domingo, 23 de octubre de 2011

ISABEL I DE INGLATERRA, LA REINA BESS


Reina de Inglaterra Elizabeth I (Isabel I, 1533-1603). Nació el (7 de septiembre de 1533) en Greenwich, Inglaterra y murió el (24 de marzo de 1603) en Richmond. Durante su Reinado de 44 años (1559-1603), Inglaterra tuvo un gran esplendor cultural, con figuras como William Shakespeare y Christopher Marlowe; también son importantes figuras Francis Drake y John Hawkins.

El término “Anglicano” y su derivado “Anglicanismo”, provienen del latín “Ecclesia Anglicana”, “Iglesia Inglesa”, y es usado para designar a la “Iglesia de Inglaterra” (en inglés: “The Church of England”, también conocida como “Iglesia Episcopal”). La Adoración y la Liturgia son muy parecidas a las que practica la Iglesia Católica y también a otras Iglesias Protestantes. Mantiene algunos elementos de la Iglesia Católica, como el Episcopado Histórico (Obispos y Arzobispos), pero acepta la autoridad exclusiva de la Biblia, la Tradición Eclesiástica, los Credos Apostólico y Niceno, como resúmenes suficientes de la fe contenida en la Escritura, los Sacramentos del Bautismo y la Eucaristía, como medios indispensables, externos y sensibles (instituidos por Jesús de Nazareth), como medios de la Gracia de Dios, que es interna y espiritual. Esta jerarquización no elimina los otros 5 Sacramentos Tradicionales (Penitencia, Confirmación, Matrimonio, Ordenación y Unción de los enfermos) que, instituidos por la Iglesia Anglicana o Iglesia de Inglaterra con la autoridad de Jesús de Nazareth, se añaden a los 2 primeros.
En la Iglesia Anglicana o Iglesia de Inglaterra no existe una veneración de santos propiamente dicha; antes bien, en la medida en que la Iglesia Anglicana o Iglesia de Inglaterra, como “Pueblo de Dios”, es Santa, todos sus miembros bautizados lo son, no por sus merecimientos morales, sino en virtud de su vocación. Sin embargo, la Iglesia Anglicana o Iglesia de Inglaterra honra a Dios y le da gracias “por la Gracia depositada en sus santos, que han sido luces del mundo en su propia generación”; de esta manera, es posible honrar, dentro de la liturgia, y con arreglo a un Calendario Eclesiástico, a los bautizados que han sido “Héroes de la Fe”.

En las Iglesias Anglicanas existen diversas imágenes de Jesús de Nazareth, la Virgen María y los santos: “Íconos, Retablos, Conjuntos Escultóricos y Vitrales”; sin embargo, la Iglesia Anglicana o Iglesia de Inglaterra suele establecerse una clara diferencia entre utilizar Imágenes en el Culto (práctica generalmente aceptada), a rendir culto, de cualquier índole, a las Imágenes. Este criterio distingue al Anglicanismo tanto de las tradiciones protestantes, como del Catolicismo y la Iglesia Ortodoxa, en lo que al tratamiento de las imágenes religiosas se refiere.

La Misa Anglicana es igual a la Misa Católica, y al igual que esta incluye una Epíclesis (o sea, una invocación al Espíritu Santo). Otro ejemplo de expresión de estos valores del Anglicanismo se observa en que, en la mayoría de las provincias anglicanas, es canónicamente posible, desde la década de (1970), la Ordenación de Mujeres al Diaconado, al Presbiterado y al Episcopado, lo cual, no obstante, no ha dejado de crear amplia discusión entre las iglesias de esta Comunión. La primera mujer consagrada al episcopado fue Barbara Clementine Harris, como Obispa Sufragánea de Massachusetts, EUA, en (1990). Para la Iglesia Anglicana o Iglesia de Inglaterra, la mínima expresión de la Iglesia en el mundo es la Diócesis, es decir, la reunión de las personas bautizadas (laicos y clérigos), que forman parte del Cuerpo Místico de Cristo en una determinada área territorial, bajo la Guía Pastoral de un Obispo.

Cada Obispo es el Sacerdote Principal de su Iglesia Diocesana, preside por derecho la Eucaristía, ordena y consagra a los Diáconos, a los Presbíteros (esto siempre en unión de 2 o más Presbíteros que imponen las manos junto con él), y a otros Obispos, (igualmente, en unión de 2 o más Obispos). El Obispo preside Ex Officio, todos los cuerpos canónicos o de facto instituidos dentro de su Diócesis, y que están integrados por Clérigos y Laicos debidamente elegidos por el Sínodo o Convención, pero no puede ponerse por encima de la Constitución y Cánones de su Diócesis ni de su Provincia Eclesiástica o Iglesia Autónoma.

El desencadenante de la Reforma Inglesa (Reforma Anglicana) fue el deseo del Rey Enrique VIII de obtener la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, hija de Isabel de Castilla y Fernando II de Aragón (Reyes Católicos). Lo que comenzó como una disputa política y no teológica, tuvo profundas consecuencias tanto políticas como teológicas. Tras la separación de la Iglesia Católica, por el “Acta de Supremacía Real”, el Monarca se convirtió en “Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra”, que devino en una “Iglesia Nacional Independiente de Roma”. Siguieron en Inglaterra muchos años de disputas teológicas, que a la postre llevaron a la Guerra Civil. El resultado fue el establecimiento de una Iglesia Oficial del Estado y el reconocimiento gradual de varias otras iglesias y movimientos religiosos, incluyendo la Iglesia Católica.

Inglaterra estuvo junto a Roma durante casi 1000 años, antes de que ambas Iglesias se separaran en (1534), durante el Reinado de Enrique VIII. La separación teológica se venía gestando en el seno de la Iglesia Británica por medio de movimientos como el de los Lolardos, pero la Reforma Inglesa (con carácter cismático) ganó verdadero apoyo político cuando Enrique VIII quiso anular su matrimonio con Catalina de Aragón (de acuerdo al Derecho Canónico). Bajo presión del sobrino de Catalina, el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Carlos V, el Papa Clemente VII, inicialmente favorable a la solicitud, la rechazó, por lo que el Rey Enrique VIII, aunque teológicamente un católico romano devoto (proclamado “Defensor de la Fe” por sus ataques al Luteranismo), decidió convertirse en “Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra” para asegurar la anulación de su matrimonio. La constitución definitiva de la Iglesia Anglicana ó Iglesia de Inglaterra data de la época de Elizabeth I (Isabel I), cuando se redactó la “Confesión de Fe”, conocida como los “Treinta y Nueve Artículos de la Iglesia de Inglaterra”.

En cuanto a la historia de la Iglesia Anglicana o Iglesia de Inglaterra, ésta ha sido de Intolerancia, Fanatismo y Persecución Religiosa. Ana Bolena (en inglés: Anne Boleyn), Reina de Inglaterra, Primera Marquesa de Pembroke y Segunda Esposa de Enrique VIII (1501-1536). Su ejecución, fueron parte del complejo comienzo de la considerable agitación política y religiosa que fue la Reforma Inglesa, con Ana Bolena participando activamente en la promoción de la causa de la Reforma Inglesa. La han llamado “la Reina consorte más influyente e importante que Inglaterra ha tenido nunca”. Ana Bolena es popularmente conocida por haber sido decapitada bajo acusación de Adulterio, Incesto, Injuria, Conspiración, Traición y Brujería. Finalmente murió decapitada en la Torre de Londres. Su vida ha sido adaptada en numerosas novelas, obras de teatro, canciones, óperas, dramas de televisión y películas, incluyendo “Ana de los mil días”, “Las Hermanas Bolena”, “Los Tudor”, “Las 6 Esposas de Enrique VIII” y “Doomed Queen Anne”.
En (1535) fue enjuiciado el filósofo, político, jurista, escritor, poeta y teólogo inglés Sir Tomás de Moro por orden del Rey Enrique VIII, acusado de “alta traición” por no prestar el “Juramento Antipapista” frente al surgimiento de la Iglesia Anglicana ni aceptar el “Acta de Supremacía”. Fue declarado culpable y recibió condena. Permaneció en prisión hasta ser decapitado el (6 de julio de 1535). En (1535), Enrique VIII ejecutaba en un solo día a una veintena de Anabaptistas (Bautistas). (Hughes, 143). Enrique VIII ejecutó a 20 Arzobispos y Obispos, a más de 500 Abades, Priores y Monjes y a más de 72000 Católicos. Seis Monjes Cartujos y uno de la Orden Brigidina fueron colgados, el Obispo Católico de Rochester, Juan Fisher, fue decapitado.

En mayo y junio de (1535), otros fueron desollados en vida, ahogados y descuartizados, por negar que Enrique VIII fuera la “Cabeza Suprema sobre la Tierra de la Iglesia de Inglaterra”. (Hughes, 181-182). El (28 de abril de 1535), 5 hombres (Juan Houghton, prior de la Cartuja de Londres, Agustín Webster, prior de la Cartuja de Axholme (en Lincolnshire), Roberto Lawrence, Prior de la Cartuja de Beauvale (en Nottinghamshire), Ricardo Reynolds, del convento de la Brígidas de Sión y Juan Hale, sacerdote secular y párroco de Isleworth) fueron sometidos a un juicio. El (4 de mayo de 1535) estos hombres fueron condenados por el Tribunal, arrastrados en zarzos desde la Torre de Londres en que estaban encarcelados hasta un paraje en donde fueron, uno a uno, primero mutilados vivos, descuartizados y colgados. Se les arrancaron las entrañas, el corazón y se despedazaron sus cuerpos empalados en lanzas, uno a uno y, mientras esto ocurría, los que aguardaban su turno contemplaban el horror sin inmutarse.

Entre (1536) y (1540), se comenzó la disolución de Monasterios Católicos y sus propiedades fueron transferidas a la Corona Inglesa. Entre (1538) y (1539) unos 150 Monasterios de Hombres fueron detectados de haber firmar la cesación su existencia corporativa y su propiedad, y por un acto formal cedido todos sus derechos al Rey. Los Monjes Católicos y Canónicos Regulares expulsados de los más grandes monasterios fueron unos 3200, 1800 Frailes y 1560 Monjas. Cuando Enrique VIII (1491 – 1547) comenzó la persecución católica en Irlanda donde existían más de 1000 Monjes Dominicos, de los cuales solo 2 sobrevivieron a la persecución. Hugh Latimer, un Reformador Inglés, empañó su elocuente carrera al aprobar la quema en la Hoguera de los Anabaptistas (Bautistas) y los Franciscanos bajo el Reinado de Enrique VIII. (Will Durant, 597). En (1542) Catalina Howard, Quinta Esposa de Enrique VIII fue ejecutada por “Adulterio”.

Bajo el Reinado de Eduardo VI (1537-1553), se concretaron numerosas destrucciones de imágenes y otras medidas represivas sobre los Católicos que le valieron al Rey Eduardo VI una efusiva felicitación de Jean Calvino.

La Reina Elizabeth I (Isabel I) llevó al suplicio a más de 43000 víctimas. En (1568), La Reina Elizabeth I (Isabel I) hizo encerrar en prisión a María I Estuardo, la cual fue condenada a muerte y ejecutada en (1587). Entre (1584) y (1585) se aprobó una Ley que condenaba a muerte a aquellos Sacerdotes Católicos que se hubieran ordenado tras el ascenso de la Reina Elizabeth (Isabel I) en (1559). En Inglaterra se emanó un Decreto (1585) por el que se prohibía la Misa y se expulsaba a los Sacerdotes Católicos. La Reina Elizabeth I (Isabel I, 1533-1603, conocida como “La Reina Virgen”, “Gloriana” o “La Buena Reina Bess”), condenó en (1575) a la Hoguera a 2 Anabaptistas (Bautistas) Holandeses. En (1605) el católico Guy Fawkes, antiguo soldado al servicio de España, intentó volar el Parlamento Inglés con sus ocupantes. Descubierto, varios conspiradores murieron en la tortura, y los otros sufrieron la pena por “Traición”: “Eran ahorcados sin dejarles morir, luego les seccionaban los genitales y los desventraban, quemando sus entrañas ante su vista, y a continuación eran decapitados y despedazados”. Guy Fawkes, aunque muy débil por la tortura, se libró saltando de la Horca y rompiéndose el cuello. Este castigo se aplicó a quienes predicaban el Catolicismo, como Thomas Atkinson en (1616), pese a tener ya 70 años.

Sir James Stephen calcula que en 300 años en la Inglaterra Anglicana (Protestante) hubo 264000 condenados a muerte por diferentes delitos, incluyendo Brujería y Herejía. En Inglaterra entre (1542) y (1736), al menos 1000 personas fueron acusadas de Brujería. Durante el Reinado de Elizabeth I (Isabel I) alrededor de 800 Católicos eran asesinados por año. En el s. XVII, en Inglaterra se estiman en cerca de 50000 personas fueron condenadas a la Hoguera. James Howell escribía en (1646) que en el período de 2 años hubo casi 300 Brujas procesadas (y la mayoría de ellas ejecutadas) en Essex y Suffolk, Inglaterra.
La Reina Elizabeth I (Isabel I) escribe a Phillip Hughes: “Se decretó una definición de Herejía que nos hace la vida segura a todos los que creemos en la Trinidad y la Encarnación. Esta ley deja intacto el principio que dice que la Herejía es castigable con la muerte”. Cualquier “Servet Inglés” pudo haber sido condenado a la Hoguera bajo el Reinado de Elizabeth, y de hecho, en (1589), condenó a la hoguera a un Arriano. (Hughes, 274). No fue hasta (1679) cuando fue abolida la Pena de Muerte por Herejía en Inglaterra, por un decreto del Parlamento bajo Carlos II. (Hughes, 274).

Jhon Stoddard lleva la cuenta de Enrique VIII, fundador del Anglicanismo: “Asesino de 2 esposas, excomulgó a muchos miembros de la nobleza en su tiempo que tuvieron la conciencia y el coraje para oponérsele. Entre estos personajes estaba el venerable Obispo John Fisher y Sir Thomas Moro. Cuando Enrique VIII comenzó su persecución, había unos 1000 Monjes Dominicos en Irlanda, solo 4 sobrevivieron cuando Elizabeth I llegó al trono 30 años después”.

Las ejecuciones comenzaron con rapidez, alrededor de 800 al año durante casi la última mitad del s. XVI. El Protestante Hallam, relata que las ejecuciones de Sacerdotes Jesuitas, en el Reinado de Elizabeth I (Isabel I), estaban caracterizadas por el salvajismo y el fanatismo. Los detalles de tales atrocidades no complacerían a los Protestantes, acostumbrados a pensar que todas las persecuciones religiosas han sido llevadas a cabo sólo por los Católicos.

John Stoddard nos relata más sobre la persecución en Inglaterra de los que se oponían a la Iglesia Anglicana. Los Presbiterianos, por ejemplo, fueron calumniados, encarcelados, mutilados e incluso condenados a muerte. Los Anabaptistas (Bautistas) y Unitarios fueron quemados vivos. (John Stoddard, 205). Obispos Anglicanos fueron cómplices silenciosos y testigos de mucha tortura. (John Stoddard, 205-206). En Irlanda, 2 Obispos Católicos fueron ejecutados por los ingleses en (1578), y otros tantos en (1585) y (1611). En (1652) hubo un intento por exterminar a todos los Sacerdotes Católicos en Irlanda.

En un acta firmada por los Comisionados del Parlamento de Inglaterra, decretaron que cada “sacerdote romano” debería ser colgado, decapitado, descuartizado, sacarle las entrañas y quemarlas, colocar su cabeza sobre un poste en un lugar público. Al final, fueron escasísimos los sacerdotes que quedaron en toda la isla. (John Stoddard, 206). Opositores en Irlanda también soportaron horribles sufrimientos. Hubo casos registrados en los que se les arrancaron a tirones sus dedos, a los que se les chamuscó el cuerpo por medio de hierros candentes, a los que se les rompían las piernas. Sus esposas también eran azotadas en público. (John Stoddard, 207).

En (1533), Enrique VIII promulgó la primera legislación contra la Sodomía en Inglaterra, con penas que iban desde la pérdida de propiedades hasta la muerte (había una vigilancia estrecha de las “Molly Houses” ó “Burdeles de Prostitución Masculina”, y aquellos que las visitaban eran condenados a muerte. Esta práctica continuó hasta el siglo XVIII), y en (1542), promulgó la pena de muerte contra la Brujería (Hechicería). En julio de (1540), se ejecutó a la primera persona condenada por Sodomía, y por Traición, Walter Hungerford, Primer Barón Hungerford de Heytesbury. En (1563), Elizabeth I (Isabel I) promulgó un estatuto en el que ordenaba la pena de muerte para las Brujas y los Hechiceros. En esta ley se consideraba una felonía la invocación de los Espíritus Malignos para cualquier propósito, independientemente del daño que pudieran provocar. Castigados por la Ley Civil antes que por la Eclesiástica, a los individuos convictos se les condenaba a la Horca. En Inglaterra se ahorcó a unas 1000 Brujas durante este período.
En (1604), Inglaterra, el Rey Jacobo I, promulga un estatuto más severo e intolerante en contra de la Brujería en el cual se proclama la pena de muerte sin beneficio clerical del último momento para los culpables de prácticas, este estatuto reemplaza al promulgado en (1563) por la Reina Elizabeth I (Isabel I). El (22 de julio de 1612), en Inglaterra, son ejecutadas 5 Brujas y acusadas otras 5 en el proceso conocido como “Juicios de Northamptonshire”, donde se las procesó por delitos que iban desde el asesinato hasta “embrujar cerdos”. Las ejecutadas son: “Arthur Bill, Mary Barber, Agnes Browne, su hermano Joan Browne y Helen Jenkinson”. Jennet Preston es condenada y ahorcada por intentar asesinar a Thomas Lister con ayuda de otras Brujas.

En (1612), en Inglaterra, 10 hombres y una mujer son ahorcados por el crimen de Brujería en lo que se conoce como los Juicios de Lancashire. El (12 de enero de 1616). Mary Smith es acusada de “tener relaciones con el Diablo”, quien se le aparecía como un hombre de raza negra. Muere ahorcada en Inglaterra. En (1641), en Inglaterra, John Atherton, Obispo de Waterford y Lismore, fue ahorcado junto con su amante y sirviente John Child, por Sodomía gracias a una ley que ayudó a introducir. En (1645), en Inglaterra, fue el cuarto y último de los juicios a las Brujas de Chelmsford. En ese mismo año, Joan Wiliford declara que el Diablo la visitaba bajo la forma de un perro negro de nombre Bunnie, por lo cual es condenada y ahorcada en Faversham, Inglaterra. El (14 de mayo de 1660), en Inglaterra, son detenidas la viuda de Robinson y sus 2 hijas, acusadas de “usar magia” para evitar que Carlos II regresara de su exilio. La Reina de Inglaterra María II Estuardo o Stuart (1662-1694), gobernó Inglaterra 5 años (1689-1694). Persiguió a los Católicos y sofocó rebeliones en Escocia e Irlanda. Entre (1800) y (1836) en Inglaterra fueron condenados y ejecutados a muerte 58 personas, 48 por Homosexualidad y 10 por Bestialismo (Zoofilia). La última ejecución tuvo lugar en (1836). Inglaterra abolió la pena de muerte por conductas homosexuales en (1861).

MARIA TUDOR

María I de Inglaterra, conocida como “María Tudor” y “La Sanguinaria” (en inglés, “Bloody Mary”, 1516-1558). Nació el (18 de febrero de 1516) en Greenwich, Inglaterra y murió el (17 de noviembre de 1558) en Londres, Inglaterra. Reina de Inglaterra e Irlanda desde (1553), siendo la tercera mujer en acceder al Trono Inglés, luego de Matilde de Inglaterra y de su prima Juana Grey. Fue el cuarto monarca de la Dinastía Tudor; recordada por abrogar las Reforma Inglesa introducida por Enrique VIII y someter de nuevo a Inglaterra a la “Disciplina Papal” el (30 de noviembre de 1554) con el apoyo del Cardenal Reginald Pole y de Chapuys, Embajador Español en Londres, Inglaterra. En dicho proceso, condenó a casi 300 religiosos disidentes a morir en la Hoguera en las “Persecuciones Marianas”, ganándose el apodo de “María la Sanguinaria”. El restablecimiento del Catolicismo fue revertido por su sucesora y medio hermana, la Reina Elizabeth I (Isabel I).

Infancia y Primeros Años:

María fue la única hija de Enrique VIII y su primera esposa, Catalina de Aragón que sobrevivió a la infancia. Su madre abortó en varias ocasiones, una hermana nació muerta y 3 hermanos apenas vivieron, incluyendo entre ellos a Enrique, Duque de Cornualles, que la precedió. Por parte de madre era nieta de Fernando II de Aragón y de Isabel I de Castilla. Nació en el Palacio de Placentia en Greenwich, Londres. Fue bautizada con el Cardenal Thomas Wolsey como padrino. Fue una niña enfermiza con problemas de visión y dolores de cabeza. John Hussey, Barón Hussey de Sleaford fue su Chambelán, y su mujer, Lady Anne, hija de George Grey, una sus ayudantes.

A pesar de sus problemas de salud, fue una niña precoz. Gran parte del reconocimiento de su esmerada educación se la debe a su madre, quien contó para ello con el filósofo, escritor y pedagogo español Juan Luis Vives (1492-1540). También estudió griego, ciencias y música. En julio de (1521), con apenas 5 años, entretenía a las visitas con una representación de la “virginal”, un pequeño clavicémbalo. Enrique VIII la adoraba y alardeaba frente a sus amistades de su buen comportamiento. A la edad de nueve años, su padre le donó su propia corte en el Castillo de Ludlow, así como varias Prerrogativas Reales, solo concedidas al Príncipe de Gales, llamándola incluso Princesa de Gales. En (1526), fue enviada a Gales para presidir el Consejo de Gales y las Marcas. A pesar del afecto que le profesaba, el Rey Enrique VIII estaba decepcionado por la ausencia de hijos varones.

Durante su infancia Enrique VIII negoció posibles matrimonios para su hija. Cuando solo tenía 2 años fue prometida al hijo del Rey de Francia Francisco I, pero 3 años después se canceló el trato. En (1522) se acordó el Tratado de Windsor por el que se casaría con su primo, el Emperador Carlos V, que por entonces contaba con 22 años. Sin embargo, el compromiso se rompió años después. Fue entonces cuando se sugirió la boda con el padre del delfín de Francia, Francisco I, quien deseaba una alianza con Inglaterra. Un tratado de matrimonio se firmó en el que se estipulaba que María I se casaría con Francisco I o su segundo hijo Henry, Duque de Orleans. Sin embargo, el Cardenal Thomas Wolsey, consejero jefe de Enrique VIII, consiguió asegurar la alianza sin el matrimonio.

Mientras, el matrimonio de los padres de María I estaba en peligro debido a la falta del heredero varón. El Rey Enrique VIII intentó la anulación, pero el Papa Clemente VII lo rechazó. Se especula con que la decisión del Papa Clemente VII estuvo influida por el antiguo prometido y sobrino de la madre de María I, Carlos V. Enrique VIII había alegado consanguinidad (a pesar del debate sobre la posible consumación del matrimonio), ya que su esposa había estado casada anteriormente con su hermano Arturo. En (1533) Enrique VIII se casó en secreto con Ana Bolena y más tarde el matrimonio con Catalina de Aragón fue declarado inválido. Enrique entonces rompe relaciones con la Iglesia Católica y se proclamó cabeza de la Iglesia Anglicana. Como consecuencia de ello, Catalina de Aragón perdió su título de reina pero mantuvo el de “Princesa Viuda de Gales”, título que llevaría como viuda del Príncipe Arturo. María I fue declarada ilegítima, pasó a recibir el trato de “Lady Mary” y se desterró de la línea de sucesión, ocupando su puesto su hermanastra, la hija de Ana Bolena, la futura Isabel I. María I fue expulsada de la Corte, así como sus sirvientes de sus trabajos y fue obligada a servir como dama de compañía de Isabel I. No se le permitió ver a su madre ni asistir a su funeral en (1536). Se dice que la razón del frío comportamiento hacia su hermanastra Isabel se debió al trato que recibió durante estos años.

Cuando Ana Bolena fue decapitada, Isabel I perdió su tratamiento de princesa, pasó a ser tratada como “Lady Isabel” y fue eliminada de la línea de sucesión. Pocos días después de la muerte de Ana Bolena, Enrique VIII se casó con Jane Seymour, quien murió tras dar a luz a un varón, el futuro Eduardo VI. María I fue la madrina y presidió el duelo en su funeral. En respuesta a este gesto, Eduardo VI le concedió una casa y le permitió residir en los palacios reales. La publicación de los gastos personales que hizo durante ese periodo demuestran que residió en Hatfield House, en el Palacio de Beaulieu, también llamado Newhall, Richmond y Hunsdon.

En (1543) Enrique VIII se casó por sexta vez, en esta ocasión con Catalina Parr, quien consiguió unir a toda la familia. Un año después, mediante el “Acta de Sucesión” Enrique VIII volvió a incluir a sus 2 hijas en la línea de sucesión detrás de su hermano Eduardo, a pesar de seguir siendo ilegítimas de manera oficial. Enrique VIII muere en (1547) y su hijo Eduardo VI le sucede. Puesto que todavía es menor, la regencia pasa a un consejo dominado por Protestantes que intentó implantar su fe en todo el país. Por ejemplo, el “Acta de Uniformidad” (1549) prescribía los Ritos Protestantes, tales como el uso del “Libro de Oraciones” de Thomas Cranmer.

Ascenso:

Eduardo VI muere de tuberculosis en julio de (1553). Eduardo VI, así como su padre Enrique VIII, no quería que María heredase la corona por miedo a que reimplantara el Catolicismo y deshiciera todas las reformas hechas hasta ese momento. Por ello planea excluirla de la línea sucesoria, algo que le desaconsejan sus asesores ya que tendría que excluir también a su hermana Isabel. Guiado por John Dudley, Duque de Northumberland, Eduardo VI excluye a ambas de la línea de sucesión en su testamento.

Eduardo VI alega que Lady Jane Grey, nuera de Dudley, nieta de la Reina de Francia y hermana de Enrique VII, sea la que le suceda. Sin embargo esta exclusión contradice el “Acta de Sucesión” de (1544) en la que restauraba a María e Isabel en la línea sucesoria. A punto de morir Eduardo VI, María había sido enviada de vuelta a Londres desde el castillo de Framlingham (Suffolk), donde se había mudado recientemente tras abandonar la residencia del Palacio de Beaulieu. Sin embargo, María I dudó de que este viaje fuera solo un pretexto para ser capturada y facilitar así el ascenso de Grey al trono. Lady Grey fue proclamada Reina de Inglaterra el (10 de julio de 1553). Sin embargo, sus apoyos rápidamente se debilitaron y fue destronada 9 días después. Al destronamiento de Grey le sucede la llegada triunfante aclamada por el pueblo de María I, para asumir el puesto que había dejado Grey. John Dudley y Lady Grey fueron encarcelados en la Torre de Londres y finalmente ejecutados. María I temía que si Lady Jane seguía viva pudiera organizar revueltas contra su reinado.

Una de las primeras medidas como reina fue la de liberar de la prisión de la Torre de Londres al católico Thomas Howard, Duque de Norfolk y a Stephen Gardiner. En esos momentos el único ejecutado por cargos de alta traición había sido el Duque de Northumberland. María I solo podía confiar en Stephen Gardiner, a quien nombró Obispo de Winchester y Lord Chancellor, ya que casi todos los consejeros privados estaban implicados en la conjura para coronar a Lady Jane. Stephen Gardiner proclamó de manera formal y oficial a María I el (1 de octubre de 1553).

Matrimonio:

A los 37 años María I vuelca toda su atención en buscar marido y procrear un heredero para evitar que acceda al trono la protestante Elizabeth I ó Isabel I (quien todavía era su sucesora según las condiciones del testamento de Enrique VIII). María I rechaza la proposición de Eduardo Courtenay, Conde de Devon, ya que tenía las perspectivas de casarse con el entonces príncipe Felipe de España, hijo de su primo Carlos V, el futuro Felipe II de España. Se dice que tras haber visto el cuadro de cuerpo entero pintado por Tiziano (ahora expuesto en el Museo del Prado), María declaró haberse enamorado de él.

La ceremonia tuvo lugar en la Catedral de Winchester el (25 de julio de 1554), dos días después de su primer encuentro. El punto de vista de Felipe II era puramente político (había declarado admirar su dignidad pero no sentía “ningún deseo carnal por ella”). A raíz de esta boda, la reina fue retratada por Antonio Moro en el famoso cuadro, ahora en el Museo del Prado. Lord Chancellor Gardiner y la Cámara de los Comunes le pidieron que se casara con un inglés ante el temor de que la nación se viera relegado a depender de España. Este miedo podría haberse acrecentado en el hecho de que María (excluyendo a los breves y fallidos Reinados de Lady Jane y la Emperatriz Matilde) fue la primera monarca reinante de Inglaterra.

A los 3 meses de su matrimonio María I empieza a sospechar que está embarazada, viendo como su vientre aumentaba de volumen, pero el alumbramiento no llegaba y el tiempo se dilataba por lo que los médicos atribuyeron la inflamación del vientre real a una hidropesía, vulgar retención de líquidos. Su marido la convenció para que liberase a su hermana Isabel del arresto domiciliario al que se encontraba sometida probablemente para verse favorecido por ella en caso de muerte de su esposa.

Política Exterior:

Numerosas insurrecciones comenzaron a surgir cuando se reafirmó en casarse con Felipe II, de quien estaba enamorada. El Duque de Suffolk volvió a proclamar que su hija Lady Jane Grey era la reina. En apoyo a Isabel I, Thomas Wyatt lideró una fuerza invicta hasta su llegada a Londres desde Kent. Tras haber sido aplastadas las rebeliones, el duque de Suffolk, su hija Lady Jane Grey y su marido fueron encarcelados por alta traición y ejecutados. Isabel, a pesar de declarar su inocencia en el caso Wyatt fue encarcelada durante 2 meses en la Torre de Londres y más tarde bajo arresto domiciliado en el Palacio de Woodstock. Según las condiciones del contrato de matrimonio, a Felipe II se le llamaría “Rey de Inglaterra”, todos los documentos oficiales (incluidas las “Actas del Parlamento”) se firmarían con ambos nombres y el Parlamento debía ser llamado bajo la autoridad conjunta. Se acuñaron también monedas con la cara de ambos. El contrato de matrimonio se dispuso que Inglaterra no estaría obligada a ofrecer apoyo militar al padre de Felipe II en cualquier posible guerra. Los poderes de Felipe II, sin embargo, eran extremadamente limitados, así como los Monarcas no constituían una unión tan poderosa como la de Guillermo III y María II.

Intolerancia y Persecución Religiosa:

María I se preocupó intensamente de asuntos relacionados con la Religión: “Siempre rechazó la ruptura con la Iglesia Católica emprendida por su padre Enrique VIII y el establecimiento del Protestantismo que hizo su hermano Eduardo VI. Restauró las relaciones con Roma y con el hijo de su Institutriz la Condesa de Salisbury, el Cardenal Reginal Pole, quien tras la ejecución de Thomas Cranmer fue Arzobispo de Canterbury”.

María I también persuadió al Parlamento para rechazar las Leyes Protestantes aprobadas por Enrique VIII. Para conseguir un acuerdo tuvo que hacer una importante concesión: “Decenas de miles de acres de Tierras Monacales confiscadas por Enrique VIII no serían devueltas debido a la influencia que tenían los nuevos dueños mediante esta distribución”. El restablecimiento de las “Leyes contra los Herejes” fueron aprobadas en (1554). También se comenzó una “reforma monetaria” supervisada por Thomas Gresham para contrarrestar la dramática devaluación que caracterizó los últimos años del Reinado de Enrique VIII y el de su hijo Eduardo VI, aunque todas estas medidas supusieron un amplio fracaso.

Las Persecuciones Religiosas en Inglaterra (conocidas como las “Persecuciones Marianas”) duraron los 5 años del Reinado de María I (1553-1558), en los que numerosos Líderes Protestantes fueron ejecutados, otros tuvieron que exiliarse y cerca de 800 permanecieron en el país. Entre los ejecutados se encuentra John Rogers (4 de febrero de 1555); Jhon Hooper, Obispo de Gloucester, que antes no se había privado de decir a quien quisiera escucharle que todo Sacerdote Católico debía ser ahogado; pero a él no lo ahogaron, fue quemado vivo al mes siguiente delante de su propia catedral; el Arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer, ejemplo de converso y fanático en cualquier situación, que años atrás, como perfecto católico, no había dudado en mandar a la Hoguera a aquellos que negasen el “Dogma de la Transustanciación”, y después, como Protestante, a quien la defendiese; Nicholas Ridley, Obispo de Londres y el Reformador Protestante Hugh Latimer, respectivamente, por negarse a retractarse de sus creencias a pesar de ser torturados, así como John Philpot, Archidiácono de Westminster. Aunque no existe unanimidad acerca del número de condenados, John Foxe calcula en su “Libro de los Mártires” que 284 personas fueron ejecutados por cuestiones de fe. Apareció de manera destacada y vilipendiada en dicho libro, publicado en (1562), cuyas siguientes ediciones gozaron de mucha popularidad entre los Protestantes durante el s. XIX.

Política Exterior:

La creación del Reino de Irlanda en (1542) no fue reconocida por la Europa Católica, pero en (1555), María I obtiene una Bula Papal en la que confirmaba que ella y su esposo eran los Monarcas de Irlanda. De este modo la Iglesia Católica acepta el lazo de unión entre los reinos de Inglaterra e Irlanda. Los Condados de Laois y Offaly fueron conocidos como Condado del Rey (King's County) y Condado de la Reina (Queen's County) antes de la independencia de Irlanda para fomentar la Reconquista de los Tudor. Sus principales ciudades se llamaron Maryborough (Portlaoise oficialmente desde 1920) y Philipstown (Daingean oficialmente desde 1920) respectivamente. Numerosos Colonialistas Ingleses se asentaron en las tierras del centro para reducir los ataques de Pale, la Colonia cercana a Dublín.

Tras haber heredado el Trono de España después de que su padre abdicara, Felipe II volvió a Inglaterra desde marzo hasta julio de (1557) para convencerla para que apoyase a España en una guerra contra Francia (las Guerras Italianas). Como existía una vieja alianza entre Irlanda y Francia, las relaciones comerciales con Francia se pondrían en peligro e Inglaterra se sufría en ese momento una marcada pobreza financiera como legado de una mala economía del reinado de Eduardo VI. Como resultado del acuerdo para declarar la guerra a Francia (y violar el específico y cuidadoso contrato de matrimonio firmado) en Inglaterra la facción protestante inició una campaña llenando las calles de panfletos sediciosos que encendían los ánimos contra los españoles. Los malos resultados de las fuerzas inglesas se traducen en la pérdida el (13 de enero de 1558) de la única posesión continental que le quedaba al país, Calais.

Relaciones Comerciales:

A pesar de la unión con Felipe II de España, Inglaterra no se benefició del enorme y lucrativo comercio con el Nuevo Mundo. Los españoles guardaban con celo los ingresos que le reportaban y debido a que estaba casada con un español, María I no podía aprobar el comercio ilegítimo (a modo de piratería). En un intento por aumentar el comercio y poder rescatar la economía, continuó la política de Northumberlan de buscar nuevos puertos comerciales fuera de Europa. Así intentaba reconciliar la nueva forma de gobierno (que suponía gastos mayores) con el sistema medieval de imposición de aranceles y deudas.

Para solucionar dicho problema en (1558) el Gobierno publicó el “Libro de Tasas” (“Book of Rates”), en el que se exponía una lista de aranceles para cada importación. William Paulet, Marqués de Winchester fue nombrado perito de aduanas y entre sus tareas se le asignó la de la supervisión del sistema de recaudación de impuestos.

Muerte:

Durante su reinado sufrió 2 falsos embarazos, por lo que se especuló que podría deberse a la presión por crear un heredero, aunque los síntomas físicos, entre los que se incluía lactancia y luego la pérdida de visión, hacían sospechar de que se trataba de algún desorden hormonal, tal como un tumor de la glándula pituitaria. María I decretó en su testamento que su marido debería adquirir la regencia en caso de que su descendencia no hubiera cumplido la mayoría de edad. Su muerte se produjo el (17 de noviembre de 1558) en el Palacio de St. James. A pesar de que su testamento recogía su voluntad de ser enterrada junto a su madre, finalmente fue enterrada en la Abadía de Westminster, que más tarde compartiría con Isabel I.

Legado:

María I disfrutó de una tremenda popularidad entre el pueblo debido al duro trato que recibió en los comienzos de su reinado, especialmente por la población católica. Sin embargo su matrimonio con Felipe II no fue bien aceptado entre sus súbditos; en el contrato de matrimonio se especificaba claramente que Inglaterra no se vería envuelta en guerras de España, pero se demostró que esta condición no tenía ningún sentido. Felipe II pasó la mayor parte del tiempo gobernando sus territorios en Europa Continental mientras su esposa permanecía en Inglaterra y tras la muerte de su esposa, Felipe II fue pretendiente de Isabel I pero fue rechazado por ella.

LAS CHICAS DE LA JOVEN GUARDIA ROJA

Un retrato de las gentiles chicas de la Joven Guardia Roja, leyendo el libro rojo de Mao, en los tiempos de la China comunista arcaica.

RETRATO DE NICOLÁS MAQUIAVELO


Nicolás Maquiavelo (en italiano Niccolò di Bernardo dei Machiavelli, Florencia, 3 de mayo de 1469 - Florencia, 21 de junio de 1527). Filósofo, político y escritor italiano, considerado como uno de los teóricos políticos más notables del Renacimiento, pues con su aporte se abre camino a la Modernidad Europea en su concepción política y a la reestructuración social, al desligar el ámbito político de ámbito ético-moral y del ámbito teológico-religioso. Rechazó la concepción del “Derecho Divino de los Monarcas”. Según Nicolás Maquiavelo, “el verdadero poder político no tiene nada que ver con lo divino o sobrenatural”.

Con Nicolás Maquiavelo, la política adquiere autonomía y secularización en Europa. La política no se desarrolla por voluntad divina, sino en virtud de causas naturales (humanas). Su actividad diplomática desempeñó un papel decisivo en la formación de su pensamiento político, centrado en el funcionamiento del Estado y en la mentalidad de sus Gobernantes o Soberanos (Príncipes). Se podrían enumerar en estos 4 postulados el aporte de Maquiavelo a la teoría política moderna:

1. Analizó la cuestión del poder en territorios estrictamente políticos, inauguró una visión realista de la política totalmente despojado de elementos teológico-religiosos y ético-morales. La política es vista como un campo autónomo de acción.
2. Sentó las bases del concepto de Estado Moderno.
3. Define a la política como la lucha permanente del poder.
4. El objetivo de la acción política es la obtención y conservación del poder.

En el prólogo de los “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”, Nicolás Maquiavelo manifiesta su pensamiento respecto de la existencia de cualidades humanas imperecederas al afirmar que “El cielo, el sol, los elementos, los hombres, tienen hoy el mismo orden, movimiento y poder que en la antigüedad” . Se deduce de ello que para Nicolás Maquiavelo la naturaleza o condición humana posee cualidades invariables e inmutables, intrínsecas a todos los seres humanos de la antigüedad y del presente.

Nicolás Maquiavelo está claramente inscrito en la corriente denominada “pesimismo antropológico”, ya tiene una concepción trágica y “pesimista” (al igual que Thomas Hobbes) de la naturaleza o condición humana: “Para Nicolás Maquiavelo, el ser humano es perverso, ambicioso, hostil y egoísta por naturaleza, dispuesto a satisfacer sus pasiones y deseos y sólo preocupado por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás, ya que las pasiones que lo constituyen, en especial la ambición y el miedo, llevan inevitablemente al enfrentamiento recíproco como una condición natural. Los seres humanos hacen el bien por la fuerza; pero cuando gozan de los medios y libertad para ejecutar el mal, todo lo llenan de confusión y desorden. Si dicha propensión está oculta algún tiempo, es por razones desconocidas y por falta de motivo para mostrarse; pero el tiempo, maestro de todas las verdades, la pone pronto de manifiesto; sólo un Estado fuerte, gobernado por un Príncipe astuto y sin escrúpulos morales, puede garantizar un orden social justo que frene la violencia humana”. La sociedad no podía existir (o subsistir) sin orden, y a la vez, el orden no es posible sin la coacción y la fuerza que los pocos jefes ejercen (o deben ejercer), si quieren conservar su poder sobre los dominados.

La maldad humana, siempre dispuesta a manifestarse en la ocasión oportuna, es el principio del “cálculo político”. De este modo, la teoría y la praxis política son ajenas a la moral, a la teología y la religión e independientes de ellas. Esto no significa que las acciones políticas no merezcan un juicio moral y dejen de ser buenas o malas; quiere decir que la política es un territorio en el que la moral no resulta siempre aplicable, un ámbito de “necesidad”, es decir, de rigurosa concatenación causal, en el que el principio de la supervivencia que rige la adquisición y conservación del poder y el mantenimiento del Estado impone un único curso de acción que hace frecuentemente el mal inevitable.

Lo que se denomina “moral” es, según Nicolás Maquiavelo, algo propio de ámbito privado de ser humano, que no tiene que afrontar el gran juego del poder y limita su existencia al orden subjetivo. Nicolás Maquiavelo previene que si alguien no desea infringir la moral al grado requerido en la política, mejor hará en no ingresar en la lucha por el poder. Si insiste en una y otra cosa, su fracaso será seguro, y sin poder realizar sus proyectos, en cambio pondrá en riesgo su seguridad y hasta su propia vida. Si se quiere tener éxito en la política, se deberá estar dispuesto a recurrir, cuando la situación lo exija, a la mentira, la traición, la tortura y el asesinato. Son estos medios cruelísimos, no sólo anticristianos, sino inhumanos; todos deben evitarlos prefiriendo la vida de ciudadano a ser Gobernante, Soberano o Monarca a costa de tanta destrucción de seres humanos. Quien no quiera seguir este buen camino y desee conservar la dominación, necesita ejecutar dichas maldades.

Nicolás Maquiavelo reclama una especificidad ético-moral propia de lo político, que acepta como permisibles “actos de engaño y crueldad”. A través de su obra, Nicolás Maquiavelo demuestra que en lo político se hace y se ha hecho el mal, llegando a sostener que en el ámbito político existen ocasiones en que se debe hacer el mal porque la necesidad lo demanda. El Príncipe o Gobernante posee el derecho de “adentrarse en el mal cuando lo necesite”.

Nicolás Maquiavelo redefine el concepto de “Virtud”. La “Virtud” consiste en la habilidad para alcanzar una “verdad efectiva” al margen de las restricciones de tipo filosófico y moral. El Príncipe o Gobernante se halla “más allá del bien y del mal”, porque su característica principal es la “Virtud”, la Fuerza y Astucia necesarias para colocarse a la cabeza del Estado, gobernarlo y mantener el poder contra todos sus enemigos. En Nicolás Maquiavelo siempre está presente la idea de que los objetivos y los resultados son los que pueden absolver de culpas como la criminal. No es en sí mismo el crimen el que se justifica, sino la razón por el que tal acto se cometió. En definitiva, 2 son los principales factores que nos llevan a sostener que en Nicolás Maquiavelo se reclama la autonomía de la política respecto de la moral, la teología y la religión. Por una parte su constante inclinación a defender la idea de que el “fin” (objetivo-resultado) es capaz de justificar los medios utilizados y, por otra, la indiferencia respecto de los postulados teológico-religiosos (judeocristianos).

Nicolás Maquiavelo fue el primero en usar el concepto “Estado” en su sentido moderno. Algunos le atribuyen a Nicolás Maquiavelo la invención de la dictadura moderna y su consiguiente “Realpolitik” (en alemán “política de la realidad” o la política exterior basada en intereses prácticos más que en la teoría o la moral. “La Realpolitik aboga por el avance en los intereses nacionales de una nación, en lugar de seguir principios morales o teóricos”), como expresión específicamente distinta de las antiguas formas de Totalitarismo y Despotismo.

Como el ser humano tiene una naturaleza fija y permanente, la legalidad política es también constante y el saber político puede tener un valor universal. De ahí que la historia antigua y la realidad contemporánea aporten una experiencia igualmente válida para la extracción de las normas de comportamiento político. Sus ideas políticas estaban impregnadas de sentido práctico y una visión realista de gobierno. La reflexión filosófica sobre la política de Nicolás Maquiavelo se basa en la “atención a la realidad, sin ilusiones, ficciones o autoengaños”. Parte de cómo son las cosas y cómo es el ser humano (perspectiva descriptiva), no de cómo deberían ser las cosas o de cómo debería ser y actuar el ser humano (perspectiva prescriptiva).
Nicolás Maquiavelo abandona así una concepción normativa de la política, habitual en filosofía y basada en la norma moral de la razón o en el precepto de la religión y la teología, para construir una política positiva (empírica). “Maquiavelo no era un filósofo en el sentido clásico o medieval del término. No tenía un sistema especulativo. Su libro ejerció, sin embargo, una poderosa influencia indirecta sobre el desenvolvimiento del pensamiento filosófico moderno. Pues él fue el primero que de manera manifiesta e indudable, rompió con toda tradición escolástica. Destruyó la piedra angular de esta tradición” . “No argumenta nunca sobre doctrina o máximas políticas. Para él, los únicos argumentos válidos son los hechos reales y patentes que presenta la vida política. Basta con indicar la naturaleza de las cosas para destruir el sistema jerárquico y teocrático”.

Nicolás Maquiavelo sostiene la teoría de que el Príncipe o Gobernante no debe regir sus actos por normas morales o procedentes del Derecho Natural, sino que debe reconocer como única guía el bien del Estado, que sea capaz de aplastar las luchas internas. El Príncipe o Gobernante debe ser hábil, fuerte y astuto; debe regirse por el principio de supervivencia (adquisición y conservación del poder) y atender la conservación del Estado, porque el Estado es la única garantía de la paz y el orden entre los individuos; no debe tener escrúpulos morales; debe humillarse cuando sea necesario hacerlo, pero sólo para luego imponerse sobre aquellos ante quienes por conveniencia se ha humillado; debe ejercer, cuando es necesario, la violencia; debe saber halagar a las multitudes. Pero sobre todo, debe pasar por encima de todos los poderes, incluyendo el poder religioso. La defensa militar debe depender exclusivamente del Estado para garantizar la convivencia pacífica. Nicolás Maquiavelo aconseja que el Príncipe o Gobernante debe cuidar su reputación para mantener la adhesión del Pueblo, por lo cual su mayor cualidad es la hipocresía. Aquel Príncipe o Gobernante que obtenga el poder mediante el crimen y el maltrato, siendo éste vil y déspota; debe entender que una vez subido al poder tiene que cambiar esa actitud hacia el pueblo. Dándole libertad al pueblo, para ganarse el favor del mismo, ya que al fin y al cabo estos serán los que decidan su futuro.

Aunque Nicolás Maquiavelo nunca lo dijo explícitamente, se le atribuye la frase “todo tiene su precio y el fin justifica los medios”, ya que resume muchas de sus ideas. La frase que realmente dijo fue: “Haga, pues, el príncipe lo necesario para vencer y mantener el estado, y los medios que utilice siempre serán considerados honrados y serán alabados por todos”.

Nicolás Maquiavelo se declara partidario de la República, partiendo del supuesto de que toda comunidad tiene 2 espíritus contrapuestos: “Los que aspiran al poder (Gobernantes, Soberanos o Príncipes) y los que aspiran a la seguridad y al orden (Pueblo), que están en constante conflicto”. Para Nicolás Maquiavelo el mejor régimen es una República bien organizada (toma como ejemplo la “República Romana”), aquella que logre dar participación a los 2 partidos de la comunidad para de esta manera contener el conflicto político dentro de la esfera pública.
Nicolás Maquiavelo señala, y de aquí la calificación de bien organizada, que es primordial que en la República se disponga de las instituciones necesarias para canalizar el conflicto dentro de las mismas sin las cuales la República se desarmaría. Ninguna de las otras formas de gobierno como la Aristocracia, la Tiranía, la Democracia o la Monarquía logran el equilibrio de los partidos dentro del régimen por lo que son inestables. Lo que la sociedad requiere es la construcción de un régimen que permita prevenir los malos gobiernos. La tarea de un estadista comprometido con su comunidad estaría orientada, en ese sentido, hacia el futuro, no quedando restringida al presente. No consiste, pues, la salud de una República o de un Reino en tener un Gobernante o Príncipe que prudentemente gobierne mientras viva, sino en uno que organice de suerte que esta organización subsista aún después de muerto el fundador. Nicolás Maquiavelo afirma “que todas las demás formas de gobierno son perjudiciales, las 3 que calificamos como buenas por su escasa duración (monárquica, aristocrática y democrática), y las otras tres por la malignidad de su índole (tiranía, oligarquía y licencia). Un legislador prudente que conozca estos defectos, huirá de ellas, estableciendo un régimen mixto que de todas participe, el cual será más firme y estable; porque en una constitución donde coexista la monarquía, la aristocracia y la democracia, cada uno de estos poderes vigila y contrarresta los abusos de los otros”.

Los intérpretes proclives a las tesis republicanas han pretendido, desde el filósofo, pedagogo y escritor francés Jean Jacques Rousseau, conciliar la contradicción entre los “Discursos sobre la primera década de Tito Livio” y “El Príncipe” considerando que este último supone un ejercicio de ironía que sencillamente desnudaba a la luz pública lo que eran las verdaderas prácticas del poder.

Sin embargo, la oposición a la República que podría inferirse en “El Príncipe”, debe tenerse en cuenta que cuando Nicolás Maquiavelo lo escribe está escribiendo para mostrar a Lorenzo de Medicis como debe desempeñarse si es que quiere unificar Italia y sacarla de la crisis en la que se encuentra. Nicolás Maquiavelo aclara también que puede existir un ser humano cuya virtud política (saber aprovechar los momentos de fortuna y escapar de los desfavorables) supere a la República en conjunto pero dicha virtud política morirá con el mortal que la posea, cosa que no ocurriría en una República bien organizada. La auténtica preocupación política de Nicolás Maquiavelo es: “La formación de un Estado moderno en la Italia de su tiempo”.

Nicolás Maquiavelo entiende que todo Príncipe o Gobernante debe tener virtud y fortuna para subir al poder: “Virtud al tomar buenas decisiones y fortuna al tratar de conquistar un territorio y encontrarse con una situación (que no fue provocada por él mismo) que lo ayuda o beneficie conquistar”. Según Nicolás Maquiavelo, el ser humano actúa entre 2 formas: “El azar y la fortuna”. El azar influye en la mitad de nuestras acciones, pero nosotros podemos controlar la otra mitad. Nicolás Maquiavelo concibe a la “fortuna” como a una “mujer”, la cual, si queremos someterla, es necesario golpearla. Como “mujer”, la “fortuna” siempre se muestra amiga de los jóvenes, porque son menos respetuosos, más feroces y la dominan con más audacia. El Príncipe o Gobernante debe tener en cuenta la fortuna (conjunto de circunstancias que se hallan fuera de su voluntad); cuando sea factible, debe poner la fortuna a su servicio o bien saber “resistirla”: “En rigor, la resistencia a la fortuna es una muestra de astucia y habilidad”. Nicolás Maquiavelo fue además un auténtico precursor del trabajo de los analistas políticos y columnistas de nuestros días.

Obras: “El Príncipe”; “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”; “El Arte de la Guerra; “La Mandrágora”; “Historia de Florencia”; “Descripción de las cosas de Alemania”; “La Vida de Castruccio Castracani de Luca”; “Clizia”; “Las Decenales”; “El Asno de Oro”.

CUADRO DE THOMAS HOBBES


Thomas Hobbes (5 de abril de 1588 – 4 de diciembre de 1679). Filósofo, político y economista inglés, cuya obra “Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil” (1651) estableció la fundación de la mayor parte de la filosofía política europea moderna. Es el teórico político por excelencia del “Absolutismo Político”. En palabras de Manuel Sánchez Sarto, “Hobbes es uno de esos singularísimos pensadores ingleses (tan peculiar en el campo de la filosofía como Shelley lo fue en el arte poético) que desafían cualquier tentativa de interpretación en términos de características nacionales, o en los de cualquier escuela o moda del pensamiento. Aparte de su alcance en la evolución científica, la importancia de tales hombres radica en que hablan un lenguaje universal, sin medida de tiempo ni de espacio”.

Hijo de un eclesiástico, Thomas Hobbes quedó a cargo de su tío cuando aquél abandonó a su familia, tras participar en una pelea en la puerta de su iglesia. Estudió en el Magdalen Hall de Oxford, y en (1608) entró al servicio de la familia Cavendish como preceptor de uno de sus hijos, a quien acompañó en sus viajes por Francia e Italia entre (1608) y (1610). A la muerte de su alumno, en (1628), regresó de nuevo a Francia para entrar al servicio de Gervase Clifton. En Francia permaneció hasta (1631), cuando los Cavendish lo solicitaron de nuevo, como preceptor de otro de sus hijos. En (1634), acompañando a su nuevo alumno, realizó otro viaje al continente, ocasión que aprovechó para entrevistarse con Galileo Galilei (1564-1642), René Descartes (1596-1650) y Pierre Gassendi (1592-1655) y otros pensadores y científicos de la época. En (1637) volvió a Inglaterra, pero el mal ambiente político, que anunciaba ya la guerra civil, lo llevó a abandonar su patria e instalarse en París, Francia, en (1640). Desde (1646) hasta (1648) ejerció como docente de matemáticas del Príncipe de Gales, más tarde Rey Carlos II, que también vivía exiliado en París, Francia.

Thomas Hobbes es recordado por su obra sobre la filosofía política, aunque también contribuyó en una amplia gama de campos, incluyendo historia, geometría, teología, ética, filosofía y ciencia política. Más tarde diría respecto a su nacimiento: “El miedo y yo nacimos gemelos”, dado que su madre dio a luz de forma prematura por el terror que infundía la Armada Invencible Española acercándose a las costas británicas.

Ha sido considerado a lo largo de la historia del pensamiento como un “ser humano oscuro”, de hecho en (1666) en Inglaterra se quemaron sus libros por considerarle ateo. Posteriormente, tras su muerte, se vuelven a quemar públicamente sus obras. En vida Thomas Hobbes tuvo 2 grandes enemigos contra los que mantuvo fuertes tensiones: “La Iglesia de Inglaterra y la Universidad de Oxford”. La obra de Thomas Hobbes, no obstante, es considerada como línea de ruptura con la Edad Media. Su ya famosa afirmación en cuanto a que los seres humanos se despedazarían mutuamente si no existiese un Poder superior que organice y ordene a la sociedad (su célebre frase “homo homini lupus”, “el hombre es el lobo del hombre”) lo inscriben claramente en la corriente del denominado “pesimismo antropológico” (junto con Nicolás Maquiavelo); ya tiene una concepción trágica y “pesimista” de la naturaleza o condición humana, es decir, en el ámbito de quienes no creen en la “bondad innata” del ser humano y sostienen, por el contrario, que el ser humano librado a su propio capricho y a su propia suerte no es sino un animal considerablemente peligroso que, dadas ciertas circunstancias, puede volverse peligroso incluso para sus semejantes.

En este orden de cosas, es muy probable que, más allá de aciertos y desaciertos, más allá de argumentos certeros u opinables, lo que menos se le ha querido perdonar a Thomas Hobbes es su sinceridad. De hecho, fue un observador despiadadamente crítico y sensato de los acontecimientos de su tiempo y algunas de las sus descripciones que hace de la realidad de la época son casi brutalmente objetivas. Con su obra, Thomas Hobbes estableció las bases de la sociología científica moderna al tratar de aplicar a los seres humanos, como autores y materia de la sociedad. Estuvo siempre en contacto con la Real Sociedad de Londres, Sociedad Científica fundada en (1660). Los contactos que Hobbes tuvo con científicos de su época, que fueron decisivos para la formación de sus ideas filosóficas, le llevaron a fundir su preocupación por los problemas políticos y sociales con su interés por la geometría y el pensamiento de los filósofos mecanicistas. La época de Thomas Hobbes se caracteriza por una gran división política la cual confrontaba 2 bandos bien definidos:

•Monárquicos: Defendían la Monarquía Absoluta aduciendo que la legitimidad de ésta venía directamente de Dios.
•Parlamentarios: Afirmaban que la soberanía debía estar compartida entre el Rey y el pueblo.

Thomas Hobbes rechazó la concepción del “Derecho Divino de los Monarcas”. Al igual que para Nicolás Maquiavelo, el verdadero poder político no tiene nada que ver con lo divino o sobrenatural. Thomas Hobbes se mantenía en una postura neutra entre ambos bandos ya que si bien afirmaba que la soberanía está en el Rey, su poder no provenía de Dios. Con Thomas Hobbes, la política adquiere autonomía y secularización en Europa. La política no se desarrolla por voluntad divina, sino en virtud de causas naturales (humanas).

El pensamiento filosófico de Thomas Hobbes se define por enmarcarse dentro del materialismo mecanicista, corriente que dice que sólo existe un “cuerpo” y niega la existencia del alma. Thomas Hobbes elaboró su concepción filosófica como una “filosofía de los cuerpos y de los movimientos mecánicos de los cuerpos”. También dice que el ser humano está regido por las leyes del Universo. Criticando el dualismo cartesiano, denunciando el paso ilícito del “pienso” al “soy”, de lo contrario, de la proposición “yo paseo” se seguiría análogamente la existencia de una “substancia ambulante”, lo cual es ciertamente un absurdo.

El ser humano es un cuerpo y, como tal, se comporta a la manera como lo hacen el resto de los cuerpos-máquinas. El pensamiento o la conciencia no es una substancia separada del cuerpo: “La “entidad” corporal que somos, y su conocimiento de las cosas proviene y se reduce a la sensación”. En polémica con la teoría de Aristóteles sobre la sensación, Thomas Hobbes postula que ésta ha de explicarse también a partir de postulados materialistas y mecanicistas, como producto de los movimientos de los cuerpos (materia). El “apetito” y la “aversión” (repugnancia) provocan determinados movimientos y acciones en los cuerpos denominados “emociones”. Los sueños y la imaginación son explicados, así mismo, como reacciones a una gran variedad estímulos (corporales), tanto externos como internos. El cuerpo, por su parte, es el substrato de los accidentes que percibimos y que, al venir a presionar nuestros órganos de los sentidos, dejan como huella las imágenes, los “fantasmas” de Thomas Hobbes, que permanecen en nosotros cuando las cosas ya no están presentes. Los “cuerpos externos” (bodies) que están en movimiento vienen, entonces, a presionar nuestros sentidos y a provocar un cambio físico al interior de nuestro cuerpo, lo que (a su vez) es el origen de nuestras sensaciones, percepciones y, eventualmente, de nuestro conocimiento. Todo esto sucede porque en la naturaleza todo está, o es, en última instancia, movimiento. “Materia” y “Movimiento” es, entonces, todo lo que Thomas Hobbes necesita para explicar los fenómenos naturales, humanos o sociales con una misma ciencia física. En este contexto, el ser humano es un ser natural más, no es un ser que se distinga del resto de los seres naturales y, en consecuencia, debe entendérsele en los mismos términos que cualquier otro ente natural más.

La continuidad entre el movimiento natural y las pasiones de un ser humano es tal que casi no deja lugar a una diferencia específica que salve al ser humano y lo haga lucir como un ser especial. Las pasiones son en Thomas Hobbes “el principio de los movimientos voluntarios al interior del hombre”. Esta concepción fisicalista de las pasiones está conectada con el sensualismo hobbesiano en el plano epistemológico donde el conocimiento empieza con las impresiones sensoriales que alteran los órganos de los sentidos, y de ahí el movimiento continúa en las imágenes o fantasmas (phantasmas) de la mente para pasar, luego, a la imaginación o fantasía (fancy), para así (con estas imágenes) constituir un pensamiento basado en la sucesión de las imágenes. Los sentidos, a su vez, dejan en la mente una huella, las “imágenes”, sensaciones debilitadas por el paso del tiempo, los “fantasmas”. La imaginación está, así, constituida por las “imágenes”, resto de pasadas impresiones sensibles. La imagen es, entonces, una sensación desvaída por el paso del tiempo; y el pensamiento, una sucesión de imágenes en la memoria, cada una de las cuales es una representación o apariencia de un objeto fuera de nosotros.

Ahora bien, toda imagen provoca pasiones; la realidad concreta no nos es indiferente; los sentimientos de placer o de dolor son nuestra primera reacción a los estímulos del medio y, de ahí, provienen nuestras pasiones primarias, el “placer” y el “dolor”, y sus derivadas secundarias, como el “deseo” y la “aversión”, de donde surgen el “amor” y el “odio” y, luego, las pasiones terciarias, podríamos decir, como la “envidia” o la “admiración”. La imaginación y las pasiones por su naturaleza cambiante y fluida no parecen por sí solas ofrecer alguna garantía de orden o buen sentido ¿Cómo podríamos, entonces, introducir algún orden o sentido en esta sucesión de imágenes, o, cómo pueden las pasiones ser dirigidas a un fin? Las pasiones y su sucesión en la memoria constituyen un discurso pre-verbal pero discurso al fin y al cabo, es decir, una sucesión relativamente ordenada de imágenes que constituyen nuestro pensamiento. Decimos “nuestro pensamiento” para resaltar el carácter psicológico del pensamiento; esto es, el “imaginar/pensar” es individualista; no se puede pensar o imaginar lo universal, no hay una imagen de “Humanidad” por ejemplo, sino que de “un hombre, Sócrates”, por ejemplo.

Una sucesión de imágenes es todo lo que podemos recordar. En esta peculiar “anamnesis”, la memoria se sostiene, según el pensador inglés, en una “coherencia de la materia movida” que permitiría darle un sentido, una dirección, a la sucesión de imágenes. El orden impuesto a las imágenes, según Thomas Hobbes, se asemeja al ejemplo del dedo que mueve el agua derramada sobre una mesa. Sin embargo, de nuevo, uno tiene la sensación de que Hobbes oscila entre una explicación representacional sin sujeto; un puro reflejo del paso de las imágenes ante nuestra vista interior y una posición que admite un cierto sujeto, aunque sea implícitamente “¡El que mueve el dedo justamente!”. No tenemos otra explicación sobre esta renuencia a admitir un hecho (psicológico, tal vez; pero, un hecho al fin y al cabo) que atribuirla a su oposición al “cogito cartesiano”, a pesar que su doctrina respecto al tema de la sucesión de las imágenes pida a gritos un sujeto que ordene, organice, tales imágenes para que no sea sólo un puro desorden sin sentido alguno. Por eso mismo, podemos decir que, en este punto, Thomas Hobbes hace profesión de sensualismo al proponer como base de la ciencia la sucesión “sensación-imaginación-pensamiento”. Algo, según Thomas Hobbes, innato en nosotros y que sólo requiere esfuerzo y dedicación para alcanzar lo deseado.

Sin embargo, como la sucesión de imágenes no nos asegura coherencia (puesto que el olvido puede hacernos perder de vista lo vivido), por eso mismo es necesario detener, fijar, este flujo de imágenes y para eso está el “lenguaje”. El lenguaje tiene esta función recordatoria (mnemotécnica). Sin el lenguaje nos sería imposible pensar con coherencia. Mas cuando el lenguaje no es todo lo coherente y claro que podamos requerir, es el método el que puede venir en nuestro auxilio, aunque (según Thomas Hobbes) método sea lo que le falta a los hombres. Pero la dificultad que Thomas Hobbes parece no advertir es que ningún orden puede venir de un sujeto ausente de su filosofía ¿De dónde podría venir entonces? Al parecer de la “voluntad”, el deseo más fuerte. Cuando esto sucede, es decir, cuando tiene un sentido y está guiado por una voluntad fuerte, el orden impuesto al discurso mental permite darle un sentido; sentido que puede ser fijado por el lenguaje. Podemos entender, entonces, al discurso mental como el resultado de un pensamiento que ha podido ser puesto en palabras y al entendimiento como el producto de esta secuencia de imágenes.

El “entendimiento” según Thomas Hobbes no sería sino el nombre que ponemos al “producto” (matemático), resultado de la suma de imágenes. Este entendimiento, no sólo es guiado por la voluntad, que en Thomas Hobbes es sólo el deseo más fuerte, sino que está determinado, a su vez, por el lenguaje. Por eso afirma que el entendimiento (que es peculiar al ser humano) no es sólo guiado por la voluntad, sino que sus concepciones y pensamientos lo son por “la secuencia y contextura de los nombres de las cosas en afirmaciones, negaciones, y otras formas de discurso”. Entonces, el discurso verbal es el que articula y ordena el pensamiento y así, eventualmente, “ratio est oratio”, es transferir el discurso mental al verbal. Para Thomas Hobbes, todo pensamiento correcto no es sino un lenguaje bien hecho. El lenguaje permite fijar las sucesiones de imágenes pero, también, advertir las relaciones entre ellas, de forma tal que permite pasar de un discurso preverbal a uno verbal que articula, ordena la realidad. El lenguaje, entonces, produce conocimiento en la medida que el entendimiento es una concepción causada por el lenguaje.

Parece que el conocer es similar al asistir cada uno a una representación cinematográfica de su propia vida y mirar y ser conmovido por las imágenes que pasan ante sus ojos. Llega un momento en que la experiencia debe tornarse ciencia (ciencia del por qué ciertas secuencias de eventos están conectadas). Entramos, aquí, de lleno al tema de la causalidad. Thomas Hobbes prepara el terreno para el filósofo, economista e historiador inglés David Hume (1711- 1776) al determinar las causas como secuencias de imágenes, vale decir, de hechos psicológicos, pero hechos de todas maneras. Claro está que Thomas Hobbes no afirma que la causalidad sea una ilusión creada por hábitos mentales como sostiene David Hume. Thomas Hobbes es un filósofo con fe en la razón como el instrumento para comprender cómo suceden las cosas. No obstante, introduce una distinción interesante en el tema al sostener que la secuencia de pensamientos regulados es de 2 clases, cuando de un efecto imaginado buscamos las causas, o medios que lo produjeron; y esto es común al ser humano y a las bestias. La otra es, cuando imaginamos cualquier cosa que sea, y buscamos todos los posibles efectos, que pueden por él ser producidos; esto es, imaginamos qué podemos hacer con ello cuando lo tengamos.

Este tipo de entendimiento que podría ser llamado “prospectivo” (sostiene Thomas Hobbes) sólo se halla en el ser humano y es lo que lo distingue ya que el discurso de la mente, cuando es gobernado por un diseño, no es nada más que una búsqueda o la facultad de la invención que los latinos llaman “sagarcitas” y “solertia”, una cacería de las causas de algún efecto presente o pasado o, a partir de causas presentes o pasadas, la búsqueda de (sus) efectos. De esta forma, Thomas Hobbes diluye la distinción entre la “vida contemplativa” y la “vida activa”, ya que los deseos ponen en acción el pensamiento y éste se pone a su servicio y se ordena, incluso, metodológicamente para conseguir lo que se desea. Más aún, la realidad se hace inteligible justamente a la medida de los deseos humanos.

Thomas Hobbes establece que cuando en la mente del ser humano surgen alternativamente los apetitos y temores que conciernen a una y la misma cosa y diversas consecuencias buenas y malas de nuestros actos u omisiones respecto de las cosas propuestas acuden sucesivamente a nuestra mente, de tal modo que a veces sentimos un apetito hacia ellas, otras una aversión, en ocasiones una esperanza de realizarla, otras veces una desesperación o temor de no alcanzar el fin propuesto, “la suma entera de nuestros deseos, aversiones, esperanzas y temores, que continúan hasta que la cosa se hace o se considera imposible, eso es lo que llamamos deliberación”. La deliberación no es otra cosa, entonces, sino la suma de nuestras pasiones, más bien, el “producto” (en términos matemáticos) de nuestra suma (o resta) de pasiones. En consecuencia, no tenemos un control sobre ellas. Somos nuestras pasiones podríamos decir con Thomas Hobbes y, justamente, “pasión” viene del latín “passio”, “lo que nos pasa”. La voluntad no puede imponerse sobre las pasiones y darles un orden, ya que no se puede ejercer, no es una facultad de la que podamos hacer uso. La voluntad, no es una “facultad” sino un “acto”. Ni siquiera un “acto que hacemos” sino que “nos pasa”, ya que es una “pasión que se nos impone por su ímpetu”, es nuestro “último deseo” (last will).

Entonces, “¿Cuál es la relación entre el pensamiento y los deseos?”, “¿Hay algún principio que pueda poner orden a las pasiones?”. Thomas Hobbes parece encontrarlo en el poder. El “poder” sería el que unifica y dirige nuestras pasiones y el “poder no es nada más que un deseo fuerte de dominar”, (una “cupiditas dominandi”) presente en algún grado en todos los seres humanos, de forma tal que estos parecen dividirse entre los que tienen un gran deseo de poder (los ambiciosos) y los que no tienen ningún deseo de poder que prefieren vivir una vida tranquila y dejarse gobernar por otros. Pero Thomas Hobbes no se decide a constituir una antropología ni sobre la base de este deseo fuerte de dominar ni sobre la base del miedo a la libertad de los débiles o pusilánimes. Siendo las pasiones el principio de los movimientos interiores del ser humano (de su vitalidad), ¿Cuál será, entonces, la relación entre los pensamientos y los deseos? ¿Pensar acerca de ellos, reflexionar sobre su conveniencia o no conveniencia? En ningún caso “Los pensamientos (según Thomas Hobbes) son, con respecto a los deseos, como exploradores (scouts) que es preciso situar para que se adelanten y nos adviertan sobre los mejores caminos para alcanzar las cosas deseadas”. De esta forma, podemos advertir que los pensamientos están al servicio de los deseos y que estos deseos mueven al pensamiento.

Thomas Hobbes parece no poder decidirse entre una concepción del ser humano como un ser pasional que se mueve por impulsos, y la de un ser racional que delibera sobre los pros y los contras de sus posibles acciones, pudiendo haber intentado construir una “lógica pasional-racional” a partir de su intuición de que los pensamientos se adelantan a nuestros deseos en búsqueda de las cosas que deseamos tener. El problema pasa al parecer, finalmente, por la incapacidad de Thomas Hobbes de establecer una conexión entre pasión y razón, de forma tal que podamos entender el hombre puede llegar desde ciertas pasiones a la claridad racional necesaria para establecer normas objetivas y obligarse a cumplirlas. La razón dicta normas, las leyes de la naturaleza, como resultado de una “inferencia basada en las pasiones” (sostiene Thomas Hobbes), pero si la deliberación no es otra cosa sino una pugna pasional en que la pasión más fuerte es nuestra última voluntad, se entiende que la solución al conflicto natural no pueda ser otro que el establecimiento de un poder absoluto.

El Universo es concebido por Thomas Hobbes como una gran “máquina corpórea”, donde todo sigue las estrictas leyes del “Mecanicismo”, según las cuales, cualquier fenómeno ha de explicarse a partir de elementos meramente cuantitativos: “La materia (extensión), el movimiento y los choques de materia en el espacio”. El determinismo de Thomas Hobbes se fundamenta en un “método racionalista de carácter matemático y geométrico” (el método del filósofo, matemático y físico francés René Descartes), que parte de la hipótesis de que las partes de un todo (materiales, engendradas y entendidas como causas) han de descomponerse y explicar el conjunto o las partes en su totalidad. La Teología queda excluida del ámbito de la Filosofía (por no estar compuestas sus partes de elementos corpóreos engendrados), abarcando exclusivamente la “geometría”, una “filosofía de la sociedad” y la “física”, aunque esta última únicamente pueda proporcionar conocimientos basados en la mera probabilidad, no necesarios, como posteriormente defenderá el más consecuente y radical de los empiristas ingleses: “David Hume”.

En estos 2 conceptos su pensamiento es parecido al del filósofo, teólogo y escritor holandés Baruch Spinoza (1632-1677), sin embargo se diferencia en gran medida de Baruch Spinoza al afirmar que el ser humano es como una máquina, ya que según Thomas Hobbes, el ser humano se mueve continuamente para alcanzar sus deseos; este movimiento se clasifica en 2 tipos: “De acercamiento, el ser humano siempre se acerca a las cosas que desea y de alejamiento, el hombre se aleja de las cosas que ponen en peligro su vida. Así dice que la sociedad está siempre en movimiento”.

Escribió “Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil”, un manual sobre la naturaleza o condición humana y como se organiza la sociedad. Partiendo de la definición del ser humano y de sus características explica la aparición del Derecho y de los distintos tipos de gobierno que son necesarios para la convivencia en la sociedad. Thomas Hobbes concibe al ser humano como un ser fundamentalmente antisocial y egoísta. Esto sucede porque, según Thomas Hobbes, todos los seres humanos tienen las mismas capacidades y las mismas esperanzas de conseguir los fines que le apetecen. Como no todos pueden gozar de las mismas cosas, se convierten en enemigos naturales. Hay 3 principales causas:
1) Desconfianza.
2) Competencia.
3) Deseo de Fama y Gloria.

La competencia hace que quieran ganancia. La desconfianza hace que quieran seguridad. El deseo de fama y gloria hace que quieran reputación.

La visión de Thomas Hobbes del “estado de naturaleza” anterior a la organización social es la “guerra de todos contra todos” (bellum erga omnes), en donde “el hombre es un lobo del hombre” (homo homini lupus). La guerra de todos contra todos no es sólo por la propiedad de ciertos bienes sino, también, por sobre quién tiene la razón respecto del bien y del mal, de lo justo o injusto; es decir, sobre quién decide en materia de juicios morales. La vida del ser humano en el estado de naturaleza es solitaria, pobre, brutal, sucia y breve.

El origen del Estado y de la sociedad civil es el “pacto que realizan todos los seres humanos entre sí”, subordinándose desde ese momento a un poder absoluto, el cual procura por el bien de todos los súbditos y de él mismo. De esa forma se conforma la organización social.

Thomas Hobbes habla del “derecho de naturaleza”, como la “libertad de utilizar el poder que cada uno tiene para garantizar la auto-conservación”. Cuando el ser humano se da cuenta de que no puede seguir viviendo en un “estado de guerra civil continua”, surge la ley de naturaleza, que limita al ser humano a no realizar ningún acto que atente contra su vida o la de los otros. De esto se deriva la segunda ley de naturaleza, en la cual cada ser humano renuncie y transfiere sus derechos propios a un poder absoluto (el Gobernante, Soberano o Monarca) para que sea el “juez supremo” en cuestiones ético-morales y poner fin de esta manera a los conflictos morales y políticos entre los seres humanos y le garantice el estado de paz. El Gobernante, Soberano o Monarca no lo es por haberle sido otorgado una gracia divina. Tampoco lo es por la pura y simple fuerza (arbitrariedad). El Gobernante, Soberano o Monarca es la personificación no simbólica sino ejecutiva, del Derecho Natural de los seres humanos a la “autopreservación”. Así surge el “Contrato Social” en Thomas Hobbes.

La moral es, entonces, una cuestión de conveniencia, que se torna convencional con el tiempo. Y esto es así porque no hay nada en las cosas que permita establecer una regla absoluta. En su estado de naturaleza el individuo es la medida de todas las cosas. No obstante, es curioso cómo este fundador del Derecho Natural Moderno afirme que no hay nada en las cosas que permita establecer una norma absoluta y que todo en el fondo depende del individuo y, más aún, de sus odios, deseos o aversiones (de sus pasiones). Un ser humano movido por sus pasiones (y cuyos pensamientos están al servicio de sus deseos) sólo puede ser feliz en la medida que alcance las cosas deseadas. La felicidad no consiste, entonces, ni en la vida contemplativa de los antiguos ni en la beatitud del Judeocristianismo, sino que en el éxito continuo en obtener lo que se desea en esta vida.

El “poder” es un tema central, para el reconocido fundador del pensamiento político moderno. Sin embargo, en Thomas Hobbes “el poder no es sólo un tema político, sino un tema humano y social”. Si el poder consiste en tener, o aparentar tener, ciertos atributos o talentos que permiten obtener más poder y, en consecuencia, más medios para alcanzar lo que se desea, el poder ayuda a la felicidad (ya que ésta no es otra cosa que obtener lo que se desea), “¿No es esto algo más pasional que racional?”, “¿Hay alguna forma de establecer una conexión entre las pasiones y la razón?”.

Thomas Hobbes define la razón como un “cómputo”, vale decir, como una suma o resta de nombres o afirmaciones (o, más bien, de las consecuencias de esas afirmaciones). Se suman o se restan palabras o proposiciones en el plano lógico. Se suman o se restan pactos en el plano político; pero no hay algo así como suma o resta de pasiones en su nueva lógica. En el “De Corpore” o el “De Cive” donde se puede decir que Thomas Hobbes piensa sumando y restando, Thomas Hobbes no parece plantearse una nueva lógica pasional. Es más, Thomas Hobbes parte de una concepción de la lógica que aparece como nueva, ya que tradicionalmente ha sido entendida como el estudio del pensamiento correcto pero éste hace depender la lógica más bien del lenguaje correcto.

La lógica de Thomas Hobbes no es la lógica clásica con sus leyes del pensamiento correcto, sino que es una nueva lógica, la del “cálculo”: “Cálculo de las posibilidades de éxito o fracaso en la obtención de lo que se desea. En el caso de las obligaciones políticas, el individuo se está preguntando constantemente si le conviene obedecer la ley o si le es más conveniente no hacerlo”. A esta lógica se la ha llamado en política, la “lógica del self-interest” (lógica o razón instrumental), también se la ha calificado de “egoísta” o “individualista” porque el pensamiento está al servicio de los deseos de cada persona.
Junto con los “Dos Tratados sobre el Gobierno Civil” del filósofo, teólogo, economista y médico inglés Jhon Locke (1632-1704) y “El Contrato Social” del filósofo, escrito y pedagogo francés Jean Jacques Rousseau (1712-1778), el “Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil” es una de las primeras obras de entidad que abordan el origen de la sociedad.

Obras: “El Leviatán”; “De Cive”; “De Homine”; “De Corpore”; “Objeciones a las Meditaciones Cartesianas”; “Elementos del Derecho Natural y Político”; “De la Libertad y la Necesidad”, “Behemoth: Historia de las Causas de la Guerra Civil en Inglaterra; “Diálogos entre un filósofo y un estudiante de Derecho consuetudinario inglés”; “Historia Eclesiástica”; “Tratado Óptico”

ESTATUA DE ALEJANDRO MAGNO


Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno Pella, (20 ó 21 de julio de 356 a.n.e. – Babilonia, 10 ó 13 de junio, de 323 a.n.e.). Político y geoestratega griego, Rey de Macedonia desde 336 a.n.e. hasta su muerte. Hijo y sucesor de Filipo II de Macedonia. Filipo le había preparado para reinar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando a Aristóteles su formación intelectual. Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse. Y enseguida (en el 334 a.n.e.) lanzó a su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa, continuando así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los griegos (bajo el liderazgo de Macedonia) contra los persas.

En su reinado de 13 años, cambió por completo la estructura política y cultural de la zona al conquistar el Imperio Aqueménida y dar inicio a una época de extraordinario progreso e intercambio cultural, en la que lo griego se expandió por los ámbitos mediterráneo y próximoriental. Es el llamado Período Helenístico (323–30 a.n.e.) Tanto es así, que sus hazañas le han convertido en un mito y, en algunos momentos, en casi una figura divina, posiblemente por la profunda religiosidad que manifestó a lo largo de su vida.

Tras consolidar la frontera de los Balcanes y la hegemonía macedonia sobre las ciudades-estado de la antigua Grecia, poniendo fin a la rebelión que se produjo tras la muerte de su padre, Alejandro cruzó el Helesponto hacia Asia Menor (334 a.n.e.) y comenzó la conquista del Imperio Persa, regido por Darío III. Victorioso en las batallas de Gránico (334 a.n.e.), Issos (333 an.e.), Gaugamela (331 a.n.e.) y de la Puerta Persa (330 a.n.e.), se hizo con un dominio que se extendía por la Hélade, Egipto, Anatolia, Oriente Próximo y Asia Central hasta los ríos Indo y Oxus. Habiendo avanzado hasta India, donde derrotó al rey Poro en la batalla del Hidaspes (326 a.n.e.), la negativa de sus tropas a continuar hacia Oriente le obligó a retornar a Babilonia, donde falleció sin completar sus planes de conquista de la Península Arábiga. Con la llamada "política de fusión", Alejandro promovió la integración de los pueblos sometidos a la dominación macedonia promoviendo su incorporación al ejército y favoreciendo los matrimonios mixtos. Él mismo se casó con 2 mujeres persas de noble cuna.

El conquistador macedonio falleció en circunstancias oscuras, dejando un imperio sin consolidar. El control sobre diversas regiones era débil en el mejor de los casos, y había partes del Norte de Asia Menor que jamás se hallaron bajo dominio macedonio. Al morir sin nombrar claramente un heredero, le sucedió su medio hermano Filipo III Arrideo (323–17), que era deficiente, y su hijo póstumo Alejandro IV (323–9). Meros figurones, el verdadero poder estuvo en manos de sus generales, los llamados diádocos (sucesores), que iniciaron una lucha despiadada por la supremacía que conduciría al reparto del imperio de Alejandro y su fraccionamiento en una serie de reinos, entre los cuales acabarían imponiéndose el Egipto Ptolemaico, el Imperio Seléucida y la Macedonia Antigónida.

Alejandro Magno es el mayor de los iconos culturales de la Antigüedad, ensalzado como el más heroico de los grandes conquistadores, un segundo Aquiles, o vilipendiado como un tirano megalómano que destruyó la estabilidad creada por los persas. Su figura y legado ha estado presente en la historia y la cultura tanto de Occidente como de Oriente a lo largo de más de 2 milenios, y ha inspirado a los grandes conquistadores de todos los tiempos, desde Julio César hasta Napoleón Bonaparte.

CUADRO SOVIÉTICO DE VLADIMIR LENIN



"Dios es, histórica y cotidianamente, sobre todo, un complejo de ideas engendradas por la bestialización del hombre y por la naturaleza que lo rodea, así como el yugo de clase; ideas que sirven para afianzar la opresión y adormecer la lucha de clases. La impotencia de las clases explotadas en su lucha contra los explotadores, engendra la fe en una vida mejor más allá de la muerte, tan inevitable como la impotencia del salvaje en su lucha con la naturaleza engendra la fe en los Dioses, los demonios, los milagros, etc. A aquel que trabaja y padece miseria toda su vida, la religión le enseña a ser humilde y resignado en la vida terrenal y a reconfortarse en la esperanza del premio celestial". (Vladímir Ilich Uliánov Lenin 1870-1924. político y filósofo materialista, marxista y ateo ruso).

"La religión es una de las variedades de la opresión espiritual que pesa siempre y en todas partes sobre las masas populares, abrumadas por un permanente trabajo para otros, por la miseria y por su estado de aislamiento". (Vladímir Ilich Uliánov Lenin 1870-1924. político y filósofo materialista, marxista y ateo ruso).

Vladímir Ilich Uliánov Lenin (1870-1924). Político y filósofo materialista, marxista y ateo ruso. Principal dirigente de la Revolución Rusa o Revolución de Octubre (1917) y fundador de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) en (1922).

Nacido en Simbirsk, Rusia, hijo de Iliá Nikoláyevich Uliánov (1831-1886), un funcionario civil ruso, director de escuelas, y más tarde Consejero de Estado del Zar Nicolás II, puesto en el que trabajó para incrementar la democracia y extender la educación gratuita en Rusia. Con numerosos hermanos, entre ellos Aleksandr (de tendencia anarquista), quien fue ejecutado en (1887) por atentar contra el Zar Alejandro III.

Como muchos rusos, fue una mezcla entre la etnia y las tradiciones religiosas. Tenía ascendencia calmuca por parte de su padre, de alemanes del Volga por parte de su abuela materna, que eran luteranos, y ascendencia judía por su abuelo materno (convertido al cristianismo). El mismo Vladímir Iliich Uliánov fue bautizado por el rito de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

De pequeño se le llamaba Volodia (diminutivo de Vladímir) y mostró don de pensamiento elaborado y profundo, asertivo, poco afectivo y sarcástico. De mente muy lógica, se mostró excelente estudiante desde su más tierna infancia.

Vladímir Ilich Uliánov Lenin se distinguió en el estudio del latín y el griego. Pasó por dos tragedias en su juventud: "En (1886) su padre murió de una hemorragia cerebral". Al año siguiente, en mayo de (1887), su hermano mayor, Aleksandr Uliánov, fue detenido y fusilado. Aleksandr Kérenski escribió que "la ejecución de un hermano como Aleksandr Uliánov hubiera tenido necesariamente un efecto demoledor y destructivo sobre cualquier mente normal". Sin embargo, según el historiador Robert K. Massie, el efecto que tuvo la muerte de su hermano es un tema discutible.

El mismo año de la ejecución de su hermano Aleksandro, Vladímir Ilich Uliánov Lenin termina sus estudios en el liceo de Simbirsk (con medalla de oro). En junio, ingresa en la Facultad de Derecho de la Universidad de Kazán, donde se traslada con toda su familia. En Kazán, Vladímir Ilich Uliánov Lenin entra en contacto con círculos revolucionarios y es detenido en diciembre del mismo año.

El (7 de diciembre de 1887), Vladímir Ilich Uliánov Lenin es deportado a Kokúshkino, una aldea en la Provincia de Kazán, y puesto bajo vigilancia policial. Rechazadas por las autoridades sus peticiones de readmisión en la Universidad de Kazán, así como de cursar estudios en el extranjero, al final obtiene el permiso para regresar a Kazán en octubre. De nuevo en Kazán, Vladímir Ilich Uliánov Lenin se ocupa en el estudio de "El Capital" de Karl Heinrich Marx, e ingresa en un círculo marxista organizado por N. E. Fedoséyev. El año siguiente, instalado en Samara, es detenido en relación con su pertenencia a este círculo.

En junio de (1890), y tras varias solicitudes rechazadas, se le autoriza a examinarse como externo en las asignaturas de Derecho por la Universidad de San Petersburgo. En enero de (1892) consigue su diploma universitario, y ejerce como pasante de abogado en Samara. Durante este tiempo actuará como defensor en diversas causas. En julio de este año, y tras repetidas solicitudes al Tribunal Comarcal de Samara y al Departamento de Policía, obtiene la certificación que le da derecho a ejercer la abogacía lo que resta del año, siéndole renovada el año siguiente. Durante este tiempo escribirá algunos textos contra los populistas (naródniki) que leerá en los círculos marxistas.

En (1893) se traslada a San Petersburgo, deteniéndose en el camino en Nizhni Nóvgorod y en Moscú, donde se pone en contacto con diversos grupos marxistas. En San Petersburgo ejerce como pasante. Ese año escribe Acerca de la llamada cuestión de los mercados, que lee en los círculos marxistas.

En (1894) se traslada a Moscú, donde continuará su relación con los círculos marxistas y obreros, y seguirá trabajando en el plano teórico en contra de las ideas de los populistas. Contra ellos escribe sus obras "Quiénes son los "amigos del pueblo" y cómo luchan contra los socialdemócratas" (1894) y "El contenido económico del populismo y su crítica en el libro del señor Struve" (1894-1895). Por esta época comienzan sus primeros viajes por Europa, analizando los procesos revolucionarios del Viejo Continente. En (1896), sus actividades revolucionarias le ocasionarán el encarcelamiento y su destierro a Siberia (en 1897), donde pasará tres años de su vida. En Siberia, en (1898), contraerá matrimonio con Nadezhda Krúpskaya. También dedicará este tiempo a redactar su voluminoso trabajo El desarrollo del capitalismo en Rusia.

En (1903), presentará sus tesis en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, que servirán para establecer un primer distanciamiento entre la fracción bolchevique y la menchevique. Posteriormente, durante la revolución de (1905), viajará desde Suiza en un tren oculto, para intentar extender el fuego revolucionario y, al no conseguirlo, optará por exiliarse en Finlandia, para pasar después una vez más a Suiza.

En el clima de reacción de los años posteriores a la revolución fallida de (1905), empezó a ejercer influencia entre los círculos socialistas rusos y alemanes una nueva filosofía, el Empiriocriticismo. Sus principales representantes fueron Ernst Mach y Richard Heinrich Ludwig Avenarius. Se trataba de una filosofía pretendidamente marxista, que buscaba abandonar el Materialismo inspirándose en la reciente crisis de la física y en filosofías basadas en el método científico, como el Positivismo. El enfrentamiento de Lenin a esta filosofía, que calificaba de idealista y de sucesora del berkeleísmo, se concretó en una de sus más importantes obras filosóficas: "Materialismo y Empiriocriticismo" (1908).

Con el inicio de la Primera Guerra Mundial su figura política se expande, al propugnar la oposición de la socialdemocracia alemana a la misma, y le convierte en una figura clave en Rusia, cuando la evolución de la contienda se muestra abiertamente desfavorable para su país. Tras la inesperada revolución de febrero, que culmina en la abdicación del Zar, comienza a fraguarse un proceso revolucionario que se resolvería en el mes de noviembre (octubre por el viejo calendario).

La revolución de febrero sorprende a Vladímir Ilich Uliánov Lenin exiliado en Suiza. Con la escasa fuente de información de que disponen los emigrados rusos (fundamentalmente, la prensa legal), Vladímir Ilich Uliánov Lenin se lanza a aventurar una explicación de sus fundamentos y causas.

En el primer acto de la revolución han confluido 3 fuerzas:
1). La monarquía zarista, tradicionalista, cabeza de los terratenientes feudales, cabeza de la vieja burocracia y del generalato.
2). La burguesía, que detenta el verdadero poder económico, y que se ha organizado con rapidez desde (1905).
3). El Soviét.

En marzo, bajo presiones de los generales y oficiales del ejército, Nicolás II abdicó y se formó un gobierno provisional de tipo burgués. Ambos acontecimientos fueron forzados por la necesidad de que un gobierno moderado aplacase los vientos de subversión y otorgase algunas concesiones, a cambio de seguir sosteniendo la guerra con los alemanes. Pero, como apunta Vladímir Ilich Uliánov Lenin, la abdicación del Zar no suponía de hecho una contradicción en el régimen (en todo caso, se trataba de un desencuentro meramente transitorio), sino más bien un cierre de filas entre la burguesía que reclamaba su hora, y las fuerzas representadas por la monarquía. En la práctica, pese a su discurso republicano, la burguesía necesitaba mantener el trato con la monarquía. Por eso, la restauración aún amenazaba en el horizonte.

Frente a las fuerzas del gobierno y de la monarquía, Vladímir Ilich Uliánov Lenin apuesta aquí por el Soviet. El gobierno provisional es incapaz de ignorar los intereses tanto de la burguesía rusa como del capital extranjero representado por los gobiernos de la Entente. Por tanto, es incapaz de firmar una paz con Alemania. El gobierno provisional tampoco puede enfrentarse a los terratenientes y entregar la tierra a los campesinos y a los obreros del campo. Siendo así, la única salida posible para esta situación pasa por el Soviet, el único garante por entonces (y mientras durase la dualidad de poderes) de la libertad popular, y que mantiene al gobierno a la defensiva ofreciendo concesiones que intenten paliar el descontento y la miseria que la guerra mundial aún provoca.

En definitiva, en esta época Vladímir Ilich Uliánov Lenin piensa en los siguientes términos:

a). Expulsados los Románov, tenemos un Estado de corte burgués similar a los de la Europa occidental (e igualmente militarista).
b). Este Estado burgués, sin embargo, se encuentra con las manos atadas porque existe una institución popular, el Soviet, que en Petrogrado ejerce el verdadero poder y contra el que el Estado es incapaz de imponerse mediante la represión.
c). Este poder, sin embargo, ha cedido voluntariamente hasta ahora el poder del Estado a la burguesía.

En estas condiciones, la minoría bolchevique debe abogar porque el Soviet avance definitivamente hacia la apropiación del poder del Estado.

Vladímir Ilich Uliánov Lenin llega a Petrogrado la noche del (3 de abril de 1917): El día siguiente presenta, sin apenas conocimiento de la situación concreta en el territorio ruso y por su cuenta y riesgo, sus célebres "Tesis de Abril". En estas tesis, Vladímir Ilich Uliánov Lenin aborda las siguientes cuestiones:

1). Rechazo de la guerra imperialista, sometida a los intereses del capital. Estos mismos intereses hacen imposible una paz que sea realmente democrática, no impuesta por la fuerza, y sin anexiones.
2). En Rusia se ha pasado de la primera etapa de la revolución (que da el poder a la burguesía) a la segunda, que debe poner ese poder en manos del proletariado y de los campesinos pobres.
3). Desenmascarar el Gobierno Provisional como gobierno de capitalistas, y negarles todo apoyo.
4). Reconocimiento de que el Partido se encuentra en minoría en los Soviets. Necesidad por tanto de explicar y difundir sus posturas, desde una minoría crítica.
5). Reivindicación no de una República Parlamentaria, sino de una República de los Soviets. Dentro de la cual se supriman policía, ejército y burocracia, sin que la remuneración de todos los funcionarios exceda nunca el sueldo de un obrero cualificado.
6). Reforma agraria. Confiscación de las tierras de los terratenientes. Nacionalización de todas las tierras que se pondrán a disposición de los Soviets locales.
7). Fusión de los bancos en un banco único bajo el control de los Soviets.
8). Prioridad del control democrático de la producción y distribución por parte de los Soviets, antes que "implantación" inmediata del socialismo.
9). Como tareas del Partido: (a) Celebración de un nuevo Congreso. (b) Modificación del programa en relación con la posición ante el imperialismo y ante el Estado, y reforma del programa mínimo. (c) Cambio de denominación del Partido, que ha de pasar de "Socialdemócrata" a la de Comunista.

En este momento, fue cuando Vladímir Ilich Uliánov Lenin se encontró completamente solo. El ala derecha de su partido lo acusa de anarquismo, de aventurerismo y de apelar a una guerra civil. El ala izquierda se apropia de las "Tesis de Abril" para convertirlas en un programa inmediato para derrocar al gobierno provisional. En realidad, por las circunstancias en que se pronunciaron y por la actitud posterior del propio Vladímir Ilich Uliánov Lenin (que se alió con esa ala derecha y en contra de los izquierdistas durante la conferencia de abril del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia), parece más sensato inclinarse por una interpretación menos tajante. Las "Tesis de Abril" pretenden ir poniendo sobre la mesa un programa de medio-largo plazo, una trayectoria política que se debe ir siguiendo durante los meses posteriores.

Tras un alzamiento fallido en julio, se desatan las persecuciones y el propio Vladímir Ilich Uliánov Lenin tiene que huir a Finlandia, donde se encontrará hasta su regreso en octubre. Aprovechará estos meses para redactar su importante obra "El Estado y la Revolución", que había de sentar las bases teóricas respecto de la toma del poder del Estado, la transformación del Estado burgués en un Estado socialista (compuesto esencialmente por los órganos de masas: Soviets de obreros, soldados, etc.), y la extinción de éste como paso progresivo hacia el comunismo.
A su vuelta se inicia el proceso que culminará el 7 de noviembre (según el Calendario Gregoriano) con la toma del palacio de Invierno. Y el 8 de noviembre Vladímir Ilich Uliánov Lenin fue elegido Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo por el Congreso de los Soviets de Rusia.

Una vez elegido Premier y ante el peligro de una invasión alemana, Vladímir Ilich Uliánov Lenin argumentó que Rusia debía firmar de forma inmediata un tratado de paz. Otros líderes bolcheviques como Bujarin abogaban por la continuación de la guerra como forma de fomentar la revolución en Alemania. León Trotski, quien lideraba las negociaciones, optaba por una postura intermedia, postulando un tratado de paz que no implicara ganancias territoriales para ninguna de las partes. Cuando las negociaciones se colapsaron, Alemania lanzó una invasión que resultó en la pérdida de muchos territorios del oeste de Rusia. Como resultado de este giro de los acontecimientos, las posiciones de Vladímir Ilich Uliánov Lenin obtuvieron el apoyo de la mayoría de los líderes bolcheviques, y Rusia firmó el Tratado de Brest-Litovsk en términos desventajosos (marzo de 1918). El Partido Bolchevique fue renombrado como Partido Comunista de Rusia (Bolchevique), que posteriormente se convirtió en el Partido Comunista de la Unión Soviética.

Aceptando que los soviets eran la única forma de un gobierno obrero legítimo, Vladímir Ilich Uliánov Lenin abolió la Asamblea Constituyente Rusa. Los bolcheviques perdieron la votación entonces, ganando las elecciones el Partido Socialista Revolucionario, aunque dividido en facciones pro y anti soviets. Los bolcheviques, aliados con los socialrevolucionarios de izquierda, tenían el apoyo mayoritario en el Congreso de los Soviets, y formaron coalición de gobierno con el ala izquierda del Partido Socialista Revolucionario. Sin embargo, la coalición se hundió tras la oposición de los Social Revolucionarios al Tratado de Brest-Litovsk, que se unieron a otros partidos buscando derrocar al Gobierno Soviético. La situación degeneró con todos los partidos no bolcheviques (incluyendo los grupos socialistas) buscando de forma activa el derrocamiento del poder de los Soviets.

El (30 de agosto de 1918), Fanni Kaplán, miembro del Partido Socialista Revolucionario, se aproximó a Lenin después de que éste hubiera hablado en un mitin y mientras se dirigía a su coche. Le llamó la atención y cuando Vladímir Ilich Uliánov Lenin se volvió a responder, le disparó 3 tiros, 2 de los cuales impactaron en un hombro y en un pulmón. Lenin fue transportado a sus apartamentos privados en el Kremlin y rehusó ser ingresado en un hospital, creyendo que otros asesinos podrían esperarlo allí. Se llamó a varios doctores, pero éstos decidieron que era demasiado peligroso extraer las balas. Vladímir Ilich Uliánov Lenin se recuperó, pero su salud se resintió a partir de este suceso y se cree que este incidente contribuyó a sus últimos infartos.

En marzo de (1919), Vladímir Ilich Uliánov Lenin y otros líderes bolcheviques junto a varios marxistas revolucionarios de todo el mundo crearon la Tercera Internacional, también conocida como Internacional Comunista, o Komintern, cuyos miembros, incluyendo a Vladímir Ilich Uliánov Lenin y a los mismos bolcheviques, se escindían del más amplio movimiento socialista identificado con la Segunda Internacional. A partir de este momento serían conocidos como comunistas.

Mientras tanto, una guerra civil asolaba Rusia. Una amplia variedad de movimientos políticos y sus seguidores tomaron las armas para apoyar o derrocar al gobierno soviético. A pesar de que había muchas facciones diferentes involucradas en la guerra civil, las 2 fuerzas principales fueron el Ejército Rojo formado y dirigido por León Trotski (Comunista) y el Ejército Blanco, formado por una relativa minoría adepta o partidaria al antiguo régimen zarista (o en algunos casos contraria al recién constituido) impulsado por poderosos líderes militares como Kolchak, Denikin y Yudénich, pero que recibiría el apoyo abrumador y decisivo de potencias extranjeras como Francia, Gran Bretaña, Canadá, EUA y Japón, además de otros 16 países, que intervendrían también en esta guerra (en apoyo del Ejército Blanco). El Ejército Rojo ganó la guerra, derrotando a las fuerzas de la Rusia Blanca y sus aliados en (1920) (a pesar de esto, algunos islotes de pequeñas tropas continuarían la lucha durante muchos años más).

En los últimos meses de (1919), los éxitos contra las fuerzas del Ejército Blanco convencieron a Vladímir Ilich Uliánov Lenin de que era el momento de extender la revolución hacia el Oeste, por la fuerza si fuera necesario. Cuando la recién independizada Segunda República de Polonia comenzó a asegurar sus territorios orientales, anexionados por Rusia en las particiones de Polonia a finales del s. XVIII, se enfrentó a las fuerzas bolcheviques por la dominación de estas áreas, lo que contribuyó al estallido de la Guerra Polaco-Soviética de (1919). Con la revolución alemana y la Liga Espartaquista en pleno auge, Vladímir Ilich Uliánov Lenin vio esto como la oportunidad perfecta para penetrar en Europa con las bayonetas del Ejército Rojo. Vladímir Ilich Uliánov Lenin veía a Polonia como el puente que el Ejército Rojo debía cruzar para unir la Revolución rusa con los seguidores comunistas de la Revolución Alemana, y para ayudar a otros gobiernos comunistas en Europa Occidental. La derrota de la Rusia Soviética en la guerra polaco-soviética, sin embargo, invalidó estos planes.

A estas alturas ya había conducido a la muerte o al presidio, con la colaboración de León Trotski, a casi todos los anarquistas de Rusia, por promover, según los bolcheviques, revueltas contra el gobierno soviético, especialmente entre el campesinado, y la apropiación privada del excedente de grano por parte del kulak y determinadas fábricas de la industria por parte de grupos de trabajadores aislados, bajo la apariencia de cooperativas y comunas libertarias o sóviets libres, independientes de todo poder del Estado, al que consideraban un factor de opresión con independencia de su carácter de clase obrera. Buscaron así la forma de destruir, cuando no controlar, todas aquellas organizaciones anarquistas (consideradas por ellos de influencia pequeñoburguesa) que promovieron motines, la insubordinación o levantamientos contra la República de los Sóviets en los momentos de mayor dificultad de la Guerra Civil y post-guerra rusas, durante la política del comunismo de guerra. Dejaron existir tan sólo a algunas pequeñas agrupaciones, bajo control y vigilancia del Estado, siempre y cuando aceptaran y se sometieran a la autoridad del poder soviético, y, por supuesto, a todas aquellas corrientes, minoritarias, del Anarquismo y Anarco-Sindicalismo Ruso que terminaron por apoyar decididamente su bando. Durante la Revolución Rusa la literatura anarquista fue incinerada y locales de reunión de uniones libertarias fueron clausurados para, de ese modo, destruir todo atisbo de Socialismo catalogado contrarrevolucionario. La represión ideológica les llegaría a las agrupaciones políticas, como el Partido Socialista Revolucionario, a principios de la década de (1920), después de haber tomado parte en varios intentos organizados por derrocar al gobierno de los Sóviets, bajo la influencia de los bolcheviques, incluida el ala de los socialistas revolucionarios de izquierda después de la firma del tratado de Brest-Litovsk (por oponerse éstos a la firma de la paz por separado con los alemanes). El anarquista ruso Volin denunció estos hechos, directamente ordenados por Vladímir Ilich Uliánov Lenin y León Trotski, y que tuvo la oportunidad de presenciar, en su libro "La Revolución Desconocida".

Los largos años de guerra se cobraron su tributo en Rusia, dejando un país en gran parte devastado, y con una economía en ruinas. La clase obrera se encontraba a sí misma en un arrollador proceso de declive; en torno a (1921) se había visto reducida a cerca de un tercio del tamaño que hubiera tenido en (1917). Muchos trabajadores y militantes habían ido abandonando durante la guerra sus fábricas para unirse al Ejército Rojo; una importante cifra, que jamás regresaría. Otros, que se estaban enfrentando al desempleo y a la carestía, habían vuelto a sus familias, en sus hogares, en el campo, donde al menos les aguardaba un modesto trozo de tierra mediante el cual poder alimentarse. Los Soviets, en definitiva, se habían ido vaciando.

Los bolcheviques, por otra parte, no podían limitarse a abandonar el poder, lo cual habría dejado manos libres a la antigua clase dominante para desbaratar todo atisbo de organización que de la clase obrera había surgido. Con lo cual su alternativa no era otra que aferrarse aún al poder, y aguardar, ante un posible empuje revolucionario desde el oeste.

Ante este panorama, la economía, que poco a poco, se había ido viendo mermada, y relegada a la bancarrota, estaba agudizando la crisis, en buena parte desatada por la guerra. Esto hizo aumentar el cariz de los problemas, derivados de la misma hambruna, que llevaron a la muerte por inanición y enfermedades a miles de personas, que habían dejado de tomar parte en el poder organizado por los Soviets, generando una situación de malestar generalizado, cuyas respuestas no podían hacerse esperar. En marzo de (1921) se produjo la "Rebelión de los Marinos en la Base Naval de Kronstadt", en las afueras de Petrogrado, donde tomaron un papel fundamental militares de tendencia anarquista, algunos de los cuales hablaban de una "tercera revolución". No obstante, aunque considerada como contrarrevolucionaria, y finalmente reprimida, fue uno de los principales elementos que condujeron al instante, en el mismo mes, al reemplazo de la política económica, adoptada durante el desarrollo de la guerra civil, denominada comunismo de guerra, por la llamada Nueva Política Económica (abreviada como NEP), en un intento por reconstruir la industria y especialmente la agricultura, y con ello finalmente la maltrecha economía, mediante la sustitución de la requisa de grano, por parte del campesinado, por un impuesto que alentase al crecimiento, y producción del mismo. A su vez, una parte de la propiedad privada fue restablecida. Con ello, las nuevas posibilidades de comercio privado y manufactura a pequeña escala, permitían el surgimiento de una clase comerciante de hombres de negocios, que condujo a una recuperación de la economía.

Este viraje de la política económica, que rompía con el desastre, guardaba relación con el reflujo internacional de la revolución socialista, que no iba haciendo más que verse retrasada u obstaculizada, en Estados de un peso económico central, como Alemania, en el extranjero, y la necesidad de adaptarse a varios años de estabilidad capitalista cara al comercio exterior, medida esta, no obstante, planteada de un principio como de corto plazo o transitoria, y en ningún momento como una reconciliación con el Capitalismo.

Vladímir Ilich Uliánov Lenin seguía esperando que una revolución en algún otro país permitiese levantar el asedio al que Rusia se iba viendo relegada como Estado socialista, elemento que considera central, como queda reflejado en sus escritos, ya que, para él, el proceso puesto en marcha por la revolución no debía culminar una vez llevada a cabo ésta, sino continuar prosperando, a través de sucesivas fases o etapas, en las que poco a poco fuera viéndose superada la dependencia de las antiguas infraestructuras de poder y gestión heredadas del antiguo Estado Capitalista, lo que se vería enormemente obstaculizado, cuando no imposibilitado, en caso de verse relegado el Socialismo a un único país aislado (como cada vez estaba más próximo a serlo Rusia). Ello se vio reflejado en la Internacional Comunista, en cuyo tercer congreso, Vladímir Ilich Uliánov Lenin difundió sus tesis contra lo que llamó "La enfermedad infantil del izquierdismo en el Comunismo" y logró la aprobación de una política por la unidad del frente de los trabajadores. Otro punto de inflexión en la historia de la Revolución guiada por Vladímir Ilich Uliánov Lenin fue la rebelión anarquista de Néstor Majnó en Ucrania, que muchos autores han catalogado como "la revolución contra Lenin", y que la prensa y los historiadores bolcheviques catalogan de "rebelión abierta contra el Estado obrero y el poder de los sóviets", según ellos promovida por el kulak, apoyado por sectores del campesinado pobre y por bandas de pistoleros.

Cuando Vladímir Ilich Uliánov Lenin falleció, los cimientos de la participación, los Sóviets o Consejos Obreros, que habían convertido el centralismo económico, mediante la organización y participación directa, en un verdadero sistema democrático de control y ejercicio de la gestión y del poder, habían perdido su anterior influencia, dando paso a la burocratización de los mismos, y a la instauración, tras el surgimiento de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).

La salud de Vladímir Ilich Uliánov Lenin había sido severamente dañada por el intolerable estrés de la revolución y la guerra. El intento de asesinato se unió a sus problemas de salud. Aún llevaba la bala en el cuello, demasiado cerca de la espina dorsal para ser extraída por las técnicas quirúrgicas de aquella época. En mayo de (1922), Vladímir Ilich Uliánov Lenin tuvo un primer infarto. Su papel en el gobierno declinó, aunque volvió fugazmente en otoño de ese año. Tras su segundo infarto en diciembre del mismo año, se quedó parcialmente paralizado (en su lado derecho) y se retiró de la actividad política. En marzo de (1923), tras sufrir el tercer infarto quedó postrado en la cama sin posibilidad de hablar. El (15 de mayo de 1923), siguiendo el consejo de los médicos, se trasladó del Kremlin de Moscú a 10 km al Sur, al pueblo de Gorki. Después de su muerte el pueblo fue renombrado como Gorki Leninskiye.

Vladímir Ilich Uliánov Lenin murió el (21 de enero de 1924), a la edad de 53 años. Tras su muerte se originaron rumores de que sufría de sífilis. La causa oficial que se dio sobre la muerte de Vladímir Ilich Uliánov Lenin fue arterioesclerosis o infarto cerebral (el cuarto), pero de los 27 médicos que le trataron, sólo 8 firmaron las conclusiones de la autopsia. De esta forma se dio pie para que surgieran otras teorías sobre su muerte. Por ejemplo, un análisis postmortem hecho por dos psiquiatras y un neurólogo recientemente publicado en la Revista Europea de Neurología afirmaba demostrar que Vladímir Ilich Uliánov Lenin murió realmente de sífilis.

Documentos desclasificados tras la caída de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), junto con las memorias de los médicos de Vladímir Ilich Uliánov Lenin, sugieren que fue tratado de sífilis ya en( 1896). Estos documentos también sugieren que a Alekséi Ivánovich Abrikósov, el patólogo a cargo de la autopsia, se le ordenó probar que Vladímir Ilich Uliánov Lenin no murió de sífilis. Alekséi Ivánovich Abrikósov no mencionó la sífilis en la autopsia, sin embargo, el daño vascular, la parálisis y otras incapacitaciones que citó eran típicas de la sífilis. Tras una segunda publicación del informe de la autopsia, ninguno de los órganos, arterias principales o áreas del cerebro usualmente afectadas por la sífilis eran citadas.

En (1923), los doctores trataron a Vladímir Ilich Uliánov Lenin con arsénico, la única droga usada entonces de forma específica para tratar la sífilis, y con yoduro de potasio, que también era típico en el tratamiento de esta enfermedad.

Aunque probablemente tuvo la sífilis, también la tenía por entonces una considerable parte de la población rusa de la época. También es cierto que no tenía las lesiones visibles en su cuerpo que acompañan a las últimas fases de la enfermedad. La mayor parte de los historiadores aún están de acuerdo en que la causa más probable de su muerte fue un infarto producido por la bala alojada en el cuello desde su intento de asesinato.

León Trotski, por otra parte, en uno de sus libros plantea otra hipótesis sobre la muerte de Vladímir Ilich Uliánov Lenin, acusando a Iósiv Vissarionovich Dzugashivili Stalin de ser su gestor. En esta tesis, Iósiv Vissarionovich Dzugashivili Stalin habría envenenado a su viejo mentor por intermedio de Génrij Yagoda. Hasta la fecha no hay pruebas que respalden la sospecha de León Trotski.

La ciudad de Petrogrado fue renombrada Leningrado en su honor; nombre que la ciudad conservó hasta la caída de la Unión Soviética en (1991), cuando (votado en plebiscito) recobró el viejo nombre de la época imperial, San Petersburgo.

Tras su primer infarto, Vladímir Ilich Uliánov Lenin publicó una serie de papeles indicando las directrices futuras para el gobierno. El más famoso de ellos es el llamado "Testamento de Lenin", en el cual entre otras cosas critica a comunistas de alto rango como Iósiv Vissarionovich Dzugashivili Stalin. De Iósiv Vissarionovich Dzugashivili Stalin, que era Secretario General del Partido Comunista desde abril de (1922), Vladímir Ilich Uliánov Lenin decía que tenía la «autoridad ilimitada concentrada en sus manos, y no estoy seguro que siempre sepa utilizarlo con la suficiente prudencia.» y sugería a los camaradas sacar a Iósiv Vissarionovich Dzugashivili Stalin de este puesto. Sobre León Trotski dirá: "quizá sea el hombre más capaz del actual Comité Central, pero está demasiado ensoberbecido y demasiado atraído por el aspecto puramente administrativo de los asuntos". También advierte del peligro de que las disputas entre los dirigentes ya citados condujeran a una escisión. También pedía un mayor respeto hacia las naciones no rusas federadas en la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), afirmando que no hacer esto podría conducir a una actitud imperialista y, por tanto, incoherente.En contra de los deseos expresados por Vladímir Ilich Uliánov Lenin antes de su muerte de que no se construyeran memoriales en su nombre, varios políticos trataron de mejorar su propia posición asociando su imagen a la de Vladímir Ilich Uliánov Lenin tras su muerte. El personaje fue elevado a un estatus casi místico, construyéndose estatuas, monumentos y memoriales en su honor.

En la Plaza Roja de Moscú se edificó en (1924) el llamado "Mausoleo de Lenin" junto a los muros del Kremlin donde reposan sus restos mortales embalsamados. Allí ha permanecido la momia de Vladímir Ilich Uliánov Lenin desde el 1 de agosto de (1924) a excepción de 1360 días durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue evacuado a Tiumén, en Siberia. El mausoleo está abierto al público y, durante décadas, eran frecuentes las colas para rendir visita al cadáver momificado del fundador de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). A raíz de la desaparición de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), algunos partidos políticos y diversas personalidades rusas (Mijaíl Gorbachov, entre ellas), han pedido el desmantelamiento del mausoleo y que los restos de Vladímir Ilich Uliánov Lenin sean enterrados. Estas iniciativas no han recibido hasta la fecha el apoyo del Gobierno de la Federación Rusa (y sobre todo del Parlamento) y el mausoleo sigue abierto a las visitas, aunque el apoyo de la población al mantenimiento de este mausoleo va descendiendo: Si en (2000) los defensores del mausoleo ascendían al 82%, mientras los que se oponían a él eran el 14%, los datos de (2007) arrojan una relación de 64% a favor y 34% en contra.

El cerebro de Vladímir Ilich Uliánov Lenin fue extraído antes de embalsamar su cuerpo. Los gobernantes soviéticos contrataron a un conocido neurocientífico alemán, Oskar Vogt, para estudiar el cerebro de Vladímir Ilich Uliánov Lenin y localizar las células cerebrales responsables de su genio. Con este propósito se creó el Instituto del Cerebro en Moscú. Oskar Vogt publicó un artículo sobre el cerebro en (1929) donde exponía que algunas neuronas piramidales en la tercera capa de la corteza cerebral de Vladímir Ilich Uliánov Lenin eran muy largas. A pesar de ello, la conclusión de su relevancia en el genio de Vladímir Ilich Uliánov Lenin fue mal recibida. El trabajo de Oskar Vogt fue considerado poco satisfactorio por los soviéticos. Posteriormente el equipo soviético continuó efectuando investigaciones, pero estos trabajos sobre el cerebro de Vladímir Ilich Uliánov Lenin ya no fueron publicados