jueves, 29 de julio de 2010

DAVID, de Miguel Angel Bounarroti




Generalmente las esculturas de desnudos completos suelen ser femeninas, pero también alguna excepción es masculina, siendo el David de Miguel Angel, una de las esculturas donde más puede verse un desnudo másculino por completo, cosa que despierta la natural curiosidad femenina. Por otra parte, Miguel Angel, en cuanto a pintura, tampoco ahorra en mostrar el desnudo masculino completo en la figura de Adán, en su tema "La Creación". ¿Pornografía o erotismo?. cada cual piense lo que quiera, pero ante todo arte de uno de los mejores maestros de la época del Renacimiento.









GOOGLE NOS PRESENTA EL MUSEO DEL PRADO




Me ha gustado ese video sobre el Museo del Prado de Madrid, por parte del gigante informático Google, dueño también del popular You Yube, con muy buena música de presentación que acompaña. Se ve que la digitilización de la cultura avanza a pasos agigantados. Y tratándose mi blog de un museo virtual, no he querido que falte ese excelente video.

lunes, 12 de julio de 2010

LA LIBERTAD GUIANDO AL PUEBLO





Muy impactante cuadro del francés Eugenio Delacroix, que refleja la por entonces Europa de las revoluciones y del resurgimiento de los nacionalismos, tras la caída del antiguo régimen que conllevó la Revolución Francesa. La mujer de los generosos pechos, que con una mano sostiene la bandera de Francia, y con la otra, la escopeta con bayoneta, representa La Libertad y la República francesa, simbolizando la lucha del pueblo contra la opresión y la falta de libertades. El cuadro representa la revolución de 1830 en Francia por parte del pueblo empujado por su deseo de alcanzar la libertad, derribando al nuevo absolutismo y predominio social de la aristocracia que se había restaurado tras la caída de Napoleón Bonaparte por obra y gracia de los acuerdos de la llamada “Santa Alianza”, inaugurando con esa rebelión revolucionaria una nueva era de democracia a través del sufragio y la separación de poderes, como nuevas reglas de juego que se irían extendiendo poco a poco por el resto de Europa y que han perdurado hasta hoy.

La visión del cuadro da para reflexionar acerca de la libertad, de la sangre y muertes que ha costado, cuando vemos que los revolucionarios tienen que pasar por encima de cadáveres de sus propios camaradas caídos. Representa esa libertad bella y casi desnuda, loada de los instruidos, deseada de muchos y cantada siempre por los poetas, para cuya estimación todas las riquezas del mundo eran poco precio en comparación a lo que supone ser y sentirse libres. Porque de todos los bienes que pueda perder un pueblo, ninguno como el de la libertad. Como una vez mostró el esclavo Espartaco, ¿no sentimos la necesidad de romper las cadenas que nos aprisionan, que no nos dejan sentirnos libres? . ¿Nos podemos sentir bien si somos como un pájaro encerrado dentro de una jaula?.

Trasladada la cuestión a los tiempos actuales, da para pensar: ¿y es que no estamos perdiendo libertades con tantos impuestos, y con tantas normas impuestas por el Estado? . Decía el filósofo chino Lao-Tse que “cuantas más leyes, más ladrones”; igual como decía el filósofo de la Antigua Grecia Aristóteles: “a cuantas más leyes, más corrupción”,....curiosamente lo que lamentablemente está ocurriendo en la España de nuestros días. Pues se supone que la base de nuestra civilización a la que llamamos “occidental” está en la libertad de cada uno, en sus pensamientos, en sus creencias, en sus opiniones, en su trabajo y su forma de adoptar su estilo de vida. Y la libertad se nota que pierde cuando se empieza a temer..., porque, por ejemplo: ¿qué libertad tienes y qué derechos, cuando pierdes tu puesto de trabajo, y no tienes recursos con los que sacar adelante a tu familia, que es algo que hoy en día sucede muy a menudo en nuestra España? Yo diría que hoy en día, sin darnos cuenta, somos esclavos del Estado que nos exprime a impuestos, y de sus leyes (algunas expresamente discriminatorias contra unos y a favor de otros) que en otras circunstancias nos negaríamos tanto a pagar como a acatar. Y no hablo ni de anarquía ni de libertinaje, que eso no es libertad, ...puesto que la libertad es aquello que hace que la persona se sienta lo máximo posible bien consigo misma, sin imposiciones externas, y dentro de un orden con un mínimo de interferencias. Así la libertad es, pues, en política, hacer que el ciudadano se sienta lo máximo feliz posible, con el máximo de bienestar, y todavía no parece que vayamos por esa senda: la dama del cuadro es todo lo contrario de, por ejemplo, las burkas que le son impuestas a otras mujeres,.... lo que nos lleva a pensar ¿existe la libertad en todo el mundo, o sólo es privilegio de algunos espacios cerrados, con sus propias fronteras?. ¿Existe libertad de pensamiento y de expresión por todas partes?, ¿podemos decir sin ningún miedo lo que realmente pensamos? . Por otra banda, creo que es la educación lo que cada día hace más libre al individuo, ya que es la base de sus actos, de su progreso, así como del propio progreso social de un país. Y en ese sentido me atrevo a decir que se deberían de educar a los ciudadanos en libertad, y no deberían de existir cárceles, puesto que creo que el ser humano no está hecho para ser esclavo, o estar atado entre cuatro paredes incomunicado y sin poder moverse en un límite de espacio. ¿Sabíais, por ejemplo, para comparar en los días presentes, que en la Antigua Roma apenas existían las cárceles para sus ciudadanos?,...pues ciertamente la pena máxima para un ciudadano romano era el exilio, y no me estoy refiriendo en este caso a los esclavos, que eran tratados bajo otro código de conducta reconocido y considerado natural en la sociedad de aquellos tiempos pretéritos. Y eso de que se dice de cuántas revoluciones, cuántos tiranos, ..han matado y asesinado en nombre de “La Libertad”. Esa Libertad, que como vemos en el cuadro, excita las más altas pasiones, y al mismo tiempo deja su senda de cadáveres y de sangre por su camino, como una muestra de lo que ha costado poder llegar a ella.

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PICASSO REINTERPRETA LAS MUJERES DE ARGEL DE DELACROIX

TRAS LAS MUJERES DE AVIGNON (BURDEL DE UNA CALLE DE BARCELONA) VUELVEN LAS PROSTITUTAS A LA PINTURA DE PICASSO


En 1955, Picasso realiza quince pinturas y múltiples bocetos preparatorios basados en la obra de Delacroix Las Mujeres de Argel (en su apartamento), de 1834. En realidad, su influencia sobre Picasso se puede observar en más de una obra, como en su Autorretrato, interpretación de Autorretrato con chaleco verde, de Delacroix. 

A lo largo sus estudios preparatorios, Picasso cambió el número de personajes, sus posiciones, volteando sobre su espalda y desnudando a la mujer sentada en segundo plano. En estos bocetos, a veces las formas son redondeadas y arabescas, a veces las formas de los cuerpos son rígidas y angulares. Las dos últimas versiones del cuadro son completamente distintas: una es monócroma y con una interpretación geométrica (versión H, Febrero de 1955, colección particular), y en la otra desborda su colorido (img.2, versión O, Febrero de 1955, colección particular). Este último lienzo, con su armonía de colores primarios, de rojos, amarillos y azules brillantes, es un recuerdo de Oriente, pero ante todo es un homenaje a Matisse, muerto recientemente.

Mientras trabajaba en este cuadro, Picasso explicaba a Delacroix en una conversación imaginaria, transcrita por H. Kahnweiler: “Usted tomaba a Rubens y el resultado era un Delacroix. De la misma manera, yo pienso en usted y hago algo completamente distinto”.

Para el impresionismo, Delacroix es un inspirador y sin duda un precursor. Cézanne es uno de los mayores admiradores de su obra, y, a propósito de Las mujeres de Argel, escribió: “Todos nosotros estamos en este cuadro de Delacroix. Cuando les hablo de la alegría de los colores por los colores, me estoy refiriendo precisamente… a estas rosas pálidas, a estas bellezas lejanas, a esa babucha, a toda esta limpidez. […] Es la primera vez, desde los grandes maestros, que alguien logra estos volúmenes. En la obra de Delacroix, hay algo que no se puede describir, una fiebre que no encontramos en los antiguos.
[…]
Sigue siendo la mejor paleta francesa y en este mundo nadie ha sabido conjugar como él el patetismo y la calma, la vibración del color. Todos pintamos pensando en él”.

En la imagen uno de los quince cuadros que Picaso pinto de "las Mujeres de Argel".



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LAS MUJERES DE ARGEL DE DELACROIX UN CUADRO SOBRE LAS MUJERES DE UN HARÉN EN ARGEL.

Mujeres de Argel (en su apartamento) (en francés, Femmes d’Alger dans leur appartement) es un cuadro del pintor francés Eugène Delacroix. Está realizado al óleo sobre lienzo. Mide 180 cm de alto y 229 cm de ancho. Fue pintado en 1834. Se encuentra en el Museo del Louvre, París, Francia.


Delacroix viajó a Argel en 1832, dentro de una misión diplomática francesa. Durante este viaje no dejó de dibujar y pintar acuarelas de todo aquel mundo que le resultaba exótico. Una de las experiencias más inusuales de Delacroix durante este viaje fue poder entrar en un harén, de la que disfrutó y que le llevó a exclamar «¡Qué belleza! Como en época de Homero».1 Habría sido de los primeros occidentales en ver el interior de uno de ellos. Hizo un boceto a la acuarela con sus impresiones de este harén, apuntando a lápiz los colores. Dos años después (1834) debió recomponer la escena en su imaginación, una vez que regresó a su taller de París.

Este cuadro es, a un tiempo, orientalista y romántico. Parte del rostro de la mujer de la izquierda queda inmerso en la sombra. El pintor usó esta técnica en muchas figuras para lograr un aire de misterio y aislamiento. A su lado están sentadas otras dos mujeres mientras que otra figura femenina, una criada negra, está en pie; su presencia, de espaldas y girando, parece hacer entrar al espectador en el cuadro.

Destaca en el cuadro la forma en que la luz está representada. Es una luz lógica, pues viene de una ventana, sin representar una luz idealizada sino como era en realidad. Delacroix quedó entusiasmado por la luz del norte de África, y pretendió plasmarla en sus obras. Igualmente fue famoso por sus connotaciones sexuales. Representa a las concubinas argelinas de un harén. También muestra opio, que a menudo acompaña cuadros de prostitutas. 

En el siglo XIX, la pintura era conocida por su contenido sexual y su orientalismo. No obstante, para el pintor, este universo femenino encarnaba lo verdadero y lo bello, redescubriendo la Antigüedad.


Estas mujeres simbolizarían el ideal de belleza femenina para Delacroix, combinación de la suntuosidad oriental con los rasgos griegos propios de un Fidias.

En cuanto a la técnica, usó pequeños toques de color, independientes, lo cual explica que sea considerado precedente del impresionismo. 

Picasso hizo quince adaptaciones personales de este cuadro.

martes, 6 de julio de 2010

MARCO ANTONIO Y CLEOPATRA




No existen muchos retratos con las imágenes de Marco Antonio y Cleopatra, una de las historias de amor más conocidas, que fueron relatadas por ejemplo, por el inglés William Shakespeare, llegando incluso a ser llevada la historia a la gran pantalla, con Elizabeth Taylor y Richard Burton como actores que encarnan los papeles de los protagonistas. Motivo por lo que incluyo una pintura con ese referente, a mi museo virtual. No obstante en España hemos tenido un excelente escritor: Terenci Moix, que explico de forma novelada la historia de los dos personajes en su obra “No digas que fue un sueño”, ganadora del premio planeta 1986, en la que incluye alguna interesante citas del poeta griego Konstantin Kavafis, y otra del mencionado Shakespeare, que aprovecho para insertar en el comentario de esta entrada. También quiero aprovechar lo que quizás podría considerar la mejor parrafada de la obra de Terenci Moix, muy aficionado y amante del Egipto de los faraones.

De William Shakespeare:

"Insolentes lectores nos tratarán como rameras.
Miserables poetas cantarán, desafinando nuestra historia.
Mediocres comediantes llevarán a la escena
nuestras fiestas de Alejandría.
Se presentará a Antonio borracho, y yo
veré a algún jovenzuelo de voz chillona
hacer de Cleopatra y dar a mi grandeza
la postura de una puta."


De Cavafis:
"Cuando a medianoche se escuche pasar una invisible
comparsa con música maravillosa y grandes voces,
tu suerte que declina, tus obras fracasadas
los planes de tu vida que resultaron errados
no llores vanamente.
Como hombre preparado desde tiempo atrás,
como un valiente di tu adiós a Alejandría,
que se aleja.
No te engañes.
No digas que fué un sueño.
No aceptes tan vanas esperanzas.
Como hombre preparado desde tiempo atrás,
como un valiente.
Como corresponde a quién de tal ciudad
fué digno, acércate con paso firme
a la ventana, y escucha con emoción -
no con lamentos, ni ruegos de débiles -
como último placer, los sones, los maravillosos
instrumentos de la comparsa misteriosa
y di tu adiós a esa Alejandría que
pierdes para siempre."


Y de Terenci Moix:
“La derrota de Antonio en tierras partas no fue interpretada en Roma del mismo modo que en Alejandría. Cambió sin duda el tono de la angustia. Para el pilar del mundo que era Octavio, importaron unas cifras concretas sobre pérdidas que podían ser esgrimidas como arma en el Senado. Para la serpiente del Nilo las cifras fueron un dato para uso exclusivo de extranjeros (bien dice cierto refrán de las esquinas que a romano muerto romano puesto y todos en el mismo saco). Para la serpiente del Nilo ni siquiera existía el lugar llamado Partia (nunca supo el porqué de aquel interés de Roma por un pedazo de tierra tan poco importante). Para la sierpe, en fin, importaba especialmente lo que la derrota tenía de fracaso. Y cuantos la conocían comprendieron que era un mal augurio para el inicio de su gran sueño de dominio.
El heraldo del infortunio se encontraba frente a ella en sus habitaciones privadas. Y aunque fuese un romano era, ante todo, un enlace con los sueños de Antonio.
-Señora, yo soy un profesional de la guerra y puedo deciros que nunca ví un desastre semejante. No lo recuerdo de los tiempos modernos, no sé que nadie que pueda recordarlo desde que cayó Troya en manos de los griegos, según aseguran los cantares que a veces amenizan los banquetes en los campamentos y los cuarteles. No sé cómo expresarme , porque no soy docto. Mi padre era panadero y mi madre lavaba ropa para las vecinas del Testaccio. De manera que no tengo letras, pero sí estos ojos y un corazón. Y no sé cómo los ojos no quedaron ciegos y no sé cómo es que el corazón sigue latiendo. Pero no estoy escaso de entendederas comprendo que seguramente el belicoso Marte retiró su petición a Antonio, porque está demasiado pendiente de su dios protector, Dionisos. Y pues los dioses tienen celos entre ellos y andan a veces a la greña, lo cual es bien sabido desde que se dividieron en bandos cuando el sitio de la llamada Troya…
La reina se arrojó sobre la mesa en un arrebato de cólera.
-¿De qué hablas, insensato? –exclamó- . ¿Qué tanta Troya y tantos dioses que no sirven para nada? Dime de una vez, ¿quién derrotó a Antonio?
-Primero el rey de los partos, ese tal Fraates nombre adverso para Romas. Pero el remate lo dio el invierno, ya os lo he dicho.
-¿Es otro dios romano? Mira que te haré flagelar si continúas diciendo estupideces.
-Ay, señora. El invierno que llega para todos (y quieran los dioses que no lo conozcáis en Alejandría) cayó sobre las montañas de Armenia, después de la derrota en manos de los partos.
-¿En Armenia, dices? ¿Qué hacíais en Armenia? ¿No era en Partia la guerra?
-Nos batíamos en retirada porque en Partia la guerra se había convertido en una inmensa catástrofe.
-Mientes, perro. Antonio tenía pensada una gran estrategia. Iba a sorprender a los partos por el flanco que nunca habían atacado los romanos. ¿No lo hizo?
- -Sí, mi señora. Pero su estrategia fue inútil. Por una vez que sorprendimos a los partos, ellos nos sorprendieron a nosotros quince. Ya veis qué mal negocio. ¿Conoces aquel terreno?. Es agreste, accidentado, tan abundante en erosiones y pasillos naturales que lo tendríais por domicilio de los propios demonios. Todo son desfiladeros taponados por altísimos riscos, senderos abiertos en el monte, laderas que, de tan inclinadas, parecen precipitarse sobre uno, gargantas tan estrechas que a veces no podía pasar un legionario cargado con su equipo de campaña y teníamos que turnarnos. Yo digo que si las comparas con el terreno de Partia, las infernales curvas de Proserpina son holgadas como la campiña romana y abiertas como vuestros desiertos.
-¿Y las máquinas?. Antonio me dijo que se llevaba las más tremendas. Catapultas, torres de asalto y un ariete tan enorme que era capaz abrir boquetes en las murallas más sólidas.
- ¡Tantas máquinas para tan pocas ciudades que asaltar! Si al principio fue un adelanto que llenó de orgullo a todas las legiones, poco a poco se convirtieron en un estorbo. ¿Cómo transportar ingenios tan descomunales por desfiladeros que no permitían el paso de un hombre?. ¿De qué iban a servir las catapultas, si de repente nos atacaban por sorpresa los arqueros partos, que tienen fama de ser los mejores de Asia? Fue necesario formar dos ejércitos distintos: en uno iban los hombres, en el otro las máquinas. Cuando coincidían, ya era demasiado tarde. Habíamos sufrido una emboscada en una cañada muy angosta, de esas que si se sitúan los arqueros en lo alto pueden enviar sus flechas como si fuese una lluvia. Y cuando no era una garganta era un llano en el que nos habíamos detenido para descansar la fatiga de tanto subir y bajar riscos. Entonces se oía la voz de alerta, porque aparecían en lontananza las tropas del rey de los partos. Y nos disponíamos a preparar la tortuga, que es la estrategia infalible de las legiones de Roma en cualquier batalla. Pues ni esto servía, porque mientras preparábamos los escudos ya estaba sobre nosotros la caballería enemiga, con sus lanzas atravesando pechos y sus mazas aplastando molleras. Así todos los días. Y la moral menguaba como una luna insatisfecha, y que nadie creía en los gritos de victoria que se esforzaba en proferir Antonio. Pues he de decir en su honor, y para asegurar la perpetua gloria que merece, que aun con el rostro fatigado y unos andares cansinos y una expresión como de no estar al caso, él continuaba lanzándonos arengas y recordándonos que si tomábamos Partia vengaríamos el ultraje que ésta infligió a Roma por no dejarse someter en el pasado. Y no había legionario que no le tomase voluntad a Antonio, si no se la tenía ya, pues justo es reconocer que cuanto más cansado se sentía más obligado se mostraba con todos nosotros. Y más mérito hay en ello cuando piensas que mientras nos animaba estaba pensando en el suicidio.
-¿Qué dices, perro? –exclamó Cleopatra-. ¿Así te atreves a desafiar a los propios dioses?
-Señora, mi señora, yo sólo te repito lo que oí de muy buen oído y dijeron con mejor decir quienes lo oyeron de más cerca. Qué Antonio llamó a uno de su escolta personal, un liberto llamado Ramen, y lo hizo jurar que cuando él se lo ordenase le cortaría la cabeza, porque no quería que sus enemigos le atrapasen vivos ni que en el caso de encontrarse muerto, reconociesen su cadáver. Tal era su pudor ante la derrota.
Cleopatra se cubrió el rostro en señal de duelo:
- ¿Y cuál es el mío, que todavía me obliga a retener las lágrimas? ¡Desdichado pudor que me impide gritar como la más desdichada de las hembras…! -De repente, se aferró a las manos de sus doncellas-. Carmiana, Iris. No sé qué nuevo sentimiento me asalta. Pero me da miedo, porque es mucho más intenso que cualquiera de los que sentí hasta ahora.
El soldado prosiguió su relato:
- Pero estas derrotas sólo fueron el comienzo de males aún peores, como si Marte, juguetón además de vengativo, se hubiese aliado con las sucias parcas. Antonio lo veía ya todo perdido, hasta el punto de vestirse con un sayo negro para inspirarnos piedad cuando nos arengaba. Y tan perdido estaba todo, como digo, que recibimos orden de retroceder. Y se hizo sin orden, ni concierto, ni medida, ni meditación. Y empezó el hambre, que nunca conozcas, mi reina, pues sólo quien lo conoció una vez sabe con qué cuchilladas te rasga las entrañas. Y empezó además la sed, que fue aún más terrible, porque nos asaltaba al mismo tiempo que los partos, y así teníamos que levantar las espadas más pesadas con la garganta seca de dos días. De repente, aparecían manantiales, y la tropa rompía las filas para dejarlos secos, aquellos y todos los del mundo que se hubieran presentado. Pues teníamos paja en la boca y no saliva, teníamos estrías en la lengua y fuego en las entrañas. ¡Pero hasta el consuelo de los manantiales contenía otra venganza de los dioses! Y es que si bien el agua era fresca y límpida, una vez bebida producía unos dolores espantosos, acompañados de retortijones de vientre y aquella baba que produce el más infecto de los males cuando cae en epidemia sobre la tierra. Y de esta guisa eran todos los manantiales que encontrábamos en aquel país maldito. Y así morían nuestros hombres, a cientos, a miles luego, como envenenados, yo no sé si por el agua o porque hay en Partia dioses tenebrosos que juraron odio eterno a los romanos.
- -¿Qué suceso más funesto todavía podrás contarme después de esta hecatombe?
- -El invierno, señora.
- -Antes me enfurecía tu insistencia. Ahora tiemblo porque imagino un azote que por ser el último será el más terrible. Dices que llegó el invierno…
- …-Ya en Armenia, señora, cuando dábamos todo por perdido y los más desesperados decían que incluso Antonio se había dado muerte- ¡Mejor lo hubiera hecho mi pobre general, para ahorrarse el ver tanta miseria! Pues es cierto que cayó el invierno sobre las montañas y sólo quien lo ha vivido puede comprender que si le cambias una sola letra la palabra invierno, puede convertirse en infierno. Odiaré para siempre esta estación. Odiaré para siempre la nieve. Odiaré el hielo por mucho que lo desee en una tarde de canícula en mi agobiante barrio de Roma…
- -¿Qué me importan a mi tus odios? ¡Háblame de Antonio!
- -Decidió la retirada porque, entre tantas calamidades y tanta hambre y tantas aguas apestadas, los partos continuaban hostigándonos con sus escaramuzas. Y empezamos a salir del territorio, camino de Armenia que, como sabes, es un país amigo o cuanto menos finge serlo (pues ya no sé si existe amistad posible en un caso de guerra, tan locos se vuelven los hombres). El ejército, diezmado hasta un número escalofriante de bajas, empezó a subir montes y cruzar desfiladeros, a dejar atrás llanos y cañadas. Y de pronto se volvió el cielo negro, los vientos fueron cuchillos afilados, y empezó a caer la lluvia y con ella el fango. Y después llegó la nieve y con ella el hielo. A duras penas podiamos avanzar, tanta fatiga llevábamos a cuestas, además de las mochilas, las armas, el escudo y todas las provisiones que siempre han constituido el hogar portátil y la gloria de los legionarios. Pero ¡qué gloria ni qué mierda puesta! El equipo nos impedia avanzar, las espadas pesaban como carros, los escudos ya no servían para nada. ¡Si hubieseis visto cómo arrojábamos a nuestro paso los objetos que estaban destinados a conquistar el mundo!. De todos ellos sólo nos servía el casco, que por lo menos nos protegía de las ventoleras, y la capa, que ya no sabíamos cómo enrollarla para que nos cubriese más partes del cuerpo. Y nos servían si caso las sandalias, aunque estaban agujereadas y sentíamos que la nieve se introducía por los agujeros cómo uno de nuestros compañeros, corríamos los demás a arrebatarle la capa de lana y la cortábamos en pedazos para forrarnos los pies y así avanzar unas millas hacia cualquier monte, porque esperábamos que detrás estuviese por fin la primavera. Pero cuantas más montañas cruzábamos, más nieve y más hielo y más viento se atería a nuestros huesos y ponía en los rostros un color tirando a morado, y en las narices un moquillo como el que tienen los perros y en los labios una hinchazón de sangre coagulada. Y conste que este soldado que os habla nunca ha sido friolero.
- “Es fácil para Egipto reírse del universo cuando son tibias sus noches más heladas, pero yo he vivido la agonía de mis hombres y os digo que nunca conocí enemigo más terrible, ni asaltante más inesperado. Yo he visto a jóvenes reclutas quedarse entumecidos en la nieve, y he visto el cadáver de mi amigo volverse duro como el propio hielo y he visto a los caballos quedarse paralizados como montañas de piedra completamente blanca. ¿Qué otras cosas puedo contarte, reina mía? Que el más glorioso de todos los ejércitos parecía un cortejo de mendigos, harapientos, muertos de hambre, con las manos congeladas, el rostro paralizado y los pies reventando sabañones. ¿Queréis más, reina de cálidas tierras?. Si caíamos dormidos despertábamos cubiertos de nueve, y de ese modo todo el campamento era un cúmulo de colinas o de tumbas formadas por la nevada de la noche. Nos despertábamos debajo, y al sacudirnos la nieve veíamos que aún quedaban otros, que habían muerto o permanecían soterrados por voluntad propia. Y si alguien pretendía despertarlos susurraban en voz queda : “No me despertéis, dejadme bajo la nieve, decid que estoy muerto porque si me quedo aquí podré estarlo dentro de un rato y así habrán terminado mis padecimientos.” Y de esta manera fuimos dejando muchos compañeros por el camino. Y cuanto más seguíamos más arreciaba el hambre. Y empezamos a comernos los caballos y hasta a los mismísimos legionarios difuntos nos habríamos comido si no llegamos a salir de Armenia…
- -¿Y Antonio?
- El tono del hombre cambió, tomando acentos más cálidos y hasta entusiastas.
- -Antonio es un lujo para Roma. No desciende de los dioses que asegura, sino de algún dios de gran bondad que todavía está por descubrir. Un pésimo estratega, según reconocen todos, pero el más noble general que jamás mamase de la santa loba. No hubo padecimiento de sus hombres que él no sufriese en mayor medida. Cien se cansaban, él sufría el cansancio por doscientos. Cien ayunaban, él repartía su comida entre el doble. Y si mil lloraban él se hubiese hundido teas encendidas en los ojos para que su dolor fuese superior a cualquier llanto. Soportando sobre sus hombres todo el desengaño de la derrota, bajó del podio de los generales y se puso a caminar entre nosotros. Todo en él era consuelo, aliento, ánimo y vigor. Todo en él era más grande que el desastre.
- -¿Dónde quedó?
- - En Antioquia, esperando vuestras órdenes.
- - Por los dioses que sólo puedo darle súplicas. Díselo así.
- -No entiendo vuestro lenguaje, señora. ¿Quién suplica en esta historia?
- - La reina de Egipto a su general triunfante.
- -¿Triunfante, decís? –y el hombre la miraba de hito en hito.
- Y si intentaba consultar la mirada de las doncellas todavía quedaba más extrañado, pues aparecían tan pendientes de la menor reacción de la reina que lloraban de emoción.
- -Di a mi basto general lo que él entenderá sin necesidad de otras palabras. Dile: “Alejandría te espera.” Dile también: “El amor está en Alejandría.” Y que sepa que el clima es excelente y han florecido las mimosas y cada día se cambian las flores en la habitación donde se educan sus tres hijos.
- -Y si él lo entiende, señora, es que además de bueno es adivino.
- Pero Cleopatra no le escuchaba. Algo acababa de morir en su interior. Y nacía un sentimiento nuevo que sólo se llamaba Antonio. “

domingo, 4 de julio de 2010

EL VENCEDOR DE NAPOLEÓN

Existen numerosos cuadros de Lord Wellington, todo un héroe e una institución en su propio país. En este retrato que es de nuestro Francisco de Goya, vemos al inglés de origen irlandés Sir Arthur Wellesley, el duque de Wellington, conocido también como "el duque de hierro", debido a la fuerza de su carácter, y mote con el cual se basaria e inspiraria el de "la dama de hierro", que era el que le pusieron a Margaret Thatcher, la primera mujer que llegó a ser primer ministro de Inglaterra, ambos del partido "Tory" (los conservadores británicos).

Vencería a su coetáneo Napoleón Bonaparte en la famosa batalla de Waterloo al oponer contra las columnas francesas sus sólidos y disciplinados cuadros de infanteria, claves para la expansión y engrandecimiento del futuro imperio inglés. Aunque, en un intento desesperado por recuperar el poder, se supone que hubiera vencido la genial estrategia militar de Napoleón, si no hubiera sido por el retraso y la supuesta traición de uno de sus mariscales, Grouchy, que comandaba la caballería francesa que debía hacer frente a la de Blücher, el aliado prusiano al servicio del duque de Wellington, comandante en jefe de la coalición militar anglo-aliada. Por otra parte, el duque de Wellington ya estaba curtido militarmente por dirigir las campañas del ejército hispano-inglés en España, que le permitieron conocer los métodos de los mariscales y generales napoleónicos, siendo pues, un rival a la altura de entonces todavía emperador de Francia.

Goya lo inmortalizó con ese retrato, aunque la arrogancia y menosprecio del inglés no le permitió un comportamiento de respeto y reconocimiento hacia nuestro pintor, cuestión por la cual, ofendido en su dignidad y orgullo, el pintor sordo aragonés casi cogió las pistolas para dispararle, acto que impedió su hijo.

jueves, 1 de julio de 2010

APOLO Y DAFNE

En esta preciosa y muy bien elaborada escultura de Bernini podemos ver atracción, rechazo, pasión, turbación, desasosiego, deseo, lujuria, arrebato, delirio, emoción, sentimiento, frustración, deseo, tristeza...... entre el dios Apolo y la ninfa Dafne.

¿Cuántas veces muchos hombres nos hemos tenido por los mejores, deseando a quien considerábamos la mejor mujer, estando locamente enamorado de ella, y nos ha rechazado incomprensiblemente?, ¿hasta que punto un amor no correspondido es como una pregunta sin respuesta?, ¿cuántas veces aquello de “amor loco, yo por vos, y vos por otro”?, ¿cómo las razones de la razón, muchas veces no corresponden a las razones del corazón?, ¿por qué desde siempre se nos ha otorgado a los hombres el papel de los conquistadores, y no viceversa?, ¿por qué esas pasiones encendidas no satisfechas?, ¿y hasta por qué esos lloros inútiles?. Quizás sea algo que quisiera expresar la escultura con ese tono tan dramático y tan bello a la vez, en la que incluso los divinos no llegan a ser más afortunados que los humanos.

¿O será que el amor, la entrega enamorada de la persona deseada, finalmente es tan sólo cuestión de suerte, sino gracia caprichosa que te otorga la divinidad?.