había adoptado a los dos niños que su hija Julia había tenido con Agripa, pero habían muerto jóvenes.

Puesto que la gens Julia se había extinguido, el emperador recurrió a la gens Claudia (de donde procede el nombre de dinastía Julio-Claudia desde Augusto hasta Nerón).

Su segunda mujer, Livia, había tenidos dos hijos de su primer matrimonio con Tiberio Claudio Nerón: Tiberio y Druso.

Como este último había muerto en Germania, Tiberio se presentaba como el sucesor, pero tuvo que repudiar a su mujer y casarse con Julia, la hija de Augusto, que se había quedado viuda a la muerte de Agripa.

Sin embargo, cansado de la conducta disoluta de Julia, que le había acusado ante Augusto de conspirar, Tiberio se exilió a Rodas, y no volvió a Roma hasta que el emperador desterró a su hija a una isla desierta.

Desde entonces, Tiberio compartió con su suegro el imperium proconsular y la potestad tribunicia. A los ojos de todos, él sería el heredero del Imperio.

Augusto murió en el año 14 d. de C., a los 76 años de edad. Sus últimas palabras podrían muy bien haber sido las de uno de los poetas escépticos a los que él desdeñaba: "Mi papel ha acabado, batid palmas y despedidme con aplausos".

Su "papel" fue verdaderamente considerable y se pudo hablar del siglo de Augusto como del siglo de Pericles o del de Luis XIV. Augusto había instituido la monarquía, protegido las letras y las artes, y dado al mundo romano la paz y la unidad.

Su obra fue tan sólida que las convulsiones, los crímenes y las conspiraciones que se sucedieron durante su dinastía, no llegaron a poner seriamente en peligro la existencia del Imperio Romano.




--------------------------Tiberio--------------------------


Sombras en el imperio


A sus 56 años, Tiberio era tímido y misántropo, culto y concienzudo, pero amargo y escéptico. Después de una ficción de querer restaurar la República, los senadores le pidieron como un favor "que asumiese él mismo tan penosa y pesada esclavitud".

En la crisis, rápidamente resuelta, se descubrió ya cual habría de ser una de las grandes lagunas del régimen imperial: Olvidando establecer una ley de sucesión fija, Augusto abrió el camino a los más graves abusos, generadores de sangrientas agitaciones.

Al comienzo, Tiberio reinó con prudencia, prosiguió la política de su suegro, consolidó la frontera del Rin, donde alcanzó celebridad su sobrino e hijo adoptivo, Germánico, el hijo de Druso.

Se esforzó por la moderación, pidiendo a los gobernadores de las provincias que "esquilaran las ovejas pero no las desollasen". Impulsó a los nobles al ahorro y disminuyó la frecuencia de los juegos circenses.

Prudente en política, Tiberio se mostró sanguinario en los asuntos de familia: En el año 14 d. de C. hizo matar a su esposa Julia y al último hijo que ésta había tenido con Agripa. Su hija, la segunda Julia, sufrió más tarde la misma suerte.

De los hijos de Augusto, solamente sobrevivió Agripina (la mayor), casada con Germánico. Cuando éste murió en el año 19 d. de C., su mujer acusó a Tiberio de haberlo envenenado, lo que sin duda era una calumnia.

En el año 33 d. de J.C., el emperador se libró de Agripina y del primogénito de Germánico. Cada vez más sospechoso, inquieto por la oposición senatorial, Tiberio dejó que su prefecto pretoriano, Sayano, instaurase un régimen de terror del que fue víctima la aristocracia romana. Sayano, un ambiciosos criminal, acechaba el trono y, denunciado al emperador, fue estrangulado.

Obsesionado por todos estos dramas, Tiberio pasó la mayor parte de su tiempo en el palacio de la isla de Capri. Pero el anciano continuó enviando órdenes de muerte desde su retiro.

Su único hijo había muerto, no quedándole más que su nieto, a quien designó como heredero, conjuntamente con el último hijo de Germánico y de Agripina, Cayo César, a quien los soldados de su padre habían dado el sobrenombre de Calígula ("pequeña cáliga": Sandalia que utilizaban los legionarios romanos).

Tiberio murió en el año 37 d. de J.C. como consecuencia de un síncope. En Roma, la multitud gritó: Tiberius ad Tiberim (¡Tiberio al Tíber!).




--------------------------Calígula--------------------------


Las locuras de Calígula


Calígula, que tenía a la sazón 25 años, no encontró impedimento de hacerse atribuir todos los poderes.

Adoptó al nieto de Tiberio, por precaución, antes de hacerlo asesinar. El pueblo de Roma acogió con entusiasmo el advenimiento de este joven, hijo de un héroe adorado por las multitudes.

Alto y grueso, el nuevo emperador tenía los ojos hundidos, lo que le daba un aire extraviado, y sufría ataques de epilepsia que le hacían perder por algún tiempo el control de sí mismo.

Por este motivo, sus súbditos no tardaron en cambiar de opinión sobre él, pasando a odiar a este desequilibrado que, presa del insomnio, erraba noches enteras por su palacio invocando a gritos la llegada del día.

Al principio de su reinado se había ganado el favor popular por haber promovido amplias distribuciones de dinero y por haber rebajado los impuesto. Pero, en cambio, no dudó en admitir a su mesa a su caballo y nombrarlo senador; se ofrecía a la adoración de las multitudes y exigía que los magistrados le besaron la sandalia.

Pero su locura se hizo poco a poco sangrienta, haciendo morir a todos los que no le eran gratos, recomendando al verdugo que los matara "de modo tal que se sintieran morir". Nos cuenta Suetonio que a sus amantes le susurraba: "A una orden mía, podría caer esta hermosa cabeza".

También le producía placer, después de haber arrojado sestercios desde lo alto de la basílica Julia, contemplar el espectáculo de las luchas que se producían para cogerlos.

Las locuras megalómanas de Calígula cansaron muy pronto a todos, y aunque llegó a decir: "Que me odien con tal que me teman", lo cierto es que, reprimidas sangrientamente, estallaron revueltas por doquier.

Un oficial de la guardia pretoriana puso fin a esta macabra existencia, apuñalando el emperador en el pasadizo secreto que conducía al teatro (41 d. C.).




--------------------------Claudio--------------------------


Claudio y las mujeres


Los pretorianos, que no tenían ninguna intención de asistir a la restauración de la República, descubrieron, escondido en el palacio, a un hermano de Germánico, tío de Calígula, un hombre de 47 años, tartamudo, lunático, ridículo pero culto, especialista en historia de los etruscos y en gramática latina, a quien concedieron el trono a cambio de 15.000 sestercios por soldado.

Pero Claudio, que había simulado la estupidez para salvarse durante los reinados de Tiberio y Calígula, no era un incapaz.

Pronto mostró su autoridad haciendo ajusticiar a los asesinos de su sobrino, eliminando a los que se le oponían en el Senado romano, a los que reemplazó por plebeyos, ennoblecidos, y haciendo accesibles todos los cargos a los que desempeñaban funciones en la Galia o en Hispania.

Se rodeó de libertos griegos inteligentes, como Narciso y Palas. Puesto que Roma se iba extendiendo, agrandó el puerto de Ostia para facilitar el abastecimiento de la ciudad, construyendo también un nuevo acueducto.

Aunque jamás fue soldado, se puso al frente de una expedición destinada a conquistar la Britania (hoy Inglaterra) con cuatro legiones, lo que le valió el título de Britanicus.

Después de dos divorcios, Claudio se casó con Mesalina, que le ponía en ridículo con sus innumerables amantes. Enterado de ello, Claudio hizo matar a sus rivales, y después, aconsejado por Narciso, hizo que su mujer fuera a reunirse con ellos.

Para su desgracia volvió a casarse, esta vez con su sobrina Agripina la Joven, hermana de Calígula. La ambición de esta mujer era desmesurada, sobre todo por lo que refería al porvenir de su hijo Nerón, nacido de un matrimonio anterior.

Claudio era ya sexagenario y débil, por lo que el éxito de los planes de su mujer fue total. Desheredó, en beneficio de Nerón, a su propio hijo Británico. Después, la emperatriz, previendo un posible repudio, no dudó en envenenar a su esposo (54 d. de C.).

Nerón, que tenía sentido del humor, dijo más tarde que los champiñones debían de ser un manjar sobrenatural puesto que habían convertido en dios a un "pobre desgraciado" como Claudio.




---------------------------Nerón---------------------------


La nueva Roma


El joven de 17 años llamado Nerón, reunía todo lo necesario para ser un emperador de talento.

Agripina le había dado los mejores preceptores: Burro y, sobre todo, Séneca, el filósofo. Ambos se esforzaron por reprimir la violencia de su carácter y puede decirse que al comienzo lo lograron.

El joven emperador se comprometió a respetar la clemencia, primera regla de sus educadores, y los cinco primeros años de su reinado fueron los que corresponden a un emperador generoso y prudente.

Pero su madre, irritada por la excesiva influencia de los preceptores ejercían sobre su hijo, intrigó para conducir a Británico hasta la púrpura imperial. Nerón tuvo miedo e hizo asesinar al adolescente.

Desde aquel momento, no se resistió a los atractivos que Roma ofrecía a un joven patricio, ávido de distracciones. Disfrazado, recorría de noche las calles de la capital raptando a los transeúntes, atracando a los que encontraba en su camino, solazándose en las tabernas. Lo hacía con tanto empeño como para dejarse engatusar por una mujer tan hermosa como carente de escrúpulos: Popea.

Esta impulsó a Nerón a repudiar a su mujer, Octavia, hija de Claudio y, temiendo la reprobación de Agripina, consiguió de su amante que hiciese asesinar a la que él solía llamar "la mejor de las madres".

En el año 62 d. de C., Burro murió y Séneca cayó en desgracia. El emperador cedió a sus malos instintos precisamente en el momento en que se apasionaba por la música y la poesía.

Intentó introducir en Italia la práctica griega de los juegos y de los concursos, pero reprobando las condenas a muerte. Pasaba noches enteras tañendo la lira con su maestro, jactándose de sus cualidades de actor y de poeta.

En julio del año 64 d. de C., estalló el famoso incendio de Roma: Durante seis días y seis noches, la ciudad ardió.

Cuando las cenizas se enfriaron, el pueblo acusó a su amo de haberlo provocado él mismo: habían sido vistos esclavos imperiales, blandiendo antorchas, dispersarse por las calles, y había sido visto el mismo Nerón, vestido de actor, cantando acompañándose de la lira un poema que exaltaba la destrucción de Troya.

La acusación era tal vez injustificada, pero, en cualquier caso, el emperador necesitaba un culpable.

En este sentido, como dice Tácito, encontró:

hombres aborrecidos por su infamia y que notoriamente odiaban al género humano.

Eran los cristianos, adeptos a un secta recientemente difundida en Roma, discípulos de un cierto Jesús, condenado a muerte en Jerusalén bajo el reinado de Tiberio. Nerón no tuvo dificultad en arrestar, por incendiarios, a estas pobres gentes insignificantes.

Unos fueron arrojados a las fieras, otros crucificados, otros embadurnados de pez y convertidos en antorchas humanas. Nerón, vestido de auriga, conducía su carro entre la multitud de desocupados, por las calles brillantemente iluminadas con el incendio.

Para el emperador era la oportunidad de reconstruir la ciudad a su gusto, y se reservó un palacio, la Domus Aurea, con su propia estatua de colosal tamaño, un parque inmenso poblado de animales feroces y una rotonda de giraba siguiendo el movimiento del sol.

Sus locuras y crueldades provocaron conspiraciones. En el año 65 d. de C., Nerón ordenó una persecución: Senadores y generales fueron condenados a muerte. Séneca, Petronio (el arbiter elegantiarum, autor de la novela picaresca) y Lucano, gran poeta, fueron obligados a abrirse las venas.

Pero la revuelta se extendía por todas partes, por Judea, por la Galia...; Galba, jefe del ejército romano de Hispania, marchó sobre Roma, donde el Senado romano lo proclamó emperador (68 d. de C.).

Nerón, abandonado por todos, huyó. Quiso envenenarse, pero le faltó el valor; quiso ahogarse en el Tíber, pero tampoco pudo. Entonces buscó refugio en el campo, acompañado por su liberto Epafrodito, quien, cuando el emperador bajó del caballo, extendió ante él su manto rojo, haciéndole avanzar al ritmo de los pasos de su señor.

Sintiendo el galope de sus perseguidores, Nerón cogió un puñal, lamentándose de que "hacía daño"; entonces, su sirviente, para ayudarlo, dirigió su mano hacia la carótida. "¡Qué artista muere conmigo!", exclamó Nerón en su agonía. Fue piadosamente sepultado y, durante mucho tiempo, unas flores frescas adornaron su tumba.




---------------------Cuatro emperadores---------------------


Tetrarquía o anarquía


Después de que las legiones aclamaron al emperador Galba, los romanos se dieron cuenta -dice Tácito- de que "se podía hacer un emperador fuera de Roma". En el año 69 d. de C. se hicieron cuatro, y este espantoso interregno recuerda los períodos más tristes del final de la República.

Exterminado Galba por los pretorianos, le correspondió a Otón, antiguo marido de Popea, vestir la púrpura imperial, mientras que las tropas del Rin aclamaban a Vitelio y las de Oriente a Vespasiano.

Este, de familia modesta, se hallaba ocupado en la represión de la terrible sublevación de Judea. De carácter independiente y muy vinculados a su religión, los judíos soportaban mal del despotismo de los procuradores romanos y, en el año 66, el país se sublevó.

En el año 69, Vespasiano puso sitio a Jerusalén y dejó a su hijo Tito la misión de llevar a término el asedio.

Las tropas del Danubio se pronunciaron a su favor, y después de un combate en las calles de Roma, durante el cual fue incendiado el templo de Júpiter Capitolino, destronaron a Vitelio, arrastrándolo desnudo, descuartizándolo y arrojándolo al Tíber. El Senado romano se aprestó a reconocer a Vespasiano.

Ante la sorpresa general, este burgués provinciano que había conquistado su posición al precio de muchos esfuerzos, leal y concienzudo, poseía las cualidades tradicionales de su clase: Sentido de la economía, amor al trabajo y honestidad.

La corta dinastía que tiene en él su origen (contará con tres emperadores) es conocida en la historia con el nombre de Flavia. Su primera preocupación fue la de sanear las finanzas públicas, llevar el orden al ejército y dar entrada en el Senado a mil familias provincianas que proporcionarían notables cuadros dirigentes.

Tito puso fin en el año 70 al sitio de Jerusalén y llevó a Roma los despojos del Templo. Medio millón de hebreos murieron en la guerra y 100.000 fueron reducidos a la esclavitud.

Los supervivientes que abandonaron Palestina fueron a engrosar las comunidades de la diáspora (dispersión), y el judaísmo solamente sobrevivió en estos pocos grupos reunidos alrededor de las sinagogas.

Un arco de triunfo entre el Foro y el Coliseo celebró la victoria de Tito. Vespasino murió después de diez años de un reinado beneficioso para su pueblo (año 79). En su lecho de muerte, se burló de los honores divinos que se le esteban preparando, diciendo: "Siento que me transformo en un dios".

Tito reinó solamente dos años. Después de las crueldades perpetradas en Palestina, se esperaba de él lo peor. Pero, por el contrario, se mostró muy generoso y proclamó que prefería morir a matar: En efecto, durante su breve reinado no hubo ni una sola ejecución capital. Tito quedó en la memoria de sus súbditos como "la delicia del género humano".

Sin embargo, su imperio fue testigo de una gran catástrofe, la desaparición de dos espléndidas ciudades de Italia, Herculano y Pompeya, engullidas por la erupción del Vesubio el 24 de agosto del 79.

El escritor Plinio el Viejo, que a la sazón mandaba la flota occidental, encontró la muerte mientras rescataba a los supervivientes.

En los años siguientes, la peste diezmó a Roma, llevándose también a la tumba a Tito (año 81), llorando por la ciudad entera, excepto por su hermano, que había de sucederlo.

Domiciano emprendió nuevas conquistas en Britania y en Germania y combatió a los dacios en el Danubio. Promovió grandes construcciones en Roma. Orgulloso y despótico, tuvo que reprimir en el año 88 una revuelta de los legionarios en Germania.

Desde entonces, ejecutó a todos los nobles sospechosos de deslealtad, diezmó el Senado, persiguió a los intelectuales, se proclamó señor y dios, y exterminó sin distinción a hebreos y cristianos.

Su violencia no conoció límites, y hasta sus más allegados se inquietaron; su propia mujer se confabuló con el prefecto pretoriano para que fuera asesinado (año 96), poniendo así fin a la dinastía de los Flavios.




-------------------Emperadores designados-------------------


Los emperadores no hereditarios


A finales del siglo I, la breve dinastía de los Flavios se extinguió con el asesinato de Domiciano, a quien el poder había transformado en un peligroso megalómano (año 96).

Con él desaparecía, por un período de cien años, el principio del carácter hereditario del poder: A partir de entonces, los emperadores buscarán para sucederles al hombre más digno y más capaz. El Senado romano apeló a uno de sus miembros, Nerva.

Este tomó medidas de distensión, trató de restaurar las finanzas públicas, y en su prudencia designó como sucesor a la púrpura imperial al enérgico general de las legiones del Rin: Trajano.

Tras esto, habiendo reinado 16 meses, Nerva murió, no sin haber creado para su sucesor un clima de calma y de prosperidad (año 98).



--------------------------Trajano--------------------------


El mejor de los príncipes


Cuando le llegó la noticia de su ascensión la poder imperial, Trajano se encontraba en Colonia, y, lejos de conmoverse, anunció que volvería a Roma cuando su zona estuviera pacificada, para lo cual necesitó dos años, al término de los cuales asumió su función imperial.

El nuevo señor del Imperio, Trajano había nacido 45 años antes, en Hispania, de una familia de origen romano. Ningún ejemplo mejor que el suyo de las cualidades de las que pudiera vanagloriarse un general imperial.

Vivía junto a sus tropas, participado de sus mismo peligros, y demostró en los combates un valor a toda prueba. Sus costumbres eran sencillas, llegando incluso en su rigor a declarar que "prefería dejar sin castigar a un culpable que condenar a un inocente". Tan compasivo era con los demás como severo consigo mismo.

Con los cristianos dio también prueba de gran moderación. Cuando Plinio el Joven le preguntó qué pensaba hacer con aquellos hombres que cantaban juntos "en honor de Cristo", que se comprometían a no cometer nunca adulterio y que hacían sus comidas en común, Trajano respondió que lo mejor era dejarlos en paz, interviniendo sólo si se negaban públicamente a seguir las leyes romanas.

Tenía fama de ser hombre culto, pues llevaba consigo al célebre retórico Dión Crisóstomo.

Pero un día llegará a confesar no haber comprendido una sola de las palabras pronunciadas por Dión: Se dejaba acunar por su voz argentina, absorto en numerosos pensamientos.

Estas eran las cualidades de aquél a quien el Senado romano designó oficialmente con el título de optimus princeps, el mejor de los príncipes.



------------------Emperador-Administrador------------------


Una buena administración


Militar concienzudo, Trajano era un gran trabajador, que exigía de sus consejeros el mismo esfuerzo.

En materia política era un conservador ilustrado, respetuoso con el Senado, al que pedía consejo en cada ocasión importante, prefiriendo una prudente administración a las grandes reformas.

Sin embargo, quiso atenuar ciertas debilidades del Imperio de las que Augusto, en su tiempo, ya se había ocupado. Se trataba de la despoblación de los campos y de la baja natalidad.

En adelantes, el Estado haría préstamos a los campesino solamente al 5 por 100 de interés (la mitad de la tasa habitual), siendo también creados subsidios familiares, con los fondos producidos por los intereses de dichos préstamos. La capital romana, por otra parte, se encargaría de la educación de 5.000 niños pobres.

Los países sometidos fueron objeto de una gran atención por parte del emperador (quien, sin duda, no olvidaba su origen ibérico).

Quería que fueran prósperos y se relacionó asiduamente con sus administradores, como lo demuestra el intercambio de cartas entre él y Plinio el Joven, gobernador de Bitinia. Enviaba a los senadores a inspeccionar las provincias, exigiendo relaciones detalladas.

No había ciudad, por alejada que estuviera, que no acogiera ingenieros del emperador: Por los cuatro extremos del Imperio se levantaron puertos, acueductos, edificios administrativos. Italia estaba más atendida que los países conquistados, y ( el Forum romano) Roma, como veremos, todavía más que Italia.

En su sencillez, sin embargo, Trajano no dedicó ninguna de estas construcciones a su uso personal, sino que, por el contrario, donó a algunos de sus colaboradores villas de las cuales se habían apropiado sus predecesores.

A los funcionarios que trabajaban junto a él les transmitió su propia austeridad, llegando su escrúpulo hasta el extremo de publicar un presupuesto que sometió al juicio del Senado.

Su reinado se caracterizó después por una medida excepcional y particularmente apreciada: La reducción de los impuestos.

Pero también es verdad que dichas medidas fueron posibles gracias a las reservas de oro que las últimas conquistas del emperador hicieron afluir a las arcas de Roma.




------------------La conquista de la Dacia------------------


La conquista de la Dacia


Trajano conocía el peligro germánico mejor que nadie. Habiendo consolidado la frontera del Rin, necesitaba establecer bases en la del Danubio, el la Dacia (correspondiente a la actual Rumania) que por extenderse hasta el corazón de la sombría Germania constituía una vía de acceso hacia aquellas regiones centrales.

Instalarse sólidamente en aquel país significaba asegurar la protección de la parte oriental del Imperio contra las invasiones. Por otras parte, la Dacia era muy rica en minas de oro y también en otros minerales.

Con su notable capacidad de soldado, Trajano organizó admirablemente su campaña, y la marcha de las legiones romanas hacia la capital, Sarmigezetusa, fue irresistible. El rey Decébalo tuvo que capitular, y su vencedor, tan magnánimo como diplomático, lo repuso en el trono, esperando que se comportaría como un fiel aliado.

Una clemencia tal, nueva en la historia romana, fue mal recompensada, ya que dos años después, en 105, Decébalo se sublevó.

Trajano tuvo que combatir de nuevo, y esta vez el dacio perdió la vida, y su país se vio privado de la libertad de que todavía gozaba.

La Dacia se convirtió en provincia romana, siendo colonizada por antiguos legionarios, y el latín seguirá siendo la base de la actual lengua rumana.

Las minas de oro estaban ya completamente controladas por Roma. El botín reportado por la expedición fue tan abundante que Trajano, respetuoso con las costumbres, ofreció a su pueblo el más fastuoso triunfo que se había visto hasta entonces, una de aquellas lujosas orgías en las que se exaltaba la gloria y la prosperidad de las ciudades.

Durante los 123 días que duraron las fiestas murieron 12.000 fieras y con ellas 10.000 gladiadores. El oro de los dacios permitió la financiación de las más grandes obras de urbanización jamás emprendidas en Roma.

Después de seis años consagrados a su obra pacificadora,la nostalgia de los campos de batalla se apoderó del viejo general Trajano, que quiso reanudar el proyecto de César y de Antonio: Extender las fronteras del Imperio hasta el océano Indico.




-----------------------Hacia Oriente-----------------------


El espejismo de Asia


Para justificar su empresa oriental, el emperador invocó el intolerable dominio ejercido por los partos sobre las rutas comerciales de la seda, hacia China y la India.

Cuando las legiones hubieran dispersado aquellos enjambres de jinetes turbulentos, Roma alcanzaría los ricos confines del mundo. Con su habitual meticulosidad, Trajano preparó la expedición y, en el año 113, embarcaron las tropas.

En una campaña triunfal, Armenia fue sometida después de que el país de los partos hubiera sido invadido y conquistado; las legiones marcharon del Tigris al Eufrates y Babilonia se rindió, así como Tesifonte (Ctesifonte), la capital.

El emperador remontó el Tigris hasta el golfo Pérsico. Jamás ningún general romano se había aventurado tan lejos. Fue construida una flota para el mar Rojo, y el emperador sufrió la desesperación de ser demasiado viejo para lanzarse sobre una nave a la conquista del Extremo Oriente.

Pero estas conquistas se manifestaron poco sólidas: Disturbios y revueltas estallaron en Siria y en Egipto, donde los judíos zelotas se mostraron muy activos. El rey Cosroes volvió a Ctesifonte. Los partos exterminaron las guarniciones romanas, muy exiguas.

Trajano volvió precipitadamente a Babilonia, donde tuvo que hacer frente al enemigo por todas partes. Durante todo un invierno se obstinó en someter a los partos, atrincherados en posiciones inexpugnables. Pero la enfermedad amenazaba la vida del emperador, a quien dos crisis sucesivas le obligaron a reemprender tristemente el camino de Roma.

La muerte lo sorprendió en Asia Menor: Al amanecer, sus restos mortales fueron quemados. Así acabó el que había soñado con imitar al gran Alejandro (año 117).




--------------------------Adriano--------------------------


Adriano y el Helenismo


Sintiendo próximo su fin, Trajano había designado como sucesor a su sobrino Adriano, influido en la elección por su mujer, Plotina, que denotaba una fiel amistad hacia su pariente.

La prudente elección del viejo emperador elevó a la púrpura imperial a uno de los hombres más eminentes que jamás la alcanzaron.

Adriano, que tenía a la sazón 40 años, había nacido, como su tío, en Itálica (Hispania).

Pero llegado a Roma cuando aún era un adolescente, había sido iniciado en todos los refinamientos de la cultura griega: Aquel joven lleno de vida y de curiosidad se interesó por la música, por la pintura y por la poesía, además de haber estudiado matemáticas, medicina y filosofía.

También había aprendido a vestirse bien, a perfumarse, y a disipar con desenvoltura su juventud y su fortuna. Sin embargo, habiendo sido nombrado tribuno en el curso de la campaña contra los dacios, se había comportado con tanto valor que el emperador, entusiasmado, le concedió por esposa a su propia sobrina, pero la unión con la hermosa Vivia Sabina no pasó de ser puramente formal y estéril.

Adriano se convirtió en el colaborador más devoto de Trajano, que después de haberle puesto a prueba durante diez años, le consideró digno de sucederlo. El que se sentó en el trono de César era un hombre apuesto: Alto, de cabellos rizados y con una abundante barba que ocultaba algunas imperfecciones que afeaba la parte inferior de la cara.

Su carácter era complejo, frecuentemente amable, pero algunas veces salvaje, casi cruel. En su refinamiento, amaba el lujo, pero no las orgías a la moda, divertiéndose en compañía de amigos a los que reunía en pequeñas comidas íntimas.

Sus aficiones filosóficas le llevaron hacia el estoicismo de Epicteto. Jamás hubo, sin embargo, un monarca que, consagrándose al bien de su pueblo con tanto ahínco, consiguiese cumplir tan perfectamente su tarea.




-------------------Viajes y organización-------------------


El emperador viajero


Después de Augusto, Adriano fue el gran organizador de la monarquía imperial. El Senado romano, que había cooperado con Trajano, se convirtió en puramente honorífico.

El nuevo emperador habría de recurrir sobre todo a los caballeros (equites) para cubrir las funciones de sus ministerios. El Consejo del príncipe, en efecto, del que formaban parte juristas tan renombrados como Salviano, se transformó en un organismo permanente que juzgaba en última instancia.

El edicto perpetuo reunía todas las actas de los pretores y, así, las leyes acumuladas se podían consultar fácilmente.

La cancillería archivaba la correspondencia imperial, las finanzas fueron centralizadas, los publicanos fueron sustituidos por funcionarios, los procuradores, que percibían los impuestos. Todos los cargos se hicieron accesibles a los simples ciudadanos.

Emperador pacífico que, al contrario que Trajano renunció a las conquistas orientales, Adriano, sin embargo, se hizo igualmente cargo del ejército y de la defensa de las fronteras, sin dejar de viajar y complaciéndose en inspeccionar las provincias más alejadas, en largos periplos que a veces duraban hasta cinco años.

Circulaba como un particular, casi sin escolta, con un séquito compuesto por técnicos, y sorprendió a los gobernadores y a los generales, ocupándose de todos los detalles de su administración: Mandaba construir un nuevo puente, promocionaba a uno, destituía a otro, trasladaba una legión, etc...

La Galia, la más rica y la más tranquila de las posesiones romanas, fue la primera en recibir su visita; después, el emperador vivió en Germania durante un año, inspeccionando los campos, reorganizando el limes -una línea de fortificaciones entre el Rin y el Danubio-, contemplando con inquietud los misteriosos bosques donde se ocultaban los gigantes rubios prestos a caer sobre los soldados de Roma.

A continuación, el emperador descendió por el Rin, penetró en las regiones belgas, visitó Britania -la actual Inglaterra- y, atravesando de nuevo la Galia, se estableció en Hispania -la Península Ibérica-.

Desde allí pasó a Africa y, antes de continuar su viajes hacia el Asia Menor, visitó el país de los faraones.

Pero, durante este viaje, Adriano se vio muy afectado por la misteriosa muerte de su amigo Antinoo, que le acompañaba, y que tal vez se dio muerte voluntariamente para cumplir la voluntad de un oráculo que había afirmado que sólo su desaparición permitiría al emperador realizar su destino.

A partir de entonces, el hombre solitario que tomó el camino de regreso a su capital, no experimentó ya la misma vitalidad, refugiándose en el trabajo para huir de las horas vacías. Escribió, compuso una gramática y algunas poesías. Digno en este aspecto de sus predecesores, se dedicó con entusiasmo a los grandes trabajos urbanísticos.

Después volvió a partir, dirigiendo sus pasos esta vez hacia Grecia, Cartago, y nuevamente Egipto. La paz se vio perturbada entonces por una más de las muchas rebeliones de Judea.

Las legiones tardaron tres años en dominarla: Vencidos por el hambre, por la sed y por las armas, los rebeldes acabaron por sucumbir. Judea, llorando a sus hijos exterminados, o vendidos como esclavos, o dispersos, era un desierto, y de Jerusalén no quedó piedra sobre piedra.

En adelante, los judíos serían un pueblo errante, admitidos en Jerusalén un sólo día al año para gemir ante el Muro de las lamentaciones.

El emperador, enfermo desde hacía años y víctima de espantosos sufrimientos, rechazaba la muerte para no desertar de su puesto, pero, finalmente, expiró a los 62 años. Con él desapareció uno de los personajes más complejos y más atractivos de toda la historia de Roma (año 138).



------------------------Antonino Pío------------------------


Antonino Pío


Adriano eligió como heredero al senador Tito Aurelio Antonino. El título de "Pío" le fue concedido por el Senado después de muerte, y Marco Aurelio, su sucesor, lo definió como "un monstruo de virtud".

Todo el mundo se alegró en Roma, porque todos amaban a aquel hombre de alargado y dulce rostro y tan completamente desinteresado, que su primer gesto de emperador fue el transferir su patrimonio a las arcas del Estado.

Este gran burgués fue tal vez uno de los últimos romanos que creía en los dioses o en todo caso, se comportó como si creyera en ellos. Los veintiún años del reinado de Antonino figuran entre los más felices conocidos por el Imperio.

No contento con sanear las finanzas del Estado y con proseguir la obra de reorganización de Adriano, el emperador suavizó las leyes judiciales hasta tal punto, que los derechos y los deberes de los esposos se hicieron iguales, fue prohibida la tortura y proclamado delito el asesinato de un esclavo.

Al contrario que su predecesor, Antonino no viajó, pero la tranquilidad de que gozaron las provincias romanas fue tal, que los embajadores de los países no sometidos afluían a la capital, suplicando a la Ciudad Eterna que extendiera su benéfica dominación sobre ellos.

A los 74 años, antes de morir, el emperador llamó a su lado a su sobrino Marco Aurelio y, diciéndole sencillamente "Ahora, hijo mío, te toca a ti", se volvió hacia la pared como si fuera a dormir, y exhalo su último suspiro (año 161).




-----------------------Marco Aurelio-----------------------


El emperador filósofo


Marco Aurelio había nacido cuarenta años antes, en Roma, de una familia originaria de Córdoba. "Estoy en deuda con los dioses -dirá- por haber tenido buenos padres, una buena hermana, buenos maestro, buenos aliados y amigos".

De todos los profesores que habían estado cerca de él, sus preferidos fueron lo filósofos, y no solamente apreció la doctrina estoica, sino que quiso ponerla en práctica.

Cuando fue coronado creyó, como buena moralista, más en la fuerza del ejemplo que en la de las leyes. Así, aunque continuó la obra reformadora de Antonino, lo hizo sin convencimiento, buscando más bien influir a sus súbditos con el ejemplo de su virtud ascética.

Las circunstancias, sin embargo, no le fueron favorables: Apenas subido al trono, los britanos y
los germanos, envalentonados por la longanimidad de Antonino, se rebelaron.

Marco Aurelio reprimió la revuelta de los primeros y, empeñado en derrotar a los germanos, envió a Persia a Lucio Vero, que había sido designado anteriormente por Adriano como posible sucesor, recomendándole a la atención de Antonino, conoció en Antioquía a la bella Pantea, que retuvo al general junto a ella.

El prudente Marco Aurelio se contentó con enviar instrucciones precisas a Casio, ayudante de Lucio, que, cumpliéndolas al pie de la letra, luchó contra los partos y arrasó su capital, Ctesifonte (año 165).

Las legiones llevaban consigo la peste y la extendieron por todas las ciudades y por todas las guarniciones: Egipto, Grecia, Italia y la Galia fueron devastadas por la plaga contra la cual todos eran impotentes.

El emperador demostró la grandeza de su estoicismo pasando noches y días en los hospitales. En Roma, 2.000 cadáveres fueron quemados diariamente. Como los campos, igual que las ciudades, quedaron despoblados, el hambre empezó a aparecer.

Tras la prosperidad, la desolación reinó en el Imperio. Por entonces, además, los germanos, los cuados y los marconamnos, que asediaban las fronteras, franquearon el Danubio, amenazaron Verona y devastaron la
llanura del Po (año 167).

El emperador incorporó al ejército gladiadores, bandidos y mercenarios, y se enfrentó personalmente al enemigo, revelándose como un brillante general. En el año 168 se sucedieron nuevas oleadas: los celtas en el Rin, los moros en Hispania, los longobardos en los Alpes.

Durante seis años el emperador luchó contra los bárbaros y en la soledad de los campos escribió su colección de Pensamientos, que, más que sus victorias militares, inmortalizarían sus recuerdos.

Después tuvo que regresar a Roma para castigar a Casio, el antiguo ayudante de Lucio Vero, que se había proclamado emperador. El usurpador fue inmediatamente eliminado (año 175). Marco Aurelio sabía que el peligro germánico acechaba, y, para alejarlo, partió hacia las líneas de combate con su hijo Cómodo.

Fue entonces cuando la muerte le sorprendió en Vindabona, la futura Viena, en el momento en que se disponía a conquistar Bohemia (año 180). Antes, sin embargo, había presentado a las tropas alineadas a su propio hijo como su sucesor, recomendando a todos que extendieran el dominio de Roma hasta el Elba.




---------------------------Cómodo---------------------------


Tras un filósofo, un gladiador


El sucesor de Marco Aurelio, Cómodo, de 19 años, era completamente distinto de su padre. Este apuesto joven, fuerte y batallador, carecía del más mínimo amor por la filosofía, interesándose sólo por las juegos circenses.

Lejos de seguir las instrucciones de Marco Aurelio, se precipitó a ofrecer a los germanos una paz que todos los combatientes romanos consideraron infamante.

En efecto, la situación del enemigo era crítica, y el triunfo parecía ofrecerse a los legionarios imperiales. Cómodo volvió a la capital y se dedicó al aprendizaje que más le cuadraba: El de gladiador.

Rápidamente tuvo oportunidad de afirmar su valor frente a hipopótamos, tigres y elefantes. No faltaron malas lenguas que murmuraron que no se trataba del hijo de Marco Aurelio, sino del hijo...¡de un gladiador!

Los tiempos de Calígula y Nerón parecían haber vuelto. La disolución de las costumbres y el terror fueron los verdaderos soberanos de Roma. Cómodo temía por su vida, y el miedo le impulsó a acentuar el terror.

Durante doce años continuó esta insensata existencia. Después, un prefecto del pretorio, sintiéndose amenazado, decidió hacerlo asesinar. Con la complicidad de una concubina del harén imperial, intentó envenenar al monarca. Pero el veneno se reveló ineficaz y, entonces, un luchador estranguló a Cómodo en el baño.

Así, el 1º de enero del 193, se cerró miserablemente el período de los Antoninos, que suele ser considerado como la edad de oro de la Roma imperial.

Trajano, Adriano, Antonino y Marco Aurelio habían conseguido, gracias a su prudencia y energía, mantener intacto y poderoso el mundo romano, cuyos guías fueron.

La muerte violenta de Cómodo dará la señal de una guerra civil entre los pretorianos de Roma y los ejércitos de las frontera, que anunció la instauración del despotismo militar.




--------------------LA DECADENCIA ROMANA--------------------


EL COMIENZO DE LA DECADENCIA
(192-337 d. de J.C.)


Como no ha sido establecido el principio de sucesión o principiat, son las legiones las que hacen y deshacen emperadores.

Los dos primeros sucesores de Cómodo (Septimio Severo, 193-211 d. de J.C., y Caracalla, 211-217 d. de J.C.), obligados a apoyarse en el ejército, confieren a éste un papel que nunca habría debido tener: Desde 235 a 284 d. de J.C., el Imperio padecerá medio siglo de conjuras, guerras civiles y desastres, mientras que el aparato defensivo y las fortificaciones que protegen el Imperio en las fronteras (limes) son sacudidos por las primeras incursiones "bárbaras" (los persas en Siria y los germanos en el Rin y el Danubio).

Algunas provincias se organizan en "imperios provinciales" independientes, para luchar contra estas primeras invasiones (Póstumo, "emperador" de las Galias de 258 a 268 d. de J.C.; Odenato y la reina Zenobia en Palmira, 262-272 d. de J.C.).

El restablecimiento de la situación es obra de los emperadores llamados ilirios. Aureliano (270-275 d. de J.C.) restablece la unidad, y Diocleciano (280-305 d. de J.C.) instaura el principio de una división del Imperio en cuatro zonas, con cuatro capitales: Milán, Tréveris, Nicomedia y Sermio (en Serbia).

Es el sistema llamado de tetrarquía (gobierno de cuatro). De este modo, Roma deja de ser la capital del Imperio. Pero el sistema de Diocleciano no durará mucho, y Constantino (305-337 d. de J.C.) vuelve a ser un único emperador absoluto, que se construye una nueva capital: Constantinopla (inaugurada en 330 d. de J.C.).

Estas transformaciones tienen una prolongación social: Las ciudades pierden su papel económico, y los grandes propietarios rurales viven, como señores omnipotentes, en sus tierras, cultivadas por colonos.

El cristianismo, todavía combatido y perseguido por Diocleciano, es reconocido oficialmente por Constantino después de su conversión (Edicto de Milán, 313 d. de J.C.). A los herejes se les prohíbe reunirse (331 d. de J.C.) y se promulgan leyes, de inspiración cristiana, como la Constitución de Constantino (311 d. de J.C.).




----------------------Septimio Severo----------------------


El emperador militar


El regocijo de los senadores tras el asesinato de Cómodo (193), que se había ganado la enemistad de todos por su conducta, fue grande, pero duró poco.

Aquellos eligieron, para suceder al aborrecido emperador, a Pertinaz, senador él mismo y prefecto de la ciudad. Pero su sentido de la economía no tardó en disgustar a los pretorianos, particularmente opuestos a sus medidas de austeridad.

Los pretorianos acabaron con el infortunado senador, cuyo reinado no llegó a dura cien días, y el Imperio fue puesto a subasta, siéndole asignado a aquel que ofreciera la suma más alta a los soldados. Un tal Didio Juliano, que había ofrecido 6.250 dracmas por individuo, llegó así al poder. Pero su reinado fue tan breve como el de Pertinaz. Las legiones estimularon a sus generales a lanzarse sobre Roma.

El primero en llegar fue el jefe de las legiones de Panonia (Hungría): Lucio Septimio Severo Geta, más conocido con el nombre de Septimio Severo.

Este prometió 12.000 dracmas a sus soldados, pero licenció inmediatamente a los peligrosos pretorianos, sustituyéndoles por provincianos fieles.

Después, tuvo que deshacerse de sus rivales: Nigro, jefe de los ejércitos de Oriente, a quien derrotó en Asia Menor, tomando a continuación Bizancio (196), y Clodio Albino, que mandaba los ejércitos de Britania y a quien venció el año siguiente.

Una vez hecho esto, dio comienzo a un reinado restaurador. Con Septimio Severo, era de nuevo un provinciano el que alcanzaba el Imperio. En efecto, era originario de Africa, y aunque había hecho sus estudios en Atenas y en Roma, jamás pudo ocultar un cierto acento púnico.

Se mostraba muy orgulloso de su origen y uno de sus primeros actos consistió en restaurar la tumba de Aníbal. En las campañas militares se reveló como hábil estratega y combatiente intrépido, pero cruel con sus enemigos.

Culto, buen administrador, fue siempre esencialmente un militar que se apoyó en el ejército, mostrando una total desconfianza hacia el Senado romano, al que arrebató las prerrogativas judiciales y administrativas para cedérselas a los caballeros. Tres legiones fueron acantonadas permanentemente en Italia.

La II Legión "pártica" protegía el Lacio; en la misma Roma el prefecto del pretorio mandaba 30.000 hombre bien pagados. Así comenzó el imperio militar.

La condena a muerte de una veintena de senadores acabó de aterrorizar a los patricios: El emperador confiscó numerosas posesiones de los aristócratas, convirtiéndose así en propietario de casi la mitad de la Península Itálica. El poder absoluto hizo su aparición en Roma.

El Senado era sólo un órgano ejecutivo, pasando la administración a manos de los militares. Doctos juristas, como Papiniano, Paulo y Ulpiano, encontraron fáciles argumentos para justificar este nuevo modo de gobernar a la manera oriental.

Septimio Severo contrajo matrimonio, en segundas nupcias, con Julia Domna, una siria hija de un sacerdote del Sol, de Emesa, lo que aumentó las influencias orientales en Italia.

El emperador se propuso ensanchar la provincia de Asia, lo que realizó combatiendo contra los partos; proclamado "Pártico Máximo", conquistó Ctesifonte y creó la provincia de Mesopotamia, pero no olvidó sus orígenes africanos e hizo construir numerosos monumentos en Leptis Magna.

En Roma, levantó un arco de triunfo en el Foro y un colosal palacio que alzaba sus siete órdenes de arcadas sobre el valle donde se encontraba el Circo Máximo.

Después de cinco años de inactividad, temiendo que sus ejércitos se corrompieran en el ocio, Septimio Severo partió hacia el norte de Britania, a Caledonia, para luchar contra los escoceses.

Murió en York, en el año 211, y antes de expirar dio a sus hijos un último consejo: "Enriqueced a los soldados y no os preocupéis de más".




-------------------------Caracalla-------------------------


Caracalla


El primogénito, Basiano, conocido por Caracalla (del nombre de un manto galo al que tenía un particular cariño), debía compartir al principio el poder con su hermano Geta.

Caracalla, brutal, amante de las fieras, no aceptó el reparto, y, durante un cierto tiempo, el Imperio vivió aguijoneado por el futuro, esperando conocer la muerte de uno de los dos emperadores.

Sin embargo, la emperatriz, su madre, intentó reconciliarlos. La idea fue desdichada, porque Caracalla aprovechó la ocasión para hacer asesinar a su hermano, encontrándose de este modo solo a la cabeza del Imperio.

Caracalla amaba sobre todo la caza y la compañía de los gladiadores; desde Cómodo, Roma estaba acostumbrada a estos gustos extraños.

Con el nuevo emperador, el Imperio vivió días terribles, como en los tiempos de Calígula y Nerón. Como el jurista Papiniano se negara a escribir una justificación del fratricidio, Caracalla hizo que fuera decapitado ante él.

Pero los resortes del poder quedaron, al parecer, en manos de la emperatriz madre. La prodigalidad del emperador hacia sus soldados dejó vacías las arcas del tesoro en breve tiempo.

Para procurarse nuevos ingresos hubo que aumentar algunos impuestos, en particular los derechos sobre las herencias; esto obligó al emperador a conceder a todos los habitantes del Imperio el título de ciudadanos romanos (año 212).

Para contener a la plebe de Roma hizo construir las suntuosas termas que llevan su nombre. Este emperador desequilibrado intentó no obstante mostrarse un buen soldado y, como su padre, marchó a combatir contra los partos.

Pero sus soldados, que lo que más amaban de las batallas era el botín, y que tenían pocos deseos de alejarse de sus bases, le jugaron una mala pasada: Caracalla fue asesinado en el año 121, en Carrhae.

Las Termas de Caracalla.




------------------------Heliogábalo------------------------


Las divinas locuras imperiales


El prefecto del Pretorio, Macrino, que había organizado el asesinato de Caracalla, quiso proclamarse emperador.

Pero a las princesas sirias de la familia de Julia Domna les urgía conservar la herencia imperial. La tía de Caracalla, Julia Mesa, tenía dos hijas y dos nietos.

La enérgica abuela no dudó en proclamar que uno de sus nietos, Heliogábalo, sacerdote del Sol a los 14 años, era hijo natural de Caracalla. El Imperio bien valía el sacrificio de la honorabilidad de su hija.

Los soldados sirios, muy piadosos, tenían un profundo respeto por este joven sacerdote, y unas sustanciosas dádivas aumentaron posteriormente el prestigio del muchacho: Las tropas de Macrino, que tenía el defecto de ser cicatero, se dejaron comprar.

Así, en el año 219, Heliogábalo pudo entrar triunfante en Roma, engalanado y cubierto de joyas. Dejó la responsabilidad del Imperio a su abuela, que se hizo atribuir, así como a sus hijas, los títulos de "madre del Senado" y "madre del acampamento", además de "madre de la patria".

Durante este período, Heliogábalo continuo adorando la piedra negra de Emesa; vestido con ropas suntuosas, realizaba sus viajes con un cortejo de 600 carros, entregándose a orgías místicas.

Puesto que un adivino le había pronosticado una muerta violenta, se preparó un lujoso suicidio, coleccionando espadas de oro, cuerdas de seda, venenos ocultos en piedras preciosas.

Pero su buena abuela, Mesa, preocupada por las extravagancias del nieto, que proponía a los hebreos y cristianos reconocer su religión si consentían en adorar la piedra negra, le obligó en primer lugar a adoptar a su primo Alejandro Severo y después hizo que fuera asesinado por la guardia imperial. De este modo, ella conservaba la autoridad (año 222).




----------------------Alejandro Severo----------------------


Un emperador piadoso


Alejandro Severo sólo tenía 14 años y, al crecer, se fue interesando cada vez más por la filosofía y por la religión. Abierto a toda creencia religiosa, honraba a Júpiter, a Orfeo, a Jesús, a Abraham.

Su madre, Julia Mamea, estaba en relación con el filósofo Orígenes, egipcio y cristiano. Cesaron las persecuciones contra los fieles de Cristo, que habían continuado bajo Septimio Severo (sobre todo en Egipto y en Africa).

Los ambiciosos sirios, que condujeron el Imperio después de la muerte de Caracalla, habían acelerado la orientalización.

El emperador era llamado "Nuestro Dios", "Nuestro Señor", como los soberanos helenos. Sus fortunas personales eran mayores que el tesoro público. Se difundieron las filosofías griegas y orientales.

Los historiadores de la época eran griegos, como Dión Casio y Diógenes Laercio, y griego era Filostrato, autor de la Vida de Apolonio de Tiana, biografía legendaria llena de anécdotas fantásticas y de ideas oscuras extraídas de los pitagóricos y del cristianismo, escrita a petición de Julia Domna.

Los pensadores cristianos, aprovechándose de la tolerancia, fundaron escuelas. Tertuliano (160-230) defendía su fe contra los judíos y los paganos.

La mística neoplatónica de Alejandría (el alma se une a Dios por medio del éxtasis), enaltecida por el famoso Plotino (204-269), influía en el cristianismo y en todo el pensamiento antiguo.

Julia Mamea tuvo pronto otros anhelos:
- Los soberanos partos estaban desprestigiados por sus derrotas y, en el año 224, la dinastía persa de los sasánidas, que quería reconstruir el Imperio de Darío, le había reemplazado: Ardasir invadió Mesopotamia (año 230).

- Aprovechándose de las dificultades del Imperio, los germanos, empujados por vastos movimientos de pueblos (llegada de los vándalos, longobardos, sajones, anglos, francos y alemanes) penetraron en la Galia.

- Abandonando Oriente, Alejandro Severo se veía obligado a combatirlos, pero intentó llegar a acuerdos con ellos, provocando el descontento entre sus soldados, que le asesinaron junto con su madre (año 235).



---------------------Motines y bárbaros---------------------


Anarquía militar y empuje bárbaro


Un gigante tracio, Maximino, fue proclamado emperador por las tropas. Pero las legiones de Africa y de Asia apoyaron a sus generales.

Siguió un período de increíble anarquía durante el cual se sucedieron o se enfrentaron treinta y siete emperadores en solo 35 años (235-270).

Una y otra vez los provinciales, el Senado romano, las legiones romanas, intentaron en vano sostener sus candidatos.

En medio de la inseguridad general, la crisis económica se desarrolló con rapidez, seguida de cerca por la crisis financiera. La moneda se devaluó rápidamente, los precios aumentaron y la miseria se adueñó de las ciudades y los campos.

Por todas partes los bárbaros presionaban en las fronteras. En Occidente los sajones, los francos y los alemanes llevaron a cabo profundas incursiones (los alemanes fueron rechazados en Milán en el año 259). Inmediatamente después, los godos franquearon el Danubio.

Mientras, en Oriente, por parte de Persia, aumentaba el peligro de los sasánidas. El rey persa Sapor alcanzó algunos éxitos: En el año 260, en la batalla de Edesa, hizo prisionero al emperador Valeriano.

En Occidente, un usurpador, Póstumo, tomó el poder. Roma reconoció la independencia de un príncipe sirio, Odenato, gobernador del oasis de Palmira, que había rechazado a los persas y se había proclamado "rey".

Su viuda, Zenobia, fundó un Imperio efímero; proclamándose "reina del Oriente", construyó una capital con magníficos monumentos, conquistando también Egipto con sus jinetes árabes.

Durante estas agitaciones, el poder se volvió contra los cristianos, ciudadanos sospechosos que se negaban a adorar a los dioses imperiales.

La tolerancia había acabado: Fabiano, obispo de Roma, fue martirizado en el año 250; en Cartago y en la Galia las víctimas (mártires) fueron numerosas; la Iglesia tuvo que ocultarse en las catacumbas.

La energía del emperador Galiano acabó por enderezar la situación: Los godos fueron rechazados en Macedonia y el ejército fue reorganizado: En lugar de estar disperso a lo largo del limes, en una frágil barrera incapaz de oponer resistencia, fue transformado en cuerpos elegidos, escalonados en profundidad, preparados para intervenir en los puntos amenazados. Galiano se rodeó de jefes capacitados, de generales originarios de Iliria.

En el año 270, los ejércitos del Danubio dieron al Imperio a uno de ellos: Aureliano. Con él, la victoria volvió a sonreír al Imperio: los alemanes y los vándalos fueron aplastados y los godos abandonaron Macedonia, aunque conservaron la Dacia.

Por precaución, Roma fue puesta en estado de defensa ( Muro de Aureliano). El reino de Zenobia fue reconquistado y la Galia recuperó sus fronteras (año 273).

Aureliano quiso dar una base religiosa a su poder; puesto que el culto oficial no tenía ya partidarios, fundó el culto del Sol Invicto (que se apoyaba en Apolo, Baal y Mitra), divinidad única cuyo representante era el emperador, que llevaba la diadema y la túnica dorada.

Se había dado un paso importantísimo hacia el monoteísmo. Aureliano fue asesinado en 275.

Probo se enfrentó en la Galia contra nuevas invasiones, fortificó las ciudades, exterminó a una parte de los bárbaros y acogió a otros como colonos (276-283). Fue sucedido por un oficial ilirio: Diocleciano.




----------------Diocleciano y la tetrarquía----------------


Un imperio y cuatro emperadores


Diocleciano supo llenar las lagunas de su cultura con un sólido sentido común, el cual le hizo comprender rápidamente que si quería mantenerse no debía permanecer en Roma; por ello, con gran escándalo de la Ciudad Eterna, no dudó en trasladar la capital a la ciudad de Nicomedia, en Oriente.

Las razones de esta elección eran oportunas, ya que desde la nueva capital la vigilancia de las fronteras de Oriente era más fácil. Pero como Occidente estaba también amenazado, decidió dividir el poder y designó a su amigo Maximiano para la defensa de esta zona.

Como Diocleciano no quería competidores, tuvo la precaución de darle a aquel el título de Augusto, haciéndole coemperador y asignándole Milán como capital.

Pero muy pronto esta situación no le pareció suficiente a Diocleciano, tanto más cuanto que no suprimía el difícil problema de la sucesión. Si uno de los dos emperadores faltaba, todo volvería a hundirse en el caos.

Para remediarlo, Diocleciano concibió la idea de designar los sucesores de los dos emperadores en la persona de dos Césares, cada uno de los cuales tendría el control de una región.

Como consecuencia, a Constantino Cloro, llamado así por su color pálido, se le confió la defensa de la frontera renana, con la orden de instalar la capital en la ciudad de Tréveris; de este modo, se convertía en el sustituto de Maximiano.

Por lo que se refiere a su propia sucesión, Diocleciano eligió un valiente guerrero, Galerio, y le confió las regiones danubianas, con la capital en Sirmio (en la actual Serbia).

Los Césares reforzaron sus lazos con los Augustos casándose con las hijas de éstos. El sistema era ingenioso: A la muerte de uno de los Augustos, su César le sustituía automáticamente, designando en seguida a otro César. La reforma fue llamada Tetrarquía (poder de cuatro).

En realidad, el principio monárquico permanecía: Diocleciano se proclamó Jovio, mandatario de Júpiter, mientras que el segundo Augusto, Maximiano, no tenía por patrón más que a Hércules, es decir un semidiós, subordinado al señor de los dioses. Reforzado el gobierno, Diocleciano reorganizó el Imperio.



------------------Fracaso de la tetrarquía------------------


De la tetrarquía a la diarquía: Dos imperios y dos emperadores


Las fronteras habían permanecido estables, en el año 298 los persas también habían retrocedido, abandonando la fortaleza romana de Dura-Europos, en el Eufrates, y el Imperio controlaba Mesopotamia y Armenia. Diocleciano, fiel a su promesa, abdicó en el año 305, lo mismo que Maximiano.

Constancio y Galerio se convirtieron en Augustos y designaron a Severo y a Maximino Daya como Césares. Pero Galerio y Constancio no se entendían bien.

Por otra parte, las legiones de Britania mandadas por Constantino, hijo de Constancio, querían a su jefe, y cuando Constancio murió, en el año 306, los soldados proclamaron Augusto a Constantino.

Imitando su ejemplo, los pretorianos de Roma designaron a Majencio, hijo de Maximiano. La situación se complicaba porque había ya ocho emperadores: Los dos Augustos "oficiales", Galerio y Severo, y sus dos Césares; los dos "usurpadores", Constancio y Majencio, y finalmente Diocleciano y Maximiano, "emperadores honorarios", pero reclamados por la crisis a la política activa.

La situación desencadenó inextricables guerras civiles: Diocleciano pudo contemplar con amargura el fracaso de su sistema. Galerio y Severo fueron marginados, tanto más cuanto que Maximiano, había tomado el partido de su hijo Majencio, pero anteriormente había casado a su hija con Constantino. Su yerno era, pues, el rival de su hijo.

Maximiano proyectó entonces asesinar a Constantino, pero, advertido por su mujer, Fausta, que traicionó a su padre en beneficio de su marido, éste escapó a la muerte y al viejo Maximiano no le quedó otro recurso que el suicidio.

Galerio murió en el año 311 y Severo fue asesinado por Licinio, que se proclamó Augusto. Diocleciano volvió a su retiro.

Quedaban en liza, por consiguiente, Maximiano Daia en Nicomedia (convertido en Augusto después de la muerte de Galerio), Licinio en el Danubio, Majencio en Italia, y Constantino en la Galia, todos con el título de Augusto.

Constantino invadió Italia en 312, derrotando en las puertas de Roma a Majencio (que se ahogó en el Tíber durante la retirada) y fue proclamado Máximo Augusto por el Senado.

Al este, Licinio y Maximino Daia se sometieron por considerar a Constantino demasiado fuerte. En el año 313, Licinio, que se había casado con una hermana de Constantino, expulsó a Maximino Daia de Oriente. Los dos cuñados quedaban solos. La tetrarquía se convirtió en una diarquía, pero no por mucho tiempo.



----------------Ascensión y caída de Cartago----------------


Los Magónidas


De 535 a 450 a. de J.C., una sola familia cartaginesa tuvo en sus manos el destino de la ciudad: la familia de los Magónidas.

La llegada de los griegos a Sicilia provocó un retroceso de los cartagineses, que compartieron la isla con los recién llegados.

Pero la verdadera rival de Cartago en el Mediterráneo fue Roma, que pretendía anexionarse Sicilia.

A raíz de un conflicto entre las ciudades de Mesina (apoyada por Roma) y Siracusa (apoyada por Cartago) estalló la primera guerra púnica (264-241 a de J.C.), seguida de la segunda (219-202 a. de J.C).

Delenda est Cartago. La frase de Catón se vio cumplida en el año 146; de la ciudad sólo quedaban ruinas.




------------------------La religión ------------------------


La influencia religiosa extranjera: Sincretismo púnico


Los cartagineses habían conservado algunos elementos fundamentales de la religión cananea.

Se han estudiado algunos de sus ritos, que son muy semejantes a los descritos en los textos religiosos de Ras-Shamra que se remontan al II milenio a. de J.C.

En los numerosos templos, llenos de exvotos, estelas, objetos culturales de oro, etc., los sacerdotes (kohen) y las sacerdotisas, cuyo traje consistía en un vestido de lino transparente, celebraban un culto que aún no conocemos bien.

Ignoramos si celebraban fiestas rituales, como en Fenicia; pero, en cambio, sabemos que los sacrificios tenían una tarifa (cosa que no es de extrañar de unos descendientes de los fenicios), que determinaba las aportaciones respectivas del sacerdote y del laico que ofrecía el sacrificio.

Los principales actos rituales eran:
- el holocausto (ofrenda completamente consumida por el fuego),
- el sacrificio expiatorio (muy parecido al de los hebreos) y
- la comunión.

Hay que citar aparte los sacrificios humanos, como, por ejemplo, la ofrenda del primogénito, de origen cananeo: Los niños, ofrecidos a Baal, eran quemados, y sus cenizas conservadas en urnas que se han encontrado en extensos cementerios.

Principales divinidades cartaginesas
- Tanit es la Gran Diosa (en fenicio, Elat; Tanit es nombre de origen africano). Forma, indiscutiblemente, junto con Baal Hamón, la cabeza del panteón cartaginés.

- Baal Hamón, equivalente masculino de Tanit. Los griegos lo identifican con Zeus.

Es un dios de carácter solar, que los romanos adoraron más tarde con el nombre de Saturno (especialmente en Dugga, cerca de Constantina). Los primogénitos de Cartago se inmolaban a Baal Hamón.

- Eshmún: Su templo estaba situado en una colina de la ciudad (Byrsa). Los antiguos lo identificaron después con Esculapio.

- Melkart, era el Gran Dios tirio (Baal Melkart), identificado más tarde, por ciertas tradiciones, con Herakles.

También, la mayoría de los dioses fenicios, ( Astarté, Safon, etc.) eran adorados por los cartagineses.




---------------------Las instituciones---------------------


Las instituciones


Desconocemos los aspectos primitivos de las mismas.

Desde el siglo IV a. de J.C. existen en Cartago dos asambleas (un Senado , de 300 miembros, y un Consejo, compuesto por senadores) y dos magistrados supremos elegidos cada año (los sufetes).

A los generales los elige la asamblea de ciudadanos (distinta del Senado), que zanja eventualmente los desacuerdos que pudiera haber entre el Senado y los sufetes. Los autores antiguos admiraban esta constitución y la comparaban con la de Esparta.

La sociedad era muy abierta: Una sociedad de mercaderes y de navegantes, en la que las mujeres disfrutaban de los mismos derechos que los hombres y donde la monogamia era la norma matrimonial.

La población de Cartago, durante la tercera guerra púnica, llegó a centenares de miles de habitantes. No había exclusivismos frente a los extranjeros, que obtenían fácilmente la nacionalidad cartaginesa.

El régimen también era benigno para los esclavos (casamiento reconocido por la ley y posibilidad de manumisión).

La riqueza de la ciudad proviene de su actividad comercial. Exporta vino, cereales, aceite de oliva, púrpura y objetos manufacturados (ebanistería muy reputada, cerámica, tejidos bordados, perfumes, joyas, vajilla, amuletos).

Había hombres de negocios cartagineses en todos los puertos del Mediterráneo; estaban encargados de todas las transacciones comerciales.

La prosperidad de Cartago era tal que apenas exigían impuestos (sólo se cobraban en alguna circunstancia excepcional).

En cambio, los puertos controlados por los cartagineses exigían unos derechos enormes a los barcos extranjeros, hecho que también contribuía a enriquecer sus ciudades.




-------------El ejército Cartaginense (púnico)-------------


El ejército y la marina


El ejército púnico (cartaginense) hizo temblar a Roma.

Se componía de una infantería ligera, armada de espadas cortas y de hondas (bolas de barro cocido); una caballería, muy bien instruida por Aníbal, y montada en caballos pequeños (los actuales caballos árabes de Numidia).

Además contaba con carros de guerra, que en el siglo III a. de J.C. se reemplazaron por elefantes (un centenar en línea, arremetiendo contra el enemigo), y una artillería provista de catapultas y de balas de hierro.

La flota púnica, heredera de la flota fenicia, estaba compuesta de millares de barcos pertenecientes a armadores y transformables en navíos de guerra (o en transportes de tropas, si llegaba el caso).

Estos barcos iban propulsados a remo o a vela (popa levantada, proa terminada en un espolón que servía para perforar el casco de los navíos enemigos). La flota de guerra constaba de cien a doscientas galeras, propulsadas por dos o tres filas de remeros.

Los cartagineses del siglo IV a. de J.C. fueron los precursores de los grandes navegantes de los siglos XV y XVI.

Efectuaron dos grandes periplos. El primero, realizado por un tal Himilcón, que pasó el estrecho de Gibraltar y seguramente llegó hasta Irlanda, es poco conocido.

El segundo, inmortalizado en bronce en el templo de Baal, fue obra del rey Hannón (de la familia de los Magónidas), quien, después de establecer colonias púnicas en Marruecos, cruzó Gibraltar y bajó hacia el sur, hasta el golfo de Guinea.

Batalla de Palermo.




---------------------Las artes púnicas---------------------


Las artes púnicas


Poco sabemos de la arquitectura cartaginesa. Los autores antiguos, sin embargo, nos han recordado que los monumentos oficiales y los templos eran particularmente ricos y majestuosos.

La ornamentación, por lo que se deduce de algunos elementos que sobrevivieron a las destrucciones romanas y que han sido encontrados por los arqueólogos, no parece que fuera muy original.

Cuando los cartagineses no quemaban a sus muertos, los enterraban en unas cámaras funerarias bastante profundas, con el cuerpo envuelto en un sudario y colocado en un ataúd (sarcófago) de madera o, excepcionalmente, de piedra o de mármol.

Si no nos queda prácticamente nada de la arquitectura y de la escultura púnicas, los arqueólogos, en cambio, han descubierto más de un millar de cipos (pequeños ex-votos funerarios) y millares de estelas que llevan una inscripción dedicatoria o una ornamentación grabada. La ornamentación de las estelas tiene generalmente un signo simbólico llamado signo de Tanit y que tal vez fue tomado de los egipcios.

Entre los demás símbolos encontrados, figuran: el caduceo, el ídolo en forma de botella, el disco coronado por una media luna, el planeta Venus, etcétera. Algunas estelas llevan también dibujos animalísticos (animales de sacrificio) e incluso representaciones humanas.

Pero la cerámica cartaginesa es la artesanía mejor conocida de esta civilización. Su exportación era importante, y se han descubierto muestras de alfarería púnica por todo el Mediterráneo.

El barro cocido no sólo servía para hacer vasijas; se ha encontrado un gran número de pequeños recipientes para poner aceite en el que se mojaba una mecha (lámparas cartaginesas), estatuillas (de 10 a 20 cm de altura), que generalmente representaban siluetas femeninas y, finalmente, las máscaras, producción típicamente púnica y muy original.

Ignoramos cómo era el mobiliario cartaginés; pero las joyas (brazaletes, collares, colgantes, sortijas, etc.), así como la cristalería y los marfiles, son muy abundantes.



----------------------HISTORIA DE ROMA----------------------


SINTESIS HISTORICA DE ROMA


Virgilio, Tito Livio y Cicerón han contado la historia legendaria de la fundación de Roma.

Los albanos y la leyenda
Una vez terminada la guerra de Troya, Eneas, uno de los hijos de Príamo, llegado después de un largo periplo a la desembocadura del Tíber, se casa con Lavinia, hija del rey del Lacio, se alía con el corinto Evandro y funda la ciudad de Lavinium. Su hijo Ascanio, llamado también Iulo, funda la ciudad de Alba Longa, al pie de los montes Albanos.

Después de él se suceden dos reyes albanos. El último de ellos, Procas, era padre de dos hijos: Amulio y Numitor. Numitor, el mayor, sucedió a su padre; pero Amulio le destronó, usurpándole el trono y, para acabar con la descendencia de Numitor, convirtió a la hija de éste, Rhea-Silvia, en una vestal (las vestales estaban obligadas al celibato).

Sin embargo, el dios Marte (dios de los combates), enamorado de Silvia, se unió a ella y de esta unión nacieron dos gemelos: Rómulo y Remo.



-----------------------Rómulo y Remo-----------------------


Rómulo y Remo: Los primeros reyes


Amulio mandó arrojar al Tíber a dos recién nacidos, Rómulo y Remo, fruto de la unión entre Marte y Silvia; pero el río, en crecida en aquel momento, los depositó en la orilla, donde fueron recogidos por una loba, que los amamantó en la gruta de Lupercal.

Allí los recogieron Fáustulo y Larencia, una pareja de pastores que los crió en una cabaña. Llegados a la edad adulta, los dos gemelos dieron muerte a su tío Amulio, repusieron en el trono de Alba a su abuelo y decidieron fundar una ciudad en el monte Palatino.

Para saber quién sería el fundador, consultaron los presagios. Ganó Rómulo (que había visto doce buitres, mientras que su hermano sólo vio seis).

A causa de ello disputaron, y Rómulo mató a Remo (según otra tradición, Remo se burló de su hermano franqueando los límites de la ciudad futura, y Rómulo le mató, diciendo: "así perecerá todo aquel que franquee mis murallas").

El límite de la ciudad que había de dominar el mundo fue trazado por un arado arrastrado por una vaca blanca y un toro blanco.

Para poblar su ciudad, Rómulo abrió en el Capitolio un asilo sagrado, donde se refugiaban los esclavos, los fugitivos, etc., y organizó el rapto de las jóvenes sabinas durante una fiesta celebrada en honor del dios subterráneo Consus.

Después de una rápida guerra, Rómulo y el rey sabino Tito Tacio decidieron reinar juntos sobre sus dos pueblos reunidos.

Después, Tacio, moriría asesinado, y Rómulo, ahora único rey de Roma, desaparecería misteriosamente, arrebatado por una nube durante una revista militar. A partir de entonces, los romanos le veneraron como a un dios y le denominaron, en lo sucesivo, Quirino.

Los reyes de Roma
Después de Rómulo se sucedieron seis reyes: Numa Pompilio (de origen sabino), que organizó la religión aconsejado por la ninfa Egeria; Tulo Hostilio, que guerreó contra la ciudad de Alba Longa (combate entre los Horacios, por Roma, y los Curiacios, por Alba); y Anco Marcio, que construyó el puerto de Ostia y el famoso puente Sublicio, sobre el Tíber (puente enteramente de madera, y que sólo podía ser reparado con herramientas de madera).

Los tres reyes últimos son etruscos:
- Tarquino I, que importa a Roma las insignias de los magistrados etruscos y construye el templo de Júpiter Capitolino, un circo y una gran cloaca (la Cloaca Maxima);
- Servio Tulio, que rodea la ciudad de una muralla, la divide en cuatro barrios y reparte la población en cinco clases sociales, según su fortuna;
- Tarquino el Soberbio, que impone su tiranía al Lacio.

La violación de la romana Lucrecia por el hijo de Tarquino, desencadena una revolución encabezada por Lucio Junio Bruto, que acaba con la monarquía etrusca e instaura la República (510 a. de J.C.).



--------------------La República Romana--------------------


Caída de los reyes y comienzos de la República (509-275 a. de J.C.)


En el año 509 a. de J.C., Roma se libera del dominio de los etruscos, que marchan hacia la decadencia.

De aquí en adelante es una ciudad soberana, vinculada a su libertas, cuyo símbolo S.P.Q.R. (Senatus populusque romanus: el Senado y el pueblo romano), indica que el poder pertenece a los ciudadanos y no ya al detestado rey que la República ha suprimido.

En efecto, el fin de los Tarquinos, que trataban de apoyarse en el pueblo, significa la victoria de la clase rica, puesto que los patricios monopolizan las magistraturas y el Senado, y Roma conocerá en consecuencia sangrientas luchas sociales.

En el interior, después de haber expulsado a los Tarquinos, la república romana hace sus primeras armas.

El periodo se distingue por la oposición social, política y económica entre los patricios, herederos legítimos de los cultos indoeuropeos y que eran los únicos que tenían el privilegio de conversar directamente con Júpiter mediante la interpretación del lenguaje de los pájaros (auspicios), y los plebeyos, que tal vez descendían de las comunidades indígenas dominadas por los pastores indoeuropeos.

Los plebeyos, tras largas luchas políticas, consiguieron tener, en un principio, unos protectores oficiales: Los tribunos de la plebe (494-493 a. de J.C.).

Más tarde, una legislación escrita que concernía al derecho de propiedad (la Ley de las XII tablas y los decenviros, 451-449 a. de J.C.) y, finalmente, el derecho de acceder a las diferentes magistraturas y, en último lugar, al consulado (367 a. de J.C.).

La verdadera igualdad política no se obtuvo hasta 321 a. de J.C., después del desastre de Caudio, y la igualdad religiosa en el año 300 a. de J.C. (acceso de los plebeyos al sacerdocio). Los grandes hombres de este periodo fueron Cincinato, Decio y Camilo.

En el exterior, el ejército romano conquista la Península Itálica: poco a poco, los latinos (493 a. de J.C.), los etruscos (Camilo vence en Veyes, en 395 a. de J.C.), los samnitas, los ecuos y los volscos, son dominados.

Pero estas conquistas no se llevan a cabo sin derrotas. La guerra contra los montañeses samnitas duró 50 años y se caracterizó por el desastre de Caudio (las horcas caudinas, 321 a. de J.C.): Los romanos, vencidos, desarmados y desnudos, pasaron bajo el yugo (especie de puerta formada por una lanza atravesada sobre otras dos).

Finalmente, en 283-282 a. de J.C., las coaliciones del Lacio fueron vencidas definitivamente. La conquista de la Península Itálica central había sido precedida por una invasión gala (derrota del Allia, en 390 a. de J.C., y conquista de Roma por los galos).

El final de este periodo se caracteriza por la lucha contra Tarento, que tenía a sueldo a Pirro, rey del Epiro, vencedor en Heraklea (280 a. de J.C.) y en Ausculum (279 a. de J.C.).

Estas victorias, de las que Pirro salió más debilitado que los vencidos, no fueron decisivas, y el rey del Epiro, derrotado finalmente en Benevento (275 a. de J.C.), retornó a Grecia.




--------------------¡Ay de los vencidos!--------------------


Las guerras interiores: Afirmación peninsular


Inmediatamente después de su independencia, Roma no era más que una pequeña ciudad del Lacio, rodeada de vecinos indóciles.

En el año 494 a. de J.C., el dictador Postumio derrotó a los latinos en el lago Regilo, siéndoles impuesta una alianza.

Los etruscos seguían siendo peligrosos, pero los griegos de Cumas y los latinos los habían rechazado por tierra y por mar (con ayuda de Siracusa en el año 474 a. de J.C.) forzándoles a replegarse hacia Toscana. La potencia marítima de los etruscos había sido vencida.

Roma guerreó contra los volscos, en el sur del Lacio, y los equos, que procedían de los Apeninos. Luego acometió contra la fortaleza etrusca de Veyes, a veinte kilómetros de su ciudad.

Después de diez años de sitio, Camilo se apoderó de la plaza (395 a. de J.C.) dando a su patria el dominio de la Etruria Meridional.

Roma había de pasar, sin embargo, por una terrible prueba, la invasión de los galos. Procedentes de Europa Central, los celtas habían ocupado la Galia, Península Ibérica y el sur de Germania.

Alcanzaron su apogeo en la época llamada de "la Tène" (del nombre de una de sus localidades, situada en la orilla del lago Neuchâtel).

Armados de espada, escudo y casco puntiagudo, sometidos a un aristocracia guerrera, y amantes la belleza y el lujo, los celtas, federados en bandas conquistadoras, arrebataron a los etruscos la llanura del Po, y atravesaron los Apeninos y la débil Etruria.

Pronto se encontraron a las puertas de Roma. Espantosos de contemplar, pintados de rojo, encogiendo de terror el corazón de sus enemigos con el grito salvaje que lanzaban antes de atacar, se precipitaron contra las legiones romanas (381 a. de J.C.). Estas huyeron en desorden y la población abandonó la ciudad.

Destruyendo y asesinando a los escasos habitantes que quedaban, los galos dejaron que los más aptos se refugiaran en el Capitolio. Pusieron sitio a la ciudadela y una noche intentaron apoderarse de ella por sorpresa; pero los gansos consagrados a Juno lanzaron tal clamor que los defensores se despertaron y rechazaron el ataque.

Sin embargo, transcurridos siete meses, los romanos tuvieron que pedir la paz. Breno, el jefe de los bárbaros, exigió entonces, para marcharse, una considerable cantidad de oro.

Pero habiendo impuesto, para pesar el metal precioso, una balanza falseada a su favor, colocó su espada sobre el platillo, pronunciando la famosa frase "Vae victis", ¡Ay de los vencidos!

Los invasores galos no seguían en sus conquistas ninguna línea estratégica; cargados de un pesado botín, se retiraban para ir a buscar fortuna a otro lugar, mientras una parte de ellos se establecía en la llanura del Po.

La epopeya céltica continuó en el siglo siguiente, con la invasión de Tracia y Macedonia. Delfos fue saqueada en 279 a. de J.C.

Sus bandas llegaron incluso a devastar el Asia Menor, donde los fieros guerreros de piel blanca, los gálatas, formaron un reino independiente.




----------------------Guerras samnitas----------------------


Las guerras samnitas


El héroe que habían salvado el Capitolio, Marco Manlio, demasiado favorable a los campesinos pobres, irritó a los patricios, que le acusaron de aspirar a la tiranía y le condenaron a ser arrojado desde lo alto de una roca: La Roca Tarpeya que estaba cerca del Capitolio.

La ciudad se había recuperado y había reconstruido nuevas casas sobre sus ruinas, y, como si la prueba la hubiera fortalecido, comenzó de nuevo su lenta expansión. En el año 338 a. de J.C., los latinos sublevados fueron definitivamente sometidos y su liga disuelta. Los colonos romanos serían sus vigilantes.

Aprovechándose de las consecuencias de la invasión céltica, que había debilitado también a Etruria, Roma llevó a cabo la conquista del país. Cerveteri, Tarquinia, Arezzo, Vulci, Volsinias se rindieron una tras otra (de 300 a 265 a. de J.C.).

Al mismo tiempo, los romanos, cada vez más ambiciosos y ávidos de conquistas, invadieron la Campania, donde chocaron con los rudos montañeses samnitas que habían ocupado la llanura. Fueron necesarias tres guerras para triunfar. en 321 a. de J.C., las legiones romanas, cercadas junto al desfiladero de las Horcas Caudinas, tuvieron que rendirse y desfilar bajo el humillante yugo.

Los encarnizados y oscuros combates (Alejandro había muerto poco después de su prodigiosa aventura), concluyeron con la victoria de Roma en Sentino (295 a. de J.C.) sobre una coalición de samnitas, galos y etruscos.

Los fanáticos montañeses de la "legión del lino" se dejaron matar. Roma había llegado al Adriático y dominaba toda la Italia central. Entonces se volvió hacia el sur, que estaba repartido entre las ciudades griegas.




----------------------Guerras pírricas----------------------


Los elefantes de Pirro


Desde hacía un siglo, griegos y cartagineses se enfrentaban en Sicilia. Dionisio, tirano de Siracusa, había resistido a Cartago. Tarento estaba amenazada por la presión de los pueblos de Apulia.

Envidiosas de su riqueza, las ciudades griegas del sur aceptaron la alianza romana. Todas las fuerzas de Grecia habían sido dirigidas hacia Oriente como consecuencia de la expedición de Alejandro Magno, y no podían acudir en ayuda de las ciudades hermanas de Italia.

Tarento quiso resistir. Era una gran metrópoli, orgullosa de su industria, de su comercio y de su arte. Para defenderse, apeló a Pirro, rey de Epiro, un príncipe montañés embebido por la Ilíada, que, por su sangre macedónica, soñaba con renovar las hazañas de Alejandro.

Pirro desembarcó en el año 280 a. de J.C. y combatió contra los romanos, que por primera vez se encontraron frente a una formidable máquina de guerra: Los elefantes. Estos, cargando contra las legiones, las pusieron en fuga.

Al año siguiente, el rey de Epiro alcanzó una nueva victoria, pero por dos veces, a pesar del triunfo, sufrió gravísimas pérdidas y, aunque sabía vencer al enemigo, no sabía sacar después una ventaja inmediata.

Roma recibió entonces una ayuda inesperada: Cartago quería apoderarse de Siracusa, y la ciudad siciliana recurrió a Pirro, que marchó contra los cartagineses, volviendo después a Italia.

Pero esta vez los romanos, habiéndose acostumbrado a los elefantes, aplastaron al ejército del rey de Epiro, en Benevento, en el año 275 a. de J.C.

Pirro, lleno de amargura, volvió a partir para Grecia, donde encontró la muertes tres años después, en Argos, en circunstancias oscuras. Antes de abandonar Sicilia había dicho: "¡Qué hermoso campo de batalla dejamos a los cartagineses y a los romanos!"

Tarento se rindió en el año 272 a. de J.C. Roma reinaba ya en la Italia meridional: Sicilia estaba muy cerca. Hasta aquel momento, Roma y Cartago habían mantenido buenas relaciones, confirmadas por cuatro tratados de alianza. Pero los aliados iban a transformarse ahora en enemigos implacables.




----------------EXPANSION Y GUERRAS PUNICAS----------------


LA CONQUISTA DEL MEDITERRANEO (260-120 a. de J.C.)


La política exterior y el éxito de las legiones romanas dominan esta época, particularmente caracterizada por las guerras contra Cartago (las tres guerras púnicas).

La primera guerra púnica empieza en 264 a. de J.C.. Su causa es la rivalidad que enfrenta en Sicilia a Roma y Cartago.

Las victorias navales de Miles (264 a. de J.C.) y de las islas Egates (241 a. de J.C.), proporcionan a los romanos el dominio de dicha isla, a pesar de los éxitos cartagineses en tierra firme, debidos al genio militar de Amílcar Barca (hacia 247 a. de J.C.).

En 238 a. de J.C., Roma se hace dueña de Cerdeña y Córcega. La segunda guerra púnica empieza en 219 a. de J.C. Fue buscada por el cartaginés Aníbal, uno de los más grandes capitanes de la Antigüedad.

Este, partiendo de Hispania, atravesó los Pirineos y los Alpes con un ejército temible (80.000 infantes, los jinetes númidas -Numidia es la actual Argelia- y 37 elefantes), e infligió a Roma una serie de aplastantes derrotas:
- en las riberas del Trebia (afluente del Po), en 218;
- cerca del lago Trasimeno, en 217 a. de J.C. (contra Flaminio),
- finalmente, en Cannas (Apulia), el 2 de agosto de 216 a. de J.C. (contra Varrón y Paulo Emilio). En seguida, reconquistó Sicilia, y tomó Capua en 210 a. de J.C.

Pero Roma salió al fin victoriosa de esta "guerra inexpiable" gracias a las maniobras de desgaste dirigidas por el cónsul Fabio Cunctátor (Fabio el Contemporizador). Sicilia fue reconquistada en 210-205 a. de J.C. (muerte de Arquímedes en el sitio de Siracusa, en 212 a. de J.C.).

Los hermanos Escipión acosaron a los cartagineses en Hispania y el hijo de uno de ellos, Publio Cornelio Escipión, de sólo veinticuatro años de edad, reconquistó la Hispania del sur (Andalucía) y, después de la victoria de Metauro (207 a. de J.C.), obtenida por los cónsules romanos, llegó a Africa en 204 a. de J.C..

Aliado con el númida Masinisa, Escipión el Africano aplastó a Aníbal en la batalla de Zama, en 202 a. de J.C.: Cartago se convirtió en vasallo de Roma.

La tercera guerra púnica fue desencadenada, en 149 a. de J.C., por Catón, obsesionado por su odio a Cartago (acababa todos sus discursos con la misma frase: Delenda est Carthago: "Cartago debe ser destruida").

Pretextando una violación del tratado de 201 a. de J.C., los romanos desembarcaron en Africa al mando de Escipión Emiliano (no hay que confundirlo con el vencedor de Zama), hijo de Paulo Emilio. Después de un asedio que duró tres años, Cartago cayó, en 146 a. de J.C., en manos de los romanos.

Fue completamente arrasada, y sus habitantes, asesinados o desterrados. Paralelamente, los romanos acabaron la conquista de Hispania (Escipión Emiliano aniquiló la última resistencia en Numancia, en 133 a. de J.C.) y, traspasando los Pirineos, se instalaron en Provenza.

La conquista romana también se llevó a cabo hacia el este: ocupación de Macedonia (Filipo V de Macedonia fue derrotado en Cinoscéfalos, en 197 a. de J.C., y Perseo en Pidna, en 168 a. de J.C., y se conquistó definitivamente el país en 148 a. de J.C.). Luego, Grecia entera y, el reino asiático de Pérgamo (129 a. de J.C.), cayeron también en manos de las legiones romanas.

Consecuencias de estas conquistas
La Roma victoriosa imita a la Grecia vencida (nacimiento de la literatura latina). Por otra parte, los pequeños propietarios -la clase media romana-, arruinados y diezmados, desaparecen. Sólo quedan en Roma ricos y pobres.

Los Gracos (Tiberio y Cayo Graco, que ocupan el poder de 133 a 121 a. de J.C.) intentan en vano establecer una ley agraria para reconstituir la clase social de los pequeños agricultores, indispensable para el equilibrio político de la república.

Pero, asesinados ambos, su intento de establecer una república popular en Roma, fracasa.




-------------------Primera guerra púnica-------------------


Las guerras exteriores


La guerra, llamada púnica porque los latinos denominaban "puni" a los cartagineses, estalló cuando los romanos, habiendo desembarcado en Sicilia, se apoderaron de Mesina y amenazaron a las demás ciudades griegas, Siracura y Agrigento, que solicitaron la ayuda de Cartago, su tradicional enemiga.

En el año 262 a. de J.C., Hierón, tirano de Siracusa, negoció con Roma, y Agrigento fue conquistada después de un largo asedio (262 a. de J.C.), entregando un riquísimo botín. En aquel momento, Cartago parecía invencible debido a su dominio en el mar.

En sesenta días, los arsenales de Campania construyeron una flota de guerra de 150 quinquerremes (con cinco filas de remeros) y 20 trirremes, bajo la dirección de los siracusanos, que enseñaron a los romanos cómo abordar las naves enemigas mediante "ganchos".

En el año 260 a. de J.C., el cónsul Duilio alcanzó ante Milas la primera victoria naval de la historia de Roma; las proas de los navíos apresados adornaron la llamada Columna rostral del Foro. Los romanos quisieron entonces llevar la guerra a Africa, y el cónsul Régulo desembarcó en el cabo Bon.

Pero Cartago ocupaba una posición inexpugnable y el ejército cartaginés, confiado a un espartano, Jantipo, derrotó a las legiones, haciendo prisionero a Régulo y a 5.000 de sus hombre (255 a. de J.C.).

Para colmo de desgracias, la flota romana, sorprendida por una tempestad, sufrió un desastre sin precedentes: Las naves naufragaron y miles de hombres murieron ahogados. La urbe demostró una vez más aquello de lo que era capaz ante la adversidad, reconstruyendo en tres meses su marina y su tripulación.

Los marinos, no pudiendo ser instruidos en las naves, los fueron en las playas. La guerra pareció cristalizarse en largos años de lucha sin resultados notables, hasta que, en 241 a. de J.C., los romanos alcanzaron ante las islas Egadas una decisiva victoria naval que obligó a Cartago a aceptar la paz.

Abandonó Sicilia y se comprometió a pagar una fuerte indemnización. Roma ocupó Córcega y Cerdeña, aprovechándose de la rebelión de los mercenarios cartagineses.

Mientras tanto, habiendo franqueado los Apeninos las bandas galas, fue proclamada una movilización general, y los invasores fueron aplastados en el cabo Telamón (255 a. de J.C.). Esta vez los romanos se propusieron resolver definitivamente el problema galo: Ocuparon la llanura del Po (Galia Cisalpina), donde instalaron colonias. Desde los Alpes hasta Sicilia, Italia era romana.

Cartago se vio obligado a reprimir una terrible revuelta de sus mercenarios, a los que no había pagado. Amílcar Barca dirigió la "guerra implacable" que provocó crueldades y represiones increíbles. Después preparó el desquite contra Roma conquistando el sur de la Península Ibérica, donde será fundada por Asdrúbal Cartago Nova (la actual Cartagena).

El país, rico en minas y muy poblado, serviría de base para empresas contra Roma. Amílcar murió cerca de Alicante en el año 229 a. de J.C., siendo sucedido por su yerno Asdrúbal, quien, asesinado en 221 a. de J.C., dejó el mando a su cuñado, hijo de Amílcar: Aníbal.

Dos años después, Roma reprochaba a Cartago haber violado los acuerdos sobre sus respectivas "zonas de influencia", conquistando Sagunto, en Hispania. Comenzaba así la guerra a muerte.



--------------------Aníbal en los Alpes--------------------


Elefantes en los Alpes


Aníbal tenía 25 años, los que le hacía tan joven como Alejandro. Tenía, como éste, el genio de la guerra. De cultura griega, había estudiado a los estrategas helenistas. Tito Livio diría de él:

No existía general en el que los soldados tuvieran mayor confianza y que les infundiera mayor ardor. Tenía la mayor audacia para afrontar cualquier peligro: El cansancio no era capaz de abatir su cuerpo ni de doblegar su ánimo.


Quería golpear a Roma en el corazón mismo de su poderío, y renovar de manera duradera la efímera empresa de los galos. Partiendo en 218 a. de J.C., atravesó Hispania, conquistando para Cartago la parte septentrional, y penetró en las Galias.

Su ejército estaba compuesto por 90.000 infantes, 12.000 jinetes y un centenar de elefantes.

En septiembre, los cartagineses atacaron los Alpes. Antes, habían tratado de atraerse a los celtas para que le indicasen los pasos más accesibles a los enormes animales.

Pero los indígenas no se dejaron convencer fácilmente, y los cartaginenses se encontraron solos ante aquella terrible prueba: Durante los 17 días de la travesía, la mitad de los hombres y de los animales murieron por causa del frío.

Cuando llegaron a la llanura del Po, los galos, maltrechos por la reciente conquista romana, les ayudaron y les proporcionaron 10.000 hombres.

Asustado, el Senado romano preparó un inmenso ejército, cuyo mando confió a Escipión, el primero de los que habían de dar gloria a esta ilustre familia.

Los cartagineses vencieron en Tesino y Trebia, y liberaron los Apeninos; a Aníbal no le quedaba más que un solo elefante, sus soldados habían quedado reducidos a algunos millares, y él había perdido un ojo en combate; pero su genio compensaba las pérdidas.



---------------------Trasimeno y Cannas---------------------


Punos en Italia


Gracias a un sutil juego de maniobras, Aníbal atrajo a un segundo ejército romano a las orillas del lago Trasimeno (217 a. de J.C.). La derrota de las legiones, en las que por primera vez militaban esclavos, fue tan completa que casi ningún soldado se salvó, y su jefe, el cónsul Flaminio, estuvo entre los caídos.

Roma fue víctima del pánico, pero, como siempre, volvió a encontrar en el peligro las razones para sacar fuerzas de flaqueza. Nombró un dictador, Quinto Fabio Máximo, que pasó a la historia con el nombre de Cunctator (el Contemporizador). Este evitó hábilmente las batallas en campo abierto, debilitando al adversario con continuas escaramuzas.

Pero los caprichos de la política romana condujeron a la sustitución de Fabio por Varrón, un plebeyo demagogo que, para satisfacer a sus electores, buscó un éxito rápido. Su ejército, cuatro veces superior en número al del general cartaginés, atacó a éste en Cannas.

Pero Aníbal, con un golpe maestro de estrategia militar (fingió ceder en el centro, atrayendo a los romanos entre sus dos alas reforzadas que se cerraron sobre ellos como un cepo), logró una nueva victoria: 45.000 romanos resultaron muertos y 20.000 fueron hechos prisioneros. Varrón, huyendo de la muerte, pidió indulgencia al pueblo romano (216 a. de J.C.).

La urbe parecía condenada, y una parte de Italia se sublevó. Siracusa volvió a aliarse con Cartago.

En Hispania, Escipión resistió; Aníbal negoció con Filipo de Macedonia, decidido a intervenir para expulsar a los romanos de Iliria, donde fijaron un protectorado en el 229 a. de J.C.



----------------------Victoria romana----------------------


La Unión Sagrada


En Roma, todos los partidos se unieron ante el peligro; los tribunos de la plebe presidían los comicios en ausencia de los cónsules y de los pretores. Fueron formadas 23 legiones, aumentadas con aliados fieles, mercenarios y esclavos, hasta un total de 200.000 hombres.

Aníbal no se atrevió a atacar la ciudad, por falta de material de asedio. Sin duda, contaba con una insurrección general en Italia. Capua se entregó a él con sus riquezas, e igualmente todas las ciudades del sur. Reconquistada, Capua fue duramente castigada por los romanos (210 a. de J.C.).

Se combatió en todos los frentes: En Siracura, donde Arquímedes hizo prodigios con sus máquinas y sus espejos solares que incendiaban las naves a distancia (pero la ciudad cayó en manos de los romanos en 211 a. de J.C. y Arquímedes fue muerto por un soldado).

En Hispania, donde los dos hermanos Escipión fueron mantenidos en jaque y después muertos por el hermano de Aníbal, Asdrúbal (211 a. de J.C.); en Grecia, donde la flota romana contuvo a los macedonios gracias al apoyo de Esparta, de los etolios y de Pérgamo.

El joven Publio Cornelio Escipión, que había sucedido a su padre y a su tío, se apoderó de Cartagena (209 a. de J.C.), pero no pudo impedir que Asdrúbal se uniera a Aníbal en Italia, aunque allí fue derrotado en Metauro en 207 a. de J.C.

El cónsul Claudio Nerón hizo arrojar la cabeza de Asdrúbal al campamento de su hermano.

Finalmente, Escipión desembarcó en Africa y obtuvo la alianza del rey númida Masinisa, y en el año 202 a. de J.C., en Zama, Escipión venció a Aníbal que había sido llamado de Italia.

La paz fue dura: Cartago, que tuvo que desarmarse por tierra y por mar, pagar una enorme indemnización (10.000 talentos) y renunciar a sus posesiones exteriores se convirtió en un estado vasallo.

Pero Aníbal no se dio por vencido, siendo amenazado por sus compatriotas con ser entregado a los romanos, acabó por refugiarse en Siria. Roma era ahora dueña del Mediterráneo occidental.




--------------------Delenda est Cartago--------------------


El fin del imperio cartaginés


En el momento mismo en que Corinto era aniquilada, Cartago sufría la misma suerte.

Catón, comprendiendo que ésta era siempre un peligro amenazador para Roma, convenció al Senado con sus discursos, que concluían siempre con el famoso "Delenda est Cartago" (Cartago ha de ser destruida), para emprender la tercera guerra púnica.

Para no romper los tratados de paz se encontró un pretexto: El rey de Numidia, Masinisa, no cesaba de ensanchar su territorio (la actual Argelia) a expensas de los cartagineses. Estos, exasperados, le declararon la guerra, y Roma los acusó de violar el tratado del 201 a. de J.C.

Cuatro legiones desembarcaron en Africa y los cartagineses se sometieron, pero, una vez que hubieron entregado las armas, los romanos ordenaron al pueblo que abandonaran la ciudad y que se retiraran al interior.

Reducido a la desesperación el pueblo se rebeló y optó por la guerra a ultranza; demolieron las casas, utilizaron las vigas para construir máquinas de guerra, las mujeres se cortaron los cabellos para hacer cuerdas (149 a. de J.C.).

El impulso fue tal que la ciudad resistió durante tres años. En el 146 a. de J.C., después de un terrible asalto, Cartago fue completamente destruida. Su territorio fue declarado maldito y formó la provincia de Africa, con Utica como capital.

Final en Hispania y la Galia
La codicia de los gobernadores provocó poco a poco una revuelta general en Hispania, donde un pastor, Viriato, jefe de la rebelión, resistió durante nueva años (147-139 a. de J.C.).

Viriato fue asesinado y la lucha final se desarrolló alrededor de Numancia, destruida después de un asedio atroz dirigido por Escipión Emiliano, el vencedor de Cartago (133 a. de J.C.).

La inestabilidad de los diferentes pueblos de la Península Ibérica indujo a los romanos a unir directamente la provincia a Italia.

Por otra parte, las legiones romanas, llamadas por Marsella contra los montañeses vecinos, ocuparon el sur de la Galia, fundaron Aix (125 a. de J.C.), y después se volvieron contra los alóbroges, apoyados por Bituito, rey de los arvernos, y por sus 200.000 soldados.

Cerca de Montelimar, sus hordas indiciplinadas fueron exterminadas y Roma situó puestos avazados desde Lyon a Tolosa.

En lo sucesivo, los romanos, que reinaban desde Asia Menor hasta el Atlántico (las famosas Columnas de Hércules), pudieron decir con orgullo "Mare Nostrum" (nuestro mar), refiriéndose al Mediterráneo.




--------------------Guerras macedónicas--------------------


Guerras macedónicas


Fueron necesarios tres siglos para que la pequeña ciudad del Lacio se convirtiera en la capital de Occidente.

Pero será irresistiblemente arrastrada hacia Oriente, no como consecuencia de un plan idealista sistemáticamente concebido -el pueblo estaba cansado de guerras interminables-, sino con una seria de campañas preventivas que pusieron de manifiesto la debilidad de las monarquías helenísticas.

Además, la aristocracia había tomado gusto al éxito, a los enormes botines, mientras que los plebeyos, los "hombres nuevos", veían en las nuevas conquistas la oportunidad de enriquecerse y de traspasar sus límites.

El primer enemigo era Filipo V de Macedonia, que había apoyado a Aníbal. Filipo gobernaba sobre una Grecia indócil, convulsionada por luchas sociales. En el año 200 a. de J.C., el Senado le declaró la guerra.

Después de dos años de lucha incierta, el cónsul Flaminio, que se había erigido en libertador de los griegos, logró vencer en Cinocéfalos, en Tesalia (197 a. de J.C.). La legión superó a la falange, demasiado pesada.

Roma proclamó solemnemente en Corinto la independencia de las ciudades griegas, que se desbordaron de entusiasmo. Después la llegó el turno al rey de Siria, Antíoco III, que había acogido a Aníbal; quiso dominar el Egipto de los Tolomeos e intrigó en Grecia contra Roma, Rodas y Pérgamo.

Por fin, se aprestó a entregar a Aníbal. Este buscó refugio junto a Prusias, rey de Bitinia, en la costa del mar Negro, pero los romanos, implacables, le persiguieron, y el héroe que había hecho temblar a sus enemigos, se envenenó (183 a. de J.C.).

Sin embargo, la amistad entre Grecia y Roma había terminado. La anarquía de sus ciudades, sus agitaciones, su decadencia irritaron a los romanos, y Catón el Censor destacó la perniciosa influencia de los griegos degenerados.

Estos comprendieron que su independencia era en realidad una tutela, porque los comisarios del Senado romano intervenían en todas partes. Roma apoyaba a los ricos, mientras que los pobres volvían sus esperanzas hacia el rey de Macedonia.



------------------La conquista de Oriente------------------


Hacia el lejano Oriente


En el año 179 a. de J.C., el hijo de Filipo V, Perseo, subió al trono ávido de venganza. Pérgamo dio la señal de alarma a Roma, que, esta vez, no se contentó con una simple intervención.

Después de numerosos fracasos, el cónsul Paulo Emilio venció a Perseo en Pidna (168 a. de J.C.). El rey desfilará en el cortejo triunfal del vencedor y morirá en prisión dos años después. Macedonia quedó desmembrada en cuatro partes.

En Epiro, que se había sublevado, los romanos desencadenaron la represión y vendieron a 150.000 hombres como esclavos. El terror reinó en Grecia, que tuvo que entregar rehenes. El rey de Pérgamo, que se había vuelto sospechoso, fue humillado, como Prusias de Bitinia, que fue a Roma a someterse con la cabeza rapada.

Antíoco de Siria invadió Egipto, pero recibió la orden de abandonar el país. Como pidió tiempo para reflexionar, el pretor Popilio trazó un círculo a su alrededor exigiéndole que le diera una respuesta antes de matarlo.

Antíoco se inclinó, diciendo: "Haré lo que quiera el pueblo romano". Grecia había quedado destruida: Oro, estatuas, cuadros, vasos de plata, un botín fantástico acompañó el triunfo de Paulo Emilio, cuyo desfile duró tres días.

Sin embargo, no se produjo ninguna anexión. El Senado parecía temer aún el nuevo poder de los generales y de los financieros, la influencias nefastas de Oriente.

Aquellos viejos conservadores temían lo desconocido, la corrupción, la costumbre de saqueo de los ejércitos. Catón clamó contra el lujo y los cultos orientales. Por otra parte, Roma estaba comprometida en la obra de pacificación a llevar a cabo en Occidente.

Hacía falta enviar legiones contra los celtas de la llanura del Po, contra los ligures de los Apeninos que fueron deportados en masa, y surgieron nuevas colonias: Bolonia, Parma, Módena, Lucca. En Córcega, en Cerdeña, en Hispania, se realizaron campañas contras las incesantes revueltas.

Pero, finalmente, la política se inclinó hacia Oriente y el helenismo. Los hombres de negocios estaban ávido de sacar partido de nuevas provincias, y el viejo Catón, vencido por el ambiente general, se dedicó a traficar con los esclavos.

Una sublevación de Macedonia (149 a. de J.C.) proporcionó un buen pretexto: El país se convirtió en provincia romana (148 a. de J.C.). Los griegos se rebelaron a su vez, pero fueron sometidos: Corinto fue incendiada, su territorio declarado maldito, y millares de hombres sufrieron la deportación.

Grecia fue incorporada a Macedonia en el año 146 a. de J.C. En el 133 a. de J.C., el rey de Pérgamo dejó en herencia su estado a Roma, que creó la provincia de Asia (126 a. de J.C.).




-----------------------CRISIS CIVILES-----------------------


CRISIS Y GUERRAS CIVILES (120-27 a. de J.C.)


La situación política va a ser, durante un siglo, desastrosa.

En Roma se enfrentan dos partidos: El popular (apoyado muy frecuentemente por los caballeros o equites) y el senatorial, partidario de una política firme y nacionalista, dirigida por la aristocracia.

Esta rivalidad toma, en ciertos momentos, el aspecto de una verdadera guerra civil. Es la época de las conjuraciones, los complots, las proscripciones y las matanzas; sin duda, el período más desastroso de la república romana. ¡Y esto durará 100 años!

Por esta época aparece en el horizonte de Roma la estrella de Julio César. Aliado de Pompeyo y Craso (primer triunvirato, 60 a. de J.C.), pero alejado de los asuntos políticos porque está ocupado en la conquista de la Galia (68-51 a. de J.C.), la ambición de Julio César es la de reorganizar el Estado romano con la energía de un militar habituado al triunfo.

Vencedor de su antiguo compañero Pompeyo (Farsalia, 48; Tapso, 46, y Munda, 45 a. de J.C.), emprende la instauración de la monarquía en Roma. Pero es asesinado, en el año 44 a. de J.C., por sus adversarios.

La república queda acéfala: Antonio (principal general de César), Octavio (su sobrino) y Lépido forman entonces el segundo triunvirato (43 a. de J.C.) y se reparten este Imperio sin emperador que es el mundo romano:
- Lépido se hace olvidar en Africa;
- Antonio conquista Oriente, en donde cae bajo la influencia de la reina Cleopatra;
- Octavio se revela como un jefe hábil y firme a la cabeza de las legiones de Occidente, derrota a Antonio en Actium (31 a. de J.C.) y, ya único dueño del mundo romano, se convierte, en 27 a. de J.C., en emperador, en Augusto.

Con la instauración de esta nueva función (el principiat, y no la dignidad imperial), acaba el período republicano de la historia romana.




-------------------------Los Gracos-------------------------


El descalabro de los Gracos


Tiberio Graco
Elegido tribuno en 133 a. de J.C., un joven noble, Tiberio Graco, nieto por parte de madre de Escipión el Africano, quiso abrir una era de reformas.

El ager publicus, es decir, las tierras vueltas al dominio público después de ser confiscadas por el Estado romano conquistador, había sido ocupado, en contra de la ley, por grandes propietarios.

Tiberio Graco preparó un proyecto que limitaba a 12 hectáreas por persona las parcelas de ager publicus. Los acaparadores tenían que restituir el exceso, que sería repartido en parcelas de siete hectáreas y media, reservadas a los pobres.

De esta forma se reconstruiría una clase de pequeños propietarios, elemento seguro de estabilidad. Orador apasionado (hablaba de "aquellos que se llaman dueños del mundo y no poseen ni un terruño"), Tiberio hizo que la ley fuera aprobada.

Cargados de odio, los grandes propietarios terratenientes compraron a un tribuno, Octavio, el cual opuso su veto; Tiberio lo destituyó y al año siguiente Graco se hizo reelegir, lo que era contrario a la tradición, pero él estaba interesado en poner en práctica su generosa obra.

Los nobles lo acusaron de aspirar a la soberanía y, provocando un motín, lo mataron en el Capitolio. La ley no fue abolida, pero sus efectos quedaron muy limitados.

Cayo Graco
Diez años después, en el 123 a. de J.C., el hermano mayor de Tiberio, Cayo Graco, elegido a su vez tribuno, se propuso hacer triunfar la reforma. Aleccionado por la trágica experiencia de su hermano, quiso reforzar su posición y ampliar las alianzas:

- Suprimió a los senadores el derecho a tomar asiento en los tribunales encargados de juzgar asuntos de corrupción y delitos públicos, sustituyéndolos por representantes de la clase ecuestre.

- Enfrentando a las dos clases de ricos, las debilitó. Mediante la ley frumentaria, concedió a la plebe una cuota mensual de trigo a precio mínimo.

- Por último, volvió a proponer enérgicamente la división y la distribución de las tierras comunales usurpadas; nuevas colonias agrícolas iban a surgir en Italia y en las provincias.

Los adversarios de Cayo Graco utilizaron todos los métodos contra él, incluidos la demagogia y la superioridad de la ofertas en las ventas en pública subasta.

Cayo quería también -y el futuro le dio la razón- extender el derecho de ciudadanía (la igualdad de derechos) a todos los latinos e incluso a los itálicos; pero, prudentemente, se limitó a los latinos.

El partido conservador, especulando con el egoísmo de la plebe romana, hizo que le proyecto fuera rechazado. Cayo Graco tuvo que abandonar Roma para fundar él mismo una colonia cerca de Cartago.

Sus enemigos, teniendo el camino libre, lo acusaron de haber violado la interdicción que declaraba maldita esta tierra, y no fue reelegido tribuno. Cayo Graco defendió su obra, pero el Senado provocó un motín contra él.

Entonces se refugió en el Aventino, poco más allá del Tíber. Perseguido, hizo que un esclavo suyo lo matara en un bosque sagrado (121 a. de J.C.). En Roma tuvo lugar el exterminio del partido popular (3.000 partidarios fueron asesinados).

La reforma agraria fue progresivamente desmantelada. Sólo los caballeros conservaron los privilegios obtenidos. La violencia, el asesinato y la ilegalidad hicieron su entrada en la política romana.

Gracias a los desórdenes que continuaron enfrentando a los ricos contra los pobres, algunos ambiciosos, apoyándose en las fuerzas armadas, sintieron que su hora había llegado.



----------------------Mario: El orden----------------------


Mario y la reforma militar


El Senado se vio desacreditado por una serie de reveses en Africa, donde un príncipe númida, Yugurta, había destronado al nieto de Masinisa, aliado de Roma. Yugurta hizo asesinar a unos comerciantes romanos y el Senado le declaró la guerra.

Arrogante y sagaz, Yugurta resistió victoriosamente, compró cómplices y hasta se atrevió a ir a Roma, de la que diría:

¡Ciudad venal, no te falta más que un comprador!

En el 109 a. de J.C. derrotó a una legión. El cónsul Metelo y su lugarteniente Mario consolidaron la situación, pero Mario no se contentó con este éxito.

Nacido en Arpino, en el Lacio, en el seno de una familia acomodada, había ingresado siendo muy joven en el ejército y, durante el sitio de Numancia, había ganado ascensos, medallas, y también cicatrices que le cubrían todo el cuerpo. Nombrado gobernador de la Hispania Ulterior, se casó a su regreso con una mujer de la familia patricia Julia, futura tía de Julio César, que nacería en el año 100 a. de J.C.

Siempre había estado protegido por el poderoso Metelo, quien le llevó a Africa como legado. Mario le pidió autorización para ir a Roma y proponer su candidatura al consulado. "Espera a que mi hijo tenga la edad", le respondió el orgulloso Metelo, afectado por las pretensiones de aquel "burgués" de origen modesto.

Pero Mario se hizo elegir por el partido popular (107 a. de J.C.) y obtuvo también el mando del ejército de Africa, a expensas de su protector.

Antes de partir, llevó a cabo una amplia reforma militar: Las legiones fueron abiertas a los proletarios, hasta entonces excluidos; el ejército de ciudadanos se transformaba así en un ejército profesional.

Mario mejoró también el armamento y la organización, dividiendo la legión en cohortes, unidades tácticas que agrupaban tres manípulos.

En dos años derrotó a Yugurta (105 a. de J.C.), que murió de hambre en la prisión Tuliana.

El triunfo de Mario fue acompañado por su reelección como cónsul; parecía el único capaz de salvar a Italia de una nueva y terrible amenaza: La invasión de los cimbros y de los teutones, germanos del Báltico que habían asolado la provincia romana de la Galia, aniquilando algunas legiones en Orange (105 a. de J.C.). La devastación de Hispania los disuadió, y se dividieron en dos bandos.

Mario los exterminó cerca de Aix (102 a. de J.C.) y de Vercelli, en la llanura del Po (101 a. de J.C. Aclamado como salvador, fue reelegido continuamente cónsul (por sexta vez en el año 100 a. de J.C.), uniéndose con los tribunos de la plebe, Saturnino y Glaucio, que se aprovecharon de su confianza y protección para aterrorizar a Roma, donde se sucedieron los levantamientos.

Por orden del Senado, Mario marchó contra sus aliados, que fueron dispersados en una sangrienta batalla. Pero, desprestigiado, sospechoso a los ojos de todos, Mario partió para Oriente.



------------------Mario: Guerras sociales------------------


Las guerras sociales


Un nuevo drama puso a Roma en peligro: La rebelión de Italia.

Después de la conquista romana, las diversas ciudades y regiones de la península estaban sometidas con regímenes muy variados: Algunas (como el Lazio) gozaban de igualdad de derechos, pero la mayor parte formaba categorías inferiores, estando excluidas de la vida política, aunque sometidas a los impuestos y a las levas militares.

Los magistrados romanos se comportaban frecuentemente como tiranos locales con respecto a los "aliados" (socii, de donde el nombre de la guerra social). Estos estaban además excluidos de la distribución de las tierras después de la desmovilización de los ejércitos.

Un joven noble elegido tribuno, Livio Druso, reanudando el proyecto de Cayo Graco, propuso extender el derecho de ciudadanía a todos los itálicos.

Pero fue asesinado (91 a. de J.C.) y, al año siguiente, los estados aliados, exasperados, se sublevaron, pobres y ricos unidos, formando una confederación y emprendiendo una verdadera guerra de secesión: una guerra encarnizada (90-89 a. de J.C.), acompañada de exterminios, que causó más de 100.000 víctimas.

Mario fue llamado por el Senado, pero los mayores éxitos contra los insurrectos fueron alcanzados por su lugarteniente: Sila. Finalmente, el Senado, para romper la alianza de los adversarios, concedió gradualmente el derecho de ciudadanía a los itálicos leales primero, y después a los que deponían las armas.

Los samnitas fueron los últimos en rendirse. En el año 87 a. de J.C., toda Italia (que respecto de la actual acababa en la línea del río Rubicón) estaba unificada bajo el mismo derecho. Una vez más, la ceguera del Senado había costado cara.



----------------------------Sila----------------------------


Sila contra Mario


La paz interior era tanto más urgente cuanto que un enemigo amenazaba a Roma en Asia: El rey del Ponto, Mitrídates, coloso medio bárbaro y medio griego, que soñaba con dominar Oriente y Grecia.

Provisto de una gran flota y de un ejército impresionante, exterminó a los romanos de la provincia de Asia, invadió Grecia y ocupó Atenas (88 a. de J.C.).

El senado nombró jefe del ejército al aristócrata Sila. Lucio Cornelio Sila, procedente de una familia arruinada, era un hombre extraño, unas veces arrogante, otras veces servil, capaz de los peores excesos, cruel y vengativo.

Un griego lleno de ironía, dijo de él que se parecía a "una mora pasada por harina", con una tez roja llena de lunares blancos. De sus ojos azules emanaba una luz irresistible; era, además, culto y amante de las artes, revelándose también como un notable jefe militar: Frío, astuto, sumamente valiente y con un gran ascendiente sobre sus hombre.

Pero la agitación continuaba en Roma, donde la guerra civil había provocado la miseria y el alza de los precios. El partido popular alentó una serie de motines y, volviéndose de nuevo a Mario hizo que, mediante un plebiscito, dirigiera la guerra de Oriente.

Sila, que concentraba ya sus legiones en Campania, marchó sobre Roma, franqueó la muralla sagrada y derrotó a los agitadores entre grandes incendios. Mario huyó a Africa (88 a. de J.C.).

Entonces Sila pudo embarcarse, después de haber demostrado cómo se podía asegurar el poder con la ayuda de soldados leales.

Sometió a Grecia, donde fueron confiscadas numerosas obras de arte para enviarlas a Roma, y después se dirigió a Asia. Mitrídates tuvo que negociar, renunciando a Grecia pero conservando su reino (85 a. de J.C.).

¿Por qué se conformó Sila con una victoria incompleta? El hecho es que, en su ausencia, Mario había dado la vuelta a la situación, apoderándose nuevamente de Roma.

Unido al cónsul Cinna, futuro suegro de Julio César, ordenó terribles matanzas, entregando a sus enemigos a los verdugos con un simple gesto. Pero en el año 86 a. de J.C., Mario murió, dejando Italia a Cinna y a su hijo adoptivo.

Sila volvió con sus tropas (83 a. de J.C.) y en un año luchó contra el partido popular y contra los samnitas que todavía no estaban definitivamente sometidos desde la guerra social. En el año 82 a. de J.C., era el dueño de Roma, arrogándose la dictadura.

Se reanudaron de nuevo las matanzas, esta vez contra los demócratas. Los nombres de las víctimas fueron escritos en las listas de proscritos, cuyos bienes, confiscados, sirvieron para recompensar a los soldados, a los partidarios, y los delatores.

De esta forma, Sila distribuyó 120.000 parcelas de tierra. Se ha dicho repetidamente que el dictador había querido restablecer el antiguo régimen aristocrático, devolviendo toda su importancia al Senado y abatiendo a sus adversarios.

De hecho, lo que le preocupaba sobre todo era su poder absoluto. El Senado fue elevado a 600 miembros, 300 de los cuales eran "hombre nuevos" absolutamente afectos a Sila.

Los caballeros perdieron sus cargos judiciales y la percepción de los impuestos de Asia. Los tribunos de la plebe no tenían ya el derecho de veto ni el de proponer leyes.

La censura fue suprimida, así como las distribuciones gratuitas de trigo. Acuñando monedas con su nombre, adoptando el título religioso de Felix (feliz), organizando juegos circenses y adulando al pueblo, Sila se comportó como un monarca oriental. Pero, por razones poco conocidas, se retiró a la vida privada en el año 79 a. de J.C., y murió al año siguiente en Cuma.



--------------------Pompeyo y Espartaco--------------------


Advenimiento de Pompeyo. Sertorio y Espartaco


Noble, rico y valeroso, Pompeyo, antiguo lugarteniente de Sila, se alió hábilmente con el Senado para combatir a un cónsul demagogo, Lépido, que se había unido al partido popular restableciendo las distribuciones gratuitas de trigo.

Después de una breve guerra civil, Pompeyo (79 a. de J.C.) fue encargado de sofocar la revuelta de Sertorio, un compañero de Mario que había sublevado a Hispania poniéndose a la cabeza de los indígenas oprimidos, en los tiempos de Sila, y que parecía invencible con sus guerrillas.

Gracias a una traición (72 a. de J.C.), Pompeyo se libró de él, después de algunos años de guerra, y volvió a Italia para poner fin a la célebre revuelta de Espartaco.

En Capua, un centenar de esclavos de una escuela de gladiadores se habían evadido bajo el mando del tracio Espartaco, incitando a la rebelión a las hordas de esclavos del sur, prisioneros de guerra, terribles combatientes, cansados de la crueldad y de los malos tratos, consiguiendo reunir hasta 100.000 hombre, saqueando, incendiando las granjas y resistiendo a cinco ejércitos romanos.

Espartaco los condujo hacia el norte, donde, atravesando los Alpes, podrían convertirse en hombres libres. Pero ellos prefirieron (¡insensato sueño!) volverse contra Italia; por fin, las tropas de Marco Licinio Craso los aplastaron: 6.000 esclavos murieron crucificados a lo largo del camino que conducía de Capua a Roma. Pompeyo acabó con las últimas bandas que habían logrado huir (71 a. de J.C.).

Apoyándose en la plebe y estableciendo los derechos de los tribunos y de los caballeros ("equites"), los aspirantes a dictadores eran fatalmente arrastrados a romper la resistencia del Senado, que obstaculizaba su camino hacia el poder.

Por otra parte, los patricios estaban desacreditados en aquel momento a causa del grave escándalo de Verres, propretor de Sicilia, que había saqueado la isla como si se tratara de una tierra de conquista. Poniéndose del lado de las víctimas, Marco Tulio Cicerón defendió su causa con tanta elocuencia que Verres se exilió antes de la sentencia (70 a. de J.C.).




----------------------Craso y Pompeyo----------------------


Consulado de Craso y Pompeyo: Mitrídates


Marco Licinio Craso era un antiguo protegido de Sila que había conquistado una gran fortuna gracias a las proscripciones y a un cuerpo de vigilantes reclutados entre los esclavos.

Con su colega Pompeyo tomó el sentido contrario de las reformas de Sila. Los dos cónsules ofrecieron al pueblo "pan y juego" (panem et circenses) para lograr el apoyo de las masas.

Lo mismo que los tribunos, los censores fueron repuestos en sus cargos. Los caballeros recuperan su puesto en los tribunales y, de nuevo, el encargo de la percepción de los impuestos de Sicilia y de Asía, así como sus asientos de honor en el teatro.

A favor de las guerras civiles, bandas de piratas habían formado flotas temibles que saqueaban los barcos de los comerciantes y las costas, llegando incluso en su atrevimiento a desembarcar cerca de Roma.

Pompeyo se hizo conceder poderes extraordinarios y con 500 naves y veinte legiones persiguió a los piratas, matando a millares de ellos y dispersando a los demás en las colonias (67-66 a. de J.C.).

Gran triunfador, no le fue difícil que le fuera asignado el mando de la segunda guerra contra Mitrídates. Los desórdenes de Italia habían envalentonado al rey del Ponto, que reanudó la guerra en el año 74 a. de J.C., aliándose con Sertorio, con los piratas y con Tigranes, rey de Armenia.

El procónsul Lúculo, penetrando hasta Armenia, lo había expulsado de la provincia de Asia (74-68 a. de J.C.). Pero Lúculo, honesto y austero, disminuyendo los impuestos y los tipos de interés, se había atraído la hostilidad de los caballeros y de los publicanos, y Pompeyo ocupó su lugar.

Mitrídates tuvo que huir y se hizo matar por un soldado en Crimea, después de haber probado en vano todos los venenos.

Tigranes tuvo que someterse y Pompeyo reorganizó el Oriente que, en los sucesivo, tuvo siete provincias: Asia, Ponto, Bitinia, Cilicia, Cirenaica y Creta, más una docena de protectorados entre los que estaban Galacia, Capadocia, Armenia, Cólquida y Decápolis de Judea, donde Pompeyo había tomado al asalto Jerusalén.

Cuando volvió a Italia (62 a. de J.C.), Pompeyo celebró un fantástico triunfo, y al año siguiente vistió la clámide (manto de gala) de Mitrídates. Pero durante su ausencia se habían producido graves acontecimientos y otro nombre se hacer oír: El de Julio César.




--------------------------Catilina--------------------------


La conjuración de Catilina


En Roma se había formado un partido revolucionario que agrupaba a los miserables y a los descontentos y que pretendía reanudar los proyectos de los Gracos.

El partido estaba dirigido por un antiguo compañero de Sila, Catilina, "malvado y depravado" -dice Salustio- que reunía a su alrededor "como satélites a todos los hombres reos de maldades y de crímenes".

Para Catilina, la demagogia social era un medio para adueñarse del poder. Craso lo apoyó en la sombra, y habiendo sido descubierta una primera conspiración, hizo enterrar la tentativa.

Catilina presentó su candidatura al consulado en el año 63 a. de J.C., pero fue derrotado por Cicerón, que aparecía como dirigente del partido del orden. Después de un nuevo fracaso, al año siguiente Catilina proyectó asesinar a los cónsules, provocar incendios e imponerse por la fuerza.

Craso rompió las relaciones con él; Julio César, que había tenido cierta participación en la conjuración (también él apoyaba el partido popular) se retiró.

Cicerón abordó a Catilina en pleno Senado, lanzando su célebre frase: ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? Catilina huyó de Roma, sus cómplices fueron asesinados, y él murió en el curso de una batalla.

Cicerón se mostró orgulloso de haber salvado la República (62 a. de J.C.). durante estos acontecimientos, Pompeyo había llegado de Oriente. El Senado y Cicerón temían sus ambiciones; Pompeyo cometió el error de licenciar su ejército, y tuvo que esperar ocho meses para celebrar su triunfo.

Entonces se aproximó a Craso y a César para formar el "primer triunvirato".




------------------------Julio César------------------------


Cayo Julio César


Cayo Julio César, que tenía unos cuarenta años (había nacido en el año 101 a. de J.C., no era muy conocido. Pertenecía a una de la familias patricias más antiguas de Roma, que pretendía descender de Julos, hijo de Eneas.

Sus progenitores habían caído en la miseria y vivían en la Suburra, barrio popular y de mala fama. Su nacimiento fue difícil, habiéndose tenido que recurrir a la operación quirúrgica a la que dio nombre (cesárea).

Culto y elegante, llevaba una vida brillante, estando dotado igualmente de una inteligencia penetrante y de una memoria ilimitada.

Gran admirador de la literatura griega, se complacía en escribir tragedias y poesías. Sobrino de Mario, yerno de Cinna, había sido considerado sospechoso en los tiempos de Sila a causa de sus vinculaciones con el partido popular, habiéndose exiliado a Asia, donde fue hecho prisionero por los piratas.

Vuelto a Roma (77 a. de J.C.) contrajo deudas, y tuvo que esperar casi diez años para hacerse elegir cuestor y entrar en el Senado (68 a. de J.C.).

A los 30 años fue enviado a Hispania. En el año 65 a. de J.C. se convirtió en edil y pidió dinero a Craso para ofrecer al pueblo de Roma fiestas suntuosas; poco después salió elegido pontífice máximo.

Durante este período apoyó de incógnito a Catilina contra el Senado, que empezó a desconfiar de él. En el año 61 a. de J.C. volvió a la Península Ibérica, iniciándose como jefe militar y sofocando diversas revueltas.

El hombre frívolo y corrompido, cargado de deudas, se convirtió en un gran militar y un gran político. Aceptó la alianza de Pompeyo y de Craso (que le condonó las deudas), haciéndose elegir cónsul en 60-59 a. de J.C., poniendo en ridículo a su colega Bíbulo e imponiendo su voluntad. El pueblo, riendo, decía: "¡Es el consulado de Julio y de César!"

Le faltaba, sin embargo, la gloria militar, por lo que se hizo atribuir el proconsulado de la Galia Cisalpina y de la Narbonense. Antes de partir, casó a su hija Julia con Pompeyo en señal de amistad y se llevó consigo al hijo de Craso.

César había pensado combatir, en primer lugar, a los dacios en el Danubio, pero éstos se habían ido a saquear las costas del mar Negro.

Acontecimientos imprevistos vinieron a favorecerle: En la Galia, los secuanos del Jura habían llamado para luchar contra sus vecinos, los eduos del Morvan, a las bandas germánicas de Ariovisto.

Por otra parte los helvecios, amenazados por otros germanos, pidieron a Roma permiso para atravesar la Narbonense y establecerse en Aquitania. César se lo negó.

Intimidados, los helvecios quisieron pasar entonces al norte del Macizo Central, en territorio de los eduos. Estos eran "amigos del pueblo romano". César tenía un buen pretexto para intervenir en la Galia (año 59 a. de J.C.).



------------------Julio César y las Galias------------------


La conquista de las Galias


Toda la parte mediterránea de la Galia, la Narbonense, era provincia romana desde hacía sesenta años. Comprendía el actual Languedoc, la Provenza y el valle del Ródano hasta Viennes.

Marsella, fundada en el siglo VII a. de J.C. por los griegos focenses, había difundido el helenismo por toda la región, y la romanización había sido rápida: Narbona, Aix, Orange, eran otras tantas ciudades romanas.

Más allá se extendía el país de los celtas, descrito por el mismo César en su obra La guerra de las Galias (De bello gallico).

Para conquistar aquel enorme territorio, César sólo disponía de seis legiones (apenas 30.000 hombres). En el año 58 a. de J.C., aniquiló a los helvecios en el Morvan, rechazando después a los germanos más allá del Rin, a Alsacia.

Tras invernar al pie del Jura, atacó a los belgas en el año 57 a. de J.C., y al año siguiente envió al hijo de Craso a someter a los vénetos de Armórica.

Hizo publicar en Roma los dos primeros libros de De bello gallico, lo que le valió quince días de fiestas religiosas.

Sin embargo, tuvo que reprimir una revuelta en el golfo de Morbihan; Aquitania fue a su vez sometida. Más tarde, César se aventuró fuera de la Galia franqueando el Rin sobre un puente construido en diez días, cerca de Bonn, entregándose al saqueo de las tierras de los germanos.

Después atravesó el canal de la Mancha, desembarcando en las costas de la isla de Bretaña, la actual Gran Bretaña. Al año siguiente volvió allí, con fuerzas más abundantes, avanzando hasta el Támesis (54 a. de J.C.).

Pero en la Galia estallaron nuevas revueltas, y las represiones de los romanos, atroces, obligaron a los jefes de las tribus celtas a unirse bajo la autoridad de un joven príncipe de los arvernos, Vercingetórix, guerrero procedente de la región montañosa de la Arvernia.

Vercingetórix había sido hasta entonces aliado de los romanos, habiendo servido seguramente en su ejército. Sin embargo, apelando al sentimiento nacional, apoyándose en la autoridad moral de los druidas, reunió un gran ejército y puso en práctica la táctica de quemar las tierras.

César, después de un encarnizado asedio, se apoderó de Avaricum (Bourges). Luego, quiso asestar el golpe decisivo tomando Gergovia, la capital de los arvernos (52 a. de J.C.), pero fue rechazado con grandes
pérdidas.

Esta derrota de los romanos reforzó la unión de los rebeldes, a los cuales fueron a unirse los deudos, "amigos" de Roma. César tuvo que replegarse hasta el Saona. Su situación era dramática, pero Vercingetórix, demasiado confiado, atacó al ejército romano. Sus tropas fueron destrozadas y el jefe galo cometió un segundo error, dejándose sitiar en Alesia.

César estableció el sitio de una manera que seguiría siendo durante dos siglos un modelo de estrategia militar. Rodeó la ciudad con un doble cerco de fortificaciones de madera y de tierra, uno para bloquearla y el otro para impedir la posible llagada de un ejército de refuerzo que, desalentado y paralizado por las discordias de sus jefes, se dispersó sin intentar nada.

Pronto los sitiados carecieron de agua y de víveres. Vercingetórix, extenuado, salió personalmente de la ciudad para pedir clemencia (52 a. de J.C.). El infortunado galo fue conducido a Roma, donde fue encadenado al carro del vencedor. Arrojado en prisión, fue degollado diez años después.

Sin embargo, César necesitó todavía un año para aplastar los últimos coletazos de la insurrección. Según el mismo vencedor, la Galia había tenido un millón de muertos, y otro millón de hombres fueron convertidos en esclavos.

El botín conseguido fue enorme. Sin embargo, a diferencia de España, el país fue romanizado rápidamente y los vencidos reconocieron la ley romana, adoptaron fácilmente una civilización que seducía a la aristocracia con la superioridad y el esplendor de sus ciudades.

En cuanto a César, que se había igualado a los más grandes capitanes de la Antigüedad, pudo, con un ejército vinculado a él con fanatismo, volver a Italia.




----------------César y la anarquía en Roma----------------


La muerte de Craso


Desde la partida de César, los desórdenes se sucedieron en Roma, donde el tribuno Clodio había instaurado un verdadero terror, asegurándose la popularidad mediante distribuciones gratuitas de trigo.

Los jefes del partido conservador, como Catón de Utica y Cicerón, se vieron condenados al exilio, pero Pompeyo, asustado por los excesos, los hizo llamar (57 a. de J.C.).

Roma se convirtió en campo de batalla entre Clodio y otro demagogo rival, Milón. Inquietos, Pompeyo, César y Craso ratificaron su adhesión a los acuerdos de Luca (56 a. de J.C.): Primer triunvirato.

Por otra parte, envidiosos de los éxitos de César en la Galia, Pompeyo y Craso quisieron también su parte en los laureles.

Reelegidos cónsules, buscaron nuevos escenarios de batalla. Pompeyo envió al procónsul Gabinio para que ocupara Judea, que fue dividida en cinco distritos; después, Gabinio fue a Egipto para restaurar en el trono a Tolomeo Aulete, a quien un usurpador había derrocado.

Craso eligió Siria, donde deseaba alcanzar la fama luchando contra los partos. Pero en el año 53 a. de J.C., sus legiones, cuando atravesaban el desierto de Mesopotamia, fueron asaltadas en Carrhae por los escurridizos jinetes.

Craso se batió en retirada e intentó negociar, pero los partos lo asesinaron a traición y aniquilaron su ejército, haciendo 10.000 prisioneros. Su lugarteniente Casio tuvo que ocuparse de defender Siria.

Muerto Craso, César y Pompeyo quedaron frente a frente. La hija de César, Julia, esposa de Pompeyo, había muerto en el 54 a. de J.C., de manera que todo vínculo familiar entre los dos hombres había quedado roto.

Las bandas de Clodio y de Milón se enfrentaban en Roma en terribles batallas callejeras; después del asesinato de Clodio, sus partidarios incendiaron numerosas casas, una basílica y la Curia (52 a. de J.C.).

Enloquecidos de terror, los senadores nombraron a Pompeyo único cónsul con plenos poderes; el propio Cicerón lo apoyó. Como la sublevación general de la Galia se estaba fraguando, Pompeyo, pensando que César se vería pronto envuelto en un desastre, empezó a verse como el único dueño de la República.




----------------César y el paso del Rubicón----------------


César pasa el Rubicón: Farsalia


César, después de su victoria en la Galia, fue a establecerse en Rávena, en la Galia Cisalpina. Su misión había terminado; sus poderes proconsulares acabaron en el año 50 a. de J.C. Desde aquel momento el deseo de Pompeyo fue verlo volver a Roma sin ejército, sin cargos, como un simple particular: Entonces lo tendría en su poder.

Naturalmente, Cesar, fuertemente rodeado por su ejército, se abstuvo de favorecer el juego de Pompeyo. Hubo largas negociaciones, un ir y venir de mensajeros entre Roma y Rávena. La guerra civil parecía inevitable.

César no disponía más que de una legión (las demás vigilaban la Galia), mientras Pompeyo se jactaba de no tener sino que "dar una patada en la tierra para llenar Italia con su legiones".

César se decidió a marchar sobre Roma: Alea jacta est (la suerte está echada): En enero del año 49 a. de J.C., pasó el Rubicón, límite de la Galia Cisalpina, y después se apoderó de Roma, donde el pánico hizo presa en Pompeyo y en los senadores, que se refugiaron en Grecia.

César fue primero a Hispania para acabar con los núcleos partidarios de Pompeyo; a continuación tomó Marsella, que se había declarado pompeyana, y después desembarcó en Grecia en pleno invierno.

En agosto del año 48 a. de J.C., aniquiló a los pompeyanos en Farsalia (Tesalia). "Golpead a los aristócratas en el rostro", les habían dicho a sus soldados, sabiendo que los jóvenes nobles preferían huir antes que quedar desfigurados.

Pompeyo huyó a Egipto a pedir asilo al joven rey, hijo de Tolomeo Aulete. Pensando en una recompensa, un jefe egipcio hizo asesinar a Pompeyo y los autores presentaron su cabeza a César, que había desembarcado en su persecución. Alejándose, César prorrumpió en llanto por la muerte de su adversario.

El cuadro permite comprobar, a grandes rasgos, los planes de Pompeyo y las intenciones de Julio César.



------------------Julio César y Cleopatra------------------


Julio César y Cleopatra


El joven Tolomeo reinaba junto con su hermana Cleopatra, célebre por su encanto, hecho de belleza y cultura, quien, enormemente ambiciosa, sedujo al vencedor con objeto de reinar sola.

César descansó de la batalla en el lujoso palacio, pero muy pronto tuvo que afrontar nuevos peligros porque la ciudad se sublevó. Salvado gracias a los refuerzos, dio el trono a la reina de la cual tendría un hijo: Cesarión y remontó el Nilo con ella.

Después volvió al ataque: Fue a Asia para combatir contra Farnaces, hijo de Mitrídates, que había sublevado al Ponto contra Roma, y la campaña de César fue tan rápida que pudo escribir al Senado: Veni, vidi, vinci (Llegué, vi, vencí). Esto ocurrió en el 47 a. de J.C.

De vuelta a Roma y proclamado dictador, volvió a partir para Túnez, donde los partidarios de Pompeyo y del Senado habían reunido un ejército al que venció en Tapso (46 a. de J.C.).

Catón de Utica, jefe de los "republicanos", se suicidó, así como Escipión Nasica. César celebró en Roma un cuádruple triunfo (Galia, Egipto, Ponto, Numidia), en el que estuvo presente Vercingetórix, que luego sería degollado, y ofreció al pueblo abundante banquetes.

Fue nombrado dictador para un período de diez años y reelegido cónsul. Al año siguiente, César derrotó en Munda, en Hispania, a los dos hijos de Pompeyo. Parecía que las guerras civiles habían acabado.



----------------Dictadura y muerte de César----------------


Los Idus de Marzo


Dictador vitalicio (44 a. de J.C.), cónsul, censor, pontífice máximo, investido de los poderes de los tribunos, imperator, César era un verdadero monarca.

Pero supo utilizar su poder absoluto de manera beneficiosa y no sangrienta; perdonó a los vencidos, ofreciéndoles cargos y honores, tal como hizo con el sobrino de Catón -y tal vez hijo ilegítimo del propio César-, Bruto.

En quince meses inició una verdadera obra de reorganización. No olvidó sus simpatías por los pobres ni la ayuda que el partido popular le había prestado contra los patricios.

Ayudó a los endeudados, impidió el arresto personal, y estableció la moratoria en los pequeños alquileres. A los publicanos le fue suprimido el privilegio de la percepción de los impuestos de Asia y de Sicilia, sustituidos por el impuesto directo.

Determinadas leyes limitaron el lujo, mientras que las leyes agrarias, las distribuciones del trigo y la fundación de colonias sacaron de la miseria a miles de familias.

Los gobernadores de las provincias fueron controlados, y los más deshonestos expulsados. Todas las ciudades de Italia pudieron elegir sus magistrados; en Hispania y en la Galia muchos de sus habitantes recibieron el derecho de ciudadanía, y numerosos naturales de las provincias entraron en el Senado.

César no olvidó la política de fusión entre vencedores y vencidos iniciada por Alejandro.

Fue dispuesto un verdadero plan urbanístico para Roma: El ensanche de las murallas, la desviación del Tíber y las grandes obras de construcción cambiaron el aspecto de la Ciudad Eterna. También el calendario fue objeto de la atención de César, con el año de 365 días, bisiesto cada cuatro años.

Cada vez es más evidente que César aspiró a la monarquía. Preparó una gran expedición contra los partos, de los cuales dijo un oráculo que sólo podrían ser vencidos por un rey. Algunos manifestantes adiestrados lo aclamaron con el título de rey, y, durante la fiesta de las Lupercales, el tribuno Marco Antonio, lugarteniente de César, le ofreció por tres veces la corona que el dictador rechazó provocando las reacciones de la multitud.

Ligados a las tradiciones, indignados ante la perspectiva de un reino que iba a sustituir a la vieja República, unos agitadores dirigidos por Casio y por Bruto, fanático atormentado, que a pesar de los beneficios recibidos por César odiaba a éste como un hijo bastardo puede odiar a su padre, prepararon el asesinato: En pleno Senado, en los idus de marzo (día 15 de mes) del 44 a. de J.C., lo acribillaron a puñaladas.

Al reconocer a Bruto entre los agresores, César se cubrió el rostro con la toga, diciendo: ¡También tú, oh Bruto, hijo mío! César cayó a los pies de la estatua de Pompeyo, pero la idea monárquica no cayó con él.




--------------------Segundo Triunvirato--------------------


Marco Antonio y Octavio


Marco Antonio supo aprovecharse de la inactividad de los asesinos. Otorgó a César honores divinos y grandiosos funerales, anunciando al pueblo que el desaparecido dejaba su patrimonio a los ciudadanos de Roma; los asesinos huyeron de la ciudad.

Sin embargo, un jovenzuelo débil, sobrino segundo de César, al que había adoptado mediante testamento, Cayo Octavio, con 19 años, hizo su aparición y reclamó su herencia.

Al contrario que Antonio, se mostró dócil hacia el Senado y Cicerón, que hizo que le fueran confiadas dos legiones. Antonio combatió en la Galia Cisalpina a los partidarios de los conjurados y del Senado, y Octavio marchó contra él.

Antonio, vencido, se refugió en la Narbonense con el procónsul Lépido. Pero Octavio, temiendo hacer el juego al Senado, dio un brusco viraje y prefirió aliarse con Antonio y Lépido.

Entró en Roma a la cabeza de sus legiones, se hizo elegir cónsul y selló la alianza proclamando el segundo triunvirato, que concedió todos los poderes a los tres cómplices (43 a. de J.C.).

Como Sila, los triunviros se deshicieron de sus adversarios mediante las listas de proscripción (más de 2.000 individuos). A Cicerón le cortaron la cabeza y las manos; Antonio se acordaba de los violentos discursos, las Filípicas, que el célebre jurista había pronunciado contra él.

Pasando a Grecia, Antonio y Octavio exterminaron a los conjurados que habían dado muerte a César. Casio y Bruto se suicidaron en Filipos en el año 42 a. de J.C.

Después de que una guerra civil había amenazado con romper el acuerdo de los triunviros, éstos se reconciliaron por la paz de Brindisi (40 a. de J.C.), repartiéndose el Imperio:
- Lépido se contentó con Africa,
- Octavio tomó Italia, la Galia e Hispania,
- Antonio recibió Grecia y Oriente.
Este último se casó con Octavia, hermana de Octavio, a pesar de su pasión por Cleopatra.




-----------------Marco Antonio y Cleopatra-----------------


La locura egipcia


Después de la batalla de Filipos, Marco Antonio fue a Oriente para preparar la guerra contra los partos. Cleopatra, que había recobrado el trono de Egipto después de la muerte de César, encontró de nuevo a Antonio en Cilicia y conquistó sin dificultad al rudo soldado, que la guió a Alejandría.

Ambos se abandonaron a las fiestas y a los placeres de la "vida inimitable", como se llamaba una camarilla compuesta por familiares de la reina y de Antonio, que prodigaba los excesos y las extravagancias.

Pero las necesidades políticas reclamaron a Antonio a Italia y, cuando se enteró de su matrimonio con Octavia, Cleopatra, que acababa de tener dos mellizos de su amante, lloró amargamente su traición. Después de la paz de Brindisi, Antonio se estableció en Grecia con su joven esposa, que no tenía para él el mismo atractivo que Cleopatra.

Puesto que Octavio tenía graves dificultades en Italia, Antonio no dudó en desafiarlo: Devolvió a Octavia a Roma, invitando a la reina de Egipto a que reuniera con él en Siria, desde donde se disponía a marchar contra los partos. Antonio se casó con ella en Antioquía, sin haber repudiado, no obstante, a su mujer.

Pero su campaña fue un desastre: Perdió la mitad de sus tropas, teniendo que contentarse con anexionar Armenia. Olvidándose de los partos, volvió a Alejandría (36 a. de J.C.), y, completamente esclavo de Cleopatra, abandonó los intereses de Roma por los de Egipto: Concedió a Cleopatra la soberanía sobre Chipre, Creta y Fenicia.

El hijo de César, Cesarión, fue asociado al trono de su madre. Antonio ocupó el puesto de príncipe consorte y dispuso principados orientales para los hijos que había tenido con Cleopatra. Ponía así las bases de una Imperio rival de Roma, dando pretextos a Octavio para intervenir.




--------------------------Octavio--------------------------


Octavio en Italia


Inmediatamente después del reparto de Brindisi, Octavio se encontró con graves contratiempos en Occidente. Italia estaba nuevamente agitada y un hijo de Pompeyo, Sexto, que había escapado al desastre de Munda, se había apoderado de Córcega, de Sicilia y de Cerdeña, haciendo padecer hambre a Roma.

Octavio fue derrotado al principio (38-36 a. de J.C.), pero, luego, su lugarteniente Agripa triunfó sobre Sexto Pompeyo.

Considerando que el comportamiento de Lépido pareció equívoco durante el desarrollo del conflicto, Octavio le desposeyó del título de triunviro, dejándole únicamente el de pontífice máximo.

Por otra parte, Octavio reprimió el bandidaje, continuó las grandes obras iniciadas por César, distribuyó tierras a los soldados, y el pueblo lo aclamó con entusiasmo, mientras el Senado romano se inclinado ante el nuevo amo.

A Octavio no le quedaba más que deshacerse de Antonio para colmar sus ambiciones. Hábilmente lo presentó no como un rival personal, sino como un traidor de la causa romana. Unos propagandistas afirmaron que Cleopatra quería conquistar Italia, destruir el Capitolio y sustituir a Roma por Alejandría como primera ciudad del mundo.

En el año 32 a. de J.C., el Senado declaró la guerra a Egipto. Octavio reunió sus legiones; las fuerzas
de Antonio eran considerables: 19 legiones y 800 naves, además de los contingentes de los príncipes y de los reyezuelos de Asia.

El conflicto se hizo "mundial": Roma tenía que reconquistar Asia. Sin embargo, una parte de las tropas que Antonio tenía en Grecia se pasaron al bando de Octavio cuando Agripa hubo atravesado el mar Jónico.

Las fuerzas navales se encontraron a la altura del promontorio de Accio (31 a. de J.C.), y el combate tardó mucho tiempo en decidirse. Antonio había ordenado que, después de la victoria, la flota egipcia se retirase: Quería entrar solo en Roma, sin presentarse como el jefe de una coalición oriental.

Numerosos partidarios de la República se encontraban en sus filas, y él quería pasar por restaurador del régimen contra la dictadura de Octavio.

Cleopatra se vio traicionada de nuevo, olvidada, mientras Antonio triunfaba en Italia, por lo que, durante la batalla, ordenó a sus naves que se dirigieran hacia el sur.

Antonio, presa del pánico, partió en una galera en persecución de la reina, abandonando la flota y las tropas, de manera que Octavio se encontró vencedor sin sufrir grandes pérdidas. Enseguida se atrajo a sus adversarios de Grecia y de Asia y rodeó a Egipto, donde se encontraban Antonio y Cleopatra.




----------------------Octavio vencedor----------------------


Afirmación del imperio y el emperador


Sabiéndose perdido, Antonio trasformó su círculo de la "vida inimitable" en una sociedad fúnebre donde se bebía en honor de la muerte que se aproximaba.

Cuenta Plutarco que en el curso del último banquete (el ejército de Octavio cercaba ya la ciudad), los invitados oyeron un misterioso cortejo que, precedido de músicos, atravesaba Alejandría en dirección al campamento de los romanos: Era el dios Baco, protector de Antonio, que lo abandonaba.

Cleopatra se había fortificado en un mausoleo a orillas del mar, con sus tesoros y sus seguidores, difundiéndose el rumor de que se había suicidado y de que Antonio se había atravesado con su espada.

Moribundo, dándose cuenta de que la reina estaba todavía viva, el amante fiel se hizo trasladar al mausoleo de Cleopatra para morir entre sus brazos, "como un romano vencido por un romano".

Octavio entró en la ciudad. Parlamentó, hizo promesas y amenazó la vida de los hijos de Cleopatra si ésta se suicidaba.

Lo que quería era ver desfilar en su cortejo triunfal a aquella mujer célebre, la mayor "atracción" que podía ofrecer a la plebe romana. Pero Cleopatra, adivinando sus intenciones, se hizo morder por una serpiente, muriendo "como convenía a la heredera de tantos reyes".

Octavio sometió la tierra de los faraones, la última huella de las grandes civilizaciones antiguas que aún faltaba a su Imperio. Antes de dejar Egipto, hizo matar a Cesarión, hijo de César, que hubiese podido ser un probable pretendiente.

Los hijos de Antonio y de Cleopatra fueron conducidos a Roma, donde fueron acogidos por Octavia. En agosto del año 29 a. de J.C., después de su triunfo, Octavio hizo clausurar el templo de Jano.

Tras un siglo de conquistas y de incesantes guerras civiles, la paz romana comenzaba, finalmente, a reinar en el mundo.




-----------------------LA PAX ROMANA-----------------------


LA PAZ ROMANA: EL SIGLO DE AUGUSTO
(27 a. de J.C. - 182 d. de J.C.)


Octavio Augusto rechaza el título de dictador y sólo acepta el término -muy republicano- de princeps (príncipe; es decir, "primer hombre del Senado").

Acumula las magistraturas tradicionales (consulado, tribunado, etc.) con las funciones nuevas correspondientes a las nuevas instituciones que pone en vigor, en estrecha relación con el poder central (de hecho, el suyo): Crea los prefectos, los procuradores, los gobernadores de las provincias imperiales y los legados (jefes de las legiones).

Durante el gobierno de Augusto, Roma alcanza la cumbre de su gloria y de su prosperidad.

La vida económica se desarrolla, la ciudad se convierte -según frase de Augusto- en una "ciudad de mármol", cuando antes sólo era una "ciudad de ladrillo", y los escritores del siglo de Augusto (Tito Livio, Ovidio, Horacio, Virgilio) le añaden esplendor.

La expansión romana se hace a expensas de los germanos, hacia el Rin y el Danubio, bajo la dirección de jefes militares como Agripa, Tiberio y Druso.

Las guerras de Germania acaban con la matanza de las legiones del legado Varo (el año 9 d. de J.C.) por el germano Arminio. Cuando, en agosto de 14 d. de J.C., muere Augusto, todo el mundo romano está en paz.

Los dos primeros siglos del Imperio se señalan en el interior por mil intrigas palaciegas, que hacen de este período de la historia romana una novela de costumbres (a veces, de pésimas costumbres).

El poderío del princeps no deja de aumentar, en detrimento de las instituciones republicanas y del Senado romano, que sólo tiende a representar un papel de "comparsería política".

La vida económica es próspera, los impuestos se cobran puntualmente y el acceso al derecho de ciudadanía, concedido a fines de este período para todos los hombres libres del Imperio, realiza la unidad romana.

Se suceden tres dinastías imperiales:

- La familia Julia-Claudia del 14 d. de J.C. al 68 d. de J.C.


Tiberio,
Calígula,
Claudio,
Nerón.

Los Flavios, del 69 al 96 d. de J.C.


Vespasiano,
Tito,
Domiciano.

Los Antoninos, del 96 al 192 d. de J. C.


Trajano,
Adriano,
Antonino Pío,
Marco Aurelio,
Cómodo.


La vida interior se caracteriza por la evolución religiosa del Imperio romano (penetración de las religiones orientales) y, más particularmente, por la aparición del cristianismo, perseguido por los emperadores, pero cuya expansión es irresistible (especialmente en las provincias orientales del Imperio).

Los grandes escritores de esta época son:
- Séneca, Filón de Alejandría (que escribe en griego, para los judíos de la Diáspora),
- los poetas Perseo y Lucano,
- el historiador judío Flavio Josefo (que escribe en griego), Plinio el Viejo, Quintiliano, Plinio el Joven, Tácito, Suetonio,
- el filósofo Epicteto (esclavo griego que vivía en Roma), Juvenal, Aulo Gelio y Luciano.




----------------------Octavio Augusto----------------------


Octavio se convierte en Augusto


Después de la victoria sobre Antonio y de la anexión de Egipto, Octavio llevó a cabo la unificación del mundo mediterráneo.

Comenzaba una nueva era, la era imperial; pero, aunque omnipotente, acordándose de la trágica muerte de César, Octavio se abstuvo de proclamarse rey o dictador.

Respetó en apariencia las instituciones republicanas, aunque estaba convencido de que el principio monárquico y el carácter hereditario del poder eran necesarios para la estabilidad del Imperio.

Adorado en Oriente como un dios, fingió resignar sus poderes en el año 27 a. de J.C. El Senado romano le suplicó que conservara una parte de ellos y le confirió el título de Augusto, reservado a los dioses.

Desde entonces, cambió su nombre y se llamó Imperator César Augusto. Tenía a la sazón 36 años.

El grácil adolescente que se vio designar heredero por César siguió siendo un hombre enfermizo, que cojeaba de la pierna izquierda y que sufría una ligera parálisis en la mano derecha.

Dueño de los tesoros de Egipto, sólo comía pan ordinario, queso, pescado y fruta; desdeñaba el lujo de los nobles, llevando vestidos hechos en casa y prefiriendo una modesta habitación a salas más amplias.

Cuando su residencia, el palacio Hortensio, fue destruida por un incendio, hizo que fuera reconstruida de manera que su propio habitación quedara como antes, pequeña y amueblada con sencillez.

Suetonio nos dice que para sus desplazamientos "iba siempre a pie, haciéndose a veces transportar en una litera descubierta".

Admitía incluso a la gente del pueblo en sus audiencias, mostrándose tan bien dispuesto a recibir sus peticiones, que un día reprendió jocosamente a uno que le planteó la suya con tanta prudencia como si se tratara "de dar una moneda a un elefante".

Augusto se consideró siempre como el primer servidor del Estado: rígidamente fiel a su horario, esclavo del deber, respetuoso y práctico.

Pero estas cualidades burguesas, ciertamente estimables, indudablemente no hubieran bastado para hacer de Octavio un gran estadista, de no haber estado dotado también de una aguda inteligencia.

Más paciente y más astuto que César, habría de triunfar allí donde éste había fracasado. El régimen cuyas bases estableció sería flexible, susceptible de evolución, y lo bastante fuerte para durar cinco siglos y para dejar en la memoria de los hombres un recuerdo imperecedero, tal como lo hicieron todos los fundadores de imperios, algunos de los cuales, como Carlomagno y Otón el Grande, trataron de restaurarlos.




---------------------El poder imperial---------------------


Emperador por aclamación


Además de su propia habilidad, Augusto disponía de una poderosa baza: El fabuloso tesoro tomado a Egipto. Con el oro de los faraones pagó a sus soldados, asegurándose así su valiosa lealtad.

Envió socorros a las provincias devastadas, distribuyó trigo y dinero a trescientos mil padres de familia, y ofreció generosamente juegos y espectáculos a todos. Pero Augusto sabía que si Roma pretendía dominar sus propias provincias, hacía falta que el pueblo se sometiera a la mano de hierro de un Estado autoritario.

Aunque la fachada republicana permanecía intacta, todos sus órganos perdían poco a poco su fuerza. Los comicios conservaron en principio la aprobación de las leyes y la elección de los magistrados, pero en realidad era Augusto el que decidía la elección; las magistraturas fueron mantenidas, pero se convirtieron en ramificaciones del poder imperial.

El Senado romano, reorganizado al arbitrio del emperador, continuó administrando Roma, Italia y una parte de las provincias.

Los dos cónsules vieron reducidas sus funciones a dos o tres meses, y pronto dejaron el puesto a sus sucesores. Continuó habiendo pretores, tribunos, cuestores y ediles, pero convertidos en funcionarios dependientes del Estado.

El nuevo señor de Roma, con el título de emperador, era el jefe del ejército, aun conservando lo esencial del poder consular.

No pudiendo, como patricio que era, ser investido del título de tribuno, recibió sin embargo el "poder tribunicio", que hacía de él un personaje inviolable, permitiéndole incluso oponer su "veto" a las decisiones del Senado.

¿Qué le faltaba ya? Ser pontífice máximo, y puesto que esta sagrada función era vitalicia, Augusto tendría que esperar pacientemente a que muriera su titular, Lépido, para ocupar su puesto.

Pero he aquí que, a ejemplo de Oriente, el pueblo de Roma, agradecido a aquel que era el restaurador del orden, quiso ver en Augusto no ya un hombre superior, sino un dios.

Así, en todas partes se asistió a la construcción de altares dedicados al nuevo emperador, atendidos por nuevos sacerdotes, los augustales, que sacrificaban "a Roma y a Augusto".

El mes de que se cumplía el anirvesario de su triunfo fue llamado Augusto (hoy agosto). Cuando el emperador muriese, el Senado le concedería las honras apoteósicas reservadas sólo a las divinidades. Pero esta apoteosis estaba todavía lejana. Augusto, después de haber reunido en sus manos todos los poderes, organizará la pax romana.




----------------------Plenitud de Roma----------------------


La época de esplendor


La pax romana reinó en el interior de las fronteras: Las provincias, los países tributarios, cansados de tanta sangre, soñaban solamente con la tranquilidad.

Pero Augusto, aunque había cerrado las puertas del templo de Jano, tuvo que ordenar numerosas campaña militares.

La pacificación de Hispania fue llevada a término, quedando dividida en tres provincias: Citerior y Lusitania, provincias imperiales, y Bética (Andalucía), provincia senatorial.

Los pueblos montañeses de los Alpes fueron sometidos, y el trofeo de La Turbie, cerca de Mónaco, celebra aún esta victoria.

Tiberio, yerno del emperador, hizo del Danubio la frontera norte del imperio (Nórica, Panonia, Dalmacia, Mesia). En Africa, Marruecos formó un protectorado gobernado por el príncipe númida Juba II; los etíopes fueron rechazados al sur de la primera catarata del Nilo.

En Asia se firmó la paz con los armenios y los partos; Galacia y Judea fueron anexionadas, siendo administrada ésta por un procurador, poco después del nacimiento de Jesucristo. Quedaba el problema de Germania, que Augusto decidió ocupar hasta el Elba.

Druso, hermano menor de Tiberio, murió en el cumplimiento de su misión (9 a. de J.C.), pero dieciocho años después, Arminio, un jefe germano sometido a la autoridad del imperio, sublevó las tribus contra las guarniciones romanas y atrajo las legiones de Varo hacia bosques impenetrables y cenagosos.

Las legiones fueron totalmente destruidas: Los únicos supervivientes, Varo y algunos centuriones se suicidaron. Cuenta Suetonio que Augusto, al conocer la noticia, experimentó "un dolor tan profundo que durante muchos meses no se cortó la barba ni el cabello...", gritando sin cesar: "Varo, Varo, devuélveme mis legiones".

Tiberio volvió a establecer la frontera en el Rin. Renunciando a la conquista de Germania, el Imperio cometía sin duda un grave error; dejaba sin control la fragua donde se forjaban las invasiones bárbaras.

Poco atraído por las aventuras más allá de las fronteras, Augusto tendió esencialmente a restablecer el orden, la prosperidad y la tradición en todos los campos.

Prohibió los cultos egipcios populares, tales como el de Isis, hizo que se celebraran ceremonias grandiosas en honor de Júpiter y de Juno, y restauró las divinidades agrícolas y familiares.

El régimen predicó un verdadero retorno a la tierra, estimulando la colonización y la formación de un campesinado medio, y los artistas fueron invitados a celebrar el encanto de la vida rural.

Muchos fueron hijos de labradores. Virgilio de Mantua, cuyo padre era granjero, glorificó, aconsejado por Mecenas, la vida agrícola con sus Geórgicas.

Entusiasmado, Augusto le mandó componer la Eneida, epopeya de la fundación de Roma, que debía ser para los romanos lo mismo que la Iliada y la Odisea fueron para los griegos.

Horacio, a quien Mecenas regaló una magnífica villa, se burló en las Sátiras de las locuras de la ciudad, del dinero, de la vanidad social, mientras que sus Odas exaltan la amistad, la sencillez, a los soldados labradores y los méritos de Augusto.

Por el contrario, Tíbulo y Propercio, libertinos antimilitaristas, fueron mal vistos por el emperador. Después de la muerte de Virgilio (19 a. de J.C.), Ovidio quiso convertirse en el gran poeta oficial (los Fastos), pero se vio comprometido en el escándalo de Julia, nieta de Augusto.

En 42 libros, Tito Livio compuso una historia romana que presentaba las sublimes virtudes de los primeros tiempos de la república.

El emperador recurrió tanto a las leyes como a los preceptos morales de los escritores oficiales: Leyes contra el lujo, la corrupción, el adulterio, el celibato, estimulando las familias numerosas. Pero las leyes no podían nada contra la disolución de las costumbres.

La hija de Augusto, Julia, estaba tan corrompida que el emperador la desterró a una isla desierta; su nieta, también llamada Julia, resultó convicta de un delito nada inusual por otra parte, el de adulterio. Mecenas llevó una vida fastuosa en su palacio de piscinas de agua caliente.




-------------------La herencia de Augusto-------------------


Melancolía y soledad


Los últimos quince años de la vida del emperador Augusto transcurrieron en la soledad y en la tristeza: Virgilio, Horacio, Mecenas, el fiel Agripa, habían muerto.

Los problemas de la sucesión le preocupaban. No teniendo herederos directos, había adoptado a los dos niños que su hija Julia había tenido con Agripa, pero habían muerto jóvenes.

Puesto que la gens Julia se había extinguido, el emperador recurrió a la gens Claudia (de donde procede el nombre de dinastía Julio-Claudia desde Augusto hasta Nerón).

Su segunda mujer, Livia, había tenidos dos hijos de su primer matrimonio con Tiberio Claudio Nerón: Tiberio y Druso.

Como este último había muerto en Germania, Tiberio se presentaba como el sucesor, pero tuvo que repudiar a su mujer y casarse con Julia, la hija de Augusto, que se había quedado viuda a la muerte de Agripa.

Sin embargo, cansado de la conducta disoluta de Julia, que le había acusado ante Augusto de conspirar, Tiberio se exilió a Rodas, y no volvió a Roma hasta que el emperador desterró a su hija a una isla desierta.

Desde entonces, Tiberio compartió con su suegro el imperium proconsular y la potestad tribunicia. A los ojos de todos, él sería el heredero del Imperio.

Augusto murió en el año 14 d. de C., a los 76 años de edad. Sus últimas palabras podrían muy bien haber sido las de uno de los poetas escépticos a los que él desdeñaba: "Mi papel ha acabado, batid palmas y despedidme con aplausos".

Su "papel" fue verdaderamente considerable y se pudo hablar del siglo de Augusto como del siglo de Pericles o del de Luis XIV. Augusto había instituido la monarquía, protegido las letras y las artes, y dado al mundo romano la paz y la unidad.

Su obra fue tan sólida que las convulsiones, los crímenes y las conspiraciones que se sucedieron durante su dinastía, no llegaron a poner seriamente en peligro la existencia del Imperio Romano.




--------------------------Tiberio--------------------------


Sombras en el imperio


A sus 56 años, Tiberio era tímido y misántropo, culto y concienzudo, pero amargo y escéptico. Después de una ficción de querer restaurar la República, los senadores le pidieron como un favor "que asumiese él mismo tan penosa y pesada esclavitud".

En la crisis, rápidamente resuelta, se descubrió ya cual habría de ser una de las grandes lagunas del régimen imperial: Olvidando establecer una ley de sucesión fija, Augusto abrió el camino a los más graves abusos, generadores de sangrientas agitaciones.

Al comienzo, Tiberio reinó con prudencia, prosiguió la política de su suegro, consolidó la frontera del Rin, donde alcanzó celebridad su sobrino e hijo adoptivo, Germánico, el hijo de Druso.

Se esforzó por la moderación, pidiendo a los gobernadores de las provincias que "esquilaran las ovejas pero no las desollasen". Impulsó a los nobles al ahorro y disminuyó la frecuencia de los juegos circenses.

Prudente en política, Tiberio se mostró sanguinario en los asuntos de familia: En el año 14 d. de C. hizo matar a su esposa Julia y al último hijo que ésta había tenido con Agripa. Su hija, la segunda Julia, sufrió más tarde la misma suerte.

De los hijos de Augusto, solamente sobrevivió Agripina (la mayor), casada con Germánico. Cuando éste murió en el año 19 d. de C., su mujer acusó a Tiberio de haberlo envenenado, lo que sin duda era una calumnia.

En el año 33 d. de J.C., el emperador se libró de Agripina y del primogénito de Germánico. Cada vez más sospechoso, inquieto por la oposición senatorial, Tiberio dejó que su prefecto pretoriano, Sayano, instaurase un régimen de terror del que fue víctima la aristocracia romana. Sayano, un ambiciosos criminal, acechaba el trono y, denunciado al emperador, fue estrangulado.

Obsesionado por todos estos dramas, Tiberio pasó la mayor parte de su tiempo en el palacio de la isla de Capri. Pero el anciano continuó enviando órdenes de muerte desde su retiro.

Su único hijo había muerto, no quedándole más que su nieto, a quien designó como heredero, conjuntamente con el último hijo de Germánico y de Agripina, Cayo César, a quien los soldados de su padre habían dado el sobrenombre de Calígula ("pequeña cáliga": Sandalia que utilizaban los legionarios romanos).

Tiberio murió en el año 37 d. de J.C. como consecuencia de un síncope. En Roma, la multitud gritó: Tiberius ad Tiberim (¡Tiberio al Tíber!).




--------------------------Calígula--------------------------


Las locuras de Calígula


Calígula, que tenía a la sazón 25 años, no encontró impedimento de hacerse atribuir todos los poderes.

Adoptó al nieto de Tiberio, por precaución, antes de hacerlo asesinar. El pueblo de Roma acogió con entusiasmo el advenimiento de este joven, hijo de un héroe adorado por las multitudes.

Alto y grueso, el nuevo emperador tenía los ojos hundidos, lo que le daba un aire extraviado, y sufría ataques de epilepsia que le hacían perder por algún tiempo el control de sí mismo.

Por este motivo, sus súbditos no tardaron en cambiar de opinión sobre él, pasando a odiar a este desequilibrado que, presa del insomnio, erraba noches enteras por su palacio invocando a gritos la llegada del día.

Al principio de su reinado se había ganado el favor popular por haber promovido amplias distribuciones de dinero y por haber rebajado los impuesto. Pero, en cambio, no dudó en admitir a su mesa a su caballo y nombrarlo senador; se ofrecía a la adoración de las multitudes y exigía que los magistrados le besaron la sandalia.

Pero su locura se hizo poco a poco sangrienta, haciendo morir a todos los que no le eran gratos, recomendando al verdugo que los matara "de modo tal que se sintieran morir". Nos cuenta Suetonio que a sus amantes le susurraba: "A una orden mía, podría caer esta hermosa cabeza".

También le producía placer, después de haber arrojado sestercios desde lo alto de la basílica Julia, contemplar el espectáculo de las luchas que se producían para cogerlos.

Las locuras megalómanas de Calígula cansaron muy pronto a todos, y aunque llegó a decir: "Que me odien con tal que me teman", lo cierto es que, reprimidas sangrientamente, estallaron revueltas por doquier.

Un oficial de la guardia pretoriana puso fin a esta macabra existencia, apuñalando el emperador en el pasadizo secreto que conducía al teatro (41 d. C.).




--------------------------Claudio--------------------------


Claudio y las mujeres


Los pretorianos, que no tenían ninguna intención de asistir a la restauración de la República, descubrieron, escondido en el palacio, a un hermano de Germánico, tío de Calígula, un hombre de 47 años, tartamudo, lunático, ridículo pero culto, especialista en historia de los etruscos y en gramática latina, a quien concedieron el trono a cambio de 15.000 sestercios por soldado.

Pero Claudio, que había simulado la estupidez para salvarse durante los reinados de Tiberio y Calígula, no era un incapaz.

Pronto mostró su autoridad haciendo ajusticiar a los asesinos de su sobrino, eliminando a los que se le oponían en el Senado romano, a los que reemplazó por plebeyos, ennoblecidos, y haciendo accesibles todos los cargos a los que desempeñaban funciones en la Galia o en Hispania.

Se rodeó de libertos griegos inteligentes, como Narciso y Palas. Puesto que Roma se iba extendiendo, agrandó el puerto de Ostia para facilitar el abastecimiento de la ciudad, construyendo también un nuevo acueducto.

Aunque jamás fue soldado, se puso al frente de una expedición destinada a conquistar la Britania (hoy Inglaterra) con cuatro legiones, lo que le valió el título de Britanicus.

Después de dos divorcios, Claudio se casó con Mesalina, que le ponía en ridículo con sus innumerables amantes. Enterado de ello, Claudio hizo matar a sus rivales, y después, aconsejado por Narciso, hizo que su mujer fuera a reunirse con ellos.

Para su desgracia volvió a casarse, esta vez con su sobrina Agripina la Joven, hermana de Calígula. La ambición de esta mujer era desmesurada, sobre todo por lo que refería al porvenir de su hijo Nerón, nacido de un matrimonio anterior.

Claudio era ya sexagenario y débil, por lo que el éxito de los planes de su mujer fue total. Desheredó, en beneficio de Nerón, a su propio hijo Británico. Después, la emperatriz, previendo un posible repudio, no dudó en envenenar a su esposo (54 d. de C.).

Nerón, que tenía sentido del humor, dijo más tarde que los champiñones debían de ser un manjar sobrenatural puesto que habían convertido en dios a un "pobre desgraciado" como Claudio.




---------------------------Nerón---------------------------


La nueva Roma


El joven de 17 años llamado Nerón, reunía todo lo necesario para ser un emperador de talento.

Agripina le había dado los mejores preceptores: Burro y, sobre todo, Séneca, el filósofo. Ambos se esforzaron por reprimir la violencia de su carácter y puede decirse que al comienzo lo lograron.

El joven emperador se comprometió a respetar la clemencia, primera regla de sus educadores, y los cinco primeros años de su reinado fueron los que corresponden a un emperador generoso y prudente.

Pero su madre, irritada por la excesiva influencia de los preceptores ejercían sobre su hijo, intrigó para conducir a Británico hasta la púrpura imperial. Nerón tuvo miedo e hizo asesinar al adolescente.

Desde aquel momento, no se resistió a los atractivos que Roma ofrecía a un joven patricio, ávido de distracciones. Disfrazado, recorría de noche las calles de la capital raptando a los transeúntes, atracando a los que encontraba en su camino, solazándose en las tabernas. Lo hacía con tanto empeño como para dejarse engatusar por una mujer tan hermosa como carente de escrúpulos: Popea.

Esta impulsó a Nerón a repudiar a su mujer, Octavia, hija de Claudio y, temiendo la reprobación de Agripina, consiguió de su amante que hiciese asesinar a la que él solía llamar "la mejor de las madres".

En el año 62 d. de C., Burro murió y Séneca cayó en desgracia. El emperador cedió a sus malos instintos precisamente en el momento en que se apasionaba por la música y la poesía.

Intentó introducir en Italia la práctica griega de los juegos y de los concursos, pero reprobando las condenas a muerte. Pasaba noches enteras tañendo la lira con su maestro, jactándose de sus cualidades de actor y de poeta.

En julio del año 64 d. de C., estalló el famoso incendio de Roma: Durante seis días y seis noches, la ciudad ardió.

Cuando las cenizas se enfriaron, el pueblo acusó a su amo de haberlo provocado él mismo: habían sido vistos esclavos imperiales, blandiendo antorchas, dispersarse por las calles, y había sido visto el mismo Nerón, vestido de actor, cantando acompañándose de la lira un poema que exaltaba la destrucción de Troya.

La acusación era tal vez injustificada, pero, en cualquier caso, el emperador necesitaba un culpable.

En este sentido, como dice Tácito, encontró:

hombres aborrecidos por su infamia y que notoriamente odiaban al género humano.

Eran los cristianos, adeptos a un secta recientemente difundida en Roma, discípulos de un cierto Jesús, condenado a muerte en Jerusalén bajo el reinado de Tiberio. Nerón no tuvo dificultad en arrestar, por incendiarios, a estas pobres gentes insignificantes.

Unos fueron arrojados a las fieras, otros crucificados, otros embadurnados de pez y convertidos en antorchas humanas. Nerón, vestido de auriga, conducía su carro entre la multitud de desocupados, por las calles brillantemente iluminadas con el incendio.

Para el emperador era la oportunidad de reconstruir la ciudad a su gusto, y se reservó un palacio, la Domus Aurea, con su propia estatua de colosal tamaño, un parque inmenso poblado de animales feroces y una rotonda de giraba siguiendo el movimiento del sol.

Sus locuras y crueldades provocaron conspiraciones. En el año 65 d. de C., Nerón ordenó una persecución: Senadores y generales fueron condenados a muerte. Séneca, Petronio (el arbiter elegantiarum, autor de la novela picaresca) y Lucano, gran poeta, fueron obligados a abrirse las venas.

Pero la revuelta se extendía por todas partes, por Judea, por la Galia...; Galba, jefe del ejército romano de Hispania, marchó sobre Roma, donde el Senado romano lo proclamó emperador (68 d. de C.).

Nerón, abandonado por todos, huyó. Quiso envenenarse, pero le faltó el valor; quiso ahogarse en el Tíber, pero tampoco pudo. Entonces buscó refugio en el campo, acompañado por su liberto Epafrodito, quien, cuando el emperador bajó del caballo, extendió ante él su manto rojo, haciéndole avanzar al ritmo de los pasos de su señor.

Sintiendo el galope de sus perseguidores, Nerón cogió un puñal, lamentándose de que "hacía daño"; entonces, su sirviente, para ayudarlo, dirigió su mano hacia la carótida. "¡Qué artista muere conmigo!", exclamó Nerón en su agonía. Fue piadosamente sepultado y, durante mucho tiempo, unas flores frescas adornaron su tumba.




---------------------Cuatro emperadores---------------------


Tetrarquía o anarquía


Después de que las legiones aclamaron al emperador Galba, los romanos se dieron cuenta -dice Tácito- de que "se podía hacer un emperador fuera de Roma". En el año 69 d. de C. se hicieron cuatro, y este espantoso interregno recuerda los períodos más tristes del final de la República.

Exterminado Galba por los pretorianos, le correspondió a Otón, antiguo marido de Popea, vestir la púrpura imperial, mientras que las tropas del Rin aclamaban a Vitelio y las de Oriente a Vespasiano.

Este, de familia modesta, se hallaba ocupado en la represión de la terrible sublevación de Judea. De carácter independiente y muy vinculados a su religión, los judíos soportaban mal del despotismo de los procuradores romanos y, en el año 66, el país se sublevó.

En el año 69, Vespasiano puso sitio a Jerusalén y dejó a su hijo Tito la misión de llevar a término el asedio.

Las tropas del Danubio se pronunciaron a su favor, y después de un combate en las calles de Roma, durante el cual fue incendiado el templo de Júpiter Capitolino, destronaron a Vitelio, arrastrándolo desnudo, descuartizándolo y arrojándolo al Tíber. El Senado romano se aprestó a reconocer a Vespasiano.

Ante la sorpresa general, este burgués provinciano que había conquistado su posición al precio de muchos esfuerzos, leal y concienzudo, poseía las cualidades tradicionales de su clase: Sentido de la economía, amor al trabajo y honestidad.

La corta dinastía que tiene en él su origen (contará con tres emperadores) es conocida en la historia con el nombre de Flavia. Su primera preocupación fue la de sanear las finanzas públicas, llevar el orden al ejército y dar entrada en el Senado a mil familias provincianas que proporcionarían notables cuadros dirigentes.

Tito puso fin en el año 70 al sitio de Jerusalén y llevó a Roma los despojos del Templo. Medio millón de hebreos murieron en la guerra y 100.000 fueron reducidos a la esclavitud.

Los supervivientes que abandonaron Palestina fueron a engrosar las comunidades de la diáspora (dispersión), y el judaísmo solamente sobrevivió en estos pocos grupos reunidos alrededor de las sinagogas.

Un arco de triunfo entre el Foro y el Coliseo celebró la victoria de Tito. Vespasino murió después de diez años de un reinado beneficioso para su pueblo (año 79). En su lecho de muerte, se burló de los honores divinos que se le esteban preparando, diciendo: "Siento que me transformo en un dios".

Tito reinó solamente dos años. Después de las crueldades perpetradas en Palestina, se esperaba de él lo peor. Pero, por el contrario, se mostró muy generoso y proclamó que prefería morir a matar: En efecto, durante su breve reinado no hubo ni una sola ejecución capital. Tito quedó en la memoria de sus súbditos como "la delicia del género humano".

Sin embargo, su imperio fue testigo de una gran catástrofe, la desaparición de dos espléndidas ciudades de Italia, Herculano y Pompeya, engullidas por la erupción del Vesubio el 24 de agosto del 79.

El escritor Plinio el Viejo, que a la sazón mandaba la flota occidental, encontró la muerte mientras rescataba a los supervivientes.

En los años siguientes, la peste diezmó a Roma, llevándose también a la tumba a Tito (año 81), llorando por la ciudad entera, excepto por su hermano, que había de sucederlo.

Domiciano emprendió nuevas conquistas en Britania y en Germania y combatió a los dacios en el Danubio. Promovió grandes construcciones en Roma. Orgulloso y despótico, tuvo que reprimir en el año 88 una revuelta de los legionarios en Germania.

Desde entonces, ejecutó a todos los nobles sospechosos de deslealtad, diezmó el Senado, persiguió a los intelectuales, se proclamó señor y dios, y exterminó sin distinción a hebreos y cristianos.

Su violencia no conoció límites, y hasta sus más allegados se inquietaron; su propia mujer se confabuló con el prefecto pretoriano para que fuera asesinado (año 96), poniendo así fin a la dinastía de los Flavios.




-------------------Emperadores designados-------------------


Los emperadores no hereditarios


A finales del siglo I, la breve dinastía de los Flavios se extinguió con el asesinato de Domiciano, a quien el poder había transformado en un peligroso megalómano (año 96).

Con él desaparecía, por un período de cien años, el principio del carácter hereditario del poder: A partir de entonces, los emperadores buscarán para sucederles al hombre más digno y más capaz. El Senado romano apeló a uno de sus miembros, Nerva.

Este tomó medidas de distensión, trató de restaurar las finanzas públicas, y en su prudencia designó como sucesor a la púrpura imperial al enérgico general de las legiones del Rin: Trajano.

Tras esto, habiendo reinado 16 meses, Nerva murió, no sin haber creado para su sucesor un clima de calma y de prosperidad (año 98).



--------------------------Trajano--------------------------


El mejor de los príncipes


Cuando le llegó la noticia de su ascensión la poder imperial, Trajano se encontraba en Colonia, y, lejos de conmoverse, anunció que volvería a Roma cuando su zona estuviera pacificada, para lo cual necesitó dos años, al término de los cuales asumió su función imperial.

El nuevo señor del Imperio, Trajano había nacido 45 años antes, en Hispania, de una familia de origen romano. Ningún ejemplo mejor que el suyo de las cualidades de las que pudiera vanagloriarse un general imperial.

Vivía junto a sus tropas, participado de sus mismo peligros, y demostró en los combates un valor a toda prueba. Sus costumbres eran sencillas, llegando incluso en su rigor a declarar que "prefería dejar sin castigar a un culpable que condenar a un inocente". Tan compasivo era con los demás como severo consigo mismo.

Con los cristianos dio también prueba de gran moderación. Cuando Plinio el Joven le preguntó qué pensaba hacer con aquellos hombres que cantaban juntos "en honor de Cristo", que se comprometían a no cometer nunca adulterio y que hacían sus comidas en común, Trajano respondió que lo mejor era dejarlos en paz, interviniendo sólo si se negaban públicamente a seguir las leyes romanas.

Tenía fama de ser hombre culto, pues llevaba consigo al célebre retórico Dión Crisóstomo.

Pero un día llegará a confesar no haber comprendido una sola de las palabras pronunciadas por Dión: Se dejaba acunar por su voz argentina, absorto en numerosos pensamientos.

Estas eran las cualidades de aquél a quien el Senado romano designó oficialmente con el título de optimus princeps, el mejor de los príncipes.



------------------Emperador-Administrador------------------


Una buena administración


Militar concienzudo, Trajano era un gran trabajador, que exigía de sus consejeros el mismo esfuerzo.

En materia política era un conservador ilustrado, respetuoso con el Senado, al que pedía consejo en cada ocasión importante, prefiriendo una prudente administración a las grandes reformas.

Sin embargo, quiso atenuar ciertas debilidades del Imperio de las que Augusto, en su tiempo, ya se había ocupado. Se trataba de la despoblación de los campos y de la baja natalidad.

En adelantes, el Estado haría préstamos a los campesino solamente al 5 por 100 de interés (la mitad de la tasa habitual), siendo también creados subsidios familiares, con los fondos producidos por los intereses de dichos préstamos. La capital romana, por otra parte, se encargaría de la educación de 5.000 niños pobres.

Los países sometidos fueron objeto de una gran atención por parte del emperador (quien, sin duda, no olvidaba su origen ibérico).

Quería que fueran prósperos y se relacionó asiduamente con sus administradores, como lo demuestra el intercambio de cartas entre él y Plinio el Joven, gobernador de Bitinia. Enviaba a los senadores a inspeccionar las provincias, exigiendo relaciones detalladas.

No había ciudad, por alejada que estuviera, que no acogiera ingenieros del emperador: Por los cuatro extremos del Imperio se levantaron puertos, acueductos, edificios administrativos. Italia estaba más atendida que los países conquistados, y ( el Forum romano) Roma, como veremos, todavía más que Italia.

En su sencillez, sin embargo, Trajano no dedicó ninguna de estas construcciones a su uso personal, sino que, por el contrario, donó a algunos de sus colaboradores villas de las cuales se habían apropiado sus predecesores.

A los funcionarios que trabajaban junto a él les transmitió su propia austeridad, llegando su escrúpulo hasta el extremo de publicar un presupuesto que sometió al juicio del Senado.

Su reinado se caracterizó después por una medida excepcional y particularmente apreciada: La reducción de los impuestos.

Pero también es verdad que dichas medidas fueron posibles gracias a las reservas de oro que las últimas conquistas del emperador hicieron afluir a las arcas de Roma.




------------------La conquista de la Dacia------------------


La conquista de la Dacia


Trajano conocía el peligro germánico mejor que nadie. Habiendo consolidado la frontera del Rin, necesitaba establecer bases en la del Danubio, el la Dacia (correspondiente a la actual Rumania) que por extenderse hasta el corazón de la sombría Germania constituía una vía de acceso hacia aquellas regiones centrales.

Instalarse sólidamente en aquel país significaba asegurar la protección de la parte oriental del Imperio contra las invasiones. Por otras parte, la Dacia era muy rica en minas de oro y también en otros minerales.

Con su notable capacidad de soldado, Trajano organizó admirablemente su campaña, y la marcha de las legiones romanas hacia la capital, Sarmigezetusa, fue irresistible. El rey Decébalo tuvo que capitular, y su vencedor, tan magnánimo como diplomático, lo repuso en el trono, esperando que se comportaría como un fiel aliado.

Una clemencia tal, nueva en la historia romana, fue mal recompensada, ya que dos años después, en 105, Decébalo se sublevó.

Trajano tuvo que combatir de nuevo, y esta vez el dacio perdió la vida, y su país se vio privado de la libertad de que todavía gozaba.

La Dacia se convirtió en provincia romana, siendo colonizada por antiguos legionarios, y el latín seguirá siendo la base de la actual lengua rumana.

Las minas de oro estaban ya completamente controladas por Roma. El botín reportado por la expedición fue tan abundante que Trajano, respetuoso con las costumbres, ofreció a su pueblo el más fastuoso triunfo que se había visto hasta entonces, una de aquellas lujosas orgías en las que se exaltaba la gloria y la prosperidad de las ciudades.

Durante los 123 días que duraron las fiestas murieron 12.000 fieras y con ellas 10.000 gladiadores. El oro de los dacios permitió la financiación de las más grandes obras de urbanización jamás emprendidas en Roma.

Después de seis años consagrados a su obra pacificadora,la nostalgia de los campos de batalla se apoderó del viejo general Trajano, que quiso reanudar el proyecto de César y de Antonio: Extender las fronteras del Imperio hasta el océano Indico.




-----------------------Hacia Oriente-----------------------


El espejismo de Asia


Para justificar su empresa oriental, el emperador invocó el intolerable dominio ejercido por los partos sobre las rutas comerciales de la seda, hacia China y la India.

Cuando las legiones hubieran dispersado aquellos enjambres de jinetes turbulentos, Roma alcanzaría los ricos confines del mundo. Con su habitual meticulosidad, Trajano preparó la expedición y, en el año 113, embarcaron las tropas.

En una campaña triunfal, Armenia fue sometida después de que el país de los partos hubiera sido invadido y conquistado; las legiones marcharon del Tigris al Eufrates y Babilonia se rindió, así como Tesifonte (Ctesifonte), la capital.

El emperador remontó el Tigris hasta el golfo Pérsico. Jamás ningún general romano se había aventurado tan lejos. Fue construida una flota para el mar Rojo, y el emperador sufrió la desesperación de ser demasiado viejo para lanzarse sobre una nave a la conquista del Extremo Oriente.

Pero estas conquistas se manifestaron poco sólidas: Disturbios y revueltas estallaron en Siria y en Egipto, donde los judíos zelotas se mostraron muy activos. El rey Cosroes volvió a Ctesifonte. Los partos exterminaron las guarniciones romanas, muy exiguas.

Trajano volvió precipitadamente a Babilonia, donde tuvo que hacer frente al enemigo por todas partes. Durante todo un invierno se obstinó en someter a los partos, atrincherados en posiciones inexpugnables. Pero la enfermedad amenazaba la vida del emperador, a quien dos crisis sucesivas le obligaron a reemprender tristemente el camino de Roma.

La muerte lo sorprendió en Asia Menor: Al amanecer, sus restos mortales fueron quemados. Así acabó el que había soñado con imitar al gran Alejandro (año 117).




--------------------------Adriano--------------------------


Adriano y el Helenismo


Sintiendo próximo su fin, Trajano había designado como sucesor a su sobrino Adriano, influido en la elección por su mujer, Plotina, que denotaba una fiel amistad hacia su pariente.

La prudente elección del viejo emperador elevó a la púrpura imperial a uno de los hombres más eminentes que jamás la alcanzaron.

Adriano, que tenía a la sazón 40 años, había nacido, como su tío, en Itálica (Hispania).

Pero llegado a Roma cuando aún era un adolescente, había sido iniciado en todos los refinamientos de la cultura griega: Aquel joven lleno de vida y de curiosidad se interesó por la música, por la pintura y por la poesía, además de haber estudiado matemáticas, medicina y filosofía.

También había aprendido a vestirse bien, a perfumarse, y a disipar con desenvoltura su juventud y su fortuna. Sin embargo, habiendo sido nombrado tribuno en el curso de la campaña contra los dacios, se había comportado con tanto valor que el emperador, entusiasmado, le concedió por esposa a su propia sobrina, pero la unión con la hermosa Vivia Sabina no pasó de ser puramente formal y estéril.

Adriano se convirtió en el colaborador más devoto de Trajano, que después de haberle puesto a prueba durante diez años, le consideró digno de sucederlo. El que se sentó en el trono de César era un hombre apuesto: Alto, de cabellos rizados y con una abundante barba que ocultaba algunas imperfecciones que afeaba la parte inferior de la cara.

Su carácter era complejo, frecuentemente amable, pero algunas veces salvaje, casi cruel. En su refinamiento, amaba el lujo, pero no las orgías a la moda, divertiéndose en compañía de amigos a los que reunía en pequeñas comidas íntimas.

Sus aficiones filosóficas le llevaron hacia el estoicismo de Epicteto. Jamás hubo, sin embargo, un monarca que, consagrándose al bien de su pueblo con tanto ahínco, consiguiese cumplir tan perfectamente su tarea.




-------------------Viajes y organización-------------------


El emperador viajero


Después de Augusto, Adriano fue el gran organizador de la monarquía imperial. El Senado romano, que había cooperado con Trajano, se convirtió en puramente honorífico.

El nuevo emperador habría de recurrir sobre todo a los caballeros (equites) para cubrir las funciones de sus ministerios. El Consejo del príncipe, en efecto, del que formaban parte juristas tan renombrados como Salviano, se transformó en un organismo permanente que juzgaba en última instancia.

El edicto perpetuo reunía todas las actas de los pretores y, así, las leyes acumuladas se podían consultar fácilmente.

La cancillería archivaba la correspondencia imperial, las finanzas fueron centralizadas, los publicanos fueron sustituidos por funcionarios, los procuradores, que percibían los impuestos. Todos los cargos se hicieron accesibles a los simples ciudadanos.

Emperador pacífico que, al contrario que Trajano renunció a las conquistas orientales, Adriano, sin embargo, se hizo igualmente cargo del ejército y de la defensa de las fronteras, sin dejar de viajar y complaciéndose en inspeccionar las provincias más alejadas, en largos periplos que a veces duraban hasta cinco años.

Circulaba como un particular, casi sin escolta, con un séquito compuesto por técnicos, y sorprendió a los gobernadores y a los generales, ocupándose de todos los detalles de su administración: Mandaba construir un nuevo puente, promocionaba a uno, destituía a otro, trasladaba una legión, etc...

La Galia, la más rica y la más tranquila de las posesiones romanas, fue la primera en recibir su visita; después, el emperador vivió en Germania durante un año, inspeccionando los campos, reorganizando el limes -una línea de fortificaciones entre el Rin y el Danubio-, contemplando con inquietud los misteriosos bosques donde se ocultaban los gigantes rubios prestos a caer sobre los soldados de Roma.

A continuación, el emperador descendió por el Rin, penetró en las regiones belgas, visitó Britania -la actual Inglaterra- y, atravesando de nuevo la Galia, se estableció en Hispania -la Península Ibérica-.

Desde allí pasó a Africa y, antes de continuar su viajes hacia el Asia Menor, visitó el país de los faraones.

Pero, durante este viaje, Adriano se vio muy afectado por la misteriosa muerte de su amigo Antinoo, que le acompañaba, y que tal vez se dio muerte voluntariamente para cumplir la voluntad de un oráculo que había afirmado que sólo su desaparición permitiría al emperador realizar su destino.

A partir de entonces, el hombre solitario que tomó el camino de regreso a su capital, no experimentó ya la misma vitalidad, refugiándose en el trabajo para huir de las horas vacías. Escribió, compuso una gramática y algunas poesías. Digno en este aspecto de sus predecesores, se dedicó con entusiasmo a los grandes trabajos urbanísticos.

Después volvió a partir, dirigiendo sus pasos esta vez hacia Grecia, Cartago, y nuevamente Egipto. La paz se vio perturbada entonces por una más de las muchas rebeliones de Judea.

Las legiones tardaron tres años en dominarla: Vencidos por el hambre, por la sed y por las armas, los rebeldes acabaron por sucumbir. Judea, llorando a sus hijos exterminados, o vendidos como esclavos, o dispersos, era un desierto, y de Jerusalén no quedó piedra sobre piedra.

En adelante, los judíos serían un pueblo errante, admitidos en Jerusalén un sólo día al año para gemir ante el Muro de las lamentaciones.

El emperador, enfermo desde hacía años y víctima de espantosos sufrimientos, rechazaba la muerte para no desertar de su puesto, pero, finalmente, expiró a los 62 años. Con él desapareció uno de los personajes más complejos y más atractivos de toda la historia de Roma (año 138).



------------------------Antonino Pío------------------------


Antonino Pío


Adriano eligió como heredero al senador Tito Aurelio Antonino. El título de "Pío" le fue concedido por el Senado después de muerte, y Marco Aurelio, su sucesor, lo definió como "un monstruo de virtud".

Todo el mundo se alegró en Roma, porque todos amaban a aquel hombre de alargado y dulce rostro y tan completamente desinteresado, que su primer gesto de emperador fue el transferir su patrimonio a las arcas del Estado.

Este gran burgués fue tal vez uno de los últimos romanos que creía en los dioses o en todo caso, se comportó como si creyera en ellos. Los veintiún años del reinado de Antonino figuran entre los más felices conocidos por el Imperio.

No contento con sanear las finanzas del Estado y con proseguir la obra de reorganización de Adriano, el emperador suavizó las leyes judiciales hasta tal punto, que los derechos y los deberes de los esposos se hicieron iguales, fue prohibida la tortura y proclamado delito el asesinato de un esclavo.

Al contrario que su predecesor, Antonino no viajó, pero la tranquilidad de que gozaron las provincias romanas fue tal, que los embajadores de los países no sometidos afluían a la capital, suplicando a la Ciudad Eterna que extendiera su benéfica dominación sobre ellos.

A los 74 años, antes de morir, el emperador llamó a su lado a su sobrino Marco Aurelio y, diciéndole sencillamente "Ahora, hijo mío, te toca a ti", se volvió hacia la pared como si fuera a dormir, y exhalo su último suspiro (año 161).




-----------------------Marco Aurelio-----------------------


El emperador filósofo


Marco Aurelio había nacido cuarenta años antes, en Roma, de una familia originaria de Córdoba. "Estoy en deuda con los dioses -dirá- por haber tenido buenos padres, una buena hermana, buenos maestro, buenos aliados y amigos".

De todos los profesores que habían estado cerca de él, sus preferidos fueron lo filósofos, y no solamente apreció la doctrina estoica, sino que quiso ponerla en práctica.

Cuando fue coronado creyó, como buena moralista, más en la fuerza del ejemplo que en la de las leyes. Así, aunque continuó la obra reformadora de Antonino, lo hizo sin convencimiento, buscando más bien influir a sus súbditos con el ejemplo de su virtud ascética.

Las circunstancias, sin embargo, no le fueron favorables: Apenas subido al trono, los britanos y
los germanos, envalentonados por la longanimidad de Antonino, se rebelaron.

Marco Aurelio reprimió la revuelta de los primeros y, empeñado en derrotar a los germanos, envió a Persia a Lucio Vero, que había sido designado anteriormente por Adriano como posible sucesor, recomendándole a la atención de Antonino, conoció en Antioquía a la bella Pantea, que retuvo al general junto a ella.

El prudente Marco Aurelio se contentó con enviar instrucciones precisas a Casio, ayudante de Lucio, que, cumpliéndolas al pie de la letra, luchó contra los partos y arrasó su capital, Ctesifonte (año 165).

Las legiones llevaban consigo la peste y la extendieron por todas las ciudades y por todas las guarniciones: Egipto, Grecia, Italia y la Galia fueron devastadas por la plaga contra la cual todos eran impotentes.

El emperador demostró la grandeza de su estoicismo pasando noches y días en los hospitales. En Roma, 2.000 cadáveres fueron quemados diariamente. Como los campos, igual que las ciudades, quedaron despoblados, el hambre empezó a aparecer.

Tras la prosperidad, la desolación reinó en el Imperio. Por entonces, además, los germanos, los cuados y los marconamnos, que asediaban las fronteras, franquearon el Danubio, amenazaron Verona y devastaron la
llanura del Po (año 167).

El emperador incorporó al ejército gladiadores, bandidos y mercenarios, y se enfrentó personalmente al enemigo, revelándose como un brillante general. En el año 168 se sucedieron nuevas oleadas: los celtas en el Rin, los moros en Hispania, los longobardos en los Alpes.

Durante seis años el emperador luchó contra los bárbaros y en la soledad de los campos escribió su colección de Pensamientos, que, más que sus victorias militares, inmortalizarían sus recuerdos.

Después tuvo que regresar a Roma para castigar a Casio, el antiguo ayudante de Lucio Vero, que se había proclamado emperador. El usurpador fue inmediatamente eliminado (año 175). Marco Aurelio sabía que el peligro germánico acechaba, y, para alejarlo, partió hacia las líneas de combate con su hijo Cómodo.

Fue entonces cuando la muerte le sorprendió en Vindabona, la futura Viena, en el momento en que se disponía a conquistar Bohemia (año 180). Antes, sin embargo, había presentado a las tropas alineadas a su propio hijo como su sucesor, recomendando a todos que extendieran el dominio de Roma hasta el Elba.




---------------------------Cómodo---------------------------


Tras un filósofo, un gladiador


El sucesor de Marco Aurelio, Cómodo, de 19 años, era completamente distinto de su padre. Este apuesto joven, fuerte y batallador, carecía del más mínimo amor por la filosofía, interesándose sólo por las juegos circenses.

Lejos de seguir las instrucciones de Marco Aurelio, se precipitó a ofrecer a los germanos una paz que todos los combatientes romanos consideraron infamante.

En efecto, la situación del enemigo era crítica, y el triunfo parecía ofrecerse a los legionarios imperiales. Cómodo volvió a la capital y se dedicó al aprendizaje que más le cuadraba: El de gladiador.

Rápidamente tuvo oportunidad de afirmar su valor frente a hipopótamos, tigres y elefantes. No faltaron malas lenguas que murmuraron que no se trataba del hijo de Marco Aurelio, sino del hijo...¡de un gladiador!

Los tiempos de Calígula y Nerón parecían haber vuelto. La disolución de las costumbres y el terror fueron los verdaderos soberanos de Roma. Cómodo temía por su vida, y el miedo le impulsó a acentuar el terror.

Durante doce años continuó esta insensata existencia. Después, un prefecto del pretorio, sintiéndose amenazado, decidió hacerlo asesinar. Con la complicidad de una concubina del harén imperial, intentó envenenar al monarca. Pero el veneno se reveló ineficaz y, entonces, un luchador estranguló a Cómodo en el baño.

Así, el 1º de enero del 193, se cerró miserablemente el período de los Antoninos, que suele ser considerado como la edad de oro de la Roma imperial.

Trajano, Adriano, Antonino y Marco Aurelio habían conseguido, gracias a su prudencia y energía, mantener intacto y poderoso el mundo romano, cuyos guías fueron.

La muerte violenta de Cómodo dará la señal de una guerra civil entre los pretorianos de Roma y los ejércitos de las frontera, que anunció la instauración del despotismo militar.




--------------------LA DECADENCIA ROMANA--------------------


EL COMIENZO DE LA DECADENCIA
(192-337 d. de J.C.)


Como no ha sido establecido el principio de sucesión o principiat, son las legiones las que hacen y deshacen emperadores.

Los dos primeros sucesores de Cómodo (Septimio Severo, 193-211 d. de J.C., y Caracalla, 211-217 d. de J.C.), obligados a apoyarse en el ejército, confieren a éste un papel que nunca habría debido tener: Desde 235 a 284 d. de J.C., el Imperio padecerá medio siglo de conjuras, guerras civiles y desastres, mientras que el aparato defensivo y las fortificaciones que protegen el Imperio en las fronteras (limes) son sacudidos por las primeras incursiones "bárbaras" (los persas en Siria y los germanos en el Rin y el Danubio).

Algunas provincias se organizan en "imperios provinciales" independientes, para luchar contra estas primeras invasiones (Póstumo, "emperador" de las Galias de 258 a 268 d. de J.C.; Odenato y la reina Zenobia en Palmira, 262-272 d. de J.C.).

El restablecimiento de la situación es obra de los emperadores llamados ilirios. Aureliano (270-275 d. de J.C.) restablece la unidad, y Diocleciano (280-305 d. de J.C.) instaura el principio de una división del Imperio en cuatro zonas, con cuatro capitales: Milán, Tréveris, Nicomedia y Sermio (en Serbia).

Es el sistema llamado de tetrarquía (gobierno de cuatro). De este modo, Roma deja de ser la capital del Imperio. Pero el sistema de Diocleciano no durará mucho, y Constantino (305-337 d. de J.C.) vuelve a ser un único emperador absoluto, que se construye una nueva capital: Constantinopla (inaugurada en 330 d. de J.C.).

Estas transformaciones tienen una prolongación social: Las ciudades pierden su papel económico, y los grandes propietarios rurales viven, como señores omnipotentes, en sus tierras, cultivadas por colonos.

El cristianismo, todavía combatido y perseguido por Diocleciano, es reconocido oficialmente por Constantino después de su conversión (Edicto de Milán, 313 d. de J.C.). A los herejes se les prohíbe reunirse (331 d. de J.C.) y se promulgan leyes, de inspiración cristiana, como la Constitución de Constantino (311 d. de J.C.).




----------------------Septimio Severo----------------------


El emperador militar


El regocijo de los senadores tras el asesinato de Cómodo (193), que se había ganado la enemistad de todos por su conducta, fue grande, pero duró poco.

Aquellos eligieron, para suceder al aborrecido emperador, a Pertinaz, senador él mismo y prefecto de la ciudad. Pero su sentido de la economía no tardó en disgustar a los pretorianos, particularmente opuestos a sus medidas de austeridad.

Los pretorianos acabaron con el infortunado senador, cuyo reinado no llegó a dura cien días, y el Imperio fue puesto a subasta, siéndole asignado a aquel que ofreciera la suma más alta a los soldados. Un tal Didio Juliano, que había ofrecido 6.250 dracmas por individuo, llegó así al poder. Pero su reinado fue tan breve como el de Pertinaz. Las legiones estimularon a sus generales a lanzarse sobre Roma.

El primero en llegar fue el jefe de las legiones de Panonia (Hungría): Lucio Septimio Severo Geta, más conocido con el nombre de Septimio Severo.

Este prometió 12.000 dracmas a sus soldados, pero licenció inmediatamente a los peligrosos pretorianos, sustituyéndoles por provincianos fieles.

Después, tuvo que deshacerse de sus rivales: Nigro, jefe de los ejércitos de Oriente, a quien derrotó en Asia Menor, tomando a continuación Bizancio (196), y Clodio Albino, que mandaba los ejércitos de Britania y a quien venció el año siguiente.

Una vez hecho esto, dio comienzo a un reinado restaurador. Con Septimio Severo, era de nuevo un provinciano el que alcanzaba el Imperio. En efecto, era originario de Africa, y aunque había hecho sus estudios en Atenas y en Roma, jamás pudo ocultar un cierto acento púnico.

Se mostraba muy orgulloso de su origen y uno de sus primeros actos consistió en restaurar la tumba de Aníbal. En las campañas militares se reveló como hábil estratega y combatiente intrépido, pero cruel con sus enemigos.

Culto, buen administrador, fue siempre esencialmente un militar que se apoyó en el ejército, mostrando una total desconfianza hacia el Senado romano, al que arrebató las prerrogativas judiciales y administrativas para cedérselas a los caballeros. Tres legiones fueron acantonadas permanentemente en Italia.

La II Legión "pártica" protegía el Lacio; en la misma Roma el prefecto del pretorio mandaba 30.000 hombre bien pagados. Así comenzó el imperio militar.

La condena a muerte de una veintena de senadores acabó de aterrorizar a los patricios: El emperador confiscó numerosas posesiones de los aristócratas, convirtiéndose así en propietario de casi la mitad de la Península Itálica. El poder absoluto hizo su aparición en Roma.

El Senado era sólo un órgano ejecutivo, pasando la administración a manos de los militares. Doctos juristas, como Papiniano, Paulo y Ulpiano, encontraron fáciles argumentos para justificar este nuevo modo de gobernar a la manera oriental.

Septimio Severo contrajo matrimonio, en segundas nupcias, con Julia Domna, una siria hija de un sacerdote del Sol, de Emesa, lo que aumentó las influencias orientales en Italia.

El emperador se propuso ensanchar la provincia de Asia, lo que realizó combatiendo contra los partos; proclamado "Pártico Máximo", conquistó Ctesifonte y creó la provincia de Mesopotamia, pero no olvidó sus orígenes africanos e hizo construir numerosos monumentos en Leptis Magna.

En Roma, levantó un arco de triunfo en el Foro y un colosal palacio que alzaba sus siete órdenes de arcadas sobre el valle donde se encontraba el Circo Máximo.

Después de cinco años de inactividad, temiendo que sus ejércitos se corrompieran en el ocio, Septimio Severo partió hacia el norte de Britania, a Caledonia, para luchar contra los escoceses.

Murió en York, en el año 211, y antes de expirar dio a sus hijos un último consejo: "Enriqueced a los soldados y no os preocupéis de más".




-------------------------Caracalla-------------------------


Caracalla


El primogénito, Basiano, conocido por Caracalla (del nombre de un manto galo al que tenía un particular cariño), debía compartir al principio el poder con su hermano Geta.

Caracalla, brutal, amante de las fieras, no aceptó el reparto, y, durante un cierto tiempo, el Imperio vivió aguijoneado por el futuro, esperando conocer la muerte de uno de los dos emperadores.

Sin embargo, la emperatriz, su madre, intentó reconciliarlos. La idea fue desdichada, porque Caracalla aprovechó la ocasión para hacer asesinar a su hermano, encontrándose de este modo solo a la cabeza del Imperio.

Caracalla amaba sobre todo la caza y la compañía de los gladiadores; desde Cómodo, Roma estaba acostumbrada a estos gustos extraños.

Con el nuevo emperador, el Imperio vivió días terribles, como en los tiempos de Calígula y Nerón. Como el jurista Papiniano se negara a escribir una justificación del fratricidio, Caracalla hizo que fuera decapitado ante él.

Pero los resortes del poder quedaron, al parecer, en manos de la emperatriz madre. La prodigalidad del emperador hacia sus soldados dejó vacías las arcas del tesoro en breve tiempo.

Para procurarse nuevos ingresos hubo que aumentar algunos impuestos, en particular los derechos sobre las herencias; esto obligó al emperador a conceder a todos los habitantes del Imperio el título de ciudadanos romanos (año 212).

Para contener a la plebe de Roma hizo construir las suntuosas termas que llevan su nombre. Este emperador desequilibrado intentó no obstante mostrarse un buen soldado y, como su padre, marchó a combatir contra los partos.

Pero sus soldados, que lo que más amaban de las batallas era el botín, y que tenían pocos deseos de alejarse de sus bases, le jugaron una mala pasada: Caracalla fue asesinado en el año 121, en Carrhae.

Las Termas de Caracalla.




------------------------Heliogábalo------------------------


Las divinas locuras imperiales


El prefecto del Pretorio, Macrino, que había organizado el asesinato de Caracalla, quiso proclamarse emperador.

Pero a las princesas sirias de la familia de Julia Domna les urgía conservar la herencia imperial. La tía de Caracalla, Julia Mesa, tenía dos hijas y dos nietos.

La enérgica abuela no dudó en proclamar que uno de sus nietos, Heliogábalo, sacerdote del Sol a los 14 años, era hijo natural de Caracalla. El Imperio bien valía el sacrificio de la honorabilidad de su hija.

Los soldados sirios, muy piadosos, tenían un profundo respeto por este joven sacerdote, y unas sustanciosas dádivas aumentaron posteriormente el prestigio del muchacho: Las tropas de Macrino, que tenía el defecto de ser cicatero, se dejaron comprar.

Así, en el año 219, Heliogábalo pudo entrar triunfante en Roma, engalanado y cubierto de joyas. Dejó la responsabilidad del Imperio a su abuela, que se hizo atribuir, así como a sus hijas, los títulos de "madre del Senado" y "madre del acampamento", además de "madre de la patria".

Durante este período, Heliogábalo continuo adorando la piedra negra de Emesa; vestido con ropas suntuosas, realizaba sus viajes con un cortejo de 600 carros, entregándose a orgías místicas.

Puesto que un adivino le había pronosticado una muerta violenta, se preparó un lujoso suicidio, coleccionando espadas de oro, cuerdas de seda, venenos ocultos en piedras preciosas.

Pero su buena abuela, Mesa, preocupada por las extravagancias del nieto, que proponía a los hebreos y cristianos reconocer su religión si consentían en adorar la piedra negra, le obligó en primer lugar a adoptar a su primo Alejandro Severo y después hizo que fuera asesinado por la guardia imperial. De este modo, ella conservaba la autoridad (año 222).




----------------------Alejandro Severo----------------------


Un emperador piadoso


Alejandro Severo sólo tenía 14 años y, al crecer, se fue interesando cada vez más por la filosofía y por la religión. Abierto a toda creencia religiosa, honraba a Júpiter, a Orfeo, a Jesús, a Abraham.

Su madre, Julia Mamea, estaba en relación con el filósofo Orígenes, egipcio y cristiano. Cesaron las persecuciones contra los fieles de Cristo, que habían continuado bajo Septimio Severo (sobre todo en Egipto y en Africa).

Los ambiciosos sirios, que condujeron el Imperio después de la muerte de Caracalla, habían acelerado la orientalización.

El emperador era llamado "Nuestro Dios", "Nuestro Señor", como los soberanos helenos. Sus fortunas personales eran mayores que el tesoro público. Se difundieron las filosofías griegas y orientales.

Los historiadores de la época eran griegos, como Dión Casio y Diógenes Laercio, y griego era Filostrato, autor de la Vida de Apolonio de Tiana, biografía legendaria llena de anécdotas fantásticas y de ideas oscuras extraídas de los pitagóricos y del cristianismo, escrita a petición de Julia Domna.

Los pensadores cristianos, aprovechándose de la tolerancia, fundaron escuelas. Tertuliano (160-230) defendía su fe contra los judíos y los paganos.

La mística neoplatónica de Alejandría (el alma se une a Dios por medio del éxtasis), enaltecida por el famoso Plotino (204-269), influía en el cristianismo y en todo el pensamiento antiguo.

Julia Mamea tuvo pronto otros anhelos:
- Los soberanos partos estaban desprestigiados por sus derrotas y, en el año 224, la dinastía persa de los sasánidas, que quería reconstruir el Imperio de Darío, le había reemplazado: Ardasir invadió Mesopotamia (año 230).

- Aprovechándose de las dificultades del Imperio, los germanos, empujados por vastos movimientos de pueblos (llegada de los vándalos, longobardos, sajones, anglos, francos y alemanes) penetraron en la Galia.

- Abandonando Oriente, Alejandro Severo se veía obligado a combatirlos, pero intentó llegar a acuerdos con ellos, provocando el descontento entre sus soldados, que le asesinaron junto con su madre (año 235).



---------------------Motines y bárbaros---------------------


Anarquía militar y empuje bárbaro


Un gigante tracio, Maximino, fue proclamado emperador por las tropas. Pero las legiones de Africa y de Asia apoyaron a sus generales.

Siguió un período de increíble anarquía durante el cual se sucedieron o se enfrentaron treinta y siete emperadores en solo 35 años (235-270).

Una y otra vez los provinciales, el Senado romano, las legiones romanas, intentaron en vano sostener sus candidatos.

En medio de la inseguridad general, la crisis económica se desarrolló con rapidez, seguida de cerca por la crisis financiera. La moneda se devaluó rápidamente, los precios aumentaron y la miseria se adueñó de las ciudades y los campos.

Por todas partes los bárbaros presionaban en las fronteras. En Occidente los sajones, los francos y los alemanes llevaron a cabo profundas incursiones (los alemanes fueron rechazados en Milán en el año 259). Inmediatamente después, los godos franquearon el Danubio.

Mientras, en Oriente, por parte de Persia, aumentaba el peligro de los sasánidas. El rey persa Sapor alcanzó algunos éxitos: En el año 260, en la batalla de Edesa, hizo prisionero al emperador Valeriano.

En Occidente, un usurpador, Póstumo, tomó el poder. Roma reconoció la independencia de un príncipe sirio, Odenato, gobernador del oasis de Palmira, que había rechazado a los persas y se había proclamado "rey".

Su viuda, Zenobia, fundó un Imperio efímero; proclamándose "reina del Oriente", construyó una capital con magníficos monumentos, conquistando también Egipto con sus jinetes árabes.

Durante estas agitaciones, el poder se volvió contra los cristianos, ciudadanos sospechosos que se negaban a adorar a los dioses imperiales.

La tolerancia había acabado: Fabiano, obispo de Roma, fue martirizado en el año 250; en Cartago y en la Galia las víctimas (mártires) fueron numerosas; la Iglesia tuvo que ocultarse en las catacumbas.

La energía del emperador Galiano acabó por enderezar la situación: Los godos fueron rechazados en Macedonia y el ejército fue reorganizado: En lugar de estar disperso a lo largo del limes, en una frágil barrera incapaz de oponer resistencia, fue transformado en cuerpos elegidos, escalonados en profundidad, preparados para intervenir en los puntos amenazados. Galiano se rodeó de jefes capacitados, de generales originarios de Iliria.

En el año 270, los ejércitos del Danubio dieron al Imperio a uno de ellos: Aureliano. Con él, la victoria volvió a sonreír al Imperio: los alemanes y los vándalos fueron aplastados y los godos abandonaron Macedonia, aunque conservaron la Dacia.

Por precaución, Roma fue puesta en estado de defensa ( Muro de Aureliano). El reino de Zenobia fue reconquistado y la Galia recuperó sus fronteras (año 273).

Aureliano quiso dar una base religiosa a su poder; puesto que el culto oficial no tenía ya partidarios, fundó el culto del Sol Invicto (que se apoyaba en Apolo, Baal y Mitra), divinidad única cuyo representante era el emperador, que llevaba la diadema y la túnica dorada.

Se había dado un paso importantísimo hacia el monoteísmo. Aureliano fue asesinado en 275.

Probo se enfrentó en la Galia contra nuevas invasiones, fortificó las ciudades, exterminó a una parte de los bárbaros y acogió a otros como colonos (276-283). Fue sucedido por un oficial ilirio: Diocleciano.




----------------Diocleciano y la tetrarquía----------------


Un imperio y cuatro emperadores


Diocleciano supo llenar las lagunas de su cultura con un sólido sentido común, el cual le hizo comprender rápidamente que si quería mantenerse no debía permanecer en Roma; por ello, con gran escándalo de la Ciudad Eterna, no dudó en trasladar la capital a la ciudad de Nicomedia, en Oriente.

Las razones de esta elección eran oportunas, ya que desde la nueva capital la vigilancia de las fronteras de Oriente era más fácil. Pero como Occidente estaba también amenazado, decidió dividir el poder y designó a su amigo Maximiano para la defensa de esta zona.

Como Diocleciano no quería competidores, tuvo la precaución de darle a aquel el título de Augusto, haciéndole coemperador y asignándole Milán como capital.

Pero muy pronto esta situación no le pareció suficiente a Diocleciano, tanto más cuanto que no suprimía el difícil problema de la sucesión. Si uno de los dos emperadores faltaba, todo volvería a hundirse en el caos.

Para remediarlo, Diocleciano concibió la idea de designar los sucesores de los dos emperadores en la persona de dos Césares, cada uno de los cuales tendría el control de una región.

Como consecuencia, a Constantino Cloro, llamado así por su color pálido, se le confió la defensa de la frontera renana, con la orden de instalar la capital en la ciudad de Tréveris; de este modo, se convertía en el sustituto de Maximiano.

Por lo que se refiere a su propia sucesión, Diocleciano eligió un valiente guerrero, Galerio, y le confió las regiones danubianas, con la capital en Sirmio (en la actual Serbia).

Los Césares reforzaron sus lazos con los Augustos casándose con las hijas de éstos. El sistema era ingenioso: A la muerte de uno de los Augustos, su César le sustituía automáticamente, designando en seguida a otro César. La reforma fue llamada Tetrarquía (poder de cuatro).

En realidad, el principio monárquico permanecía: Diocleciano se proclamó Jovio, mandatario de Júpiter, mientras que el segundo Augusto, Maximiano, no tenía por patrón más que a Hércules, es decir un semidiós, subordinado al señor de los dioses. Reforzado el gobierno, Diocleciano reorganizó el Imperio.



------------------Fracaso de la tetrarquía------------------


De la tetrarquía a la diarquía: Dos imperios y dos emperadores


Las fronteras habían permanecido estables, en el año 298 los persas también habían retrocedido, abandonando la fortaleza romana de Dura-Europos, en el Eufrates, y el Imperio controlaba Mesopotamia y Armenia. Diocleciano, fiel a su promesa, abdicó en el año 305, lo mismo que Maximiano.

Constancio y Galerio se convirtieron en Augustos y designaron a Severo y a Maximino Daya como Césares. Pero Galerio y Constancio no se entendían bien.

Por otra parte, las legiones de Britania mandadas por Constantino, hijo de Constancio, querían a su jefe, y cuando Constancio murió, en el año 306, los soldados proclamaron Augusto a Constantino.

Imitando su ejemplo, los pretorianos de Roma designaron a Majencio, hijo de Maximiano. La situación se complicaba porque había ya ocho emperadores: Los dos Augustos "oficiales", Galerio y Severo, y sus dos Césares; los dos "usurpadores", Constancio y Majencio, y finalmente Diocleciano y Maximiano, "emperadores honorarios", pero reclamados por la crisis a la política activa.

La situación desencadenó inextricables guerras civiles: Diocleciano pudo contemplar con amargura el fracaso de su sistema. Galerio y Severo fueron marginados, tanto más cuanto que Maximiano, había tomado el partido de su hijo Majencio, pero anteriormente había casado a su hija con Constantino. Su yerno era, pues, el rival de su hijo.

Maximiano proyectó entonces asesinar a Constantino, pero, advertido por su mujer, Fausta, que traicionó a su padre en beneficio de su marido, éste escapó a la muerte y al viejo Maximiano no le quedó otro recurso que el suicidio.

Galerio murió en el año 311 y Severo fue asesinado por Licinio, que se proclamó Augusto. Diocleciano volvió a su retiro.

Quedaban en liza, por consiguiente, Maximiano Daia en Nicomedia (convertido en Augusto después de la muerte de Galerio), Licinio en el Danubio, Majencio en Italia, y Constantino en la Galia, todos con el título de Augusto.

Constantino invadió Italia en 312, derrotando en las puertas de Roma a Majencio (que se ahogó en el Tíber durante la retirada) y fue proclamado Máximo Augusto por el Senado.

Al este, Licinio y Maximino Daia se sometieron por considerar a Constantino demasiado fuerte. En el año 313, Licinio, que se había casado con una hermana de Constantino, expulsó a Maximino Daia de Oriente. Los dos cuñados quedaban solos. La tetrarquía se convirtió en una diarquía, pero no por mucho tiempo.




------------------FINAL DEL MUNDO ANTIGUO------------------


EL FINAL DE ROMA
(337-467 d. de J.C.)


Tres series de hechos caracterizan este período, que concluye con la caída del Imperio romano de Occidente:

1.- El progreso del cristianismo que, a partir de 380 d. de J.C., se convierte en religión del Estado (Edicto de Teodosio).

2.- Constantino muere el 22 de mayo de 337 d. de J.C.. Su sucesión da lugar a usurpaciones, repartos y disputas, en los que participa activamente la Iglesia (los cristianos ortodoxos, que admiten el Credo de Nicea, se oponen a los obispos arrianos).

La frágil unidad restablecida por Teodosio (emperador en 379 d. de J.C., único emperador en 394 d. de J.C. y fallecido en 395 d. de J.C.) conduce a la definitiva división del Imperio en Imperio romano de Oriente (Arcadio) e Imperio romano de Occidente (Honorio).

El primero durará hasta la toma de Constantinopla por los turcos (453 d. de J.C.), y ya veremos en qué momento hay que empezar a llamarle Imperio bizantino.

3.- El Imperio de Occidente, que dependía en teoría del emperador de Oriente, que reinaba en Constantinopla (y de hecho independiente de él), desde 375 d. de J.C. (invasión de los hunos) se derrumba progresivamente bajo los ataques de los bárbaros, uno de cuyos jefes (Odoacro), depone al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo, cuando éste aún es un niño.

La tentativa de Justiniano, emperador romano de Oriente (527-565 d. de J.C.), para reconstruir el Imperio romano universal acaba en un absoluto fracaso.




-----------------------La decadencia-----------------------


La decadencia


La paz romana es un difícil equilibrio entre las dificultades exteriores (ampliaciones territoriales, que protegen el corazón del Imperio -la Península Itálica- y fijan las fronteras imperiales en los tres ríos -Rin, Danubio, Eufrates-) y los problemas de organización interior (nacionalización de las minas, creación de administraciones fiscales, gobierno directo de las provincias turbulentas por funcionarios imperiales, etc.).

A través de numerosas crisis, pronto reprimidas, aparecen, sin embargo, de vez en cuando, los vicios y las debilidades del sistema.

La crisis del Imperio romano, limitada tradicionalmente al período de 234-285 d. de J.C., sólo es el hundimiento definitivo de una muralla ya resquebrajada durante los reinados de Marco Aurelio, Cómodo, Septimio Severo y Caracalla.




-------------El inicio de la decadencia de Roma-------------


Las causas de la decadencia


La crisis y el posterior hundimiento del Imperio romano, puede explicarse por cuatro series de causas:

Causas de estructura
la sociedad imperial está dividida (odio del campo a la ciudad, despertar de los antagonismos regionales, falta de unidad religiosa e intelectual en el Imperio).

La concesión de la ciudadanía romana a todos los peregrinos por el Edicto de Caracalla (212 d. de J.C.) es un paso teórico hacia la homogeneización política del Imperio.

Causas económicas y sociales
un inmenso éxodo rural hace bajar las rentas de la burguesía ciudadana; los precios y los salarios aumentan; las cargas municipales se hacen más pesadas; el mismo Estado carece de medios financieros y se ve obligado a devaluar la moneda.

Causas políticas
A la muerte de Cómodo (31 de diciembre del año 192 d. de J.C.), la crisis de sucesión provoca una guerra civil que dura cuatro años (advenimiento de Severo, que funda una "política de corte" e intenta instaurar un régimen dinástico).

Causas exteriores
Los bárbaros presionan en las fronteras. En el este, son los partos; en Europa central y occidental, son los germanos, que se civilizan al contacto con Roma y empiezan a organizarse (federación de tribus entre los cuados, los marcomanos de Bohemia, los sármatas, los lombardos, los francos, etc.).

Ya hemos visto las consecuencias de estas primeras tentativas de organización durante el siglo IV. Innumerables migraciones afectan a esa gran reserva de pueblos que es Germania oriental y el limes sufrirá numerosos asaltos en el siglo III.

La acción combinada de todas estas causas trae consigo:
1.- Una primera invasión del Imperio por los bárbaros (los persas de Ardacher o Artajares, en 230 d. de J.C.; los alamanes, en 233 d. de J.C.; los godos, en 238 d. de J.C.; los vándalos, hacia 248 d. de J.C.; los burgundios, hacia 269 d. de J.C., etcétera). La presión bárbara se deja sentir sobre el Rin y sobre el Danubio al mismo tiempo.

2.- Una anarquía militar: las legiones eligen a los emperadores. Los reinados concluyen por asesinatos políticos o por muerte en el campo de batalla. La túnica del emperador es una "túnica de Neso" (R. Remondon).

3.- Una serie de desórdenes interiores conduce a que algunas provincias decidan gobernarse por sí mismas. Hay "usurpadores" que se ponen al frente de los países (Póstumo, emperador de las Galias, que rechaza a los francos en 258 d. de J.C.; la reina Zenobia, en Palmira, etc.).

4.- Un aumento de los desórdenes económicos y sociales, que engendran una tendencia a la autarquía en el campo (los pueblos se encierran en sí mismos).




----------------Restablecimiento del Imperio----------------


Los ilirios y la tetrarquía


Los emperadores ilirios son los que acaban con esta larga crisis: Claudio II (268-269 d. de J.C.) derrota a los godos en Naissus, Aureliano (269-275 d. de J.C.) restaura la unidad perdida. Probo libera la Galia y Caro (282-283 d. de J.C.) rechaza a los persas.

Estos emperadores preparan el camino a Diocleciano (285-305 d. de J.C.) que restablece el Estado y cuyas reformas principales son las siguientes:

- La tetrarquía
Se designa así a un sistema de distribución de la autoridad imperial para aumentar su eficacia. Diocleciano elige a un colega para que gobierne Occidente (Maximiano), mientras él gobierna Oriente. Ambos emperadores llevan el título de Augusto. Cada uno de ellos adopta a un subemperador, que lleva el título de César (Diocleciano a Galerio, y Maximiano a Constancio).

Diocleciano, por otro lado, supera a Maximiano, porque se intitula hijo de Júpiter, mientras que Maximiano sólo tiene derecho al título de hijo de Hércules. Esta filiación divina, acompañada de una transformación de los ritos imperiales, subraya el carácter sagrado de la función imperial.

Esta división corresponde al reparto territorial siguiente:

ORIENTE
Augusto, hijo de Júpiter= DIOCLECIANO
(Capital: Nicomedia, en Asia Menor)
César de Diocleciano: GALERIO
(Capital: Sirmio, en Serbia)

OCCIDENTE
Augusto, hijo de Hércules: MAXIMIANO
(Capital: Aquilea o Milán).
César de Maximiano: CONSTANCIO CLORO
(Capital: Tréveris).


División del Imperio en un centenar de provincias, con gobernadores nombrados directamente por el emperador y escogidos entre el orden senatorial (los consulares) o el orden ecuestre.

Las provincias están agrupadas en quince diócesis (Britania, Galia, Vienesa, Hispania, Africa, Italia Anonaria, Italia Suburbicaria, Panonia, Dacia, Macedonia, Tracia, Asia, Ponto, Oriente, Egipto), dirigidas por viceprefectos del pretorio, que son llamados, en lo sucesivo, vicarios.




-------------------Constantino el Grande-------------------


Constantino el Grande


El sistema de tetrarquía concluye después de la abdicación de Diocleciano.

En el 306 d. de J.C., una nueva crisis de sucesión desemboca con la llegada al poder del emperador que sin duda ha influido más en el destino de Roma, después de Augusto: Constantino el Grande (306-337 d. de J.C.), hijo de Constancio Cloro. El Imperio se reorganiza entonces de un modo totalitario.

Constantino, además, realizó dos obras importantes: el establecimiento del cristianismo y la fundación de una "nueva Roma": Constantinopla.

Con este hecho, materializó las oposiciones que existían entre el Oriente griego y el Occidente latino, y puede decirse que asesinó a la ciudad de Rómulo.

Pero -a largo plazo- preparó el Imperio bizantino y preservó del olvido y de la muerte a la civilización grecolatina.

La decisión de fundar Constantinopla data de 324 d. de J.C.. Su inauguración tuvo efecto el 11 de mayo de 330 d. de J.C. Las obras concluyeron en 336 d. de J.C.

La urbe que lleva el nombre de "Ciudad de Constantino" fue edificada sobre el emplazamiento de una antigua colonia griega: la ciudad de Bizancio, sobre el Bósforo.

Uno puede preguntarse por qué Constantino sintió la necesidad de construir una nueva capital. Muchos historiadores creen que hubo una razón religiosa (Roma, capital del paganismo, vio oponerse a ella a Constantinopla, capital del cristianismo).

La ciudad fue cercada de murallas, cuyos restos subsisten aún, que resistieron todos los asaltos orientales hasta 1453.




-----------------------El arrianismo-----------------------


Religión y política: Arrianismo


El omnipotente Constantino no dudó en intervenir en las disputas religiosas que comenzaban a afectar a la Iglesia.

Aunque algunos espíritus buscaban la soledad para orar y meditar, como san Antonio, que se retiró a una gruta a la que el diablo acudió varios veces para tentarle, o san Pacomio, que fundó un monasterio en el desierto egipcio (año 325), inaugurando así la vida monacal que iba a difundirse por Oriente y Occidente, otros sembraron discordias con interpretaciones opuestas de los dogmas o con ataques contra la jerarquía.

Tal fue el caso, en Africa, de creyentes fanáticos que reprocharon a la Iglesia mostrarse demasiado indulgente con los sacerdotes que, durante las persecuciones de Diocleciano, habían renegado de su fe y abandonado los Textos Sagrados.

Donato se rebeló contra el obispo de Cartago en nombre de los mártires, y sus seguidores hicieron nacer un cisma, acompañado de agitaciones sociales.

Fueron condenados en el concilio de Arlés (314) y Constantino los persiguió en vano, concediéndoles finalmente la tolerancia en el año 321. El donatismo subsistiría hasta la invasión árabe.

Pero más problemática fue la denominada herejía arriana. Un sacerdote de Alejandría, Arrio, formado en la escuela de Antioquía, sostenía que Cristo no era de esencia divina, ni participaba en la misma naturaleza de Dios.

El Dios único, incomunicable, no podía dividirse: El hijo era sólo un hombre, una criatura "creada de la nada", adoptada por Dios.

En Oriente, donde se mantenía la influencia de la filosofía griega, esta interpretación de fondo racional era más fácil de comprender para los fieles que le difícil y misterioso dogma de la Santísima Trinidad o consustancialidad: El hombre elegido por Dios era más familiar para la mentalidad oriental que el Dios hecho hombre.

Ante la proliferación de los arrianos, la Iglesia se preocupó, y Arrio fue condenado por primera vez en el año 321, pero algunos obispos (los de Cesarea y Nicomedia) continuaron sosteniéndole.

Cuando Constantino derrotó a Licinio (año 324) y se apoderó de Bizancio, convocó en Nicea un gran concilio, el primer concilio "ecuménico" o mundial, por la presencia simultánea de los de obispos occidentales y orientales(año 325).

El concilio estableció que Cristo era "consustancial" al Padre, al mimo tiempo distinto e inseparable de El, como el Espíritu Santo.

El concilio fijó también las normas de la elección de obispos, dando a los metropolitanos (obispos de las ciudades principales de las provincias romanas) una autoridad superior (Roma, Antioquía, Alejandría, etc.). La Iglesia modelaba su organización sobre la del Imperio.

Por lo demás, la intervención directa de Constantino era un hecho grave; su "protección" se hacía embarazosa.

El emperador se había proclamado "obispo externo"; rehabilitando después a Arrio, la controversia continuó hasta que Teodosio, en el año 381, impuso la doctrina de Nicea.

Los bárbaros, sin embargo, se convirtieron al cristianismo arriano.

El cesaropapismo (intervención del Estado en los asuntos religiosos) había nacido y triunfaba en Constantinopla: Era la semilla del futuro cisma griego.

Cuando Constantino murió en el 337, a los 55 años, quedaban todavía muchos problemas por resolver.




----------------De Roma al Imperio Bizantino----------------


La muerte de Constantino


A la muerte de Constantino vuelve a plantearse un problema de sucesión. Sus tres hijos se reparten el Imperio.

La muerte de Constantino II el Joven deja a dos emperadores enfrentados: Constante en Occidente y Constancio en Oriente. Este último tenía más prerrogativas que el Augusto occidental y prolongó la política asfixiante y totalitaria de Constantino.

El problema de sucesión no se transformó en crisis ni fue causa de ninguna guerra civil: Después de Juliano el Apóstata (361-363 d. de J.C.), Valentiniano I (364-375 d. de J.C.) fundó una dinastía que en 395 d. de J.C. adoptó el principio de una división del Imperio (reparto de la sucesión de Teodosio: Honorio, emperador de Occidente, y Arcadio, emperador de Oriente).

Por esta época, Occidente está a punto de derrumbarse bajo las acometidas de los bárbaros y ya no existe un verdadero Estado romano. Parece que los emperadores de Constantinopla empujan intencionadamente a los bárbaros hacia Occidente.

Pero de hecho, el Oriente, amenazado también por los bárbaros, es presa de numerosas dificultades internas (lucha contra las herejías) y externas: El peligro persa, la llegada en el siglo IV de los árabes beduinos, que instalan "reinos árabes" en Hira (los Lakhmidas), cerca de Damasco (los Gasánidas), en Petra y en Nejd (los Kinditas), y las primeras invasiones eslavas en el Danubio.

Al final del siglo V, ya no existe el Imperio romano de Occidente. Subsiste un Imperio romano de Oriente, que conviene llamar desde ahora Imperio bizantino.

Se puede plantear el problema de la fecha exacta en que concluye, en Occidente, la Antigüedad clásica y empieza, en Oriente, el Imperio bizantino. Las opiniones de los historiadores están divididas. Se han propuesto las fechas siguientes:

- 330 d. de J.C. Fundación de Constantinopla.
- 378 d. de J.C. Batalla de Andrinópolis: victoria de los visigodos sobre el emperador Valente.
- 395 d. de J.C. División del Imperio en romano de Oriente y romano de Occidente.
- 408 d. de J.C. El griego, idioma oficial en Constantinopla.
- 410 d. de J.C. Conquista de Roma por Alarico.
- 476 d. de J.C. Deposición de Rómulo Augústulo por Odoacro.




-----------------La herencia de Constantino-----------------


Juliano el Apóstata, los Valentinianos y Teodosio


Los tres hijos de Constantino el Grande se repartieron el Imperio, no sin haber asesinado a cierto primo suyo que les parecía peligroso para el porvenir.

Constante, que había permanecido solo en Italia, fue derribado por un levantamiento militar; Constancio reconquistó el Occidente, pero, dueño ya de todo el Imperio, confió la defensa de la Galia a un primo suyo que había sido excluido en el año 337 a causa de su poca edad: Juliano.

Después regresó a Constantinopla, donde persiguió encarnizadamente a los obispos hostiles al arrianismo, como el obispo de Alejandría, Atanasio, que huyó al desierto con san Antonio. Todo Oriente parecía arriano.

En la Galia, Juliano había expulsado a los francos y a los alemanes. Muy popular a causa de su administración, adorado por sus soldados, fue proclamado emperador en el año 360. De cultura griega, seguía siendo pagano de corazón y rechazó el cristianismo.

Instalado en Lutecia (París), cuyo clima le agradaba, continuó la reforma de la administración imperial, disminuyó los impuestos, toleró todas las sectas religiosas, pero sobre todo intentó una verdadera reconstrucción de la Iglesia pagana con su jerarquía (de la cual era jefe), y algunos dogmas que mezclaban cultos solares, neoplatonismo y moral cristiana.

Debemos repartir nuestras riquezas con todos los hombres -decía-, pero sobre todo con los buenos, los débiles y los pobres.

Se aprestaba a perseguir abiertamente a la Iglesia cristiana cuando murió en el año 363, mereciendo así el sobrenombre de Apóstata, puesto que había sido bautizado.

Con él se extinguía la dinastía de Constantino. En el año 364, un oficial de la guardia, Valentiniano, de origen danubiano, fue proclamado emperador, fundando una dinastía que habría de durar hasta el año 392. Cedió Oriente a su hermano Valente, reservándose Occidente para él y para su hijo Graciano.

Los Valentinianos: El desastre de Adrianópolis
Instalado en Tréveris, Valentiniano se dedicó enérgicamente a la defensa de las fronteras en Britania, Galia y Africa.

Murió en el año 375, cerca del Danubio, siendo sucedido por Graciano. Pero éste, educado por Ausonio, poeta de Burdeos, se interesaba sobre todo por la literatura y el arte.

La Galia conoció un período de prosperidad y de brillantez. Por el contrario, Valente fue menos afortunado en Oriente.

Empujados por los hunos, procedente de Mongolia, los godos, divididos en numerosas tribus (ostrogodos, godos brillantes, godos nobles o visigodos), algunas de las cuales se habían convertido al cristianismo arriano, pidieron asilo y después forzaron la frontera del Danubio.

Valente trató de contenerlos, pero los jinetes acorazados derrotaron a sus legiones cerca de Adrianópolis, donde el emperador encontró la muerte (año 378). Los godos entraron en masa en el Imperio.

El débil Graciano recurrió a un general hispanorromano, Teodosio, confiándole el gobierno de Oriente.

Poco a poco, Teodosio sometió a los godos, les concedió el estatuto de aliados o federados y dejó a su custodia las provincias fronterizas. El peligro externo había desaparecido, pero Graciano fue víctima de una revuelta en la Galia.

Teodosio tuvo que intervenir para expulsar al usurpador Máximo (338). La muerte del último Valentiniano (392) le dejó dueño del Imperio.




--------------------Divisiones: Teodosio--------------------


Teodosio: División del Imperio y caída de Roma


En Oriente, desde el año 380, Teodosio apoyó a la Iglesia oficial, prohibiendo el arrianismo y deponiendo a los obispos rebeldes.

Pero los godos que se encontraban dentro de los límites del Imperio seguían siendo arrianos: Los bárbaros preferían una doctrina más simple. En Africa subsistía del donatismo, y en Hispania se había difundido una herejía profunda y mística predicada por Prisciliano, obispo de Avila.

Las violentas persecuciones contra los herejes levantaron las protestas de los obispos Martín de Tours y Ambrosio de Milán. Pero el catolicismo seguía siendo todopoderoso.

En el año 390, Teodosio ordenó una represión despiadada después de una revuelta en Macedonia. Ambrosio, indignado por el exterminio de miles de inocentes, excomulgó al emperador, prohibiéndole el acceso a las iglesias hasta que no hiciera penitencia: Teodosio se sometió el día de Navidad. Esta fue la primera penitencia pública de un soberano, y los Papas de la Edad Media se acordarían del precedente.

Teodosio, en adelante sumiso a Ambrosio, decretó en el año 392 la prohibición de los cultos paganos, de las libaciones, de los sacrificios. Pero las creencias antiguas subsistieron durante mucho tiempo en las zonas rurales de Occidente (el término pagano proviene de pagus, aldea), a pesar de los esfuerzos de san Martín de Tours.

Hubo también una rebelión de la aristocracia romana fiel a las viejas tradiciones que, aliada con el franco Argobasto, intentó restaurar el paganismo en toda Italia (año 393).

Teodosio tuvo que comprometerse en una verdadera guerra de religión y su victoria del río Frigido, en el Véneto (394), le permitió eliminar definitivamente el paganismo.

El catolicismo se convirtió en la religión oficial y única del Imperio romano, pudiendo señalarse esta fecha como el final del mundo antiguo, o, por lo menos, de sus dioses.

Teodosio murió en el año 395. Frecuentemente, los historiadores del pasado le llamaron el último gran emperador romano y relacionaron su muerte con el fin del Imperio, que repartió entre sus dos hijos: Arcadio y Honorio.

En realidad, la división entre Occidente y Oriente había sido instaurada prácticamente hacía un siglo, con la tetrarquía, y ya Constantino, en el año 314, había dejado Oriente a Licinio.

Sin embargo, la fecha del año 395 debe ser recordada porque, desde entonces, las dos mitades del Imperio siguieron distintos destinos. Teodosio señaló el fin de una época en Occidente. El Imperio mantuvo su fachada unos años más gracias -y el hecho es altamente simbólico- a la energía de Estilicón, bárbaro de origen vándalo.

Después, todo quedó sumergido por las sucesivas invasiones en la Galia, en Hispania, en Africa y en Italia, donde Alarico saqueó Roma en el año 410.

Por el contrario, Oriente logró evitar la tempestad y la idea imperial sobrevivió en Constantinopla, con el imperio bizantino, durante muchos siglos. Por esto, en vísperas de las grandes invasiones del siglo V, podemos calibrar la obra de este prodigioso conjunto a punto de hundirse.




--------------------La herencia de Roma--------------------


El legado de Roma: Nacimiento de la civilización occidental


A pesar de las destrucciones perpetradas por los bárbaros, la herencia de Roma siguió viva por espacio de siglos.

Occidente fue modelado por la Ciudad Eterna, la Urbe, transmitiéndole la civilización griega después de haberla asimilado.

A dicha civilización, Roma añadió una sabia y precisa constitución jurídica, un derecho aplicable a todos los hombres libres.

Los romanos fueron los primeros que construyeron un estado universal y centralizado en el cual quedaba suprimida la distinción entre vencedores y vencidos, como escribió el poeta galo Rutilio Namaciano:

Tú has hecho una sola patria de pueblos distintos. Tú has hecho ciudad de lo que antes era el mundo.


A pesar del retroceso señalado por las invasiones bárbaras, el derecho romano sobrevivió, inspirando las legislaciones modernas. Por esto fue estudiado siempre en las universidades.

También la idea de unidad permaneció viva: Justiniano, Carlomagno, Otón el Grande intentaron sucesivamente reconstruirla en Europa. Las ambiciones de Napoleón tuvieron su origen en el recuerdo de Roma.

La lengua latina sobrevivió a la ruina, y hasta el siglo XVII, sabios y filósofos escribieron en latín, vehículo universal de comunicación. El italiano, el francés, el castellano, el portugués, el catalán, el gallego, el rumano, etc., proceden de la lengua imperial.

Sobre las calzadas romanas fueron trazadas durante mucho tiempo las rutas occidentales. La mayor parte de las grandes ciudades de hoy, desde Gibraltar al Rin, desde Grecia hasta el mar del Norte, nacieron en lugares elegidos por los romanos.

Roma es el único ejemplo en la historia de una pequeña aldea que se convirtió en la capital de mundo, manteniéndose durante diez siglos, a través de luchas sociales, guerras civiles, locuras de emperadores, innumerables cambios de regímenes.

Se ha hablado algunas veces de un "inmovilismo" romano: En realidad no existe testimonio de una evolución semejante, de similares facultades de adaptación, de un destino igualmente extraordinario.



----------------Ascensión y caída de Cartago----------------


Los Magónidas


De 535 a 450 a. de J.C., una sola familia cartaginesa tuvo en sus manos el destino de la ciudad: la familia de los Magónidas.

La llegada de los griegos a Sicilia provocó un retroceso de los cartagineses, que compartieron la isla con los recién llegados.

Pero la verdadera rival de Cartago en el Mediterráneo fue Roma, que pretendía anexionarse Sicilia.

A raíz de un conflicto entre las ciudades de Mesina (apoyada por Roma) y Siracusa (apoyada por Cartago) estalló la primera guerra púnica (264-241 a de J.C.), seguida de la segunda (219-202 a. de J.C).

Delenda est Cartago. La frase de Catón se vio cumplida en el año 146; de la ciudad sólo quedaban ruinas.




------------------------La religión ------------------------


La influencia religiosa extranjera: Sincretismo púnico


Los cartagineses habían conservado algunos elementos fundamentales de la religión cananea.

Se han estudiado algunos de sus ritos, que son muy semejantes a los descritos en los textos religiosos de Ras-Shamra que se remontan al II milenio a. de J.C.

En los numerosos templos, llenos de exvotos, estelas, objetos culturales de oro, etc., los sacerdotes (kohen) y las sacerdotisas, cuyo traje consistía en un vestido de lino transparente, celebraban un culto que aún no conocemos bien.

Ignoramos si celebraban fiestas rituales, como en Fenicia; pero, en cambio, sabemos que los sacrificios tenían una tarifa (cosa que no es de extrañar de unos descendientes de los fenicios), que determinaba las aportaciones respectivas del sacerdote y del laico que ofrecía el sacrificio.

Los principales actos rituales eran:
- el holocausto (ofrenda completamente consumida por el fuego),
- el sacrificio expiatorio (muy parecido al de los hebreos) y
- la comunión.

Hay que citar aparte los sacrificios humanos, como, por ejemplo, la ofrenda del primogénito, de origen cananeo: Los niños, ofrecidos a Baal, eran quemados, y sus cenizas conservadas en urnas que se han encontrado en extensos cementerios.

Principales divinidades cartaginesas
- Tanit es la Gran Diosa (en fenicio, Elat; Tanit es nombre de origen africano). Forma, indiscutiblemente, junto con Baal Hamón, la cabeza del panteón cartaginés.

- Baal Hamón, equivalente masculino de Tanit. Los griegos lo identifican con Zeus.

Es un dios de carácter solar, que los romanos adoraron más tarde con el nombre de Saturno (especialmente en Dugga, cerca de Constantina). Los primogénitos de Cartago se inmolaban a Baal Hamón.

- Eshmún: Su templo estaba situado en una colina de la ciudad (Byrsa). Los antiguos lo identificaron después con Esculapio.

- Melkart, era el Gran Dios tirio (Baal Melkart), identificado más tarde, por ciertas tradiciones, con Herakles.

También, la mayoría de los dioses fenicios, ( Astarté, Safon, etc.) eran adorados por los cartagineses.




---------------------Las instituciones---------------------


Las instituciones


Desconocemos los aspectos primitivos de las mismas.

Desde el siglo IV a. de J.C. existen en Cartago dos asambleas (un Senado , de 300 miembros, y un Consejo, compuesto por senadores) y dos magistrados supremos elegidos cada año (los sufetes).

A los generales los elige la asamblea de ciudadanos (distinta del Senado), que zanja eventualmente los desacuerdos que pudiera haber entre el Senado y los sufetes. Los autores antiguos admiraban esta constitución y la comparaban con la de Esparta.

La sociedad era muy abierta: Una sociedad de mercaderes y de navegantes, en la que las mujeres disfrutaban de los mismos derechos que los hombres y donde la monogamia era la norma matrimonial.

La población de Cartago, durante la tercera guerra púnica, llegó a centenares de miles de habitantes. No había exclusivismos frente a los extranjeros, que obtenían fácilmente la nacionalidad cartaginesa.

El régimen también era benigno para los esclavos (casamiento reconocido por la ley y posibilidad de manumisión).

La riqueza de la ciudad proviene de su actividad comercial. Exporta vino, cereales, aceite de oliva, púrpura y objetos manufacturados (ebanistería muy reputada, cerámica, tejidos bordados, perfumes, joyas, vajilla, amuletos).

Había hombres de negocios cartagineses en todos los puertos del Mediterráneo; estaban encargados de todas las transacciones comerciales.

La prosperidad de Cartago era tal que apenas exigían impuestos (sólo se cobraban en alguna circunstancia excepcional).

En cambio, los puertos controlados por los cartagineses exigían unos derechos enormes a los barcos extranjeros, hecho que también contribuía a enriquecer sus ciudades.




-------------El ejército Cartaginense (púnico)-------------


El ejército y la marina


El ejército púnico (cartaginense) hizo temblar a Roma.

Se componía de una infantería ligera, armada de espadas cortas y de hondas (bolas de barro cocido); una caballería, muy bien instruida por Aníbal, y montada en caballos pequeños (los actuales caballos árabes de Numidia).

Además contaba con carros de guerra, que en el siglo III a. de J.C. se reemplazaron por elefantes (un centenar en línea, arremetiendo contra el enemigo), y una artillería provista de catapultas y de balas de hierro.

La flota púnica, heredera de la flota fenicia, estaba compuesta de millares de barcos pertenecientes a armadores y transformables en navíos de guerra (o en transportes de tropas, si llegaba el caso).

Estos barcos iban propulsados a remo o a vela (popa levantada, proa terminada en un espolón que servía para perforar el casco de los navíos enemigos). La flota de guerra constaba de cien a doscientas galeras, propulsadas por dos o tres filas de remeros.

Los cartagineses del siglo IV a. de J.C. fueron los precursores de los grandes navegantes de los siglos XV y XVI.

Efectuaron dos grandes periplos. El primero, realizado por un tal Himilcón, que pasó el estrecho de Gibraltar y seguramente llegó hasta Irlanda, es poco conocido.

El segundo, inmortalizado en bronce en el templo de Baal, fue obra del rey Hannón (de la familia de los Magónidas), quien, después de establecer colonias púnicas en Marruecos, cruzó Gibraltar y bajó hacia el sur, hasta el golfo de Guinea.

Batalla de Palermo.




---------------------Las artes púnicas---------------------


Las artes púnicas


Poco sabemos de la arquitectura cartaginesa. Los autores antiguos, sin embargo, nos han recordado que los monumentos oficiales y los templos eran particularmente ricos y majestuosos.

La ornamentación, por lo que se deduce de algunos elementos que sobrevivieron a las destrucciones romanas y que han sido encontrados por los arqueólogos, no parece que fuera muy original.

Cuando los cartagineses no quemaban a sus muertos, los enterraban en unas cámaras funerarias bastante profundas, con el cuerpo envuelto en un sudario y colocado en un ataúd (sarcófago) de madera o, excepcionalmente, de piedra o de mármol.

Si no nos queda prácticamente nada de la arquitectura y de la escultura púnicas, los arqueólogos, en cambio, han descubierto más de un millar de cipos (pequeños ex-votos funerarios) y millares de estelas que llevan una inscripción dedicatoria o una ornamentación grabada. La ornamentación de las estelas tiene generalmente un signo simbólico llamado signo de Tanit y que tal vez fue tomado de los egipcios.

Entre los demás símbolos encontrados, figuran: el caduceo, el ídolo en forma de botella, el disco coronado por una media luna, el planeta Venus, etcétera. Algunas estelas llevan también dibujos animalísticos (animales de sacrificio) e incluso representaciones humanas.

Pero la cerámica cartaginesa es la artesanía mejor conocida de esta civilización. Su exportación era importante, y se han descubierto muestras de alfarería púnica por todo el Mediterráneo.

El barro cocido no sólo servía para hacer vasijas; se ha encontrado un gran número de pequeños recipientes para poner aceite en el que se mojaba una mecha (lámparas cartaginesas), estatuillas (de 10 a 20 cm de altura), que generalmente representaban siluetas femeninas y, finalmente, las máscaras, producción típicamente púnica y muy original.

Ignoramos cómo era el mobiliario cartaginés; pero las joyas (brazaletes, collares, colgantes, sortijas, etc.), así como la cristalería y los marfiles, son muy abundantes.



----------------------HISTORIA DE ROMA----------------------


SINTESIS HISTORICA DE ROMA


Virgilio, Tito Livio y Cicerón han contado la historia legendaria de la fundación de Roma.

Los albanos y la leyenda
Una vez terminada la guerra de Troya, Eneas, uno de los hijos de Príamo, llegado después de un largo periplo a la desembocadura del Tíber, se casa con Lavinia, hija del rey del Lacio, se alía con el corinto Evandro y funda la ciudad de Lavinium. Su hijo Ascanio, llamado también Iulo, funda la ciudad de Alba Longa, al pie de los montes Albanos.

Después de él se suceden dos reyes albanos. El último de ellos, Procas, era padre de dos hijos: Amulio y Numitor. Numitor, el mayor, sucedió a su padre; pero Amulio le destronó, usurpándole el trono y, para acabar con la descendencia de Numitor, convirtió a la hija de éste, Rhea-Silvia, en una vestal (las vestales estaban obligadas al celibato).

Sin embargo, el dios Marte (dios de los combates), enamorado de Silvia, se unió a ella y de esta unión nacieron dos gemelos: Rómulo y Remo.



-----------------------Rómulo y Remo-----------------------


Rómulo y Remo: Los primeros reyes


Amulio mandó arrojar al Tíber a dos recién nacidos, Rómulo y Remo, fruto de la unión entre Marte y Silvia; pero el río, en crecida en aquel momento, los depositó en la orilla, donde fueron recogidos por una loba, que los amamantó en la gruta de Lupercal.

Allí los recogieron Fáustulo y Larencia, una pareja de pastores que los crió en una cabaña. Llegados a la edad adulta, los dos gemelos dieron muerte a su tío Amulio, repusieron en el trono de Alba a su abuelo y decidieron fundar una ciudad en el monte Palatino.

Para saber quién sería el fundador, consultaron los presagios. Ganó Rómulo (que había visto doce buitres, mientras que su hermano sólo vio seis).

A causa de ello disputaron, y Rómulo mató a Remo (según otra tradición, Remo se burló de su hermano franqueando los límites de la ciudad futura, y Rómulo le mató, diciendo: "así perecerá todo aquel que franquee mis murallas").

El límite de la ciudad que había de dominar el mundo fue trazado por un arado arrastrado por una vaca blanca y un toro blanco.

Para poblar su ciudad, Rómulo abrió en el Capitolio un asilo sagrado, donde se refugiaban los esclavos, los fugitivos, etc., y organizó el rapto de las jóvenes sabinas durante una fiesta celebrada en honor del dios subterráneo Consus.

Después de una rápida guerra, Rómulo y el rey sabino Tito Tacio decidieron reinar juntos sobre sus dos pueblos reunidos.

Después, Tacio, moriría asesinado, y Rómulo, ahora único rey de Roma, desaparecería misteriosamente, arrebatado por una nube durante una revista militar. A partir de entonces, los romanos le veneraron como a un dios y le denominaron, en lo sucesivo, Quirino.

Los reyes de Roma
Después de Rómulo se sucedieron seis reyes: Numa Pompilio (de origen sabino), que organizó la religión aconsejado por la ninfa Egeria; Tulo Hostilio, que guerreó contra la ciudad de Alba Longa (combate entre los Horacios, por Roma, y los Curiacios, por Alba); y Anco Marcio, que construyó el puerto de Ostia y el famoso puente Sublicio, sobre el Tíber (puente enteramente de madera, y que sólo podía ser reparado con herramientas de madera).

Los tres reyes últimos son etruscos:
- Tarquino I, que importa a Roma las insignias de los magistrados etruscos y construye el templo de Júpiter Capitolino, un circo y una gran cloaca (la Cloaca Maxima);
- Servio Tulio, que rodea la ciudad de una muralla, la divide en cuatro barrios y reparte la población en cinco clases sociales, según su fortuna;
- Tarquino el Soberbio, que impone su tiranía al Lacio.

La violación de la romana Lucrecia por el hijo de Tarquino, desencadena una revolución encabezada por Lucio Junio Bruto, que acaba con la monarquía etrusca e instaura la República (510 a. de J.C.).



--------------------La República Romana--------------------


Caída de los reyes y comienzos de la República (509-275 a. de J.C.)


En el año 509 a. de J.C., Roma se libera del dominio de los etruscos, que marchan hacia la decadencia.

De aquí en adelante es una ciudad soberana, vinculada a su libertas, cuyo símbolo S.P.Q.R. (Senatus populusque romanus: el Senado y el pueblo romano), indica que el poder pertenece a los ciudadanos y no ya al detestado rey que la República ha suprimido.

En efecto, el fin de los Tarquinos, que trataban de apoyarse en el pueblo, significa la victoria de la clase rica, puesto que los patricios monopolizan las magistraturas y el Senado, y Roma conocerá en consecuencia sangrientas luchas sociales.

En el interior, después de haber expulsado a los Tarquinos, la república romana hace sus primeras armas.

El periodo se distingue por la oposición social, política y económica entre los patricios, herederos legítimos de los cultos indoeuropeos y que eran los únicos que tenían el privilegio de conversar directamente con Júpiter mediante la interpretación del lenguaje de los pájaros (auspicios), y los plebeyos, que tal vez descendían de las comunidades indígenas dominadas por los pastores indoeuropeos.

Los plebeyos, tras largas luchas políticas, consiguieron tener, en un principio, unos protectores oficiales: Los tribunos de la plebe (494-493 a. de J.C.).

Más tarde, una legislación escrita que concernía al derecho de propiedad (la Ley de las XII tablas y los decenviros, 451-449 a. de J.C.) y, finalmente, el derecho de acceder a las diferentes magistraturas y, en último lugar, al consulado (367 a. de J.C.).

La verdadera igualdad política no se obtuvo hasta 321 a. de J.C., después del desastre de Caudio, y la igualdad religiosa en el año 300 a. de J.C. (acceso de los plebeyos al sacerdocio). Los grandes hombres de este periodo fueron Cincinato, Decio y Camilo.

En el exterior, el ejército romano conquista la Península Itálica: poco a poco, los latinos (493 a. de J.C.), los etruscos (Camilo vence en Veyes, en 395 a. de J.C.), los samnitas, los ecuos y los volscos, son dominados.

Pero estas conquistas no se llevan a cabo sin derrotas. La guerra contra los montañeses samnitas duró 50 años y se caracterizó por el desastre de Caudio (las horcas caudinas, 321 a. de J.C.): Los romanos, vencidos, desarmados y desnudos, pasaron bajo el yugo (especie de puerta formada por una lanza atravesada sobre otras dos).

Finalmente, en 283-282 a. de J.C., las coaliciones del Lacio fueron vencidas definitivamente. La conquista de la Península Itálica central había sido precedida por una invasión gala (derrota del Allia, en 390 a. de J.C., y conquista de Roma por los galos).

El final de este periodo se caracteriza por la lucha contra Tarento, que tenía a sueldo a Pirro, rey del Epiro, vencedor en Heraklea (280 a. de J.C.) y en Ausculum (279 a. de J.C.).

Estas victorias, de las que Pirro salió más debilitado que los vencidos, no fueron decisivas, y el rey del Epiro, derrotado finalmente en Benevento (275 a. de J.C.), retornó a Grecia.




--------------------¡Ay de los vencidos!--------------------


Las guerras interiores: Afirmación peninsular


Inmediatamente después de su independencia, Roma no era más que una pequeña ciudad del Lacio, rodeada de vecinos indóciles.

En el año 494 a. de J.C., el dictador Postumio derrotó a los latinos en el lago Regilo, siéndoles impuesta una alianza.

Los etruscos seguían siendo peligrosos, pero los griegos de Cumas y los latinos los habían rechazado por tierra y por mar (con ayuda de Siracusa en el año 474 a. de J.C.) forzándoles a replegarse hacia Toscana. La potencia marítima de los etruscos había sido vencida.

Roma guerreó contra los volscos, en el sur del Lacio, y los equos, que procedían de los Apeninos. Luego acometió contra la fortaleza etrusca de Veyes, a veinte kilómetros de su ciudad.

Después de diez años de sitio, Camilo se apoderó de la plaza (395 a. de J.C.) dando a su patria el dominio de la Etruria Meridional.

Roma había de pasar, sin embargo, por una terrible prueba, la invasión de los galos. Procedentes de Europa Central, los celtas habían ocupado la Galia, Península Ibérica y el sur de Germania.

Alcanzaron su apogeo en la época llamada de "la Tène" (del nombre de una de sus localidades, situada en la orilla del lago Neuchâtel).

Armados de espada, escudo y casco puntiagudo, sometidos a un aristocracia guerrera, y amantes la belleza y el lujo, los celtas, federados en bandas conquistadoras, arrebataron a los etruscos la llanura del Po, y atravesaron los Apeninos y la débil Etruria.

Pronto se encontraron a las puertas de Roma. Espantosos de contemplar, pintados de rojo, encogiendo de terror el corazón de sus enemigos con el grito salvaje que lanzaban antes de atacar, se precipitaron contra las legiones romanas (381 a. de J.C.). Estas huyeron en desorden y la población abandonó la ciudad.

Destruyendo y asesinando a los escasos habitantes que quedaban, los galos dejaron que los más aptos se refugiaran en el Capitolio. Pusieron sitio a la ciudadela y una noche intentaron apoderarse de ella por sorpresa; pero los gansos consagrados a Juno lanzaron tal clamor que los defensores se despertaron y rechazaron el ataque.

Sin embargo, transcurridos siete meses, los romanos tuvieron que pedir la paz. Breno, el jefe de los bárbaros, exigió entonces, para marcharse, una considerable cantidad de oro.

Pero habiendo impuesto, para pesar el metal precioso, una balanza falseada a su favor, colocó su espada sobre el platillo, pronunciando la famosa frase "Vae victis", ¡Ay de los vencidos!

Los invasores galos no seguían en sus conquistas ninguna línea estratégica; cargados de un pesado botín, se retiraban para ir a buscar fortuna a otro lugar, mientras una parte de ellos se establecía en la llanura del Po.

La epopeya céltica continuó en el siglo siguiente, con la invasión de Tracia y Macedonia. Delfos fue saqueada en 279 a. de J.C.

Sus bandas llegaron incluso a devastar el Asia Menor, donde los fieros guerreros de piel blanca, los gálatas, formaron un reino independiente.




----------------------Guerras samnitas----------------------


Las guerras samnitas


El héroe que habían salvado el Capitolio, Marco Manlio, demasiado favorable a los campesinos pobres, irritó a los patricios, que le acusaron de aspirar a la tiranía y le condenaron a ser arrojado desde lo alto de una roca: La Roca Tarpeya que estaba cerca del Capitolio.

La ciudad se había recuperado y había reconstruido nuevas casas sobre sus ruinas, y, como si la prueba la hubiera fortalecido, comenzó de nuevo su lenta expansión. En el año 338 a. de J.C., los latinos sublevados fueron definitivamente sometidos y su liga disuelta. Los colonos romanos serían sus vigilantes.

Aprovechándose de las consecuencias de la invasión céltica, que había debilitado también a Etruria, Roma llevó a cabo la conquista del país. Cerveteri, Tarquinia, Arezzo, Vulci, Volsinias se rindieron una tras otra (de 300 a 265 a. de J.C.).

Al mismo tiempo, los romanos, cada vez más ambiciosos y ávidos de conquistas, invadieron la Campania, donde chocaron con los rudos montañeses samnitas que habían ocupado la llanura. Fueron necesarias tres guerras para triunfar. en 321 a. de J.C., las legiones romanas, cercadas junto al desfiladero de las Horcas Caudinas, tuvieron que rendirse y desfilar bajo el humillante yugo.

Los encarnizados y oscuros combates (Alejandro había muerto poco después de su prodigiosa aventura), concluyeron con la victoria de Roma en Sentino (295 a. de J.C.) sobre una coalición de samnitas, galos y etruscos.

Los fanáticos montañeses de la "legión del lino" se dejaron matar. Roma había llegado al Adriático y dominaba toda la Italia central. Entonces se volvió hacia el sur, que estaba repartido entre las ciudades griegas.




----------------------Guerras pírricas----------------------


Los elefantes de Pirro


Desde hacía un siglo, griegos y cartagineses se enfrentaban en Sicilia. Dionisio, tirano de Siracusa, había resistido a Cartago. Tarento estaba amenazada por la presión de los pueblos de Apulia.

Envidiosas de su riqueza, las ciudades griegas del sur aceptaron la alianza romana. Todas las fuerzas de Grecia habían sido dirigidas hacia Oriente como consecuencia de la expedición de Alejandro Magno, y no podían acudir en ayuda de las ciudades hermanas de Italia.

Tarento quiso resistir. Era una gran metrópoli, orgullosa de su industria, de su comercio y de su arte. Para defenderse, apeló a Pirro, rey de Epiro, un príncipe montañés embebido por la Ilíada, que, por su sangre macedónica, soñaba con renovar las hazañas de Alejandro.

Pirro desembarcó en el año 280 a. de J.C. y combatió contra los romanos, que por primera vez se encontraron frente a una formidable máquina de guerra: Los elefantes. Estos, cargando contra las legiones, las pusieron en fuga.

Al año siguiente, el rey de Epiro alcanzó una nueva victoria, pero por dos veces, a pesar del triunfo, sufrió gravísimas pérdidas y, aunque sabía vencer al enemigo, no sabía sacar después una ventaja inmediata.

Roma recibió entonces una ayuda inesperada: Cartago quería apoderarse de Siracusa, y la ciudad siciliana recurrió a Pirro, que marchó contra los cartagineses, volviendo después a Italia.

Pero esta vez los romanos, habiéndose acostumbrado a los elefantes, aplastaron al ejército del rey de Epiro, en Benevento, en el año 275 a. de J.C.

Pirro, lleno de amargura, volvió a partir para Grecia, donde encontró la muertes tres años después, en Argos, en circunstancias oscuras. Antes de abandonar Sicilia había dicho: "¡Qué hermoso campo de batalla dejamos a los cartagineses y a los romanos!"

Tarento se rindió en el año 272 a. de J.C. Roma reinaba ya en la Italia meridional: Sicilia estaba muy cerca. Hasta aquel momento, Roma y Cartago habían mantenido buenas relaciones, confirmadas por cuatro tratados de alianza. Pero los aliados iban a transformarse ahora en enemigos implacables.




----------------EXPANSION Y GUERRAS PUNICAS----------------


LA CONQUISTA DEL MEDITERRANEO (260-120 a. de J.C.)


La política exterior y el éxito de las legiones romanas dominan esta época, particularmente caracterizada por las guerras contra Cartago (las tres guerras púnicas).

La primera guerra púnica empieza en 264 a. de J.C.. Su causa es la rivalidad que enfrenta en Sicilia a Roma y Cartago.

Las victorias navales de Miles (264 a. de J.C.) y de las islas Egates (241 a. de J.C.), proporcionan a los romanos el dominio de dicha isla, a pesar de los éxitos cartagineses en tierra firme, debidos al genio militar de Amílcar Barca (hacia 247 a. de J.C.).

En 238 a. de J.C., Roma se hace dueña de Cerdeña y Córcega. La segunda guerra púnica empieza en 219 a. de J.C. Fue buscada por el cartaginés Aníbal, uno de los más grandes capitanes de la Antigüedad.

Este, partiendo de Hispania, atravesó los Pirineos y los Alpes con un ejército temible (80.000 infantes, los jinetes númidas -Numidia es la actual Argelia- y 37 elefantes), e infligió a Roma una serie de aplastantes derrotas:
- en las riberas del Trebia (afluente del Po), en 218;
- cerca del lago Trasimeno, en 217 a. de J.C. (contra Flaminio),
- finalmente, en Cannas (Apulia), el 2 de agosto de 216 a. de J.C. (contra Varrón y Paulo Emilio). En seguida, reconquistó Sicilia, y tomó Capua en 210 a. de J.C.

Pero Roma salió al fin victoriosa de esta "guerra inexpiable" gracias a las maniobras de desgaste dirigidas por el cónsul Fabio Cunctátor (Fabio el Contemporizador). Sicilia fue reconquistada en 210-205 a. de J.C. (muerte de Arquímedes en el sitio de Siracusa, en 212 a. de J.C.).

Los hermanos Escipión acosaron a los cartagineses en Hispania y el hijo de uno de ellos, Publio Cornelio Escipión, de sólo veinticuatro años de edad, reconquistó la Hispania del sur (Andalucía) y, después de la victoria de Metauro (207 a. de J.C.), obtenida por los cónsules romanos, llegó a Africa en 204 a. de J.C..

Aliado con el númida Masinisa, Escipión el Africano aplastó a Aníbal en la batalla de Zama, en 202 a. de J.C.: Cartago se convirtió en vasallo de Roma.

La tercera guerra púnica fue desencadenada, en 149 a. de J.C., por Catón, obsesionado por su odio a Cartago (acababa todos sus discursos con la misma frase: Delenda est Carthago: "Cartago debe ser destruida").

Pretextando una violación del tratado de 201 a. de J.C., los romanos desembarcaron en Africa al mando de Escipión Emiliano (no hay que confundirlo con el vencedor de Zama), hijo de Paulo Emilio. Después de un asedio que duró tres años, Cartago cayó, en 146 a. de J.C., en manos de los romanos.

Fue completamente arrasada, y sus habitantes, asesinados o desterrados. Paralelamente, los romanos acabaron la conquista de Hispania (Escipión Emiliano aniquiló la última resistencia en Numancia, en 133 a. de J.C.) y, traspasando los Pirineos, se instalaron en Provenza.

La conquista romana también se llevó a cabo hacia el este: ocupación de Macedonia (Filipo V de Macedonia fue derrotado en Cinoscéfalos, en 197 a. de J.C., y Perseo en Pidna, en 168 a. de J.C., y se conquistó definitivamente el país en 148 a. de J.C.). Luego, Grecia entera y, el reino asiático de Pérgamo (129 a. de J.C.), cayeron también en manos de las legiones romanas.

Consecuencias de estas conquistas
La Roma victoriosa imita a la Grecia vencida (nacimiento de la literatura latina). Por otra parte, los pequeños propietarios -la clase media romana-, arruinados y diezmados, desaparecen. Sólo quedan en Roma ricos y pobres.

Los Gracos (Tiberio y Cayo Graco, que ocupan el poder de 133 a 121 a. de J.C.) intentan en vano establecer una ley agraria para reconstituir la clase social de los pequeños agricultores, indispensable para el equilibrio político de la república.

Pero, asesinados ambos, su intento de establecer una república popular en Roma, fracasa.




-------------------Primera guerra púnica-------------------


Las guerras exteriores


La guerra, llamada púnica porque los latinos denominaban "puni" a los cartagineses, estalló cuando los romanos, habiendo desembarcado en Sicilia, se apoderaron de Mesina y amenazaron a las demás ciudades griegas, Siracura y Agrigento, que solicitaron la ayuda de Cartago, su tradicional enemiga.

En el año 262 a. de J.C., Hierón, tirano de Siracusa, negoció con Roma, y Agrigento fue conquistada después de un largo asedio (262 a. de J.C.), entregando un riquísimo botín. En aquel momento, Cartago parecía invencible debido a su dominio en el mar.

En sesenta días, los arsenales de Campania construyeron una flota de guerra de 150 quinquerremes (con cinco filas de remeros) y 20 trirremes, bajo la dirección de los siracusanos, que enseñaron a los romanos cómo abordar las naves enemigas mediante "ganchos".

En el año 260 a. de J.C., el cónsul Duilio alcanzó ante Milas la primera victoria naval de la historia de Roma; las proas de los navíos apresados adornaron la llamada Columna rostral del Foro. Los romanos quisieron entonces llevar la guerra a Africa, y el cónsul Régulo desembarcó en el cabo Bon.

Pero Cartago ocupaba una posición inexpugnable y el ejército cartaginés, confiado a un espartano, Jantipo, derrotó a las legiones, haciendo prisionero a Régulo y a 5.000 de sus hombre (255 a. de J.C.).

Para colmo de desgracias, la flota romana, sorprendida por una tempestad, sufrió un desastre sin precedentes: Las naves naufragaron y miles de hombres murieron ahogados. La urbe demostró una vez más aquello de lo que era capaz ante la adversidad, reconstruyendo en tres meses su marina y su tripulación.

Los marinos, no pudiendo ser instruidos en las naves, los fueron en las playas. La guerra pareció cristalizarse en largos años de lucha sin resultados notables, hasta que, en 241 a. de J.C., los romanos alcanzaron ante las islas Egadas una decisiva victoria naval que obligó a Cartago a aceptar la paz.

Abandonó Sicilia y se comprometió a pagar una fuerte indemnización. Roma ocupó Córcega y Cerdeña, aprovechándose de la rebelión de los mercenarios cartagineses.

Mientras tanto, habiendo franqueado los Apeninos las bandas galas, fue proclamada una movilización general, y los invasores fueron aplastados en el cabo Telamón (255 a. de J.C.). Esta vez los romanos se propusieron resolver definitivamente el problema galo: Ocuparon la llanura del Po (Galia Cisalpina), donde instalaron colonias. Desde los Alpes hasta Sicilia, Italia era romana.

Cartago se vio obligado a reprimir una terrible revuelta de sus mercenarios, a los que no había pagado. Amílcar Barca dirigió la "guerra implacable" que provocó crueldades y represiones increíbles. Después preparó el desquite contra Roma conquistando el sur de la Península Ibérica, donde será fundada por Asdrúbal Cartago Nova (la actual Cartagena).

El país, rico en minas y muy poblado, serviría de base para empresas contra Roma. Amílcar murió cerca de Alicante en el año 229 a. de J.C., siendo sucedido por su yerno Asdrúbal, quien, asesinado en 221 a. de J.C., dejó el mando a su cuñado, hijo de Amílcar: Aníbal.

Dos años después, Roma reprochaba a Cartago haber violado los acuerdos sobre sus respectivas "zonas de influencia", conquistando Sagunto, en Hispania. Comenzaba así la guerra a muerte.



--------------------Aníbal en los Alpes--------------------


Elefantes en los Alpes


Aníbal tenía 25 años, los que le hacía tan joven como Alejandro. Tenía, como éste, el genio de la guerra. De cultura griega, había estudiado a los estrategas helenistas. Tito Livio diría de él:

No existía general en el que los soldados tuvieran mayor confianza y que les infundiera mayor ardor. Tenía la mayor audacia para afrontar cualquier peligro: El cansancio no era capaz de abatir su cuerpo ni de doblegar su ánimo.


Quería golpear a Roma en el corazón mismo de su poderío, y renovar de manera duradera la efímera empresa de los galos. Partiendo en 218 a. de J.C., atravesó Hispania, conquistando para Cartago la parte septentrional, y penetró en las Galias.

Su ejército estaba compuesto por 90.000 infantes, 12.000 jinetes y un centenar de elefantes.

En septiembre, los cartagineses atacaron los Alpes. Antes, habían tratado de atraerse a los celtas para que le indicasen los pasos más accesibles a los enormes animales.

Pero los indígenas no se dejaron convencer fácilmente, y los cartaginenses se encontraron solos ante aquella terrible prueba: Durante los 17 días de la travesía, la mitad de los hombres y de los animales murieron por causa del frío.

Cuando llegaron a la llanura del Po, los galos, maltrechos por la reciente conquista romana, les ayudaron y les proporcionaron 10.000 hombres.

Asustado, el Senado romano preparó un inmenso ejército, cuyo mando confió a Escipión, el primero de los que habían de dar gloria a esta ilustre familia.

Los cartagineses vencieron en Tesino y Trebia, y liberaron los Apeninos; a Aníbal no le quedaba más que un solo elefante, sus soldados habían quedado reducidos a algunos millares, y él había perdido un ojo en combate; pero su genio compensaba las pérdidas.



---------------------Trasimeno y Cannas---------------------


Punos en Italia


Gracias a un sutil juego de maniobras, Aníbal atrajo a un segundo ejército romano a las orillas del lago Trasimeno (217 a. de J.C.). La derrota de las legiones, en las que por primera vez militaban esclavos, fue tan completa que casi ningún soldado se salvó, y su jefe, el cónsul Flaminio, estuvo entre los caídos.

Roma fue víctima del pánico, pero, como siempre, volvió a encontrar en el peligro las razones para sacar fuerzas de flaqueza. Nombró un dictador, Quinto Fabio Máximo, que pasó a la historia con el nombre de Cunctator (el Contemporizador). Este evitó hábilmente las batallas en campo abierto, debilitando al adversario con continuas escaramuzas.

Pero los caprichos de la política romana condujeron a la sustitución de Fabio por Varrón, un plebeyo demagogo que, para satisfacer a sus electores, buscó un éxito rápido. Su ejército, cuatro veces superior en número al del general cartaginés, atacó a éste en Cannas.

Pero Aníbal, con un golpe maestro de estrategia militar (fingió ceder en el centro, atrayendo a los romanos entre sus dos alas reforzadas que se cerraron sobre ellos como un cepo), logró una nueva victoria: 45.000 romanos resultaron muertos y 20.000 fueron hechos prisioneros. Varrón, huyendo de la muerte, pidió indulgencia al pueblo romano (216 a. de J.C.).

La urbe parecía condenada, y una parte de Italia se sublevó. Siracusa volvió a aliarse con Cartago.

En Hispania, Escipión resistió; Aníbal negoció con Filipo de Macedonia, decidido a intervenir para expulsar a los romanos de Iliria, donde fijaron un protectorado en el 229 a. de J.C.



----------------------Victoria romana----------------------


La Unión Sagrada


En Roma, todos los partidos se unieron ante el peligro; los tribunos de la plebe presidían los comicios en ausencia de los cónsules y de los pretores. Fueron formadas 23 legiones, aumentadas con aliados fieles, mercenarios y esclavos, hasta un total de 200.000 hombres.

Aníbal no se atrevió a atacar la ciudad, por falta de material de asedio. Sin duda, contaba con una insurrección general en Italia. Capua se entregó a él con sus riquezas, e igualmente todas las ciudades del sur. Reconquistada, Capua fue duramente castigada por los romanos (210 a. de J.C.).

Se combatió en todos los frentes: En Siracura, donde Arquímedes hizo prodigios con sus máquinas y sus espejos solares que incendiaban las naves a distancia (pero la ciudad cayó en manos de los romanos en 211 a. de J.C. y Arquímedes fue muerto por un soldado).

En Hispania, donde los dos hermanos Escipión fueron mantenidos en jaque y después muertos por el hermano de Aníbal, Asdrúbal (211 a. de J.C.); en Grecia, donde la flota romana contuvo a los macedonios gracias al apoyo de Esparta, de los etolios y de Pérgamo.

El joven Publio Cornelio Escipión, que había sucedido a su padre y a su tío, se apoderó de Cartagena (209 a. de J.C.), pero no pudo impedir que Asdrúbal se uniera a Aníbal en Italia, aunque allí fue derrotado en Metauro en 207 a. de J.C.

El cónsul Claudio Nerón hizo arrojar la cabeza de Asdrúbal al campamento de su hermano.

Finalmente, Escipión desembarcó en Africa y obtuvo la alianza del rey númida Masinisa, y en el año 202 a. de J.C., en Zama, Escipión venció a Aníbal que había sido llamado de Italia.

La paz fue dura: Cartago, que tuvo que desarmarse por tierra y por mar, pagar una enorme indemnización (10.000 talentos) y renunciar a sus posesiones exteriores se convirtió en un estado vasallo.

Pero Aníbal no se dio por vencido, siendo amenazado por sus compatriotas con ser entregado a los romanos, acabó por refugiarse en Siria. Roma era ahora dueña del Mediterráneo occidental.




--------------------Delenda est Cartago--------------------


El fin del imperio cartaginés


En el momento mismo en que Corinto era aniquilada, Cartago sufría la misma suerte.

Catón, comprendiendo que ésta era siempre un peligro amenazador para Roma, convenció al Senado con sus discursos, que concluían siempre con el famoso "Delenda est Cartago" (Cartago ha de ser destruida), para emprender la tercera guerra púnica.

Para no romper los tratados de paz se encontró un pretexto: El rey de Numidia, Masinisa, no cesaba de ensanchar su territorio (la actual Argelia) a expensas de los cartagineses. Estos, exasperados, le declararon la guerra, y Roma los acusó de violar el tratado del 201 a. de J.C.

Cuatro legiones desembarcaron en Africa y los cartagineses se sometieron, pero, una vez que hubieron entregado las armas, los romanos ordenaron al pueblo que abandonaran la ciudad y que se retiraran al interior.

Reducido a la desesperación el pueblo se rebeló y optó por la guerra a ultranza; demolieron las casas, utilizaron las vigas para construir máquinas de guerra, las mujeres se cortaron los cabellos para hacer cuerdas (149 a. de J.C.).

El impulso fue tal que la ciudad resistió durante tres años. En el 146 a. de J.C., después de un terrible asalto, Cartago fue completamente destruida. Su territorio fue declarado maldito y formó la provincia de Africa, con Utica como capital.

Final en Hispania y la Galia
La codicia de los gobernadores provocó poco a poco una revuelta general en Hispania, donde un pastor, Viriato, jefe de la rebelión, resistió durante nueva años (147-139 a. de J.C.).

Viriato fue asesinado y la lucha final se desarrolló alrededor de Numancia, destruida después de un asedio atroz dirigido por Escipión Emiliano, el vencedor de Cartago (133 a. de J.C.).

La inestabilidad de los diferentes pueblos de la Península Ibérica indujo a los romanos a unir directamente la provincia a Italia.

Por otra parte, las legiones romanas, llamadas por Marsella contra los montañeses vecinos, ocuparon el sur de la Galia, fundaron Aix (125 a. de J.C.), y después se volvieron contra los alóbroges, apoyados por Bituito, rey de los arvernos, y por sus 200.000 soldados.

Cerca de Montelimar, sus hordas indiciplinadas fueron exterminadas y Roma situó puestos avazados desde Lyon a Tolosa.

En lo sucesivo, los romanos, que reinaban desde Asia Menor hasta el Atlántico (las famosas Columnas de Hércules), pudieron decir con orgullo "Mare Nostrum" (nuestro mar), refiriéndose al Mediterráneo.




--------------------Guerras macedónicas--------------------


Guerras macedónicas


Fueron necesarios tres siglos para que la pequeña ciudad del Lacio se convirtiera en la capital de Occidente.

Pero será irresistiblemente arrastrada hacia Oriente, no como consecuencia de un plan idealista sistemáticamente concebido -el pueblo estaba cansado de guerras interminables-, sino con una seria de campañas preventivas que pusieron de manifiesto la debilidad de las monarquías helenísticas.

Además, la aristocracia había tomado gusto al éxito, a los enormes botines, mientras que los plebeyos, los "hombres nuevos", veían en las nuevas conquistas la oportunidad de enriquecerse y de traspasar sus límites.

El primer enemigo era Filipo V de Macedonia, que había apoyado a Aníbal. Filipo gobernaba sobre una Grecia indócil, convulsionada por luchas sociales. En el año 200 a. de J.C., el Senado le declaró la guerra.

Después de dos años de lucha incierta, el cónsul Flaminio, que se había erigido en libertador de los griegos, logró vencer en Cinocéfalos, en Tesalia (197 a. de J.C.). La legión superó a la falange, demasiado pesada.

Roma proclamó solemnemente en Corinto la independencia de las ciudades griegas, que se desbordaron de entusiasmo. Después la llegó el turno al rey de Siria, Antíoco III, que había acogido a Aníbal; quiso dominar el Egipto de los Tolomeos e intrigó en Grecia contra Roma, Rodas y Pérgamo.

Por fin, se aprestó a entregar a Aníbal. Este buscó refugio junto a Prusias, rey de Bitinia, en la costa del mar Negro, pero los romanos, implacables, le persiguieron, y el héroe que había hecho temblar a sus enemigos, se envenenó (183 a. de J.C.).

Sin embargo, la amistad entre Grecia y Roma había terminado. La anarquía de sus ciudades, sus agitaciones, su decadencia irritaron a los romanos, y Catón el Censor destacó la perniciosa influencia de los griegos degenerados.

Estos comprendieron que su independencia era en realidad una tutela, porque los comisarios del Senado romano intervenían en todas partes. Roma apoyaba a los ricos, mientras que los pobres volvían sus esperanzas hacia el rey de Macedonia.



------------------La conquista de Oriente------------------


Hacia el lejano Oriente


En el año 179 a. de J.C., el hijo de Filipo V, Perseo, subió al trono ávido de venganza. Pérgamo dio la señal de alarma a Roma, que, esta vez, no se contentó con una simple intervención.

Después de numerosos fracasos, el cónsul Paulo Emilio venció a Perseo en Pidna (168 a. de J.C.). El rey desfilará en el cortejo triunfal del vencedor y morirá en prisión dos años después. Macedonia quedó desmembrada en cuatro partes.

En Epiro, que se había sublevado, los romanos desencadenaron la represión y vendieron a 150.000 hombres como esclavos. El terror reinó en Grecia, que tuvo que entregar rehenes. El rey de Pérgamo, que se había vuelto sospechoso, fue humillado, como Prusias de Bitinia, que fue a Roma a someterse con la cabeza rapada.

Antíoco de Siria invadió Egipto, pero recibió la orden de abandonar el país. Como pidió tiempo para reflexionar, el pretor Popilio trazó un círculo a su alrededor exigiéndole que le diera una respuesta antes de matarlo.

Antíoco se inclinó, diciendo: "Haré lo que quiera el pueblo romano". Grecia había quedado destruida: Oro, estatuas, cuadros, vasos de plata, un botín fantástico acompañó el triunfo de Paulo Emilio, cuyo desfile duró tres días.

Sin embargo, no se produjo ninguna anexión. El Senado parecía temer aún el nuevo poder de los generales y de los financieros, la influencias nefastas de Oriente.

Aquellos viejos conservadores temían lo desconocido, la corrupción, la costumbre de saqueo de los ejércitos. Catón clamó contra el lujo y los cultos orientales. Por otra parte, Roma estaba comprometida en la obra de pacificación a llevar a cabo en Occidente.

Hacía falta enviar legiones contra los celtas de la llanura del Po, contra los ligures de los Apeninos que fueron deportados en masa, y surgieron nuevas colonias: Bolonia, Parma, Módena, Lucca. En Córcega, en Cerdeña, en Hispania, se realizaron campañas contras las incesantes revueltas.

Pero, finalmente, la política se inclinó hacia Oriente y el helenismo. Los hombres de negocios estaban ávido de sacar partido de nuevas provincias, y el viejo Catón, vencido por el ambiente general, se dedicó a traficar con los esclavos.

Una sublevación de Macedonia (149 a. de J.C.) proporcionó un buen pretexto: El país se convirtió en provincia romana (148 a. de J.C.). Los griegos se rebelaron a su vez, pero fueron sometidos: Corinto fue incendiada, su territorio declarado maldito, y millares de hombres sufrieron la deportación.

Grecia fue incorporada a Macedonia en el año 146 a. de J.C. En el 133 a. de J.C., el rey de Pérgamo dejó en herencia su estado a Roma, que creó la provincia de Asia (126 a. de J.C.).




-----------------------CRISIS CIVILES-----------------------


CRISIS Y GUERRAS CIVILES (120-27 a. de J.C.)


La situación política va a ser, durante un siglo, desastrosa.

En Roma se enfrentan dos partidos: El popular (apoyado muy frecuentemente por los caballeros o equites) y el senatorial, partidario de una política firme y nacionalista, dirigida por la aristocracia.

Esta rivalidad toma, en ciertos momentos, el aspecto de una verdadera guerra civil. Es la época de las conjuraciones, los complots, las proscripciones y las matanzas; sin duda, el período más desastroso de la república romana. ¡Y esto durará 100 años!

Por esta época aparece en el horizonte de Roma la estrella de Julio César. Aliado de Pompeyo y Craso (primer triunvirato, 60 a. de J.C.), pero alejado de los asuntos políticos porque está ocupado en la conquista de la Galia (68-51 a. de J.C.), la ambición de Julio César es la de reorganizar el Estado romano con la energía de un militar habituado al triunfo.

Vencedor de su antiguo compañero Pompeyo (Farsalia, 48; Tapso, 46, y Munda, 45 a. de J.C.), emprende la instauración de la monarquía en Roma. Pero es asesinado, en el año 44 a. de J.C., por sus adversarios.

La república queda acéfala: Antonio (principal general de César), Octavio (su sobrino) y Lépido forman entonces el segundo triunvirato (43 a. de J.C.) y se reparten este Imperio sin emperador que es el mundo romano:
- Lépido se hace olvidar en Africa;
- Antonio conquista Oriente, en donde cae bajo la influencia de la reina Cleopatra;
- Octavio se revela como un jefe hábil y firme a la cabeza de las legiones de Occidente, derrota a Antonio en Actium (31 a. de J.C.) y, ya único dueño del mundo romano, se convierte, en 27 a. de J.C., en emperador, en Augusto.

Con la instauración de esta nueva función (el principiat, y no la dignidad imperial), acaba el período republicano de la historia romana.




-------------------------Los Gracos-------------------------


El descalabro de los Gracos


Tiberio Graco
Elegido tribuno en 133 a. de J.C., un joven noble, Tiberio Graco, nieto por parte de madre de Escipión el Africano, quiso abrir una era de reformas.

El ager publicus, es decir, las tierras vueltas al dominio público después de ser confiscadas por el Estado romano conquistador, había sido ocupado, en contra de la ley, por grandes propietarios.

Tiberio Graco preparó un proyecto que limitaba a 12 hectáreas por persona las parcelas de ager publicus. Los acaparadores tenían que restituir el exceso, que sería repartido en parcelas de siete hectáreas y media, reservadas a los pobres.

De esta forma se reconstruiría una clase de pequeños propietarios, elemento seguro de estabilidad. Orador apasionado (hablaba de "aquellos que se llaman dueños del mundo y no poseen ni un terruño"), Tiberio hizo que la ley fuera aprobada.

Cargados de odio, los grandes propietarios terratenientes compraron a un tribuno, Octavio, el cual opuso su veto; Tiberio lo destituyó y al año siguiente Graco se hizo reelegir, lo que era contrario a la tradición, pero él estaba interesado en poner en práctica su generosa obra.

Los nobles lo acusaron de aspirar a la soberanía y, provocando un motín, lo mataron en el Capitolio. La ley no fue abolida, pero sus efectos quedaron muy limitados.

Cayo Graco
Diez años después, en el 123 a. de J.C., el hermano mayor de Tiberio, Cayo Graco, elegido a su vez tribuno, se propuso hacer triunfar la reforma. Aleccionado por la trágica experiencia de su hermano, quiso reforzar su posición y ampliar las alianzas:

- Suprimió a los senadores el derecho a tomar asiento en los tribunales encargados de juzgar asuntos de corrupción y delitos públicos, sustituyéndolos por representantes de la clase ecuestre.

- Enfrentando a las dos clases de ricos, las debilitó. Mediante la ley frumentaria, concedió a la plebe una cuota mensual de trigo a precio mínimo.

- Por último, volvió a proponer enérgicamente la división y la distribución de las tierras comunales usurpadas; nuevas colonias agrícolas iban a surgir en Italia y en las provincias.

Los adversarios de Cayo Graco utilizaron todos los métodos contra él, incluidos la demagogia y la superioridad de la ofertas en las ventas en pública subasta.

Cayo quería también -y el futuro le dio la razón- extender el derecho de ciudadanía (la igualdad de derechos) a todos los latinos e incluso a los itálicos; pero, prudentemente, se limitó a los latinos.

El partido conservador, especulando con el egoísmo de la plebe romana, hizo que le proyecto fuera rechazado. Cayo Graco tuvo que abandonar Roma para fundar él mismo una colonia cerca de Cartago.

Sus enemigos, teniendo el camino libre, lo acusaron de haber violado la interdicción que declaraba maldita esta tierra, y no fue reelegido tribuno. Cayo Graco defendió su obra, pero el Senado provocó un motín contra él.

Entonces se refugió en el Aventino, poco más allá del Tíber. Perseguido, hizo que un esclavo suyo lo matara en un bosque sagrado (121 a. de J.C.). En Roma tuvo lugar el exterminio del partido popular (3.000 partidarios fueron asesinados).

La reforma agraria fue progresivamente desmantelada. Sólo los caballeros conservaron los privilegios obtenidos. La violencia, el asesinato y la ilegalidad hicieron su entrada en la política romana.

Gracias a los desórdenes que continuaron enfrentando a los ricos contra los pobres, algunos ambiciosos, apoyándose en las fuerzas armadas, sintieron que su hora había llegado.



----------------------Mario: El orden----------------------


Mario y la reforma militar


El Senado se vio desacreditado por una serie de reveses en Africa, donde un príncipe númida, Yugurta, había destronado al nieto de Masinisa, aliado de Roma. Yugurta hizo asesinar a unos comerciantes romanos y el Senado le declaró la guerra.

Arrogante y sagaz, Yugurta resistió victoriosamente, compró cómplices y hasta se atrevió a ir a Roma, de la que diría:

¡Ciudad venal, no te falta más que un comprador!

En el 109 a. de J.C. derrotó a una legión. El cónsul Metelo y su lugarteniente Mario consolidaron la situación, pero Mario no se contentó con este éxito.

Nacido en Arpino, en el Lacio, en el seno de una familia acomodada, había ingresado siendo muy joven en el ejército y, durante el sitio de Numancia, había ganado ascensos, medallas, y también cicatrices que le cubrían todo el cuerpo. Nombrado gobernador de la Hispania Ulterior, se casó a su regreso con una mujer de la familia patricia Julia, futura tía de Julio César, que nacería en el año 100 a. de J.C.

Siempre había estado protegido por el poderoso Metelo, quien le llevó a Africa como legado. Mario le pidió autorización para ir a Roma y proponer su candidatura al consulado. "Espera a que mi hijo tenga la edad", le respondió el orgulloso Metelo, afectado por las pretensiones de aquel "burgués" de origen modesto.

Pero Mario se hizo elegir por el partido popular (107 a. de J.C.) y obtuvo también el mando del ejército de Africa, a expensas de su protector.

Antes de partir, llevó a cabo una amplia reforma militar: Las legiones fueron abiertas a los proletarios, hasta entonces excluidos; el ejército de ciudadanos se transformaba así en un ejército profesional.

Mario mejoró también el armamento y la organización, dividiendo la legión en cohortes, unidades tácticas que agrupaban tres manípulos.

En dos años derrotó a Yugurta (105 a. de J.C.), que murió de hambre en la prisión Tuliana.

El triunfo de Mario fue acompañado por su reelección como cónsul; parecía el único capaz de salvar a Italia de una nueva y terrible amenaza: La invasión de los cimbros y de los teutones, germanos del Báltico que habían asolado la provincia romana de la Galia, aniquilando algunas legiones en Orange (105 a. de J.C.). La devastación de Hispania los disuadió, y se dividieron en dos bandos.

Mario los exterminó cerca de Aix (102 a. de J.C.) y de Vercelli, en la llanura del Po (101 a. de J.C. Aclamado como salvador, fue reelegido continuamente cónsul (por sexta vez en el año 100 a. de J.C.), uniéndose con los tribunos de la plebe, Saturnino y Glaucio, que se aprovecharon de su confianza y protección para aterrorizar a Roma, donde se sucedieron los levantamientos.

Por orden del Senado, Mario marchó contra sus aliados, que fueron dispersados en una sangrienta batalla. Pero, desprestigiado, sospechoso a los ojos de todos, Mario partió para Oriente.



------------------Mario: Guerras sociales------------------


Las guerras sociales


Un nuevo drama puso a Roma en peligro: La rebelión de Italia.

Después de la conquista romana, las diversas ciudades y regiones de la península estaban sometidas con regímenes muy variados: Algunas (como el Lazio) gozaban de igualdad de derechos, pero la mayor parte formaba categorías inferiores, estando excluidas de la vida política, aunque sometidas a los impuestos y a las levas militares.

Los magistrados romanos se comportaban frecuentemente como tiranos locales con respecto a los "aliados" (socii, de donde el nombre de la guerra social). Estos estaban además excluidos de la distribución de las tierras después de la desmovilización de los ejércitos.

Un joven noble elegido tribuno, Livio Druso, reanudando el proyecto de Cayo Graco, propuso extender el derecho de ciudadanía a todos los itálicos.

Pero fue asesinado (91 a. de J.C.) y, al año siguiente, los estados aliados, exasperados, se sublevaron, pobres y ricos unidos, formando una confederación y emprendiendo una verdadera guerra de secesión: una guerra encarnizada (90-89 a. de J.C.), acompañada de exterminios, que causó más de 100.000 víctimas.

Mario fue llamado por el Senado, pero los mayores éxitos contra los insurrectos fueron alcanzados por su lugarteniente: Sila. Finalmente, el Senado, para romper la alianza de los adversarios, concedió gradualmente el derecho de ciudadanía a los itálicos leales primero, y después a los que deponían las armas.

Los samnitas fueron los últimos en rendirse. En el año 87 a. de J.C., toda Italia (que respecto de la actual acababa en la línea del río Rubicón) estaba unificada bajo el mismo derecho. Una vez más, la ceguera del Senado había costado cara.



----------------------------Sila----------------------------


Sila contra Mario


La paz interior era tanto más urgente cuanto que un enemigo amenazaba a Roma en Asia: El rey del Ponto, Mitrídates, coloso medio bárbaro y medio griego, que soñaba con dominar Oriente y Grecia.

Provisto de una gran flota y de un ejército impresionante, exterminó a los romanos de la provincia de Asia, invadió Grecia y ocupó Atenas (88 a. de J.C.).

El senado nombró jefe del ejército al aristócrata Sila. Lucio Cornelio Sila, procedente de una familia arruinada, era un hombre extraño, unas veces arrogante, otras veces servil, capaz de los peores excesos, cruel y vengativo.

Un griego lleno de ironía, dijo de él que se parecía a "una mora pasada por harina", con una tez roja llena de lunares blancos. De sus ojos azules emanaba una luz irresistible; era, además, culto y amante de las artes, revelándose también como un notable jefe militar: Frío, astuto, sumamente valiente y con un gran ascendiente sobre sus hombre.

Pero la agitación continuaba en Roma, donde la guerra civil había provocado la miseria y el alza de los precios. El partido popular alentó una serie de motines y, volviéndose de nuevo a Mario hizo que, mediante un plebiscito, dirigiera la guerra de Oriente.

Sila, que concentraba ya sus legiones en Campania, marchó sobre Roma, franqueó la muralla sagrada y derrotó a los agitadores entre grandes incendios. Mario huyó a Africa (88 a. de J.C.).

Entonces Sila pudo embarcarse, después de haber demostrado cómo se podía asegurar el poder con la ayuda de soldados leales.

Sometió a Grecia, donde fueron confiscadas numerosas obras de arte para enviarlas a Roma, y después se dirigió a Asia. Mitrídates tuvo que negociar, renunciando a Grecia pero conservando su reino (85 a. de J.C.).

¿Por qué se conformó Sila con una victoria incompleta? El hecho es que, en su ausencia, Mario había dado la vuelta a la situación, apoderándose nuevamente de Roma.

Unido al cónsul Cinna, futuro suegro de Julio César, ordenó terribles matanzas, entregando a sus enemigos a los verdugos con un simple gesto. Pero en el año 86 a. de J.C., Mario murió, dejando Italia a Cinna y a su hijo adoptivo.

Sila volvió con sus tropas (83 a. de J.C.) y en un año luchó contra el partido popular y contra los samnitas que todavía no estaban definitivamente sometidos desde la guerra social. En el año 82 a. de J.C., era el dueño de Roma, arrogándose la dictadura.

Se reanudaron de nuevo las matanzas, esta vez contra los demócratas. Los nombres de las víctimas fueron escritos en las listas de proscritos, cuyos bienes, confiscados, sirvieron para recompensar a los soldados, a los partidarios, y los delatores.

De esta forma, Sila distribuyó 120.000 parcelas de tierra. Se ha dicho repetidamente que el dictador había querido restablecer el antiguo régimen aristocrático, devolviendo toda su importancia al Senado y abatiendo a sus adversarios.

De hecho, lo que le preocupaba sobre todo era su poder absoluto. El Senado fue elevado a 600 miembros, 300 de los cuales eran "hombre nuevos" absolutamente afectos a Sila.

Los caballeros perdieron sus cargos judiciales y la percepción de los impuestos de Asia. Los tribunos de la plebe no tenían ya el derecho de veto ni el de proponer leyes.

La censura fue suprimida, así como las distribuciones gratuitas de trigo. Acuñando monedas con su nombre, adoptando el título religioso de Felix (feliz), organizando juegos circenses y adulando al pueblo, Sila se comportó como un monarca oriental. Pero, por razones poco conocidas, se retiró a la vida privada en el año 79 a. de J.C., y murió al año siguiente en Cuma.



--------------------Pompeyo y Espartaco--------------------


Advenimiento de Pompeyo. Sertorio y Espartaco


Noble, rico y valeroso, Pompeyo, antiguo lugarteniente de Sila, se alió hábilmente con el Senado para combatir a un cónsul demagogo, Lépido, que se había unido al partido popular restableciendo las distribuciones gratuitas de trigo.

Después de una breve guerra civil, Pompeyo (79 a. de J.C.) fue encargado de sofocar la revuelta de Sertorio, un compañero de Mario que había sublevado a Hispania poniéndose a la cabeza de los indígenas oprimidos, en los tiempos de Sila, y que parecía invencible con sus guerrillas.

Gracias a una traición (72 a. de J.C.), Pompeyo se libró de él, después de algunos años de guerra, y volvió a Italia para poner fin a la célebre revuelta de Espartaco.

En Capua, un centenar de esclavos de una escuela de gladiadores se habían evadido bajo el mando del tracio Espartaco, incitando a la rebelión a las hordas de esclavos del sur, prisioneros de guerra, terribles combatientes, cansados de la crueldad y de los malos tratos, consiguiendo reunir hasta 100.000 hombre, saqueando, incendiando las granjas y resistiendo a cinco ejércitos romanos.

Espartaco los condujo hacia el norte, donde, atravesando los Alpes, podrían convertirse en hombres libres. Pero ellos prefirieron (¡insensato sueño!) volverse contra Italia; por fin, las tropas de Marco Licinio Craso los aplastaron: 6.000 esclavos murieron crucificados a lo largo del camino que conducía de Capua a Roma. Pompeyo acabó con las últimas bandas que habían logrado huir (71 a. de J.C.).

Apoyándose en la plebe y estableciendo los derechos de los tribunos y de los caballeros ("equites"), los aspirantes a dictadores eran fatalmente arrastrados a romper la resistencia del Senado, que obstaculizaba su camino hacia el poder.

Por otra parte, los patricios estaban desacreditados en aquel momento a causa del grave escándalo de Verres, propretor de Sicilia, que había saqueado la isla como si se tratara de una tierra de conquista. Poniéndose del lado de las víctimas, Marco Tulio Cicerón defendió su causa con tanta elocuencia que Verres se exilió antes de la sentencia (70 a. de J.C.).




----------------------Craso y Pompeyo----------------------


Consulado de Craso y Pompeyo: Mitrídates


Marco Licinio Craso era un antiguo protegido de Sila que había conquistado una gran fortuna gracias a las proscripciones y a un cuerpo de vigilantes reclutados entre los esclavos.

Con su colega Pompeyo tomó el sentido contrario de las reformas de Sila. Los dos cónsules ofrecieron al pueblo "pan y juego" (panem et circenses) para lograr el apoyo de las masas.

Lo mismo que los tribunos, los censores fueron repuestos en sus cargos. Los caballeros recuperan su puesto en los tribunales y, de nuevo, el encargo de la percepción de los impuestos de Sicilia y de Asía, así como sus asientos de honor en el teatro.

A favor de las guerras civiles, bandas de piratas habían formado flotas temibles que saqueaban los barcos de los comerciantes y las costas, llegando incluso en su atrevimiento a desembarcar cerca de Roma.

Pompeyo se hizo conceder poderes extraordinarios y con 500 naves y veinte legiones persiguió a los piratas, matando a millares de ellos y dispersando a los demás en las colonias (67-66 a. de J.C.).

Gran triunfador, no le fue difícil que le fuera asignado el mando de la segunda guerra contra Mitrídates. Los desórdenes de Italia habían envalentonado al rey del Ponto, que reanudó la guerra en el año 74 a. de J.C., aliándose con Sertorio, con los piratas y con Tigranes, rey de Armenia.

El procónsul Lúculo, penetrando hasta Armenia, lo había expulsado de la provincia de Asia (74-68 a. de J.C.). Pero Lúculo, honesto y austero, disminuyendo los impuestos y los tipos de interés, se había atraído la hostilidad de los caballeros y de los publicanos, y Pompeyo ocupó su lugar.

Mitrídates tuvo que huir y se hizo matar por un soldado en Crimea, después de haber probado en vano todos los venenos.

Tigranes tuvo que someterse y Pompeyo reorganizó el Oriente que, en los sucesivo, tuvo siete provincias: Asia, Ponto, Bitinia, Cilicia, Cirenaica y Creta, más una docena de protectorados entre los que estaban Galacia, Capadocia, Armenia, Cólquida y Decápolis de Judea, donde Pompeyo había tomado al asalto Jerusalén.

Cuando volvió a Italia (62 a. de J.C.), Pompeyo celebró un fantástico triunfo, y al año siguiente vistió la clámide (manto de gala) de Mitrídates. Pero durante su ausencia se habían producido graves acontecimientos y otro nombre se hacer oír: El de Julio César.




--------------------------Catilina--------------------------


La conjuración de Catilina


En Roma se había formado un partido revolucionario que agrupaba a los miserables y a los descontentos y que pretendía reanudar los proyectos de los Gracos.

El partido estaba dirigido por un antiguo compañero de Sila, Catilina, "malvado y depravado" -dice Salustio- que reunía a su alrededor "como satélites a todos los hombres reos de maldades y de crímenes".

Para Catilina, la demagogia social era un medio para adueñarse del poder. Craso lo apoyó en la sombra, y habiendo sido descubierta una primera conspiración, hizo enterrar la tentativa.

Catilina presentó su candidatura al consulado en el año 63 a. de J.C., pero fue derrotado por Cicerón, que aparecía como dirigente del partido del orden. Después de un nuevo fracaso, al año siguiente Catilina proyectó asesinar a los cónsules, provocar incendios e imponerse por la fuerza.

Craso rompió las relaciones con él; Julio César, que había tenido cierta participación en la conjuración (también él apoyaba el partido popular) se retiró.

Cicerón abordó a Catilina en pleno Senado, lanzando su célebre frase: ¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? Catilina huyó de Roma, sus cómplices fueron asesinados, y él murió en el curso de una batalla.

Cicerón se mostró orgulloso de haber salvado la República (62 a. de J.C.). durante estos acontecimientos, Pompeyo había llegado de Oriente. El Senado y Cicerón temían sus ambiciones; Pompeyo cometió el error de licenciar su ejército, y tuvo que esperar ocho meses para celebrar su triunfo.

Entonces se aproximó a Craso y a César para formar el "primer triunvirato".




------------------------Julio César------------------------


Cayo Julio César


Cayo Julio César, que tenía unos cuarenta años (había nacido en el año 101 a. de J.C., no era muy conocido. Pertenecía a una de la familias patricias más antiguas de Roma, que pretendía descender de Julos, hijo de Eneas.

Sus progenitores habían caído en la miseria y vivían en la Suburra, barrio popular y de mala fama. Su nacimiento fue difícil, habiéndose tenido que recurrir a la operación quirúrgica a la que dio nombre (cesárea).

Culto y elegante, llevaba una vida brillante, estando dotado igualmente de una inteligencia penetrante y de una memoria ilimitada.

Gran admirador de la literatura griega, se complacía en escribir tragedias y poesías. Sobrino de Mario, yerno de Cinna, había sido considerado sospechoso en los tiempos de Sila a causa de sus vinculaciones con el partido popular, habiéndose exiliado a Asia, donde fue hecho prisionero por los piratas.

Vuelto a Roma (77 a. de J.C.) contrajo deudas, y tuvo que esperar casi diez años para hacerse elegir cuestor y entrar en el Senado (68 a. de J.C.).

A los 30 años fue enviado a Hispania. En el año 65 a. de J.C. se convirtió en edil y pidió dinero a Craso para ofrecer al pueblo de Roma fiestas suntuosas; poco después salió elegido pontífice máximo.

Durante este período apoyó de incógnito a Catilina contra el Senado, que empezó a desconfiar de él. En el año 61 a. de J.C. volvió a la Península Ibérica, iniciándose como jefe militar y sofocando diversas revueltas.

El hombre frívolo y corrompido, cargado de deudas, se convirtió en un gran militar y un gran político. Aceptó la alianza de Pompeyo y de Craso (que le condonó las deudas), haciéndose elegir cónsul en 60-59 a. de J.C., poniendo en ridículo a su colega Bíbulo e imponiendo su voluntad. El pueblo, riendo, decía: "¡Es el consulado de Julio y de César!"

Le faltaba, sin embargo, la gloria militar, por lo que se hizo atribuir el proconsulado de la Galia Cisalpina y de la Narbonense. Antes de partir, casó a su hija Julia con Pompeyo en señal de amistad y se llevó consigo al hijo de Craso.

César había pensado combatir, en primer lugar, a los dacios en el Danubio, pero éstos se habían ido a saquear las costas del mar Negro.

Acontecimientos imprevistos vinieron a favorecerle: En la Galia, los secuanos del Jura habían llamado para luchar contra sus vecinos, los eduos del Morvan, a las bandas germánicas de Ariovisto.

Por otra parte los helvecios, amenazados por otros germanos, pidieron a Roma permiso para atravesar la Narbonense y establecerse en Aquitania. César se lo negó.

Intimidados, los helvecios quisieron pasar entonces al norte del Macizo Central, en territorio de los eduos. Estos eran "amigos del pueblo romano". César tenía un buen pretexto para intervenir en la Galia (año 59 a. de J.C.).



------------------Julio César y las Galias------------------


La conquista de las Galias


Toda la parte mediterránea de la Galia, la Narbonense, era provincia romana desde hacía sesenta años. Comprendía el actual Languedoc, la Provenza y el valle del Ródano hasta Viennes.

Marsella, fundada en el siglo VII a. de J.C. por los griegos focenses, había difundido el helenismo por toda la región, y la romanización había sido rápida: Narbona, Aix, Orange, eran otras tantas ciudades romanas.

Más allá se extendía el país de los celtas, descrito por el mismo César en su obra La guerra de las Galias (De bello gallico).

Para conquistar aquel enorme territorio, César sólo disponía de seis legiones (apenas 30.000 hombres). En el año 58 a. de J.C., aniquiló a los helvecios en el Morvan, rechazando después a los germanos más allá del Rin, a Alsacia.

Tras invernar al pie del Jura, atacó a los belgas en el año 57 a. de J.C., y al año siguiente envió al hijo de Craso a someter a los vénetos de Armórica.

Hizo publicar en Roma los dos primeros libros de De bello gallico, lo que le valió quince días de fiestas religiosas.

Sin embargo, tuvo que reprimir una revuelta en el golfo de Morbihan; Aquitania fue a su vez sometida. Más tarde, César se aventuró fuera de la Galia franqueando el Rin sobre un puente construido en diez días, cerca de Bonn, entregándose al saqueo de las tierras de los germanos.

Después atravesó el canal de la Mancha, desembarcando en las costas de la isla de Bretaña, la actual Gran Bretaña. Al año siguiente volvió allí, con fuerzas más abundantes, avanzando hasta el Támesis (54 a. de J.C.).

Pero en la Galia estallaron nuevas revueltas, y las represiones de los romanos, atroces, obligaron a los jefes de las tribus celtas a unirse bajo la autoridad de un joven príncipe de los arvernos, Vercingetórix, guerrero procedente de la región montañosa de la Arvernia.

Vercingetórix había sido hasta entonces aliado de los romanos, habiendo servido seguramente en su ejército. Sin embargo, apelando al sentimiento nacional, apoyándose en la autoridad moral de los druidas, reunió un gran ejército y puso en práctica la táctica de quemar las tierras.

César, después de un encarnizado asedio, se apoderó de Avaricum (Bourges). Luego, quiso asestar el golpe decisivo tomando Gergovia, la capital de los arvernos (52 a. de J.C.), pero fue rechazado con grandes
pérdidas.

Esta derrota de los romanos reforzó la unión de los rebeldes, a los cuales fueron a unirse los deudos, "amigos" de Roma. César tuvo que replegarse hasta el Saona. Su situación era dramática, pero Vercingetórix, demasiado confiado, atacó al ejército romano. Sus tropas fueron destrozadas y el jefe galo cometió un segundo error, dejándose sitiar en Alesia.

César estableció el sitio de una manera que seguiría siendo durante dos siglos un modelo de estrategia militar. Rodeó la ciudad con un doble cerco de fortificaciones de madera y de tierra, uno para bloquearla y el otro para impedir la posible llagada de un ejército de refuerzo que, desalentado y paralizado por las discordias de sus jefes, se dispersó sin intentar nada.

Pronto los sitiados carecieron de agua y de víveres. Vercingetórix, extenuado, salió personalmente de la ciudad para pedir clemencia (52 a. de J.C.). El infortunado galo fue conducido a Roma, donde fue encadenado al carro del vencedor. Arrojado en prisión, fue degollado diez años después.

Sin embargo, César necesitó todavía un año para aplastar los últimos coletazos de la insurrección. Según el mismo vencedor, la Galia había tenido un millón de muertos, y otro millón de hombres fueron convertidos en esclavos.

El botín conseguido fue enorme. Sin embargo, a diferencia de España, el país fue romanizado rápidamente y los vencidos reconocieron la ley romana, adoptaron fácilmente una civilización que seducía a la aristocracia con la superioridad y el esplendor de sus ciudades.

En cuanto a César, que se había igualado a los más grandes capitanes de la Antigüedad, pudo, con un ejército vinculado a él con fanatismo, volver a Italia.




----------------César y la anarquía en Roma----------------


La muerte de Craso


Desde la partida de César, los desórdenes se sucedieron en Roma, donde el tribuno Clodio había instaurado un verdadero terror, asegurándose la popularidad mediante distribuciones gratuitas de trigo.

Los jefes del partido conservador, como Catón de Utica y Cicerón, se vieron condenados al exilio, pero Pompeyo, asustado por los excesos, los hizo llamar (57 a. de J.C.).

Roma se convirtió en campo de batalla entre Clodio y otro demagogo rival, Milón. Inquietos, Pompeyo, César y Craso ratificaron su adhesión a los acuerdos de Luca (56 a. de J.C.): Primer triunvirato.

Por otra parte, envidiosos de los éxitos de César en la Galia, Pompeyo y Craso quisieron también su parte en los laureles.

Reelegidos cónsules, buscaron nuevos escenarios de batalla. Pompeyo envió al procónsul Gabinio para que ocupara Judea, que fue dividida en cinco distritos; después, Gabinio fue a Egipto para restaurar en el trono a Tolomeo Aulete, a quien un usurpador había derrocado.

Craso eligió Siria, donde deseaba alcanzar la fama luchando contra los partos. Pero en el año 53 a. de J.C., sus legiones, cuando atravesaban el desierto de Mesopotamia, fueron asaltadas en Carrhae por los escurridizos jinetes.

Craso se batió en retirada e intentó negociar, pero los partos lo asesinaron a traición y aniquilaron su ejército, haciendo 10.000 prisioneros. Su lugarteniente Casio tuvo que ocuparse de defender Siria.

Muerto Craso, César y Pompeyo quedaron frente a frente. La hija de César, Julia, esposa de Pompeyo, había muerto en el 54 a. de J.C., de manera que todo vínculo familiar entre los dos hombres había quedado roto.

Las bandas de Clodio y de Milón se enfrentaban en Roma en terribles batallas callejeras; después del asesinato de Clodio, sus partidarios incendiaron numerosas casas, una basílica y la Curia (52 a. de J.C.).

Enloquecidos de terror, los senadores nombraron a Pompeyo único cónsul con plenos poderes; el propio Cicerón lo apoyó. Como la sublevación general de la Galia se estaba fraguando, Pompeyo, pensando que César se vería pronto envuelto en un desastre, empezó a verse como el único dueño de la República.




----------------César y el paso del Rubicón----------------


César pasa el Rubicón: Farsalia


César, después de su victoria en la Galia, fue a establecerse en Rávena, en la Galia Cisalpina. Su misión había terminado; sus poderes proconsulares acabaron en el año 50 a. de J.C. Desde aquel momento el deseo de Pompeyo fue verlo volver a Roma sin ejército, sin cargos, como un simple particular: Entonces lo tendría en su poder.

Naturalmente, Cesar, fuertemente rodeado por su ejército, se abstuvo de favorecer el juego de Pompeyo. Hubo largas negociaciones, un ir y venir de mensajeros entre Roma y Rávena. La guerra civil parecía inevitable.

César no disponía más que de una legión (las demás vigilaban la Galia), mientras Pompeyo se jactaba de no tener sino que "dar una patada en la tierra para llenar Italia con su legiones".

César se decidió a marchar sobre Roma: Alea jacta est (la suerte está echada): En enero del año 49 a. de J.C., pasó el Rubicón, límite de la Galia Cisalpina, y después se apoderó de Roma, donde el pánico hizo presa en Pompeyo y en los senadores, que se refugiaron en Grecia.

César fue primero a Hispania para acabar con los núcleos partidarios de Pompeyo; a continuación tomó Marsella, que se había declarado pompeyana, y después desembarcó en Grecia en pleno invierno.

En agosto del año 48 a. de J.C., aniquiló a los pompeyanos en Farsalia (Tesalia). "Golpead a los aristócratas en el rostro", les habían dicho a sus soldados, sabiendo que los jóvenes nobles preferían huir antes que quedar desfigurados.

Pompeyo huyó a Egipto a pedir asilo al joven rey, hijo de Tolomeo Aulete. Pensando en una recompensa, un jefe egipcio hizo asesinar a Pompeyo y los autores presentaron su cabeza a César, que había desembarcado en su persecución. Alejándose, César prorrumpió en llanto por la muerte de su adversario.

El cuadro permite comprobar, a grandes rasgos, los planes de Pompeyo y las intenciones de Julio César.



------------------Julio César y Cleopatra------------------


Julio César y Cleopatra


El joven Tolomeo reinaba junto con su hermana Cleopatra, célebre por su encanto, hecho de belleza y cultura, quien, enormemente ambiciosa, sedujo al vencedor con objeto de reinar sola.

César descansó de la batalla en el lujoso palacio, pero muy pronto tuvo que afrontar nuevos peligros porque la ciudad se sublevó. Salvado gracias a los refuerzos, dio el trono a la reina de la cual tendría un hijo: Cesarión y remontó el Nilo con ella.

Después volvió al ataque: Fue a Asia para combatir contra Farnaces, hijo de Mitrídates, que había sublevado al Ponto contra Roma, y la campaña de César fue tan rápida que pudo escribir al Senado: Veni, vidi, vinci (Llegué, vi, vencí). Esto ocurrió en el 47 a. de J.C.

De vuelta a Roma y proclamado dictador, volvió a partir para Túnez, donde los partidarios de Pompeyo y del Senado habían reunido un ejército al que venció en Tapso (46 a. de J.C.).

Catón de Utica, jefe de los "republicanos", se suicidó, así como Escipión Nasica. César celebró en Roma un cuádruple triunfo (Galia, Egipto, Ponto, Numidia), en el que estuvo presente Vercingetórix, que luego sería degollado, y ofreció al pueblo abundante banquetes.

Fue nombrado dictador para un período de diez años y reelegido cónsul. Al año siguiente, César derrotó en Munda, en Hispania, a los dos hijos de Pompeyo. Parecía que las guerras civiles habían acabado.



----------------Dictadura y muerte de César----------------


Los Idus de Marzo


Dictador vitalicio (44 a. de J.C.), cónsul, censor, pontífice máximo, investido de los poderes de los tribunos, imperator, César era un verdadero monarca.

Pero supo utilizar su poder absoluto de manera beneficiosa y no sangrienta; perdonó a los vencidos, ofreciéndoles cargos y honores, tal como hizo con el sobrino de Catón -y tal vez hijo ilegítimo del propio César-, Bruto.

En quince meses inició una verdadera obra de reorganización. No olvidó sus simpatías por los pobres ni la ayuda que el partido popular le había prestado contra los patricios.

Ayudó a los endeudados, impidió el arresto personal, y estableció la moratoria en los pequeños alquileres. A los publicanos le fue suprimido el privilegio de la percepción de los impuestos de Asia y de Sicilia, sustituidos por el impuesto directo.

Determinadas leyes limitaron el lujo, mientras que las leyes agrarias, las distribuciones del trigo y la fundación de colonias sacaron de la miseria a miles de familias.

Los gobernadores de las provincias fueron controlados, y los más deshonestos expulsados. Todas las ciudades de Italia pudieron elegir sus magistrados; en Hispania y en la Galia muchos de sus habitantes recibieron el derecho de ciudadanía, y numerosos naturales de las provincias entraron en el Senado.

César no olvidó la política de fusión entre vencedores y vencidos iniciada por Alejandro.

Fue dispuesto un verdadero plan urbanístico para Roma: El ensanche de las murallas, la desviación del Tíber y las grandes obras de construcción cambiaron el aspecto de la Ciudad Eterna. También el calendario fue objeto de la atención de César, con el año de 365 días, bisiesto cada cuatro años.

Cada vez es más evidente que César aspiró a la monarquía. Preparó una gran expedición contra los partos, de los cuales dijo un oráculo que sólo podrían ser vencidos por un rey. Algunos manifestantes adiestrados lo aclamaron con el título de rey, y, durante la fiesta de las Lupercales, el tribuno Marco Antonio, lugarteniente de César, le ofreció por tres veces la corona que el dictador rechazó provocando las reacciones de la multitud.

Ligados a las tradiciones, indignados ante la perspectiva de un reino que iba a sustituir a la vieja República, unos agitadores dirigidos por Casio y por Bruto, fanático atormentado, que a pesar de los beneficios recibidos por César odiaba a éste como un hijo bastardo puede odiar a su padre, prepararon el asesinato: En pleno Senado, en los idus de marzo (día 15 de mes) del 44 a. de J.C., lo acribillaron a puñaladas.

Al reconocer a Bruto entre los agresores, César se cubrió el rostro con la toga, diciendo: ¡También tú, oh Bruto, hijo mío! César cayó a los pies de la estatua de Pompeyo, pero la idea monárquica no cayó con él.




--------------------Segundo Triunvirato--------------------


Marco Antonio y Octavio


Marco Antonio supo aprovecharse de la inactividad de los asesinos. Otorgó a César honores divinos y grandiosos funerales, anunciando al pueblo que el desaparecido dejaba su patrimonio a los ciudadanos de Roma; los asesinos huyeron de la ciudad.

Sin embargo, un jovenzuelo débil, sobrino segundo de César, al que había adoptado mediante testamento, Cayo Octavio, con 19 años, hizo su aparición y reclamó su herencia.

Al contrario que Antonio, se mostró dócil hacia el Senado y Cicerón, que hizo que le fueran confiadas dos legiones. Antonio combatió en la Galia Cisalpina a los partidarios de los conjurados y del Senado, y Octavio marchó contra él.

Antonio, vencido, se refugió en la Narbonense con el procónsul Lépido. Pero Octavio, temiendo hacer el juego al Senado, dio un brusco viraje y prefirió aliarse con Antonio y Lépido.

Entró en Roma a la cabeza de sus legiones, se hizo elegir cónsul y selló la alianza proclamando el segundo triunvirato, que concedió todos los poderes a los tres cómplices (43 a. de J.C.).

Como Sila, los triunviros se deshicieron de sus adversarios mediante las listas de proscripción (más de 2.000 individuos). A Cicerón le cortaron la cabeza y las manos; Antonio se acordaba de los violentos discursos, las Filípicas, que el célebre jurista había pronunciado contra él.

Pasando a Grecia, Antonio y Octavio exterminaron a los conjurados que habían dado muerte a César. Casio y Bruto se suicidaron en Filipos en el año 42 a. de J.C.

Después de que una guerra civil había amenazado con romper el acuerdo de los triunviros, éstos se reconciliaron por la paz de Brindisi (40 a. de J.C.), repartiéndose el Imperio:
- Lépido se contentó con Africa,
- Octavio tomó Italia, la Galia e Hispania,
- Antonio recibió Grecia y Oriente.
Este último se casó con Octavia, hermana de Octavio, a pesar de su pasión por Cleopatra.




-----------------Marco Antonio y Cleopatra-----------------


La locura egipcia


Después de la batalla de Filipos, Marco Antonio fue a Oriente para preparar la guerra contra los partos. Cleopatra, que había recobrado el trono de Egipto después de la muerte de César, encontró de nuevo a Antonio en Cilicia y conquistó sin dificultad al rudo soldado, que la guió a Alejandría.

Ambos se abandonaron a las fiestas y a los placeres de la "vida inimitable", como se llamaba una camarilla compuesta por familiares de la reina y de Antonio, que prodigaba los excesos y las extravagancias.

Pero las necesidades políticas reclamaron a Antonio a Italia y, cuando se enteró de su matrimonio con Octavia, Cleopatra, que acababa de tener dos mellizos de su amante, lloró amargamente su traición. Después de la paz de Brindisi, Antonio se estableció en Grecia con su joven esposa, que no tenía para él el mismo atractivo que Cleopatra.

Puesto que Octavio tenía graves dificultades en Italia, Antonio no dudó en desafiarlo: Devolvió a Octavia a Roma, invitando a la reina de Egipto a que reuniera con él en Siria, desde donde se disponía a marchar contra los partos. Antonio se casó con ella en Antioquía, sin haber repudiado, no obstante, a su mujer.

Pero su campaña fue un desastre: Perdió la mitad de sus tropas, teniendo que contentarse con anexionar Armenia. Olvidándose de los partos, volvió a Alejandría (36 a. de J.C.), y, completamente esclavo de Cleopatra, abandonó los intereses de Roma por los de Egipto: Concedió a Cleopatra la soberanía sobre Chipre, Creta y Fenicia.

El hijo de César, Cesarión, fue asociado al trono de su madre. Antonio ocupó el puesto de príncipe consorte y dispuso principados orientales para los hijos que había tenido con Cleopatra. Ponía así las bases de una Imperio rival de Roma, dando pretextos a Octavio para intervenir.




--------------------------Octavio--------------------------


Octavio en Italia


Inmediatamente después del reparto de Brindisi, Octavio se encontró con graves contratiempos en Occidente. Italia estaba nuevamente agitada y un hijo de Pompeyo, Sexto, que había escapado al desastre de Munda, se había apoderado de Córcega, de Sicilia y de Cerdeña, haciendo padecer hambre a Roma.

Octavio fue derrotado al principio (38-36 a. de J.C.), pero, luego, su lugarteniente Agripa triunfó sobre Sexto Pompeyo.

Considerando que el comportamiento de Lépido pareció equívoco durante el desarrollo del conflicto, Octavio le desposeyó del título de triunviro, dejándole únicamente el de pontífice máximo.

Por otra parte, Octavio reprimió el bandidaje, continuó las grandes obras iniciadas por César, distribuyó tierras a los soldados, y el pueblo lo aclamó con entusiasmo, mientras el Senado romano se inclinado ante el nuevo amo.

A Octavio no le quedaba más que deshacerse de Antonio para colmar sus ambiciones. Hábilmente lo presentó no como un rival personal, sino como un traidor de la causa romana. Unos propagandistas afirmaron que Cleopatra quería conquistar Italia, destruir el Capitolio y sustituir a Roma por Alejandría como primera ciudad del mundo.

En el año 32 a. de J.C., el Senado declaró la guerra a Egipto. Octavio reunió sus legiones; las fuerzas
de Antonio eran considerables: 19 legiones y 800 naves, además de los contingentes de los príncipes y de los reyezuelos de Asia.

El conflicto se hizo "mundial": Roma tenía que reconquistar Asia. Sin embargo, una parte de las tropas que Antonio tenía en Grecia se pasaron al bando de Octavio cuando Agripa hubo atravesado el mar Jónico.

Las fuerzas navales se encontraron a la altura del promontorio de Accio (31 a. de J.C.), y el combate tardó mucho tiempo en decidirse. Antonio había ordenado que, después de la victoria, la flota egipcia se retirase: Quería entrar solo en Roma, sin presentarse como el jefe de una coalición oriental.

Numerosos partidarios de la República se encontraban en sus filas, y él quería pasar por restaurador del régimen contra la dictadura de Octavio.

Cleopatra se vio traicionada de nuevo, olvidada, mientras Antonio triunfaba en Italia, por lo que, durante la batalla, ordenó a sus naves que se dirigieran hacia el sur.

Antonio, presa del pánico, partió en una galera en persecución de la reina, abandonando la flota y las tropas, de manera que Octavio se encontró vencedor sin sufrir grandes pérdidas. Enseguida se atrajo a sus adversarios de Grecia y de Asia y rodeó a Egipto, donde se encontraban Antonio y Cleopatra.




----------------------Octavio vencedor----------------------


Afirmación del imperio y el emperador


Sabiéndose perdido, Antonio trasformó su círculo de la "vida inimitable" en una sociedad fúnebre donde se bebía en honor de la muerte que se aproximaba.

Cuenta Plutarco que en el curso del último banquete (el ejército de Octavio cercaba ya la ciudad), los invitados oyeron un misterioso cortejo que, precedido de músicos, atravesaba Alejandría en dirección al campamento de los romanos: Era el dios Baco, protector de Antonio, que lo abandonaba.

Cleopatra se había fortificado en un mausoleo a orillas del mar, con sus tesoros y sus seguidores, difundiéndose el rumor de que se había suicidado y de que Antonio se había atravesado con su espada.

Moribundo, dándose cuenta de que la reina estaba todavía viva, el amante fiel se hizo trasladar al mausoleo de Cleopatra para morir entre sus brazos, "como un romano vencido por un romano".

Octavio entró en la ciudad. Parlamentó, hizo promesas y amenazó la vida de los hijos de Cleopatra si ésta se suicidaba.

Lo que quería era ver desfilar en su cortejo triunfal a aquella mujer célebre, la mayor "atracción" que podía ofrecer a la plebe romana. Pero Cleopatra, adivinando sus intenciones, se hizo morder por una serpiente, muriendo "como convenía a la heredera de tantos reyes".

Octavio sometió la tierra de los faraones, la última huella de las grandes civilizaciones antiguas que aún faltaba a su Imperio. Antes de dejar Egipto, hizo matar a Cesarión, hijo de César, que hubiese podido ser un probable pretendiente.

Los hijos de Antonio y de Cleopatra fueron conducidos a Roma, donde fueron acogidos por Octavia. En agosto del año 29 a. de J.C., después de su triunfo, Octavio hizo clausurar el templo de Jano.

Tras un siglo de conquistas y de incesantes guerras civiles, la paz romana comenzaba, finalmente, a reinar en el mundo.




-----------------------LA PAX ROMANA-----------------------


LA PAZ ROMANA: EL SIGLO DE AUGUSTO
(27 a. de J.C. - 182 d. de J.C.)


Octavio Augusto rechaza el título de dictador y sólo acepta el término -muy republicano- de princeps (príncipe; es decir, "primer hombre del Senado").

Acumula las magistraturas tradicionales (consulado, tribunado, etc.) con las funciones nuevas correspondientes a las nuevas instituciones que pone en vigor, en estrecha relación con el poder central (de hecho, el suyo): Crea los prefectos, los procuradores, los gobernadores de las provincias imperiales y los legados (jefes de las legiones).

Durante el gobierno de Augusto, Roma alcanza la cumbre de su gloria y de su prosperidad.

La vida económica se desarrolla, la ciudad se convierte -según frase de Augusto- en una "ciudad de mármol", cuando antes sólo era una "ciudad de ladrillo", y los escritores del siglo de Augusto (Tito Livio, Ovidio, Horacio, Virgilio) le añaden esplendor.

La expansión romana se hace a expensas de los germanos, hacia el Rin y el Danubio, bajo la dirección de jefes militares como Agripa, Tiberio y Druso.

Las guerras de Germania acaban con la matanza de las legiones del legado Varo (el año 9 d. de J.C.) por el germano Arminio. Cuando, en agosto de 14 d. de J.C., muere Augusto, todo el mundo romano está en paz.

Los dos primeros siglos del Imperio se señalan en el interior por mil intrigas palaciegas, que hacen de este período de la historia romana una novela de costumbres (a veces, de pésimas costumbres).

El poderío del princeps no deja de aumentar, en detrimento de las instituciones republicanas y del Senado romano, que sólo tiende a representar un papel de "comparsería política".

La vida económica es próspera, los impuestos se cobran puntualmente y el acceso al derecho de ciudadanía, concedido a fines de este período para todos los hombres libres del Imperio, realiza la unidad romana.

Se suceden tres dinastías imperiales:

- La familia Julia-Claudia del 14 d. de J.C. al 68 d. de J.C.


Tiberio,
Calígula,
Claudio,
Nerón.

Los Flavios, del 69 al 96 d. de J.C.


Vespasiano,
Tito,
Domiciano.

Los Antoninos, del 96 al 192 d. de J. C.


Trajano,
Adriano,
Antonino Pío,
Marco Aurelio,
Cómodo.


La vida interior se caracteriza por la evolución religiosa del Imperio romano (penetración de las religiones orientales) y, más particularmente, por la aparición del cristianismo, perseguido por los emperadores, pero cuya expansión es irresistible (especialmente en las provincias orientales del Imperio).

Los grandes escritores de esta época son:
- Séneca, Filón de Alejandría (que escribe en griego, para los judíos de la Diáspora),
- los poetas Perseo y Lucano,
- el historiador judío Flavio Josefo (que escribe en griego), Plinio el Viejo, Quintiliano, Plinio el Joven, Tácito, Suetonio,
- el filósofo Epicteto (esclavo griego que vivía en Roma), Juvenal, Aulo Gelio y Luciano.




----------------------Octavio Augusto----------------------


Octavio se convierte en Augusto


Después de la victoria sobre Antonio y de la anexión de Egipto, Octavio llevó a cabo la unificación del mundo mediterráneo.

Comenzaba una nueva era, la era imperial; pero, aunque omnipotente, acordándose de la trágica muerte de César, Octavio se abstuvo de proclamarse rey o dictador.

Respetó en apariencia las instituciones republicanas, aunque estaba convencido de que el principio monárquico y el carácter hereditario del poder eran necesarios para la estabilidad del Imperio.

Adorado en Oriente como un dios, fingió resignar sus poderes en el año 27 a. de J.C. El Senado romano le suplicó que conservara una parte de ellos y le confirió el título de Augusto, reservado a los dioses.

Desde entonces, cambió su nombre y se llamó Imperator César Augusto. Tenía a la sazón 36 años.

El grácil adolescente que se vio designar heredero por César siguió siendo un hombre enfermizo, que cojeaba de la pierna izquierda y que sufría una ligera parálisis en la mano derecha.

Dueño de los tesoros de Egipto, sólo comía pan ordinario, queso, pescado y fruta; desdeñaba el lujo de los nobles, llevando vestidos hechos en casa y prefiriendo una modesta habitación a salas más amplias.

Cuando su residencia, el palacio Hortensio, fue destruida por un incendio, hizo que fuera reconstruida de manera que su propio habitación quedara como antes, pequeña y amueblada con sencillez.

Suetonio nos dice que para sus desplazamientos "iba siempre a pie, haciéndose a veces transportar en una litera descubierta".

Admitía incluso a la gente del pueblo en sus audiencias, mostrándose tan bien dispuesto a recibir sus peticiones, que un día reprendió jocosamente a uno que le planteó la suya con tanta prudencia como si se tratara "de dar una moneda a un elefante".

Augusto se consideró siempre como el primer servidor del Estado: rígidamente fiel a su horario, esclavo del deber, respetuoso y práctico.

Pero estas cualidades burguesas, ciertamente estimables, indudablemente no hubieran bastado para hacer de Octavio un gran estadista, de no haber estado dotado también de una aguda inteligencia.

Más paciente y más astuto que César, habría de triunfar allí donde éste había fracasado. El régimen cuyas bases estableció sería flexible, susceptible de evolución, y lo bastante fuerte para durar cinco siglos y para dejar en la memoria de los hombres un recuerdo imperecedero, tal como lo hicieron todos los fundadores de imperios, algunos de los cuales, como Carlomagno y Otón el Grande, trataron de restaurarlos.




---------------------El poder imperial---------------------


Emperador por aclamación


Además de su propia habilidad, Augusto disponía de una poderosa baza: El fabuloso tesoro tomado a Egipto. Con el oro de los faraones pagó a sus soldados, asegurándose así su valiosa lealtad.

Envió socorros a las provincias devastadas, distribuyó trigo y dinero a trescientos mil padres de familia, y ofreció generosamente juegos y espectáculos a todos. Pero Augusto sabía que si Roma pretendía dominar sus propias provincias, hacía falta que el pueblo se sometiera a la mano de hierro de un Estado autoritario.

Aunque la fachada republicana permanecía intacta, todos sus órganos perdían poco a poco su fuerza. Los comicios conservaron en principio la aprobación de las leyes y la elección de los magistrados, pero en realidad era Augusto el que decidía la elección; las magistraturas fueron mantenidas, pero se convirtieron en ramificaciones del poder imperial.

El Senado romano, reorganizado al arbitrio del emperador, continuó administrando Roma, Italia y una parte de las provincias.

Los dos cónsules vieron reducidas sus funciones a dos o tres meses, y pronto dejaron el puesto a sus sucesores. Continuó habiendo pretores, tribunos, cuestores y ediles, pero convertidos en funcionarios dependientes del Estado.

El nuevo señor de Roma, con el título de emperador, era el jefe del ejército, aun conservando lo esencial del poder consular.

No pudiendo, como patricio que era, ser investido del título de tribuno, recibió sin embargo el "poder tribunicio", que hacía de él un personaje inviolable, permitiéndole incluso oponer su "veto" a las decisiones del Senado.

¿Qué le faltaba ya? Ser pontífice máximo, y puesto que esta sagrada función era vitalicia, Augusto tendría que esperar pacientemente a que muriera su titular, Lépido, para ocupar su puesto.

Pero he aquí que, a ejemplo de Oriente, el pueblo de Roma, agradecido a aquel que era el restaurador del orden, quiso ver en Augusto no ya un hombre superior, sino un dios.

Así, en todas partes se asistió a la construcción de altares dedicados al nuevo emperador, atendidos por nuevos sacerdotes, los augustales, que sacrificaban "a Roma y a Augusto".

El mes de que se cumplía el anirvesario de su triunfo fue llamado Augusto (hoy agosto). Cuando el emperador muriese, el Senado le concedería las honras apoteósicas reservadas sólo a las divinidades. Pero esta apoteosis estaba todavía lejana. Augusto, después de haber reunido en sus manos todos los poderes, organizará la pax romana.




----------------------Plenitud de Roma----------------------


La época de esplendor


La pax romana reinó en el interior de las fronteras: Las provincias, los países tributarios, cansados de tanta sangre, soñaban solamente con la tranquilidad.

Pero Augusto, aunque había cerrado las puertas del templo de Jano, tuvo que ordenar numerosas campaña militares.

La pacificación de Hispania fue llevada a término, quedando dividida en tres provincias: Citerior y Lusitania, provincias imperiales, y Bética (Andalucía), provincia senatorial.

Los pueblos montañeses de los Alpes fueron sometidos, y el trofeo de La Turbie, cerca de Mónaco, celebra aún esta victoria.

Tiberio, yerno del emperador, hizo del Danubio la frontera norte del imperio (Nórica, Panonia, Dalmacia, Mesia). En Africa, Marruecos formó un protectorado gobernado por el príncipe númida Juba II; los etíopes fueron rechazados al sur de la primera catarata del Nilo.

En Asia se firmó la paz con los armenios y los partos; Galacia y Judea fueron anexionadas, siendo administrada ésta por un procurador, poco después del nacimiento de Jesucristo. Quedaba el problema de Germania, que Augusto decidió ocupar hasta el Elba.

Druso, hermano menor de Tiberio, murió en el cumplimiento de su misión (9 a. de J.C.), pero dieciocho años después, Arminio, un jefe germano sometido a la autoridad del imperio, sublevó las tribus contra las guarniciones romanas y atrajo las legiones de Varo hacia bosques impenetrables y cenagosos.

Las legiones fueron totalmente destruidas: Los únicos supervivientes, Varo y algunos centuriones se suicidaron. Cuenta Suetonio que Augusto, al conocer la noticia, experimentó "un dolor tan profundo que durante muchos meses no se cortó la barba ni el cabello...", gritando sin cesar: "Varo, Varo, devuélveme mis legiones".

Tiberio volvió a establecer la frontera en el Rin. Renunciando a la conquista de Germania, el Imperio cometía sin duda un grave error; dejaba sin control la fragua donde se forjaban las invasiones bárbaras.

Poco atraído por las aventuras más allá de las fronteras, Augusto tendió esencialmente a restablecer el orden, la prosperidad y la tradición en todos los campos.

Prohibió los cultos egipcios populares, tales como el de Isis, hizo que se celebraran ceremonias grandiosas en honor de Júpiter y de Juno, y restauró las divinidades agrícolas y familiares.

El régimen predicó un verdadero retorno a la tierra, estimulando la colonización y la formación de un campesinado medio, y los artistas fueron invitados a celebrar el encanto de la vida rural.

Muchos fueron hijos de labradores. Virgilio de Mantua, cuyo padre era granjero, glorificó, aconsejado por Mecenas, la vida agrícola con sus Geórgicas.

Entusiasmado, Augusto le mandó componer la Eneida, epopeya de la fundación de Roma, que debía ser para los romanos lo mismo que la Iliada y la Odisea fueron para los griegos.

Horacio, a quien Mecenas regaló una magnífica villa, se burló en las Sátiras de las locuras de la ciudad, del dinero, de la vanidad social, mientras que sus Odas exaltan la amistad, la sencillez, a los soldados labradores y los méritos de Augusto.

Por el contrario, Tíbulo y Propercio, libertinos antimilitaristas, fueron mal vistos por el emperador. Después de la muerte de Virgilio (19 a. de J.C.), Ovidio quiso convertirse en el gran poeta oficial (los Fastos), pero se vio comprometido en el escándalo de Julia, nieta de Augusto.

En 42 libros, Tito Livio compuso una historia romana que presentaba las sublimes virtudes de los primeros tiempos de la república.

El emperador recurrió tanto a las leyes como a los preceptos morales de los escritores oficiales: Leyes contra el lujo, la corrupción, el adulterio, el celibato, estimulando las familias numerosas. Pero las leyes no podían nada contra la disolución de las costumbres.

La hija de Augusto, Julia, estaba tan corrompida que el emperador la desterró a una isla desierta; su nieta, también llamada Julia, resultó convicta de un delito nada inusual por otra parte, el de adulterio. Mecenas llevó una vida fastuosa en su palacio de piscinas de agua caliente.




-------------------La herencia de Augusto-------------------


Melancolía y soledad


Los últimos quince años de la vida del emperador Augusto transcurrieron en la soledad y en la tristeza: Virgilio, Horacio, Mecenas, el fiel Agripa, habían muerto.

Los problemas de la sucesión le preocupaban. No teniendo herederos directos, había adoptado a los dos niños que su hija Julia había tenido con Agripa, pero habían muerto jóvenes.

Puesto que la gens Julia se había extinguido, el emperador recurrió a la gens Claudia (de donde procede el nombre de dinastía Julio-Claudia desde Augusto hasta Nerón).

Su segunda mujer, Livia, había tenidos dos hijos de su primer matrimonio con Tiberio Claudio Nerón: Tiberio y Druso.

Como este último había muerto en Germania, Tiberio se presentaba como el sucesor, pero tuvo que repudiar a su mujer y casarse con Julia, la hija de Augusto, que se había quedado viuda a la muerte de Agripa.

Sin embargo, cansado de la conducta disoluta de Julia, que le había acusado ante Augusto de conspirar, Tiberio se exilió a Rodas, y no volvió a Roma hasta que el emperador desterró a su hija a una isla desierta.

Desde entonces, Tiberio compartió con su suegro el imperium proconsular y la potestad tribunicia. A los ojos de todos, él sería el heredero del Imperio.

Augusto murió en el año 14 d. de C., a los 76 años de edad. Sus últimas palabras podrían muy bien haber sido las de uno de los poetas escépticos a los que él desdeñaba: "Mi papel ha acabado, batid palmas y despedidme con aplausos".

Su "papel" fue verdaderamente considerable y se pudo hablar del siglo de Augusto como del siglo de Pericles o del de Luis XIV. Augusto había instituido la monarquía, protegido las letras y las artes, y dado al mundo romano la paz y la unidad.

Su obra fue tan sólida que las convulsiones, los crímenes y las conspiraciones que se sucedieron durante su dinastía, no llegaron a poner seriamente en peligro la existencia del Imperio Romano.




--------------------------Tiberio--------------------------


Sombras en el imperio


A sus 56 años, Tiberio era tímido y misántropo, culto y concienzudo, pero amargo y escéptico. Después de una ficción de querer restaurar la República, los senadores le pidieron como un favor "que asumiese él mismo tan penosa y pesada esclavitud".

En la crisis, rápidamente resuelta, se descubrió ya cual habría de ser una de las grandes lagunas del régimen imperial: Olvidando establecer una ley de sucesión fija, Augusto abrió el camino a los más graves abusos, generadores de sangrientas agitaciones.

Al comienzo, Tiberio reinó con prudencia, prosiguió la política de su suegro, consolidó la frontera del Rin, donde alcanzó celebridad su sobrino e hijo adoptivo, Germánico, el hijo de Druso.

Se esforzó por la moderación, pidiendo a los gobernadores de las provincias que "esquilaran las ovejas pero no las desollasen". Impulsó a los nobles al ahorro y disminuyó la frecuencia de los juegos circenses.

Prudente en política, Tiberio se mostró sanguinario en los asuntos de familia: En el año 14 d. de C. hizo matar a su esposa Julia y al último hijo que ésta había tenido con Agripa. Su hija, la segunda Julia, sufrió más tarde la misma suerte.

De los hijos de Augusto, solamente sobrevivió Agripina (la mayor), casada con Germánico. Cuando éste murió en el año 19 d. de C., su mujer acusó a Tiberio de haberlo envenenado, lo que sin duda era una calumnia.

En el año 33 d. de J.C., el emperador se libró de Agripina y del primogénito de Germánico. Cada vez más sospechoso, inquieto por la oposición senatorial, Tiberio dejó que su prefecto pretoriano, Sayano, instaurase un régimen de terror del que fue víctima la aristocracia romana. Sayano, un ambiciosos criminal, acechaba el trono y, denunciado al emperador, fue estrangulado.

Obsesionado por todos estos dramas, Tiberio pasó la mayor parte de su tiempo en el palacio de la isla de Capri. Pero el anciano continuó enviando órdenes de muerte desde su retiro.

Su único hijo había muerto, no quedándole más que su nieto, a quien designó como heredero, conjuntamente con el último hijo de Germánico y de Agripina, Cayo César, a quien los soldados de su padre habían dado el sobrenombre de Calígula ("pequeña cáliga": Sandalia que utilizaban los legionarios romanos).

Tiberio murió en el año 37 d. de J.C. como consecuencia de un síncope. En Roma, la multitud gritó: Tiberius ad Tiberim (¡Tiberio al Tíber!).




--------------------------Calígula--------------------------


Las locuras de Calígula


Calígula, que tenía a la sazón 25 años, no encontró impedimento de hacerse atribuir todos los poderes.

Adoptó al nieto de Tiberio, por precaución, antes de hacerlo asesinar. El pueblo de Roma acogió con entusiasmo el advenimiento de este joven, hijo de un héroe adorado por las multitudes.

Alto y grueso, el nuevo emperador tenía los ojos hundidos, lo que le daba un aire extraviado, y sufría ataques de epilepsia que le hacían perder por algún tiempo el control de sí mismo.

Por este motivo, sus súbditos no tardaron en cambiar de opinión sobre él, pasando a odiar a este desequilibrado que, presa del insomnio, erraba noches enteras por su palacio invocando a gritos la llegada del día.

Al principio de su reinado se había ganado el favor popular por haber promovido amplias distribuciones de dinero y por haber rebajado los impuesto. Pero, en cambio, no dudó en admitir a su mesa a su caballo y nombrarlo senador; se ofrecía a la adoración de las multitudes y exigía que los magistrados le besaron la sandalia.

Pero su locura se hizo poco a poco sangrienta, haciendo morir a todos los que no le eran gratos, recomendando al verdugo que los matara "de modo tal que se sintieran morir". Nos cuenta Suetonio que a sus amantes le susurraba: "A una orden mía, podría caer esta hermosa cabeza".

También le producía placer, después de haber arrojado sestercios desde lo alto de la basílica Julia, contemplar el espectáculo de las luchas que se producían para cogerlos.

Las locuras megalómanas de Calígula cansaron muy pronto a todos, y aunque llegó a decir: "Que me odien con tal que me teman", lo cierto es que, reprimidas sangrientamente, estallaron revueltas por doquier.

Un oficial de la guardia pretoriana puso fin a esta macabra existencia, apuñalando el emperador en el pasadizo secreto que conducía al teatro (41 d. C.).




--------------------------Claudio--------------------------


Claudio y las mujeres


Los pretorianos, que no tenían ninguna intención de asistir a la restauración de la República, descubrieron, escondido en el palacio, a un hermano de Germánico, tío de Calígula, un hombre de 47 años, tartamudo, lunático, ridículo pero culto, especialista en historia de los etruscos y en gramática latina, a quien concedieron el trono a cambio de 15.000 sestercios por soldado.

Pero Claudio, que había simulado la estupidez para salvarse durante los reinados de Tiberio y Calígula, no era un incapaz.

Pronto mostró su autoridad haciendo ajusticiar a los asesinos de su sobrino, eliminando a los que se le oponían en el Senado romano, a los que reemplazó por plebeyos, ennoblecidos, y haciendo accesibles todos los cargos a los que desempeñaban funciones en la Galia o en Hispania.

Se rodeó de libertos griegos inteligentes, como Narciso y Palas. Puesto que Roma se iba extendiendo, agrandó el puerto de Ostia para facilitar el abastecimiento de la ciudad, construyendo también un nuevo acueducto.

Aunque jamás fue soldado, se puso al frente de una expedición destinada a conquistar la Britania (hoy Inglaterra) con cuatro legiones, lo que le valió el título de Britanicus.

Después de dos divorcios, Claudio se casó con Mesalina, que le ponía en ridículo con sus innumerables amantes. Enterado de ello, Claudio hizo matar a sus rivales, y después, aconsejado por Narciso, hizo que su mujer fuera a reunirse con ellos.

Para su desgracia volvió a casarse, esta vez con su sobrina Agripina la Joven, hermana de Calígula. La ambición de esta mujer era desmesurada, sobre todo por lo que refería al porvenir de su hijo Nerón, nacido de un matrimonio anterior.

Claudio era ya sexagenario y débil, por lo que el éxito de los planes de su mujer fue total. Desheredó, en beneficio de Nerón, a su propio hijo Británico. Después, la emperatriz, previendo un posible repudio, no dudó en envenenar a su esposo (54 d. de C.).

Nerón, que tenía sentido del humor, dijo más tarde que los champiñones debían de ser un manjar sobrenatural puesto que habían convertido en dios a un "pobre desgraciado" como Claudio.




---------------------------Nerón---------------------------


La nueva Roma


El joven de 17 años llamado Nerón, reunía todo lo necesario para ser un emperador de talento.

Agripina le había dado los mejores preceptores: Burro y, sobre todo, Séneca, el filósofo. Ambos se esforzaron por reprimir la violencia de su carácter y puede decirse que al comienzo lo lograron.

El joven emperador se comprometió a respetar la clemencia, primera regla de sus educadores, y los cinco primeros años de su reinado fueron los que corresponden a un emperador generoso y prudente.

Pero su madre, irritada por la excesiva influencia de los preceptores ejercían sobre su hijo, intrigó para conducir a Británico hasta la púrpura imperial. Nerón tuvo miedo e hizo asesinar al adolescente.

Desde aquel momento, no se resistió a los atractivos que Roma ofrecía a un joven patricio, ávido de distracciones. Disfrazado, recorría de noche las calles de la capital raptando a los transeúntes, atracando a los que encontraba en su camino, solazándose en las tabernas. Lo hacía con tanto empeño como para dejarse engatusar por una mujer tan hermosa como carente de escrúpulos: Popea.

Esta impulsó a Nerón a repudiar a su mujer, Octavia, hija de Claudio y, temiendo la reprobación de Agripina, consiguió de su amante que hiciese asesinar a la que él solía llamar "la mejor de las madres".

En el año 62 d. de C., Burro murió y Séneca cayó en desgracia. El emperador cedió a sus malos instintos precisamente en el momento en que se apasionaba por la música y la poesía.

Intentó introducir en Italia la práctica griega de los juegos y de los concursos, pero reprobando las condenas a muerte. Pasaba noches enteras tañendo la lira con su maestro, jactándose de sus cualidades de actor y de poeta.

En julio del año 64 d. de C., estalló el famoso incendio de Roma: Durante seis días y seis noches, la ciudad ardió.

Cuando las cenizas se enfriaron, el pueblo acusó a su amo de haberlo provocado él mismo: habían sido vistos esclavos imperiales, blandiendo antorchas, dispersarse por las calles, y había sido visto el mismo Nerón, vestido de actor, cantando acompañándose de la lira un poema que exaltaba la destrucción de Troya.

La acusación era tal vez injustificada, pero, en cualquier caso, el emperador necesitaba un culpable.

En este sentido, como dice Tácito, encontró:

hombres aborrecidos por su infamia y que notoriamente odiaban al género humano.

Eran los cristianos, adeptos a un secta recientemente difundida en Roma, discípulos de un cierto Jesús, condenado a muerte en Jerusalén bajo el reinado de Tiberio. Nerón no tuvo dificultad en arrestar, por incendiarios, a estas pobres gentes insignificantes.

Unos fueron arrojados a las fieras, otros crucificados, otros embadurnados de pez y convertidos en antorchas humanas. Nerón, vestido de auriga, conducía su carro entre la multitud de desocupados, por las calles brillantemente iluminadas con el incendio.

Para el emperador era la oportunidad de reconstruir la ciudad a su gusto, y se reservó un palacio, la Domus Aurea, con su propia estatua de colosal tamaño, un parque inmenso poblado de animales feroces y una rotonda de giraba siguiendo el movimiento del sol.

Sus locuras y crueldades provocaron conspiraciones. En el año 65 d. de C., Nerón ordenó una persecución: Senadores y generales fueron condenados a muerte. Séneca, Petronio (el arbiter elegantiarum, autor de la novela picaresca) y Lucano, gran poeta, fueron obligados a abrirse las venas.

Pero la revuelta se extendía por todas partes, por Judea, por la Galia...; Galba, jefe del ejército romano de Hispania, marchó sobre Roma, donde el Senado romano lo proclamó emperador (68 d. de C.).

Nerón, abandonado por todos, huyó. Quiso envenenarse, pero le faltó el valor; quiso ahogarse en el Tíber, pero tampoco pudo. Entonces buscó refugio en el campo, acompañado por su liberto Epafrodito, quien, cuando el emperador bajó del caballo, extendió ante él su manto rojo, haciéndole avanzar al ritmo de los pasos de su señor.

Sintiendo el galope de sus perseguidores, Nerón cogió un puñal, lamentándose de que "hacía daño"; entonces, su sirviente, para ayudarlo, dirigió su mano hacia la carótida. "¡Qué artista muere conmigo!", exclamó Nerón en su agonía. Fue piadosamente sepultado y, durante mucho tiempo, unas flores frescas adornaron su tumba.




---------------------Cuatro emperadores---------------------


Tetrarquía o anarquía


Después de que las legiones aclamaron al emperador Galba, los romanos se dieron cuenta -dice Tácito- de que "se podía hacer un emperador fuera de Roma". En el año 69 d. de C. se hicieron cuatro, y este espantoso interregno recuerda los períodos más tristes del final de la República.

Exterminado Galba por los pretorianos, le correspondió a Otón, antiguo marido de Popea, vestir la púrpura imperial, mientras que las tropas del Rin aclamaban a Vitelio y las de Oriente a Vespasiano.

Este, de familia modesta, se hallaba ocupado en la represión de la terrible sublevación de Judea. De carácter independiente y muy vinculados a su religión, los judíos soportaban mal del despotismo de los procuradores romanos y, en el año 66, el país se sublevó.

En el año 69, Vespasiano puso sitio a Jerusalén y dejó a su hijo Tito la misión de llevar a término el asedio.

Las tropas del Danubio se pronunciaron a su favor, y después de un combate en las calles de Roma, durante el cual fue incendiado el templo de Júpiter Capitolino, destronaron a Vitelio, arrastrándolo desnudo, descuartizándolo y arrojándolo al Tíber. El Senado romano se aprestó a reconocer a Vespasiano.

Ante la sorpresa general, este burgués provinciano que había conquistado su posición al precio de muchos esfuerzos, leal y concienzudo, poseía las cualidades tradicionales de su clase: Sentido de la economía, amor al trabajo y honestidad.

La corta dinastía que tiene en él su origen (contará con tres emperadores) es conocida en la historia con el nombre de Flavia. Su primera preocupación fue la de sanear las finanzas públicas, llevar el orden al ejército y dar entrada en el Senado a mil familias provincianas que proporcionarían notables cuadros dirigentes.

Tito puso fin en el año 70 al sitio de Jerusalén y llevó a Roma los despojos del Templo. Medio millón de hebreos murieron en la guerra y 100.000 fueron reducidos a la esclavitud.

Los supervivientes que abandonaron Palestina fueron a engrosar las comunidades de la diáspora (dispersión), y el judaísmo solamente sobrevivió en estos pocos grupos reunidos alrededor de las sinagogas.

Un arco de triunfo entre el Foro y el Coliseo celebró la victoria de Tito. Vespasino murió después de diez años de un reinado beneficioso para su pueblo (año 79). En su lecho de muerte, se burló de los honores divinos que se le esteban preparando, diciendo: "Siento que me transformo en un dios".

Tito reinó solamente dos años. Después de las crueldades perpetradas en Palestina, se esperaba de él lo peor. Pero, por el contrario, se mostró muy generoso y proclamó que prefería morir a matar: En efecto, durante su breve reinado no hubo ni una sola ejecución capital. Tito quedó en la memoria de sus súbditos como "la delicia del género humano".

Sin embargo, su imperio fue testigo de una gran catástrofe, la desaparición de dos espléndidas ciudades de Italia, Herculano y Pompeya, engullidas por la erupción del Vesubio el 24 de agosto del 79.

El escritor Plinio el Viejo, que a la sazón mandaba la flota occidental, encontró la muerte mientras rescataba a los supervivientes.

En los años siguientes, la peste diezmó a Roma, llevándose también a la tumba a Tito (año 81), llorando por la ciudad entera, excepto por su hermano, que había de sucederlo.

Domiciano emprendió nuevas conquistas en Britania y en Germania y combatió a los dacios en el Danubio. Promovió grandes construcciones en Roma. Orgulloso y despótico, tuvo que reprimir en el año 88 una revuelta de los legionarios en Germania.

Desde entonces, ejecutó a todos los nobles sospechosos de deslealtad, diezmó el Senado, persiguió a los intelectuales, se proclamó señor y dios, y exterminó sin distinción a hebreos y cristianos.

Su violencia no conoció límites, y hasta sus más allegados se inquietaron; su propia mujer se confabuló con el prefecto pretoriano para que fuera asesinado (año 96), poniendo así fin a la dinastía de los Flavios.




-------------------Emperadores designados-------------------


Los emperadores no hereditarios


A finales del siglo I, la breve dinastía de los Flavios se extinguió con el asesinato de Domiciano, a quien el poder había transformado en un peligroso megalómano (año 96).

Con él desaparecía, por un período de cien años, el principio del carácter hereditario del poder: A partir de entonces, los emperadores buscarán para sucederles al hombre más digno y más capaz. El Senado romano apeló a uno de sus miembros, Nerva.

Este tomó medidas de distensión, trató de restaurar las finanzas públicas, y en su prudencia designó como sucesor a la púrpura imperial al enérgico general de las legiones del Rin: Trajano.

Tras esto, habiendo reinado 16 meses, Nerva murió, no sin haber creado para su sucesor un clima de calma y de prosperidad (año 98).



--------------------------Trajano--------------------------


El mejor de los príncipes


Cuando le llegó la noticia de su ascensión la poder imperial, Trajano se encontraba en Colonia, y, lejos de conmoverse, anunció que volvería a Roma cuando su zona estuviera pacificada, para lo cual necesitó dos años, al término de los cuales asumió su función imperial.

El nuevo señor del Imperio, Trajano había nacido 45 años antes, en Hispania, de una familia de origen romano. Ningún ejemplo mejor que el suyo de las cualidades de las que pudiera vanagloriarse un general imperial.

Vivía junto a sus tropas, participado de sus mismo peligros, y demostró en los combates un valor a toda prueba. Sus costumbres eran sencillas, llegando incluso en su rigor a declarar que "prefería dejar sin castigar a un culpable que condenar a un inocente". Tan compasivo era con los demás como severo consigo mismo.

Con los cristianos dio también prueba de gran moderación. Cuando Plinio el Joven le preguntó qué pensaba hacer con aquellos hombres que cantaban juntos "en honor de Cristo", que se comprometían a no cometer nunca adulterio y que hacían sus comidas en común, Trajano respondió que lo mejor era dejarlos en paz, interviniendo sólo si se negaban públicamente a seguir las leyes romanas.

Tenía fama de ser hombre culto, pues llevaba consigo al célebre retórico Dión Crisóstomo.

Pero un día llegará a confesar no haber comprendido una sola de las palabras pronunciadas por Dión: Se dejaba acunar por su voz argentina, absorto en numerosos pensamientos.

Estas eran las cualidades de aquél a quien el Senado romano designó oficialmente con el título de optimus princeps, el mejor de los príncipes.



------------------Emperador-Administrador------------------


Una buena administración


Militar concienzudo, Trajano era un gran trabajador, que exigía de sus consejeros el mismo esfuerzo.

En materia política era un conservador ilustrado, respetuoso con el Senado, al que pedía consejo en cada ocasión importante, prefiriendo una prudente administración a las grandes reformas.

Sin embargo, quiso atenuar ciertas debilidades del Imperio de las que Augusto, en su tiempo, ya se había ocupado. Se trataba de la despoblación de los campos y de la baja natalidad.

En adelantes, el Estado haría préstamos a los campesino solamente al 5 por 100 de interés (la mitad de la tasa habitual), siendo también creados subsidios familiares, con los fondos producidos por los intereses de dichos préstamos. La capital romana, por otra parte, se encargaría de la educación de 5.000 niños pobres.

Los países sometidos fueron objeto de una gran atención por parte del emperador (quien, sin duda, no olvidaba su origen ibérico).

Quería que fueran prósperos y se relacionó asiduamente con sus administradores, como lo demuestra el intercambio de cartas entre él y Plinio el Joven, gobernador de Bitinia. Enviaba a los senadores a inspeccionar las provincias, exigiendo relaciones detalladas.

No había ciudad, por alejada que estuviera, que no acogiera ingenieros del emperador: Por los cuatro extremos del Imperio se levantaron puertos, acueductos, edificios administrativos. Italia estaba más atendida que los países conquistados, y ( el Forum romano) Roma, como veremos, todavía más que Italia.

En su sencillez, sin embargo, Trajano no dedicó ninguna de estas construcciones a su uso personal, sino que, por el contrario, donó a algunos de sus colaboradores villas de las cuales se habían apropiado sus predecesores.

A los funcionarios que trabajaban junto a él les transmitió su propia austeridad, llegando su escrúpulo hasta el extremo de publicar un presupuesto que sometió al juicio del Senado.

Su reinado se caracterizó después por una medida excepcional y particularmente apreciada: La reducción de los impuestos.

Pero también es verdad que dichas medidas fueron posibles gracias a las reservas de oro que las últimas conquistas del emperador hicieron afluir a las arcas de Roma.




------------------La conquista de la Dacia------------------


La conquista de la Dacia


Trajano conocía el peligro germánico mejor que nadie. Habiendo consolidado la frontera del Rin, necesitaba establecer bases en la del Danubio, el la Dacia (correspondiente a la actual Rumania) que por extenderse hasta el corazón de la sombría Germania constituía una vía de acceso hacia aquellas regiones centrales.

Instalarse sólidamente en aquel país significaba asegurar la protección de la parte oriental del Imperio contra las invasiones. Por otras parte, la Dacia era muy rica en minas de oro y también en otros minerales.

Con su notable capacidad de soldado, Trajano organizó admirablemente su campaña, y la marcha de las legiones romanas hacia la capital, Sarmigezetusa, fue irresistible. El rey Decébalo tuvo que capitular, y su vencedor, tan magnánimo como diplomático, lo repuso en el trono, esperando que se comportaría como un fiel aliado.

Una clemencia tal, nueva en la historia romana, fue mal recompensada, ya que dos años después, en 105, Decébalo se sublevó.

Trajano tuvo que combatir de nuevo, y esta vez el dacio perdió la vida, y su país se vio privado de la libertad de que todavía gozaba.

La Dacia se convirtió en provincia romana, siendo colonizada por antiguos legionarios, y el latín seguirá siendo la base de la actual lengua rumana.

Las minas de oro estaban ya completamente controladas por Roma. El botín reportado por la expedición fue tan abundante que Trajano, respetuoso con las costumbres, ofreció a su pueblo el más fastuoso triunfo que se había visto hasta entonces, una de aquellas lujosas orgías en las que se exaltaba la gloria y la prosperidad de las ciudades.

Durante los 123 días que duraron las fiestas murieron 12.000 fieras y con ellas 10.000 gladiadores. El oro de los dacios permitió la financiación de las más grandes obras de urbanización jamás emprendidas en Roma.

Después de seis años consagrados a su obra pacificadora,la nostalgia de los campos de batalla se apoderó del viejo general Trajano, que quiso reanudar el proyecto de César y de Antonio: Extender las fronteras del Imperio hasta el océano Indico.




-----------------------Hacia Oriente-----------------------


El espejismo de Asia


Para justificar su empresa oriental, el emperador invocó el intolerable dominio ejercido por los partos sobre las rutas comerciales de la seda, hacia China y la India.

Cuando las legiones hubieran dispersado aquellos enjambres de jinetes turbulentos, Roma alcanzaría los ricos confines del mundo. Con su habitual meticulosidad, Trajano preparó la expedición y, en el año 113, embarcaron las tropas.

En una campaña triunfal, Armenia fue sometida después de que el país de los partos hubiera sido invadido y conquistado; las legiones marcharon del Tigris al Eufrates y Babilonia se rindió, así como Tesifonte (Ctesifonte), la capital.

El emperador remontó el Tigris hasta el golfo Pérsico. Jamás ningún general romano se había aventurado tan lejos. Fue construida una flota para el mar Rojo, y el emperador sufrió la desesperación de ser demasiado viejo para lanzarse sobre una nave a la conquista del Extremo Oriente.

Pero estas conquistas se manifestaron poco sólidas: Disturbios y revueltas estallaron en Siria y en Egipto, donde los judíos zelotas se mostraron muy activos. El rey Cosroes volvió a Ctesifonte. Los partos exterminaron las guarniciones romanas, muy exiguas.

Trajano volvió precipitadamente a Babilonia, donde tuvo que hacer frente al enemigo por todas partes. Durante todo un invierno se obstinó en someter a los partos, atrincherados en posiciones inexpugnables. Pero la enfermedad amenazaba la vida del emperador, a quien dos crisis sucesivas le obligaron a reemprender tristemente el camino de Roma.

La muerte lo sorprendió en Asia Menor: Al amanecer, sus restos mortales fueron quemados. Así acabó el que había soñado con imitar al gran Alejandro (año 117).




--------------------------Adriano--------------------------


Adriano y el Helenismo


Sintiendo próximo su fin, Trajano había designado como sucesor a su sobrino Adriano, influido en la elección por su mujer, Plotina, que denotaba una fiel amistad hacia su pariente.

La prudente elección del viejo emperador elevó a la púrpura imperial a uno de los hombres más eminentes que jamás la alcanzaron.

Adriano, que tenía a la sazón 40 años, había nacido, como su tío, en Itálica (Hispania).

Pero llegado a Roma cuando aún era un adolescente, había sido iniciado en todos los refinamientos de la cultura griega: Aquel joven lleno de vida y de curiosidad se interesó por la música, por la pintura y por la poesía, además de haber estudiado matemáticas, medicina y filosofía.

También había aprendido a vestirse bien, a perfumarse, y a disipar con desenvoltura su juventud y su fortuna. Sin embargo, habiendo sido nombrado tribuno en el curso de la campaña contra los dacios, se había comportado con tanto valor que el emperador, entusiasmado, le concedió por esposa a su propia sobrina, pero la unión con la hermosa Vivia Sabina no pasó de ser puramente formal y estéril.

Adriano se convirtió en el colaborador más devoto de Trajano, que después de haberle puesto a prueba durante diez años, le consideró digno de sucederlo. El que se sentó en el trono de César era un hombre apuesto: Alto, de cabellos rizados y con una abundante barba que ocultaba algunas imperfecciones que afeaba la parte inferior de la cara.

Su carácter era complejo, frecuentemente amable, pero algunas veces salvaje, casi cruel. En su refinamiento, amaba el lujo, pero no las orgías a la moda, divertiéndose en compañía de amigos a los que reunía en pequeñas comidas íntimas.

Sus aficiones filosóficas le llevaron hacia el estoicismo de Epicteto. Jamás hubo, sin embargo, un monarca que, consagrándose al bien de su pueblo con tanto ahínco, consiguiese cumplir tan perfectamente su tarea.




-------------------Viajes y organización-------------------


El emperador viajero


Después de Augusto, Adriano fue el gran organizador de la monarquía imperial. El Senado romano, que había cooperado con Trajano, se convirtió en puramente honorífico.

El nuevo emperador habría de recurrir sobre todo a los caballeros (equites) para cubrir las funciones de sus ministerios. El Consejo del príncipe, en efecto, del que formaban parte juristas tan renombrados como Salviano, se transformó en un organismo permanente que juzgaba en última instancia.

El edicto perpetuo reunía todas las actas de los pretores y, así, las leyes acumuladas se podían consultar fácilmente.

La cancillería archivaba la correspondencia imperial, las finanzas fueron centralizadas, los publicanos fueron sustituidos por funcionarios, los procuradores, que percibían los impuestos. Todos los cargos se hicieron accesibles a los simples ciudadanos.

Emperador pacífico que, al contrario que Trajano renunció a las conquistas orientales, Adriano, sin embargo, se hizo igualmente cargo del ejército y de la defensa de las fronteras, sin dejar de viajar y complaciéndose en inspeccionar las provincias más alejadas, en largos periplos que a veces duraban hasta cinco años.

Circulaba como un particular, casi sin escolta, con un séquito compuesto por técnicos, y sorprendió a los gobernadores y a los generales, ocupándose de todos los detalles de su administración: Mandaba construir un nuevo puente, promocionaba a uno, destituía a otro, trasladaba una legión, etc...

La Galia, la más rica y la más tranquila de las posesiones romanas, fue la primera en recibir su visita; después, el emperador vivió en Germania durante un año, inspeccionando los campos, reorganizando el limes -una línea de fortificaciones entre el Rin y el Danubio-, contemplando con inquietud los misteriosos bosques donde se ocultaban los gigantes rubios prestos a caer sobre los soldados de Roma.

A continuación, el emperador descendió por el Rin, penetró en las regiones belgas, visitó Britania -la actual Inglaterra- y, atravesando de nuevo la Galia, se estableció en Hispania -la Península Ibérica-.

Desde allí pasó a Africa y, antes de continuar su viajes hacia el Asia Menor, visitó el país de los faraones.

Pero, durante este viaje, Adriano se vio muy afectado por la misteriosa muerte de su amigo Antinoo, que le acompañaba, y que tal vez se dio muerte voluntariamente para cumplir la voluntad de un oráculo que había afirmado que sólo su desaparición permitiría al emperador realizar su destino.

A partir de entonces, el hombre solitario que tomó el camino de regreso a su capital, no experimentó ya la misma vitalidad, refugiándose en el trabajo para huir de las horas vacías. Escribió, compuso una gramática y algunas poesías. Digno en este aspecto de sus predecesores, se dedicó con entusiasmo a los grandes trabajos urbanísticos.

Después volvió a partir, dirigiendo sus pasos esta vez hacia Grecia, Cartago, y nuevamente Egipto. La paz se vio perturbada entonces por una más de las muchas rebeliones de Judea.

Las legiones tardaron tres años en dominarla: Vencidos por el hambre, por la sed y por las armas, los rebeldes acabaron por sucumbir. Judea, llorando a sus hijos exterminados, o vendidos como esclavos, o dispersos, era un desierto, y de Jerusalén no quedó piedra sobre piedra.

En adelante, los judíos serían un pueblo errante, admitidos en Jerusalén un sólo día al año para gemir ante el Muro de las lamentaciones.

El emperador, enfermo desde hacía años y víctima de espantosos sufrimientos, rechazaba la muerte para no desertar de su puesto, pero, finalmente, expiró a los 62 años. Con él desapareció uno de los personajes más complejos y más atractivos de toda la historia de Roma (año 138).



------------------------Antonino Pío------------------------


Antonino Pío


Adriano eligió como heredero al senador Tito Aurelio Antonino. El título de "Pío" le fue concedido por el Senado después de muerte, y Marco Aurelio, su sucesor, lo definió como "un monstruo de virtud".

Todo el mundo se alegró en Roma, porque todos amaban a aquel hombre de alargado y dulce rostro y tan completamente desinteresado, que su primer gesto de emperador fue el transferir su patrimonio a las arcas del Estado.

Este gran burgués fue tal vez uno de los últimos romanos que creía en los dioses o en todo caso, se comportó como si creyera en ellos. Los veintiún años del reinado de Antonino figuran entre los más felices conocidos por el Imperio.

No contento con sanear las finanzas del Estado y con proseguir la obra de reorganización de Adriano, el emperador suavizó las leyes judiciales hasta tal punto, que los derechos y los deberes de los esposos se hicieron iguales, fue prohibida la tortura y proclamado delito el asesinato de un esclavo.

Al contrario que su predecesor, Antonino no viajó, pero la tranquilidad de que gozaron las provincias romanas fue tal, que los embajadores de los países no sometidos afluían a la capital, suplicando a la Ciudad Eterna que extendiera su benéfica dominación sobre ellos.

A los 74 años, antes de morir, el emperador llamó a su lado a su sobrino Marco Aurelio y, diciéndole sencillamente "Ahora, hijo mío, te toca a ti", se volvió hacia la pared como si fuera a dormir, y exhalo su último suspiro (año 161).




-----------------------Marco Aurelio-----------------------


El emperador filósofo


Marco Aurelio había nacido cuarenta años antes, en Roma, de una familia originaria de Córdoba. "Estoy en deuda con los dioses -dirá- por haber tenido buenos padres, una buena hermana, buenos maestro, buenos aliados y amigos".

De todos los profesores que habían estado cerca de él, sus preferidos fueron lo filósofos, y no solamente apreció la doctrina estoica, sino que quiso ponerla en práctica.

Cuando fue coronado creyó, como buena moralista, más en la fuerza del ejemplo que en la de las leyes. Así, aunque continuó la obra reformadora de Antonino, lo hizo sin convencimiento, buscando más bien influir a sus súbditos con el ejemplo de su virtud ascética.

Las circunstancias, sin embargo, no le fueron favorables: Apenas subido al trono, los britanos y
los germanos, envalentonados por la longanimidad de Antonino, se rebelaron.

Marco Aurelio reprimió la revuelta de los primeros y, empeñado en derrotar a los germanos, envió a Persia a Lucio Vero, que había sido designado anteriormente por Adriano como posible sucesor, recomendándole a la atención de Antonino, conoció en Antioquía a la bella Pantea, que retuvo al general junto a ella.

El prudente Marco Aurelio se contentó con enviar instrucciones precisas a Casio, ayudante de Lucio, que, cumpliéndolas al pie de la letra, luchó contra los partos y arrasó su capital, Ctesifonte (año 165).

Las legiones llevaban consigo la peste y la extendieron por todas las ciudades y por todas las guarniciones: Egipto, Grecia, Italia y la Galia fueron devastadas por la plaga contra la cual todos eran impotentes.

El emperador demostró la grandeza de su estoicismo pasando noches y días en los hospitales. En Roma, 2.000 cadáveres fueron quemados diariamente. Como los campos, igual que las ciudades, quedaron despoblados, el hambre empezó a aparecer.

Tras la prosperidad, la desolación reinó en el Imperio. Por entonces, además, los germanos, los cuados y los marconamnos, que asediaban las fronteras, franquearon el Danubio, amenazaron Verona y devastaron la
llanura del Po (año 167).

El emperador incorporó al ejército gladiadores, bandidos y mercenarios, y se enfrentó personalmente al enemigo, revelándose como un brillante general. En el año 168 se sucedieron nuevas oleadas: los celtas en el Rin, los moros en Hispania, los longobardos en los Alpes.

Durante seis años el emperador luchó contra los bárbaros y en la soledad de los campos escribió su colección de Pensamientos, que, más que sus victorias militares, inmortalizarían sus recuerdos.

Después tuvo que regresar a Roma para castigar a Casio, el antiguo ayudante de Lucio Vero, que se había proclamado emperador. El usurpador fue inmediatamente eliminado (año 175). Marco Aurelio sabía que el peligro germánico acechaba, y, para alejarlo, partió hacia las líneas de combate con su hijo Cómodo.

Fue entonces cuando la muerte le sorprendió en Vindabona, la futura Viena, en el momento en que se disponía a conquistar Bohemia (año 180). Antes, sin embargo, había presentado a las tropas alineadas a su propio hijo como su sucesor, recomendando a todos que extendieran el dominio de Roma hasta el Elba.




---------------------------Cómodo---------------------------


Tras un filósofo, un gladiador


El sucesor de Marco Aurelio, Cómodo, de 19 años, era completamente distinto de su padre. Este apuesto joven, fuerte y batallador, carecía del más mínimo amor por la filosofía, interesándose sólo por las juegos circenses.

Lejos de seguir las instrucciones de Marco Aurelio, se precipitó a ofrecer a los germanos una paz que todos los combatientes romanos consideraron infamante.

En efecto, la situación del enemigo era crítica, y el triunfo parecía ofrecerse a los legionarios imperiales. Cómodo volvió a la capital y se dedicó al aprendizaje que más le cuadraba: El de gladiador.

Rápidamente tuvo oportunidad de afirmar su valor frente a hipopótamos, tigres y elefantes. No faltaron malas lenguas que murmuraron que no se trataba del hijo de Marco Aurelio, sino del hijo...¡de un gladiador!

Los tiempos de Calígula y Nerón parecían haber vuelto. La disolución de las costumbres y el terror fueron los verdaderos soberanos de Roma. Cómodo temía por su vida, y el miedo le impulsó a acentuar el terror.

Durante doce años continuó esta insensata existencia. Después, un prefecto del pretorio, sintiéndose amenazado, decidió hacerlo asesinar. Con la complicidad de una concubina del harén imperial, intentó envenenar al monarca. Pero el veneno se reveló ineficaz y, entonces, un luchador estranguló a Cómodo en el baño.

Así, el 1º de enero del 193, se cerró miserablemente el período de los Antoninos, que suele ser considerado como la edad de oro de la Roma imperial.

Trajano, Adriano, Antonino y Marco Aurelio habían conseguido, gracias a su prudencia y energía, mantener intacto y poderoso el mundo romano, cuyos guías fueron.

La muerte violenta de Cómodo dará la señal de una guerra civil entre los pretorianos de Roma y los ejércitos de las frontera, que anunció la instauración del despotismo militar.




--------------------LA DECADENCIA ROMANA--------------------


EL COMIENZO DE LA DECADENCIA
(192-337 d. de J.C.)


Como no ha sido establecido el principio de sucesión o principiat, son las legiones las que hacen y deshacen emperadores.

Los dos primeros sucesores de Cómodo (Septimio Severo, 193-211 d. de J.C., y Caracalla, 211-217 d. de J.C.), obligados a apoyarse en el ejército, confieren a éste un papel que nunca habría debido tener: Desde 235 a 284 d. de J.C., el Imperio padecerá medio siglo de conjuras, guerras civiles y desastres, mientras que el aparato defensivo y las fortificaciones que protegen el Imperio en las fronteras (limes) son sacudidos por las primeras incursiones "bárbaras" (los persas en Siria y los germanos en el Rin y el Danubio).

Algunas provincias se organizan en "imperios provinciales" independientes, para luchar contra estas primeras invasiones (Póstumo, "emperador" de las Galias de 258 a 268 d. de J.C.; Odenato y la reina Zenobia en Palmira, 262-272 d. de J.C.).

El restablecimiento de la situación es obra de los emperadores llamados ilirios. Aureliano (270-275 d. de J.C.) restablece la unidad, y Diocleciano (280-305 d. de J.C.) instaura el principio de una división del Imperio en cuatro zonas, con cuatro capitales: Milán, Tréveris, Nicomedia y Sermio (en Serbia).

Es el sistema llamado de tetrarquía (gobierno de cuatro). De este modo, Roma deja de ser la capital del Imperio. Pero el sistema de Diocleciano no durará mucho, y Constantino (305-337 d. de J.C.) vuelve a ser un único emperador absoluto, que se construye una nueva capital: Constantinopla (inaugurada en 330 d. de J.C.).

Estas transformaciones tienen una prolongación social: Las ciudades pierden su papel económico, y los grandes propietarios rurales viven, como señores omnipotentes, en sus tierras, cultivadas por colonos.

El cristianismo, todavía combatido y perseguido por Diocleciano, es reconocido oficialmente por Constantino después de su conversión (Edicto de Milán, 313 d. de J.C.). A los herejes se les prohíbe reunirse (331 d. de J.C.) y se promulgan leyes, de inspiración cristiana, como la Constitución de Constantino (311 d. de J.C.).




----------------------Septimio Severo----------------------


El emperador militar


El regocijo de los senadores tras el asesinato de Cómodo (193), que se había ganado la enemistad de todos por su conducta, fue grande, pero duró poco.

Aquellos eligieron, para suceder al aborrecido emperador, a Pertinaz, senador él mismo y prefecto de la ciudad. Pero su sentido de la economía no tardó en disgustar a los pretorianos, particularmente opuestos a sus medidas de austeridad.

Los pretorianos acabaron con el infortunado senador, cuyo reinado no llegó a dura cien días, y el Imperio fue puesto a subasta, siéndole asignado a aquel que ofreciera la suma más alta a los soldados. Un tal Didio Juliano, que había ofrecido 6.250 dracmas por individuo, llegó así al poder. Pero su reinado fue tan breve como el de Pertinaz. Las legiones estimularon a sus generales a lanzarse sobre Roma.

El primero en llegar fue el jefe de las legiones de Panonia (Hungría): Lucio Septimio Severo Geta, más conocido con el nombre de Septimio Severo.

Este prometió 12.000 dracmas a sus soldados, pero licenció inmediatamente a los peligrosos pretorianos, sustituyéndoles por provincianos fieles.

Después, tuvo que deshacerse de sus rivales: Nigro, jefe de los ejércitos de Oriente, a quien derrotó en Asia Menor, tomando a continuación Bizancio (196), y Clodio Albino, que mandaba los ejércitos de Britania y a quien venció el año siguiente.

Una vez hecho esto, dio comienzo a un reinado restaurador. Con Septimio Severo, era de nuevo un provinciano el que alcanzaba el Imperio. En efecto, era originario de Africa, y aunque había hecho sus estudios en Atenas y en Roma, jamás pudo ocultar un cierto acento púnico.

Se mostraba muy orgulloso de su origen y uno de sus primeros actos consistió en restaurar la tumba de Aníbal. En las campañas militares se reveló como hábil estratega y combatiente intrépido, pero cruel con sus enemigos.

Culto, buen administrador, fue siempre esencialmente un militar que se apoyó en el ejército, mostrando una total desconfianza hacia el Senado romano, al que arrebató las prerrogativas judiciales y administrativas para cedérselas a los caballeros. Tres legiones fueron acantonadas permanentemente en Italia.

La II Legión "pártica" protegía el Lacio; en la misma Roma el prefecto del pretorio mandaba 30.000 hombre bien pagados. Así comenzó el imperio militar.

La condena a muerte de una veintena de senadores acabó de aterrorizar a los patricios: El emperador confiscó numerosas posesiones de los aristócratas, convirtiéndose así en propietario de casi la mitad de la Península Itálica. El poder absoluto hizo su aparición en Roma.

El Senado era sólo un órgano ejecutivo, pasando la administración a manos de los militares. Doctos juristas, como Papiniano, Paulo y Ulpiano, encontraron fáciles argumentos para justificar este nuevo modo de gobernar a la manera oriental.

Septimio Severo contrajo matrimonio, en segundas nupcias, con Julia Domna, una siria hija de un sacerdote del Sol, de Emesa, lo que aumentó las influencias orientales en Italia.

El emperador se propuso ensanchar la provincia de Asia, lo que realizó combatiendo contra los partos; proclamado "Pártico Máximo", conquistó Ctesifonte y creó la provincia de Mesopotamia, pero no olvidó sus orígenes africanos e hizo construir numerosos monumentos en Leptis Magna.

En Roma, levantó un arco de triunfo en el Foro y un colosal palacio que alzaba sus siete órdenes de arcadas sobre el valle donde se encontraba el Circo Máximo.

Después de cinco años de inactividad, temiendo que sus ejércitos se corrompieran en el ocio, Septimio Severo partió hacia el norte de Britania, a Caledonia, para luchar contra los escoceses.

Murió en York, en el año 211, y antes de expirar dio a sus hijos un último consejo: "Enriqueced a los soldados y no os preocupéis de más".




-------------------------Caracalla-------------------------


Caracalla


El primogénito, Basiano, conocido por Caracalla (del nombre de un manto galo al que tenía un particular cariño), debía compartir al principio el poder con su hermano Geta.

Caracalla, brutal, amante de las fieras, no aceptó el reparto, y, durante un cierto tiempo, el Imperio vivió aguijoneado por el futuro, esperando conocer la muerte de uno de los dos emperadores.

Sin embargo, la emperatriz, su madre, intentó reconciliarlos. La idea fue desdichada, porque Caracalla aprovechó la ocasión para hacer asesinar a su hermano, encontrándose de este modo solo a la cabeza del Imperio.

Caracalla amaba sobre todo la caza y la compañía de los gladiadores; desde Cómodo, Roma estaba acostumbrada a estos gustos extraños.

Con el nuevo emperador, el Imperio vivió días terribles, como en los tiempos de Calígula y Nerón. Como el jurista Papiniano se negara a escribir una justificación del fratricidio, Caracalla hizo que fuera decapitado ante él.

Pero los resortes del poder quedaron, al parecer, en manos de la emperatriz madre. La prodigalidad del emperador hacia sus soldados dejó vacías las arcas del tesoro en breve tiempo.

Para procurarse nuevos ingresos hubo que aumentar algunos impuestos, en particular los derechos sobre las herencias; esto obligó al emperador a conceder a todos los habitantes del Imperio el título de ciudadanos romanos (año 212).

Para contener a la plebe de Roma hizo construir las suntuosas termas que llevan su nombre. Este emperador desequilibrado intentó no obstante mostrarse un buen soldado y, como su padre, marchó a combatir contra los partos.

Pero sus soldados, que lo que más amaban de las batallas era el botín, y que tenían pocos deseos de alejarse de sus bases, le jugaron una mala pasada: Caracalla fue asesinado en el año 121, en Carrhae.

Las Termas de Caracalla.




------------------------Heliogábalo------------------------


Las divinas locuras imperiales


El prefecto del Pretorio, Macrino, que había organizado el asesinato de Caracalla, quiso proclamarse emperador.

Pero a las princesas sirias de la familia de Julia Domna les urgía conservar la herencia imperial. La tía de Caracalla, Julia Mesa, tenía dos hijas y dos nietos.

La enérgica abuela no dudó en proclamar que uno de sus nietos, Heliogábalo, sacerdote del Sol a los 14 años, era hijo natural de Caracalla. El Imperio bien valía el sacrificio de la honorabilidad de su hija.

Los soldados sirios, muy piadosos, tenían un profundo respeto por este joven sacerdote, y unas sustanciosas dádivas aumentaron posteriormente el prestigio del muchacho: Las tropas de Macrino, que tenía el defecto de ser cicatero, se dejaron comprar.

Así, en el año 219, Heliogábalo pudo entrar triunfante en Roma, engalanado y cubierto de joyas. Dejó la responsabilidad del Imperio a su abuela, que se hizo atribuir, así como a sus hijas, los títulos de "madre del Senado" y "madre del acampamento", además de "madre de la patria".

Durante este período, Heliogábalo continuo adorando la piedra negra de Emesa; vestido con ropas suntuosas, realizaba sus viajes con un cortejo de 600 carros, entregándose a orgías místicas.

Puesto que un adivino le había pronosticado una muerta violenta, se preparó un lujoso suicidio, coleccionando espadas de oro, cuerdas de seda, venenos ocultos en piedras preciosas.

Pero su buena abuela, Mesa, preocupada por las extravagancias del nieto, que proponía a los hebreos y cristianos reconocer su religión si consentían en adorar la piedra negra, le obligó en primer lugar a adoptar a su primo Alejandro Severo y después hizo que fuera asesinado por la guardia imperial. De este modo, ella conservaba la autoridad (año 222).




----------------------Alejandro Severo----------------------


Un emperador piadoso


Alejandro Severo sólo tenía 14 años y, al crecer, se fue interesando cada vez más por la filosofía y por la religión. Abierto a toda creencia religiosa, honraba a Júpiter, a Orfeo, a Jesús, a Abraham.

Su madre, Julia Mamea, estaba en relación con el filósofo Orígenes, egipcio y cristiano. Cesaron las persecuciones contra los fieles de Cristo, que habían continuado bajo Septimio Severo (sobre todo en Egipto y en Africa).

Los ambiciosos sirios, que condujeron el Imperio después de la muerte de Caracalla, habían acelerado la orientalización.

El emperador era llamado "Nuestro Dios", "Nuestro Señor", como los soberanos helenos. Sus fortunas personales eran mayores que el tesoro público. Se difundieron las filosofías griegas y orientales.

Los historiadores de la época eran griegos, como Dión Casio y Diógenes Laercio, y griego era Filostrato, autor de la Vida de Apolonio de Tiana, biografía legendaria llena de anécdotas fantásticas y de ideas oscuras extraídas de los pitagóricos y del cristianismo, escrita a petición de Julia Domna.

Los pensadores cristianos, aprovechándose de la tolerancia, fundaron escuelas. Tertuliano (160-230) defendía su fe contra los judíos y los paganos.

La mística neoplatónica de Alejandría (el alma se une a Dios por medio del éxtasis), enaltecida por el famoso Plotino (204-269), influía en el cristianismo y en todo el pensamiento antiguo.

Julia Mamea tuvo pronto otros anhelos:
- Los soberanos partos estaban desprestigiados por sus derrotas y, en el año 224, la dinastía persa de los sasánidas, que quería reconstruir el Imperio de Darío, le había reemplazado: Ardasir invadió Mesopotamia (año 230).

- Aprovechándose de las dificultades del Imperio, los germanos, empujados por vastos movimientos de pueblos (llegada de los vándalos, longobardos, sajones, anglos, francos y alemanes) penetraron en la Galia.

- Abandonando Oriente, Alejandro Severo se veía obligado a combatirlos, pero intentó llegar a acuerdos con ellos, provocando el descontento entre sus soldados, que le asesinaron junto con su madre (año 235).



---------------------Motines y bárbaros---------------------


Anarquía militar y empuje bárbaro


Un gigante tracio, Maximino, fue proclamado emperador por las tropas. Pero las legiones de Africa y de Asia apoyaron a sus generales.

Siguió un período de increíble anarquía durante el cual se sucedieron o se enfrentaron treinta y siete emperadores en solo 35 años (235-270).

Una y otra vez los provinciales, el Senado romano, las legiones romanas, intentaron en vano sostener sus candidatos.

En medio de la inseguridad general, la crisis económica se desarrolló con rapidez, seguida de cerca por la crisis financiera. La moneda se devaluó rápidamente, los precios aumentaron y la miseria se adueñó de las ciudades y los campos.

Por todas partes los bárbaros presionaban en las fronteras. En Occidente los sajones, los francos y los alemanes llevaron a cabo profundas incursiones (los alemanes fueron rechazados en Milán en el año 259). Inmediatamente después, los godos franquearon el Danubio.

Mientras, en Oriente, por parte de Persia, aumentaba el peligro de los sasánidas. El rey persa Sapor alcanzó algunos éxitos: En el año 260, en la batalla de Edesa, hizo prisionero al emperador Valeriano.

En Occidente, un usurpador, Póstumo, tomó el poder. Roma reconoció la independencia de un príncipe sirio, Odenato, gobernador del oasis de Palmira, que había rechazado a los persas y se había proclamado "rey".

Su viuda, Zenobia, fundó un Imperio efímero; proclamándose "reina del Oriente", construyó una capital con magníficos monumentos, conquistando también Egipto con sus jinetes árabes.

Durante estas agitaciones, el poder se volvió contra los cristianos, ciudadanos sospechosos que se negaban a adorar a los dioses imperiales.

La tolerancia había acabado: Fabiano, obispo de Roma, fue martirizado en el año 250; en Cartago y en la Galia las víctimas (mártires) fueron numerosas; la Iglesia tuvo que ocultarse en las catacumbas.

La energía del emperador Galiano acabó por enderezar la situación: Los godos fueron rechazados en Macedonia y el ejército fue reorganizado: En lugar de estar disperso a lo largo del limes, en una frágil barrera incapaz de oponer resistencia, fue transformado en cuerpos elegidos, escalonados en profundidad, preparados para intervenir en los puntos amenazados. Galiano se rodeó de jefes capacitados, de generales originarios de Iliria.

En el año 270, los ejércitos del Danubio dieron al Imperio a uno de ellos: Aureliano. Con él, la victoria volvió a sonreír al Imperio: los alemanes y los vándalos fueron aplastados y los godos abandonaron Macedonia, aunque conservaron la Dacia.

Por precaución, Roma fue puesta en estado de defensa ( Muro de Aureliano). El reino de Zenobia fue reconquistado y la Galia recuperó sus fronteras (año 273).

Aureliano quiso dar una base religiosa a su poder; puesto que el culto oficial no tenía ya partidarios, fundó el culto del Sol Invicto (que se apoyaba en Apolo, Baal y Mitra), divinidad única cuyo representante era el emperador, que llevaba la diadema y la túnica dorada.

Se había dado un paso importantísimo hacia el monoteísmo. Aureliano fue asesinado en 275.

Probo se enfrentó en la Galia contra nuevas invasiones, fortificó las ciudades, exterminó a una parte de los bárbaros y acogió a otros como colonos (276-283). Fue sucedido por un oficial ilirio: Diocleciano.




----------------Diocleciano y la tetrarquía----------------


Un imperio y cuatro emperadores


Diocleciano supo llenar las lagunas de su cultura con un sólido sentido común, el cual le hizo comprender rápidamente que si quería mantenerse no debía permanecer en Roma; por ello, con gran escándalo de la Ciudad Eterna, no dudó en trasladar la capital a la ciudad de Nicomedia, en Oriente.

Las razones de esta elección eran oportunas, ya que desde la nueva capital la vigilancia de las fronteras de Oriente era más fácil. Pero como Occidente estaba también amenazado, decidió dividir el poder y designó a su amigo Maximiano para la defensa de esta zona.

Como Diocleciano no quería competidores, tuvo la precaución de darle a aquel el título de Augusto, haciéndole coemperador y asignándole Milán como capital.

Pero muy pronto esta situación no le pareció suficiente a Diocleciano, tanto más cuanto que no suprimía el difícil problema de la sucesión. Si uno de los dos emperadores faltaba, todo volvería a hundirse en el caos.

Para remediarlo, Diocleciano concibió la idea de designar los sucesores de los dos emperadores en la persona de dos Césares, cada uno de los cuales tendría el control de una región.

Como consecuencia, a Constantino Cloro, llamado así por su color pálido, se le confió la defensa de la frontera renana, con la orden de instalar la capital en la ciudad de Tréveris; de este modo, se convertía en el sustituto de Maximiano.

Por lo que se refiere a su propia sucesión, Diocleciano eligió un valiente guerrero, Galerio, y le confió las regiones danubianas, con la capital en Sirmio (en la actual Serbia).

Los Césares reforzaron sus lazos con los Augustos casándose con las hijas de éstos. El sistema era ingenioso: A la muerte de uno de los Augustos, su César le sustituía automáticamente, designando en seguida a otro César. La reforma fue llamada Tetrarquía (poder de cuatro).

En realidad, el principio monárquico permanecía: Diocleciano se proclamó Jovio, mandatario de Júpiter, mientras que el segundo Augusto, Maximiano, no tenía por patrón más que a Hércules, es decir un semidiós, subordinado al señor de los dioses. Reforzado el gobierno, Diocleciano reorganizó el Imperio.



------------------Fracaso de la tetrarquía------------------


De la tetrarquía a la diarquía: Dos imperios y dos emperadores


Las fronteras habían permanecido estables, en el año 298 los persas también habían retrocedido, abandonando la fortaleza romana de Dura-Europos, en el Eufrates, y el Imperio controlaba Mesopotamia y Armenia. Diocleciano, fiel a su promesa, abdicó en el año 305, lo mismo que Maximiano.

Constancio y Galerio se convirtieron en Augustos y designaron a Severo y a Maximino Daya como Césares. Pero Galerio y Constancio no se entendían bien.

Por otra parte, las legiones de Britania mandadas por Constantino, hijo de Constancio, querían a su jefe, y cuando Constancio murió, en el año 306, los soldados proclamaron Augusto a Constantino.

Imitando su ejemplo, los pretorianos de Roma designaron a Majencio, hijo de Maximiano. La situación se complicaba porque había ya ocho emperadores: Los dos Augustos "oficiales", Galerio y Severo, y sus dos Césares; los dos "usurpadores", Constancio y Majencio, y finalmente Diocleciano y Maximiano, "emperadores honorarios", pero reclamados por la crisis a la política activa.

La situación desencadenó inextricables guerras civiles: Diocleciano pudo contemplar con amargura el fracaso de su sistema. Galerio y Severo fueron marginados, tanto más cuanto que Maximiano, había tomado el partido de su hijo Majencio, pero anteriormente había casado a su hija con Constantino. Su yerno era, pues, el rival de su hijo.

Maximiano proyectó entonces asesinar a Constantino, pero, advertido por su mujer, Fausta, que traicionó a su padre en beneficio de su marido, éste escapó a la muerte y al viejo Maximiano no le quedó otro recurso que el suicidio.

Galerio murió en el año 311 y Severo fue asesinado por Licinio, que se proclamó Augusto. Diocleciano volvió a su retiro.

Quedaban en liza, por consiguiente, Maximiano Daia en Nicomedia (convertido en Augusto después de la muerte de Galerio), Licinio en el Danubio, Majencio en Italia, y Constantino en la Galia, todos con el título de Augusto.

Constantino invadió Italia en 312, derrotando en las puertas de Roma a Majencio (que se ahogó en el Tíber durante la retirada) y fue proclamado Máximo Augusto por el Senado.

Al este, Licinio y Maximino Daia se sometieron por considerar a Constantino demasiado fuerte. En el año 313, Licinio, que se había casado con una hermana de Constantino, expulsó a Maximino Daia de Oriente. Los dos cuñados quedaban solos. La tetrarquía se convirtió en una diarquía, pero no por mucho tiempo.




------------------FINAL DEL MUNDO ANTIGUO------------------


EL FINAL DE ROMA
(337-467 d. de J.C.)


Tres series de hechos caracterizan este período, que concluye con la caída del Imperio romano de Occidente:

1.- El progreso del cristianismo que, a partir de 380 d. de J.C., se convierte en religión del Estado (Edicto de Teodosio).

2.- Constantino muere el 22 de mayo de 337 d. de J.C.. Su sucesión da lugar a usurpaciones, repartos y disputas, en los que participa activamente la Iglesia (los cristianos ortodoxos, que admiten el Credo de Nicea, se oponen a los obispos arrianos).

La frágil unidad restablecida por Teodosio (emperador en 379 d. de J.C., único emperador en 394 d. de J.C. y fallecido en 395 d. de J.C.) conduce a la definitiva división del Imperio en Imperio romano de Oriente (Arcadio) e Imperio romano de Occidente (Honorio).

El primero durará hasta la toma de Constantinopla por los turcos (453 d. de J.C.), y ya veremos en qué momento hay que empezar a llamarle Imperio bizantino.

3.- El Imperio de Occidente, que dependía en teoría del emperador de Oriente, que reinaba en Constantinopla (y de hecho independiente de él), desde 375 d. de J.C. (invasión de los hunos) se derrumba progresivamente bajo los ataques de los bárbaros, uno de cuyos jefes (Odoacro), depone al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo, cuando éste aún es un niño.

La tentativa de Justiniano, emperador romano de Oriente (527-565 d. de J.C.), para reconstruir el Imperio romano universal acaba en un absoluto fracaso.




-----------------------La decadencia-----------------------


La decadencia


La paz romana es un difícil equilibrio entre las dificultades exteriores (ampliaciones territoriales, que protegen el corazón del Imperio -la Península Itálica- y fijan las fronteras imperiales en los tres ríos -Rin, Danubio, Eufrates-) y los problemas de organización interior (nacionalización de las minas, creación de administraciones fiscales, gobierno directo de las provincias turbulentas por funcionarios imperiales, etc.).

A través de numerosas crisis, pronto reprimidas, aparecen, sin embargo, de vez en cuando, los vicios y las debilidades del sistema.

La crisis del Imperio romano, limitada tradicionalmente al período de 234-285 d. de J.C., sólo es el hundimiento definitivo de una muralla ya resquebrajada durante los reinados de Marco Aurelio, Cómodo, Septimio Severo y Caracalla.




-------------El inicio de la decadencia de Roma-------------


Las causas de la decadencia


La crisis y el posterior hundimiento del Imperio romano, puede explicarse por cuatro series de causas:

Causas de estructura
la sociedad imperial está dividida (odio del campo a la ciudad, despertar de los antagonismos regionales, falta de unidad religiosa e intelectual en el Imperio).

La concesión de la ciudadanía romana a todos los peregrinos por el Edicto de Caracalla (212 d. de J.C.) es un paso teórico hacia la homogeneización política del Imperio.

Causas económicas y sociales
un inmenso éxodo rural hace bajar las rentas de la burguesía ciudadana; los precios y los salarios aumentan; las cargas municipales se hacen más pesadas; el mismo Estado carece de medios financieros y se ve obligado a devaluar la moneda.

Causas políticas
A la muerte de Cómodo (31 de diciembre del año 192 d. de J.C.), la crisis de sucesión provoca una guerra civil que dura cuatro años (advenimiento de Severo, que funda una "política de corte" e intenta instaurar un régimen dinástico).

Causas exteriores
Los bárbaros presionan en las fronteras. En el este, son los partos; en Europa central y occidental, son los germanos, que se civilizan al contacto con Roma y empiezan a organizarse (federación de tribus entre los cuados, los marcomanos de Bohemia, los sármatas, los lombardos, los francos, etc.).

Ya hemos visto las consecuencias de estas primeras tentativas de organización durante el siglo IV. Innumerables migraciones afectan a esa gran reserva de pueblos que es Germania oriental y el limes sufrirá numerosos asaltos en el siglo III.

La acción combinada de todas estas causas trae consigo:
1.- Una primera invasión del Imperio por los bárbaros (los persas de Ardacher o Artajares, en 230 d. de J.C.; los alamanes, en 233 d. de J.C.; los godos, en 238 d. de J.C.; los vándalos, hacia 248 d. de J.C.; los burgundios, hacia 269 d. de J.C., etcétera). La presión bárbara se deja sentir sobre el Rin y sobre el Danubio al mismo tiempo.

2.- Una anarquía militar: las legiones eligen a los emperadores. Los reinados concluyen por asesinatos políticos o por muerte en el campo de batalla. La túnica del emperador es una "túnica de Neso" (R. Remondon).

3.- Una serie de desórdenes interiores conduce a que algunas provincias decidan gobernarse por sí mismas. Hay "usurpadores" que se ponen al frente de los países (Póstumo, emperador de las Galias, que rechaza a los francos en 258 d. de J.C.; la reina Zenobia, en Palmira, etc.).

4.- Un aumento de los desórdenes económicos y sociales, que engendran una tendencia a la autarquía en el campo (los pueblos se encierran en sí mismos).




----------------Restablecimiento del Imperio----------------


Los ilirios y la tetrarquía


Los emperadores ilirios son los que acaban con esta larga crisis: Claudio II (268-269 d. de J.C.) derrota a los godos en Naissus, Aureliano (269-275 d. de J.C.) restaura la unidad perdida. Probo libera la Galia y Caro (282-283 d. de J.C.) rechaza a los persas.

Estos emperadores preparan el camino a Diocleciano (285-305 d. de J.C.) que restablece el Estado y cuyas reformas principales son las siguientes:

- La tetrarquía
Se designa así a un sistema de distribución de la autoridad imperial para aumentar su eficacia. Diocleciano elige a un colega para que gobierne Occidente (Maximiano), mientras él gobierna Oriente. Ambos emperadores llevan el título de Augusto. Cada uno de ellos adopta a un subemperador, que lleva el título de César (Diocleciano a Galerio, y Maximiano a Constancio).

Diocleciano, por otro lado, supera a Maximiano, porque se intitula hijo de Júpiter, mientras que Maximiano sólo tiene derecho al título de hijo de Hércules. Esta filiación divina, acompañada de una transformación de los ritos imperiales, subraya el carácter sagrado de la función imperial.

Esta división corresponde al reparto territorial siguiente:

ORIENTE
Augusto, hijo de Júpiter= DIOCLECIANO
(Capital: Nicomedia, en Asia Menor)
César de Diocleciano: GALERIO
(Capital: Sirmio, en Serbia)

OCCIDENTE
Augusto, hijo de Hércules: MAXIMIANO
(Capital: Aquilea o Milán).
César de Maximiano: CONSTANCIO CLORO
(Capital: Tréveris).


División del Imperio en un centenar de provincias, con gobernadores nombrados directamente por el emperador y escogidos entre el orden senatorial (los consulares) o el orden ecuestre.

Las provincias están agrupadas en quince diócesis (Britania, Galia, Vienesa, Hispania, Africa, Italia Anonaria, Italia Suburbicaria, Panonia, Dacia, Macedonia, Tracia, Asia, Ponto, Oriente, Egipto), dirigidas por viceprefectos del pretorio, que son llamados, en lo sucesivo, vicarios.




-------------------Constantino el Grande-------------------


Constantino el Grande


El sistema de tetrarquía concluye después de la abdicación de Diocleciano.

En el 306 d. de J.C., una nueva crisis de sucesión desemboca con la llegada al poder del emperador que sin duda ha influido más en el destino de Roma, después de Augusto: Constantino el Grande (306-337 d. de J.C.), hijo de Constancio Cloro. El Imperio se reorganiza entonces de un modo totalitario.

Constantino, además, realizó dos obras importantes: el establecimiento del cristianismo y la fundación de una "nueva Roma": Constantinopla.

Con este hecho, materializó las oposiciones que existían entre el Oriente griego y el Occidente latino, y puede decirse que asesinó a la ciudad de Rómulo.

Pero -a largo plazo- preparó el Imperio bizantino y preservó del olvido y de la muerte a la civilización grecolatina.

La decisión de fundar Constantinopla data de 324 d. de J.C.. Su inauguración tuvo efecto el 11 de mayo de 330 d. de J.C. Las obras concluyeron en 336 d. de J.C.

La urbe que lleva el nombre de "Ciudad de Constantino" fue edificada sobre el emplazamiento de una antigua colonia griega: la ciudad de Bizancio, sobre el Bósforo.

Uno puede preguntarse por qué Constantino sintió la necesidad de construir una nueva capital. Muchos historiadores creen que hubo una razón religiosa (Roma, capital del paganismo, vio oponerse a ella a Constantinopla, capital del cristianismo).

La ciudad fue cercada de murallas, cuyos restos subsisten aún, que resistieron todos los asaltos orientales hasta 1453.




-----------------------El arrianismo-----------------------


Religión y política: Arrianismo


El omnipotente Constantino no dudó en intervenir en las disputas religiosas que comenzaban a afectar a la Iglesia.

Aunque algunos espíritus buscaban la soledad para orar y meditar, como san Antonio, que se retiró a una gruta a la que el diablo acudió varios veces para tentarle, o san Pacomio, que fundó un monasterio en el desierto egipcio (año 325), inaugurando así la vida monacal que iba a difundirse por Oriente y Occidente, otros sembraron discordias con interpretaciones opuestas de los dogmas o con ataques contra la jerarquía.

Tal fue el caso, en Africa, de creyentes fanáticos que reprocharon a la Iglesia mostrarse demasiado indulgente con los sacerdotes que, durante las persecuciones de Diocleciano, habían renegado de su fe y abandonado los Textos Sagrados.

Donato se rebeló contra el obispo de Cartago en nombre de los mártires, y sus seguidores hicieron nacer un cisma, acompañado de agitaciones sociales.

Fueron condenados en el concilio de Arlés (314) y Constantino los persiguió en vano, concediéndoles finalmente la tolerancia en el año 321. El donatismo subsistiría hasta la invasión árabe.

Pero más problemática fue la denominada herejía arriana. Un sacerdote de Alejandría, Arrio, formado en la escuela de Antioquía, sostenía que Cristo no era de esencia divina, ni participaba en la misma naturaleza de Dios.

El Dios único, incomunicable, no podía dividirse: El hijo era sólo un hombre, una criatura "creada de la nada", adoptada por Dios.

En Oriente, donde se mantenía la influencia de la filosofía griega, esta interpretación de fondo racional era más fácil de comprender para los fieles que le difícil y misterioso dogma de la Santísima Trinidad o consustancialidad: El hombre elegido por Dios era más familiar para la mentalidad oriental que el Dios hecho hombre.

Ante la proliferación de los arrianos, la Iglesia se preocupó, y Arrio fue condenado por primera vez en el año 321, pero algunos obispos (los de Cesarea y Nicomedia) continuaron sosteniéndole.

Cuando Constantino derrotó a Licinio (año 324) y se apoderó de Bizancio, convocó en Nicea un gran concilio, el primer concilio "ecuménico" o mundial, por la presencia simultánea de los de obispos occidentales y orientales(año 325).

El concilio estableció que Cristo era "consustancial" al Padre, al mimo tiempo distinto e inseparable de El, como el Espíritu Santo.

El concilio fijó también las normas de la elección de obispos, dando a los metropolitanos (obispos de las ciudades principales de las provincias romanas) una autoridad superior (Roma, Antioquía, Alejandría, etc.). La Iglesia modelaba su organización sobre la del Imperio.

Por lo demás, la intervención directa de Constantino era un hecho grave; su "protección" se hacía embarazosa.

El emperador se había proclamado "obispo externo"; rehabilitando después a Arrio, la controversia continuó hasta que Teodosio, en el año 381, impuso la doctrina de Nicea.

Los bárbaros, sin embargo, se convirtieron al cristianismo arriano.

El cesaropapismo (intervención del Estado en los asuntos religiosos) había nacido y triunfaba en Constantinopla: Era la semilla del futuro cisma griego.

Cuando Constantino murió en el 337, a los 55 años, quedaban todavía muchos problemas por resolver.




----------------De Roma al Imperio Bizantino----------------


La muerte de Constantino


A la muerte de Constantino vuelve a plantearse un problema de sucesión. Sus tres hijos se reparten el Imperio.

La muerte de Constantino II el Joven deja a dos emperadores enfrentados: Constante en Occidente y Constancio en Oriente. Este último tenía más prerrogativas que el Augusto occidental y prolongó la política asfixiante y totalitaria de Constantino.

El problema de sucesión no se transformó en crisis ni fue causa de ninguna guerra civil: Después de Juliano el Apóstata (361-363 d. de J.C.), Valentiniano I (364-375 d. de J.C.) fundó una dinastía que en 395 d. de J.C. adoptó el principio de una división del Imperio (reparto de la sucesión de Teodosio: Honorio, emperador de Occidente, y Arcadio, emperador de Oriente).

Por esta época, Occidente está a punto de derrumbarse bajo las acometidas de los bárbaros y ya no existe un verdadero Estado romano. Parece que los emperadores de Constantinopla empujan intencionadamente a los bárbaros hacia Occidente.

Pero de hecho, el Oriente, amenazado también por los bárbaros, es presa de numerosas dificultades internas (lucha contra las herejías) y externas: El peligro persa, la llegada en el siglo IV de los árabes beduinos, que instalan "reinos árabes" en Hira (los Lakhmidas), cerca de Damasco (los Gasánidas), en Petra y en Nejd (los Kinditas), y las primeras invasiones eslavas en el Danubio.

Al final del siglo V, ya no existe el Imperio romano de Occidente. Subsiste un Imperio romano de Oriente, que conviene llamar desde ahora Imperio bizantino.

Se puede plantear el problema de la fecha exacta en que concluye, en Occidente, la Antigüedad clásica y empieza, en Oriente, el Imperio bizantino. Las opiniones de los historiadores están divididas. Se han propuesto las fechas siguientes:

- 330 d. de J.C. Fundación de Constantinopla.
- 378 d. de J.C. Batalla de Andrinópolis: victoria de los visigodos sobre el emperador Valente.
- 395 d. de J.C. División del Imperio en romano de Oriente y romano de Occidente.
- 408 d. de J.C. El griego, idioma oficial en Constantinopla.
- 410 d. de J.C. Conquista de Roma por Alarico.
- 476 d. de J.C. Deposición de Rómulo Augústulo por Odoacro.




-----------------La herencia de Constantino-----------------


Juliano el Apóstata, los Valentinianos y Teodosio


Los tres hijos de Constantino el Grande se repartieron el Imperio, no sin haber asesinado a cierto primo suyo que les parecía peligroso para el porvenir.

Constante, que había permanecido solo en Italia, fue derribado por un levantamiento militar; Constancio reconquistó el Occidente, pero, dueño ya de todo el Imperio, confió la defensa de la Galia a un primo suyo que había sido excluido en el año 337 a causa de su poca edad: Juliano.

Después regresó a Constantinopla, donde persiguió encarnizadamente a los obispos hostiles al arrianismo, como el obispo de Alejandría, Atanasio, que huyó al desierto con san Antonio. Todo Oriente parecía arriano.

En la Galia, Juliano había expulsado a los francos y a los alemanes. Muy popular a causa de su administración, adorado por sus soldados, fue proclamado emperador en el año 360. De cultura griega, seguía siendo pagano de corazón y rechazó el cristianismo.

Instalado en Lutecia (París), cuyo clima le agradaba, continuó la reforma de la administración imperial, disminuyó los impuestos, toleró todas las sectas religiosas, pero sobre todo intentó una verdadera reconstrucción de la Iglesia pagana con su jerarquía (de la cual era jefe), y algunos dogmas que mezclaban cultos solares, neoplatonismo y moral cristiana.

Debemos repartir nuestras riquezas con todos los hombres -decía-, pero sobre todo con los buenos, los débiles y los pobres.

Se aprestaba a perseguir abiertamente a la Iglesia cristiana cuando murió en el año 363, mereciendo así el sobrenombre de Apóstata, puesto que había sido bautizado.

Con él se extinguía la dinastía de Constantino. En el año 364, un oficial de la guardia, Valentiniano, de origen danubiano, fue proclamado emperador, fundando una dinastía que habría de durar hasta el año 392. Cedió Oriente a su hermano Valente, reservándose Occidente para él y para su hijo Graciano.

Los Valentinianos: El desastre de Adrianópolis
Instalado en Tréveris, Valentiniano se dedicó enérgicamente a la defensa de las fronteras en Britania, Galia y Africa.

Murió en el año 375, cerca del Danubio, siendo sucedido por Graciano. Pero éste, educado por Ausonio, poeta de Burdeos, se interesaba sobre todo por la literatura y el arte.

La Galia conoció un período de prosperidad y de brillantez. Por el contrario, Valente fue menos afortunado en Oriente.

Empujados por los hunos, procedente de Mongolia, los godos, divididos en numerosas tribus (ostrogodos, godos brillantes, godos nobles o visigodos), algunas de las cuales se habían convertido al cristianismo arriano, pidieron asilo y después forzaron la frontera del Danubio.

Valente trató de contenerlos, pero los jinetes acorazados derrotaron a sus legiones cerca de Adrianópolis, donde el emperador encontró la muerte (año 378). Los godos entraron en masa en el Imperio.

El débil Graciano recurrió a un general hispanorromano, Teodosio, confiándole el gobierno de Oriente.

Poco a poco, Teodosio sometió a los godos, les concedió el estatuto de aliados o federados y dejó a su custodia las provincias fronterizas. El peligro externo había desaparecido, pero Graciano fue víctima de una revuelta en la Galia.

Teodosio tuvo que intervenir para expulsar al usurpador Máximo (338). La muerte del último Valentiniano (392) le dejó dueño del Imperio.




--------------------Divisiones: Teodosio--------------------


Teodosio: División del Imperio y caída de Roma


En Oriente, desde el año 380, Teodosio apoyó a la Iglesia oficial, prohibiendo el arrianismo y deponiendo a los obispos rebeldes.

Pero los godos que se encontraban dentro de los límites del Imperio seguían siendo arrianos: Los bárbaros preferían una doctrina más simple. En Africa subsistía del donatismo, y en Hispania se había difundido una herejía profunda y mística predicada por Prisciliano, obispo de Avila.

Las violentas persecuciones contra los herejes levantaron las protestas de los obispos Martín de Tours y Ambrosio de Milán. Pero el catolicismo seguía siendo todopoderoso.

En el año 390, Teodosio ordenó una represión despiadada después de una revuelta en Macedonia. Ambrosio, indignado por el exterminio de miles de inocentes, excomulgó al emperador, prohibiéndole el acceso a las iglesias hasta que no hiciera penitencia: Teodosio se sometió el día de Navidad. Esta fue la primera penitencia pública de un soberano, y los Papas de la Edad Media se acordarían del precedente.

Teodosio, en adelante sumiso a Ambrosio, decretó en el año 392 la prohibición de los cultos paganos, de las libaciones, de los sacrificios. Pero las creencias antiguas subsistieron durante mucho tiempo en las zonas rurales de Occidente (el término pagano proviene de pagus, aldea), a pesar de los esfuerzos de san Martín de Tours.

Hubo también una rebelión de la aristocracia romana fiel a las viejas tradiciones que, aliada con el franco Argobasto, intentó restaurar el paganismo en toda Italia (año 393).

Teodosio tuvo que comprometerse en una verdadera guerra de religión y su victoria del río Frigido, en el Véneto (394), le permitió eliminar definitivamente el paganismo.

El catolicismo se convirtió en la religión oficial y única del Imperio romano, pudiendo señalarse esta fecha como el final del mundo antiguo, o, por lo menos, de sus dioses.

Teodosio murió en el año 395. Frecuentemente, los historiadores del pasado le llamaron el último gran emperador romano y relacionaron su muerte con el fin del Imperio, que repartió entre sus dos hijos: Arcadio y Honorio.

En realidad, la división entre Occidente y Oriente había sido instaurada prácticamente hacía un siglo, con la tetrarquía, y ya Constantino, en el año 314, había dejado Oriente a Licinio.

Sin embargo, la fecha del año 395 debe ser recordada porque, desde entonces, las dos mitades del Imperio siguieron distintos destinos. Teodosio señaló el fin de una época en Occidente. El Imperio mantuvo su fachada unos años más gracias -y el hecho es altamente simbólico- a la energía de Estilicón, bárbaro de origen vándalo.

Después, todo quedó sumergido por las sucesivas invasiones en la Galia, en Hispania, en Africa y en Italia, donde Alarico saqueó Roma en el año 410.

Por el contrario, Oriente logró evitar la tempestad y la idea imperial sobrevivió en Constantinopla, con el imperio bizantino, durante muchos siglos. Por esto, en vísperas de las grandes invasiones del siglo V, podemos calibrar la obra de este prodigioso conjunto a punto de hundirse.




--------------------La herencia de Roma--------------------


El legado de Roma: Nacimiento de la civilización occidental


A pesar de las destrucciones perpetradas por los bárbaros, la herencia de Roma siguió viva por espacio de siglos.

Occidente fue modelado por la Ciudad Eterna, la Urbe, transmitiéndole la civilización griega después de haberla asimilado.

A dicha civilización, Roma añadió una sabia y precisa constitución jurídica, un derecho aplicable a todos los hombres libres.

Los romanos fueron los primeros que construyeron un estado universal y centralizado en el cual quedaba suprimida la distinción entre vencedores y vencidos, como escribió el poeta galo Rutilio Namaciano:

Tú has hecho una sola patria de pueblos distintos. Tú has hecho ciudad de lo que antes era el mundo.


A pesar del retroceso señalado por las invasiones bárbaras, el derecho romano sobrevivió, inspirando las legislaciones modernas. Por esto fue estudiado siempre en las universidades.

También la idea de unidad permaneció viva: Justiniano, Carlomagno, Otón el Grande intentaron sucesivamente reconstruirla en Europa. Las ambiciones de Napoleón tuvieron su origen en el recuerdo de Roma.

La lengua latina sobrevivió a la ruina, y hasta el siglo XVII, sabios y filósofos escribieron en latín, vehículo universal de comunicación. El italiano, el francés, el castellano, el portugués, el catalán, el gallego, el rumano, etc., proceden de la lengua imperial.

Sobre las calzadas romanas fueron trazadas durante mucho tiempo las rutas occidentales. La mayor parte de las grandes ciudades de hoy, desde Gibraltar al Rin, desde Grecia hasta el mar del Norte, nacieron en lugares elegidos por los romanos.

Roma es el único ejemplo en la historia de una pequeña aldea que se convirtió en la capital de mundo, manteniéndose durante diez siglos, a través de luchas sociales, guerras civiles, locuras de emperadores, innumerables cambios de regímenes.

Se ha hablado algunas veces de un "inmovilismo" romano: En realidad no existe testimonio de una evolución semejante, de similares facultades de adaptación, de un destino igualmente extraordinario.




--------------------ECONOMIA Y SOCIEDAD--------------------


LA URBE DE ROMA COMO SIMBOLO


El pueblo romano ha sido, sobre todo, un pueblo de campesinos; pero su destino político se representó en la Ciudad por excelencia, la Urbe; es decir, Roma.

Los romanos construyen las primeras ciudades de Europa occidental; todas ellas imitan a la ciudad madre, tanto en sus instituciones como en su urbanismo.

El Forum romano visto desde el SE.
El Forum romano visto desde el N.




----------------------La ciudad romana----------------------


La urbe


La ciudad ideal es de trazado regular, una especie de damero en el que las calles se entrecruzan en ángulo recto, y está rodeado de unas murallas a su vez cuadradas o rectangulares (la Roma quadrada; "Roma cuadrada", era quizás el nombre de la Roma etrusca).

La fundación de una ciudad era, además, un rito religioso que comprendía la consagración del suelo a los dioses protectores y el trazado de un surco alrededor de la ciudad mediante un arado.

Parece ser que fueron los etruscos quienes transmitieron a los romanos el arte y los ritos del urbanismo.

Como es lógico, estos principios urbanísticos son puramente teóricos. La naturaleza del terreno (llano o accidentado, habitado o desierto) impone siempre a los "urbanistas" romanos las modificaciones pertinentes.

La ciudad de Roma conoció varios estadios:
1. Antes de los etruscos, era una aldea de pastores establecida en el Palatino y rodeada de otras aldeas en las colinas cercanas; no existían aún las ciudades cuadriculadas.

2. Durante la dominación etrusca, fue fundada, bajo los principios antes enunciados, la ciudad regular, en el llano que se extiende al pie del Palatino (el Forum): el santuario se levantó en la roca Tarpeya (el Capitolio).

3. Durante el reinado de Servio Tulio, según la tradición se edificó la muralla que circunda las siete colinas. Los patricios residían en el monte Palatino y en el Quirinal; los plebeyos, en el Aventino.

En el Forum estaban el mercado principal, las asambleas públicas y los tribunales. Fue acondicionado progresivamente, y no adquirió su aspecto definitivo hasta la época de Julio César.

Al norte del Capitolio, la extensa llanura llamada Campo de Marte era el lugar donde se celebraban los ejercicios militares y las asambleas de las centurias.

4. Más tarde, César, Augusto, Vespasiano, Domiciano, Nerva y Trajano construyeron cada cual su "forum", con templos, columnatas y edificaciones administrativas y comerciales. El monumental anfiteatro del Coliseo (acabado por Domiciano) completó el aspecto general de la ciudad.





-----------------------Roma imperial-----------------------


La Roma imperial


Aunque Augusto y su lugarteniente Agripa habían comenzado a hacer de Roma una gran ciudad moderna, y aunque los Flavios la habían dotado de una espléndida serie de monumentos, corresponderá a los Antoninos dar a la Ciudad Eterna su aspecto más deslumbrante.

El primero fue Trajano que, enriquecido con el oro de los dacios, no contento con ofrecer a su pueblo suntuosas diversiones, emprendió trabajos inmensos. Entre sus construcciones más insignes se encuentran un gigantesco acueducto, un nuevo puerto en Ostia, y el anfiteatro de Verona.

Pero la más célebre de todas se encuentra en Roma, y es conocida con el nombre de Foro Trajano. Situado en el centro de la urbe unía el Foro de César y el Foro de Augusto.

Allí, la civilización aparecía con toda su fuerza y nobleza, y esta construcción rivalizaba fácilmente con las más ambiciosas realizaciones de los arquitectos modernos, a los cuales, aun estando en ruinas, no ha cesado de proporcionar modelos.

El foro propiamente dicho era una amplia explanada empedrada, de 116 metros de longitud por 95 de anchura. En el centro se levantaba la estatua ecuestre del emperador, en bronce dorado, a la que coronaban, entre las columnas de la galería, las efigies, más modestas, de los hombre que habían prestado un buen servicio al Imperio.

Desde allí se llegaba, ascendiendo tres escalones de mármol amarillo, a la basílica Ulpia, llamada así por el nombre de la familia de Trajano. Esta basílica, de estilo orientalizante, todavía superaba en esplendor al Foro.

Más allá se extendían las dos bibliotecas, una dedicada a los volúmenes griegos, y la otra a los libros latinos y a los archivos imperiales.

En el centro del estrecho cuadrilátero que separaba los dos edificios se alzaba (y se alza hoy, casi intacta) la famosa Columna de Trajano:

- Con 38 metros de altura, de mármol blanco, estaba formada por 23 paneles componiendo una larga espiral en la que se hallaban representadas, desde la base hasta el capital, los principales episodios de las dos guerras dácicas.

- Había grabadas 2.500 figuras, que demostraban la maestría de la escultura romana en el género del bajorrelieve histórico, inmortalizando las victorias alcanzadas por el emperador frente al enemigo.

Cerca de allí se alzaban construcciones de cinco plantas que contenían las 150 tiendas del mercado. Cuando se subían los peldaños de este edificio, se descubría la grandeza inigualable de este conjunto de monumentos, obra de un arquitecto general, Apolodoro de Damasco.

Trajano no se contentó con construir suntuosos edificios, sino que intentó también descongestionar la capital creando anchas calles y plazas públicas. Estos trabajos eran indispensables para mejorar la suerte de los habitantes de la enorme aglomeración romana.

En efecto, se calcula que en el apogeo del Imperio, la población de Roma se acercaba al millón de habitante y el pueblo bajo, reunido en los suburbios, se amontonaba en casas de siete pisos cuyo material de construcción estaba sujeto a frecuentes incendios. En su Sátira III, Juvenal describe el terror que se apoderaba de los habitantes ante la menor alarma:

Quiero vivir en un lugar donde no haya incendios, donde la noches transcurran sin alarmas; (...) cuando el tercer piso es ya presa del fuego, tú no sabes nada. A partir de la planta baja existe el pánico, pero el que se asará el último será el propietario, que está protegido de la lluvia sólo por las tejas a las que las lánguidas palomas llegan a poner sus huevos.

¿Qué remedio podía ser eficaz en esos barrios donde las casa de madera estaban apretadas unas junto a otras? Ciertamente, los ricos podían evitar los peligros porque ocupaban, en los barrios elegantes, casas privadas, con refinadas comodidades, que abandonaban durante el verano para establecerse en las villas de los alrededores.

La más célebre de todas fue la que se hizo construir Adriano en Tívoli. Todas los monumentos y jardines que le habían gustado al emperador en el curso de sus viajes fueron reconstruidos allí: el conjunto de Tívoli, con sus fuentes cristalinas y sus armoniosos peristilos eran una de las maravillas del mundo.

Sin embargo, los emperadores tenían también el deber de proporcionar distracciones al pueblo, al que la excesiva prosperidad condenaba al aburrimiento.

El Circo Máximo, situado entre al Palatino y el Aventino, fue alargado y ensanchado en diversas ocasiones y, entre el Esquilino y el Celio, fue construido un amplio anfiteatro, conocido hoy con el nombre de Coliseo.

Trajano terminó las grandes Termas, cuyos cimientos habían sido puestos por sus predecesores, y Adriano erigió, en el Campo de Marte, un teatro y un estadio.

Los romanos podían disfrutar del fresco en los jardines de las colinas que rodean las ciudad: Janículo y Vaticano, donde se encontraba ya el Circo de Nerón.

Los emperadores quisieron levantar a Roma al nivel de su destino, y ahí están su esplendor y su majestuosidad para testimoniar la grandeza de su función histórica, que ha proporcionado al mundo modelos inolvidables: Todo el urbanismo occidental ha extraído lecciones de su espíritu ordenado.

Roma desde el aire
El corazón de la Roma Imperial tal como se hubiera visto desde el aire en el siglo IV a. de J.C. en una reconstrucción ideal.

- En primer término, izquieda, está el gran Circus Maximus (a), mayor que cualquier estadio moderno.

- Detrás se eleva la colina del Palatino (b) con los palacios imperiales.

- A la derecha serpentean entre las calles los arcos del acueducto Claudio (36 a. de J.C.) y se destaca el enorme Coliseo (c).

- Entre él y la sagrada colina del Capitolio (d), con el gran templo de Jupiter, había el Foro Romano cruzado por la Via Sacra, que pasa por el Arco de Constantino (e), el Arco de Tito (f) y la Basílica de Constantino (g).

- Más allá estaban el Arco de Septimio Severo (h) y el vasto Foro de Trajano (i).



-----------------------Calles de Roma-----------------------


En las calles de Roma


Roma no se contentaba con ofrecer a la admiración de sus visitantes el majestuoso espectáculo de su grandeza. Centro del Imperio, una muchedumbre variopinta y pintoresca se apretujaba en sus calles.

La doble realidad de la ciudad no era su menor atractivo: A los pies del ordenado conjunto de monumentos, las calles tortuosas y estrechas presentaban el aspecto heteróclito de una ciudad oriental: Asnos que arrastraban carretas tambaleantes junto a pesados carros tirados por bueyes.

En las tabernas se reponían los marineros, y pequeños albergues ofrecían a los peregrinos frescor, descanso y manjares variados (pan y queso o apetitosos guisados).

Los indigentes, numerosos en la ciudad, no podían aspirar a tales gollerías, siendo su principal recurso
el trigo distribuido gratuitamente por la annona, una organización que aseguraba el aprovisionamiento de la ciudad, necesario a causa de la regresión del cultivo de los cereales en Italia desde finales de la República.

El trigo era transportado desde las diversas provincias y vendido en Roma a precios fijos, o repartido entre los ciudadanos más pobres.

Los más afortunados podían degustar ostras, gallinas con espárragos, chuletas de cabrito, jabalí, y pato silvestre. Los pasteles de pollo acompañaban a las tetillas de cerda, al natural o en ragú, siendo regados estos manjares con vinos de Samos, de Falerno o de Masica.

Los distintos platos eran expuestos a la vista de los transeúntes, en las muchas pequeñas tabernas que bordeaban las calles.

Y para los aristócratas, los comerciantes exhibían espejos, marfiles delicadamente labrados, orfebrería y perfumes.

Las costureras elaboraban valiosas túnicas para las damas; los zapateros trabajaban el cuero con destreza, siendo los tacones muy apreciados por las damas. Había también mercaderes de pieles, que las hacían llegar de la Galia o de Germania.

En cuanto a las joyas, ocupaban un lugar importante en la artesanía. Las patricias sentían pasión por los adornos deslumbrantes y sus esposos amaban las piedras preciosas.

Tiberio había intentado poner freno a estos excesos, pero tuvo que renunciar, porque la supresión del comercio de lujo hubiera amenazado con precipitar a Roma en una crisis económica.

Apenas puede hablarse de una industria romana: Las grandes empresas habrían arruinado a los artesanos, y ya las masas ciudadanas contaban con numerosos parados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario