lunes, 12 de julio de 2010

LA LIBERTAD GUIANDO AL PUEBLO





Muy impactante cuadro del francés Eugenio Delacroix, que refleja la por entonces Europa de las revoluciones y del resurgimiento de los nacionalismos, tras la caída del antiguo régimen que conllevó la Revolución Francesa. La mujer de los generosos pechos, que con una mano sostiene la bandera de Francia, y con la otra, la escopeta con bayoneta, representa La Libertad y la República francesa, simbolizando la lucha del pueblo contra la opresión y la falta de libertades. El cuadro representa la revolución de 1830 en Francia por parte del pueblo empujado por su deseo de alcanzar la libertad, derribando al nuevo absolutismo y predominio social de la aristocracia que se había restaurado tras la caída de Napoleón Bonaparte por obra y gracia de los acuerdos de la llamada “Santa Alianza”, inaugurando con esa rebelión revolucionaria una nueva era de democracia a través del sufragio y la separación de poderes, como nuevas reglas de juego que se irían extendiendo poco a poco por el resto de Europa y que han perdurado hasta hoy.

La visión del cuadro da para reflexionar acerca de la libertad, de la sangre y muertes que ha costado, cuando vemos que los revolucionarios tienen que pasar por encima de cadáveres de sus propios camaradas caídos. Representa esa libertad bella y casi desnuda, loada de los instruidos, deseada de muchos y cantada siempre por los poetas, para cuya estimación todas las riquezas del mundo eran poco precio en comparación a lo que supone ser y sentirse libres. Porque de todos los bienes que pueda perder un pueblo, ninguno como el de la libertad. Como una vez mostró el esclavo Espartaco, ¿no sentimos la necesidad de romper las cadenas que nos aprisionan, que no nos dejan sentirnos libres? . ¿Nos podemos sentir bien si somos como un pájaro encerrado dentro de una jaula?.

Trasladada la cuestión a los tiempos actuales, da para pensar: ¿y es que no estamos perdiendo libertades con tantos impuestos, y con tantas normas impuestas por el Estado? . Decía el filósofo chino Lao-Tse que “cuantas más leyes, más ladrones”; igual como decía el filósofo de la Antigua Grecia Aristóteles: “a cuantas más leyes, más corrupción”,....curiosamente lo que lamentablemente está ocurriendo en la España de nuestros días. Pues se supone que la base de nuestra civilización a la que llamamos “occidental” está en la libertad de cada uno, en sus pensamientos, en sus creencias, en sus opiniones, en su trabajo y su forma de adoptar su estilo de vida. Y la libertad se nota que pierde cuando se empieza a temer..., porque, por ejemplo: ¿qué libertad tienes y qué derechos, cuando pierdes tu puesto de trabajo, y no tienes recursos con los que sacar adelante a tu familia, que es algo que hoy en día sucede muy a menudo en nuestra España? Yo diría que hoy en día, sin darnos cuenta, somos esclavos del Estado que nos exprime a impuestos, y de sus leyes (algunas expresamente discriminatorias contra unos y a favor de otros) que en otras circunstancias nos negaríamos tanto a pagar como a acatar. Y no hablo ni de anarquía ni de libertinaje, que eso no es libertad, ...puesto que la libertad es aquello que hace que la persona se sienta lo máximo posible bien consigo misma, sin imposiciones externas, y dentro de un orden con un mínimo de interferencias. Así la libertad es, pues, en política, hacer que el ciudadano se sienta lo máximo feliz posible, con el máximo de bienestar, y todavía no parece que vayamos por esa senda: la dama del cuadro es todo lo contrario de, por ejemplo, las burkas que le son impuestas a otras mujeres,.... lo que nos lleva a pensar ¿existe la libertad en todo el mundo, o sólo es privilegio de algunos espacios cerrados, con sus propias fronteras?. ¿Existe libertad de pensamiento y de expresión por todas partes?, ¿podemos decir sin ningún miedo lo que realmente pensamos? . Por otra banda, creo que es la educación lo que cada día hace más libre al individuo, ya que es la base de sus actos, de su progreso, así como del propio progreso social de un país. Y en ese sentido me atrevo a decir que se deberían de educar a los ciudadanos en libertad, y no deberían de existir cárceles, puesto que creo que el ser humano no está hecho para ser esclavo, o estar atado entre cuatro paredes incomunicado y sin poder moverse en un límite de espacio. ¿Sabíais, por ejemplo, para comparar en los días presentes, que en la Antigua Roma apenas existían las cárceles para sus ciudadanos?,...pues ciertamente la pena máxima para un ciudadano romano era el exilio, y no me estoy refiriendo en este caso a los esclavos, que eran tratados bajo otro código de conducta reconocido y considerado natural en la sociedad de aquellos tiempos pretéritos. Y eso de que se dice de cuántas revoluciones, cuántos tiranos, ..han matado y asesinado en nombre de “La Libertad”. Esa Libertad, que como vemos en el cuadro, excita las más altas pasiones, y al mismo tiempo deja su senda de cadáveres y de sangre por su camino, como una muestra de lo que ha costado poder llegar a ella.

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PICASSO REINTERPRETA LAS MUJERES DE ARGEL DE DELACROIX

TRAS LAS MUJERES DE AVIGNON (BURDEL DE UNA CALLE DE BARCELONA) VUELVEN LAS PROSTITUTAS A LA PINTURA DE PICASSO


En 1955, Picasso realiza quince pinturas y múltiples bocetos preparatorios basados en la obra de Delacroix Las Mujeres de Argel (en su apartamento), de 1834. En realidad, su influencia sobre Picasso se puede observar en más de una obra, como en su Autorretrato, interpretación de Autorretrato con chaleco verde, de Delacroix. 

A lo largo sus estudios preparatorios, Picasso cambió el número de personajes, sus posiciones, volteando sobre su espalda y desnudando a la mujer sentada en segundo plano. En estos bocetos, a veces las formas son redondeadas y arabescas, a veces las formas de los cuerpos son rígidas y angulares. Las dos últimas versiones del cuadro son completamente distintas: una es monócroma y con una interpretación geométrica (versión H, Febrero de 1955, colección particular), y en la otra desborda su colorido (img.2, versión O, Febrero de 1955, colección particular). Este último lienzo, con su armonía de colores primarios, de rojos, amarillos y azules brillantes, es un recuerdo de Oriente, pero ante todo es un homenaje a Matisse, muerto recientemente.

Mientras trabajaba en este cuadro, Picasso explicaba a Delacroix en una conversación imaginaria, transcrita por H. Kahnweiler: “Usted tomaba a Rubens y el resultado era un Delacroix. De la misma manera, yo pienso en usted y hago algo completamente distinto”.

Para el impresionismo, Delacroix es un inspirador y sin duda un precursor. Cézanne es uno de los mayores admiradores de su obra, y, a propósito de Las mujeres de Argel, escribió: “Todos nosotros estamos en este cuadro de Delacroix. Cuando les hablo de la alegría de los colores por los colores, me estoy refiriendo precisamente… a estas rosas pálidas, a estas bellezas lejanas, a esa babucha, a toda esta limpidez. […] Es la primera vez, desde los grandes maestros, que alguien logra estos volúmenes. En la obra de Delacroix, hay algo que no se puede describir, una fiebre que no encontramos en los antiguos.
[…]
Sigue siendo la mejor paleta francesa y en este mundo nadie ha sabido conjugar como él el patetismo y la calma, la vibración del color. Todos pintamos pensando en él”.

En la imagen uno de los quince cuadros que Picaso pinto de "las Mujeres de Argel".



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LAS MUJERES DE ARGEL DE DELACROIX UN CUADRO SOBRE LAS MUJERES DE UN HARÉN EN ARGEL.

Mujeres de Argel (en su apartamento) (en francés, Femmes d’Alger dans leur appartement) es un cuadro del pintor francés Eugène Delacroix. Está realizado al óleo sobre lienzo. Mide 180 cm de alto y 229 cm de ancho. Fue pintado en 1834. Se encuentra en el Museo del Louvre, París, Francia.


Delacroix viajó a Argel en 1832, dentro de una misión diplomática francesa. Durante este viaje no dejó de dibujar y pintar acuarelas de todo aquel mundo que le resultaba exótico. Una de las experiencias más inusuales de Delacroix durante este viaje fue poder entrar en un harén, de la que disfrutó y que le llevó a exclamar «¡Qué belleza! Como en época de Homero».1 Habría sido de los primeros occidentales en ver el interior de uno de ellos. Hizo un boceto a la acuarela con sus impresiones de este harén, apuntando a lápiz los colores. Dos años después (1834) debió recomponer la escena en su imaginación, una vez que regresó a su taller de París.

Este cuadro es, a un tiempo, orientalista y romántico. Parte del rostro de la mujer de la izquierda queda inmerso en la sombra. El pintor usó esta técnica en muchas figuras para lograr un aire de misterio y aislamiento. A su lado están sentadas otras dos mujeres mientras que otra figura femenina, una criada negra, está en pie; su presencia, de espaldas y girando, parece hacer entrar al espectador en el cuadro.

Destaca en el cuadro la forma en que la luz está representada. Es una luz lógica, pues viene de una ventana, sin representar una luz idealizada sino como era en realidad. Delacroix quedó entusiasmado por la luz del norte de África, y pretendió plasmarla en sus obras. Igualmente fue famoso por sus connotaciones sexuales. Representa a las concubinas argelinas de un harén. También muestra opio, que a menudo acompaña cuadros de prostitutas. 

En el siglo XIX, la pintura era conocida por su contenido sexual y su orientalismo. No obstante, para el pintor, este universo femenino encarnaba lo verdadero y lo bello, redescubriendo la Antigüedad.


Estas mujeres simbolizarían el ideal de belleza femenina para Delacroix, combinación de la suntuosidad oriental con los rasgos griegos propios de un Fidias.

En cuanto a la técnica, usó pequeños toques de color, independientes, lo cual explica que sea considerado precedente del impresionismo. 

Picasso hizo quince adaptaciones personales de este cuadro.

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