lunes, 28 de junio de 2010

CORONACIÓN DE NAPOLEÓN EN LA CATEDRAL DE NOSTRE DAME DE PARIS.

Muy bonito cuadro de Louis David, el pintor favorito de Napoleón Bonaparte, en la que se refleja el prestigio a su poder por parte del emperador francés, haciéndose coronar por el Papa en Paris, imitando el ceremonial propio de los monarcas absolutos, en el que los clericales certifican los poderes de origen divino del nuevo monarca francés. En el cuadro se ven a varios de los prohombres más poderosos del momento, sean miembros del alto clero, la alta burguesía, o el ejército con sus nuevos mandos de origen popular, entre ellos cabe destacar al intrigante Talleyrand, que era obispo de Autun al estallar la Revolución Francesa, renegando a sus votos religiosos al proponer a la Asamblea Nacional la expropiación de los bienes del clero. Napoleón lo nombró ministro de Asuntos Exteriores, pero le traicionaría posteriormente, conspirando con el canciller austriaco Metternich, el ideólogo de “La Santa Alianza” donde se marcaban las líneas maestras del retorno al Antiguo Régimen del despotismo ilustrado de la época, que acabaría fracasando, aparte de estar al servicio del efímero nuevo rey francés Lluis XVIII.

Por otra parte me recuerda una anécdota con el Papa, que obligado a la fuerza por Napoleón para ceremoniar su coronación, antes se encontraron en un bosque, pero como había llovido tanto, el camino estaba lleno de charcos de agua. El Papa iba en carroza, y el Cónsul Bonaparte en caballo, y el Pontífice tenía que bajar y salir de la lujosa carroza papal para recibir al nuevo amo de Francia, quejándose de que se iba a mojar los pies y su traje de faena papal. “Pero si Jesucristo caminó por encima de las aguas, ...no iba a ser menos Su Santidad”, algo así le respondió a la queja del Papa el nuevo César francés, como muestra de quién era el nuevo amo del mundo.

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